MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

domingo, 4 de octubre de 2015

La tía Victoria y el diario del Che en Bolivia

 OPINIÓNPOLÍTICA  »

Por: F. Vladimir Pérez Casal

A María del Carmen, en el cumpleaños de su hijo
La historia es la disciplina que estudia y expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, acontecimientos y hechos que pertenecen al pasado, que constituyen o han sido momentos claves en el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes y hasta el momento presente, o sea no hay una historia del futuro.
Es también un conjunto de acontecimientos, especialmente los vividos por una persona, por un grupo o por los miembros de una comunidad social; es una ciencia que tiene como objetivo sacar conclusiones para el presente y también un hiperónimo de narración, de cualquier suceso, real, imaginario e incluso de ficción o de mentiras.
Portada de la primera edición de El Diario del Che en Bolivia.
Portada de la primera edición de El Diario del Che en Bolivia.
El propósito de esta ciencia es descubrir los procesos que derivaron de los hechos e interpretar como ocurrieron, y con tales propósitos se desatan debates que más o menos hacen que se arriben a  ciertas conclusiones, aunque esto no ocurre siempre.
Es también un cambio en el tiempo, contrapuesto al equivalente de esencia o permanencia en el tiempo, que es la filosofía.
Corría el año 1968, y una noticia impactó al mundo, un despacho de la agencia británica Reuters, firmado por Michael Arkus, fechado en La Habana y publicado en 29 de junio decía: “Cuba publicará el diario del revolucionario cubano Ernesto Che Guevara, muerto en Bolivia en octubre pasado, según se anunció en esta capital…” y de eso va esta historia.
El diario del Che llega a Cuba, de Hernán Uribe Ortega se publicó en nuestro país por primera vez por la Editorial Pablo de la Torriente en 1988, aunque hemos consultado la edición del 2008 para escribir estas líneas. Buen papel y buena portada, con un diseño de Rafael López y una edición de Liliana Soto muy decentes.
En el texto, este periodista chileno, miembro del equipo de la afamada revista Punto Final, cuenta la historia y realiza un análisis bastante exhaustivo, de las circunstancias que rodearon la llegada del diario escrito por el Che durante su gesta boliviana a Cuba.
El célebre texto del mítico guerrillero, asesinado en Bolivia el 9 de octubre de 1967, contiene las anotaciones que realizó y es uno de los documentos que mantiene una difusión planetaria, alcanzando casi la misma celebridad que su autor.
El original son dos cuadernos manuscritos con el valor adicionado por la historia que cuenta y de su autor. Las anotaciones comienzan el 7 de noviembre de 1966 y la última de ellas está fechada el 7 de octubre de 1967. Al día siguiente sería herido en combate y apresado; y en una violación de las leyes de guerra y de la propia legalidad boliviana, donde no existía la pena de muerte, fue asesinado.
El escrito guardado en la mochila del Che pasó a manos del ejército y la primera copia la tuvo la Agencia Central de Inteligencia de los EEUU[i].
La inteligencia militar de Bolivia hizo varias copias del Diario y a cada una de ellas le quitó varias páginas, no las mismas, las entregó a los mandantes de la cúpula militar y política del país, para poder conocer, en caso que se filtrara el texto, quién había sido el autor de la infidencia, aunque otra versión de los hechos es que las páginas que faltan se traspapelaron, y quedaron en una gaveta olvidada….[ii].
El diario se iba a convertir en un objeto de venta, como aparece narrado en el libro de Uribe Ortega, varios consorcios editoriales quisieron el texto y pujaron con los militares, entre ellos estaban: The New York Times, por la módica cifra de 400 mil USD[iii]; la agencia Magnum (por si sola primero); la revista Paris-Match; una “cooperativa internacional” compuesta por Magnum Fotos Inc., Time-Life, Doubleday and Co[iv], por 300 mil USD. Stein and Day de Nueva York también lo quería y estuvo tan adelantada la transacción que con fecha 6 de diciembre de 1967, el Decreto 08165 autorizaba la venta. En esta negociación intervinieron  los periodistas norteamericanos Andrew Saint George y Juan de Onis, conocidos por sus relaciones con la CIA[v] y que el escritor Uribe Ortega sitúa al último mencionado en La Habana, durante la clausura del Congreso Cultural en enero de 1968[vi].
La editora McGraw Hill a la que también propusieron el negocio, no había aceptado comprar el diario bajo el argumento de que quienes lo ofrecían eran los ejecutores del asesinato de su autor.
La compra – venta del texto fue tan conocida que el general Juan José Torres, por la época jefe del Estado Mayor del Ejército boliviano, llego a decir burdamente que: “…toda mercadería que se quiere comprar, antes hay que verla”[vii].
Aún tan tarde como 1984, el original del Diario trató de ser subastado en Londres por la casa de remates Sothesby´s con un precio de salida de unos 350 mil USD.
Quien decidió hacer llegar a Cuba las fotocopias del diario fue José Antonio Arguedas Mendieta, un mayor de la aviación y abogado boliviano, al momento Ministro de Gobernación (Interior en otros lugares) del gobierno que ordenó  asesinar al Che. Pero quien lo entregó a las manos que lo llevaron a nuestro país fue Víctor Zannier Valenzuela[viii], un ciudadano boliviano, periodista y abogado, amigo de Arguedas, que Uribe Ortega nombra en su libro con el sobrenombre de “El Mensajero”, pero Zannier en una entrevista al diario Presencia, el 14 de diciembre de 1995, revela su implicación y actuación en los hechos. Lo que sucede es que El diario del Che llega… fue escrito  antes, en 1988.
Uribe Ortega cuenta que una mañana de fines de enero de 1968, tocó la puerta de la oficina de Prensa Latina en Santiago de Chile, en el edificio de 11 pisos de la calle Unión Central, un hombre bajito que tenía un sombrero calado hasta las cejas. Por la mirilla de la puerta miró Hernán, por la época corresponsal de la agencia cubana y periodista también de Punto Final y se dijo para sí: “de seguro es un provinciano”.
Al abrir el hombre sonrió y le dijo sin apenas traspasar el umbral: “tengo que hablar contigo algo de suma importancia y de extrema urgencia”.
Uribe sabía que todos los extranjeros que iban al país estaban vigilados por la policía política, la oficina y él también lo estaban[ix] y le propuso a la persona, a la que conocía de un reciente viaje que había hecho a Bolivia, visitar un bar cercano que se llamaba Black Bar, un nombre absurdo, según el periodista, “…porque no tenía nada de negro, ni mesas, ni asientos, ni paredes y menos clientes”.
En plena calle, sin llegar siquiera al lugar, el hombre le espetó en la cara, “vengo por encargo de Antonio Arguedas. El quiere entregar el diario del Che a Cuba”.
Uribe dio un traspié, hubiera querido estar sentado y en la mente comenzó a repetirse sin cesar las palabras que había escuchado apenas de su interlocutor.
El hombre prosiguió diciendo que era amigo de Arguedas y que “…el ministro sabe perfectamente quien eres tú, pues ordenó vigilarte cuando visitaste Bolivia. Yo se que esto parece increíble, pero el fondo del problema –y de la explicación- reside en que Arguedas esta hastiado de la intromisión norteamericana en nuestro país y necesita hacer algo que lo reivindique moralmente ante si mismo y antes sus compatriotas. Él tiene una copia del diario y otras cosas del Che…”
Uribe Ortega tras aquella confesión le pidió un tiempo a Zannier y corrió a hablar con Manuel Cabieses Donoso, director de la revista Punto Final, quien al tener las mismas dudas que Uribe, comenzó a citar a los otros miembros del Consejo de Redacción de la revista, que serían los participantes directos del secreto colectivo que se llamaría  “Operación tía Victoria”: Mario Díaz Barrientos, Jaime Faivovich Waisbluth, Carlos Jorquera Tolosa, quien también trabajaba por la época en Prensa Latina y Alejandro Pérez Arancibia, gerente de la Revista[x].
Tan pronto como al mediodía del mismo día de la presentación de Zannier, todos los antes mencionados almorzaban con el mensajero de Arguedas, en un restaurante en las afueras de Santiago de Chile, lo que les permitió conversar y hacer una evaluación colectiva de la personalidad del visitante; y por sobre todas las cosas, tratar de desentrañar si era auténtico el ofrecimiento o una trampa o una provocación. Todos coincidieron en que si era una provocación, aquella persona sería un actor de primera y que, por otra parte, en América Latina las contradicciones existentes crean casos insólitos y lo que aparenta ser irreal es real en esa parte del mundo, y que la CIA no es invencible.
Quedaba lo principal, informar a Cuba. Por la época no existían relaciones diplomáticas entre Chile y Cuba; pero si comerciales y era frecuente que algunos cubanos viajaran allí, Uribe Ortega no revela el nombre del cubano contactado, aduce no estar autorizado[xi], sólo dice que él y Junqueras lo vieron, y lo que si cuenta es que Manuel Piñeiro respondió a  la consulta más rápido de lo que esperaban con un: “Agradecemos y les rogamos que continúen adelante…” agregando detalles de cómo el mensajero podría encontrarse con alguien en Europa.
En marzo, Zannier Valenzuela regresa a Chile con un disco de música folklórica boliviana en sus manos, lo entrega a Uribe y se va “…y entre las tapas de cartón, venían adheridos los microfilmes que contenían los facsímiles del diario del Che en Bolivia”[xii].
Manuel Cabieses los guardo en su casa, entre los discos y a los concernidos tocó decidir quién trasladaría el tesoro aquel a su destino. La primera decisión fue cambiar el disco por uno de música chilena[xiii], pues seria de la nacionalidad del portador, y después se barajaron varios nombres: Alejandro Pérez, el propio Uribe fueron los primeros, pero al final se decidieron por Mario Díaz, secretario de Redacción de la revista, un hombre muy valiente que enfrentaba cualquier dificultad con un humor tan singular que podría desarmar a su contrario.
Según Uribe Ortega, entre la entrega de los microfilmes y la partida hacia Cuba de los mismos no medio más tiempo que 72 horas. Mario salió en un vuelo de Santiago de Chile a la ciudad de México y alrededor del 15 de marzo de 1968 entraba al vuelo de Cubana de Aviación que lo llevaría a La Habana. Mario Díaz Barrientos[xiv] jamás se jactó de esa hazaña.
Quienes pretendieron negociar el diario del Che o difundir un texto amañado quedaron al desnudo, amargados y perdieron de entre sus manos un gran  negocio.
Entre el 29 de junio y el 10 de julio de 1968 fue publicado el Diario en Francia por la Editorial Francois Maspero y Ruedo Ibérico, esta última lo editó en español; en Italia por la Editorial Feltrinelli; en la República Federal de Alemania por Trikont Verglag, en los Estados Unidos por la revista Ramparts, en Chile obviamente por la revista Punto Final y en México por Siglo XXI Editores.
En el texto llamado Una introducción necesaria[xv], y que presenta el Diario en Cuba, aparecen las siguientes palabras: “Pudieron estar interesados en que este diario no se conociera nunca, los seudorrevolucionarios, oportunistas y charlatanes de toda laya, que autoconceptuándose marxistas, comunistas y otros títulos por el estilo, ni han vacilado de calificar al Che de equivocado, aventurero, y cuando más benignamente, idealista cuya muerte es el canto del cisne de la lucha armada revolucionaria en América Latina. ¡Si el Che, máximo exponente de esas ideas y experimentado guerrillero, fue muerto en las guerrillas y su movimiento no libró a Bolivia, eso demuestra cuan equivocado estaba…!” “¡Cuántos de esos miserables se habrán alegrado de la muerte del Che, sin sonrojarse siquiera de pensar que sus posiciones y razonamientos coinciden por entero con los oligarcas más reaccionarios del imperialismo!”
Como es lógico ante la sorpresa de la publicación, los asesinos del Che en Bolivia primero negaron la autenticidad del texto impreso.
El Comandante en Jefe, el 3 de julio de 1968, ante la radio y tv cubanas, expresaba: “Nadie que esté en su sano juicio puede concebir que alguien publique una copia falsa de un documento cuyo original está en manos de otro, siendo además ese otro su enemigo” [xvi].
El 9 de julio del 1968, no sin pataleos y estertores, el gobierno de Bolivia reconocía que el diario publicado en Cuba y otras editoriales era el texto auténtico.
El diario del Che llega a Cuba de Uribe Ortega, como todo texto puede ser más o menos atractivo en uno u otros detalles, en el estilo con que esta narrado, pero lo cierto es que el autor se atiene a los hechos con una meticulosidad extrema sin que aparezca en ningún momento una palabra que constituya un elogio a alguno de los participantes en la “Operación tía Victoria” y un sentimiento que vaya más allá del estricto cumplimiento de un deber ético.
Una pregunta lógica -al menos para mi- ¿dónde está el original del diario ahora? Es cierto que el texto se puede encontrar en el Registro Memoria del Mundo en edición facsimilar y disponible gratis en Internet, pero quiero saber el lugar están las dos libretas escritas a mano por el Che.
“Patria es Humanidad”, pero pasan los años y las historias se olvidan, la memoria ayuda a que esto no pase, los textos escritos a mano más, y ese es uno de ellos. Estas líneas no tienen nada de crípticas, el original del Diario debe estar en un solo lugar y todos sabemos dónde.
Y por otra parte, en estos días de calor, dar vueltas en torno a escritos como estos hace falta y más si se pasa mucho tiempo tras mesitas y sobre sillas mas o menos cómodas y con algún que otro aire acondicionado puesto, que siempre es bueno quitarse el calor, pero vale la pena recordar estas “subversivas” líneas como colofón, aplicables a todos, a todo y en todo momento: “Para no luchar habrá siempre sobrados pretextos en todas las épocas y en todas las circunstancias, pero será el único camino de no obtener jamás la libertad”[xvii], y me permito agregar, ni nada.

