MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

domingo, 21 de octubre de 2012

JUAN BOSCH: LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA.


 LA TÁCTICA Y LA ESTRATEGIA

Cuando se habla de estrategia y táctica relacionando esas dos palabras con la actividad política se aplican a esa actividad conceptos que tradicionalmente se usaron durante mucho tiempo sólo para tratar temas militares, y más propiamente, en la descripción de batallas o en el estudio de una guerra.

El uso de tales palabras en el lenguaje político tiene su razón de ser en el hecho de que nada se parece tanto a la guerra como la política, o para decirlo en sentido opuesto, nada se parece tanto a la política como la guerra; pero ese parecido no figura ni en los textos militares ni en los libros de política, si bien hay un postulado muy conocido, aquel en que se afirma que la guerra es una forma de acción política que se lleva a cabo por medios diferentes a los que se utilizan en la política, y también se dice que la guerra es una continuación de la política que se hace necesaria cuando se cierran todos los caminos de las soluciones políticas a los problemas que se presentan entre naciones o entre partidos, a lo que nosotros agregamos, o entre clases antagónicas.
Los compañeros de la dirección del PLD nos han oído decir muchas veces que una buena manera de explicarse ciertos hechos políticos es analizándolos como si fueran actos de guerra. Así, por ejemplo, unas elecciones son una batalla, y una batalla en regla debe darse llenando todos los requisitos que demanda una acción de esa categoría. Naturalmente, a veces hay que dar batallas improvisadas porque así lo determinan las circunstancias; digamos, que el enemigo atacó donde no se esperaba que lo hiciera, que puso sobre el terreno tres batallones y nosotros disponíamos sólo de uno y medio, pero tenemos que sacarles a nuestras fuerzas todo lo que puedan dar porque no podemos abandonarle el terreno al enemigo.

Del parecido entre las dos actividades, la militar y la política, proviene el uso de voces del lenguaje militar aplicadas a la política como son estrategia y táctica a pesar de que lo que ellas significan no es ni puede ser en la vida política exactamente lo mismo que significan en la lengua de los hombres de armas. Para estos, estrategia es el arte de conducir una guerra; y como los que aplican ese arte son los jefes militares, esto es, los generales, a los generales vencedores se les llama estrategas, mientras que la táctica es la suma de las reglas que deben seguirse para llevar a buen fin los planes estratégicos, y quienes saben aplicar esas reglas en los campos de batalla se ganan el título de tácticos.
Un estratega hace planes y los tácticos los ejecutan. El estratega es siempre un táctico natural, pero el táctico, aunque lo sea en grado excepcional, no es habitualmente un estratega, a pesar de lo cual los grandes tácticos pueden llegar a ser figuras militares de primer orden como lo fue Maceo en la guerra de independencia de Cuba.

Los grandes estrategas no podrían ganar guerras si no contaran con la ayuda de buenos tácticos, pues una guerra es una sucesión de batallas entre las cuales las hay grandes, medianas y pequeñas, y las hay fáciles y difíciles, importantes y de poca monta; pero las hay también decisivas. Así se llaman las que determinan el curso de la guerra y por tanto las que deciden cuál de los ejércitos combatientes se llevará la victoria.

A veces una guerra política se hace muy larga, tanto que los estrategas que la planearon mueren de viejos antes de que llegue la hora de la victoria. Eso le sucedió a Carlos
Marx y Federico Engels, que no alcanzaron a ver el triunfo del socialismo en la guerra que ellos habían iniciado. El general Francisco de Miranda comenzó su guerra política y de armas contra España y por la libertad de América en marzo de 1806 y la terminó diez años después, cuando murió preso en un castillo español sin haber alcanzado la victoria; Simón Bolívar comenzó la suya en 1808 y durante
22 años probó numerosas veces el licor de los triunfos y la hiel de las derrotas hasta el día de su muerte, ocurrida el 17 de diciembre de 1830 cuando iba en busca de un barco que lo sacara de la tierra en la que había fundado nada menos que cinco repúblicas.

Pero el hecho de que estrategas de la revolución socialista como Marx y Engels o de la guerra de la independencia de América, como Miranda y Bolívar, fracasaran porque no alcanzaron la victoria que se habían propuesto o porque su victoria fue pasajera, no significa que sus fines no fueron logrados. Lo fueron, y de eso no hay la menor duda, porque tanto en el caso de la revolución socialista como en el de la independencia de los países americanos, las concepciones estratégicas fueron acertadas aunque en determinados momentos no lo fueran los planes tácticos; pero podemos estar seguros de que si a la hora de llevar a cabo la revolución socialista y la independencia de América se hubieran confundido las concepciones estratégicas con los planes tácticos, a esta hora no se habrían alcanzado ni una cosa ni la otra debido a que en las realizaciones humanas ni la táctica puede sustituir a la estrategia ni la estrategia puede sustituir a la táctica. La táctica tiene su razón de ser en la necesidad de implantar la estrategia, de realizarla, no de suplantarla, y por esa razón la elaboración de un plan táctico no depende de la naturaleza de la estrategia sino de los medios de que dispongan aquellos que ejecutarán ese plan, y si se trata de un plan táctico político, no militar, los medios decisivos son los que pueda aportar el pueblo del país en que se ejecutará ese plan.

En la oportunidad de las elecciones nacionales de este año, la estrategia que concibió la dirección del PLD fue la del fortalecimiento del Partido, y eso no podía obtenerse predicando la revolución socialista ni nada que se le pareciera; pero además, los que no son peledeístas y por tanto no conocen cómo es, qué es y qué se propone el PLD no pueden estar al tanto de cuáles son los medios, las fuerzas, los recursos de diversa índole de que puede disponer la dirección de nuestro partido a la hora de llevar a la práctica un plan táctico, y quien desconoce todo esto carece de la autoridad indispensable para hacer crítica sana acerca de la táctica peledeísta. Puede hacer crítica malsana, pero tal tipo de crítica no habla precisamente bien de quienes la ejercen.
¿Qué autoridad pueden tener para criticar la táctica electoral del PLD unos marxistas-leninistas que proponen la reforma de la Constitución de la República, no para que pase a ser una Constitución marxista-leninista sino para que limite el latifundio y les conceda a los militares el derecho a votar? ¿Cuándo propusieron Marx y Lenín medidas de ese tipo?

15 de junio de 1982.

LENÍN APLICÓ UN PROGRAMA DE DERECHAS*

La ideología burguesa forma en nuestro país una atmósfera tan espesa que la pequeña burguesía de inclinación revolucionaria la respira sin darse cuenta de que su sustancia la alimenta como alimenta el oxígeno a la sangre. Es la ideología burguesa la que, sin que ellos se den cuenta, lleva a los grupos de la izquierda dominicana a creer que es una obligación suya ir a las elecciones de este año con un programa socialista porque de esta manera le hacen un servicio a la revolución.

¿Cuál servicio?

El de propagar el marxismo en el pueblo; y no se percatan de que al actuar así están pensando como burgueses porque están utilizando métodos de acción propios de la burguesía.

La burguesía usa la propaganda para vender lo mismo Coca-Cola que aviones de combate o pantalones de jean unisex; pero sobre todo vende su ideología a todas horas y en todas partes, hasta en los países socialistas. Solidaridad, el sindicato polaco que en cuestión de meses afilió a más de 9 millones de obreros, fue producto de esa propaganda, y lo curioso del caso es que hay partidos comunistas que en el enfrentamiento del Estado polaco con Solidaridad están del lado de Solidaridad alegando que lo hacen porque el gobierno de Polonia es stalinista.

