MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

viernes, 29 de junio de 2012

CENTRO O PERIFERIA : MERCADO MUNDIAL Vs.. SOBERANÍA REGIONALES


Cada vez más “capacidad” para modificar el hábitat resulta en cambio incapaz de, a su vez, no destruirlo. ¿Podemos los humanos, vivir, sobrevivir sin hábitat natural? Parece una pregunta tonta, y sin embargo, hay quienes están proyectando cómo hacerlo. Ése es el reto para la humanidad. Reto que se ha ido formando desde hace ya tiempo, y que las sociedades concretas se han negado a asumir.

  Veamos, siquiera someramente, rasgos dominantes del centro planetario, constituido fundamentalmente por países enriquecidos, es decir los ajenos al destino colonial (aunque tales sociedades no incluyan por cierto a todos sus habitantes).(1) En una palabra, nos referimos al circuito globo colonizador, fundamentalmente matrizado, configurado desde mediados del s.XX, por la élite de poder de EE.UU. y cada vez más -desde el 11 de setiembre de 2001- por el binomio geopolítico EE.UU.-Israel, cada vez más inseparables, amén de las capas “integradas” de los ya mencionados países enriquecidos, más los circuitos -mucho más restringidos-, de las élites globalizadas de los países empobrecidos.

  Tal vez el rasgo más característico, estructuralmente necesario para la rentabilidad y verificable en este último medio milenio sea el de la tendencia sostenida al aumento de escala para la producción junto con la expansión. Se trata de una expansión no lineal sino progresiva, que va expandiendo no sólo la producción, los mercados y sus modalidades, sino también el ritmo con que se produce la misma expansión.
Enumeremos algunos de tales rasgos:

- unidades productivas, de aprovisionamiento y procesamiento, cada vez más grandes y consiguiente consumo creciente de materias primas y recursos, 

- inversión de las relaciones entre economía y finanzas y entre ciencia y tecnología,

- contrarreforma agraria en marcha, despoblamiento de campos, unidades de producción agraria o agropecuaria cada vez más extensas e industrializantes (aun cuando no debería confundirse la elaboración de ladrillos o botones con la crianza de cerdos o plantas)

- megalopolización urbana y contaminación cada vez más fuera de control,

- deterioro de la calidad de los productos cada vez más masivos, compensados por su mayor accesibilidad y recambio más o menos permanentemente acelerado; obsolescencia programada.


  Unidades productivas

  Detengámonos un momento en el primer ítem, focalizando un par de ejemplos; pesquería y cría de los animales de mayor consumo.

  Pesca. La humanidad se ha nutrido desde tiempo inmemorial de peces y seres vivos acuáticos. Se estima que el 60% de las proteínas animales consumidas por la humanidad ha provenido, históricamente, de la pesca. El otro tercio de proteínas animales ha sido provisto por los animales de tierra o aire. Aves, cérvidos, liebres, cabras, vacas, cuises, y el larguísimo etcétera que va variando de región en región. La pesca se ha estado industrializando desde hace siglos. Y “perfeccionando” sus técnicas al punto que al día de hoy, con sus redes de arrastre, sus bombas de profundidad y tantos otros recursos, los pescadores están en condiciones técnicas de vaciar el mar. Cada mar que “visitan”.

  Sería un éxito deslumbrante si no fuera por el pequeño detalle de que la pesquería está logrando así serruchar la rama donde está asentada.

  Sus técnicas de arrastre son tan “perfectas” como para no dejar intocado los fondos marinos. Que son, precisamente, la base nutricia de muchísimos circuitos vitales. Las redes son tan rendidoras que no perdonan ni siquiera a los más pequeños peces, puesto que los barcos engullen los peces grandes para comida humana y los pequeños como masa nutricia para animales criados o cultivados por el hombre, peces en estanque incluidos.

  Tanta calidad técnica y ceguera natural o crisis del sentido común, ha hecho que la pesca haya desaparecido por ejemplo de todo el entorno europeo. El Mar Mediterráneo, otrora asiento de apetitosos atunes y tantas otras especies que han alimentado milenariamente a las poblaciones costeras, es ahora poco más que el sumidero de los desechos de los países que lo circundan. El Báltico, por ejemplo, está tan contaminado que sus especies marinas han disminuido dramáticamente su fecundidad. La reproducción es bajísima y menguante. Por estar interconectado no desaparece, como el mal llamado Mar de Aral (el sexto lago más grande del planeta, hoy reducido a una charca salobre gracias al milagro soviético); permanece, pero cada vez más sin vida.

  Desde hace unos años, las dotaciones pesqueras europeas se dedican a saquear las costas africanas, como la somalí, donde la impunidad es grande por la falta de un estado local en condiciones de defenderse, pero también la de otros estados que tienen como dieta básica el pescado, como por ejemplo Namibia, que ve raleada su pesca por las incursiones de ultramar.

  Pero como la “perfección” técnica, el alcance depredatorio en suma, no se ha abandonado, sino que, por el contrario, sigue en pie, en auge, sacrificando a los pescadores locales robándoles las pescas, por ejemplo, mar adentro (con lo cual no llegan los peces a las costas), el destino de la pesca planetaria es su desaparición. Y con ella, la ingestión principal de proteínas de la humanidad.

  Ya imaginamos el festejo de algunos laboratorios produciendo pastillas de? 3 u ? 6 “para todos”…

  Y nos hemos limitado a hablar de los desarrollos técnicos propiamente pesqueros. Sin mencionar, por ejemplo, que la plastificación de los mares, gracias a la invasión de otra industria -la petroquímica- ha significado el crecimiento en progresión geométrica de microorganismos adheridos a los restos plásticos que se van depositando de a poco en los fondos marinos reteniendo el oxígeno de las aguas superficiales y a la vez bloqueando los circuitos bióticos de esos fondos marinos que vimos ya tan maltratados…

  Avícola y suina. Veamos ahora un par de casos relativos al primer rasgo enumerado, el del agrandamiento sostenido de las unidades de producción, en el caso de cerdos y aves.

  Como se describe en muchísimos documentos, el tratamiento dispensado a animales destinados al consumo humano es de una indiferencia y crueldad sin límites. Pero tanta “eficiencia” tiene su rebote; estamos dañando nuestra salud.

  “[…] que se apliquen verdaderos procedimientos industriales para la «fabricación» de animales. Gallinas, vacas, borregos, conejos y todos aquellos animales que los estándares occidentalizadores determinen como comestibles, son tratados como grabadoras o DVD’s, hechos en serie. Las granjas se han convertido en verdaderas factorías en las cuales a los animales se les maneja igual que a metros de tela destinados a confeccionar vestidos. Mediante artificiales procesos hormonales y genéticos, se les obliga a sobre-reproducirse, se les alimenta con sus propios excrementos y cadáveres «enriquecidos», se les apretuja en reducidísimas áreas, se les transporta hacinados, ahogándose con su propio calor y sudor, y se les sacrifica bárbaramente […].” (2)

  En esas condiciones “de vida” la expansión de enfermedades, de pandemias, es también veloz y fulminante. Desde hace unos años, nos enmudecen y atemorizan con la “gripe aviar”, la “influenza porcina” y otras plagas “bíblicas”.

  La referencia al “aprovechamiento de todo” es una curiosa perversión de una conducta tan cara a la producción orgánica, de no producir desechos.

  En el caso de los establecimientos hiperindustrializados, el afán de no desperdiciar nada en un proceso productivo que no se basa en la salud de los integrantes ni en pasos depurativos de compostado, ni en biodegradación aeróbica o anaeróbica ni en cadenas alimentarias biológicamente reconocidas, sino en el afán de no perder “ni un gramo de ingredientes” ha llevado, por ejemplo, a alimentar animales herbívoros con restos cárnicos. Tal fue el origen ya archisabido del llamado “mal de las vacas locas”. Como exponente, dada su gravedad y ramificaciones mediatas, alcanza y sobra, pero bueno es saber que se trata apenas de un ejemplo entre tantos.