Notas
[i] Los agentes de la CIA Félix Ismael Fernando José Rodríguez Mendigutía y Gustavo Villoldo Sampera estuvieron presentes. Ver Jean-Guy Allard | internet@granma.cu yhttp://www.caretas.com.pe/1485/che/che.htm
[ii] Ver El diario del Che llega a Cuba, págs. 82-83.
[iii] IDEM, pág. 31
[iv] IDEM, págs. 42-43
[v] IDEM pág. 71
[vi] IDEM pág. 73
[vii] IDEM pág. 74
[viii] Víctor Zannier Valenzuela (1925-2009). Estudió derecho. Fundó el diario “El Mundo” y lo dirigió en el período 1955-1964. Defendió los recursos naturales del país y llevó una línea crítica contra el régimen del MNR. Simpatizó con la Revolución cubana.
[ix] Una pareja que habitaba al lado de la oficina dijo a Uribe que la policía le había pedido “permiso” para instalar unos micrófonos a través de la pared. Ver  El diario del Che llega a Cuba, págs. 50.
[x] Según un texto de Cabieses también estuvo en ese almuerzo Augusto Olivares, pero en el libro que comentamos no parece su nombre.
[xi] Cabieses dice que fue Luis Fernández Oña, diplomático cubano, que estuvo casado con Beatriz Ximena Allende Bussi.
[xii] IDEM pág. 65
[xiii] Hay al menos otras dos versiones que fueron dentro de una muñeca o en un maletín de doble fondo. Ver http://www.puntofinal.cl/648/diarioche.htm y https://books.google.ki/
[xv] Fidel Castro Ruz.
[xvi] IDEM pág 71
[xvii] IDEM xv

Medio siglo de la Carta del Che a Fidel (+ Facsímil)

Oleo del Che pintado por Miguel Nuñez, Pintor de la Patria
carta del che a fidel
A 50 años de su lectura durante el acto de integración del primer Comité Cen­tral del PCC, reproducimos el facsimilar de la carta de despedida de Ernesto Che Guevara. Su incorporación a las luchas por la soberanía del Congo y posteriormente de Bolivia, donde diera la vida, confirmó con hechos la profunda dimensión de sus palabras:
“Año de la Agricultura” 
Habana

Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de Cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en tí desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente claridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para tí. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario Cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario
Che

viernes, 2 de octubre de 2015

Isa Conde: “Bosch, el gran calumniado”

        

El firme dirigente de Izquierda Isa Conde sale en defensa del apóstol maestro  profesor Juan Bosch frente a los calumniadores de próceres y patriotas.