*
Vanguardia del Pueblo, Año VIII, N° 328, Santo Domingo, Organo del PLD,
27 de enero de 1982, p.4.
241
Leyendo sin analizar lo leído se cae a menudo en confusiones, como por ejemplo en la de no advertir que los métodos de la propaganda burguesa sirven para vender la ideología burguesa, no la marxista, porque el marxismo sólo penetra y se arraiga en una minoría de hombres y mujeres de excepción: los que tienen un amor tan profundo por la humanidad y una capacidad tan alta de militancia que no titubean ante ninguna exigencia de la lucha en favor de los oprimidos y explotados, y aun en el caso de las personas que tienen esas cualidades, una parte de ellas las usa para combatir en favor de los opresores y de los explotadores, no en las filas de sus víctimas.

Las revoluciones son hechas por las minorías militantes, pero no por todas esas minorías, y no por los pueblos. Cuando las minorías revolucionarias interpretan cabalmente las ansias de los pueblos, no sólo las históricas sino también las de un momento dado de su existencia, los pueblos apoyan a esas minorías, pero es difícil, sino imposible, que la totalidad de un pueblo se integre en un proceso revolucionario; y eso lo enseña la experiencia, de manera muy especial la de las revoluciones de este siglo. Si todo el pueblo apoyara una revolución no sería necesario hacer esa revolución en su etapa de conquista del poder.

Se equivocan los que creen que el uso de programas socialistas educará al pueblo dominicano en el sentido de hacerlo partidario del marxismo. El partido de Lenin, que antes de llegar al gobierno de Rusia —la actual Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS— se llamaba Social
Demócrata Obrero Ruso, no le presentó al pueblo de Rusia ningún programa socialista sino sólo una consigna, la de Paz, Tierra y Pan. Es más, en uno de los discursos que pronunció en el III Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú entre el 22 de junio y el 12 de julio de 1921,

Lenín explicó que una de las razones por las cuales su partido pudo mantenerse en el poder después de la Revolución de 1917 fue el apoyo de “las nueve décimas partes de las masas campesinas” y aclaró:
“...vencimos porque adoptamos y pusimos en práctica, no nuestro programa agrario, sino el eserista. Nuestra victoria consistió precisamente en que aplicamos el Programa eserista; por eso fue tan fácil esta victoria”.

Antes de preguntarnos qué cosa quería decir eso de “programa agrario eserista” debemos aclarar que cuando Lenin usa la palabra vencimos lo hace porque la Revolución Rusa tuvo que defenderse de sus enemigos combatiendo contra varios ejércitos enemigos, entre ellos dos de contrarrevolucionarios rusos y otros extranjeros, como el japonés, el inglés, el francés,
y antes de la paz de Brest-Litovsk, el alemán.

Los eseristas eran los miembros del partido llamado Socialista Revolucionario, dos palabras que significaban en Rusia en esos años lo mismo que significan aquí Revolucionario Social Cristiano o Revolucionario Dominicano, en este último caso, de manera especial después que el PRD ha pasado a ser parte de la Internacional Socialista.

En cierto sentido, el Partido Socialista Revolucionario de
Rusia, fundado a principios de este siglo, era más derechista aún que el PRD porque llegó incluso a producir un levantamiento contra el gobierno de la Revolución, y de él formaban parte hombres como Alejandro Kerenski, que fue jefe del gobierno ruso antes de la Revolución y murió en 1970 en
Estados Unidos, donde se había exiliado. La dirección del partido de los eseristas era de origen pequeño burgués, pero en él había terratenientes y otros tipos de burgueses, de manera que podemos clasificarlo como un partido policlasista.

Lenín había analizado y criticado el programa agrario o campesino de los eseristas, y sin embargo en julio de 1921, desde las alturas de jefe del gobierno revolucionario, decía que la victoria contra los enemigos de la Revolución se debió, entre otras cosas, “precisamente a que aplicamos el programa eserista”. En ese mismo discurso había dicho poco antes: “En agosto y septiembre de 1917 decíamos: ‘Teóricamente seguimos luchando contra los eseristas, pero prácticamente estamos dispuestos a adoptar su programa, porque sólo nosotros podemos aplicarlo. Y como lo dijimos, lo hicimos’”.

Si lo que define la posición ideológica y el carácter de un partido, de un gobierno y de un movimiento revolucionario antes de que éste llegue al poder, es su programa, entonces tenemos que admitir que la Revolución Rusa fue pequeñoburguesa porque estando en el poder hizo suyo, y lo aplicó, el programa agrario del Partido Socialista Revolucionario (eserista).

24 de enero de 1982.



LENÍN, EL PROGRAMA Y LA TÁCTICA*

Para hacer una guerra hay que elaborar un plan estratégico, y para ganarla hay que vencer al enemigo en las batallas, que pueden ser numerosísimas, como sucedió en Viet
Nam; y el que quiera resultar vencedor en esas batallas tiene que aplicar medidas tácticas apropiadas para cada una de ellas.
Entre la estrategia —planes generales para ganar una guerra— y la táctica —conjunto de medidas que se aplican en los campos de batalla— hay la misma relación que hay entre una cadena y sus eslabones, pero debe entenderse que así como la cadena no puede sustituir a los eslabones ni estos a la cadena, así tampoco puede la estrategia sustituir a la táctica ni la táctica a la estrategia.

Hemos dicho numerosas veces, aunque tal vez no lo hayamos escrito antes de ahora, que la actividad humana que más se parece a la política es la guerra y que la guerra es lo que más se parece a la política, de manera que las concepciones estratégicas y tácticas inventadas para ser usadas en las guerras tienen su equivalencia en la política. Esa equivalencia la exponía Lenin con estas palabras, dichas en el discurso que pronunció el 1º de junio de 1921 en el III Congreso Mundial de la Internacional Comunista: “Los principios no son el objetivo, ni el programa ni la táctica ni la teoría. La táctica y la teoría no son los principios”.

¿Qué cosa eran, pues, los principios para Lenín?

Él mismo lo dijo en la ocasión a que acabamos de referirnos; lo dijo de esta manera: “Los principios del comunismo consisten en el establecimiento de la dictadura del proletariado
y en la aplicación de la coerción por el Estado durante el período de transición”.

Si esos eran los principios, ¿qué era entonces el objetivo; qué eran la táctica, la teoría, el programa?

Debemos entender que el objetivo era la toma del poder, pues sin el uso del poder no podían aplicarse los principios, y la táctica tenía que ser necesariamente el conjunto de medidas que debían aplicarse para ganar las batallas que debían darse para conquistar el objetivo, esto es, el poder. En cuanto al programa y la teoría, no hay que hacer esfuerzos de interpretación puesto que todo el mundo sabe qué cosas son un programa y una teoría políticos. Lo que parece evidente es que ni el programa ni la teoría tenían para Lenin una importancia comparable con la de los principios y el objetivo, en lo cual no están de acuerdo con él los que en la República Dominicana no desperdician ninguna oportunidad de proclamarse sus muy fieles devotos.

¿A qué teoría aludía Lenín en la frase que le hemos copiado?
¿No debía ser necesariamente a la marxista? Y si era así, ¿por qué no le daba importancia?

Porque desde el punto de vista de la actividad práctica no era necesario que el pueblo la conociera; la conocían los miembros de su partido y eso era suficiente. Con esas mismas palabras lo dijo él en el discurso del 1º de julio (1921): “Es suficiente un partido muy pequeño para conducir a las masas. En determinados momentos no hay necesidad de grandes organizaciones”, y a seguidas aclaraba: “Mas para la victoria es preciso contar con las simpatías de las masas”.