  En agosto de 2010, se retiraron en EE.UU. 500 millones de huevos infectados o potencialmente infectados con salmonelosis. Todos provenían de apenas dos establecimientos pertenecientes, en rigor, a un único propietario.(3) DeCoster. Por supuesto, los huevos lucían en las góndolas como provenientes de distintos “competidores” en el mercado, porque llegaban o iban a llegar al consumidor, como habitualmente, con muy diferentes marcas y envases.

  Pero la fábrica en cuestión, trabaja en régimen como de zona franca, es decir sin leyes ambientales ni laborales, a discrecionalidad contra los asalariados y fundamentalmente contra las asalariadas. “En 2002, la compañía de DeCoster pagó un millón y medio de dólares para llegar a un acuerdo en referencia a una demanda legal presentada por la Comisión Federal de Igualdad de Oportunidades Laborales en representación de mujeres mexicanas que informaron haber sido sometidas a acoso sexual, incluso violación, abusos y represalias por parte de sus supervisores.” DeCoster es un ejemplo práctico de las observaciones filosóficas de K. Marx. Todo se cosifica: los animales, los asalariados, los clientes.

  Esta epidemia se frenó. ¿Cuántas nos llegan y luego, en cada hospital, cada médico irá diagnosticando una patología, por supuesto de origen desconocido?

  Pensemos en que las unidades de producción de animales de granja eran antes por decenas y ahora lo son por miles o millones. Un cambio cualitativo en su tratamiento se ha introducido con la gran industria, un cambio de escala donde pierde el hombre su cualidad humana y el animal la suya animal.

  EE.UU. ha mantenido un consumo de cerdo bastante estable en las últimas décadas, en todo caso aumentado junto con el propio aumento demográfico de población. De unos 50 millones de cerdos carneados anualmente a mediados del s.XX ha pasado a unos 65 millones hacia el cambio de siglo.

  Pero reparemos en la transformación que tiene que haberse operado en el cómo. De tener alrededor de dos millones de establecimientos que carneaban unas pocas decenas de cerdos por año cada uno, a tener apenas miles de establecimientos que carnean varios miles de cabezas anuales cada uno. Esto significa un enorme y brutal cambio en el cuidado y la atención de los animales. Industrialización, estandarización y cambios sustanciales en la dieta. Lo patógeno también cambió de naturaleza y ritmo: han aparecido plagas, que se han “universalizado”: las “enfermedades en serie” se reproducen incontenibles.(4)

  En el caso de las gallinas y pollos, se crían “paralíticos” para que no gasten energía en movimiento, con lo cual además hay que sellarles el pico, haciéndolo romo para evitar que se picoteen entre sí en la desesperación de sus cubículos, y en el caso de las ponedoras, para que no picoteen los huevos que acaban de poner. Los establecimientos avícolas “modernos” lidian con millones de ejemplares.

  El estiércol resultante de tales “establecimientos fabriles” ya no es fácilmente incorporable a la tierra donde serviría de abono extraordinario y natural de próximos cultivos. Ahora, las deyecciones de millones de aves ya no cumplen papel alguno en los ciclos de rotación y fertilización de la tierra. ¡Para eso están los laboratorios! En su lugar, van creando lagos de mierda en las proximidades de los establecimientos, y los habitantes de las localidades vecinas atestiguan que los campos apestan las 24 horas. En el norte de Alemania, la cría industrial avícola ha generado tal problema “olfativo” que los traficantes de tales carnes han encarado su “solución”.

  No piense el lector que hay en esto atisbo de autocrítica, reconocimiento de las virtudes alimentarias de lo local, por ejemplo. No, sencillamente una solución pragmática, volcada a la modernidad. Así como cuando tales concentraciones de animales generaban una locura generalizada en ellos y aumentaba muchísimo la agresividad, no se le ocurrió a ningún criador volver a dimensiones menos monumentales, criando animales que gozaran relativamente de su vida, sino sencillamente serrucharon los picos de las gallinas, ante el problema olfativo, los emprendedores del ramo organizaron tales establecimientos con sus millones de animales en pre-matadero en Brasil, en la costa noratlántica –para abreviar fletes– y que los pollos lleguen a Alemania ya listos para el consumo, eviscerados, sin plumas y sin tener que soportar la población –alemana, claro–, el olor “colateral” de la mierda. Carecemos de datos sobre si los establecimientos en Brasil tienen vecinos.

  Este sistema agroalimentario no es eterno. Tiene, por el contrario, escasísimas décadas. Sobreviene con la hipertecnificación de los procesos industriales y el “aprovechamiento industrial” de todos “los elementos constituyentes”.

  Así remataba la oenegé GRAIN un informe donde desnudaba el verdadero origen de la gripe aviar; el sistema industrial de cría de animales:

  “Una interrogante candente es por qué los gobiernos y las agencias internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no hacen nada para investigar cómo las granjas industriales y sus productos, tales como estiércol y raciones, extienden el virus. Por el contrario, están usando la crisis como una oportunidad para profundizar la industrialización del sector. Se multiplican las iniciativas para prohibir la producción de pollos al aire libre y eliminar a los pequeños productores, y reponer las granjas con pollos genéticamente modificados. La red de complicidad con una industria involucrada en una sarta de mentiras y encubrimientos parece completa.

  "Los campesinos están perdiendo sus medios de vida, sus razas de pollos nativos y están siendo expulsados del mercado, y algunos expertos dicen que estamos al borde de una pandemia humana que podría matar millones de personas […]. "¿Cuándo se darán cuenta los gobiernos que para proteger a los pollos y a las personas de la gripe aviar, necesitamos protegerles de la industria avícola mundial?"(5)

  Aunque el nudo problemático que plantea el texto de GRAIN es preciso, su pregunta es ociosa si pensamos en la FAO. Desde hace ya mucho tiempo esta comisión de la ONU, como el PNUD, el PNUMA, la OMS, el PMA, se dedican a legitimar el sistema con su modelo productivo de grandes consorcios transnacionales, aceptando el paradigma del capitalismo monopólico, como si fuera lo único que puede hacer funcionar al mundo, como si se tratara de una ley celeste de rotación y traslación de planetas y no de capitales; como si eso no revelara, sencillamente, que las comisiones técnicas de la ONU pertenecen a los privilegiados del mundo.


  Inversión de relaciones. Financierización de la economía

   Hagamos una única referencia a otro de los rasgos señalados; el de la mencionada financierización.

  Es absolutamente necesaria una crítica a fondo de los conceptos fundantes de los que todavía hoy llamamos “economía”; una trama de conceptos de rendimiento, productividad, beneficios, amparada en la internalización de costos, valida de proyectos de impacto ambiental totalmente adocenados, legitimados por agencias gubernamentales estadounidenses, y por lo tanto con una geopolítica nacional, pero que fungen como si fueran internacionales, como es el caso del FMI, el BM y la USAID (esta última no se declara “internacional”, aunque su denominación “Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional” merecería rebautizarse como “Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU.).

  Estos “asesoramientos” avalan de manera falaz el adueñamiento de bienes comunes a la humanidad, “abaratados”, como bien señala Javier Rodríguez Pardo,(6) mediante la denominación de “naturales” y mercantilizables mediante el artilugio de considerarlos recursos apropiables.

  Pero encima de una construcción ideológica y selectiva de la ciencia económica está el hecho radical, avasallante, al parecer irreversible, de que la economía se va satelizando cada vez más ante los movimientos financieros, verdadero nervio motor de la producción y el intercambio actuales.

  Lo financiero era en siglos pasados, el apoyo, el complemento de las transacciones económicas. Pero hoy “reina” como elemento protagónico. Da vergüenza ajena escuchar a políticos exaltar el PNB como referencia de progreso o calidad de vida. Y si el político es “de izquierda”, da pena, además.


  Señorío de la tecnologización; servidumbre de la ciencia

  Así como la economía y las finanzas han invertido sus roles, así ha pasado con la ciencia y la técnica: ahora la ciencia está al servicio de la técnica, es decir de las corporaciones que promueven (sistemática y permanentemente) nuevas técnicas, nuevas configuraciones tecnológicas como una forma de dominio cultural, ideológico, político y finalmente material. La que se suponía protagonista, dueña de la situación; la ciencia, es en realidad su servidora, es decir se desarrolla al “amparo” de grandes corporaciones. También fructifica en el ámbito universitario, pero ése es el sector menos dinámico. También, finalmente, en las cabezas de científicos independientes, pero éstos son los menos.