¡¡¡No a la infamia contra el Profesor Juan Bosch!!!

En los últimos días en el país se ha desatado una campaña de infamia contra la memoria del Profesor Juan Bosch, orquestada por el claudicador  de Claudio Caamaño acusándolo de haber traicionado a Caamaño.   Los grupos más conservadores y retardatorios del país y el mundo, siempre con su mente maquiavélica, ponen a rodar lodo cloacal contra la imagen de los verdaderos patriotas y luchadores por el porvenir de la humanidad. Para esta malsana empresa siempre utilizan a mercenarios de la política, a falsos luchadores por la libertad de los pueblos. El patriota y veterano luchador revolucionario Isa Conde responde en el siguiente articulo a la basobia humana, a la inmunda rata que tuvo el tupe de calumniar al inmaculado del Profesor Juan Bosch. 




Narciso Isa Conde

Con la obra y con la trayectoria política e intelectual de Juan Bosch se puede tener cualquier diferencia o contradicción, pero el Profesor es una gloria nacional  y continental en ambos planos, y otros más. Una gloria cuya imagen es preciso exaltar y preservar de cara a la verdad histórica y a la recuperación de los grandes valores referenciales para las nuevas generaciones, hoy en peligrosa decadencia.

Un talento literario excepcional, con una gran dignidad personal y una sensibilidad humana ejemplar. Un pensador político de alto vuelo y recia moral. Un intelectual de elevado calibre y profundas convicciones éticas.

Patriota, antillanista, latinoamericanista, internacionalista de amplios méritos.
Estandarte de la libertad a escala nacional y mundial. Defensor de la soberanía y la emancipación de los pueblos.

Junto al coronel Fernández Domínguez y al coronel Caamaño representa el liderazgo colectivo de la gesta democrática e independentista  más importante del siglo XX, principal creador de su ideario y de sus formidables bases programáticas encarnadas en Constitución de 1963.

Reconocido, respetado, admirado internacionalmente.

Su figura emblemática -independientemente de sus imperfecciones y fallas, de sus desaciertos y sombras propias del ser humano e inevitables en todas los que luchan contra tantas adversidades y situaciones complejas- tiende a elevarse a la estatura de Prócer, de símbolo, de emblema, de ejemplo de lucha y de vida.

Su trayectoria política contrasta con la podredumbre actual de la partidocracia de todos los colores y con el status quo de la “tutumpuncracia” corruptora.

Su denuncia y análisis del PENTAGONISMO resultaron premonitoria del lumpen imperialismo de estos tiempos, que protagoniza esta desgarradora “tercera guerra mundial en pedazos”.
LOS BENEFICIARIOS TRAS EL TELÓN
¿A quienes les conviene que esta figura sea sistemáticamente denigrada, calumniada, ensuciada con las peores diatribas?
¿A quienes beneficia enlodar su memoria, reducirla a la mezquindad, al político tramposo y delator?
¿A cuales fuerzas le conviene contraponerla a la del Coronel de abril?
Pienso  que a los mismos sectores que inducen a presentar a Caamaño como un borracho mujeriego, vago, soez, déspota…
A las derechas,
A las mafias políticas que quieren igualar a ellas a los héroes y heroínas del pueblo.
A la partidocracia  y la lumpen burguesía corruptora.
Al imperio.
A su CÍA y su Pentágono.
A todas esas pandillas y personajillos que procuran corromperlo todo, denigrarlo todo…sembrar  conformismo y desesperanza en las nuevas generaciones, imponer el reino de la mentira, la desconfianza y la banalidad, destruyendo todos los valores éticos.
Yo fui de los revolucionarios que más polemizó con Bosch. Debatí ideas, programas, líneas tácticas y estratégicas, con aciertos y desaciertos. Procuraba siempre la verdad, a veces acercándome a ella, a veces alejándome…pero siempre evitando la intriga, la calumnia, la diatriba.

Soy partidario de analizar su obra y su trayectoria con ese espíritu, buscando los aciertos y las fallas, reconociendo integralmente sus aportes y sus límites.

Al periodo de la posguerra del 65 hasta Caracoles, le dediqué mi libro REVELACIONES, en el que entre muchos factores y episodio, analizo los encuentros y desencuentros de Bosch y Caamaño, dando testimonios de que no hubo traición en esas relaciones, si no diferencias políticas, lo que ratificó en esta ocasión
Una o varias manos y mentes peludas han utilizado esos hechos para sembrar cizañas y, sobre todo, para ensuciar a los líderes de mayor trascendencia en la historia reciente, procurando dañar maliciosamente la referencia emblemática que ambos representan para las luchas presentes y gestas futuras.

Ahora esto ha llegado a un extremo indignante en loco afán de denigrar, reduciendo al Profesor Bosch a un vulgar calié telefónico de Balaguer, desplegando diatribas en entrevista en un  medio de tupé y bajo la conducción de una periodista de renombre.

Solo que si hubiera sido verdad esa llamada de Bosch a Balaguer su grabación hubiera recorrido el mundo.
Al mentiroso le es difícil ocultar los calzoncillos sucios.
Paren ya esa porquería y, por favor, dejen a Doña Carmen tranquila en su apacible vejez.

Y al Profesor ni lo calumnien más… ni lo usen para adornar la podredumbre de una cúpula morada que se empeña en encubrir sus fechorías con la manipulación de su figura vaciada de contenido y garra transformadora.

Imitemos al pueblo que les echa en cara la dignidad del líder fundador a los mercaderes de la política que llenaron de fetidez su templo. Estimulemos a la juventud estudiosa a analizar su obra y sus hechos libres de brumas.


martes, 25 de agosto de 2015

Se prostituyen por agua las niñas en Haití







Actualizado el 10 ene. 2012
En las entrañas del campamento más peligroso de Haití, los reporteros de El Universal realizan una muy buena investigación periodística. Video: Agencia de El Universal. Todos los derechos reservados.

" LOS SIETE DEMONIOS DE HAITÍ " DOCUMENTAL







Publicado el 20 abr. 2012
Los 7 demonios de Haiti , es una produccion de http://www.radialistas.net/index.php. La historia de Haití es una historia de demonios. 


Después de la derrota, Francia bloqueó la isla y ningún país reconoció la independencia de Haití. Las potencias europeas no admitían la existencia de una nación gobernada por antiguos esclavos porque la libertad de Haití cuestionaba y amenazaba sus propios sistemas esclavistas.A pesar de la soledad internacional, Haití comenzó a gobernarse. Alexandre Pétion presidió la naciente república y distribuyó tierras entre los antiguos esclavos. Pero Europa, la Europa blanca y cristiana, apoyó a Francia en su reclamo de una gigantesca indemnización que la nueva y pequeña república de Haití tendría la obligación de pagar por "daños de guerra". Por el delito de ser libres. Francia exigió 150 millones de francos oro, equivalente a 21 mil 700 millones de dólares actuales. Haití, estrangulada y abandonada por todos, cayó en manos de gobernantes cómplices de Europa, que destinaban los poquísimos recursos del país para pagar "la deuda francesa".


