. Juan Bosch - Entrevista con Bonaparte Gautreaux Piñeyro
. Entrevista a Juan Bosch/Revista Letra Grande
. Entrevista al Presidente Juan Bosch realizada por la Revista ¡Ahora! mientras ejercía la presidencia de la República en 1963
Conversación Inédita con Juan Bosch/Víctor Grimaldi
Santo Domingo, 21 y 22 de noviembre de 1977.
VG: ¿Qué se planteaba Ud. como objetivo central al regresar al país en abril de 1970?
Santo Domingo, 21 y 22 de noviembre de 1977.
VG: ¿Qué se planteaba Ud. como objetivo central al regresar al país en abril de 1970?
JB: Dos cosas, una inmediata y otra mediata. La primera se debió a una información que me llegó desde Madrid procedente de fuentes muy seguras según la cual en la República Dominicana se les iba a dar muerte a 175 dirigentes políticos de los partidos de izquierda y el PRD. Recibí la noticia al comenzar el mes de abril, en el momento en que doña Carmen estaba aquí por razones familiares y yo no podía dejar a Bárbara, que entonces era muy joven, viviendo en un hotel en París. Entre la dirección del PRD y yo había un compromiso de que yo vendría después de las elecciones porque de esa manera se evitaba que se despertaran falsas ilusiones de que yo iba a ser candidato presidencial.
VG: Nunca se había dicho la razón de que su llegada se pospusiera.
JB: Porque yo no se la expliqué a la dirección del PRD; lo que le dije fue que no podía venir antes del 16 de mayo porque tenía trabajo que hacer, y efectivamente estaba escribiendo en ese mes de abril la Breve Historia de la Oligarquía que consideraba importante y necesario para otros planes que tenía en la mente y de los cuales tal vez hable luego. Pero cuando supe la noticia que me enviaron desde Madrid me decidí a venir y llamé aquí para que me enviaran el pasaje. De manera coincidencial Peña Gómez estaba aquí en una situación difícil porque consideraba que sus gestiones al frente del PRD habían terminado en fracaso, y así me lo decía en carta que me envió con un amigo que llegó a París muy pocos días antes de que llegara doña Carmen. Recuerdo que Peña decía en esa carta que la situación política no era para un discípulo sino para un maestro y que yo tenía que venir a hacerme cargo de la dirección del PRD. Así, mi solicitud resultó coincidente con el interés de Peña Gómez y se me envió el pasaje a París y además fue doña Carmen, lo cual era muy importante para mí porque si ella no iba yo no podía venir. Por cierto que doña Carmen llegó enferma y a pesar de eso como ya mi pasaje tenía día señalado o fecha fijada yo salí para acá sin esperar que ella mejorara. La idea de que había el plan de matar a 175 dirigentes políticos de la izquierda y del PRD me tenía muy preocupado. Me daba cuenta de que los muertos iban a ser principalmente líderes del MPD, del PCD y del PRD y pensaba, creo que con razón, que si eso sucedía aquí iba a quedar aniquilado el movimiento revolucionario.
VG: ¿Le explicó la fuente que le suministró la información qué cosa se perseguía con la muerte de esos dirigentes políticos?
JB: No. Sólo se me dijo que después de las elecciones, que iba a ganar el Dr. Balaguer de todas maneras, iban a matar ese número de dirigentes.
VG: ¿Cree usted que iban a matarlos porque esperaban alguna reacción de esos dirigentes a la reelección de Balaguer?
JB: No me explicaron nada. Sólo me enviaron la noticia, y como la noticia era de fuente confiable, no la puse en duda, y meses después empezó a cumplirse el plan puesto que fueron muertos Otto Morales, Amín Abel, Amaury Germán y tantos otros.
VG: Y el Moreno, aunque había salido del país.
JB: Sí, había salido antes de que yo llegara. Los muertos fueron muchos, unos conocidos y otros no. Algunos eran miembros de otros partidos. Narciso Isa Conde salvó la vida porque yo obligué prácticamente al PCD a sacarlo del país.
VG: ¿No se daba cuenta el PCD del peligro que corría?
JB: Creo que no se daba cuenta, pero cuando vieron que iban cayendo uno a uno todos aquellos que yo había mencionado como amenazados de muerte, se dieron cuenta de que la cosa iba en serio y lo sacaron del país. Como ves, mi vuelta al país era necesaria para salvar vidas porque si se producía la muerte de 175 jóvenes dirigentes, como se me había informado, el movimiento revolucionario dominicano desaparecería. Con 25 que mataran quedarían los grupos revolucionarios sin dirección, y para evitar que eso sucediera yo tenía que venir sin pérdida de tiempo a detener la ola terrorista que se había adueñado del país.
VG: Cuando usted habla de la ola terrorista, ¿se refiere también a las actividades de algunos grupos de izquierda que llevaron el terror al campo político?
JB: Sí, y por eso mismo al venir al país traía un plan que consistía básicamente en hacerle frente primero al terror de las izquierdas. ¿Por qué? Porque si llegaba a enfrentarme primero que nada con el terror de las derechas las izquierdas iban a pensar que yo apoyaba a los grupos izquierdistas que ejercían el terror, y eso podía intensificar el terror, hacer más fuerte la ola terrorista, y si ellos hacían eso las derechas iban a responder haciendo más intenso y más extenso el terror oficial.
VG: ¿Por qué? ¿Porque las derechas iban a pensar también que Ud. había venido a apoyarlas?
JB: No; las derechas no podían pensar eso y no tenían necesidad de hacerlo porque, naturalmente, si les mataban más policías o más guardias, ellas iban a responder matando más jóvenes de la izquierda. Por eso se explica que al hacerle frente a la ola de terror fuera acusado y calumniado al mismo tiempo por las izquierdas y por las derechas, y como aquí no hay todavía suficiente madurez política para analizar situaciones concretas y llegar a las conclusiones correctas, era muy difícil que las izquierdas y las derechas llegaran a tener un criterio político definido y claro en relación con lo que venía a hacer. Recuerdo que el día que llegué aquí, o tal vez al siguiente, Wessin y Wessin hizo en televisión unas declaraciones violentas contra mí, pero también las hacía El Caribe, y eso sucedía porque ni Wessin-Wessin ni El Caribe se daban cuenta de la situación en que estaba viviendo el pueblo dominicano y de la tragedia que amenazaba caerle encima. Aquí faltaba, y falta todavía, la experiencia política, pero yo sabía lo que era el terror y las consecuencias que dejaba y había visto a muchos revolucionarios pasarse al campo del gangsterismo y sabía que eso iba a suceder aquí.
VG: ¿Ud. conocía la experiencia de Guatemala?
JB: No la de Guatemala, que estaba pasando por esa situación en esos mismos días, por cierto a costa de muchos sufrimientos y miles de muertos, pero conocía la de Cuba, que había sido anterior a la de Guatemala.
VG: Guatemala vivió un proceso parecido como consecuencia de la intervención norteamericana de 1954.
JB: Pero la verdadera crisis de Guatemala comenzó más tarde, con la actividad de las guerrillas campesinas y urbanas.
VG: Lo cierto es que en Guatemala no se detuvo el terrorismo y tras él vino la matazón de un lado y del otro y la situación política no ha evolucionado hacia condiciones favorables para el pueblo.
JB: No ha evolucionado porque cuando el terrorismo es ejecutado de parte y parte no hay posibilidad de hallarle solución a la crisis política que le dio origen al terrorismo. Aquí, por ejemplo, no podía haber salida para esa crisis porque la crisis fue inducida con el propósito de conseguir que, asustada por el terror, la derecha dominicana se reuniera alrededor de Balaguer. Así, además de que la derecha se fortalecía a sí misma a la sombra del poder público, fortalecía a Balaguer porque éste era la garantía de que la gente de la derecha no iba a ser asesinada, de que no iban a expropiarlas. Al mismo tiempo que Balaguer resultaba fortalecido por la derecha, que le proporcionaba un amplio terreno de apoyo político, la derecha iba haciéndose económicamente más fuerte porque el gobierno pagaba aquel apoyo con concesiones de tipo económico. Nunca llegó a darse cuenta de eso la izquierda dominicana que escogió el terror como arma política.
VG: Una indicación de lo que dice Ud. es que el día 26 de marzo de 1970, cuando Balaguer anunció que aceptaba ir de candidato de su partido a la reelección, estaba secuestrado el coronel Crowley. Balaguer apareció por televisión rodeado de militares y parecía que todos ellos sentían que la única solución para el extremismo de la izquierda era la reelección del Dr. Balaguer.
JB: Sí. Yo estaba en París y desde allá podía ver cosas que no se veían desde aquí. Balaguer aprovechó muy bien el secuestro de Crowley para justificar la necesidad de su primera reelección. Pero quiero decir en este momento algo que ya había dicho públicamente, y es que esa situación de terrorismo que se creó en la República Dominicana aprovechando el estado de ánimo que quedó una parte de la juventud como resultado del aplastamiento de la Revolución de Abril no fue obra del espontaneísmo sino de la CIA. La CIA tenía desde los tiempos de la intervención militar norteamericana el plan de que Balaguer durara en el poder por lo menos ocho años, y yo recuerdo que en el año 1966 las tropas yanquis pasaban por la puerta de mi casa gritando "Balaguer ocho años, Balaguer ocho años". Para fortalecer a Balaguer, la CIA estimuló el terrorismo en este país, y ciertos sectores de la izquierda se dejaron guiar en eso de la CIA, así como se habían dejado conducir políticamente de la Embajada norteamericana, también engañados, en el 1961 y el 1962, según expliqué en mi libro "Crisis de la Democracia de América".
VG: ¿Y cómo cree Ud. que influyó la CIA sobre los grupos de izquierda para que éstos organizaran equipos terroristas?
JB: Las organizaciones como la CIA tienen agentes en los partidos políticos de los países donde ellas operan, así como los tienen en asociaciones económicas, científicas, populares, artísticas; es decir, donde quiera que puedan recoger información y ejercer influencia. En el caso de los partidos políticos, los agentes de la CIA o de cualquiera otra organización similar a la CIA están siempre en los niveles de mando o de dirección y pueden también influir en que se adopte tal o cual política; desde esos niveles de mando o dirección pueden saber y decir qué cosa está haciéndose, pensándose o planeándose. No es en los niveles bajos de un partido político o de las organizaciones en que funcionan esos agentes donde pueden enterarse de cosas que le interesan a la CIA ni desde donde pueden ejercer influencia. En el caso del terror en nuestro país, los agentes colocados en los niveles más altos de los grupos políticos podían convencer a los líderes de que el terror era la línea política adecuada para resolver la situación dominicana.
VG: Y naturalmente, aparecían como los más revolucionarios y chantajeaban a todo el mundo, sobre todo por esa situación que se creó después de la revolución según ha dicho Ud.
JB: Exacto. Aquí se llegó a tales extremos que cuando vine de Europa encontré que el PRD estaba envuelto y comprometido en la línea del terrorismo y se hallaba dirigido por sectores terroristas de otros partidos o grupos, pero también tenía dentro de sus filas terroristas. Lo primero que tuve que hacer, antes de enfrentar el terror de la izquierda, fue limpiar el PRD de los terroristas perredeístas, a muchos de los cuales tuve que sacar no sólo de sus filas sino además del país.
VG: Quiere decir que ese era su objetivo inmediato cuando volvió al país en abril de 1970.
JB: Sí, ése era el objetivo inmediato.
VG: Yo, y conmigo varias personas que nos preocupábamos por la situación, pensé que Ud. traía otro objetivo, que era el de sacar al PRD del atolladero en que se había metido en sus negociaciones con los partidos de oposición.
JB: No. Esa gestión estaba ya fracasada y no había nada que hacer en relación con ella.
VG: ¿Creía Ud. que ese fracaso fue de la dirección del partido que actuaba en el país?
JB: Sí, pero fue un fracaso de poca importancia porque no fue el fracaso de un plan político del cual dependiera la vida o la muerte del PRD. Además, Peña Gómez reconoció el fracaso de esa política en una carta que me envió a París y que está en mis archivos. En realidad, lo dañino para el PRD no era que las negociaciones con los partidos de la oposición fracasaran; lo dañino era su alianza secreta, y especialmente sin mi conocimiento, con sectores terroristas, porque lo que podía llevar al gobierno a desatar una persecución a muerte del perredeísmo era esa alianza con los grupos terroristas. Y tal vez sea oportuno decir aquí que la persecución empezó con la muerte de varios perredeístas que fueron dedicados a trabajar con esos grupos, pero que amenazó extenderse a los niveles más altos de la dirección del PRD, y no sólo de parte del gobierno sino de parte de los sectores terroristas a que he hecho alusión. Por ejemplo, yo recibí numerosas veces amenazas de muerte del Servicio Secreto de la Policía y en una ocasión se hicieron circular muchos millares de una hoja impresa que partía del Servicio Secreto en la cual se ofrecían 5 mil pesos por mi cabeza, pero también recibía muy a menudo amenazas de muerte que partían de los grupos terroristas.
VG: ¿Eran amenazas telefónicas?
JB: Telefónicas y escritas, y en algunas ocasiones eran informaciones que me traían afiliados a organizaciones políticas que habían recibido órdenes de matarme o de participar en un plan para matarme. Naturalmente, antes de salir de París yo había previsto que eso iba a suceder, de manera que sabía de antemano qué precauciones debía tomar. Cuando decidí volver a Santo Domingo hablé con doña Carmen y con Barbarita y les dije más o menos esto: "Voy para Santo Domingo y no puedo dejar de hacerlo porque la situación dominicana está complicándose. Ustedes saben o deben imaginarse que al ir pasaré a correr peligro, el peligro de que me maten, y si no lo sabían ahora se lo digo, y quiero que ustedes sean conscientes de eso y sepan también que si eso sucede no será una sorpresa para mí y no debe serlo para ustedes. Las dos respondieron de manera muy hermosa, diciendo que ellas sabían que yo corría peligro pero que si me tocaba lo peor ellas confiaban en que yo caería con dignidad. Al llegar aquí me di cuenta de que la situación se complicaba día por día; que las amenazas contra mí eran muchas, pero que peor era lo que pasaba en las calles, porque la lucha había degenerado en matanzas diarias que se daban no ya sólo entre jóvenes de izquierda y agentes policiales, sino también entre sectores de la izquierda.
VG: Sí, también hubo matanzas entre las mismas izquierdas.
JB: Así fue, y ese agravamiento de la situación me llevó a adelantar un plan que traía de Europa en el cual había estado pensando desde el año 1969. Hay que aclarar, y éste es el momento de hacerlo, que ya en 1969 yo me consideraba marxista aunque me faltaba, y todavía me falta, mucho que aprender de Marx y de sus seguidores, y al darme cuenta de que era marxista me daba cuenta también de que no tenía nada que hacer en el PRD, pero también comprendía que en el PRD había cantidad de gente de todas las edades y de varias clases y capas sociales a los que valía la pena rescatar, digamos, salvar para la revolución que algún día se haría en la República Dominicana.
VG: Por cierto, algunas veces hemos oído decir que usted estaba convencido, tal vez en el 1963 o en el 1964, de que era necesario convertir al PRD en una verdadera organización política que sirviera para defender los intereses del pueblo.
JB: Quizá usar la palabra convencido no sea lo más correcto, pero lo que sí es cierto es que cuando supe, a principios de 1963, que los locales del PRD se habían cerrado el día siguiente de las elecciones de 1962 y no habían vuelto a abrirse, salvo el de la Casa Nacional, que estaba entonces frente al Parque Colón, caí en la cuenta de que el PRD no era ni llegaría fácilmente a ser lo que yo pensaba que debía ser un partido político dominicano, y ese pensamiento fue tomando cuerpo en mí hasta que culminó en 1968 con mi renuncia al PRD, que envié en una carta desde Benidorm.
VG: Recuerdo eso porque la carta suya se publicó en El Nacional, y me parece que su renuncia condujo al llamado Pacto de Benidorm. Pero antes de hablar de ese plan con que dijo usted que venía, ¿qué lo llevó a convencerse de que el PRD no era el partido que usted quería dirigir?