  La disciplina que tenía el rol accesorio, se ha convertido en el eje de las actividades tecnocientíficas, en el motor del “sistema económico”. La tecnología está cada vez más configurada en enormes consorcios civiles (casi siempre comerciales) o militares.

  Volvamos, a la cuestión de las dimensiones de las unidades productivas. Un corolario de la tendencia al aumento de escala productiva es la consiguiente tendencia al catastrofismo cada vez más propicio, inherente a la intensidad y concentración del capital. De lo cual la rotura en la perforación de BP en el Golfo de México es buen ejemplo. Junto con ello, ciertamente se acrecientan los medios tecnológicos para enfrentarlos. El rescate de los 33 mineros en Copiapó, Chile, sirve claramente de ilustración de ambos aspectos.

  Es cierto que gracias a nuevos vehículos y dispositivos de penetración del suelo y la roca, los mineros pueden sufrir un accidente y quedar aislados a más de 700 metros de profundidad. Pero también es cierto que no bien detectados vivos, en muy poco tiempo, en 24 horas se pudo trazar y enviar una sonda, y en unos dos meses se los pudo rescatar mediante la ya famosa cápsula que transitó por el túnel vertical taladrado con enorme precisión. La sonda permitió la sobrevida, haciéndola incluso llevadera, en esos dos meses. Y lo demás, ya lo vimos todos.

  Los desarrollos tecno científicos permiten “proezas” cada vez mayores, tanto en los avances como en su remediación cuando se hace necesaria. El ser humano es cada vez más capaz de:

• pulverizar montañas para llevar adelante la llamada mega minería,

• perforar napas geológicas, 
• explotar petróleo submarino,
• establecer plantíos transgénicos en una escala sin precedentes,
• hacer fumigación aérea de enormes extensiones,
• efectuar desmontes masivos de millones de ha (algo que habría llevado antes décadas y que ahora se hace en una estación),
• expansión planetaria del automovilismo con la consiguiente contaminación atmosférica. Planes y diseños para vehículos no contaminantes, no movidos sobre la base de combustibles fósiles, por diversas razones -comerciales o ecológicas- no han prosperado,
• elaborar energía nuclear, con su problemática irradiación, tanto en la extracción como en su deposición “final”.


  Señalemos siquiera someramente el ejemplo del automovilismo. Se han desarrollado vehículos cada vez más rápidos; andar a más de 200 km. por hora, con los consiguientes riesgos, pero también con el recurso del air-bag y la ventaja de “acercar” las distancias, aunque sólo en las cuidadísimas rutas del Primer Mundo. Las automotrices también han ampliado su escala y el toyotismo se convirtió en el nuevo escaño tecnológico “superando” el fordismo de la primera oleada automatizadora.

  El toyotismo se precia del just-in-time, es decir del ahorro que significa la eliminación de los depósitos y sus consiguientes existencias de mercadería a la espera, pero sobre todo de la eliminación de mano de obra mediante nuevos peldaños de automatización.

 Ya metidos como usuarios en la gran escala ahora imperante en la industria automotriz (como prácticamente ocurre en más y más ramas de actividad), los resultados no han sido tan exultantes. Toyota, precisamente, afronta resultados llamativos: en lo que va de 2010 lleva llamado a revisión a unos diez millones de vehículos producidos y salidos al mercado entre 2007 y 2010. No se trata de cifras despreciables; aproximadamente un tercio de toda su producción. Un millón y medio de tales controles proviene de que el sistema de limpieza de parabrisas puede ocasionar incendio. Medio millón han sido llamados a control por imperfecciones en el sistema de frenos, nada menos. Y así por el estilo.

  Los coches que “salen solos” de las fábricas no parecen tan tecnológicamente perfectos como nos quieren hacer creer. Pero el problema no se arregla a pura previsión aunque tardía. En el ínterin, con tales imperfecciones, en EE.UU., donde opera la mayor fábrica de automotores del mundo -Toyota, precisamente-, se cuentan por decenas las demandas por muertes en accidentes vinculables con errores o fallas en la construcción, o tal vez tengamos que decir cada vez más, en la configuración del vehículo. Y miles de demandas por diversos accidentes vinculados con lo mismo. Una danza de miles de millones, pero sobre todo una danza de vidas humanas destruidas o afectadas.(7)


  Contrarreforma agraria en marcha en Argentina

  Es en el concierto mundial descrito en que las economías nacionales están metidas. La Argentina figura entre los “aventajados” integrantes de la globalización si lo medimos por el ingreso de dólares al circuito económico que llamamos argentino. Al privado y al público. Pero su costo parece ser altísimo. Como bien lo explicita la Asociación Ecologista Piuké: “Nos animamos a sumar tres grandes venenos más al señalado por nuestra presidenta [CFK se refería al veneno comunicacional proveniente de ciertos medios]: cianuro, glifosato y uranio. Los tres constituyen hoy los botones de muestra (y sólo los botones) de un sistema de desarrollo que nos destruye, saquea y enferma […].”

  Si bien las estadísticas nacionales son todo menos confiables, el vuelo económico de los que se reputan winners del momento, como pueden ser sojeros -y toda una gama de ramas de actividad florecientes: turismo, computación, bienes inmuebles, la tierra asiento de los agronegocios, la industria automotriz, laboratorios proveedores de las nuevas modalidades productivas, las ciudades pequeñas y medianas del “país de la soja”- nos muestran un país con enorme cantidad de circulante. Desde la presidencia se nos habla de una cantidad de reservas pocas veces vista.(8) No obstante lo anterior, es inocultable la mala vida en sectores amplísimos de población, el proceso de exclusión parece imparable, se ve el deterioro del ambiente. Todo esto, invaluable en dólares.

  El agronegocio, cada vez a mayor escala, sigue expulsando y acorralando a campesinos pequeños, con o sin tierras, excluyendo “brazos” de su sofisticada producción (aunque incorporando otros, menos, tecnologizados). Los cordones de miseria no sólo no desaparecen sino que parecen extenderse y todo esto en dimensiones cada vez menos “nacionales” porque el emporio sojero con asiento en Argentina se ha ido expandiendo, sobre todo hacia Uruguay, pero también hacia Bolivia o Paraguay y por lo tanto, los expulsados provienen también cada vez más de allende la frontera: buscan mitigar la exclusión mediante tareas marginales en las ciudades y entre ellas, en la megalópolis regional, Buenos Aires.


  Megalopolización

  Señalemos un único elemento vinculado con la problemática de la megalopolización. En Argentina, tanto los economistas de la Coalición Cívica como los del gobierno consideran buen augurio la producción incontenible de ceros km. En una sociedad colonializada ese sólo dato satisface a los que gobiernan (o aspiran a hacerlo), con total prescindencia de una observación más estructural, de un pensamiento más matizado, que tenga en cuenta, por ejemplo, que la elasticidad del parque automotor no se corresponde con la de su base de desplazamiento material, las calles, bastante más inelásticas.

  Ese divorcio nos puede llevar no a una mejor calidad de vida, como postulan los enamorados del automovilismo o de las estadísticas del PNB sino a una peor calidad de vida urbana, cotidiana, a bordo en las rutas y avenidas atascadas. Lo señalamos a título de ejemplo de cómo no calibrar “los avances”.
Los modernizadores están de acuerdo. Con ropaje neocon o con ropaje progresista, con filosofía liberal y capitalista o convicciones progresistas, socialistas y marxianas, la globalización sigue su marcha. Triunfal y catastrófica. A la vez.

  Y vale la pena considerar una conexión típicamente ecológica: la megalopolización proviene del despoblamiento rural que provoca el monocultivo y su rentabilidad.


  Perspectivas

  Varios de los desarrollos que acabamos de enumerar afectan de manera creciente y progresiva la biodiversidad, planetariamente. Es decir, que estamos jugando con fuego.

  Cada vez más “capacidad” para modificar el hábitat resulta en cambio incapaz de, a su vez, no destruirlo. ¿Podemos los humanos, vivir, sobrevivir sin hábitat natural? Parece una pregunta tonta, y sin embargo, hay quienes están proyectando cómo hacerlo.