El cuarto demonio se llamó... Estados Unidos. Los banqueros norteamericanos prestaron dinero a Haití para hacer ferrocarriles y plantaciones de banano. Los préstamos, que los intereses de usura iban multiplicando, resultaron impagables por una república aislada y empobrecida. En 1915, el presidente norteamericano Woodrow Wilson envió marines a Haití para tomar control del país. La primera medida de los invasores fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. Liquidaron el Banco de la Nación, impusieron trabajos forzados a gran parte de la población y prohibieron la entrada de negros en hoteles y restaurantes. Con el pretexto de proteger las reservas de oro de Haití se las llevaron a las cajas fuertes de Nueva York. Después de 19 años de ocupación, los norteamericanos se retiraron de la isla habiendo cumplido su principal objetivo: cobrar las deudas del City Bank. Entonces, Robert Lansing, secretario de Estado norteamericano, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, ya que tiene una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización. La misión "civilizadora" de los marines concluyó en 1934. Atrás dejaron una temible guardia nacional, entrenada por ellos, para exterminar cualquier posible brote de rebeldía en Haití. 

El quinto demonio se llamó... François Duvalier. En 1957, apoyado por el ejército de Estados Unidos, asumió la presidencia François Duvalier, un médico asesino que aterrorizó a la población haitiana, mezclando religión y política. Inspirado por los camisas negras del fascismo italiano, Duvalier creó una milicia conocida como los "tonton macoute", responsable de 30 mil asesinatos e incontables atrocidades y torturas. François Duvalier se proclamó "presidente vitalicio". A su muerte, lo sucedió su hijo Jean Claude, tan canalla como el padre. En 1986, después de 30 años de una de las dictaduras más sanguinarias de América Latina, una insurrección popular sacó del poder a Jean Claude. Éste se exilió en Francia, cuyo "democrático" gobierno le brindó un asilo dorado a él y su familia.

RECORDANDO A MACARIO Y FELIPA (POLOLO)

La evolución del marxismo de Manuel Sacristán


30 años después, 3 años más tarde
La evolución del marxismo de Sacristán: la intención antideológica






Nos toca ahora hablar de la evolución del marxismo de Manuel Sacristán. En siete aproximaciones. Habrían sido necesarias muchas más. De nuevo tomo pie en los apuntes del curso doctorado de FFB impartido en la UB en 1993-94.
1. Marxismo del método intención anti-ideológica Si la forma principal de expresión del marxismo de Sacristán, tan emblemática como modestamente significada en el rótulo de "panfletos y materiales", enlaza, a través de condicionamientos externos muy parecidos, con el tronco común del pensamiento socialista en España, y si su insistencia en subrayar (en el conjunto de la obra de Marx) el programa crítico, favorable a la emancipación de las clases sociales subalternas, da fundamento y desarrolla la intención revolucionaria de una parte del socialismo hispánico, en cambio la atención prestada a la cuestión del método y a los problemas epistemológicos le aleja de lo que fueron siempre las preocupaciones y temas dominantes de este último. Efectivamente, la formación lógica-metodológica y los conocimientos científicos-filosóficos de Sacristán han dado como resultado precisiones y sugerencias acerca de los diferentes ámbitos de relevancia de ciencia positiva y dialéctica, discusiones críticas de la utilización redundante del concepto de dialéctica, aclaraciones sobre los varios usos marxianos del término mismo de "ciencia" o acerca de la relación entre ésta y programa crítico en el marxismo, cuyo conjunto no tiene antecedentes en el pensamiento socialista en nuestro país, ni en la corriente que cristalizó en la II Internacional ni en las aportaciones más notorias de la III Internacional. Es más: la prudencia dialéctica, tan antiespeculativa como anticientificista, que siempre caracterizó el marxismo de Sacristán, ha mantenido a éste al margen de la angustiada autocrítica con que varias de las escuelas marxistas europeas reaccionaron, a finales de la década de los setenta, a las exageraciones ideologistas o cientificistas anteriores Desde este punto de vista tal vez la característica más saliente del marxismo de Sacristán es la acentuación de la naturaleza antiideológica del pensamiento revolucionario que tuvo su origen en Marx. Tal orientación está expresada ya en 1965 con inequívoca rotundidad: El pensamiento de Marx ha nacido como crítica de la ideología y su tradición no puede dejar de ser anti-ideológica sin desnaturalizarse .



De sus textos publicados.

1. Marxismo e ideología

A. 1965. Pero el hecho es que, desde Marx, el pensamiento revolucionario consecuente es anti-ideológico, y deja de ser revolucionario en la medida en que se hace ideológico. El pensamiento de Marx ha nacido como crítica de la ideología, y su tradición no puede dejar de ser anti-ideológica sin desnaturalizarse.

B. 1967. (Dicho sea entre paréntesis, es notable cómo el intento de salvación de la ideología, intento de inspiración idealista-culturalista, desemboca en un mecanicismo. Marx, en efecto, no habría afirmado nunca que una base determine unívocamente -”necesariamente”- una ideología, sino más bien una familia o clase de ellas: pues lo que la base hace es limitar las ideologías posibles, determinar el campo de las posibilidades ideológicas, de la formación de conceptos, etc.).

2. Falsa conciencia (1967) Si la ambición especulativa romántica fuera sólo oportuna ocupación por los filósofos de un Sinaí abandonado por los viejos profetas sin que la ciencia llegara a arrasarlo, todo el fulgor de los tres demiurgos románticos sería fuego de artificio; ideología en el mal y merecido sentido que da a ese término una tradición hegeliana precisamente. Sería, en efecto, producción intelectual sin valor de conocimiento, sólo destinada a paliar, o hasta ocultar, limitaciones y debilidades, más o menos duraderas, de la práctica y la consciencia de los hombres

3. Mal ser y consciencia (1963) “(...) únicamente un orden jurídico que no satisface los intereses de uno en perjuicio de los de otros, sino que establece entre los intereses contrapuestos un compromiso, a fin de reducir al mínimo las fricciones posibles, puede aspirar a una existencia relativamente larga”. Que un espíritu de la agudeza y potencia de Kelsen pueda llegar a afirmar tesis tan trivial, tan mimética del derecho burgués y tan insostenible empíricamente es un notable ejemplo del poder del ser -del mal ser, en este caso- sobre la consciencia. (La tesis es insostenible empíricamente porque la historia del derecho no muestra hasta hoy más derechos -estables o no- que los de dominio de clase. El “compromiso” lo es sólo entre los sectores de la clase o las capas dominantes. Desde el punto de vista del esclavo antiguo, no se puede decir precisamente que fuera un orden jurídico de compromiso el derecho esclavista, cuya existencia, pese a Kelsen, ha sido “relativamente” estabilísima y larguísima. La “reducción de fricciones” se ha conseguido en los estables derechos conocidos más por aplastamiento -cosificación jurídica, ignorancia jurídica, social o política- de una de las piezas en roce antagónico que por compromiso entre ellas).”

4. La posición de Gramsci.

A. Sobre una distinción (1968) Los temas que en los filósofos marxistas de corte tradicional componen partes principales del “materialismo dialéctico” (o sea, los temas procedentes de la “filosofía de la naturaleza” prerromántica y romántica), no se presentan prácticamente en la obra de Gramsci. El pensamiento de éste presenta, por otra parte, un punto que lo distingue característicamente de la filosofía marxista de orientación crítica, aún por examinar: se trata de su doctrina de las ideologías. Gramsci ha percibido que el hacer filosófico de Marx es sustancialmente crítica de las ideologías. Pero, por otra parte, Gramsci piensa que todo pensamiento relacionado con la práctica, como es el marxismo, ha de concluir construcciones más o menos ideológicas, mitos, como decía él mismo en sus escritos juveniles. En su edad madura no se decide ya a emplear esa palabra, pero tampoco a desideologizar completamente su concepción de] marxismo. Esto le obliga a distinguir entre “ideologías históricamente orgánicas. que son necesarias para una determinada estructura, e ideologías arbitrarias, racionalistas, queridas. En cuanto históricamente necesarias, tienen una validez que es validez psicológica, porque organizan las masas humanas, forman el terreno en el cual se mueven los hombres y adquieren conciencia de su posición, luchan, etc.” Con esa distinción Gramsci recoge su manera de leer a Marx desde su juventud. En 1918 había escrito: “Marx se burla de las ideologías, pero es ideólogo en cuanto hombre político actual, en cuanto revolucionario. La verdad es que las ideologías son ridículas cuando son pura charla, cuando se destinan a crear confusión, a ilusionar y a someter energías sociales, potencialmente antagónicas, a una finalidad que les es ajena”.