JB: Lo primero fue la falta de capacidad de la dirección del partido para hacer las cosas que debía hacer el PRD; lo segundo era la atmósfera de mentiras en que vivía la mayor parte de los líderes del PRD. Vivían una vida falsa, una vida doble que en fin de cuentas no eran ni lo que decían ser ni lo que querían ser. Por ejemplo, aparentemente eran políticos y en la realidad no lo eran porque lo que ellos habían hecho al dedicarse a la actividad política era escoger un camino que debía conducirlos a ser conocidos del país o de su provincia o de su municipio, y eso era lo que en verdad querían, ser personajes nacionales o provinciales o municipales, no ser líderes políticos. ¿Y qué diferencia hay entre una cosa y la otra? Pues una diferencia muy importante: que lo primero les facilitaba obtener lo que ellos se proponían, esto es, privilegios de tipo personal, y lo segundo, ser líderes políticos, les exigía sacrificios, luchas en defensa del pueblo, y esto último no era lo que ellos buscaban en la vida; lo que buscaban era lo otro. Para hacer sacrificios y mantener una lucha en favor del pueblo, no en beneficio propio, se necesita vocación, que ellos no tenían, y capacidad, que tampoco tenían.
VG: ¿Y cuándo se dio usted cuenta de eso?
JB: Empecé a darme cuenta a principios de 1963, y para el 1968 lo sabía ya. Y el hecho de saberlo para 1968, junto con otras razones, me llevó a estudiar a Marx y Engels, cosa que hice tan pronto llegué a París, y ya para 1969 me consideraba un marxista, aunque todavía muy verde. Pero así verde tuve la idea de organizar los círculos de estudios para desarrollar políticamente a los jóvenes el PRD. Todavía en esa época no sabía que Lenin había fundado círculos de estudios en Rusia, y curiosamente, hasta el nombre de los que yo estaba planeando era el mismo que les había puesto Lenin a los suyos; pero yo no estudié a Lenin en Francia. Estado en España recibí su obra acerca del imperialismo, pero no tuve tiempo de leerla porque entonces estaba escribiendo la historia del Caribe y le dedicaba a esa tarea todas las horas del día, empezando a las 5 de la mañana y terminando a las 8 de la noche. Más tarde me di cuenta de que si le puse a esos organismos el mismo nombre que le había dado Lenin era porque en ambos casos se perseguían propósitos iguales, los de darles capacidad política a los que debían ser en un futuro miembros del Partido, en el caso de Lenin, del Social Demócrata Obrero Ruso y en el mío, del PRD; pero con una diferencia, la de que los círculos de estudios que yo planeaba eran organismos y los que formó Lenin eran grupos de estudio que no estaban integrados en un partido porque para entonces todavía no existía el Partido Bolchevique. La verdad es que los círculos que yo planeaba en París eran indispensables para que los jóvenes del PRD aprendieran lo que debían aprender si querían dedicarse a la política y si aspiraban a llegar a posiciones de dirección en el PRD. En el mes de agosto de 1970, estando aquí, escribí el folleto número uno de la colección Estudios Sociales, que iba a ser el material de estudio de los círculos. Así pues, la formación de los círculos empezó ese año bajo la dirección inmediata del compañero Rafael Alburquerque.
VG: Quiere decir que él fue el coordinador de los primeros círculos.
JB: No el coordinador, porque todavía no teníamos elementos humanos que pudieran servir de coordinadores. Los coordinadores tendrían que salir de los círculos. El compañero Alburquerque fue el organizador de los primeros círculos. Pero antes se había formado un círculo de alto nivel en el cual tomaron parte el compañero Antonio Abreu, actual secretario general del PLD, y los compañeros Bidó Medina, Rafael Alburquerque, Diomedes Mercedes, Milagros Ortiz de Basanta, Franklin Almeyda y otros cuyos nombres no recuerdo en este momento. Ese círculo de alto nivel estuvo reuniéndose varios meses y de él salió lo que iba a ser la Comisión Permanente del PRD.
VG: Me parece entender que ese plan que usted elaboró en París se dirigía a la formación de cuadros para colocarlos en los mandos del PRD. Si eso era así, ¿qué le impidió que ese plan se llevara a cabo? Hablando conmigo hace algún tiempo usted se refirió a que el sector de derechas del PRD impidió la propagación de los círculos por todo el país. ¿Fue eso lo que obstaculizó su plan?
JB: Efectivamente, fue eso; y como sabía que la organización de los círculos iba a ser frenada por esos sectores, los círculos no figuraron en los estatutos del PRD cuando éstos fueron reformados.
VG: ¿En qué año fue esa reforma?
JB: Me parece que fue en el 1971, pero puede haber sido entre el 1971 y el 1972. De todos modos, el caso es que los círculos no figuraron nunca entre los organismos que establecían los estatutos. Para la fecha en que éstos se reformaron ya la lucha de clases dentro del PRD era muy fuerte, y hay una serie de discursos míos dichos ante el Comité Ejecutivo Nacional y publicados en la revista Política en los que hablo de esa lucha de clases, que se manifestaba sobre todo como la lucha de clases, que se manifestaba sobre todo como la lucha de lo viejo contra lo nuevo. Ahora bien, la ruptura de los partidarios de lo nuevo no se hizo presente en esos años porque los partidarios de lo viejo no tenían todavía un líder. Ese líder acabó siendo Peña Gómez, que volvió al país en el año 1972 y vino con un plan muy bien elaborado con su participación, aunque él no era el autor.
VG: ¿Quiénes cree usted que elaboraron ese plan?
JB: Lo dice muy claramente la inclinación que tiene ahora el PRD: lo hicieron los llamados liberales de Washington, entre los cuales estaban funcionarios del Departamento de Estado y de otros departamentos del gobierno norteamericano así como algunos legisladores.
VG: ¿Cree usted que Peña Gómez tenía condiciones para convertirse en el líder de las derechas del PRD?
JB: Sí, pero hasta cierto punto. Por ejemplo, Peña Gómez había sido desde hacía por lo menos seis años secretario general del partido y desde esa posición había establecido nexos muy estrechos con todos los perredeístas que tenían posiciones de dirección a cualquier nivel; además, el PRD no es un partido de militantes y por esa razón sus miembros no tienen determinada posición política sino que son perredeístas de manera emocional. En cuanto a la gran masa de ese partido, se le dirige por radio, y Peña Gómez tiene buena voz para un micrófono, no importa lo que diga o que no diga nada que valga la pena; lo importante es que la voz salga por la radio con tonos que alteren la emocionalidad del oyente. Por otra parte, Peña era fácil de manejar por esa gente de Washington debido a su doble personalidad, que es la de una persona que desea ser reconocida como revolucionaria por la gente del pueblo y por los sectores de izquierda pero que necesita al mismo tiempo ser halagada por la gente de poder, sea ese poder económico o sea político. Peña vive constantemente esas dos vidas opuestas, como lo demuestra el hecho de que en uno de los viajes que ha hecho a Washington con el exclusivo propósito de visitar el Departamento de Estado, además de ir a esa dependencia del gobierno norteamericano, y después de salir de ella, se fue a Nueva York a visitar la Embajada de Cuba en las Naciones Unidas desde donde le envió un mensaje de felicitación a Fidel Castro "por su heroica lucha contra el imperialismo"; y al volver aquí de ese mismo viaje anunció que iría con un grupo de miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD a Pekín, para visitar a Mao Tse-tung. Esa oscilación perpetua entre izquierda y derecha ha sido propia de Peña Gómez y lo es de la capa social a la cual pertenece... El pequeño burgués ocupa un lugar muy estrecho en las relaciones de producción, y se tambalea como el maromero equilibrista que camina por un alambre, y cuanto más fino es el alambre más inseguro se siente y más se mueve de un lado para otro. En el caso de Peña eso se agrava porque él pertenece a una capa de la pequeña burguesía, que no es productiva y ni siquiera intermediaria. Sin embargo, debemos reconocer que la situación de Peña ha empezado a cambiar recientemente porque ya se siente capaz de hacer declaraciones derechistas, cosa que no hacía antes.
VG: Pero según tengo entendido, después de haber estado en Washington en ese viaje a que usted se ha referido, Peña y otros miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD fueron invitados a ir a Cuba.
JB: Sí, esa fue una invitación hecha por instigación del Partido Comunista Dominicano que quería convencer a los cubanos de que la fuerza revolucionaria de este país era el PRD. Pero eso fracasó.
VG: Hasta ahora usted nos ha hablado principalmente de los Círculos de Estudios, y hay otros asuntos de interés de los que usted se ocupó cuando volvió de Europa, como la banda y su línea política contra la represión. ¿Podría hablarnos de eso?
JB: Sí, como no, pero quisiera decir antes que ya a finales de 1970 y sobre todo en 1971 estaba en su desarrollo el plan de la creación de los círculos, y sin embargo el terror estaba en sus buenas. Para combatir el terror tuvimos que luchar no sólo aquí, en el país, sino también en el exterior, porque el mundo no se enteraba de nada de lo que estaba sucediendo en la República Dominicana. Yo lo sabía mejor que nadie puesto que había pasado más de tres años en Europa y a Europa no llegaban noticias de los crímenes que se cometían aquí. Lo que sí se publicó fue el secuestro de Crowley, hecho muy significativo.
VG: ¿Cuál fue la causa de que el Dr. Balaguer lo amenazara con la expulsión del país en aquel discurso que pronunció con motivo de la huelga de San Francisco de Macorís?
JB: La causa fue su creencia de que yo iba a ser el candidato presidencial del PRD en las elecciones de 1974, y en lo que se refiere a su disfrute del poder, el Dr. Balaguer no tolera la menor amenaza. Eso sucedió en el 1971, ahora no recuerdo en qué mes, pero debió ser o en febrero o en agosto, porque dos o tres días después el Dr. Balaguer habló ante el Congreso. Alguien le dijo que yo era el organizador de la huelga de San Francisco de Macorís, lo que era incierto, y él aprovechó la oportunidad para lanzar por radio la amenaza de mi expulsión y al día siguiente empezaron a aparecer en los periódicos los avisos de los jefes militares y de los jefes industriales y comerciales del país apoyando su amenaza, que por algo había él dicho en ese discurso que los que tenían algo que perder descolgaran sus armas para salir en defensa del gobierno, que estaba a punto de ser derrocado por mí.
VG: Pero el momento era difícil para Ud. porque todavía estaba actuando La Banda.
JB: Sí, la Banda estaba en todo su esplendor, cometiendo actos de terror en todo el país, y precisamente en esos días estaba yo denunciando esos hechos de la Banda en una serie de discursos que decía por radio, y en el discurso del día anterior había dicho que la Banda había sido organizada por la CIA, y me parece que eso fue lo que estimuló al Dr. Balaguer para hablar y para aprovechar la oportunidad de desatar las fuerzas de la reacción derechista contra mí con el objetivo final de sacarme del país.
VG: ¿No fue en esos días cuando salió Narciso Isa Conde del país?
JB: Sí, pero bajo presión mía.
VG: ¿Puede explicar eso?
JB: Como no. Si haces memoria recordarás que desde el año 1970 empecé a denunciar que había un plan para matar a varios jóvenes y di los nombres de Amín Abel, de Otto Morales, de Amaury Germán y de otros, y entre ellos también el de Narciso Isa Conde. Los demás fueron cayendo uno a uno pero Isa Conde se mantenía escondido; sin embargo yo estaba convencido de que un día saldría de la clandestinidad y lo matarían. Por eso insistí con los líderes del PCD para que lo sacaran del país, y al fin ellos lo sacaron. Por cierto, cuando Isa Conde llegó a Europa se unió a los trabajos de denuncia del terror que se ejercía aquí; esa denuncia, como dije antes, se hizo en varias partes del mundo porque se perseguía el propósito de que en Washington se dieran cuenta de que nosotros sabíamos qué papel estaban jugando los Estados Unidos en el mantenimiento del terror.
VG: ¿Usted se refiere a la misión que fue a Europa para denunciar los crímenes políticos? ¿Y el jefe de esa misión no era Peña Gómez?
JB: Sí, era él, pero él estaba ya en París cuando los componentes de la misión llegaron allá. Peña se fue antes que todos y se dedicó a estudiar en París nada más y nada menos que Derecho Constitucional. Después se le ordenó pasar a Washington para encabezar un gran acto que habían organizado los perredeístas de New York bajo la dirección de Milagros de Basanta y fue en ese viaje cuando se pasó del lado yanqui "con armas y bagajes", como se dice en el lenguaje de los militares. Al llegar a Washington lo sedujeron Crimmins y Hurwitch, esto es, el que había sido embajador aquí y el que lo es ahora. Recuerdo que al salir del Departamento de Estado me llamó por teléfono y me decía a gritos que le habían dado trato de jefe de Estado, y lo repetía y lo repetía como si hubiera estado endrogado; me dijo también que iba a hacer unas declaraciones para la prensa y yo le respondí que cuando un jefe de Estado habla con diplomáticos extranjeros no puede hacer declaraciones a espaldas de ellos, y que si él las hacía se exponía a que los funcionarios del Departamento de Estado desautorizaran lo que dijera. Por esa razón no hizo declaraciones, y quizá el hecho de que él no hablara de lo que ellos le habían dicho les dio a Crimmins y a Hurwitch la impresión de que Peña era un hombre discreto; pero lo era tan poco que al llegar aquí les dijo a los compañeros Euclides Gutiérrez y Norge Botello que el Departamento de Estado le había ofrecido apoyo y le había insinuado que con él podían entenderse pero que conmigo no. Por esa razón cuando vino al país en noviembre de 1972, traía ya el plan que puso en ejecución pocos meses después.
VG: Sí, eso fue cierto porque me lo dijo también a mí en New York en presencia de otras personas; me dijo que le ofrecieron respaldo para formar un partido democrático porque usted era muy radical y que ese partido tendría más posibilidades que el PRD porque Juan Bosch había abandonado el sendero de la democracia; pero me dijo también que él no podía aceptar esa oferta porque él no podía traicionarlo a usted.
JB: Sin embargo, fue traidor. Cuando vino en noviembre de 1972 llegaba protegido por el poder norteamericano. Recuerdo que me llamó desde San Juan de Puerto Rico y empezó a decirme, también a gritos como lo había hecho desde Washington, que Ben Stephansky acababa de llamarlo por teléfono y le había informado que de la Casa Blanca habían hablado con Balaguer para decirle que mucho cuidado con lo que le pasara a Peña Gómez; y Peña gritaba: "¡Profesor, profesor, Balaguer no puede hacerme nada; no puede ponerme la mano, profesor!"; y esas mismas palabras les dijo a las autoridades de Inmigración cuando llegó al aeropuerto.
VG: ¿Y puso su plan a funcionar tan pronto llegó al país?
JB: No, desde antes; empezó a ponerlo en práctica en Nueva York, pero cuando en realidad lo desplegó a todo meter, jugando su papel de aliado íntimo y secreto del Departamento de Estado, fue cuando se presentó la crisis que desató la llegada de Caamaño. En ese momento huyó a esconderse lejos de mí y desde su escondite empezó a actuar como el líder del PRD ignorando mi existencia y mis facultades legales de presidente del PRD, y en esa actividad estuvo en todo momento en contacto con el jefe de la AID en el país, que era al mismo tiempo el jefe de la CIA aquí.
VG: Entre el momento en que él regresó al país y el desembarco de Caamaño pasaron más o menos dos meses. ¿Qué tipo de contacto mantuvo él en ese tiempo con usted y con el partido?
JB: Un contacto muy sospechoso. Andaba por los barrios hablando con los perredeístas y decía que él no quería reasumir su posición de secretario general mientras no estuviera bien enterado de cómo andaba el partido. Recuerdo que me costó trabajo hacer que fuera a una reunión del Comité Ejecutivo Nacional y cuando fue no quiso hablar ni media palabra; estuvo allí con actitud de fiera enjaulada; decía que Antonio Abreu era enemigo suyo, que Rafael Alburquerque era enemigo suyo, que Bidó Medina era enemigo suyo; en fin, para él todo el mundo era su enemigo.