El pueblo ruso no conocía la teoría marxista pero conocía muy bien los problemas que lo agobiaban: la guerra con Alemania, en la cual sus padres, hermanos, hijos, maridos y novios morían o quedaban heridos o caían prisioneros; el hambre que pasaban los pobres porque cada día eran más escasos los productos que necesitaban para alimentarse, y en el caso de los campesinos, la falta de tierras en que trabajar. Por eso el partido bolchevique —el que dirigía Lenín, o sea, el Social
Demócrata Obrero Ruso— levantó como bandera de lucha la consigna de Paz, Tierra y Pan, y no un programa socialista que le sirviera para hacerle propaganda al socialismo.

El pueblo ruso estaba padeciendo males de los que necesitaba librarse. El remedio de esos males se resumía en tres palabras: Paz, Tierra y Pan. Para movilizar a ese pueblo ninguna doctrina, ninguna teoría, era más útil que esas tres palabras.
En la guerra política llamada Revolución Rusa se daban batallas y combates diarios en forma de mítines, desfiles, reuniones de trabajadores en sus lugares de trabajo. Esas batallas debían ser ganadas por los cuadros bolcheviques en la mente de los hombres y las mujeres del pueblo, y para ganarlas había que aplicar una táctica. ¿Cuál? La de explicar en todos sus aspectos las ventajas para las grandes masas de una política que le proporcionara al pueblo la paz, la tierra y el pan.

Nadiezhda Krupskaya, la mujer de Lenín, escribió un libro que se ha publicado en español con el título Lenin y el Partido, editado en el año 1975 en Cuba, en el cual se lee lo siguiente (páginas 103 y 104):

“El Partido leninista lanzó estas consignas:

‘¡Abajo la guerra de rapiña!

‘¡La tierra para los trabajadores!

‘¡Todo el poder para los soviets!

‘Estas consignas se hallaban en el corazón de cada obrero y campesino, expresaban sus más recónditos deseos.

‘Los obreros y campesinos vieron que el partido leninista defendía su causa vital, y mientras más abrían los ojos más crecía la confianza en Lenín y su partido”.

El autor de este artículo no es leninista, y lo ha dicho varias veces; ha dicho que es marxista pero no leninista. En cambio, los leninistas que enarbolan la consigna de Unidad con Programa Socialista afirman sin descanso que son leninistas.
¿Pero en qué sentido lo son? ¿Siguen sus enseñanzas y las aplican?

Ninguna de las dos cosas. Algunos de ellos se proclaman leninistas por razones puramente emocionales, pero otros lo hacen porque así pueden confundir a los simpatizantes del socialismo que conocen a Lenín sólo de nombre.

25 de enero de 1982.

En el nombre de Bosch




JOAQUÍN GERÓNIMO
Cuando se detuvo la ola de represión desatada por el gobierno, ante la emergencia nacional provocada por la incursión guerrillera, el escenario de la oposición al régimen de Balaguer empezaría a moverse en forma dramática.
Los sucesos ocurridos desde los días de playa Caracoles habían separado ya, total y definitivamente, a los dos principales líderes del PRD, profesor y discípulo, Bosch y Peña Gómez, enfrentados en pos de la razón histórica. El primero aferrado a una posición de principios frente a los grupos oligárquicos locales y los agentes del imperialismo o pentagonismo como prefería llamarle Bosch; y el segundo, abriendo cauce a la conciliación con la derecha oligárquica y procurándose vías de acercamiento con los sectores "liberales" de Washington, quienes en más de una ocasión ya le habían propuesto desde hacía tiempo la posibilidad de un rompimiento con Bosch, para salvar al PRD del radicalismo de izquierda hacia donde, supuestamente, lo llevarían sus peligrosas teorías políticas.
Con el frente democrático de oposición totalmente dividido a inicios del año 1974, el doctor Balaguer tenía abierto de par en par el camino hacia su segunda reelección para los comicios del 16 de mayo de ese mismo año. El Bloque de la Dignidad Nacional que encabezaba Bosch con su recién fundado PLD y un pequeño grupo de partidos de izquierda se desmoronó al primer asomo de contradicción entre los aliados. Por su parte, el Acuerdo de Santiago, encabezado por el PRD en alianza con pequeños partidos conservadores y de la izquierda radical,  se empecinaba en llevar hasta las urnas la lucha electoral. Al final tuvieron también que tocar el clarín de retirada ante la brutal ofensiva del gobierno, que sacó a las calles a los militares en actitud intimidatoria y con trapos "colorao" en las bayonetas de sus fusiles.
Para finales de la década de los 70 el escenario político internacional estaba cambiando. En 1977 fue la llegada de Jimmy Carter a la Casa Blanca en Washington, con su política de los derechos humanos y sus esfuerzos de concertación de la política internacional de Estados Unidos en el marco de la llamada Comisión Trilateral que incluía a Europa y Asia.
Independientemente de estos elementos coyunturales de carácter exógeno, sabiamente aprovechados por la ductilidad y pragmatismo político de Peña Gómez al frente del PRD, lo cierto es que a partir de aquel momento ya no sería posible ni para Bosch ni para los demás partidos de izquierda sustraerse del escenario electoral sin ofrecer a cambio una salida alterna viable y visible en el horizonte político nacional. El precio de mantener una línea electoral abstencionista hubiera podido significar la extinción gradual del partido que la sustentara.
Fue así como durante la campaña para las elecciones de 1978  Bosch condujo al PLD, estando aún en su fase de construcción, hacia un verdadero ejercicio de nado en contra corriente y supervivencia política en las condiciones más extremas. Solamente la fuerza y el carisma de su liderazgo, y en menor medida la entrega y capacidad de sacrificio de los militantes del partido, hizo posible llevar hasta el final la candidatura presidencial de Bosch, quien se anunciaba ante el electorado con la declaración insólita de que no le interesaba ganar las elecciones sino solamente aprovechar el escenario para difundir las ideas del partido.
Los resultados no pudieron ser más catastróficos.  La enorme ola populista sobre la que navegaba el PRD desde 1974 arrastró tras de sí todo el sentimiento anti-balaguerista represado en el pueblo durante 12 años. Todo el arco iris de partidos de izquierda, y aun los núcleos oligárquicos organizados en la extrema derecha, se sumaron a una avalancha de votos que eliminó toda posibilidad continuista de Balaguer y dejó al PLD y a Juan Bosch reducidos a la más mínima expresión electoral.
El hombre que en las elecciones presidenciales de 1962 había logrado un 60 por ciento de los votos y que en 1966, en un proceso electoral adulterado, había alcanzado casi medio millón de sufragios, ahora recibía solo 18 mil votos en medio de la burla y el agravio de sus adversarios. Aun así, no habían podido doblegar el espíritu de lucha en sus partidarios ni la moral a toda prueba del líder.
La propuesta de Bosch de un acuerdo de unidad nacional para sortear la crisis post-electoral de 1978 – que no de "un gobierno de unidad nacional" como se le antoja decir a los detractores - solo buscaba sacar del juego político a los intereses foráneos, de los cuales había hecho depender Peña Gómez el ascenso al poder del PRD,  y con los cuales Bosch se había mostrado intransigente en todo momento.
La enconada oposición de Bosch al PRD gobernante estuvo fundamentada, demás,  en la certeza de los males que acarrearía para el país el populismo revestido de socialdemocracia. Es más, en la fase final del gobierno de Antonio Guzmán, en vísperas de las elecciones de 1982 y durante el mitin de cierre de campaña del PLD, Bosch se atrevió a profetizar que si el pueblo dominicano cometía el error de volver a votar por el PRD y elegía a Salvador Jorge Blanco presidente de la República, debería también prepararse para llorar lágrimas de sangre.
Los hechos acaecidos en el país en los meses y años subsiguientes terminarían por darle la razón a Bosch en forma dramática y, por cierto, también muy trágica.
En un próximo artículo finalizaremos esta serie abordando los hechos que marcaron el colofón de la carrera política del profesor Bosch.