B. El programa (anti-ideológico) de la hora (1967) No sería erróneo, pero sí demasiado parcial, concluir un examen de la formación del marxismo de Gramsci anotando simplemente que ese marxismo ha sido siempre problemático en el sentido de que no ha conseguido nunca decidir sino dentro de la antítesis positivismo-ideología, de la irresuelta crisis entre el positivismo evolucionista de la social-democracia y una inconsciente escapatoria por vía ideológica. Eso sería injusto porque así se olvidarían, para empezar, los muchos conceptos valiosos que Gramsci ha conseguido arrancar al fecundo movimiento de su pensamiento entre los polos del viejo dilema; sería injusto también porque supondría ignorar el desarrollo que el principio de la práctica ha experimentado por obra de Gramsci -desarrollo que la limitación del tema excluía de estas líneas-; y sería injusto, sobre todo, porque equivaldría también a desconocer el valor que tiene la presentación veraz y honda de un problema real. Para el marxismo contemporáneo la insistencia en la inspiración crítica de Marx y, por tanto, la reanudación de su crítica de lo ideológico y la eliminación de especulación ideológica en el pensamiento socialista, es el programa más fecundo que puede proponerse. Es un programa de difícil realización, porque se encuentra amenazado por dos riesgos complementarios: ignorar el peligro de la moderna ideología “neocapitalista” del tecnicismo y del “final de las ideologías” -que es ella misma la ideología del fatalismo monopolista-; y ser confundido con esa ideología por parte de filósofos socialistas nostálgicos de los emocionantes megalitos hegelianos. Pero ése es el programa de la hora. Y el problema a que responde ese programa se encuentra expresado del modo más veraz y radical en la obra del hombre el trigésimo aniversario de cuya muerte de conmemora este año.
5. Persistencia de lo ideológico (1968) El que una corriente importante del pensamiento filosófico haya visto desde hace tiempo que el supuesto saber -a la vez transempírico y pretendidamente real- de la filosofía especulativa es un pseudoconocimiento, y el que otra corriente de la mayor importancia haya descubierto la función cultural de ese pseudoconocimiento como expresión refleja y sublimación de carencias y servidumbres de la sociedad, no anula las raíces de la especulación ideológica. “No por reírse de sus muletas consigue uno andar mejor”, como observó el sarcasmo de Heine en un contexto no muy diverso de éste (el de las creencias religiosas). La observación de Kant, según la cual las cuestiones de la antinómica de la razón pura se presentarán eternamente al espíritu humano, puede ser exagerada, como lo suelen ser las frases valentonas en cuestión de adjetivos y adverbios; pero ilustra convincentemente un punto de interés: el mismo Kant sabía que el acto de mostrar la irresolubilidad o el sinsentido de una pregunta no causa la caducidad sociocultural de la misma. Al cabo de más de un siglo, eso se sabe hoy con seguridad que excede de toda duda razonable. Y se sabe no sólo de las pocas cuestiones muy teóricas en que estaba pensando Kant, sino del complejo entero de la ideología. Hoy se dispone también de hipótesis plausiblemente explicativas de esa persistencia de la necesidad ideológica por encima de las más concluyentes críticas de la ideología; las principales hipótesis de esa clase se encuentran en la obra y la tradición de Marx y en las investigaciones de la sociología del conocimiento.

Referencias: 1. A. “Sobre el realismo en arte”, PM I, p. 57. 1.B. “La formación del marxismo en Gramsci”, Ibid, p. 83. 2. “Al pie del Sinaí romántico”,PM II, pp. 345-346. 3. “De la idealidad en el derecho”, Ibid., pp. 316-317. 4.A. “Corrientes principales del pensamiento filosófico contemporáneo”, Enciclopedia Labor, vol X, p.798. 4.B. “La formación del marxismo en Gramsci”,PM I, pp. 83-84. 5. “Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores”, PM II, pp. 362-363.

La consideración de ideología como “falsa conciencia” fue, normalmente, la acepción usada por Sacristán. Así, en “Al pie del Sinaí romántico” (Papeles de filosofía, ed cit, pp 345-346), señalaba: […] Si la ambición especulativa romántica fuera sólo oportuna ocupación por los filósofos de un Sinaí abandonado por los viejos profetas sin que la ciencia llegara a arrasarlo, todo el fulgor de los tres demiurgos románticos sería fuego de artificio; ideología en el mal y merecido sentido que da a ese término una tradición hegeliana precisamente. Sería, en efecto, producción intelectual sin valor de conocimiento, sólo destinada a paliar, o hasta ocultar, limitaciones y debilidades, más o menos duraderas, de la práctica y la consciencia de los hombres.

Igualmente, en “Sobre el realismo en arte” (Sobre Marx y marxismo, ed cit, p. 57), sostenía: […]Pero el hecho es que, desde Marx, el pensamiento revolucionario consecuente es anti-ideológico, y deja de ser revolucionario en la medida en que se hace ideológico. El pensamiento de Marx ha nacido como crítica de la ideología, y su tradición no puede dejar de ser anti-ideológica sin desnaturalizarse.

Otras aproximaciones a este polisémico concepto. En una conferencia sobre Sartre de 1980, hay un sucinto apunte sobre el uso de la noción de ideología en la tradición marxista y en el Sartre de los años sesenta. Esta noción de ideología es una noción que le viene [a Sartre] del marxismo. En parte es una noción ligeramente peyorativa, no muy positiva, pero no necesariamente. En las varias tradiciones marxistas hay distintos conceptos de ideología, unos más peyorativos que otros. El concepto de ideología, que recoge Sartre, es el que ve la ideología como el plano en el cual se resuelven los conflictos materiales, los conflictos reales. Dicho de otro modo, como el plano en el cual las personas nos hacemos conscientes de nuestros problemas reales. Nos equivoquemos o no. Esa consciencia puede ser acertada o no, pero en todo caso es la única que tenemos para entender qué nos pasa. En ese sentido pues de semisaber auxiliar dice Sartre que el existencialismo es la ideología que el Saber, o sea, que el marxismo necesita para esta época.