VG: Permítame que le haga una pregunta explicada. Yo he estado haciendo cálculos y he encontrado que durante todos los años de la vida común en el partido, Peña Gómez y usted tuvieron contacto tal vez tres años y medio, y eso, un contacto accidental, no continuo. ¿No cree usted que eso tiene algo que ver en el hecho de que Peña Gómez no alcanzara el desarrollo ideológico que debió haber alcanzado?
JB: No lo creo. El caso de Peña Gómez no es de tipo sicológico a la manera en que ven las cosas los sicólogos norteamericanos o ingleses. Los problemas de Peña se originan en su posición de clase. Peña es un típico pequeño burgués de origen pobre que tiene necesidad violenta de ascender socialmente, y esa necesidad de ascender se le complica con su color, que él aborrece. Pero lo importante no es lo último; es lo primero. Si Peña hubiera podido ascender en la escala social siendo cantante, jugador de pelota o recitador, hubiera escogido esas vías, pero la que encontró abierta fue la vía de la política, en la que no tenía que hacer esfuerzos de ninguna especie porque la política en el PRD se hacía hablando ante un micrófono y él tiene buena dicción, no importa que lo que diga carezca de sustancia. En cuanto a su desarrollo ideológico, eso no le interesaba a él para nada; lo que le interesaba era convertirse en personaje nacional. Ahora bien, su posición de clase lo hacía íntimamente débil porque se sentía atraído por la oligarquía y su vida de lujos y placeres pero a la vez necesitaba el aplauso de la juventud y para eso tenía que presentarse como partidario de las izquierdas. Por eso tenía constantemente un pie en Washington (porque Washington es la base mundial de la oligarquía) y otro en Pekín ya que Mao Tse-tung era el líder con más gancho entre la juventud pro-marxista de la República Dominicana. Al fin, se ha quedado con Washington, pero definirse le ha costado mucho trabajo y yo diría que mucho sufrimiento.
VG: Se ha dicho varias veces que Peña Gómez era su hijo político, pero si uno se pone a analizar el contacto que ha habido entre ustedes, el contacto ha sido en realidad de muy poco tiempo, no de padre e hijo.
JB: Eso de padre y de hijo es una superficialidad. Peña no tiene nada que ver conmigo ni yo tengo nada que ver con Peña. Nosotros somos dos seres totalmente diferentes. A Peña no le interesa la política sino las ventajas que pueda ofrecerle la política, y a mí no me interesa nada que no sea la política. Hasta la literatura la he visto siempre como medio de expresión de una sociedad, y todo lo que se relaciona con la sociedad es pura política aunque mucha gente no lo entienda.
VG: Pero él dice que nunca le ha interesado ocupar cargos públicos.
JB: Porque él sabe que ningún cargo en el país le va a proporcionar las ventajas que le da ser líder del PRD. Nadie sabe todo lo que Peña recibe de esa posición, pero si se preguntaran de qué vive un hombre que viste con lujo y come en los mejores restaurantes del país y no tiene trabajo conocido, hallarían la respuesta: Peña vive de la política y vive bien. Si tuviera que vivir con un sueldo de senador, que es lo más a que él puede llegar en el país (porque afuera puede ser embajador, y eso sí le gustaría ser), se vería en el caso de dar gran parte de los 500 pesos a los pedigüeños, que en el PRD abundan mucho. Es mejor, pues, conservar la imagen de que es un hombre sin ambición de cargos y arreglárselas para vivir de su posición de líder.
VG: ¿Podría usted explicar cuál era el nivel de desarrollo del PRD cuando Peña volvió al país en noviembre de 1972?
JB: Ya los Círculos de Estudios estaban funcionado en la capital, de manera que cuando se presentó la crisis de la llegada de Caamaño se presentó inesperadamente y la vida política nacional quedó revuelta, por lo menos para los sectores revolucionarios. En cuanto al PRD, fue en esa oportunidad cuando Peña resolvió apoyarse en el poder norteamericano para cumplir su parte en el plan que había sido elaborado en Washington.
VG: ¿Cuál era el plan?
JB: Originalmente, desmontar la Comisión Permanente para rodearme de gente del ala derecha del PRD y llevar entonces el PRD hacia la derecha, pero en ese plan no se pensó en lo que yo podría hacer cuando comenzaran a aplicarlo. Ahora, déjame explicarte los hechos, que son más elocuentes que los conceptos: Al irse a la clandestinidad, Peña estableció una línea de comunicación con sus amigotes de Washington que funcionaba en la siguiente forma: La línea de Peña a Majluta, de Majluta a Robinson, que era el jefe de la AID y por tanto de la CIA en el país, y a través de Robinson llegaban los documentos y las órdenes de Peña hasta el grupo de perredeístas que él había dejado organizado clandestinamente dentro del PRD de Nueva York. Peña había formado ese grupo para que le sirviera de punto de apoyo en el plan. A veces las órdenes o los documentos llegaban a manos de José Ovalles o de Winston Arnaud y de ahí iban a dar a Washington, y otras veces iban directamente a Robinson a Washington, y mientras tanto Peña se mantenía en la clandestinidad y desde ella hacía declaraciones como si él fuera el líder del PRD, sin consultar a nadie porque ya él se sentía todopoderoso con el respaldo que le daban los altos funcionarios yanquis. La verdad es que en esos meses, que fueron de principios de febrero a principios de mayo, se produjo de hecho la ruptura del PRD porque un partido político que tiene dos cabezas no es una unidad; y Peña sabía lo que estaba haciendo. Su papel no era el de un instrumento inconsciente: era el de un traidor que trabajaba en beneficio de un tercero que le había prometido el liderazgo de un partido si trabajaba para él.
VG: ¿Qué tipo de comunicación era el que mandaba por esa vía que usted ha mencionado?
JB: Naturalmente, confidencial, como la carta en que Peña le hacía saber a Stephansky, para que éste le hiciera saber más arriba, que quien estaba en las lomas de San José de Ocoa era Caamaño.
VG: Usted escribió en VANGUARDIA sobre eso.
JB: Sí, escribí un artículo titulado "La Historia de una Carta" en la que expliqué cómo se las arregló Peña para hacerles saber a sus amigos del Departamento de Estado a través de Stephansky que quien estaba en las lomas era Caamaño.
VG: ¿Y cómo supo él que quien estaba en esas lomas era Caamaño?
JB: A mí me envió una nota en la que decía que él lo había sabido porque lo oyó en Radio Habana.
VG: Pero no es cierto que Radio Habana dijera en ningún momento que Caamaño estaba ahí. Además, tanto Peña como Majluta se presentaron posteriormente como defensores por lo menos de la memoria de Caamaño y mandaron a poner su busto en el patio de la Casa Nacional del PRD.
JB: Sí, pero eso es lógico porque así se tapaban contra cualquiera acusación basada en las relaciones que mantenían con el Departamento de Estado en los mismos días de la actuación de Caamaño. Además, no olvides lo que te he dicho que Peña tiene una debilidad propia de su origen de clase y necesita estar al mismo tiempo aliado a la derecha y aliado a la izquierda. Por ejemplo, cuando estuvo hace poco en Venezuela le pidió una entrevista a Héctor Mujica, que es el candidato presidencial del Partido Comunista Venezolano, pero al mismo tiempo se presenta en Venezuela como el aliado dominicano de Acción Democrática. Por ese origen de clase de que he hablado, Peña es profundamente débil; tiene una debilidad ideológica abrumadora y además necesita tener la certeza de que la derecha lo quiere más, o al revés.
VG: ¿Y qué pasó con los Círculos de Estudios?
JB: A pesar de la crisis que desató la llegada de Caamaño, siguieron funcionando; no se destruyeron. Pero recuerda que te había dicho que sólo funcionaban en la Capital; fuera de la Capital no había Círculos. Por ejemplo, de Santiago venían a comprar los folletos para los Círculos; venía Ambiorix Díaz y los pagaba y se los llevaba pero los Círculos no se formaban. Esa era la actitud de la derecha del PRD, pero sólo simularlo e impedir en los hechos que ese propósito se llevara a cabo.
VG: Los informes que se tenían en ciertos círculos de izquierda del país era que Ambiorix Díaz era un tipo avanzado: incluso se dijo que tiempos atrás había estado muy cerca del PCD.
JB: Todo eso era mentira. Lo que hacía la generalidad de los dirigentes del PRD era mostrarse públicamente como muy boschistas porque necesitaban tener mi respaldo para ser lo que se proponían: senadores, diputados, síndicos. Casi todos creían que yo iba a ser presidente de la República y ellos serían embajadores y secretarios de Estado, y por eso apoyaban lo que yo dijera. Pero nunca me engañaron; yo sabía qué había detrás de su cacareado boschismo.
VG: Usted mencionó hace poco la revista Política. Ese fue un esfuerzo serio de difusión de las ideas políticas, el más serio que se ha hecho en el país. ¿Por qué Política no siguió saliendo?
JB: Política jugó un papel y servirá para cuando aquí se hagan análisis serios de la vida política; por ahora, VANGUARDIA cumple otra misión y la cumple muy bien.
VG: ¿No había alguna relación entre Política y los Círculos de Estudios?
JB: Sí, desde luego.
VG: ¿Y por qué los Círculos siguieron existiendo y Política no?
JB: Porque los Círculos fueron la base de apoyo del PLD en el momento de su nacimiento y durante por lo menos el primer año y medio de su existencia.
VG: ¿Y por qué prefirió usted organizar el PLD en vez de quedarse en el PRD y dedicarse a convertirlo en un partido como es el PLD?
JB: Mira, Víctor, déjame explicarte algo que nunca he dicho: Cuando Crimmins, Hurwicht y Stephansky estaban trabajando a Peña para que Peña actuara como al fin lo hizo, no se daban cuenta ni ellos ni él de que estaban facilitando mis planes; es más, estaban haciéndolos posibles porque yo no podía salir del PRD sin una justificación histórica y política. Estando en Europa podía hacerlo, pero estando aquí no.
VG: ¿Eso lo ha visto usted retrospectivamente?
JB: No. Lo que ocurría era que un político no debe hablar ciertas cosas; puede hablar de ellas después que han pasado, pero no antes ni en el momento en que están sucediendo. De ninguna manera podía yo insinuar siquiera que deseaba dejar el PRD porque al hacerlo les abría los ojos a la derecha y a Peña, que estaba llamado a ser su líder, y yo tenía que dejar el PRD de manera sorpresiva porque de otra manera no me dejarían hacerlo y ya me resultaba imposible seguir en el PRD; ideológica y moralmente yo no tenía nada que ver con el PRD y estaba ahogándome en él. En realidad, desde un punto de vista abstracto, casi no humano, yo tendría que agradecerles a Peña y a sus amigos de Washington y a la derecha del PRD lo que hicieron, esto es, la facilidad que me dieron para dejar ese partido. Gracias a ellos pude actuar por sorpresa y saltar la muralla en que me tenían encerrado sin romperme el pescuezo. A pesar de eso, la gente no entendió lo que pasaba y quedó confundida a tal extremo que en muchos sitios me echaban maldiciones y me calificaban de traidor. Hubo un médico perredeísta que salió a las calles a decir que yo me le había vendido a Balaguer por cinco millones de pesos; pero a mí no me importaba nada de eso. Yo me había liberado de un anillo de inmoralidades y de atraso político que estaba acabando conmigo, y al lado mío estaban en ese momento los que se habían desarrollado políticamente gracias a los Círculos de Estudios, y eso era suficiente para iniciar una nueva vida política.
VG: ¿Pero usted no se sentía preocupado por lo que podía pasarle a su imagen? ¿Por qué nunca le respondió a la campaña de prensa que hizo Peña Gómez en contra de la Comisión Permanente?
JB: Porque esa campaña, que era de discursos de radio reproducidos por algunos periódicos, iba a ser y será algún día lo que en realidad explique el trasfondo del problema, lo que había por detrás de esos discursos.
VG: ¿Y qué era lo que había a juicio suyo?
JB: Lo que había era el poder de los Estados Unidos, sin el cual Peña no se hubiera atrevido a comenzar y mantener la campaña contra la disciplina del PRD, contra los estatutos, contra todos los principios orgánicos. Pero Peña sentía que detrás de él estaba la totalidad del poder norteamericano, cosa que le ocurre a todos los que tienen de aliado a ese poder: ahí están los miles y miles de millones de dólares, los acorazados, los aviones, las bombas atómicas; en fin, una sensación de omnipotencia que embriaga a los ambiciosos y a los débiles. Con ese respaldo Peña se sentía todopoderoso, y como yo no le respondía no llegaba a darse cuenta de que mi plan era dejarlo que avanzara para que se colocara públicamente como lo que era: el responsable de mi salida del PRD. Por eso le sorprendió tanto esa salida, a tal punto que ofreció irse del país y no volver si yo retiraba mi renuncia. En realidad, lo que hicieron el Departamento de Estado y Peña Gómez con su campaña contra la Comisión Permanente fue facilitar mis planes de abandonar el PRD, organización en la que ya no podía seguir. Los últimos años que pasé en el PRD fueron para mí los más amargos de mi vida.
VG: ¿Por qué entonces no salió de él antes?
JB: Porque un líder tiene responsabilidades que no se ven a simple vista; responsabilidades con la gente que lo apoya y lo rodea y también responsabilidades históricas.
VG: Pero hay personas que creen que el PRD era y es un partido fuerte con el cual podían y tal vez puedan hacerse algunas cosas importantes.
JB: Si así hubiera sido no habría salido de él. En realidad, el PRD es un mito alimentado por la radio y la prensa, pero el PRD no tiene capacidad para nada, y si llegara al poder algún día no sería mejor que el Partido Reformista, y quizá sería peor. Y puedo decirlo con la autoridad que me da haber sido de sus fundadores y con la de saber que entre otras razones, el gobierno de 1963 fue derrocado porque no había un partido que lo apoyara. En esa ocasión, a sólo nueve meses de las elecciones en que había ganado el poder, el PRD era ya inexistente desde el punto de vista orgánico. Tenía un nombre, pero nada más.
CAAMAÑO Y PEÑA
VG: ¿Cree usted que si no se hubiera desatado la crisis que provocó el desembarco de Caamaño no hubiera usted tenido la oportunidad de salir del PRD? ¿No piensa que fue esa crisis la que le permitió a Peña Gómez actuar como lo hizo?
JB: En realidad, lo que hizo la crisis que mencionas fue precipitar los acontecimientos, pero el plan estaba en marcha desde hacía tiempo. Cuando Caamaño desembarcó ya la política norteamericana en relación con el PRD estaba definida. Antes de que Peña Gómez viniera al país Casimiro Castro era visita constante de Bumpus, que era el agregado político de la Embajada y vivía por Arroyo Hondo. Casimiro se pasaba horas enteras bebiendo whisky con Bumpus y muchas veces salía de su casa con una botella de whisky regalada por el agregado político. Una vez, hablando con un joven del PRD en Barahona, Casimiro dijo que el PRD no podía ir al poder mientras yo fuera su presidente porque los Estados Unidos no iban a aceptar que yo fuera presidente de la República, y eso lo dijo Casimiro antes de que Peña volviera al país.Pues bien, cuando Peña vino, estando en la casa de Joselín Rodríguez Conde, les dijo a Euclides Gutiérrez y Norge Botello lo mismo que había dicho Casimiro en Barahona. En el caso de Casimiro, el joven con quien hablaba, que se llamaba Ignacio pero cuyo apellido no recuerdo, le respondió a Casimiro que entonces había que eliminarme, y en el caso de Peña, Euclides reaccionó preguntando: "¿Pero tú te das cuenta de lo que significa lo que has dicho, Peña? ¿Te das cuenta de que si hay una división entre tú y Juan Bosch, eso podría costarle la vida al profesor?". A lo que Peña contestó que sí se daba cuenta pero que él nunca iba a romper conmigo. Eso es propio de Peña: no prever cuál va a ser el resultado de sus palabras o de sus hechos. Igual que lo que les sucedía a los señores del Departamento de Estado que no pensaron siquiera que yo saldría del PRD, Peña no le dedicó ni cinco minutos a pensar cuál iba a ser mi conducta ante su comportamiento, y por eso cada vez atacaba a la Comisión Permanente con más fuerza. Creía que mi silencio era señal de debilidad o de que yo aprobaba su actitud frenética o, lo que hubiera sido una tontería, que no me daba cuenta de que él estaba siguiendo un camino que le habían trazado en Washington.