  Somos fáusticos, concedido. ¿Somos más diestros o más energúmenos que Fausto?
Ése es el reto para la humanidad. Reto que se ha ido formando desde hace ya tiempo, y que las sociedades concretas se han negado a asumir.

  Porque avanza nuestro conocimiento para mejor entender la naturaleza y a nosotros mismos. Avanza la medicina, la biología. Avanza la vida activa de los humanos, alcanzando cada vez más gente más tiempo de vida. Y de una vida que merezca su nombre. Avanza la ingeniería, la cibernética, todas las disciplinas del conocimiento humano, avanza nuestra comprensión del universo, de lo giga y lo nano, y de nuestro papel en todos esos universos. Pero a la vez avanza nuestra torpeza, nuestra huella cada vez más hiriente en el planeta. 

  Nuestro inolvidable maestro Mario Sambarino nos recordaba un pensamiento de Blas Pascal en los albores de la modernidad, enfrentando a las nuevas deidades, que consideramos sumamente actual: “El hombre está hecho mitad dios y mitad bestia, y cada vez que quiere convertirse totalmente en dios, se convierte totalmente en bestia.”

  La biodversidad irreversiblemente dañada por el hombre, el disparo al ambiente de una serie de patógenos, disruptores endócrinos, cancerígenos, mutágenos que están poniendo en peligro la salud, la sexualidad ya no de los humanos sino de los seres vivos, la contaminación electromagnética cada vez más fuera de control, y tantas otras formas de contaminación cada vez más ingobernables y también ellas irreversibles, la capacidad de los laboratorios con sus cómplices y asistentes para medicalizar cada vez más la vida, la “capacidad” creciente de los humanos para producir desechos y basura y no poder dar cuenta de ellos, son todos rasgos que entendemos peligrosísimos y ominosos.

  Sin pretender agotar ese panorama apenas insinuado por la A. E. Piuké con los tres tóxicos mencionados, entendemos que Argentina no ha hecho hasta ahora sino aceptar gozosamente su papel de colonizado, mejor dicho colonializado.

  Porque ya no somos colonia con bandera metropolitana; la nueva modalidad imperial se cuida muy de que cada territorio bajo la colonialidad conserve un símil de nacionalidad y estatalidad “igual” a la de las naciones reconocidas. Por eso han florecido tantos estados “independientes” en el mundo actual (la ONU tiene ya más de 200). Y celosamente, cada uno con su bandera, faltaba más.

  Ardua dialéctica, ahora sí, tenemos entre centro y periferia, y la tenemos que afrontar. No es en blanco y negro, no es fácil. El centro tiene sus excluidos; la periferia sus privilegiados. Y no sólo eso; los mismos privilegiados del Primer Mundo también tienen mucho para lidiar, para retener sus privilegios. Y los excluidos de la periferia también tienen una serie de peldaños, para mejorar a veces un átimo, o para empeorar hasta llegar al despeñadero de los basurales metropolitanos.

  Porque la globalización que hemos llamado globocolonización le ha dado 4x4 a los sojeros, pero a enormes sectores de población le ha dado los basurales a cielo abierto o “bajo control”, a donde ha ido a parar la riqueza deslumbrante de la modernidad, del mundo rico, rápidamente degradada en forma de envases, carcazas y bolsas plásticas gastadas y desechadas (desechadas pero no deshechas, porque no son biodegradables).

  Sustraerse a la globocolonización es arduo y problemático. Porque se trata de romper con el consumismo que se ha ido convirtiendo, por martilleo mediático pero también por autoseducción, en una segunda naturaleza. Consumir “refrescos”, o agua en botellitas plásticas, que “es lo más”, tapas de mujeres desnudas, viajes, modelos 0 km de autos o celulares, comidas rápidas -grasas y dulces, tan tentadoras-, consumir medicamentos para todo tipo de enfermedad real o imaginaria pero de fácil aplicación. Todas expresiones de cómo hemos sido formados en la cultura dominante.

  El esfuerzo para sustraerse a semejante imaginario, el necesario para afirmar una soberanía regional, cultural, alimentaria, mediante una política de respeto a la naturaleza, implica una política anticonsumista que no puede ser sino anticapitalista. Y tal tendría un altísimo precio: ser hostigados por los grandes poderes mundiales y menguar la circulación de dólares. Y con ello, perdernos no sólo los gadgets de los grandes emporios mundiales; nos granjearíamos la furia (¿desbocada?) de quienes “la están haciendo con pala”.

  Cambiar culturalmente; eso no es fácil. Pero no veo otras opciones: seguir en la noria “global”, el culto al dólar y a las modalidades depredadoras del gran capital nacional y transnacional o resistir y ya no aceptar que la comodidad es el valor supremo, para encarar un proyecto de país, de sociedad, que realmente nos respete a todos.

  Si el lavado cerebral de la tinelización sigue ocupando el tiempo de los argentinos, si se completa con la tele adocenada de Legrand o Jiménez; si los laboratorios siguen vendiendo lo que quieren o necesitan para su rentabilidad en nombre de la ciencia, la higiene, la seguridad o “el buen olor hogareño”; si seguimos creyendo que se puede “ir en auto al centro”, que nos podemos desentender de la indigencia de los que consideramos ajenos así como de nuestros propios desechos cotidianos, que la salud se defiende con medicamentos y no con nuestra forma de vivir, estamos lejos de un proyecto de país que consideramos deseable.

  No aparecerán tales proyectos desde las opciones expuestas por Sader, sino precisamente desde el lugar que él subalternizara: la salud planetaria.

  No vendrán con los políticos neocon, obviamente, pero tampoco con los progresistas. Si aparecen en nuestro horizonte será por esfuerzos desde abajo, desde adentro de nosotros mismos, desde la intemperie. 

  Luis E. Sabini Fernández - Periodista, editor de futuros del planeta, la sociedad y cada uno, docente del área de ecología de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofìa y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Noviembre de 2010.-

 Referencias: 

(1) Cuando nos referimos a países, sociedades o estados “ajenos al destino colonial”, acotamos en el tiempo histórico estos rasgos a los países de la modernidad, a los últimos 500 años, obviamente. E incluimos aquellos estados que habiendo tenido un origen colonial se han incorporado al área de los países enriquecidos (o centrales), como es el caso de los formados desde los asentamientos (settlements) anglosajones.
(2) Adán Salgado Andrade, “Fábricas de animales: enfermedades en serie”, www.argenpress.info, agosto 2010.
(3) Amy Goodman, “Huevos podridos y nuestra democracia rota”, Democracy Now, agosto 2010.
(4) Alfredo Embid, “Lo que no te cuentan sobre la gripe porcina”,http://www.amcmh.org/PagAMC/downloads/gripecerdo2.htm
(6) “¿Por qué bienes comunes?”, futuros, no 13, Río de la Plata, verano 2009-2010.
(7) http://www.taringa.net/posts/autos-motos/7491082/top-7-de-las-marcas-mas-buenas-del-mundo.html; Luis Faraoni, “Un récord de autos con fallas…”, Tiempo Argentino, Bs. As., 24/10/2010.
(8) Claro que habría ponderar tales entusiasmos relativizando la unidad de medida, pues aunque “siempre”, al menos desde la Segunda Guerra Mundial, hablamos de dólares, los dólares del 2010 valen menos de la doceava parte de lo que valían los dólares de 1950. La inflación también “come” al dólar.
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JUAN BOSCH:LA NOCHE BUENA DE ENCARNACIÓN MENDOZA


En homenaje al Profesor Juan Bosch
Con este escrito concluímos este homenaje a la memoria de uno de los dominicanos más influyentes en las letras latinoaméricanas. En el 103 aniversario de su natalicio, leer algunas de sus obras y escrudiñar su historia sería una buena opción para conocerle mejor.