También en las clases de metodología de las ciencias sociales de 1979-1980, Sacristán se refirió a este término trazando las siguientes puntualizaciones: 1. Cualquier ideología es susceptible de manipulación. 2. Bajo el concepto de ideología como falsa consciencia, ésta puede ser bien intencionada o no serlo. 3. Podrá, por tanto, manejarse convicciones profundas, ideológicamente asumidas de forma bien intencionada, para determinados intereses externos. Por ejemplo, es Sacristán quien habla, determinadas movilizaciones campesinas. Del mismo modo, en las clases del curso 1981-82, Sacristán se refirió al tema de las relaciones entre ciencia e ideología y a su importante papel en la reciente filosofía de la ciencia, tanto en el ámbito marxista (Althusser) como en el campo más estrictamente académico (el Kuhn de La estructura de las revoluciones científicas, por ejemplo). Hace algunos años, señaló, el asunto central en la crítica de la ciencia había sido un asunto epistemológico, “principalmente, la cuestión de la distinción o demarcación entre ciencia y no-ciencia, ciencia e ideología, y que, en cambio, yo tengo la impresión de que hoy no es ése el caso”. Con ello no quería afirmar Sacristán que el tema ciencia-no ciencia, ciencia e ideología, o ciencia-metafísica, sea un tema hoy inexistente. En su opinión, éste es un tema que, dentro de ciertos límites, es probablemente “un tema eterno, persistente, de esos que se discutirán siempre. Lo que ocurre es que hace diez, doce, quince años, era el tema central en que confluían escuelas de pensamiento muy distintas”. Desde los años treinta, la filosofía analítica de la ciencia, “predominante en países anglosajones, por la influencia merecida de Popper”, había centrado la filosofía de la ciencia en torno al tema de la llamada línea de demarcación entre ciencia y no ciencia, y en tradiciones de pensamiento muy distintas, por ejemplo, en el campo marxista, “el predicamento de Althusser también había lanzado toda la reflexión en torno al mismo asunto” En cambio, no era ésta la situación años después. “No es que ese tema desaparezca pero sí que, gradualmente, pero ya muy visiblemente, pasa a segundo término, ante motivaciones de crítica material o existencial o pragmática, que podemos llamar de todas esas maneras, es decir, ante motivaciones críticas derivadas no tanto de consideraciones epistemológicas sobre contenidos ideológicos, o de otro tipo, cuanto basadas en motivaciones prácticas, en repercusiones de la ciencia y la técnica en la experiencia cotidiana de la gente”. Por último, sobre el delicadísimo y controvertido asunto del ser y la consciencia social, este paso de las clases de Metodología de las ciencias sociales de 1983-1984: Si bien el campo de lo estrictamente militar es más fácil hacer una distinción en la que se aprecien factores ideológicos no muy limpios, sobre todo si se tiene en cuenta las muchas, las curiosas conversiones de opinión que suelen tener la gente, según que esté o no en cargos de importancia, respecto de asuntos de armamento. No es sólo un hecho español, el que una determinada gente llegue al gobierno con un programa prácticamente de retirada de política militar y luego resulte un programa de acentuación de la intervención militar. Eso es un fenómeno bastante mundial, está ocurriendo prácticamente en todas partes y no sólo entre políticos sino también entre científicos. Aunque siempre sea deseable, no deja de tener cierto aire sospechoso el que los grandes científicos se conviertan al antimilitarismo o al antinuclearismo una vez que dejan sus grandes puestos de dirección de programas nucleares y no antes.

Por otra parte, Sacristán finalizaba el apartado VI de las clases de 1981-82 con una reflexión general sobre la noción de ciencia y algunos de los problemas más habituales que plantea. Concretamente, las relaciones que mantiene con las ideologías. Se trata, señalaba, de una discusión eterna que es fácil encontrar, por ejemplo, a propósito de la discusión sobre los valores en política económica. Él cree que si uno atiende a un producto cultural concreto, si uno está pensando en un producto concreto de la actividad científica, ya sea en física o en economía o en teoría económica o en una parte de la química -adviértase que en principio Sacristán no cita ninguna ciencia formal- “en ese producto yo creo que siempre será posible encontrar un elemento ideológico, que no hay productos que sean puramente ideológicos o puramente científicos”. ¿Por qué? Porque, argumenta MSL, si un producto fuera puramente ideológico, sin mezcla de ciencia alguna, funcionaría tan mal, o si se quiere, su funcionamiento sería tan escaso, “que sin duda no funcionaría como ideología tampoco, ya que si una ideología estuviera completamente desprovista de conocimiento real, de ciencia en ese sentido, no podría funcionar ni como sistema ideológico. Una ideología exige una dosis de ciencia, aunque sea escasa”. Inversamente, prosigue, un producto científico difícilmente puede haberse sustraído a la atmósfera cultural de su ambiente y de su época. De modo que, en su opinión, la manera de tratar el tema “ciencia e ideología” no es concebir dos grandes cuerpos distintos, uno que sea sólo ciencia y otro que sea sólo ideología, sino que la manera correcta de plantear el tema “es ver ciencia e ideología como polos, como polos contrapuestos de cualquier producto cultural. Naturalmente que habrá gradaciones, habrá productos culturales en los cuales el polo ideológico sea de mucho peso y otros en los cuales lo sea mucho menos. Pero en cualquier caso, serán polos y no entidades completamente separadas”. Sentadas las anteriores consideraciones, entra ahora Sacristán en el específico tema de las ciencias formales. Puede creerse que hay al menos un caso en el que el conocimiento científico es ciencia pura, que es el caso del saber lógico y matemático. Sobre estos asuntos, señala, se ha discutido mucho y “durante mucho tiempo, y persiste la escuela que piensa, como Lévy-Bruhl en el siglo pasado, que no es verdad que la lógica y la matemática sean universales, que hay poblaciones humanas con lógica diferente. Me parece que cité alguna vez a Whorf, a este respecto”. En su opinión, esta tesis es muy inverosímil, porque lo que no parece plausible es sostener que el mundo físico, con el que se enfrentan las distintas poblaciones humanas, varíe su comportamiento de una etnia a otra o de una cultura a otra cultura. Por lo que, concluye, “como eso no se puede sostener, hay que sospechar que si de verdad hubiera auténticas lógicas distintas, una de las poblaciones, aquélla cuya lógica no tuviera valor de supervivencia, dado el mundo como es, habría perecido”. Matiza Sacristán que, en todo caso, una cosa es pensar que vistas en sí mismas la matemática y la lógica son ajenas a toda influencia ideológica y otra cosa muy distinta “es lo que en concreto trabajan los lógicos y los matemáticos de cada época. Y eso, en cambio, varía mucho. Hay disciplinas matemáticas y lógicas que se ponen de moda y que pasan de moda, y eso tiene que ver no con el hecho de que sean más o menos verdaderas esas disciplinas -no sé la geometría proyectiva que antes se cultivaba mucho y ahora no se cultiva nada-, sino que tiene que ver con modas relativas, por un lado, a la base social (es claro que se desarrollan y se ponen de moda, las disciplinas formales, matemáticas, por ejemplo, que más útiles sean a la producción), pero también puede tener que ver con cambios en la mentalidad, con factores, por lo tanto, ideológicos en la moda. De modo que no me parece absurdo decir que, incluso en las disciplinas formales, el fenómeno de las modas tiene que ver con factores ideológicos”. Relacionado con el problema de las relaciones entre ciencia e ideología, prosigue, está el de “una distinción necesaria que conviene hacer en materia de ciencia entre génesis y validez de un conocimiento científico”. A primera vista, la distinción parece obvia y de puro sentido común. No es lo mismo la forma en que se produce un conocimiento científico que su validez, no es lo mismo su producción que su validez lógica. “Pero es, en cambio, una observación importante, que vale la pena tener presente, para no caer en interpretaciones muy primitivas de la relación entre ciencia e ideología. Porque la ideología es, sin duda, fundamental en la génesis de un producto científico”, ya que lo que motiva al científico a hacer ciencia, van a ser, entre otras cosas, sus elementos ideológicos, sus concepciones varias, sus intereses vitales, su forma de estar en el mundo. En la génesis, en el hacer ciencia, comenta, seguro que habrá ideología, pero este hecho es independiente de la validez del producto, de la validez epistémica del producto científico resultante. “Con una gran cantidad de ideología se pueden obtener productos científicos válidos. No quiere decir nada contra la validez de un conocimiento el que se sepa que en su origen había un factor ideológico importante”. Un ejemplo puede ilustrar el punto anterior. Toda ciencia antigua, indica MSL, ha sido una ciencia religiosa, “incluso hasta detalles chistosos que no sé si habré contado alguna vez”. Por ejemplo, apunta MSL, la teoría de las cónicas ha nacido del siguiente problema religioso: un día, la pitonisa de Delfos, declaró que Apolo había ordenado que se duplicara el volumen de su altar; su altar era un cubo y el problema de la duplicación del cubo ha sido un problema irresoluble hasta el cálculo infinitesimal y ha dado lugar a la teoría de las secciones cónicas. Así pues, un problema de origen religioso está en la base de un descubrimiento científico. Es obvio que ello no dice nada en contra, ni desde luego a favor, de la corrección del resultado. “El origen, la motivación, era totalmente ideológica, era un problema de religión griega, pero el valor de la teoría de la elipse es, por completo, independiente de eso. Eso no quiere decir que no haya que controlar el elemento ideológico del producto. Claro que hay que controlarlo. Pero con controlar el elemento ideológico del producto no se tiene ninguna certeza acerca de la validez del producto. Para eso lo que hay que hacer es someter el producto a crítica”. Sobre cuestiones de método e ideología, este apunte crítico del coloquio del tercer tema de las clases de 1983-84: Creo que se puede decir que hay parentescos por así decirlo, que hay parentescos espirituales entre ciertas tendencias metodológicas, y ciertas concepciones generales. Sartre tenía sus ideas sobre método, muy enlazando la idea de método con la de ideología, de concepción general. En su tesis doctoral precisamente asienta esta proposición -que a mi me parece literalmente muy falsa y hasta bastante ignorante-: que una metodología analítica es por naturaleza conservadora, propia de conservadores, mientras que la metodología natural de un científico o de un filósofo que no sea conservador -que sea reformador o revolucionario o radical- es por fuerza una metodología sintética, globalizadora. A mí, tomado al pie de la letra, me parece una gran falsedad porque, por muy revolucionario que sea un autor, si se pone a hacer visiones globales sin haber analizado nunca nada, pues, aparte de revolucionario, lo que va a ser es pésimo. Con toda seguridad. Pero, en cambio, yo estaría dispuesto a admitir, que con esa frase falsa, Sartre estaba rastreando un hecho bastante menos difícil de precisar pero de todas maneras que se puede describir: el hecho de que un tipo de pensamiento, científico o práctico, político o moral, que de verdad se proponga tomar la realidad dada, no como un algo firme, inamovible, sino como un problema, como algo que él quiere modificar, sin duda será una mentalidad que tendrá a obtener visiones de conjunto, porque si se quiere cambiar algo, si quiere cambiar una realidad, parece necesario, además de analizarla -que en eso se equivocaba Sartre en mi opinión- al mismo tiempo buscar una visión global de esa realidad.