PABLO NERUDA: Perdonen si les digo unas locuras En esta dulce tarde de febrero Y si se va mi corazón cantando Hacia Santo Domingo


¿Descubiertos? ¿Encubiertos?
Escrito por: MU-KIEN ADRIANA SANG
Perdonen si les digo  unas locuras
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
Hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí
Desde que Don Cristóbal, el marinero
Puso los pies y descubrió la isla
Que mejor no la hubiese descubierto
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en ese aspecto
Esos conquistadores españoles
Que llegaron desde España, por supuesto
Buscando oro y lo buscaron tanto
Como si les sirviese de alimento
Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En dominicanos muertos
Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.
Y hay tanta inquietud sin comentario
En la América hirsuta que me dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen miedo.
Pablo Neruda, Versainograma a Santo Domingo (fragmento).
El pasado 12 de octubre se cumplieron 520 años de la llegada de los españoles a América. Al nuevo mundo, dice la tradición.  Cinco siglos y dos décadas del hecho histórico bautizado como el Descubrimiento de América. Junto a la hazaña española, el resto de los imperios europeos quiso hacer sus propias hazañas y emprendió la aventura. Llegaron a otros lares, y también, dicen ellos, “descubrieron” nuevas tierras.  España se hizo dueña, y, sin permiso alguno, de casi la totalidad del continente americano.  Francia siguió los pasos y cruzó el mar Mediterráneo para llegar y conquistar una gran parte de África. Inglaterra no se quedó atrás y atravesó tierras y mares para llegar al sur del continente negro y ocupar por la fuerza lo que hoy conocemos como África del Sur. Siguió su tarea conquistadora y mal llamada descubridora y ocupó Australia. Portugal siguió los pasos de su vecino y se adueñó de una gran parte de la América sureña y se apoderó de lo que hoy es Brasil. Y así, por el poder de la fuerza, el fuego de los cañones y filo de las espadas, se repartieron el mundo y se proclamaron dueños señores de las tierras conquistadas. Aprovecharon sus minas de oro, plata, cobre y bronce, y con el metal extraído volvieron a dar el brillo a las coronas imperiales necesitadas de estímulos.
Sí, el mal llamado descubrimiento, fue el proyecto expansionista de las potencias europeas que necesitaban expandir sus mercados de bienes. Fue la gran alianza de los nobles aventureros y de los hombres necesitados de nuevas aventuras para enriquecerse.
Un hombre llamado Cristóbal Colón, genovés, aventurero y ambicioso, convenció a la Corona Española, aislada, debilitada y necesitada de mercancías para su sobrevivencia, para que lo apoyara en su aventura marina. Quería ir a Asia, a la India para buscar las especies que llegaban encarecidas al mercado español por el monopolio de los turcos. Y en las negociaciones con la Reina logró la firma de las Capitulaciones de Santa Fe, mediante las cuales sería nombrado virrey en las tierras conquistadas y obtendría un tercio de las ganancias.
El 12 de octubre, Colón y sus tres carabelas llegaron a las tierras americanas. Después de tres meses de travesía, se equivocaron y en vez de llegar a la India, llegaron al Caribe. Ahí comenzó la historia de la conquista. Siguieron explorando y llegaron a Cuba, a la isla de Quisqueya, a Puerto Rico y luego al gran continente. Y en cada parada descubrían a los indígenas, y los pobladores nuestros acostumbrados a su vida tribal se sorprendieron y descubrieron a esos hombres mal olientes que llegaron y se hicieron dueños de sus tierras.
Comenzó la conquista a capa y espada. Los indígenas fueron sometidos. Algunos hicieron resistencia. Otros no tuvieron más remedio que someterse al amo que se imponía.  Destruyeron lo que había. Impusieron un modelo de dominación basado en la esclavitud indigna. Se hicieron dueños de las tierras, se repartieron los indígenas como si fueran bestias y los sometieron a la más cruel y horrible servidumbre. De cazadores y agricultores, los convirtieron en esclavos que debían trabajar en la extracción de oro primero y en los ingenios después. La población indígena mermó. Muchos indígenas desesperados prefirieron el suicidio.
Los hombres blancos tenían la necesidad de satisfacer sus necesidades sexuales. Las indígenas fueron los objetos del desquite físico y animal. Y, como era de esperarse, comenzó la mezcla de razas. El blanco y la indígena tuvieron hijos mestizos.
¿Qué pensar de esta hazaña 520 años después? Ya no podemos cambiar los hechos.  América es hoy el producto de la llegada de los europeos que llegaron a estas tierras sin haber sido invitados, que se hicieron dueños sin preguntar, que nos descubrieron porque no existíamos en el estrecho universo de sus conocimientos. Impusieron su cultura, su idioma, su sistema de creencias, aplastando las culturas existentes. Descubrieron porque no nos conocían, pero encubrieron, sepultaron y los obligaron a olvidar su propia historia.
El mundo fuera de Europa, es decir, África, América, Asia y Oceanía, era pequeño para las ambiciones imperiales. Los europeos se creían dueños del mundo, y por eso se creían con la potestad para “descubrir”, conquistar y someter al resto.
Ya lo sé, esos hechos ocurrieron hace muchos siglos, cincuenta y dos décadas para ser precisos. Pero, vuelvo a reivindicar lo que dije hace unas semanas, hay que reclamar la  responsabilidad histórica. Hay que clamar y exigir una visión más integral y un discurso diferente de la historia.  Hay que reescribir la historia para hacer aparecer en el relato a los indígenas que murieron por la sobreexplotación de los conquistadores. Debemos reclamar un nuevo discurso en el que no solo aparezca la visión de los triunfadores y de los poderosos.
Mientras tanto, aquí estoy rememorando los hechos, exigiendo un nuevo discurso, negándome a aceptar como bueno y válido todo lo que se ha dicho, tratando de ser crítica con mi propia herencia, para no someterme ni asumir el discurso de los conquistadores del siglo XXI, que se diferencian de aquellos del siglo XV sólo en la forma, no en el fondo. Los de ayer y los de hoy sólo están guiados por la ambición, el poder y la satisfacción del dominio de la voluntad de los que conquistan.

Juan Bosch y el escenario criollo




Escrito por: RAFAEL GARCÍA ROMERO
El fenómeno del retrato en la literatura de Juan Bosch hay que estudiarlo, para entenderlo, tomando en cuenta varios escenarios. El primero que llama la atención es la época de inicio del escritor, ya que estamos hablando del primer cuarto del siglo veinte, periodo durante el cual se conocen, sobre todo a través de los periódicos de circulación nacional, los primeros cuentos.
Una época, además, caracterizada por el incipiente desarrollo del cine mudo, en blanco y negro. Muy poco difundido en la República Dominicana; y sobre todo, y gracias a estas precariedades, un terreno muy fértil para el incentivo de la palabra como medio para hacer retratos. En ese periodo de tiempo había, en el plano de la literatura, una fuerte incidencia del costumbrismo, y la rama nacional, llamada criollismo.
La literatura de Juan Bosch, debido a esos factores, es una cantera impresionante de retratos literarios, tanto de personajes como de seres humanos, hombres y mujeres de carne y hueso.
El retrato constituye un apoyo vital para la literatura de Juan Bosch, al que recurre desde su primer libro Camino real, publicado en 1933. En el cuento “La mujer” el escenario es fundamental en el desarrollo de la trama. Tanto incide el escenario que se incrusta, forma parte de la carne narrativa del cuento, llega a tener tanto valor este recurso que sin Juan Bosch proponérselo lo hace formar parte de una segunda historia en todo el cuento, independiente, firme y sólida.  El escenario el punto de apoyo que empieza el cuento: “La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera”.
El escenario, como un péndulo que describe un trayecto, termina la historia: “Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero”.
El cuento “La mujer” es uno de los textos más breves de Juan Bosch y uno donde el escenario es un recurso más conscientemente explotado.
A los lados (de la carretera) hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero blanco.
El escenario, con pocas palabras, le ayuda a establecer marcadas diferencias, pintar la pobreza: “También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. Las cañas dieron esas techumbres por las que nunca rueda agua”.
El personaje le sirve como medio para darle cuerpo a la imagen: “Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos, los cactos coronados de aves rapaces.”

sábado, 20 de octubre de 2012



Frente al fracaso del neoliberalismo, ¿humanizar el capitalismo?