VG: Hay gente que cree que cuando Peña Gómez volvió al país en el año 1972 vino a ejecutar un plan combinado con el coronel Caamaño, pero eso está en contradicción con el Departamento de Estado para poner al PRD al servicio de la política norteamericana.
JB: Las dos cosas se contradicen y aparentemente al contradecirse debe quedar descartada una de las dos, y sin embargo el que conoce a Peña Gómez tal como él es y no como aparenta ser, sabe que la contradicción es la esencia misma de su vida y por eso lo que habría que rechazar serían los actos de él que no se contradijeran. Marx explicó las causas de las vacilaciones de la pequeña burguesía, y Peña, que es un típico pequeño burgués, lleva sus vacilaciones a un punto tal alto que sólo puede resolverlas convirtiéndolas en contradicciones que conviven dentro de él. Nosotros, y me refiero a la alta dirección del PLD, tuvimos siempre sospechas de que entre Caamaño y Peña Gómez hubo algún tipo de entendimiento que Peña nos escondió, pero ahora lo sabemos porque al cabo de un largo trabajo de investigación hemos dado con los testimonios que buscábamos y podemos afirmar que sí, que cuando Caamaño vino al país contaba con Peña para llevar a cabo sus planes guerrilleros, y eso no lo sabía nadie en la dirección del PRD, y yo menos que nadie.Ahora bien, como en Peña viven siempre dos personas que se contradicen, al mismo tiempo que pretendía quedar bien con Caamaño haciéndole propaganda de que estaba en las lomas de Ocoa a fin de que se le unieran jóvenes perredeístas, informaba al gobierno norteamericano, a través de Ben Stephansky, de que Caamaño estaba aquí. De esa duplicidad de Peña Gómez vamos a hablar un día de estos en VANGUARDIA del Pueblo.
VG: Recuerdo que en el periódico El Nacional Peña Gómez desmintió un cable de la UPI que había sido enviado desde Caracas en el cual se decía que Caamaño había muerto en La Habana. ¿Cree usted que esa desmentida de Peña Gómez tenía alguna relación con el acuerdo con Caamaño que usted le atribuye?
JB: Tú te refieres a una declaración de Peña que publicó El Nacional del 20 de enero de 1973, es decir, dos semanas antes de la llegada de Caamaño al país. Sí, había una relación estrecha. Peña sabía que Caamaño estaba vivo y que venía para acá. Seis días después de haber hecho esa declaración anunciaba en Puerto Plata que pronto iban a sonar las metralletas en las calles de la Capital, y esa amenaza tenía su origen en su conocimiento de la próxima llegada de Caamaño.
VG: ¿Y cómo explica usted que él mismo denunciara de manera tan indirecta sus relaciones con Caamaño? ¿No cree usted que si el gobierno analizaba esas declaraciones podía descubrir que entre él y Caamaño había un acuerdo?
JB: Es que Peña es muy emocional y por ser emocional no puede reprimir sus emociones, lo que lo convierte en persona sumamente indiscreta. Pero además, si se tiene en cuenta su doble personalidad se explica que en el momento en que negociaba con Washington sus servicios políticos quisiera justificarse ante las izquierdas del país trabajando para Caamaño. Todo eso es posible en el caso de las personas como él, y tal vez eso explica también por qué tan pronto el PRD consiguió dónde montar su Casa Nacional el propio Peña ordenó que en el patio de esa casa se le hiciera un busto a Caamaño. Con ese busto de Caamaño en el patio se sentía autorizado a visitar cuantas veces quisiera el Departamento de Estado, pero además calmaba su conciencia por haberle escrito una carta a Ben Stephansky, para dejar constancia de que él era tan buen amigo del gobierno norteamericano que le comunicaba por escrito que quien estaba en las lomas de Ocoa era el coronel Caamaño y nadie más que él.
HAMLET HERMANN
VG: Sin embargo, en las declaraciones de Hamlet Hermann que publicaron las Fuerzas Armadas aparece Hamlet diciendo que Caamaño no tenía confianza en Peña Gómez por su coqueteo con los liberales.
JB: No sería extraño que Hamlet Hermann dijera eso para defender a Peña Gómez; esto es, para que los militares dominicanos no dudaran de él. Debemos recordar que Peña hizo una ardiente defensa de Hamlet Hermann sin que hasta ahora haya habido explicación para ella.De todos modos, si Hamlet Hermann dijo de Peña lo que tú dices, cosa que no tengo en mis recuerdos, habrá que buscarle una explicación, porque lo que puedo asegurar basándome en testimonios muy serios, es que desde el mes de noviembre de 1972, cuando todavía se hallaba en Nueva York, Peña Gómez sabía que aquí iban a sonar los tiros en el mes de febrero de 1973, y en ese mes estaba tan seguro de que quien se encontraba en las lomas de San José de Ocoa era el coronel Caamaño que así se lo hizo saber por carta a sus amigos del Departamento de Estado.Ahora bien, y esto es algo que debe tenerse en cuenta a la hora de juzgar la extraña conducta que mantuvo Peña en esos días, aunque no es realmente extraña si se sabe que es un hombre de doble personalidad, Peña inició su ruptura conmigo en los días en que nos hallábamos en la clandestinidad, lo que da idea de la conmoción que le produjo la muerte de Caamaño. ¿Por qué esa conmoción? ¿Qué ilusiones había puesto él en una posible victoria de Caamaño? No lo sabemos. Sólo sabemos que inmediatamente después de haberse escondido en la casa de unos amigos escribió un discurso, y se lo aprendió de memoria y lo recitaba continuamente, y ese discurso era para ser dicho en el acto en que Caamaño iba a tomar posesión del poder.
VG: ¿Cómo? Pero usted no había dicho eso nunca.
JB: Porque no tenía en mi poder todos los elementos de juicio acerca de la conducta de Peña en los meses que transcurrieron desde comienzos de febrero de 1973, cuando Caamaño vino al país, y el 18 de noviembre del mismo año, cuando unos pocos perredeístas abandonamos el PRD para fundar el PLD, y sin todos los elementos de juicio en mis manos no podía hacer la historia verdadera de los hechos realizados por Peña en esos meses.
VG: ¿Y nunca se le ha ocurrido pensar que Peña les fingió a los altos funcionarios norteamericanos que se entendía con ellos para poder así engañarlos mientras en realidad él llegaba a un acuerdo con Caamaño?
JB: No. Peña no es el tipo que piensa detenidamente y planea lo que va a hacer. Todo lo que él hace surge de su emotividad. Sus emociones se producen antes que sus ideas. Las ideas y los planes están en él determinados por sus emociones, y a su vez sus emociones, en el terreno político, son contradicciones porque reflejan una personalidad dividida en dos sectores que se oponen entre sí y al mismo tiempo se compensan. Por esa razón, si a Peña lo halaga un personaje de la derecha se siente emocionado y esa emoción lo impulsa a ser derechista, pero al mismo tiempo la composición dual o doble de su personalidad lo lleva, también emocionalmente, a buscar en el acto a una personalidad o un sector de la izquierda al cual servirle, y de esa manera se compensa a sí mismo para seguir siendo una personalidad compuesta de dos Peña que se oponen en su interior.
VG: Es comprensible que con colaboradores como Peña usted se sintiera mal en el PRD.
JB: La verdad es que el PRD era algo demasiado atrasado ya para mí; en los últimos años no respondía a mis concepciones políticas, sociales o históricas, pero además de eso era una carga demasiado pesada porque como era, y estoy seguro de que sigue siéndolo, un partido sin organización, sin métodos de trabajo, formado por simpatizantes que buscan en él alguna ventaja personal, desde que tenían un problema corrían donde mí para que yo se lo resolviera, y mi función era pasarme los días resolviendo esos problemas, buscando dinero para atender a las necesidades de Fulano o de Mengano y también a los gastos del partido, y no para hacer algo útil. Si hice algo útil fue la revista Política, pero eso sí, con un gran esfuerzo porque en el PRD no había posibilidad de tener colaboradores. De todos modos, de mi trabajo en el PRD lo único que quedó fue esa revista.
VG: Y los escritos de la colección Estudios Sociales que hizo para los Círculos de Estudios.
JB: Sí, pero esos folletos no fueron hechos para el PRD sino para el partido que debía sustituir al PRD, porque cuando se formaron los Círculos de Estudios ya sabía que no íbamos a poder seguir viviendo en el seno del PRD, y de ahí los artículos y discursos sobre la lucha de clases dentro del PRD publicados en la revista Política.
ENCUENTRO CON EL MARXISMO
VG: ¿Podríamos hablar ahora algunas cosas que hizo usted antes de la etapa de que estamos hablando, como por ejemplo, de sus viajes a los países socialistas y su encuentro con el marxismo?
JB: En lo que se refiere a mi encuentro con el marxismo debo decir que mis primeros contactos con marxistas fueron hechos en Cuba, donde conocí y traté a toda la alta dirección del Partido Comunista, como Juan Marinello, Nicolás Guillén, Lázaro Peña, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez y varios más.Tal vez te sorprenda saber que ninguno de ellos hizo nunca el menor esfuerzo para que yo me convirtiera en marxista; ni me hablaron de eso, ni me prestaron libros ni discutieron conmigo en el terreno ideológico; pero éramos amigos y manteníamos buenas relaciones hasta el día en que Carlos Prío rompió con ellos porque creyeron que yo había influido en él para llevar a cabo esa ruptura, y no fue cierto. Lo que llevó a Prío a romper con el Partido Comunista fue la presión del obrerismo auténtico (del partido llamado Auténtico, que era el Revolucionario Cubano), que se hallaba bajo la dirección de Eusebio Mujals.Recuerdo el caso de mi libro 'Cuba, la Isla Fascinante', que estaba escrito cuando Carlos Prío fue derrocado por Batista, y cuyos originales estaba él leyendo. Pues bien, en ese libro le dediqué varias páginas a Nicolás Guillén, que era un destacado militante comunista, y lo hice con la admiración natural hacia un gran poeta pero también con el sentimiento fuerte de amistad que siempre tuvimos el uno para el otro. Yo pasé por la vida política de muchos países y durante largos años como un creyente sincero en la democracia, recibiendo a veces ataques muy fuertes de los comunistas dominicanos y cubanos, pero también tuve muchos buenos amigos comunistas en Cuba y en Venezuela, donde conocí y traté a Gustavo Machado y a Héctor Mujica, el mismo que ahora es candidato del Partido Comunista de su país a presidente de la República, y naturalmente a muchos más, pero debo decir que no conocía el marxismo y que ninguno de esos amigos trató de que yo me hiciera marxista.Cuando me dije a mí mismo que debía estudiar a Marx porque los hechos me demostraron que los comunistas tenían razón al llamar imperialistas a los Estados Unidos fue a raíz de la invasión militar de 1965. Ese hecho, y nada más, fue lo que me llevó a estudiar a Marx.
VG: Precisamente, en estos días estuve leyendo de nuevo el discurso de Fidel del 1ro. de mayo de 1965, en el cual dice que Juan Bosch no era comunista ni cosa parecida, pero quien sabe lo que será después de lo que han hecho los yanquis en nuestro país.
JB: Sí, Fidel dijo más o menos que de ahora en adelante veremos lo que va a ser Juan Bosch; y es que Fidel Castro se dio cuenta de que yo no me había dedicado a la lucha política para conseguir posiciones o dinero. Fidel me conocía y sabía qué clase de vida era la mía, y pensó, con razón, que yo me iba a plantear la pregunta de cuál era la causa de esa grosera invasión militar de 1965; y efectivamente, me la planteé, y al hacerlo me dije a mí mismo: "Pero los que tienen la razón son los comunistas. Yo he sido hasta ahora un equivocado y no me pasó por la cabeza ni siquiera la idea de que los yanquis iban a invadir este país o cualquier otro de la América Latina; eso era algo que no concebía".
VG: ¿Cuándo llegó usted a esa conclusión?
JB: Fue un proceso largo. Al principio estaba indignado contra Johnson y sus cómplices; después, al volver al país el 25 de septiembre de 1965, empecé a decirme eso de que los que habían tenido razón habían sido los comunistas, y esa etapa fue muy rica en observaciones porque en ella empezó el llamado escalamiento de la guerra de Vietnam, que fue una escuela de crímenes. Debo decirte que los hechos de Vietnam jugaron un papel muy importante en mi acercamiento al marxismo.
VG: ¿Y España? ¿Qué papel jugó España? Se lo pregunto porque allá escribió usted el libro sobre el Caribe y el Pentagonismo (sic).
JB: En España hice la decisión de estudiar a Marx, pero no pude hacerlo mientras estuve en ese país porque tenía mucho trabajo. Fue en París donde compré libros marxistas, una colección de tres tomos de trabajos de Marx y Engels publicados en español por una editorial de La Habana. Los compré en la Librería Maspero, que está cerca del Boulevard Saint Michel, lo recuerdo bien.
VG: ¿Puede decirse, entonces, que en esos libros halló usted el camino hacia el marxismo?
JB: Sí; en ellos empecé a estudiar a esos dos padres del socialismo científico llamados Carlos Marx y Federico Engels. Leyéndolos directamente, no a través de intérpretes suyos que a veces dicen tantas tonterías, me di cuenta de que la verdad era la de ellos y yo era el equivocado. Ya había estado en Yugoslavia y en Rumanía donde me convencí de que en los países socialistas no se comían los niños crudos, como afirmaban en los Estados Unidos, y además estaba lleno hasta la boca de los crímenes que se cometían en Vietnam.
VG: Pero usted no había ido todavía a Vietnam.
JB: No, pero era como si hubiera ido porque la propaganda norteamericana se encargaba de informarnos todos los días de los miles de muertos que causaban sus aviones y sus tropas en Vietnam. ¿No te acuerdas de eso, de los cables de la AP y la UPI dando cuenta de las bajas diarias que tenían los vietnamitas? Los norteamericanos hablaban de sus matanzas con una tranquilidad que me llenaba de indignación. No era que los vietnamitas los acusaban de esos crímenes; eran ellos mismos quienes los contaban todos los días.
VG: ¿Quiere decir que la propaganda de guerra de los Estados Unidos contribuyó en algo para que usted se hiciera marxista?
JB: Sí, y también las acusaciones de marxista que se me hacían, sobre todo las que me hacía el Dr. Balaguer. Recuerdo por el año 1968 o tal vez en el 1969, en la Memoria presentada al Congreso por la Secretaría de las Fuerzas Armadas, supongo que el 16 de agosto, se decía que yo iba a Rusia a buscar armas para organizar la revolución comunista en la República Dominicana. Todo eso me llevó a leer a Marx y Engels, porque si se me acusaba de marxista sin saber yo lo que era el marxismo debía estudiarlo para saber a qué se debían esas acusaciones, y leyendo a Marx y a Engels me di cuenta de que el marxismo era la verdad histórica, la verdad filosófica, la verdad teórica, y en fin la verdad universal. Debo confesar que tengo que agradecerle también a la propaganda sucia de los norteamericanos el hecho de haberme llamado la atención sobre el marxismo; y lo agradezco porque lo cierto es que el conocimiento del marxismo me ha convertido en un hombre nuevo; nuevo en ideas, en la concepción de la vida y del mundo, pero también nuevo fisiológicamente porque la renovación de la máquina de pensar que tenemos en la cabeza se refleja en una renovación de todo el cuerpo.