La Nochebuena de Encarnación Mendoza

Con su sensible ojo de prófugo Encarnación Mendoza había distinguido el perfil de un árbol a veinte pasos, razón por la cual pensó que la noche iba a decaer. Anduvo acertado en su cálculo; donde empezó a equivocarse fue al sacar conclusiones de esa observación. Pues como el día se acercaba era de rigor buscar escondite, y él se preguntaba si debía internarse en los cerros que tenía a su derecha o en el cañaveral que le quedaba a la izquierda. Para su desgracia, escogió el cañaveral. Hora y media más tarde el sol del día 24 alumbraba los campos y calentaba ligeramente a Encarnación Mendoza, que yacía bocarriba tendido sobre hojas de caña.
A las siete de la mañana los hechos parecían estar sucediéndose tal como había pensado el fugitivo; nadie había pasado por las trochas cercanas. Por otra parte la brisa era fresca y tal vez llovería, como casi todos los años en Nochebuena. Y aunque no lloviera los hombres no saldrían de la bodega, donde estarían desde temprano consumiendo ron, hablando a gritos y tratando de alegrarse como lo mandaba la costumbre. En cambio, de haber tirado hacia los cerros no podría sentirse tan seguro. Él conocía bien el lugar; las familias que vivían en las hondonadas producían leña, yuca y algún maíz. Si cualquiera de los hombres que habitaban los bohíos de por allí bajaba aquel día para vender bastimentos en la bodega del batey y acertaba a verlo, estaba perdido. En leguas a la redonda no había quién se atreviera a silenciar el encuentro. Jamás sería perdonado el que encubriera a Encarnación Mendoza: y aunque no se hablaba del asunto todos los vecinos de la comarca sabían que aquel que le viera debía dar cuenta inmediata al puesto de guardia más cercano.
Empezaba a sentirse tranquilo Encarnación Mendoza, porque tenía la seguridad de que había escogido el mejor lugar para esconderse durante el día, cuando comenzó el destino a jugar en su contra.
Pues a esa hora la madre de Mundito pensaba igual que el prófugo: nadie pasaría por las trochas en la mañana, y si Mundito apuraba el paso haría el viaje a la bodega antes de que comenzaran a transitar los caminos los habituales borrachos del día de Nochebuena. La madre de Mundito tenía unos cuantos centavos que había ido guardando de lo poco que cobraba lavando ropa y revendiendo gallinas en el cruce de la carretera, que le quedaba al poniente, a casi medio día de marcha. Con esos centavos podía mandar a Mundito a la bodega para que comprara harina, bacalao y algo de manteca. Aunque lo hiciera pobremente, quería celebrar la Nochebuena con sus seis pequeños hijos, siquiera fuera comiendo frituras de bacalao.
El caserío donde ellos vivían -del lado de los cerros, en el camino que dividía los cañaverales de las tierras incultas- tendría catorce o quince malas viviendas, la mayor parte techadas de yaguas. Al salir de la suya, con el encargo de ir a la bodega, Mundito se detuvo un momento en medio del barro seco por donde en los días de zafra transitaban las carretas cargadas de caña. Era largo el trayecto hasta la bodega. El cielo se veía claro, radiante de luz que se esparcía sobre el horizonte de cogollos de caña; era grata la brisa y dulcemente triste el silencio. ¿Por qué ir solo, aburriéndose de caminar por trochas siempre iguales? Durante diez segundos Mundito pensó entrar al bohío vecino, donde seis semanas antes una perra negra había parido seis cachorros. Los dueños del animal habían regalado cinco, pero quedaba uno “para amamantar a madre”, y en él había puesto Mundito todo el interés que la falta de ternura había acumulado en su pequeña alma. Con sus nueve años cargados de precoz sabiduría, el niño era consciente de que si llevaba al cachorrillo tendría que cargarlo casi todo el tiempo, porque no podría hacer tanta distancia por sí solo. Mundito sentía que esa idea casi le autorizaba a disponer del perrito. De súbito, sin pensarlo más, corrió hacia la casucha gritando:
-¡Doña Ofelia, emprésteme a Azabache, que lo voy a llevar allí!
Oyénranle o no, ya él había pedido autorización, y eso bastaba. Entró como un torbellino, tomó el animalejo en brazos y salió corriendo, a toda marcha, hasta que se perdió a lo lejos. Y así empezó el destino a jugar en los planes de Encarnación Mendoza.
Porque ocurrió que cuando, poco antes de las nueve, el niño Mundito pasaba frente al tablón de caña donde estaba escondido el fugitivo, cansado, o simplemente movido por esa especie de indiferencia por lo actual y curiosidad por lo inmediato que es privilegio de los animales pequeños, Azabache se metió en el cañaveral. Encarnación Mendoza oyó la voz del niño ordenando al perrito que se detuviera. Durante un segundo temió que el muchacho fuera la avanzada de algún grupo. Estaba clara la mañana. Con su agudo ojo de prófugo él podía ver hasta dónde se lo permitía el barullo de tallos y hojas. Allí, al alcance de su mirada, estaba el niño. Encarnación Mendoza no tenía pelo de tonto. Rápidamente calculó que si lo hallaban atisbando era hombre perdido; lo mejor sería hacerse el dormido, dando la espalda al lado por dónde sentía el ruido. Para mayor seguridad, se cubrió la cara con el sombrero.
El negro cachorrillo correteó; jugando con las hojas de caña, pretendiendo saltar, torpe de movimientos, y cuando vio al fugitivo echado empezó a soltar diminutos y graciosos ladridos. Llamándolo a voces y gateando para avanzar, Mundito iba acercándose cuando de pronto quedó paralizado: había visto al hombre. Pero para él no era simplemente un hombre sino algo imponente y terrible; era un cadáver. De otra manera no sé explicaba su presencia allí y mucho menos su postura. El terror le dejó frío. En el primer momento pensó huir, y hacerlo en silencio para que el cadáver no se diera cuenta. Pero le parecía un crimen dejar a Azabache abandonado, expuesto al peligro de que el muerto se molestara con sus ladridos y lo reventara apretándolo con las manos. Incapaz de irse sin el animalito e incapaz de quedarse allí, el niño sentía que desfallecía. Sin intervención de su voluntad levantó una mano, fijó la mirada en el difunto, temblando mientras el perrillo reculaba y lanzaba sus pequeños ladridos. Mundito estaba seguro de que el cadáver iba a levantarse de momento. En su miedo, pretendió adelantarse al muerto: pegó un saltó sobre el cachorrillo, al cual agarró con nerviosa violencia por el pescuezo, y a seguidas, cabeceando contra las cañas, cortándose el rostro y las manos, impulsado por el terror, ahogándose, echó a correr hacia la bodega. Al llegar allí, a punto de desfallecer por el esfuerzo y el pavor, gritó señalando hacia el lejano lugar de su aventura:
-¡En la Colonia Adela hay un hombre muerto!
A lo que un vozarrón áspero respondió gritando:
-¿Qué tá diciendo ese muchacho?
Y como era la voz del sargento Rey, jefe de puesto del Central, obtuvo el mayor interés de parte de los presentes así como los datos que solicitó del muchacho. El día de Nochebuena no podía contarse con el juez de La Romana para hacer el levantamiento del cadáver, pues debía andar por la Capital disfrutando sus vacaciones de fin de año. Pero el sargento era expeditivo; quince minutos después de haber oído a Mundito el sargento Rey iba con dos números y diez o doce curiosos hacia el sitio donde yacía el presunto cadáver. Eso no había entrado en los planes de Encarnación Mendoza.
El propósito de Encarnación Mendoza era pasar la Nochebuena con su mujer y sus hijos. Escondiéndose de día y caminando de noche había recorrido leguas y leguas, desde las primeras estribaciones de la Cordillera, en la provincia del Seybo, rehuyendo todo encuentro y esquivando bohíos, corrales y cortes de árboles o quemas de tierras. En toda la región se sabía que él había dado muerte al cabo Pomares, y nadie ignoraba que era hombre condenado donde se le encontrara. No debía dejarse ver de persona alguna, excepto de Nina y de sus hijos. Y los vería sólo una hora o dos, durante la Nochebuena. Tenía ya seis meses huyendo, pues fue el día de San Juan cuando ocurrieron los hechos que le costaron la vida al cabo Pomares.
Necesariamente debía ver a su mujer y a sus hijos. Era un impulso bestial el que le empujaba a ir, una fuerza ciega a la cual no podía resistir. Con todo y ser tan limpio de sentimientos, Encarnación Mendoza comprendía que con el deseos de abrazar a su mujer y de contarles un cuento a los niños iba confundida una sombra de celos. Pero además necesitaba ver la casucha, la luz de lámpara iluminando la habitación donde se reunían cuando él volvía del trabajo y los muchachos le rodeaban para que él los hiciera reír con sus ocurrencias. El cuerpo le pedía ver hasta el sucio camino, que se hacía lodazal en los tiempos de lluvia. Tenía que ir o se moriría de una pena tremenda.
Encarnación Mendoza estaba acostumbrado a hacer lo que deseaba; nunca deseaba nada malo, y se respetaba a sí mismo. Por respeto a sí mismo sucedió lo del día de San Juan, cuando el cabo Pomares le faltó pegándole en la cara, a él, que por no ofender no bebía y que no tenía más afán que su familia. Sucediera lo que sucediera, y aunque el mismo Diablo hiciera oposición, Encarnación Mendoza pasaría la Nochebuena en su bohío. Solo imaginar que Nina y los muchachos estarían tristes, sin un peso para celebrar la fiesta, tal vez llorando por él, le partía el alma y le hacía maldecir de dolor.
Pero el plan se había enredado algo. Era cosa de ponerse a pensar si el muchacho hablaría o se quedaría callado. Se había ido corriendo, a lo que pudo colegir Encarnación por la rapidez de los pasos, y tal vez pensó que se trataba de un peón dormido. Acaso hubiera sido prudente alejarse de allí, meterse en otro tablón de caña. Sin embargo, valía la pena pensarlo dos veces, porque si tenía la fatalidad de que alguien pasara por la trocha de ida o de vuelta, y le veía cruzando camino y le reconocía, era hombre perdido. No debía precipitarse; ahí, por de pronto, estaba seguro. A las nueve de la noche podría salir; caminar con cautela orillando los cerros, y estaría en su casa a las once, tal vez a las once y un cuarto. Sabía lo que iba a hacer; llamaría por la ventana de la habitación en voz baja y le diría a Nina que abriera, que era él, su marido. Ya le parecía estar viendo a Nina con su negro pelo caído sobre las mejillas, los ojos oscuros y brillantes, la boca carnosa, la barbilla saliente. Ese momento de la llegada era la razón de ser de su vida; no podía arriesgarse a ser cogido antes. Cambiar de tablón en pleno día era correr riesgo. Lo mejor sería descansar, dormir...
Despertó al tropel de pasos y a la voz del niño que decía:
-Taba ahí, sargento.
-¿Pero en cuál tablón; en ése o en el de allá?
-En ése -aseguró el niño.