Ya parece un hecho evidente para todo el mundo bien pensante que el capitalismo neoliberal, con su pensamiento único del “ laissez-faire” y la “ mano invisible” del mercado autorregulado, al cabo de apenas tres décadas de dominio global ha resultado en un estruendoso fiasco. La crisis financiera que afecta al mundo entero, la recesión de la economía productiva en los países desarrollados, las enormes deudas soberanas y el rescate leonino de las finanzas públicas y privadas en quiebra, el desempleo galopante y el aumento de la pobreza, entre otras cosas, así lo indican.
Ante esta crisis de la economía global vuelven a enfrentarse las dos ideologías fundamentales del capitalismo. De un lado, el neoliberalismo, con su idea de la defensa del libre mercado y la libre competencia hasta sus últimas consecuencias, en una evidente huida hacia adelante, insiste en seguir aplicando las consabidas políticas de plena apertura de los mercados para los grandes capitales transnacionales, mayor flexibilización laboral para incrementar las ganancias de las empresas capitalistas, ayudas masivas a la banca para salvar el sector financiero, y austeridad presupuestaria para estrangular aún más el “gasto” social.
Por otro lado, en respuesta ante el colapso del capitalismo neoliberal, se ha planteado la opción de retornar a un capitalismo “más humano”. Sería éste una versión del keynesianismo, con un sistema regulado donde el gobierno tome la forma de un estado benefactor que interviene para prevenir los excesos a los que conduce la lógica del capitalismo de buscar expandir las ganancias a toda costa. Aunque los críticos liberales acusan a su vez que son las políticas expansivas y asistencialistas de estos estados las causantes de las grandes deudas públicas y altas tasas de inflación que al final condujeron al fracaso del keynesianismo en la década de los setentas.
Observamos entonces que esta nueva crisis del capitalismo y sus consecuencias no sólo movilizan amplias masas de trabajadores y sacude a la opinión pública mundial, sino que también ha desatado nuevamente la polémica entre las diferentes corrientes del pensamiento económico capitalista. Esta polémica no sería algo extraño, dado que, como ya observara Marx en su libro Miseria de la Filosofía [2], cuanto más evidente se muestra el carácter antagónico de los intereses de clase, más se embrollan en su propia teoría los economistas, los representantes científicos de la producción burguesa; y por ello aparecen distintas escuelas.
Marx identificaba en su época dos escuelas: Por un lado, “Están los economistas fatalistas, que en su teoría son indiferentes a lo que llaman los inconvenientes de la producción burguesa, como lo son los burgueses mismos a los padecimientos de los proletarios, que los ayudan a adquirir las riquezas”. Dentro de esta escuela fatalista hay clásicos y románticos. Para ambos “la miseria es, según su criterio, el dolor que acompaña a toda creación, lo mismo en la naturaleza que en la industria”. Son los también llamados capitalistas salvajes.
Por otro lado, dice Marx, “Surge luego la escuela humanitaria que toma a pecho el aspecto malo de las relaciones de producción actuales. Dicha escuela trata, para tranquilizar su conciencia, de mitigar, en lo posible, los contrastes reales; lamenta con sinceridad las angustias del proletariado, la competencia desenfrenada de los burgueses entre sí; aconseja a los obreros que sean mesurados, que trabajen bien y que tengan pocos hijos; y recomiendan a la burguesía que moderen el ritmo de la producción. La entera teoría de esta escuela –observa Marx- se apoya en distinciones efectivas entre la teoría y la práctica, entre los principios y los resultados, entre la idea y su aplicación, entre el contenido y la forma, entre la esencia y la realidad, entre el hecho y el derecho, entre el aspecto bueno y el aspecto malo”.
Estas palabras las escribió Marx entre los años 1846-1847, pero aun hoy conservan toda su vigencia. Desde entonces esta escuela “humanitaria” ha continuado elaborando diversas propuestas de remiendo del capitalismo. Tres disciplinas vienen a justificar o reforzar su teoría: a) la filosofía moral y política de claro corte normativista, centrada fundamentalmente en el “deber ser” de las organizaciones económicas y sociopolíticas, sólo se ocupa de reclamar discursivamente la necesidad de atender la dimensión ética de la gestión capitalista; b) el sociologismo, que acentúa unilateralmente las relaciones sociales y relativiza la influencia de las estructuras económicas en las que descansan dichas relaciones; c) y por último, la economía política reformista, con su fórmula de una economía desarrollista y redistributiva como alternativa dentro del capitalismo.
Estas disciplinas, con sus doctrinas y propuestas, incluidas las que surgen desde posiciones autoproclamadas como socialistas, suelen hacer certeros análisis de las aberraciones del sistema, sin embargo, sólo terminan por querer maquillar algunos de los principios y categorías fundamentales de la economía capitalista. Algunas plantean como una solución efectiva, por ejemplo: regular el mercado; normar el capital financiero; socializar la mercancía; compartir las ganancias; o cumplir con la “responsabilidad social” de las empresas.
Con estas medidas se pretende saldar las deudas sociales del capitalismo. No son malas per se , pero obviamente son soluciones cosméticas que van a contrapelo de las leyes inexorables que gobiernan el sistema, como de las contradicciones internas que lo caracterizan. Sin dudas, estas medidas se contradicen con los principios de la producción de plusvalía y la maximización de las ganancias, con los de la reproducción y la acumulación del capital, que son leyes fundamentales que le dan vida y rigen al capitalismo. Como también se enfrentan a las relaciones de producción y las formas de propiedad y distribución que las sustentan. Cuesta entonces pensar que el capitalismo esté dispuesto a mutilar algunos de sus miembros fundamentales, o que la burguesía llegue hasta sacrificar su propia existencia en beneficio de la sociedad. Por ello, aunque nos perezcan bien intencionadas, esas propuestas “humanitarias” a todas luces resultarán utópicas o insuficientes, y tarde o temprano serán nuevamente sustituidas por el capitalismo verdadero.
No obstante esto, los filósofos, sociólogos y economistas pro capitalistas siguen edulcorando cada vez más la infusión, han venido añadiendo refinamientos y correcciones a la fórmula, perfeccionando el discurso sobre el capitalismo “humanitario”, pero al fin y al cabo siempre resulta el mismo brebaje. Con relación a esto, Marx explica: “La escuela humanitaria perfeccionada recibe el nombre de escuela filantrópica. Niega la necesidad del antagonismo, quiere hacer burgueses a todos los hombres; quiere realizar la teoría, en tanto que ésta se distinga de la práctica y no contenga antagonismos. Claro está que en la teoría resulta fácil hacer abstracción de las contradicciones que se encuentran en cada instante en la realidad. Esta teoría sería entonces la realidad idealizada. Los filántropos desean, entonces, conservar las categorías que expresan las relaciones burguesas sin el antagonismo que las constituye y que les es inseparable. Creen que combaten seriamente la práctica burguesa, y resultan más burgueses que los otros”.
En resumen, las crisis periódicas y sistémicas del capitalismo demuestran tanto la utopía del pensamiento único neoliberal, como revelan las limitaciones y la insostenibilidad de las políticas y los gobiernos socioliberales. De tal manera que no podemos caer en el juego pendular del hayekismo-keynesianismo que nos ofrece la burguesía. Resulta evidente entonces que la crisis actual del neoliberalismo no puede solucionarse dentro del capitalismo; sólo con un socialismo verdadero, que adelante una transformación estructural más profunda basada en cambios en la propiedad de la tierra, los modelos comerciales y la propiedad de las industrias estratégicas, al mismo tiempo que modifique la cultura no solidaria, consumista y depredadora del capitalismo, es como se podrá lograr la máxima felicidad del ser humano en el planeta Tierra.
Referencias:

[1] Marx Karl. Miseria de la Filosofía , Gradifco, Buenos Aires, 2010, p. 119.
Anlapp1@hotmail.com


El último libro de Eric Hobsbawm se publicará en 2013

The Guardian

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Fractured Spring, la colección final de escritos del historiador marxista Eric Hobsbawm, quien falleció esta semana, se publicará en el mes de marzo del año próximo.
Entregado a su editor tres meses antes de su muerte, el último libro de Eric Hobsbawm, una colección de estudios “increíblemente variada”, se publicará en la próxima primavera.

Hobsbawm, marxista y uno de los historiadores más respetados del Siglo XX, murió el lunes a los 95 años. Nos dejó una riqueza en obras, selladas por los cuatro volúmenes de su serie Era de… una historia de los siglos XIX y XX que otro historiador, Niall Ferguson calificó de “el mejor punto de partida que conozco para cualquiera que quiera comenzar a estudiar historia moderna”.

Su editor, Little, Brown, dijo hoy que Hobsbawm entregó su último libro, Fractured Spring, hace tres meses y que se publicará en marzo. Descrito como una colección de estudios sobre “la historia de las artes ‘clásicas’ y la cultura en los siglos XIX y XX, escrito por uno de los historiadores políticos más destacados de Gran Bretaña, incluyendo temas tan diversos como religión, manifiestos y el mito del cowboy estadounidense”, Fractured Spring es una exploración de la cultura y la sociedad del Siglo XX.

El editor de Hobsbawm, Richard Beswick, lo ha calificado como un libro “increíblemente variado”. “Cubre los efectos de la revolución en ciencia y tecnología del Siglo XX y la manera en que la sociedad del consumo de masas generó una explosión en el potencial de las economías occidentales”, dijo. “Culturalmente explora los extraordinarios cambios en el Siglo XX, desde la decadencia de la mayor parte de las artes elitistas hasta el personaje del macho Alpha, el personaje del cowboy de EE.UU. de mediados de siglo”.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/books/2012/oct/03/eric-hobsbawm-final-book-2013
rCR

Entrevista a la autora Katiuska Blanco
La Habana es de espuma y candil, como los versos de los trovadores

Ocean Sur

En saludo al Día de la Cultura Cubana, este 20 de octubre, compartimos con nuestros lectores una entrevista a la periodista y escritora cubana Katiuska Blanco, autora del libro Ciudad soñada (Ocean Sur, 2012)

Para deshilar las costuras de Ciudad soñada, es preciso situarse donde las fábulas comienzan. Allí, en las calles de La Habana, inspiradoras y esencias de lo narrado, estuvo la autora del libro, Katiuska Blanco; en un trasiego que hoy se nos antoja inocente, sudoroso, febril, como deben ser los estados que arrastran al delirio.

Suponemos incluso su terco bregar con adoquines salientes y balcones apuntalados; y nos atrevemos a soñar, porque el título invita, que el desandar la condujo hacia cabezas de leones que gimen con los aldabonazos e indiscretas placas broncíneas sobre personalidades y hechos insólitos.

Un libro imaginado sobre una ciudad palpable; que incitó a que nos preguntáramos ―y a preguntarle a Katiuska Blanco―: ¿hasta dónde la realidad, y hasta dónde la ficción, en Ciudad soñada? ¿Hasta dónde lo verídico, lo cierto, y hasta dónde los mitos populares y el fantasear de la escritora?

―No podría decirlo, son fronteras de cristal no por la fragilidad, sino por la transparencia y la fluidez de un espacio a otro. Los mitos, la imaginación, el sueño son realidades inasibles pero al fin realidades. Es Ciudad soñada por esa razón. Las páginas perfilan habitantes pasados y caminantes de hoy, paredes, plazas, estancias, callejuelas, balcones, aposentos y columnas, todos tangibles aunque sea en estampa, pero con referentes impalpables como el tiempo, las sensaciones, los pensamientos, las visiones, las leyendas, los mitos y las fabulaciones que confluyen antes de que los párpados extenuados de la escritora declinen, la luz penetre en la pupila, se agote en los intersticios de la memoria y comience ―en plena oscuridad dormida― el mundo de la fantasía, cuando lo bello y lo extraño se entrelazan, lo usual y lo absurdo, la felicidad y el dolor; entonces el tiempo se confunde: es breve, pero tiene apariencia de largura.

«En el libro puede ser, por ejemplo, que una vida real se desenvuelva en una circunstancia imaginada o que un personaje soñado narre aconteceres ciertos. La Habana es de espuma y candil, como los versos de los trovadores: “espuma, cresta que cuando logra ser ya no es ninguna” y candil “candil de nieve”, algo cálido, fugaz, iluminador y quemante, inatrapable como el agua descongelada al fuego, es decir, pura poesía, eso es La Habana. Ciudad soñada es sendero para aproximarse no solo al cuerpo sino también al alma de nuestra ciudad».

¿Cómo surge la idea de realizar este libro; en qué momento de la vida profesional ―o, tal vez, más íntima― de su autora?

―Amo La Habana y desde hace muchos años leo historias sobre los acontecimientos que la estremecieron, sobre las vidas que discurrieron aquí o transcurren ahora mismo. El libro es una compilación de remembranzas, ensoñaciones. Recuerdo una vez: caminaba en pos de la plaza de La Catedral y mis ojos se detuvieron en una pequeña placa que hablaba de la presencia de la bailarina austriaca Fanny Elsller; quedé fascinada, busqué en diarios viejos, revisé apuntes biográficos y luego, tuve la idea de que ella era como velo de tul azul que flotaba persistente por encima de las fortalezas y casonas más viejas de la ciudad, se elevaba en días de ventisca y se posaba sobre los tejados en jornadas serenas de brisa marina leve. Se trataba, para mí, de un espíritu danzarino que nos arropaba.

¿Por qué las calles de La Habana como motivo?

―Las calles estructuran la urbe, nos conducen a sus espacios más abiertos y ruidosos pero también a los recónditos, íntimos y callados. Son las venas que conducen al corazón.

Fruto de una inspiración profunda, Ciudad soñada cristaliza también como resultado de un estudio histórico. ¿Podría describir el proceso investigativo que guió la construcción del libro?

―Puedo definirlo como mismo lo hago con todo mi trabajo: una mirada de asombro, una búsqueda incesante y una certeza de la maravilla en lo común cotidiano, en lo que parece intrascendente o trivial, en el detalle, en la historia.