VG: ¿Qué papel jugó en su paso al marxismo el viaje que hizo a fines de 1969 a países socialistas del Asia?
JB: En ese viaje vi el marxismo funcionando como sociedades organizadas en Estados, y eso me impresionó mucho.
VG: ¿Le impresionó la Unión Soviética?
JB: No, porque no fui a la Unión Soviética; sólo pasé por su territorio de camino hacia Corea en el viaje de ida, y como de Corea me fui a China y de China a Vietnam para volver a China, por Cantón y Shanghai, no volví a pasar por la Unión Soviética.
VG: ¿Y lo que vio en esos países le confirmó lo que había pensado cuando leyó a Marx y Engels?
JB: Sí, y esa confirmación aparece en los artículos que escribí con el título de Viaje a los Antípodas.
VG: Por lo que usted dice, parece que fueron muchas las cosas que lo llevaron al marxismo.
JB: Sí; yo diría que fue la vida misma, incluyendo como parte importante de la vida la actitud de los enemigos, con sus persecuciones ideológicas y materiales. En mi caso no hubo influencias de marxistas aunque tuve muchos amigos de categoría en el campo marxista de varios países de la América Latina.
LLEVAR EL GOBIERNO A SU LEGALIDAD
VG: Quisiera que usted explicara la política de llevar al gobierno a su legalidad, que usted estuvo sosteniendo mucho tiempo y que provocó interpretaciones muy encontradas. ¿En qué consistía realmente esa política desde el punto de vista de un análisis de la situación política y la lucha de clases en la República Dominicana y cuáles cree usted que fueron sus resultados?
JB: Pues mira, tú conoces la alcachofa, pero como la gran mayoría de los dominicanos no la conoce tendré que describirla. La alcachofa es un producto vegetal que se come igual que si fuera verduras; está compuesto de varias hojas que forman algo así como una piña pequeñita formada por el corazón y unas hojas casi triangulares que cubren ese corazón. Las hojas se comen mojándolas en aceite y vinagre y a medida que se van arrancando va quedando descubierto el corazón, que es blando y se come entero.Pues bien, la línea política de llevar al gobierno a su propia legalidad se parecía a una alcachofa en el hecho de que tenía varias etapas, que es como decir varias hojas. La primera etapa estaba compuesta por las hojas de afuera, esto es, por todo lo que estaba ocurriendo en ese momento en el país. La lucha de clases había degenerado hasta convertirse en una actividad terrorista permanente. La Policía mataba un revolucionario o mataba dos o tres, y hubo noches en que mató cinco juntos; los revolucionarios mataban un policía o dos, pero también mataban choferes, pulperos, billeteros, porque necesitaban dinero para llevar a cabo sus planes; dinero para comprar armas y para mantenerse, comer, comprar ropa, movilizarse; y sucedía que la Policía y los revolucionarios mataban gente que no estaba atravesada en el camino ni de la una ni de los otros.Al terrorismo de las derechas respondían las izquierdas con terrorismo, y al terrorismo de las izquierdas respondían las derechas con más terrorismo. Para darle un alto a esa situación había que sacar la primera rueda de hojas de la alcachofa, es decir, había que sacar de cuajo la raíz del terrorismo en su aspecto inmediato, y esa raíz había pasado a la Banda. Con la formación de la Banda y las atrocidades que estaba cometiendo la Banda estábamos colocándonos a la altura de Guatemala, donde funcionaba la Mano Blanca, y la que se presentaría en la Argentina años después con la Triple A; de manera que esa primera rueda de hojas de la Alcachofa era muy amarga y había que enfrentarse con ella, para lo cual se necesitaba de alguien que fuera capaz de sacrificar su prestigio, su influencia en el país o su vida, porque el que lo hiciera se exponía a que lo mataran el mejor día o las izquierdas o las derechas; y como el único dominicano que estaba dispuesto a sacrificar lo que fuera y a que lo mataran era yo, a mí me tocaba la tarea de arrancar la primera rueda de hojas de la alcachofa; y eso se hizo.Pero una cosa era liquidar esa primera etapa del terrorismo y otra era liquidar la ilegalidad gubernamental, porque para ejercer el terror las fuerzas de la izquierda se refugiaban en la clandestinidad y las de derechas crean la legalidad gubernamental ya que sin apoyarse en el poder del gobierno no podrían organizar el terror. Esa etapa no se liquida en ninguna parte de golpe y porrazo, y el que no lo crea que se fije en la situación del Brasil, de Uruguay o de Chile, donde el terror popular, si lo hubo, desapareció hace tiempo, pero no así el terror oficial. Había, pues, que hacer un esfuerzo para llevar al gobierno a su propia legalidad, es decir, hacerlo que respetara sus propias leyes, su propio Código Penal, su propia Constitución; y una vez logrado eso había que dar un paso más, que era la política de la Concordia Nacional, pero esto último vinimos a proponerlo cuando nos hallábamos en el PLD.
VG: ¿Por qué razón no la propusieron estando en el PRD?
JB: Porque mientras estuvimos en el PRD no llegó a liquidarse totalmente la etapa de la ilegalidad del gobierno, y eso se debió a la presencia de Caamaño en el país. La llegada del coronel Caamaño fortaleció de tal modo a los partidarios gubernamentales de la aplicación de medidas ilegales que en pocos días pasaron a ser dominantes, y eso es lo que explica la muerte de Goyito García Castro, y antes de eso la conducta que siguieron conmigo, la rotura de dos puertas de esta casa y la cantidad de registros que hicieron en el país en busca mía. Todo eso era expresión del estado de ilegalidad en que vivía el gobierno.Pero al fin, la política de llevar al gobierno a su legalidad se impuso y después de la formación del PLD propusimos la Política de la Concordia Nacional, que era la tercera fila de hojas de la alcachofa. Detrás de esa fila estaba el corazón de la alcachofa, o lo que es lo mismo, hasta ahí debía llegar el plan que he llamado Política de la Alcachofa. ¿Me he hecho entender?
VG: Sí, pero para tener una idea clara de su manera de planear la política me gustaría que usted dijera si esa Política de la Alcachofa fue planeada en conjunto o parte a parte.
JB: Pues mira, en conjunto y también parte a parte, porque cualquier plan político debe hacerse tomando en cuenta la realidad política del país, y la realidad es cambiante; a veces la hace cambiar el enemigo o el adversario y a veces la haces cambiar tú. La política, he dicho muchas veces, se parece a la guerra, y a menudo la situación de la guerra cambia en su totalidad debido a una sola batalla.
VG: ¿Podría explicar qué cambios se operaron aquí mientras usted aplicaba su plan político de la alcachofa?
JB: A grandes rasgos, sí. Partamos de lo que ya conocemos: que el plan o la línea política tuvo tres etapas. Esas tres etapas eran al parecer diferentes y sin embargo estaban conectadas entre sí como lo están la niñez, la juventud y la vejez de una persona, que al fin y al cabo son sólo manifestaciones externas de un proceso de cambios que tienen lugar en un mismo cuerpo humano.Al llegar aquí en abril de 1970 yo tenía noticia de que se pensaba dar muerte a 175 líderes de la oposición. ¿Por qué se pensaba hacer eso; qué finalidad se perseguía con ello? La conclusión a la que llegué fue ésta: Se planea establecer un gobierno de extrema derecha muy duro, o encabezado por Balaguer o por otra persona si éste se niega a hacerlo. Un plan así no respondía al concepto de gobierno que tenía Balaguer. Balaguer quería conservarse en el poder toda su vida pero dando siempre una imagen de gobierno democrático y haciéndose reelegir cada cuatro años, pero alguien quería aprovechar los planes de Balaguer de quedarse para toda la vida en el poder a fin de hacer en la República Dominicana lo que estaba haciéndose en Guatemala y lo que después se haría en Uruguay y la Argentina, y para hacer eso había que fomentar el terrorismo de las izquierdas dominicanas.Al venir al país me di cuenta de que quien estaba haciendo eso era la CIA que se había dedicado a reproducir en la República Dominicana lo que sucedía en Guatemala porque de esa manera la lucha de clases pasaba a mantenerse en el terreno en que la oposición era más débil. ¿Por qué? Porque el terrorismo llevaría al gobierno, como primera etapa de su lucha contra él, a sacar las fuerzas militares a la calle, y después, a crear organizaciones civiles armadas.A mi llegada al país se estaba en la primera etapa; estaban militarizados los barrios pobres de la Capital y la Universidad Autónoma; las muertes eran diarias; en la casa donde yo vivía fue asesinado Julio Guzmán y gravemente herido su padre José Delio. Así pues, la situación que hallé al volver al país determinaba por sí misma la primera parte del plan político, y a su vez la realización de esa primera parte, una vez cumplida, pediría que se le complementara con otra, y si era necesario, de esa otra saldría una más. ¿Me he hecho entender?
VG: Claro que sí. Ahora me gustaría que usted dijera si está o no satisfecho de haber llevado a cabo su Política de la Alcachofa.
JB: Naturalmente que estoy satisfecho; primero por haberla concebido y después por haberla llevado a su final, cosa que no era fácil porque si una sola persona se hubiera enterado del plan general, éste hubiera fracasado, y en ese caso aquí estaríamos como están en la Argentina, en Uruguay; y a esta hora el PCD no estaría legalizado ni la Línea Roja estaría formando la Unión Patriótica porque aquí no habría izquierdas ni cosa parecida.
VG: Sin embargo, Carlos Dore publicó hace tiempo en la revista Impacto un artículo en que hablaba de que usted había caído en contradicciones en la política de llevar al gobierno a la legalidad.
JB: Carlos Dore puede decir eso y todo lo que quiera porque tiene la autoridad de la ignorancia, y el que lo ignora todo puede sentar cátedra acerca de todo debido a que nadie puede reclamarle responsabilidad sin ser injusto. Por lo demás, aquí hay un sinnúmero de jóvenes o de medio jóvenes como Carlos Dore, que son militantes de un partido de izquierda pero sólo ejecutan hechos y órdenes sin saber por qué actúan. Ser miembro de un partido marxista no le da a nadie categoría de político. La política no se aprende leyendo biografías de líderes; ser empleado de la Gulf and Western no implica que se es capaz de comprender la política de esa empresa.
LEYES AGRARIAS
VG: Para terminar esta entrevista podríamos hablar de las leyes agrarias del Dr. Balaguer. Varias personas, entre ellas la dirección del Partido Comunista Dominicano, lo han acusado de que por no haber apoyado usted las leyes agrarias de 1972, no se han desatado en el campo dominicano las contradicciones de clase como debieron haberse desatado. Si no lo han dicho con esas palabras, ese es el fondo de su posición. ¿Qué puede usted responder?
JB: Bueno, también podrían acusarme de ser responsable de la sequía en los años en que no ha llovido. Las leyes agrarias del Dr. Balaguer no han tenido éxito y los que las apoyaron tan militantemente como el PCD fracasaron, y esa no es mi culpa sino la de ellos que todavía no se han enterado de que en el sistema capitalista la reforma agraria no funciona, no da frutos, y da menos aun si se lleva a cabo en un país dependiente como es la República Dominicana.Si el PCD apoyó la reforma agraria del Dr. Balaguer por razones doctrinarias como ha estado diciendo y sigue diciendo, hay que poner ese partido en observación porque eso quiere decir que ha abandonado su línea de partido marxista y ha adoptado la de partido democrático burgués. Esto último parece ser lo cierto según se desprende de unas declaraciones de Narciso Isa Conde publicadas hoy, 22 de noviembre, en un periódico de esta capital, las cuales, recogidas por ese periódico entre comillas dicen que el PCD "se acoge a la forma de gobierno establecida por la Constitución de la República, esencialmente republicana, democrática y representativa". ¿Qué tal?
VG: Una última pregunta. Usted fue el líder político que primero se manifestó y luego mantuvo con más coherencia la lucha contra la Gulf and Western. ¿Lo hizo por razones políticas o de principio?
JB: De principio, porque ningún pueblo pequeño puede permitir que sus tierras sean propiedad de compañías extranjeras y la Gulf and Western es la más grande propietaria de tierras de este país. Una nación está compuesta por hombres y mujeres asentados en un territorio determinado, y si el territorio, en todo o en parte, es propiedad de extranjeros que se encuentran bajo la protección de su bandera, es decir, de un gobierno extranjero, viene de hecho a suceder lo mismo que si una parte de los dominicanos, aun viviendo en su país, se encontrara bajo la autoridad de otro gobierno. Y fíjate si eso es como estoy diciéndolo que las leyes agrarias no se aplican en tierras de la Gulf and Western y sin embargo se aplicaron en tierras de dominicanos, aun en muchas cultivadas de arroz.El Dr. Balaguer dijo que las leyes agrarias no podían aplicarse a las tierras sembradas de cañas porque eso sería poner en peligro la industria azucarera, que genera divisas; y bien, ¿qué cantidad de divisas no ha habido que disponer para pagar el arroz que estamos importando desde que se les aplicaron esas leyes a los terrenos arroceros? Y por otra parte, ¿cómo puede explicar nadie la existencia en este país de un poder como el de la Gulf and Western, que es mayor que el poder del gobierno nacional? Eso es peligroso para el país; altamente peligroso, y no debemos consentir que esa situación se prolongue de manera indefinida.
. Juan Bosch - Entrevista con Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Entrevista publicada en el suplemento «Cultura» del periódico «El Nacional de ¡Ahora!».
Bonaparte Gautreaux Piñeyro: Originalmente usted buscó la forma de comunicarse con los demás a través de artes que no eran precisamente la literatura. ¿Podría explicar por qué se hizo escritor?
Juan Bosch: Bueno… fíjate, probablemente, yo tuve una influencia del ambiente familiar. Primero, mi padre. Mi padre era un albañil, cuando vino al país —era un albañil catalán. Un albañil catalán en La Vega era casi un arquitecto, un constructor. Y mi padre leía a José Mariano de Larra, a don Juan de Valera. Mi padre escribió cosas, no muchas cosas, pero las publicó en un periódico que se llamaba El Progreso, en La Vega —no con su nombre. Mi padre era prácticamente un analfabeto. A pesar de todo eso, no hizo estudió alguno. Aprendió a leer y escribir nada más. El español lo hablaba con mucho acento catalán.Mi abuelo materno, el padre de mi madre, era gallego, don Juan Gaviño. Era un hombre ya de una cultura, de un nivel bastante alto. Tanto, que yo pensé siempre que él había sido seminarista porque no me explicaba de otra manera la cultura de Papá Juan. En España las familias pobres no podían darle cultura a sus hijos en aquella época, en el siglo pasado. Y Papá Juan era de una aldea que se llamaba San Lorenzo del Río Niño. En esa aldea él no podía tener cultura. Además, su familia era una familia de pescadores y generalmente el pescador europeo es un trabajador que hace trabajó duró, fuerte, no le permite dedicar el tiempo al aprendizaje de nada que pueda parecer cultura...
BGP: Pero a mí me han dicho que don Juan Gaviño tenía una biblioteca muy buena.