“En ése” podía significar que el muchacho estaba señalando hacia el que ocupaba Encarnación, hacia uno vecino o hacia el de enfrente. Porque a juzgar por las voces el niño y el sargento se hallaban en la trocha, tal vez en un punto intermedio entre varios tablones de caña. Dependía de hacia dónde estaba señalando el niño cuando decía “ése”. La situación era realmente grave, porque de lo que no había duda era de que ya había gente localizando al fugitivo. El momento, pues, no era de dudar, sino de actuar. Rápido en la decisión, Encarnación Mendoza comenzó a gatear con suma cautela, cuidándose de que el ruido que pudiera hacer se confundiera con el de las hojas del cañaveral batidas por la brisa. Había que salir de allí pronto, sin perder un minuto. Oyó la áspera voz del sargento:
-¡Métase por ahí, Nemesio, que yo voy por aquí! ¡Usté, Solito, quédese por aquí!
Se oían murmullos y comentarios. Mientras se alejaba, agachado, con paso felino, Encarnación podía colegir que había varios hombres en el grupo que le buscaba. Sin duda las cosas estaban poniéndose feas.
Feas para él y feas para el muchacho, quienquiera que fuese. Porque cuando el sargento Rey y el número Nemesio Arroyo recorrieron el tablón de caña en que se habían metido, maltratando los tallos más tiernos y cortándose las manos y los brazos, y no vieron cadáver alguno, empezaron a creer que era broma lo del hombre muerto en la Colonia Adela.
-¿Tú ta seguro que fue aquí, muchacho? -preguntó el sargento.
-Sí, aquí era -afirmó Mundito, bastante asustado ya.
-Son cosa de muchacho, sargento; ahí no hay nadie -terció el número Arroyo.
El sargento clavó en el niño una mirada fija, escalofriante, que lo llenó de pavor.
-Mire, yo venía por aquí con Azabache -empezó a explicar Mundito- y lo diba corriendo asina -lo cual dijo al tiempo que ponía el perrito en el suelo-, y él cogió y se metió ahí.
Pero el número Solito Ruiz interrumpió la escenificación de Mundito preguntando:
-¿Cómo era el muerto?
-Yo no le vide la cara -dijo el niño, temblando de miedo-; solamente le vide la ropa. Tenía un sombrero en la cara. Taba asina, de lao...
-¿De qué color era el pantalón? -inquirió el sargento.
-Azul, y la camisa como amarilla, y tenía un sombrero negro encima de la cara...
Pero el pobre Mundito apenas podía hablar; se hallaba aterrorizado, con ganas de llorar. A su infantil idea de las cosas, el muerto se había ido de allí sólo para vengarse de su denuncia y hacerlo quedar como un mentiroso. Seguramente en la noche le saldría en la casa y lo perseguiría toda a vida.
De todas maneras, supiéralo o no Mundito en ese tablón de cañas no darían con el cadáver. Encarnación Mendoza había cruzado con sorprendente celeridad hacia otro tablón, y después hacia otro más; y ya iba atravesando la trocha para meterse en un tercero cuando el niño, despachado por el sargento, pasaba corriendo con el perrillo bajo el brazo. Su miedo lo paró en seco al ver el torso y una pierna del difunto que entraban en el cañaveral. No podía ser otro, dado que la ropa era la que había visto por la mañana.
-¡Ta aquí, sargento; ta aquí! -gritó señalando hacia el punto por donde se había perdido el fugitivo-. ¡Dentró ahí!
Y como tenía mucho miedo siguió su carrera hacia su casa, ahogándose, lleno de lástima consigo mismo por el lío en qué sé había metido. El sargento, y con él los soldados y curiosos que le acompañaban, se había vuelto al oír la voz del chiquillo.
-Cosa de muchacho -dijo calmosamente Nemesio Arroyo.
Pero el sargento, viejo en su oficio, era suspicaz:
-Vea, algo hay. ¡Rodiemo ese tablón di una ve!-gritó.
Y así empezó la cacería, sin qué los cazadores supieran qué pieza perseguían.
Era poco más de media mañana. Repartidos en grupos, cada militar iba seguido de tres o cuatro peones, buscando aquí y allá, corriendo por las trochas, todos un poco bebidos y todos excitados. Lentamente, las pequeñas nubes azul oscuro que descansaban al ras del horizonte empezaron a crecer y a ascender cielo arriba. Encarnación Mendoza sabía ya que estaba más o menos cercado. Sólo que a diferencia de sus perseguidores -que ignoraban a quién buscaban-, él pensaba que el registro del cañaveral obedecía al propósito de echarle mano y cobrarle lo ocurrido el día de San Juan.
Sin saber a ciencia cierta dónde estaban los soldados, el fugitivo se atenía a su instinto y a su voluntad de escapar; y se corría de un tablón a otro, esquivando el encuentro con los soldados. Estaba ya a tanta distancia de ellos que si se hubiera quedado tranquilo hubiese podido esperar hasta el oscurecer sin peligro de ser localizado. Pero no se hallaba seguro y seguía pasando de tablón a tablón. Al cruzar una trocha fue visto de lejos, y una voz proclamó a todo pulmón:
-¡Allá va, sargento, allá va; y se parece a Encarnación Mendoza!
¡Encarnación Mendoza! De golpe todo el mundo quedó paralizado. ¡Encarnación Mendoza!
-¡Vengan! -demandó el sargento a gritos; y a seguidas echó a correr, el revólver en la mano, hacia donde señalaba el peón que había visto el prófugo.
Era ya cerca de mediodía, y aunque los crecientes nubarrones convertían en sofocante y caluroso el ambiente, los cazadores del hombre apenas lo notaban; corrían y corrían, pegando voces, zigzagueando, disparando sobre las cañas. Encarnación se dejó ver sobre una trocha distante, sólo un momento, huyendo con la velocidad de una sombra fugaz, y no dio tiempo al número Solito Ruiz para apuntarle su fusil.
-¡Que vaya uno al batey y diga de mi parte que me manden do número! -ordenó a gritos el sargento.
Nerviosos, excitados, respirando sonoramente y tratando de mirar hacia todos los ángulos a un tiempo, los perseguidores corrían de un lacia a otro dándose voces entre sí, recomendándose prudencia cuando alguno amagaba meterse entre las cañas.
Pasó el mediodía. Llegaron no dos, sino tres números y como nueve o diez peones más; se dispersaron en grupos y la cacería se extendió a varios tablones. A la distancia se veían pasar de pronto un soldado y cuatro o cinco peones, lo cual entorpecía los movimientos, pues era arriesgado tirar si gente amiga estaba al otro extremo. Del batey iban saliendo hombres y hasta alguna mujer; y en la bodega no quedó sino el dependiente, preguntando a todo hijo de Dios que cruzaba si “ya lo habían cogido”.
Encarnación Mendoza no era hombre fácil. Pero a eso de las tres, en el camino que dividía el cañaveral de los cerros, esto es, a más de dos horas del batey, un tiro certero le rompió la columna vertebral al tiempo que cruzaba para internarse en la realeza. Se revolcaba en la tierra, manando sangre, cuando recibió catorce tiros más, pues los soldados iban disparándole a medida que se acercaban. Y justamente entonces empezaban a caer las primeras gotas de la lluvia que había comenzado a insinuarse a media mañana.
Estaba muerto Encarnación Mendoza. Conservaba las líneas del rostro, aunque tenía los dientes destrozados por un balazo de máuser. Era día de Nochebuena y él había salido de la Cordillera a pasar la Nochebuena en su casa, no en el batey, vivo o muerto. Comenzaba a llover, y el sargento estaba pensando algo. Si él sacaba el cadáver a la carretera, que estaba hacia el poniente, podía llevarlo ese mismo día a Macorís y entregarle ese regalo de Pascuas al capitán; si lo llevaba al batey tendría que coger allí un tren del ingenio para ir a la Romana, y como el tren podría tardar mucho en salir llegaría a la ciudad tarde en la noche, tal vez demasiado tarde para trasladarse a Macorís. En la carretera las cosas son distintas; pasan con frecuencia vehículos, él podría detener un automóvil, hacer bajar la gente y meter el cadáver o subirlo sobre la carga de un camión.
-¡Búsquese un caballo ya memo que vamo a sacar ese vagabundo a la carretera -dijo dirigiéndose al que tenía más cerca.
No apareció caballo sino burro; y eso, pasadas ya las cuatro, cuando el aguacero pesado hacía sonar sin descanso los sembrados de caña. El sargento no quería perder tiempo. Varios peones, estorbándose los unos a los otros, colocaron el cadáver atravesado sobre el asno y lo amarraron cómo pudieron. Seguido por dos soldados y tres curiosos a los que escogió para que arrearan el burro, el sargento ordenó la marcha bajo la lluvia.
No resultó fácil el camino. Tres veces, antes de llegar al primer caserío, el muerto resbaló y quedó colgado bajo el vientre del asno. Éste resoplaba y hacía esfuerzos para trotar entre el barro, que ya empezaba a formarse. Cubiertos sólo con sus sombreros de reglamento al principio, los soldados echaron mano a pedazos de yaguas, a hojas grandes arrancadas a los árboles, o se guarecían en el cañaveral de rato en rato, cuando la lluvia arreciaba más. La lúgubre comitiva anduvo sin cesar la mayor parte del tiempo; en silencio, la voz de un soldado comentaba:
-Vea ese sinvergüenza.
O simplemente aludía al cabo Pomares, cuya sangre había sido al fin vengada.
Oscureció del todo, sin duda más temprano que de costumbre por efectos de la lluvia; y con la oscuridad el camino se hizo más difícil, razón por la cual la marcha se tornó lenta. Serían más de las siete, y apenas llovía entonces, cuando uno de los peones dijo:
-Allá se ve una lucecita.
-Sí, del caserío -explicó el sargento; y al instante urdió un plan del que se sintió enormemente satisfecho. Pues al sargento no le bastaba la muerte de Encarnación Mendoza. El sargento quería algo más. Así, cuando un cuarto de hora después se vio frente a la primera casucha del lugar, ordenó con su áspera voz:
-Desamarren ese muerto y tírenlo ahí adentro, que no podemo seguir mojándono.
Decía esto cuando la lluvia era tan escasa que parecía a punto de cesar; y al hablar observaba a los hombres que se afanaban en la tarea de librar el cadáver de cuerdas. Cuando el cuerpo estuvo suelto llamó a la puerta de la casucha justo a tiempo para que la mujer que salió a abrir recibiera sobre los pies, tirado como el de un perro, el cuerpo de Encarnación Mendoza. El muerto estaba empapado en agua, sangre y lodo, y tenía los dientes destrozados por un tiro, lo que le daba a su rostro antes sereno y bondadoso la apariencia de estar haciendo una mueca horrible.
La mujer miró aquella masa inerte; sus ojos cobraron de golpe la inexpresiva fijeza de la locura; y llevándose una mano a la boca comenzó a retroceder lentamente, hasta que a tres pasos paró y corrió desolada sobre el cadáver al tiempo que gritaba:
-¡Hay m'shijo, se han quedao güérfano... han matao a Encarnación!
Espantados, atropellándose, los niños salieron de la habitación, lanzándose a las faldas de la madre.
-Entonces se oyó una voz infantil en la que se confundían llanto y horror:
-¡Mamá, mi mamá!... ¡Ese fue el muerto que yo vide hoy en el cañaveral!
                                              FIN