¿Qué historiadores, o escritores, o historiadores-escritores, inspiraron su empeño? 

―¡Son tantos! En lugares cimeros Alejandro de Humboldt, don Fernando Ortiz, Emilio Roig de Leuchsenring y Eusebio Leal, también Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez.

¿Alguna obra antecedente que desee enfatizar? 

La Habana, Apuntes históricos, de Emilio Roig de Leuchsenring, es referencia principal, pero también la obra de Ángel Augier, Poesía de la Ciudad de La Habana. En general, todas las novelas que he leído, entre las que recuerdo entrañablemente a El QuijoteRobinson CrusoeEl hombre de AlaskaEl Castillo de los Cárpatos, el CándidoLos miserablesCrimen y castigoCien años de soledadLa Consagración de la primaveraManhattan transferGran sertón veredasLa conjura de los necios... en cada una de esas obras existe una ciudad próxima o lejana y una manera de contemplar el mundo..., bueno, es imposible mencionar todas las que vienen a la mente, y ni hablar de los libros de poesía que se agolpan en el recuerdo, en este preciso instante.

Ante este minucioso y sutil homenaje a La Habana, a sus calles y leyendas urbanas, es casi imposible no preguntarse: ¿es Katiuska Blanco habanera? ¿Cuál es su relación con la ciudad soñada?


―Sí, soy habanera. Nací en el reparto La Víbora, allí crecí y estudié hasta los tiempos universitarios cuando me mudé para las proximidades de La Colina, como denominamos al conjunto de la escalinata y los imponentes edificios de la Universidad de La Habana; luego viví por un breve tiempo al oeste de la ciudad, junto al mar, en el reparto Náutico, de donde me trasladé al céntrico Vedado. Así, por cada uno de esos lugares de la ciudad, tengo grabadas en la memoria, lo mismo las altas columnas de los portales de la Calzada de Jesús del Monte, la ruidosa cotidianidad del centro urbano y el rumor de las olas del litoral, el encanto de las arboladas calles y las edificaciones de uno de sus ámbitos más concurridos.

«Soy fiel a La Habana. Recorro sus calles como si anduviera por el paraíso, siento que es auténtica y hermosa, singular siempre, en la vejez o lo nuevo, el recuerdo o el olvido, lo hosco o lo grato; en el clamor y el silencio, el temporal o la calma».


Sobre algunos comentarios de Walter Martínez en “Dossier” (VTV/Telesur)



Veo a diario el programa “DOSSIER” de Venezolana de Televisión (VTV) y Telesur, un programa de información, comentarios y análisis conducido por el veterano periodista Walter Martínez. Me parece muy bueno, con un punto de vista interesante y diferente, y muy útil para formarse una idea más amplia sobre los acontecimientos "en pleno desarrollo" que se producen en la “única nave” en la que navegamos todos, que es el planeta tierra. Especialmente en estos tiempos en que en esta parte del hemisferio existe un déficit clamoroso de medios alternativos, y estamos en manos de las transnacionales de la manipulación y el control mediático. Sin embargo, como con todo, no tengo por qué compartir todas las opiniones, ni estar de acuerdo en absolutamente todo. Me parece, por ejemplo, que no son acertados algunos comentarios que hace de forma casi recurrente el gran Walter Martínez como el de "ustedes votaron a este gobierno (ahora, disfrutadlo)", o “¿no queríais neoliberalismo? ¡tomad neoliberalismo!”, u otras similares, que en varias ocasiones ha empleado durante la exposición de los acontecimientos que se están produciendo en España, ante la brutal ofensiva del gobierno ultraderechista de Rajoy contra la inmensa mayoría de la sociedad, y particularmente contra la clase obrera, empleados y desempleados.
Con toda seguridad, el Sr. Martínez sabe que ese en lucha, ese pueblo que se manifiesta en las calles no votó al gobierno ultraconservador y ultraliberal del Partido Popular. Nosotros, el pueblo, sufrimos y combatimos esa política, no la hemos apoyado, ni la defendemos.
Y conocerá también Walter Martínez que el Partido Popular llegó al poder con mayoría absoluta, y que ejerce con total arrogancia esta forma moderna de absolutismo político, económico y mediático, pero que obtuvo más del 50% de los diputados con tan sólo el 33% del censo electoral, gracias a una ley electoral que perpetúa el bipartidismo liberal, promulgada por un partido falsamente socialista y falsamente obrero, el PSOE, y que es parte responsable de la actual crisis capitalista que está terminando con los pocos beneficios sociales y humanos que tiene este sistema.
No tengo dudas de que el Sr. Walter Martínez, sabe bien que no son correctos estos comentarios. Ahora bien, ¿por qué lo hace, y de forma recurrente? Puedo entender que Walter Martínez habla más para el público latinoamericano, y particularmente el venezolano, que se encuentra actualmente en período electoral, y que trata de ilustrar sobre las consecuencias que tendría un gobierno liberal en su país, lo cual me parece totalmente legítimo, excelente y hasta plausible. Pero no me parece justo que lo haga de esta forma, metiendo en el mismo saco a todo el mundo, como si todo el pueblo del estado español fuera responsable del gobierno. Es tan injusto como las afirmaciones de gobernantes y gurús neoliberales españoles según las cuales la sociedad es culpable de la crisis por haber "vivido por encima de sus posibilidades".
A mi juicio, esto crea una cierta confusión entre muchos de los que ven el programa, hasta el punto que ya me he encontrado en diferentes redes sociales y foros o blogs con muchos casos de ciudadanos, que ante las imágenes de la represión brutal de los antidisturbios contra la población que se manifiesta, comentan cosas como esta:  Ellos votaron por Rajoy. Ahí tienen a Rajoy. Quizás son tan tontos que hasta lo reeligen. Igual en Grecia. A nadie debe dolerles lo que les pase. Ellos mismos eligieron a sus verdugos" . Es decir, nadie debe sentir nada frente al sufrimiento de otro pueblo... Pero entonces, por ejemplo ¿qué pasaría con el pueblo colombiano, sometido a la dictadura permanente de un estado terrorista? ¿Y el mexicano, en permanente estado de violencia entre las fuerzas de seguridad del estado y las mafias y carteles de la droga, así como a una corrupción totalmente institucionalizada y una creciente pobreza? Porque el pueblo mexicano “votó” a un partido del mismo sistema, nada menos que al PRI, y aunque ahora se pone en cuestión la legalidad de ese proceso electoral, el propio Hugo Chávez, Daniel Ortega y otros dirigentes del ALBA se apresuraron a dar por buenas las elecciones y felicitar a Peña Nieto, al poco tiempo de cerrarse los primeros conteos. ¿Y qué pasa con los estudiantes chilenos? ¿Debemos darles la espalda porque en las elecciones burguesas haya salido elegido el ultra fascista Piñera? ¿Y la población indígena de Panamá, abandonada y marginada, reprimida por el gobierno conservador de la patronal empresarial Ricardo Martinelli? ¿Y en Honduras, que después de un golpe de estado militar abrió elecciones y ganó la opción más próxima al golpista Micheletti? ¿Debemos renunciar a la solidaridad internacional y de clase en todos estos y otros muchos casos, porque supuestamente cada pueblo “tiene el gobierno que se merece”?
Esta actitud, que se empieza a extender resulta preocupante, nada tiene que ver con aquel pensamiento del Che, expresado en respuesta a una carta que le enviaron desde Marruecos, sobre el posible parentesco de Ernesto Guevara: "…de verdad que no sé bien de que parte de España es mi familia (.) No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante”.
Estos comentarios del veterano y genial periodista Walter Martínez en su programa, además de la recurrente mención a la lamentable frase “por qué no te callas” del rey español a Hugo Chávez, o a la insistente expresión “sudacas” haciendo referencia al trato que algunos españoles dan a ciudadanos latinoamericanos, me decepcionan un poco, lo confieso, ya que siempre he tenido prácticamente en un altar político a este periodista. Seguro que no necesito explicar a nadie que la población bienpensante del estado español, jamás se han identificado en absoluto con el rey Borbón, que lo ha combatido y lo combate; y que la inmensa mayoría de la población del estado español combate también con fuerza los casos de xenofobia y racismo, que por otra parte también se producen en todos los países de Latinoamérica, por desgracia.
Como no es la primera vez que expongo esta queja o comentario, no espero que el Sr. Martínez corrija esta cuestión. Al fin y al cabo, está en su derecho. Por mi parte, yo no dejaré de ver el programa, a pesar de la molestia que me producen esos comentarios.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mensaje de Yasser Arafat a Fidel Castro Ruz antes de morir (2001)