JB: Papá Juan tenía buena biblioteca, pero además él era aun persona culta. En la casa de Papá Juan leí yo El infierno de Dante, Orlando el Furioso, Los Doce Pares de Francia, El Mío Cid, poetas modernos para la época, como Espronceda, por ejemplo.También allí se tenía los libros de Núñez de Arce. Papá Juan recibía una revista que se llamaba Barcelona (o Cataluña) Gráfica (no recuerdo bien si era Gráfica o Ilustrada) y otra revista que era en blanco y negro —esa era de Madrid. De manera que en mi casa se hablaba de esos temas literarios, se discutían esas cosas, se recitaban versos.Cuando Francisco Villaespesa llegó a La Vega, salió una multitud a recibirlo en un arco de triunfo que le hicieron a la entrada del pueblo. Él dio un recital en el teatro La Progresista y a ese recital fue mi padre, mi madre —fuimos todos: fueron mi padre, mi madre, mi hermano Pepito y yo. Fuimos y recuerdo que mi padre le llevó un ramo de flores que formaban la bandera española: flores amarillas y flores rojas, y una tarjeta en la que le escribió por lo menos una estrofa de cuatro versos le escribió papá.El bautizo del hijo de Villaespesa (que estaba recién nacido, había nacido aquí en la capital [Santo Domingo]), fue hecho en la casa de mi abuelo, frente al Santo Cerro. Fue mi abuelo quien celebró el bautizo, llevando a la gente más culta, más distinguida de La Vega, a estar allí con el poeta y con su mujer y su hijo. Eso fue un acontecimiento cultural en La Vega, y esos libros yo los leía. Pero además, sucedía que allí en La Vega se vendían unos libritos muy pequeñitos —no eran libritos, les llamábamos libritos; pero eran en realidad unos folletitos que editaba en Barcelona un editor llamado Calleja. Se llamaban Cuentos de Calleja. Eran cuentos para niños. Valían yo no recuerdo si eran cinco o diez centavos, probablemente eran diez centavos. Yo tan pronto reunía diez centavos iba y me compraba un librito de esos —eran cuentos. Y pienso que ese ambiente y esos cuentos ejercieron alguna influencia para que, cuando yo no pude desarrollar mi manera de expresarme a través de lo que yo quería (que era la escultura o la pintura, pero fundamentalmente la escultura), entonces me desvié hacia el cuento. Eso, por una parte. Por otra parte, ahora me he enterado, leyendo un libro sobre mis cuentos que ha escrito una joven profesora puertorriqueña, que vive en Nueva York, me he enterado de que hay leyes que rigen ese género. Y que esas leyes las siguen todos los cuentistas aún sin conocerlas, por ejemplo yo no las conocía. Y ella pone el ejemplo de esas leyes aplicadas en varios de mis cuentos. Quiere decir que aplicaba esas leyes sin saberlo.Es muy posible que en realidad la capacidad artística resida en alguna conformación especial, en algún agrupamiento de las células cerebrales, de alguna parte del cerebro y que esas células, ese grupo, esa familia de células pueda desarrollarse para cualquiera de las artes, porque sino, no se explicaría el caso de los pintores y de los músicos.Generalmente, los grandes músicos se forman en su más tierna infancia, sobre todo si son hijos de músicos. Entonces, ¿por qué adquieren ese don de expresión musical? Porque tienen una inclinación biológica en las células cerebrales y una educación indirecta impuesta por el ambiente: oyen música a todas horas. Eso es lo que explica, a mi juicio, el hecho de que hayan sido tan abundantes los músicos precoces y los pintores precoces también.Y, naturalmente, en la literatura se necesita adquirir una cantidad de técnicas que hacen más difícil el desarrollo de la capacidad literaria. El pintor se maneja directamente, puede ser viejo o joven, o lo que sea, o empezar su carrera viejo, siendo ya un adulto; pero se manejan directamente con los colores, los aplica, no necesita que se los enseñe nadie. Naturalmente, si alguien enseña a combinar esos colores, mejor todavía; pero puede ser pintor sin que lo enseñe. Y los músicos: un niño puede tocar un piano y tocar un violín y tocar una flauta, y tocar una mandolina sin que se la enseñen, y después aprende música.
BGP: Un grupo de intelectuales franceses sostuvo una discusión que produjo un libro titulado ¿Para qué sirve la literatura? Entre ellos estaban Jean Paul Sartre y Simone de Beauvier. La conclusión a la que llegaron fue prácticamente de que la literatura no servía para nada. ¿Cuál es su opinión?
JB: Mi opinión es que la literatura, lo mismo si es una literatura del género de cuentos que del de novela o la poesía, es una necesidad del género humano. Porque despierta, y satisface a la vez, vivencias de millones y millones y millones de personas que, a través de un cuento, a través de una novela, a través de un poema, viven una vida diferente a la suya. En el caso de los relatos, eso puede ser muy amplio. Una persona puede leer una novela en la que los personajes, los actores, son, digamos, habitantes del polo, son esquimales, y la persona que va leyendo esa novela vive la vida de un esquimal a través de ella.
BGP: De la respuesta que usted da se pudiera colegir que es un modo de escaparse de la realidad.
JB: No, no, no, no, no de escaparse a la realidad. No, es de vivir una vida más. Es de vivir con mayor intensidad su propia vida. Sobre todo en el caso de las personas que, por su trabajo o por la posición que ocupen en la escala social, están obligados a mantener una vida monótona. No es escape: es vivir con más intensidad. En el caso de la poesía, por ejemplo, a mí, a mí la poesía me afecta tremendamente. Cuando yo leo un poema de Pedro Mir o de Nicolás Guillén o de Pablo Neruda, por ejemplo (para no mencionar otros), yo no me estoy escapando de la realidad: vivo con gran intensidad la emoción que me despierta un hermoso poema. Y la vivo con tanta intensidad que yo no perdono la muerte de Neruda, por ejemplo, como no voy a perdonar la de Nicolás Guillén ni perdonaré la de Pedro Mir —si es que él muere antes que yo. Diríamos no la perdonaría, a pesar de que yo sé que todo lo que vive muere. Tiene que morir, pero me parece que es como si me sustrajeran, me robaran, un tesoro que es mío, al quitarle la vida a un poeta.
BGP: Eso quiere decir, se pudiera decir entonces, que el papel del escritor (que es algo que me preocupa conocer su opinión sobre el papel del escritor), que el papel del escritor es hacer que los otros vivan más intensamente la vida.
JB: Claro.
BGP: ¿Usted cree que el escritor, además, debe o no debe tratar de influir sobre los demás con sus ideas?
JB: Sí. Ese es el caso del escritor que tiene posiciones políticas, conceptos filosóficos; pero los ha habido que no los han tenido y sin embargo pues diríamos que producen emoción, cargas de emociones en sus lectores. Ese es el caso, por ejemplo, de Sherwood Anderson. En Sherwood Anderson no hay una posición política, una posición social; pero sus cuentos producen emociones. Ahora bien, yo prefiero al escritor comprometido.
BGP: Ahora que usted dice eso, una pregunta: ¿cuál cree usted que es el papel del escritor en los países subdesarrollados, en esos países llamados del tercer Mundo?
JB: Bueno, yo iba a decir eso, no refiriéndome concretamente a los de Tercer Mundo; pero ahora sí me referiré. Yo prefiero al escritor comprometido, pero comprometido con la causa buena, y la causa buena es la lucha por la liberación de los pueblos, por la liberación de los hombres. La causa buena es la que señala un rumbo, un camino hacia el futuro, un camino hacia el mayor bienestar de la humanidad, no de una minoría que viva a expensas el resto de la humanidad, sino de la humanidad completa. El escritor debe tener una conciencia bien clara de que el mundo mejor sería el mundo donde todos pudieran ser escritores y pintores y músicos y bailarines y cantantes. Es decir, el mundo donde las facultades humanas, las mejores facultades humanas, se expresaran son mayor intensidad y mayor brillo.
BGP: Actualmente en la República Dominicana se publica una gran cantidad de libros si se compara con la cantidad de finales de la década del 60. En los últimos diez años se publican todos los años muchos libros, entre ellos lo que parece un florecimiento de la literatura de creación. ¿Qué opinión le merece usted el estado actual de la narrativa dominicana comparándola sobre todo con la época en que usted era joven y escribía y hacía literatura?
JB: Bueno, está mucho más desarrollada ahora la literatura dominicana. Pero en comparación con la literatura de otros países latinoamericanos estamos bastante atrasados. ¿Qué es lo que ha ocurrido? Ahora ha aparecido un mercado comprador de literatura en la República Dominicana. Así como hay un mercado comprador de literatura escolar de libros de enseñanza muy amplio, pero el de literatura propiamente dicha es menor. Sin embargo, hay ahora un mercado, el autor puede vender sus libros y algunos autores pueden vivir de sus libros y, naturalmente, eso estimula a los que tienen la vocación literaria a dedicarse a hacer su obra; pero nosotros tenemos por delante una situación de crisis para la literatura. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Lo que quiero decir es que en la República Dominicana no se está enseñando la lengua y, naturalmente, en un país donde la lengua no se enseña llegará un momento en que difícilmente habrá escritores porque la lengua es la materia prima del escritor y la lengua es lengua si se conoce y para conocerla hay que estudiarla, para estudiarla hay que aprenderla, para aprenderla hay que tener a quien —o quienes la enseñen. Yo creo que aquí a fin de siglo si no se remedia esta situación, nosotros nos vamos a encontrar con una verdadera crisis de escritores, una falta de escritores dominicanos.
BGP: Preferí esperar que usted terminara porque trató dos temas muy importantes de los que usted me había hablado en ocasiones anteriores. Usted se refirió a que la literatura dominicana actual está atrasada en comparación con otras literaturas, con literaturas de otros países de América Latina ¿a qué atribuyen ustedes ese atraso?
JB: Entre otras cosas, precisamente, a la decadencia de la enseñanza de la lengua en nuestro país. Porque hay que darse cuenta leyendo a Gabriel García Márquez y a Julio Cortázar, por ejemplo, para no mencionar más que a dos escritores latinoamericanos, cómo dominan estos dos escritores su lengua. Ese último libro de García Márquez que yo leí en “maquinuscrito” porque era en maquinilla, lo leí en Cuba porque el autor me lo llevó.En ese libro hay un dominio de la lengua española, un verdadero dominio, un maestro de la lengua. Y de Julio Cortázar hay cuentos enteros que descansan exclusivamente en el poder de expresión, en el uso mágico de la palabra, y aquí estamos haciendo lo contrario. Y a tal extremo llega eso que hace pocos meses les pedí a Pedro Mir y a Virgilio Díaz Grullón, que formaran juntos conmigo un pequeño comité para pedir dinero y enviar a España a un escritor dominicano que a mi juicio tiene unas condiciones excelentes de cuentista pero que la falta de dominio del idioma le impide dar de sí todo lo que puede y yo creo que ese escritor una vez qué domine la lengua va a darle días de gloria a la República Dominicana. Pero tiene que aprender la lengua porque, como dije, sin el dominio de la lengua no se puede ser escritor. Y conseguimos bastante ayuda y lo enviamos a España y él pocos meses después de haber llegado a España me escribió diciéndome que yo tenia razón, que se había dado cuenta ahora leyendo los periódicos españoles y las revistas españolas y oyendo hablar a los españoles en las calles de Madrid, de todo lo que él le faltaba para dominar la lengua.
BGP: ¿No le parece a usted, don Juan, que esa falta, esa carencia de buenos maestros y de una filosofía de enseñanza del idioma obedece a planes de aumentar la dependencia?
JB: Originalmente, según los datos que yo tengo a mano, de lo que se trató fue de desmantelar la escuela hostosiana. Hostos se preocupaba mucho de que la escuela descansara desde el primero, segundo, tercero y cuarto de primaria en el buen conocimiento de la lengua y de la aritmética, no de las matemáticas, sino de la aritmética.Y él tenía razón, porque es a través de la lengua como uno recibe los conocimientos y a través de la lengua los transmite, sea la lengua hablada o sea la lengua escrita y es a través de la aritmética como el niño se habitúa a hacer abstracciones. Y sin hacer abstracciones no se pueden hacer juicios de valores correctos. Entonces la escuela de Hostos fue desmantelada en la República Dominicana, a solicitud de María Martínez, la señora de Trujillo, y de Ramfis, y estos a su vez recibieron la petición de unos sacerdotes españoles que querían introducir en la escuela lecciones de historia religiosa y de no sé qué otra cosa. A partir de ahí comenzó el deterioro de la enseñanza de la lengua en nuestro país y ese deterioro es creciente.Va aumentando día por día. Ya hoy hay periodistas que escriben, por ejemplo, mal de fondo, es decir, la locución mar de fondo la han convertido en mal de fondo, lo cual quiere decir una cosa completamente diferente de lo que quiere decir mar de fondo… mar de fondo quiere decir un problema que surge desde el fondo del mar. Ese movimiento de las olas que se transmite desde el fondo del mar hacia la superficie, mal de fondo pues es otra cosa, es una enfermedad, es algo de eso, pero es algo distinto. Parece mentira pero una letra que se cambie en una palabra acaba cambiando el concepto completo de una locución. Y tomo ese ejemplo, pero hay tantos y tantos. Por ejemplo, ya la gente aquí le atribuye a la locución dar al traste un sentido totalmente opuesto al que tiene en la lengua española y al que tenía en la época en que estudié yo. Aquí dar al traste es lo contrario de lo que quiere decir dar al traste. Y se pierde una cantidad de voces que ya no se conocen. Recuerdo el caso por ejemplo, cuando volví a la República Dominicana encontré, esto lo he referido muchas veces, que nadie usaba la palabra alharaca que era tan común cuando yo me fui de aquí, tan común en el habla del pueblo, no era una palabra de la lengua culta sino de la gente del pueblo y hay tantas voces perdiéndose. Estamos perdiendo el dominio de la lengua. Ahora contribuye también esa pérdida la dislocación que introduce en la lengua española la lengua inglesa, que es una lengua dominante. La que hablan los norteamericanos que nos transmiten a través de todo lo que ellos producen, de la televisión, de la radio, de la electrónica, de los automóviles, de los camiones, la gente dice station wagon en vez de decir camioneta, voces así como esas.
BGP: En otras oportunidades a usted se le ha preguntado si no va a hacer más literatura.
JB: Yo vivo escribiendo todos los días. Lo que ocurre es que no puedo escribir literatura de ficción ahora. No puedo, porque con lo que yo estoy bregando ahora es con gente, con seres humanos, con hombres y naturalmente, así como en la guerra hay que usar la palabra para dar las voces de mando, para educar a los soldados en el arte de combatir, así en política se necesita la palabra también, hay que escribir constantemente, pero no se puede escribir ficción, hay que escribir otras cosas, las cosas que atan a la política misma: comentarios, sociología, historia, y a eso es a lo que yo estoy dedicado.Naturalmente que yo escribía ficción probablemente como una manera de usar la palabra en un campo que no era el que yo propiamente buscaba, porque primero estaba dentro del país y no podía escribir lo que esto escribiendo ahora de política, entonces no se podía escribir de política si no era de Trujillo, en el extranjero lo que escribía de política dominicana estaba muy limitado porque el público que leía eso era un público también pequeño, limitado, eran los exiliados, no estaba presente el pueblo dominicano. He descubierto al cabo de los años que mi verdadera vocación era la política.
BGP: Supe que se le perdió un libro escrito por usted titulado Póker de Espanto en el Caribe y luego apareció.
JB: A mí se me perdieron dos libros: uno que apareció, que fue Póker de Espanto en El Caribe, que apareció pero después no sé, los originales de ese libro no sé lo que se hicieron, apareció aquí, en esta casa. Los encontró entre viejos papeles míos, los encontró mi hermana Angelita, me los mandó aquí a esta casa pero en esta casa desapareció. Ese fue escrito en el exilio. Pero se me perdió un libro de cuentos que se llamaba Callejón Pontón. En una ocasión en que tuve que viajar dejé esos cuentos en una especie de biblioteca que yo tenía, mi familia, doña Carmen y Patricio estaban en Costa Rica, todavía no había nacido Barbarita, entonces yo tuve que viajar a Costa Rica; Guatemala, estuve dos o tres meses de viaje y cuando volví me habían sustraído todos los papeles míos entre ellos ese libro de cu cuentos. Se llevaron un archivo con mucha documentación.A partir de ese momento yo he tenido el hábito de todo lo que escribo hacerlo en original y con copia, entonces no lo hacía más que en original. Se llamaba Callejón Pontón, porque así se llamaba el primer cuento de ese libro. No pude rehacer ningún cuento.
BGP: ¿Qué consejos usted le da a las nuevas generaciones de escritores o a la gente que tiene vocación o cree que tiene vocación y no encuentra el camino de desarrollarla?