PRETEXTO PARA UN GOLPE



El destituido presidente paraguayo Fernando Lugo, no podía concluir su mandato. Fue suficiente que desafiara a los colorados, el segundo partido americano con más tiempo en el poder después del PRI de México, que dicho sea 
de paso este fin de semana podría volver a la administración del gobierno; pues aquel con siete décadas y este con doce lustros parecían inexpugnables, hasta que Fox y el sacerdote identificado con la teología de la liberación, aprovechando el hastío, los bajaron de poder.

de paso este fin de semana podría volver a la administración del gobierno; pues aquel con siete décadas y este con doce lustros parecían inexpugnables, hasta que Fox y el sacerdote identificado con la teología de la liberación, aprovechando el hastío, los bajaron de poder.
De paso este fin de semana podría volver a la administración del gobierno; pues aquel con siete décadas y este con doce lustros parecían inexpugnables, hasta que Fox y el sacerdote identificado con la teología de la liberación, aprovechando el hastío, los bajaron de poder.
El PRI lideró una revolución popular, pero el largo ejercicio del poder lo fue corrompiendo al punto de engendrar a Salinas de Gortari, el presidente que se convirtió en ícono del político corrupto, lo que le ha merecido que los mexicanos le llamen El Innombrable. El Partido Colorado, por su parte, fue el sostén político de la sangrienta dictadura del general Alfredo Stroessner, líder de los sectores conservadores que vienen conspirando contra Lugo desde el mismo día que asumió la presidencia.
El exsacerdote siempre tuvo en su agenda la reforma agraria, que aunque dijo que la haría de manera negociada con los sectores involucrados, llenaba de terror a la oligarquía que durante 61 años asumió el país como finca de su propiedad.
Otros miedos anidaban entre los sectores más conservadores de la sociedad, ya que Lugo hablaba de cambio, palabra que políticos contrarios llegaron a calificar de “criminal”. Los hechos violentos de Curuguaty fueron la oportunidad para exorcizar al sacerdote que, a su juicio, estaba poseído de los demonios del populacho sin trabajo y sin tierra, que amenazaba con desestabilizar sus añejos privilegios. Por ello lo del juicio político se acariciaba desde que los escándalos por asuntos de paternidad zarandearon al presidente, al punto de desinflarle la aprobación de 93% a 30%.
El vicepresidente Federico Franco soñaba con asumir el poder mediante la sucesión desde aquellos escándalos, y no guardaba la forma, pues se dice que hacía consultas sobre la posibilidad de un juicio político al mandatario, y jugueteaba, siempre de acuerdo a lo que se oye, con los colorados. En esas prolongadas conspiraciones, me han contado, rebasados ya los aquelarres demoníacos de los conservadores que buscaban emboscarlo, llegaron al colmo de pensar en la inhabilitación por enfermedad cuando se le descubrió el cáncer.
La cuestión es que lo ocurrido en Curuguaty entre campesinos y policías, fue el resquicio que permitió colar la urdimbre hacia un congreso dominado por conservadores que, desde el mismo día en que Lugo asumió la presidencia del Paraguay, orquestaron la acción.
Ojalá y este golpe de Estado parlamentario no sea una corriente que pretendan diseminar los sectores conservadores por América Latina para sustituir a los gorilas o embutirlos en trajes de congresistas, para mediante maniobras y manipulaciones de orden legal, desconocer la voluntad popular, pues en Paraguay parecen haber pulido las chapucerías militares cometidas en Honduras.
Manolo Pichardo

