MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES
Mostrando entradas con la etiqueta Brasil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Brasil. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de junio de 2015

El santo Monseñor Helder Camara

Por: Frei Betto

Foto: Alexandre Belem/JC Imagem Data: 1995 Assunto: (foto de arquivo) RELIGIAO - Dom Helder Camara.
Dom Helder Camara en 1995. Foto: Alexandre Belem / JC Imagem.
Roma autorizó este mes a la arquidiócesis de Olinda y Recife iniciar el proceso que podría llevar a la Iglesia Católica a reconocer y dar culto a Dom Helder Camara (1909-1999) como santo.
Le conocí cuando era obispo auxiliar de Rio de Janeiro, a comienzos de la década de 1960. Hombre de muchos talentos, se encargaba también de la Acción Católica, movimiento que agrupaba el llamado A, E, I, O, U (JAC, JEC, JIC, JOC, JUC).
Además de los años en que participé en la dirección nacional de la Acción Católica, conviví con Dom Helder durante su último período de vida; cada año yo daba una charla en Recife, en la Semana Teológica. Y nunca dejaba de visitarlo en la iglesia de las Fronteras, donde residía él.
Hombre de baja estatura y frágil, tenía curiosas características: apenas se alimentaba. Comía como un pajarito. Y tenía un extraño horario de sueño: se acostaba hacia las once, se levantaba a las dos de la madrugada, se sentaba en una silla-balancín y se entregaba a la oración. Era, según decía él mismo, su “momento de vigilia”. Rezaba hasta las cuatro, dormía otra hora y se levantaba para celebrar la misa.
En la década de 1960 Dom Helder encabezó en Rio de Janeiro la Cruzada San Sebastián, proyecto de desfavelización creado por él. No cuajó; lo cual le llevó a combatir las causas de la pobreza.
De espíritu amigable, allá donde iba juntaba a la gente en torno de él. Fue quien originó la CNBB, inventando las conferencias episcopales, y el CELAM, el consejo de los obispos de América Latina.
Esos organismos, que en cierta forma descentralizaron la Iglesia romana, salieron de la cabeza del obispo que, para desgracia de los militares golpistas, fue nombrado arzobispo exactamente en 1964. El Papa lo nombró para Sao Luis, pero días después le transfirió a la arquidiócesis de Olinda y Recife, en la que permaneció hasta su muerte.
Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) lideró el Pacto de las Catacumbas, por el que innumerables obispos se comprometieron con la “opción por los pobres”, dando origen a esa porción de obispos que más tarde se identificarían con la Teología de la Liberación. Nominado en 1972 para el Premio Nobel de la Paz, Dom Helder no ganó el premio por dos razones: primero por presión del gobierno Médici. La dictadura se hubiera visto muy cuestionada en su imagen al exterior en caso de que hubiese ganado. Incluso dentro del Brasil Dom Helder era considerado “persona non grata”. Censurado, nada de lo que el “obispo rojo” hablaba era reproducido o señalado por los medios del país.
La otra razón: los celos de la Curia Romana. Esta consideraba una falta de delicadeza, por parte de la comisión noruega del Nobel, el conceder a un obispo del Tercer Mundo un premio que antes debiera dársele al papa…
El gobierno militar, temiendo que le pasara algo a Dom Helder y la culpa recayera sobre la dictadura, envió delegados de la Policía Federal a ofrecerle protección. Dom Helder contestó: “No necesito de ustedes, ya tengo quien cuide de mi seguridad”. “Pero usted no puede tener escoltas privados. Para tenerlos es necesario registrarse en la Policía Federal. Debemos de conocerlos nosotros y autorizar el uso de armas. ¿Quién cuida de su seguridad?” Dom Helder replicó: “Son tres personas. Pueden anotar: Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Incomodaba al gobierno el ver desmoralizada por Dom Helder la imagen que la dictadura quería proyectar del Brasil en el exterior. Él siempre resaltaba que, si el gobierno deseara probar que él mentía, entonces que abriera las puertas del país a fin de que comisiones internacionales de derechos humanos vinieran a investigar, como hizo la dictadura de Grecia.
El golpe más cruel que la dictadura le dio a Dom Helder fue el brutal asesinato de su asesor para la juventud, el P: Antonio Henrique Pereira Neto, de 29 años, en marzo de 1969, en Recife.
Dom Helder solía repetir: “Si hablo de los hambrientos, todos me llaman cristiano; si hablo de las causas del hambre, me llaman comunista”.