JB: Lo primero que les diré a esos posible escritores es que se esfuercen en aprender a escribir y a hablar correctamente su lengua. A hablarla correctamente, porque hablarla correctamente ayuda mucho para escribirla y escribirla correctamente es indispensable para un escritor. No quiero decir con esto que cuando tenga que hablar un personaje del pueblo campesino, trabajador, haya que poner en su boca palabras que él no usa, de la lengua culta, no, no, que se ponga las palabras que él usa, pero no las palabras que él usa mal usadas, que no se ponga a un hombre del pueblo a decir dar al traste con el sentido que se le está dando aquí. Además, si un hombre del pueblo dice dar al traste, que creo difícil que lo diga, pues entonces ponerlo de tal manera que se aplique correctamente. Pero hay que dominar la lengua porque repito, la lengua es la materia prima del escritor. Así como el sonido es la materia prima del músico y el color es la materia prima del pintor y el mármol o el barro son la materia prima o la madera, son la materia prima del escultor, si el escultor tiene un mármol malo para trabajar no podrá hacer su obra, si el pintor tiene colores malos, si están confundidos, el amarillo no es amarillo sino que es de color de barro y si el negro no es negro sino del color del oro, el pintor no podrá pintar. Así el escritor que no domina su lengua no podrá ser un buen incluso si quiere renovarla con el uso. Además, que lea a los buenos escritores y no solamente a los de este momento, sino que lea también a los maestros, a los viejos escritores, si son extranjeros que los busquen bien traducidos. Si es de teatro que busque las obras de Shakespeare mejor traducidas al español, si lo que quiere es escribir novelas tiene que leer a Dostoievski que lo lea en buenas traducciones, pero que se lea a los grandes escritores antiguos, modernos y actuales y lo mismo a los poetas.
BGP: ¿Usted cree que sus obras de ficciones cumplieron con el papel que entiende debe desempeñar un escritor?
JB: A mí me parece que sí, por lo menos en algunos cuentos. Si no toda mi obra de escritor hay algunos cuentos que sí han cumplido su papel, por lo menos el que yo quise atribuirles.
BGP: ¿Cuál fue el papel que usted quiso atribuirle?
JB: El de que enseñaran al lector que en un mundo hay gente que sufre, que en el mundo hay gente pobre, que en el mundo hay gente que siente, que en el mundo hay gente que lucha, que la vida no es un concierto de satisfacciones y de placeres.
. Entrevista a Juan Bosch/Revista Letra Grande
Durante toda la entrevista: LETRA GRANDE - LG; Profesor Juan Bosch - JB.
LG. Profesor Bosch, ¿cómo ve usted el movimiento cuentístico en la República Dominicana?
JB. ¿Cuentistas? Aquí se produjo un grupo de cuentistas muy apreciable, allá en el año 1965 —entre el 1965 y 1966—, y fue uno de los resultados de la Revolución de Abril. Fue precisamente ese movimiento cuentístico, grupo de cuentistas. Otro de ellos fue un brote fenomenal de arte plástica que ha ido creciendo con el tiempo y ha ido multiplicándose, no sólo en cantidad sino también en calidad. Ahora, el movimiento cuentístico no llegó tan lejos como la plástica. Los escritores que escribieron cuentos en ese momento, con la excepción, tal vez, de Armando Almánzar, se han dedicado a escribir otra cosa, y es una lástima porque salieron muy buenos cuentistas. En este momento recuerdo a Miguel Alfonseca, Abel Fernández Mejía... pero yo no quisiera decir nombres porque como no tengo así, ahora, a la vista las obras de ellos y van y se me olvidan algunos.
LG. A su juicio, ¿han surgido en la narrativa pocos valores dominicanos de la cuentística?
JB. Hay pocos y, en cierta medida, se debe al hecho de que apenas hay dónde publicar cuentos. Pueden publicar en los suplementos de los periódicos, los sábados o los domingos; pero no hay... sin la posibilidad de tener un mercado literario, que un escritor pueda publicar libros de cuentos y vender esos libros, porque el escritor necesita tener el estímulo de un público, de un público que él sepa que existe aunque no pueda decir está compuesto por Fulano, Zutano, Mengana y Perencejo; pero que él sabe que de un libro suyo se vendan 4, 5 ó 6 mil ejemplares. Entonces él sabe que tiene 4, 5 ó 6 mil lectores. Pero en un periódico no, en un periódico sale el cuento de un cuentista y el cuentista no sabe cuánto de los compradores del periódico han leído su cuento o van a leerlo. Hace falta ese mercado que todavía no lo tiene el país. Bueno, hay gente que vende sus libros de cuentos, pero... por ejemplo, en el caso mío, mis libros de cuento se venden por razones de estudio, pero no porque haya un público comprador de cuentos, que vaya a adquirir el libro para leer cuentos.
LG. Profesor, entonces, a pesar de haberse notado un cierto aire de progreso, ¿cree usted que a nuestro pueblo le hace falta mucho por saborear la buena literatura?
JB. Sí, falta. No se ha creado todavía un verdadero público lector de obras literarias, y eso también tiene su explicación. Ha habido un retroceso grande en la enseñanza y por tanto en el aprendizaje de la Lengua. Hoy mismo me decía Petit Houellemont, que es director del Economato de la Universidad (Autónoma de Santo Domingo), que él está sorprendido... se ha sorprendido de ver que los libros de los clásicos de la Legua no se venden; y no se venden, entre otras razones, porque los muchachos no los entienden y no los entienden porque la Lengua no la están enseñando.
LG. Profesor, ¿a qué se debe que los cuentistas de las décadas del 1930 al 1960 muestren una tendencia realista agraria, en tanto que los del 1960 hasta acá muestren una tendencia realista urbana?
JB. Bueno, porque el país era un país agrario totalmente, en término de composición de población. Si tú coges un anuario estadístico, un pequeño volumen que se publica aquí, que se llama La República Dominicana en Cifras, por ejemplo en 1920, en el censo de 1920, la población urbana era el 16.6% y la rural 83.4%; en el año 1935 la población urbana era de 18% y la rural 82%; en el 1950 la población urbana era el 30.5% y la rural de 69.5%, es decir que todavía en el 1960 casi el 70% de la población era campesina; pero eso lo dice el censo; ahora, yo que conozco cómo se hacían los censos en el país, te puedo decir que esos números son realmente falsos. La población campesina era todavía más alta. ¿Por qué? Porque en los censos figuraba como población urbana la de municipios que tenían 200 ó 300 personas, 60 u 80 casas; por ejemplo, Constanza, Las Matas de Farfán, Jánico, Altamira, etc.
LG. ¿Pero cree usted que en eso han tenido que ver una serie de fenómenos sociales, económicos y políticos que se desarrollaron a raíz del ajusticiamiento de Trujillo?
JB. No, no, no tiene que ver eso; lo que tiene que ver es la formación de un centro urbano, importante en el país, que fue la capital. La capital, para cuando mataron a Trujillo, yo no sé qué población tenía; pero yo puedo decirte que cuando mataron a Trujillo, la capital difícilmente tenía 200 mil habitantes y una ciudad de 200 mil habitantes todavía no es escenario para una literatura; en cambio, la capital tiene ahora un millón de habitantes. Fíjate que todavía no ha surgido el cuentista o novelista, digamos, de Santiago, ¿verdad? Y Santiago ya tiene más de 250 mil habitantes. Una ciudad para convertirse en escenario de una literatura tiene que ser una ciudad de más de medio millón de habitantes.
LG. ¿Cómo se explica entonces el caso de Virgilio Díaz Grullón, que perteneciendo al grupo de cuentistas de las décadas de 1930 al 1960, sus cuentos tienen una temática diferente, más bien sus cuentos son psicológicos?
JB. Sí, pero eso se explica por una razón, porque San Pedro de Macorís era un centro urbano, el más importante que tenía el país, el más importante desde el punto de vista cultural; entonces en la capa social en la que se formó Virgilio Díaz Grullón influía mucho ese centro urbano de San Pedro de Macorís. Allí había mucha gente que tocaba piano, allí había centros culturales, literarios, etc.; había un ambiente muy especial y, además, hijo de un poeta, Ligio Vizardi (Virgilio Díaz Ordóñez). San Pedro de Macorís era el más importante centro cultural del país en ese momento... Influyen factores culturales; pero como temática literaria, así para que cualquier escritor escriba sobre un ambiente urbano, no. Fíjate, por ejemplo, en Cervantes, ese gran escritor que era Cervantes, y su novela no es una novela de ciudad, sino una novela de campo: Don Quijote. Y la gran novela latinoamericana de la época del año 1920 ó 30: Doña Bárbara de Gallego, Santa Clara de Gallego, era una novela campesina; pero era por eso, porque ahí estaba la mayor densidad de la población, y, además, allí estaban también los elementos constitutivos de la nacionalidad, más definidos que en la ciudad.
LG. Profesor, ¿cree usted que los escritores en la República Dominicana y en los demás países como el nuestro tienden a buscar una fama sin retribución económica y no mercado para sus obras?
JB. Mira, no es que tienden, es que no hay mercado, no hay mercado para sus obras. Bueno, es un caso excepcional, por ejemplo un Gabriel García Márquez, en Colombia; pero en un país como la República Dominicana todavía no, no hay mercado. Aquí el único escritor dominicano que vive de sus libros soy yo; pero naturalmente, que yo tengo más de veinte títulos, yo he escrito sobre muchas cosas, si fuera a sostenerme de mis cuentos y de mis novelas no pudiera vivir; pero tengo libros de historia, libros de sociología, de política... una cantidad.
LG. Profesor, ¿cuál sería la forma, el camino, para lograr abrir ese mercado, por lo menos en nuestro país?
JB. Bueno, lo primero que habría que hacer en este país es crear el hábito de la lectura literaria y para eso el mejor vehículo, el más idóneo, el único, es la enseñanza de la Lengua y de la Literatura en las escuelas. La situación de la Literatura y por tanto de los literatos en la República Dominicana no es nada halagüeña. Lo que se ve en el porvenir es más bien un retroceso porque cada vez se va haciendo... menos interesante la lengua; se está cayendo en cosas para mí alarmantes. Por ejemplo, hay gente que escribe opinando que la Lengua no debe tener regla, que es el pueblo el que la crea; pero en el caso de la República Dominicana lo que se está haciendo no es creando la Lengua, lo que se está haciendo es descreando la Lengua. En mi caso, por ejemplo, yo tengo un número grande de voces, de palabras, que no uso y, sin embargo, eran de uso corriente, habitual, cuando yo me fui de la República Dominicana, por allá por el año 1937 o a principios del 38... no recuerdo bien; pues hoy yo no las puedo decir porque si las digo nadie me las entiende. Aquí se usaba normalmente, por ejemplo, la palabra alharaca. Hoy nadie sabe en la República Dominicana, nadie de la nueva generación sabe lo que quiere decir alharaca o algarada. Y digo esas dos palabras, pero hay muchas. Incluso yo he tenido que ir modificando mi vocabulario, reduciendo mi vocabulario, para que la gente me entienda, pero es con un esfuerzo muy grande, porque yo sé que la gente que oye mucho radio lee muy poco periódicos, relativamente, y menos libros; pero es porque no entienden. ¿Cuánto puede entender un dominicano promedio de la Lengua Española? ¿Cuántas palabras pueden formar su vocabulario? La Lengua Española tiene 95 mil palabras. Yo no creo que el dominicano promedio use el 20% de ellas.
LG. ¿Quiere dejar dicho todo esto, profesor, que los dominicanos, todos, o las autoridades de turno, deben seguir bregando porque se enseñe la Lengua?
JB. Pero si es a las autoridades a las que hay que empezar por enseñarles la lengua. Sí, no es un chiste. Hay que sentarlos en un banco para aprender la Lengua. Yo me pregunto, por ejemplo, y quiero que esa pregunta mía salga en la revista, ¿qué le importa al Secretario de Educación la Lengua Española? ¿Qué conciencia, qué idea puede tener él de la Lengua Española? Ninguna. No le interesa para nada. Estoy seguro que él nunca se ha sentado a preguntarse a sí mismo, se ha detenido a preguntarse a sí mismo ¿qué es la Lengua?, ¿para qué sirve? ¿por qué tiene él que aprender un idioma? Él ni nadie. Es que en las nuevas generaciones dominicanas es muy difícil que nadie se dé cuenta del significado de la lengua en la vida de un pueblo, y en la vida de un ser humano. Todos los conocimientos, todas las emociones, todos los conceptos se perciben, se reciben a través de la lengua y se almacenan, se acumulan, a través de la lengua y se transmiten a otros a través de la lengua hablada o escrita. Pero si un dominicano corriente no sabe lo que quiere decir la palabra obsoleta, que es una palabra que se usa en todas partes, pero que aquí no se oye nunca, cuando la lee o la oye no sabe lo que dice. Por ejemplo, una expresión tan popular como ésa: tal cosa da al traste con tal otra. Bueno, en la República Dominicana eso se usa para decir todo lo contrario de lo que dice esa frase; pero no digo de la gente de la calle sino de profesores.
LG. Entonces, profesor, ¿estamos retrocediendo, incluso hasta a nivel de nuestros escritores?
JB. Claro, estamos retrocediendo. Si no se enseña la Lengua, ¿el escritor qué materia prima va a utilizar? No puede utilizar más que los conocimientos que él tiene, las palabras que conoce. Esa es su materia prima. Ahora mismo tengo yo un libro en imprenta que tiene unos ocho meses; pero las cosas de imprentas también resultan afectadas por el desconocimiento de la Lengua. Esta tarde fui a la imprenta. El libro tiene notas y el componedor no ha compuesto ni una nota porque él no sabe que en los libros van notas. Tiene la idea de que es para otra cosa. Porque son componedores, son mecanógrafos, pero en su vida han leído un libro y no saben quo los libros llevan notas y tampoco se les ha enseñado lo que es un libro, porque tampoco se enseña en las escuelas dominicanas lo que es un libro y por tanto qué son capítulos en un libro, qué son notas en un libro, qué es un índice en un libro, qué es prefacio, qué es introducción, prólogo. Eso no se enseña aquí en las escuelas.
LG. Profesor, tenemos entendido que usted escribió un cuento infantil por petición de Manuel Rueda. ¿Puede ese considerarse su último cuento?
JB. Yo escribí un cuento que me pidió Manuel Rueda para una colección que está haciendo; pero ya yo no puedo escribir cuentos, no estoy en eso. El último cuento que yo había escrito fue uno que se titula “La Mancha Indeleble”, que escribí en Venezuela el 31 de diciembre de 1959, ó el 1 de enero de 1960... No... 31 de diciembre de 1960 ó 1 de enero de 1961.
LG. Después de 19 años sin escribir cuentos, ¿no ha sentido usted necesidad de escribir?
JB. No. En realidad yo nunca he sido literato, ni he hecho vida de literato. Yo escribía porque era una manera de sustituir, aunque yo no me daba cuenta de eso, lo que a mí me hubiera gustado hacer desde el primer momento, que era la política. Mi vocación no fue la literatura. Aunque empecé a escribir desde niño, mi vocación era la escultura y en cierta medida también la pintura, pero más la escultura. Aunque nunca había esculpido, cuando estuve en España viviendo en Benidorm, fue la primera vez que me puse a trabajar escultura, entonces esculpí unas cabezas. Hay allá, en España, varios amigos que tienen cabezas. Por ejemplo aquí tengo una de mi hijo Patricio que hice allá en España. Pero siempre supe desde niño, siempre supe que eso yo podía hacerlo porque sentía la vocación. Cuando yo conocí a doña Carmen pasábamos por donde habían unas estatuas. La Habana es una ciudad donde hay muy bellas estatuas, y yo a ella le decía: “Mira, Carmen, eso yo lo hago cuando quiera”. ¿Pinturas? Tengo algunas cositas. Cuando escribía el libro del Caribe que me consumió mucho tiempo, entonces yo descansaba pintando algo o modelando.