jueves, 28 de junio de 2012

19 DE MAYO : DÍA DEL SOLDADO DEMOCRÁTICO


Honor. Fue instituido mediante Ley 54-08, en recordación al coronel constitucionalista y héroe de la guerra de abril del 1965 Rafael Tomás Fernández Domínguez, muerto en un enfrentamiento con el invasor en el asalto al Palacio

El Congreso Nacional instituyó el 19 de mayo como el Día del Soldado Democrático, establecido en la Ley No.154-08, en recordación al coronel constitucionalista y héroe de la guerra de abril del 1965 Rafael Tomás Fernández  Domínguez.
Desde que ingresó a las filas del Ejército Nacional y en toda su vida militar, el coronel  Fernández Domínguez se destacó por ser un fiel creyente en la educación militar para lograr la profesionalidad y la institucionalidad dentro de las Fuerzas Armadas, haciéndolo de manera recta, ejemplar y digna, como lo testimonian todos los que estuvieron cerca de él.
Sus creencias en los principios e ideales más nobles le generaron ser actor principal de una serie de hechos cuyas circunstancias influyeron en que tomara decisiones transcendentales, unas que evitaron mayores daños al país y otras que le llevaron a entregar su vida persiguiendo su visión correcta y legal de las cosas.
Fernández Domínguez fungió como director de la Academia Militar de las Fuerzas Armadas Batalla de las Carreras, posición que escogió por considerarla dignificante, desprendiéndose de la oportunidad de ocupar otras de mayor jerarquía.
Este héroe debe ser considerado como un ser humano que con su pensamiento y ejecutorias demostró ser una persona adelantada a su tiempo. Su ideario ha servido de referencia para el actual proceso de reformas y modernización que se desarrolla a lo interno de la Fuerzas Armadas, que se percibe como una continuación a sus prédicas y principios, por lo que es de justicia que las presentes generaciones de militares reivindiquen  a sus precursores reconociéndolos por su amor a la patria.
El desaparecido oficial dominicano por las razones precedentemente expuestas y por otras que fueron consideradas, obtuvo el reconocimiento del Pueblo dominicano que a través de sus representantes en el Congreso fue declarado  Héroe Nacional, mediante la Ley 58-99 promulgada por el Poder Ejecutivo el día 11 de junio de 1999.
Es un homenaje a la  conducta y ejemplo de Fernández Domínguez en procura del respeto a la Constitución de la República, a la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas y a la voluntad popular expresada democráticamente en las urnas en el año 1962, así como al comportamiento de otros  militares que han creído en la democracia dominicana. Todos ellos representan un  ejemplo perenne para  las actuales y futuras generaciones.
Derrocado el presidente Bosch el 25 de septiembre, entre otros, por políticos frustrados y jefes militares ambiciosos que no acogieron al  deber que les imponía la Constitución, brotó de las filas militares un histórico movimiento de defensa a la autoridad legítima que los golpistas desconocían. Diecinueve meses después, exactamente el 24 de abril de 1965, militares y civiles Constitucionalistas iniciaron uno de los hechos principales de nuestra historia republicana, derrocando al Gobierno de facto del Triunvirato y enfrentando fuerzas militares de Estados Unidos de América, en un ejemplo que en el mundo podría ser emulado, mas no igualado, donde el pueblo dominicano fue el actor principal, con sus mujeres y hombres luchando hombro con hombro contra los golpistas y contra los interventores.
Este oficial dio muestras que constan en la historia dominicana de apego a la institucionalidad, a la profesionalidad del militar y a la paz; y con los paradigmas de transparencia y honestidad que han constituido parte esencial de la visión de Patria que originó la República Dominicana.
Al celebrarse por tercera vez el Día del Soldado Democrático, a dos años de promulgarse la Ley No.154-08, la Cámara de Diputados se propuso realizar acciones de información, reflexión y divulgación sobre el soldado del pueblo y militar de la libertad que  murió el 19 de mayo de 1965, durante un encuentro con tropas norteamericanas, mientras dirigía un asalto al Palacio Nacional, por lo que la historia dominicana resalta el insigne oficial.
Un soldado democrático es aquel que como el coronel Fernández Domínguez fue:
• Defensor de los principios de lealtad y patriotismo.
• Apegado a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas.
• Respetuoso de las autoridades legítimamente constituidas.
• Propulsor de la subordinación de los estamentos militares al régimen democrático.
• Ejemplo de seriedad y honestidad.
Los caídos el 19 de mayo de 1965 tenían la firme  decisión de alcanzar su objetivo o morir. Los principios que mueven  a mujeres y hombres cuando el país lo demanda los unió y  la abnegación no tuvo  límites. Esgrimieron los articulados de la Constitución liberal de 1963 y sus conquistas sociales, citando entre aquellos principios  que “Cada familia dominicana deberá poseer una vivienda propia”. “Se reconoce el derecho de todos los dominicanos a la educación”. “El Estado debe velar por la conservación y protección del individuo y de la sociedad”. Y como última norma en el artículo 93 se lee: “La injerencia de los extranjeros en los asuntos políticos del país es lesiva a la soberanía del Estado. Así mismo, los dominicanos que invocaren gobiernos o fuerzas militares extrañas para la solución de las disputas internas serán declarados violadores de la soberanía nacional y les serán aplicables las penas que la ley establezca”. Es por estos y otros artículos contenidos en la Constitución de 1963 que el pueblo se lanzó a las calles el 24 de abril de 1965 para luchar junto a los militares y policías constitucionalistas.
El pueblo se unió a estos hombres cuando la Patria hizo un llamado a sus hijos y estos guiaron  sus pasos por la senda nacional, seguros de que llegarían  airosos al final del camino o en cambio alcanzarían  la inmortalidad.
El devenir histórico de la República Dominicana ha contado con hombres y mujeres que han sido estandartes de honradez, patriotismo y sacrificio por los mejores intereses del país.
Fernández Domínguez fue un militar con una firme convicción democrática, siendo el inspirador del movimiento militar que buscó restablecer la constitucionalidad perdida en 1963.
Este  honorable militar constitucionalista  se destacó desde el inicio de su carrera por una  vida ejemplar de  respeto a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y  a su creencia de que sus miembros deben responder  a principios claros, definidos y subordinados al respeto del régimen democrático y a las autoridades legítimamente constituidas.
Las acciones y obras de Domínguez y demás jóvenes oficiales y soldados que sacrificaron sus vidas por el retorno a la constitucionalidad y la vida democrática, constituyen una demostración de genuino amor por la libertad del pueblo y ejemplo perenne a las actuales y futuras generaciones de dominicanos y dominicanas que creen en un mejor futuro para todos.
El Estado Dominicano está en el deber de honrar y exaltar los méritos de sus héroes y con ello elevar el sentimiento patriótico y defensa de los mejores intereses y soberanía de la nación.

Escrito por: HOMERO DOMÍNGUEZ FERNÁNDEZ

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...