Consideración a la que, algo después, Sacristán añadía la siguiente observación: (...) que si se está en un plano filosófico, sí que es verdad que, alguien que filosofando o investigando esté interesado por puntos de vista reformadores o transformadores o revolucionarios, sí que muy naturalmente tenderá a buscar una visión global. Que lo consiga o no es otra cosa, pero intentará una visión sintética, porque si no lo más que podrá practicar, si no tiene una idea general sintética, será eso que Popper llama “ingeniería social fragmentaria”. Pero una cosa es eso, una cosa es pensar que hay ciertas tendencias metódicas que tienen que ver con las creencias fundamentales de quien emplea los métodos, y otra cosa es pensar que se pueda catalogar métodos desde un punto de vista ideológico de una manera clara.

El siguiente diálogo es un paso del coloquio del tema IV de MCS 83-84 entre un estudiante y Sacristán sobre el espinoso asunto de las relaciones entre ideología y filosofía: Estudiante (E): Esto puede ser una ideología quizás, pero no una filosofía. MSL: ¿Y cuál es la diferencia? A lo mejor la hay, pero no se la pueden dar... E: Sí, creo que habrá una. Es decir, que la ideología tiene que ser un esquema cerrado, es un esquema cerrado. Cualquier actitud ideológica es un esquema cerrado, mientras que un esquema filosófico tiene que ser abierto. MSL. Pero, ¿por qué una ideología ha de ser cerrada? E.: Tiene un conjunto de creencias y éstas la bloquean. MSL: Pero porque tenga un conjunto de creencias puede ser perfectamente un conjunto completable y prorrogable. E.: Por lo menos hay unas zonas acotadas, por ahí es una zona cerrada. MSL: ¿Por qué? E.: Porque si dicen esto... Por ejemplo, cualquier concepción de tipo ideológico, basta que haya una cosa, que es cosa que se creen. MSL: Pero todos creemos algo. También en filosofía. E.: Pero quizás por ahí es planteable. Un filósofo puede tener unas creencias pero él las puede plantear. MSL: Pero eso no tiene que ver con las proposiciones. Tiene que ver con la actitud del sujeto. El mismo sistema de creencias puede se profesado problemáticamente y puede ser profesado con la fe del carbonero, como se decía tradicionalmente. E.: O sea, la fe del carbonero sería la ideología... MSL: En el uso que usted hace de la palabra “ideología” que no todo el mundo usa así “ideología”, pero serían las mismas proposiciones. Por ejemplo, un teólogo muy escéptico, muy refinado y muy autocrítico puede creer los mismos dogmas que esta persona que no se plantea nada, pero las proposiciones son las mismas, y las creencias subjetivas serán muy distintas”.

Tres notas más sobre ciencia e ideología. En primer lugar, este paso de las clases de 1983-84 donde Sacristán establece y justifica la relación que en ocasiones ha señalado entre la problemática althusseriana sobre ciencia e ideología en la obra marxiana y las tesis del Kuhn de La estructura. Althusser y sus discípulos, señala, han estado durante casi diez años prácticamente reducidos a la discusión del clásico tema ciencia-ideología, “a la demarcación entre ideológico y científico, lo que quiere decir claramente que consideraban que ése era el problema central de la filosofía de la ciencia y de la crítica de la ciencia”. En el principal libro de Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, de 1962, añade Sacristán, la cuestión que se debate a primera vista no es la de ciencia e ideología, “pero, en mi opinión, puede quedar englobada dentro de ella. ¿Por qué? Lo que principalmente está discutiendo Kuhn en ese célebre ensayo es cuál es el mecanismo de sustitución de unas teorías científicas por otras y la tesis suya -dicha un poco demasiado simplificadoramente, pero me parece que no demasiado falsa en la medida en que nos hace falta para esta discusión-, la tesis suya es que las teorías no se suceden unas a otras porque unas queden refutadas por hechos nuevos o por el incumplimiento de tesis viejas, sino que los cambios de teoría obedecen más bien a cambios de mentalidad y de visión de los científicos. Es decir, podríamos interpretar, a cambios de ideología”. En segundo lugar, este comentario de una conferencia, seguramente de finales de los setenta, que lleva por título “De la filosofía de la ciencia a la política de la ciencia”: Creo que no es exagerado decir que, si hace diez años, o tal vez menos, se hubiera preguntado a filósofos de la ciencia, o a personas interesadas por el asunto, cual es el capítulo más político de la filosofía de la ciencia, una gran mayoría, si no todos, habría respondido que el tema "ciencia e ideología”, un tema que incluso ha resultado canónico en algunas tradiciones filosóficas modernas. En cambio, dudo mucho de que ése fuera hoy el caso. Y no porque no existan actualmente núcleos de personas (especialmente de jóvenes estudiantes influidos por autores althusserianos) que siguen poniendo ese tema en primer plano, sino porque son ya mayoría los científicos y filósofos que se orientan hacia problemas menos académicos. Hoy las cuestiones acuciantes en filosofía de la ciencia, las cuestiones en las que la filosofía de la ciencia tropieza con una problemática verdaderamente urgente, van más bien por otro lado. Han quedado ya atrás cuestiones como la largamente debatida en la tradición marxista de si la ciencia es sobreestructura o no, de si es ideología o no. Estos planteamientos nunca fueron muy convincentes porque siempre fueron hipostatizadores, siempre dieron por supuesto que, por un lado, había una cosa llamada "la ciencia”, y, por otro, otra cosa llamada "la ideología”, cuando a la vista de cualquiera que no esté demasiado viciado en disputas académicas parece claro que se trata más bien de polos de numerosos productos culturales y que no es posible encontrar como producto social completo algo que sea sólo ciencia o algo que sea sólo ideología (Si he tomado este ejemplo marxista se debe a que probablemente es el más presente en la mente de todos. Pero no faltarían ejemplos en otras tradiciones).