LG. ¿Esencialmente, profesor, qué lo llevó a escribir cuentos?
JB. No sé. De lo que he estado leyendo sobre el cuento y los cuentistas ahora, relativamente hace poco tiempo, deduzco que el escritor de cuentos, como el escritor de versos, como el escritor de música, tiene una conformación cerebral sui generis o lo tiene todo. El músico percibe la vida a través de sonidos y el cuentista percibe la vida como un todo. Evidentemente su cerebro tiene una conformación que lo lleva a concebir cada hecho completo, como si fuera un universo y por tanto la vida entera como un universo.
LG. En ese sentido, ¿lo ve usted más amplio que la pintura, la escultura, el mundo del cuentista?
JB. No. No lo creo. Yo creo que es distinto, porque hay que darse cuenta, por ejemplo, en la música, lo que significa en la música Mozart. Es un fenómeno, una cosa extraordinaria. En día pasado, oyendo el Concierto de Brandenburgo, le decía a mi hija Barbarita, que oyendo esa música cualquiera que se hubiera colocado en una posición correcta cuando Bach la estrenó, hubiera podido darse cuenta de a dónde podía llegar el hombre...
LG. Profesor, ¿recuerda usted el primer cuento que escribió y el motivo?
JB. El primer cuento no lo recuerdo en detalle. Eran animalitos, lagartos, cucarachas y un pajarito; yo debía tener tal vez 9 años o algo así.
LG. En sus cuentos aparece la muerte en sus diversas facetas. ¿Cree usted que se debe a que en su infancia vio mucha muerte?
JB. Sí, en la República Dominicana, y especialmente en los campos, y en esa región en donde yo viví de niño, la muerte era, diríamos, un compañero constante de la vida de cualquiera. La muerte violenta, la muerte por enfermedad, la muerte por accidente. Uno tenía un amiguito y de pronto le decían que se había muerto. Un niño campesino naturalmente se enfermaba. ¿Quién podía curarlo? Le metían una tizana de semilla de higüero, o las revoluciones, lo que se llamaba revoluciones, eran constantes; las peleas eran también muy constantes.
LG. Profesor, usted ha dicho en otras ocasiones que muy pocos de sus cuentos le gustan, ¿podría decirnos cuáles son esos cuentos?
JB. Me gusta “El Indio Manuel Sicuri”, “Los Amos”, “La Noche Buena de Encarnación Mendoza”, “Mal Tiempo”, “Luis Pie”. Pero “El Indio Manuel Sicuri” me gusta porque me impresionó mucho Bolivia... y en Bolivia el altiplano. Es decir, esa gran pampa que esta a 4 mil metros sobre el nivel del mar. Y me impresionó el paisaje y me impresionó el indio boliviano, el indio de esa pampa, y yo había siempre soñado escribir un cuento en el que el paisaje y el hombre pudieran ser expresados tales coma eran y ese caso se me dio en “El Indio Manuel Sicuri”.
LG. Su cuento “La Mujer” es el que casi siempre ha sido recogido por las antologías hispanoamericanas. Cree usted que “La Mujer” es su mejor cuento?
JB. No, yo no lo creo. Yo creo que “La Noche Buena de Encarnación Mendoza” es superior.
LG. ¿Cuál fue la intención que usted tenía cuando escribió “La Noche Buena de Encarnación Mendoza”?
JB. Bueno, yo quise pintar una página de la dictadura, de como vivía la gente del pueblo dominicano.
LG. Yo pensaba que había sido por encargo.
JB. No. Lo que sucedía era que yo... fíjense, fui un escritor muy afortunado en mi vida. A mí me pagaban los cuentos muy bien; pero en nochebuena siempre me solicitaban cuentos, especialmente la revista Bohemia. Entonces hay varios cuentos míos escritos para la nochebuena; por ejemplo, “Victoriano Segura”, “Rumbo al Puerto de Origen”, que también está entre los cuentos que yo considero buenos.
LG. ¿Y “Luis Pie”?
JB. “Luis Pie”, no. “Luis Pie” yo lo escribí para un concurso. Ganó el premio Hernández Cata. Con el dinero de ese premio me casé.
LG. Profesor, y si le pagaran para que escribiera cuentos, ¿escribiría usted?
JB. No podría. No tengo ya... en fin, eso ya no me llama la atención. Cuando yo llegué a dominar el género literario del cuento, que es muy difícil, seguí escribiendo, pero no porque me gustaba escribir. Pero hoy no. Yo vivo de mis libros y no necesito ponerme a escribir.
LG. Gabriel García Márquez ha dicho en varias ocasiones que usted le enseñó a escribir cuentos. ¿Podría usted decirnos cuándo fue eso?
JB. No. Gabriel García Márquez es verdaderamente un fenómeno de la literatura de la Lengua Española. Yo no creo que en toda la historia de la Literatura Española haya nadie, nadie, comparado con García Márquez. Y él es muy generoso. Él sí vivió durante unos años para la literatura, así, apasionadamente. Yo di un cursillo de ocho conferencias en la Universidad de Caracas sobre el cuento y allí se me presentaron un periodista, que trabajaba en la revista Momento, y su mujer. Yo ya había leído La Hojarasca de Gabriel García Márquez, que fue un libro que me gustó mucho. Pero nunca tuve la menor idea de que ése era el autor de La Hojarasca. Después, muchos años después, recibí una carta en Benidorm, una vez que yo iba a dar una conferencia en la Universidad de Barcelona. Él quería verme en Barcelona. Y yo dije: “¿Márquez? Este era el periodista que iba al cursillo”. Yo estaba escribiendo ese libro (Composición Social Dominicana). Era tarde cuando abrí la carta, y leí la carta. Eran como las 10 de la noche. La guardé y me fui a dormir, pero me levanté como a las 4:30 de la mañana y di un salto y le dije a doña Carmen: “Doña Carmen, pero yo creo que tengo una carta de Gabriel García Márquez, el autor de Cien Años de Soledad, una carta que llegó ayer y leí anoche”, pues salgo corriendo para el escritorio ¡y era de Gabriel García Márquez! Cuando llegué a Barcelona estaba mi agente literaria esperándome en el aeropuerto, me llevó al hotel.. ella había escogido el hotel. Yo tampoco sabía que ella era la agente literaria de Gabriel García Márquez y entonces me dijo: “Hay una persona que le espera en el hotel”. Era Gabriel García Márquez. Yo le dije: “¿Pero tú no eras un venezolano Márquez, que estuviste en una conferencia, en un cursillo, que yo di en el año 60 en la Universidad de Caracas?” Y me dijo: “Sí. Y tengo sus notas, y cada vez que voy a escribir un cuento leo sus notas”; todas las notas que había tomado cuando fue a esa conferencia. Pero los cuentos de Gabriel García son formidables. ¿Qué pasaba? Yo conocía el oficio, y él, todavía, cuando fue a esa conferencia, no conocía el oficio del cuentista. Pero los cuentos de Gabriel García Márquez son formidables. ¿Pero cómo voy yo a ser maestro de un hombre así? Pero yo ya conocía el oficio, porque a mí me sucedió que tuve que estudiar el cuento por mí mismo, solo, porque no había nadie que me pudiera enseñar. Lo que había eran algunas cositas. Lo de Quiroga no es más que un decálogo: diez líneas, yo diría que muy abstractas. Todavía hoy, por ejemplo, ahora cuando yo fui a Cuba me encontré conque en Cuba se está dando en las escuelas mi ensayo sobre el cuento. El ensayo sobre el cuento se está dando porque no hay. Yo encontraba algunas cosas. Por ejemplo, que Rudyard Kiplin decía: “A mí me ha costado más trabajo quitar palabras, después que escribo, que escribirlas”; pero cosas así, sueltas, pero no bahía nada concreto; algunas cosas que había en las escuelas literarias que habían en los EE.UU., de esas escuelas que dicen: aprendan a escribir novelas, escribir cartas, escriba por correspondencia; pero esas cosas son muy formales, muy tontas, no dicen nada. Entonces, claro, yo tenía el conocimiento del oficio porque lo adquirí con muchos años de trabajo y él no lo tenía; él empezó como novelista, había escrito algunos cuentos; después, ya se dedicó más al cuento.
LG. Profesor, ¿podría usted hablarnos de las influencias que usted tuvo? Tengo entendido que para ese entonces a la República Dominicana no llegaban muchos libros.
JB. Bueno. Pero fíjate, aquí había el Listín Diario. Distribuía los domingos un suplemento que se hacía en Nueva York, que no era del Listín, era de varios periódicos de América Latina, y en ese suplemento venían cuentos de cuentistas latinoamericanos, y esos cuentos a mí me impresionaron mucho. Más tarde, aquí había un español de apellido Sánchez que vendía libros chilenos, y recuerdo que los llevaba amarrados, con una cabuya, por las calles. Entre esos libros venían de cuentos de autores rusos y Rusia dio muchos cuentistas, y algunos muy buenos: Alexandro Kuprin, cuyo nombre no se conoce hoy aquí; Antón Chejov... Habían muchos... Rudyard Kipling... Sherwood Anderson, muy buen cuentista norteamericano, lo leí mucho. En realidad, lo que yo creo que incorporé al cuento fue el problema social, la temática, y eso, no en todos los cuentos, sino en algunos, y eso puede haber sido lo que me dio fama de cuentista; eso y el hecho de que cuando yo escribía no había cuentistas de la Lengua Española. Entonces, claro, tenían que decir que yo era bueno porque no había otro.
LG. Profesor, ¿cuál es la labor más importante, en el campo intelectual, que usted está realizando?
JB. Bueno, yo creo que es la explicación materialista de la historia dominicana y no solamente de la historia, sino de la sociedad dominicana. Por ejemplo, hasta ahora ningún sociólogo de los países del tercer mundo, y la República Dominicana es un país tercermundista, se ha dado cuenta de que en estas sociedades hay capas de la pequeña burguesía que no las hay en Alemania, Francia, Inglaterra, etc., y esas capas de la pequeña burguesía son... por ejemplo en la República Dominicana yo identifico cinco capas: la alta, la mediana, la baja, la baja pobre y la baja muy pobre, y las tres últimas forman el grueso de la población dominicana, la mayor parte de la población. Entonces hay una cantidad de fenómenos, de acontecimientos, e incluso de posiciones, hasta esto que hablamos ahora mismo, que se explica en el análisis de la sociedad dominicana por la abundancia de esas capas más bajas de la pequeña burguesía, y de eso no se han dado cuenta a tal extremo que por ejemplo Oscar Hewis escribió un libro que ha sido muy famoso, muy comentado, hasta una película se está pasando en los cines de Santo Domingo: Los Hijos de Sánchez. Es un retrato hecho a través de entrevistas grabadas de una familia mejicana. Como digo, ese libro fue muy célebre, pero ni su autor, ni los que han comentado ese libro, se han dado cuenta de que esa familia Sánchez, era una familia de la baja pequeña burguesía pobre de México. Porque esa capa social no ha sido identificada en nuestros países... entonces la califican como una familia proletaria. Eran bajos pequeños burgueses pobres, y los hay en la República Dominicana muy pobres. Yo creo que eso es un aporte que algún día tal vez se reconozca, pero si no se reconoce qué le vamos a hacer..
Entrevista publicada en la Revista Letra Grande. Año I, Núm. 1, Febrero de 1980
. Entrevista al Presidente Juan Bosch realizada por la Revista ¡Ahora! mientras ejercía la presidencia de la República en 1963
“La Organización de Estados Americanos no tiene respaldo popular en la América Latina, y sin respaldo popular carece del vigor político que necesita un organismo de su tipo”, declaró el Presidente Juan Bosch en entrevista exclusiva para ¡Ahora!
Al mismo tiempo, el Presidente de los dominicanos dijo que ese organismo internacional “no responde a las necesidades del hemisferio en el momento actual ni es un instrumento idóneo para resolver los conflictos continentales”.
Bosch respondió así a siete preguntas que les fueron formuladas por escrito, y que trataron sobre los siguientes puntos:
.- Sobre la posible reducción de los impuestos arancelarios;
.- Acerca de la supuesta limitación a la libertad de expresión;
.- Legalización del Partido Comunista en el país y su opinión al respecto;
.- Irregularidades administrativas en la Azucarera Haina C. por A.;
.- Establecimiento de sanciones colectivas a aquellos países que padecen la dictadura;
.- Eficiencia de la OEA en la crisis dominico-haitiana y si ese organismo es el mejor esfuerzo logrado por las naciones americanas para lograr soluciones de crisis entre países latinoamericanos.
A continuación, el texto completo de la entrevista con el Presidente Juan Bosch.
¡Ahora! - En una entrevista concedida para esta misma revista usted dijo que se había formado una comisión para estudiar la posible reducción de los impuestos arancelarios. ¿ a qué altura están los trabajos de esa comisión?
Juan Bosch - Hablé de una comisión para unificar científicamente los impuestos arancelarios, no para rebajarlos, aunque como es claro muchos de los impuestos serán reducidos y probablemente otros serán subidos para ajustar el sistema tributario a la actual situación de desarrollo del país.La comisión que está estudiando esa unificación de los impuestos arancelarios, y de otros, trabaja desde hace más de un mes y nos entregará sus conclusiones a mediados del próximo mes de julio.¡Ahora! - Señor Presidente, voceros de la oposición han dicho que su gobierno está tratando de coartar la libertad de expresión a través de la Ley de Expresión del Pensamiento. ¿Cuál es su opinión sobre tal afirmación y la mencionada ley?Juan Bosch - Me gustaría saber cuál es su opinión, como periodista en funciones, sobre la falta de libertad de expresión que hay en la República Dominicana. ¿Cree usted que aquí se coarta la libertad de expresión?¡Ahora! - En la campaña electoral del PRD voceros de ese partido dijeron que estaban de acuerdo con la legalización del Partido Comunista, ¿sabe usted si ese partido mantiene el mismo criterio, o si personalmente usted está de acuerdo con su legalización?Juan Bosch - Yo no recuerdo que el PRD hablara de ese tema. Sí recuerdo que el Dr. Viriato Fiallo dijo que era partidario de la legalización del Partido Comunista. Por tanto, creo que esta pregunta debería hacérsela al Dr. Fiallo.¡Ahora! - ¿A qué altura se encuentran las investigaciones de la Azucarera Haina C. por A., sobre las irregularidades administrativas ocurridas en esa empresa durante el gobierno del Consejo de Estado?Juan Bosch - A la altura en que las dejó el Consejo de Estado. Yo recibí una enorme cantidad de papeles escritos de los cuales podían sacarse conclusiones personales pero ninguna prueba legal para perseguir ante los tribunales a nadie. Sin embargo, el hecho es que los azúcares nacionales estuvieron vendiéndose hasta el propio día 26 de febrero por debajo de los precios de los mercados mundial y norteamericano. Donde quiera que nosotros hemos encontrado la menor prueba de fraude hemos procedido radicalmente, hasta donde ha sido posible en aquellos casos en que no había materia legal, y donde ha habido materia legal hemos ido hasta el estrado de la justicia.¡Ahora! - ¿Considera usted que deben aplicarse sanciones colectivas a aquellos países de regímenes dictatoriales, tal como se hizo con Trujillo en el 1960 en la Sexta Reunión de Cancilleres?¿Cree usted que la Organización de Estados Americanos (OEA) constituye el mejor esfuerzo logrado hasta el momento por las naciones americanas, pese a sus múltiples limitaciones para lograr soluciones de crisis entre países latinoamericanos?¿Estima usted que la OEA ha sido eficiente en las crisis que ha padecido la República Dominicana desde 1960 a esta fecha?Juan Bosch - Contesto juntas las tres preguntas referentes a la OEA con las siguientes palabras: En el momento actual, la OEA no responde a las necesidades del hemisferio. Tuvo algunos aciertos en el pasado pero ahora no es un instrumento idóneo para resolver los conflictos continentales. La OEA no tiene respaldo popular en la América Latina, y sin respaldo popular carece del vigor político que necesita una organización de su tipo.