Frei Betto
Teólogo brasileño y uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación. Es el autor del libro “Fidel y la Religión”.

jueves, 29 de enero de 2015

Frei Betto recordando a García Marquez

Gabo en La Habana

Por: Frei Betto
Gabo, amigo íntimo de Fidel Castro
García Márquez, Mercedes Barcha y Fidel Castro.
Mi último encuentro con Gabriel García Márquez y Mercedes, su mujer, fue en La Habana el 11 de diciembre del 2008. Él parecía cansado y ya mostraba señales de la enfermedad que lo abatiría.
Lo conocí en la capital de Cuba en febrero de1985. Le pregunté si ya había terminado su última novela, El amor en tiempos del cólera.
–Terminé el texto lineal. Ahora trabajo en los detalles.
Gabo le había enviado el texto a Fidel, que poco después llegó a la casa donde nos encontrábamos. Ansioso, le preguntó al Comandante si ya había leído el original.
–Sí, y con mucha atención –dijo Fidel. Y descubrí un craso error.
Gabo se puso lívido.
–Escribes que un barco salió de Cartagena transportando toneladas de oro. Hice algunos cálculos, y deduje que un barco de aquella época, totalmente de madera, se hubiera hundido en el mismo puerto.
En noviembre de 1985 Gabo me llamó a la casa de protocolo 61, donde se refugiaba para escribir, y me enseñó su discurso de apertura para el Congreso de intelectuales. Una irónica y divertida historia de los congresos.
–Te sugiero resaltar el múltiple aspecto de la cultura popular en América Latina –le sugerí. Como cultura de resistencia, solidaridad, protesta, juego y fiesta.
Me hizo subir al segundo nivel de la casa, encendió su Macintosh y añadió mi sugerencia al texto.

–¿En qué momento del día prefieres escribir?, le pregunté.
–Por la mañana, después de bañarme, vestirme y tomar una taza de café.
Era la primera vez que yo veía un computador con la marca de la manzana. Quedé maravillado ante semejante máquina. Él me enseñó cómo funcionaba e insistió para que yo comprase una. Después le “robó” a Mercedes un ejemplar de su novela El amor en tiempos del cólera, que iba a ser lanzada en breve, y me lo regaló con una dedicatoria.
En julio de 1986 participé en La Habana en una recepción ofrecida por Fidel a un Jefe de Estado de África. A las 3 de la madrugada Gabo y yo dejamos al Palacio de la Revolución y cada uno se dirigió a la casa donde se hospedaba. Media hora después, cuando ya me había dormido, sonó el teléfono de la cocina. Fui a atenderlo:
–Compañero, le llamamos de la casa de García Márquez –dijo una voz anónima. Está yendo para ahí.
¿Por qué Gabo venía a mi encuentro a aquella hora? Esperé 20 minutos, muerto de sueño. Ningún premio Nobel vale el precio de mi sueño. Como no apareció, volví a la cama después de dejar la puerta de la casa entornada.
A la mañana siguiente me informaron que en la casa de Gabo habían recibido una llamada de alguien que dijo: “Frei Betto pide que vaya urgentemente a su casa”.
Al contrario que yo, que regresé a dormir, Gabo atendió la llamada y permaneció hasta las 7 de la mañana en la barandilla de la casa donde yo me hospedaba, conversando con amigos que me acompañaban en el viaje.
Nunca entendí por qué los fantasmas de la madrugada intentaron mantenernos despiertos y juntos… Gabo podría haber aprovechado el extraño episodio para uno de sus primorosos cuentos.
———

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...