Excelentísimo Señor Presidente, Líder mundial y amigo Fidel Castro Ruz:

Un saludo de amistad y solidaridad.

Con profunda emoción pudimos observar ayer por las agencias noticiosas internacionales la imagen de Vuestra Excelencia con la hatta palestina sobre sus hombros, al frente de una manifestación popular de solidaridad con la lucha de nuestro heroico pueblo.

Yo considero, Excelentísimo Presidente Fidel Castro, esta demostración de firmeza e inquebrantable amistad que ha tenido lugar en La Habana, como un mensaje fuerte y efectivo por parte de un líder mundial querido que goza de gran prestigio internacional entre todos los pueblos y países del mundo, con el objetivo de movilizarlos rápidamente para poner fin al sufrimiento del pueblo palestino como consecuencia de la ocupación israelí de su patria, y del recrudecimiento de las acciones y el bloqueo militar, económico y financiero contra nuestras ciudades, aldeas, pueblos, granjas y pozos de agua y el cierre de los pasos fronterizos internacionales por tierra, aire y agua.

Excelentísimo Señor Presidente:

Desde lo más profundo de mi corazón y el de cada palestino, le agradezco esta valiente posición para contrarrestar la agresión israelí a nuestro pueblo, su patria y lugares sagrados cristianos e islámicos, y que cada palestino conserva hoy en su corazón y en su conciencia esta gloriosa imagen de Vuestra Excelencia con la hatta palestina en sus hombros, lo cual es evidencia irrebatible de la justeza de nuestra causa, y de la magnitud de la injusticia cometida por parte de los agresores israelíes contra nuestro pueblo. Tenga plena confianza, Excelentísimo Presidente Castro, tan querido por nuestro pueblo y por todos los pueblos, que el nuestro, resistente como las montañas palestinas, toma de su posición y ejemplo que nos enorgullece, más ánimo y decisión para continuar la lucha, la resistencia y la Intifada para sacar a los ocupantes israelíes de nuestro país, Palestina.

Le saludo profundamente

Y saludo a la Revolución Cubana bajo su fuerte y bendita Dirección

Y saludo al amigo y heroico pueblo de Cuba

Viva la solidaridad Palestino-Cubana

Con mis mejores deseos a Vuestra Excelencia.

Yasser Arafat

Presidente del Estado de Palestina Presidente del Comité Ejecutivo de la
Organización para la Liberación de Palestina Presidente de la Autoridad Nacional Palestina

Ramallah, 16 de junio del 2001

viernes, 19 de octubre de 2012

¿Crisis? ¿Qué crisis?



Por Esther Vivas
¿Crisis? ¿Qué crisis? O al menos eso debe preguntarse el Sr. Amancio Ortega, propietario de Inditex y de la firma Zara, que en los últimos tres años ha visto casi triplicar su patrimonio hasta convertirse en la 3a gran fortuna a nivel mundial. O bien la Sra. Alicia Koplowitz cuya SICAV Morinvest, la mayor del Estado español, ha aumentado su patrimonio en un 16%, del 2010 al 2011. O los directivos de Seat que se subieron el sueldo, el año pasado, un 60%.
Los ricos no están en crisis y no es previsible que lo estén. Así, al menos, lo asegura el Informe Riqueza Global 2012, que acaba de publicar Credit Suisse. En el Estado español, el número de millonarios crecerá en los próximos cinco años un 110%, doblando la cifra actual, y alcanzando las más de 600 mil fortunas. Unos pocos viven de rentas, mientras la mayoría de mortales estamos preocupados en cómo llegar a final de mes, pagar el alquiler o la hipoteca, encontrar empleo, costear los estudios.... Los de arriba nos pasan la factura de la crisis mientras siguen con sus negocios. ¿Cómo es posible?
Uno de los "truquillos" utilizados por quienes más tienen son las SICAV, Sociedades de Inversión de Capital Variable, donde dichos millonarios colocan su capital y sólo tributan un 1%, frente al 30% y al 25% de las grandes empresas y las pymes respectivamente. Un negocio redondo. De este modo, en los últimos dos años, el patrimonio de las cinco mayores SICAV ha crecido un 11%. Pero no se le ocurra a usted, "avaricioso" lector, una inversión de este tipo, para hacerlo necesita un patrimonio inicial de 2,4 millones de euros. Ni por asomo, a su alcance. Quienes más tienen, menos pagan, más ganan.
Puerto Banús (Marbella), la ciudad con más tiendas de lujo por metro cuadrado del mundo, y repleta de turistas ingleses y rusos ansiosos por comprar, tampoco está en crisis. El sector del lujo en el Estado español vio aumentar, en 2011, sus beneficios en un 25%. En el paseo de Gracia en Barcelona o en la calle Serrano en Madrid, Yves Saint Laurent, Prada, Dolce, Valentino, Louis Vuitton... se disputan el mejor espacio. El glamour no sabe de recesiones.
¿La crisis le provoca dificultades y angustias? Será porque se equivocó de oficio. Algunos se lo pasan en grande. Vea sino lo que decía un tal Alessio Rastani, agente de bolsa independiente en la City londinense, en septiembre del año pasado, en una entrevista a la BBC: "Soy un operador financiero, a mí no me preocupa la crisis. Si veo una oportunidad de ganar dinero, voy a por ella. A la mayoría de los especuladores no nos preocupa cómo arreglar esta situación. Nuestro trabajo es ganar dinero con esto (...). Tengo que confesar que me voy a la cama cada noche soñando con una nueva recesión. ¿Por qué? Hay mucha gente que no lo recuerda pero la depresión de los años 30 no fue solamente el crash de los mercados. Había gente preparada para ganar dinero con ese derrumbe". Más claro imposible.
Mientras, la mayor parte de la población somos cada día más pobres. Salarios bajo mínimos (y aún gracias), paro en números rojos, y precios en aumento. El poder adquisitivo ha caído en picado, situándose en cifras de 1985. Con estos datos, no es de extrañar que hoy uno de cada cinco hogares se encuentre en "situación de riesgo".
La desigualdad social hace estragos. "Ricos más ricos y pobres más pobres" ha dejado de ser una consigna para convertirse en una cruda realidad. El Estado español encabeza el ranking de la desigualdad en la Unión Europea, con el mayor diferencial entre las rentas altas y las rentas bajas. Nos han recortado, desahuciado, estafado, despedido y, en definitiva, robado. Y aún tenemos que leer titulares que dicen "Los millonarios españoles engrosan sus fortunas durante la crisis". Por favor, esto no es una crisis es una estafa.
Acciones

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...