Finalmente, los pasos de cierre de una conferencia de 1964. inédita hasta el momento, sobre formalización y ciencias sociales, impartida el aula magna de la Universidad de Barcelona: Porque prever en ciencias sociales no es ni mucho menos una deducción simple -ni siquiera en ciencias sociales que cuenten con modelos formalizados rigurosamente-, por unas cuantas razones que me parecen bastante sencillas: primero, porque los datos de que parte una previsión en ciencias sociales suelen ser estadísticos, con parámetros variables muchas veces, siempre o casi siempre no exhaustivos, sino de muestra, producto de muestras y, además, muchos de esos parámetros variables que he dicho, son variables en sentido aleatorio, es decir, su variación no está prevista en el momento de construir el modelo. Consiguientemente, lo que se pueda inferir predictivamente de ese modelo tendrá que serlo por una vía mixta que no será deducción pura, será, por fuerza, un mixto de inducción, deducción, cálculo de probabilidades, trabajo todo él al que puede ayudar mucho la máquina, pero que es obviamente, ya por el hecho de que esté por medio la idea de inducción, incluso del cálculo de probabilidades, trabajo abstracto creador. Éstas son pues unas cuantas razones -o una razón nada más, si Vdes quieren, en el fondo todo es lo mismo-, una razón de tipo formal, de tipo técnico para poner, desde un punto de vista epistemológico, cierta salvedad, efectivamente, a la idea de formalización en Ciencias Sociales, lo que no quiere decir, naturalmente, poner frenos a la formalización, porque lo que está fuera de duda es que para ese trabajo predictivo incluso, la elaboración formal es una ayuda de gran valor.

La segunda reserva era más cultural, no era estrictamente técnica. Se refería a lo siguiente: […] al hecho de que, en nuestras sociedades por lo menos, la mentalidad formalista ha tenido y tiene muy frecuentemente, una clara función ideológica, conservadora. Primero, por un hecho sumamente grosero y al que no dedicaré nada más que un momento, es la cuestión de quién es el que dispone, qué intereses sociales disponen del uso del formalismo y de su aplicación. A este respecto -es puramente anecdótico y no quiero insistir mucho sobre ello-, les voy a leer un texto clásico de principios del proceso de formalización en ciencias sociales, de los primeros intentos de presentación formal del taylorismo por Gilbreth [Frank Bunker] en 1919, a propósito de la curva de productividad. Dice así [discutiendo esa curva]: “supóngase que esté sin resolver si la función que relaciona la fatiga con la actividad o la función que relaciona el ritmo de producción con la fatiga es discontinua, de tal modo que el ritmo de producción disminuye lentamente a medida que pasa el tiempo hasta cierto punto crítico, hasta cierto valor crítico en el cual se produce un descrecimiento rápido. Si la función tiene este carácter discontinuo, como afirma parte de la literatura, lo eficaz sería suministrar descanso al trabajador un momento antes de que se produzca el agotamiento; en cambio, si las funciones son continuas, con pendientes varias, puede obtenerse un momento de descanso óptimo distinto del momento inmediatamente previo al agotamiento”. Esto, que no cito más que a título de anécdota, valga para ilustrar la función ideológica que los aparatos de formalización en ciencias sociales pueden tener por razón de los intereses sociales que dominan el proceso de formalización.

Le interesaba en todo caso otra reflexión, bastante más de fondo, que era la siguiente: […] los aparatos formales con que hoy en día cuentan las ciencias sociales, los modelos hoy en día existentes, no sirven prácticamente más que para lo que en Teoría Económica estamos acostumbrados a llamar “descripción estática” o “estática comparativa”, con alguna pequeña dinamización, de las que no tienen por lo menos alcance más allá de una determinada estructura dada. Dado este hecho, las raíces de la posible función ideológica de la formalización en nuestras sociedades pueden verse en lo siguiente: aunque no hay duda de que, como venimos diciendo, la formalización en Ciencias Sociales, al determinar una práctica operativa, científica, sobre eso que hemos llamado, por ejemplo, mixto hombre-naturaleza -en la literatura se encuentra los nombres de complejos términos usado por Sismondeau, por Granger, y sistema hombre-máquina, usado por Herbert Simon y por Merck-, la formalización, repito, al determinar una práctica operativa sobre esos sistemas abre un camino de racionalización, de la comprensión de lo social, aunque de eso no hay duda, para que esa operatividad se dé realmente, hace falta un dominio efectivo del objeto, del hecho social, en este caso, de las relaciones sociales, quiere decir.

Hagamos una reflexión, añadía Sacristán, a título de ejemplo y de aclaración: […] la ciencia moderna de la Naturaleza es sin duda una ciencia formalizable y operativa, formalizable para incluir en ella, para incluir en el concepto de formalización la larga fase hasta el siglo XX en que la formalización fue implícita y la fase en que la formalización es explícita, no hay ninguna duda de que las ciencias naturales modernas se han insertado operativamente en la naturaleza, pero sólo lo han conseguido y sólo le ha sido posible eso, gracias a que en interacción con la formalización, en el juego dialéctico de influencias, se ha producido un dominio material, práctico, del objeto natural. Dicho gráficamente, se ha producido la industria al mismo tiempo que la Ciencia Natural. Anecdóticamente, si la incipiente producción burguesa holandesa no hubiera dado con el anteojo a tiempo, seguramente se hubiera retrasado bastantes aspectos de la teoría científica de la naturaleza en Galileo.

Un gran sociólogo de finales del siglo pasado, del XIX y principios del XX (¡no tengo seguridad sobre la referencia!), había escrito una vez que en sentido moderno, en el sentido de la ciencia moderna, no era propiamente conocido de un modo completo sino aquello que podía volver a crearse industrialmente. Esto es lo que quiero decir aquí: si no hubiera sido por el dominio efectivo del objeto natural desarrollado durante la edad contemporánea por la industria, nuestra ciencia moderna no habría llegado a ser operativa, sino que se habría estancado como la alejandrina a la que tampoco faltó un desarrollo formal importante, pero en cambio faltó un desarrollo industrial que le permitiera dominar el objeto natural. Algunas veces les he contado como -en fin, aludo a lo que dicho antes, a quienes son mis destinatarios- algunas veces les he contado la anécdota de la utilización de la energía del vapor en el Imperio Bizantino: no dio lugar a ninguna teoría de nada, por la sencilla razón de que aquello no tenía uso industrial y no podía servir para un dominio efectivo organizado y material del objeto natural vapor; sirvió exclusivamente como algo exótico, como agente de exóticos espectáculos en el sala del trono.

Del mismo modo, la inserción de una ciencia social en la realidad social, “por mucha operatividad que posibiliten, que prometan sus instrumentos de formalización”, no se realizará sino se da en paralelo y en interacción dialéctica con aquella formalización, el proceso de dominio concreto, determinado, material del objeto social. Lo que quiere decir que es una ilusión ideológica conservadora creerse que basta con depurar formalmente la ciencia social para que sus conceptos sean objetivos y operativos como los de las Ciencias de la Naturaleza. La plena operatividad de la Ciencia Social no puede conseguirse más que en interacción con una práctica de transformación de la sociedad en objeto efectivamente dominado, lo que en Ciencias Sociales -si no es demasiado grosero resumirlo así- quiere decir transformación de la sociedad en objeto efectivamente planificable”.

La ilusión formalista, en lo que tiene de ideología, tendía a hacer olvidar “ese paso previo, el acto nada teórico, sino muy práctico, de transformación de las relaciones y estructuras sociales no dominadas, en que vivimos, en otras racionalmente y prácticamente dominables.” Apuntes finales. En esta breve nota sobre el folleto de la colección 70 que Sacristán escribió para la editorial Grijalbo, hay una interesante consideración sobre las ideologías y las supuestas igualdades argumentativas. Desconozco la fecha del escrito. Después de darle vueltas al problema durante varios días, he llegado a convencerme de que no es posible mejorar la fórmula del folleto dedicado a los 50 primeros volúmenes, que me parece buenísimo. Quizás sea posible conseguir mejores comentarios a los títulos, pero me parece fuera de duda que un texto general un poco largo, como el que habíamos considerado, sería muy inferior psicológicamente, desde el punto de vista publicitario o incluso desde el punto de vista de la pura información, a la eficacísima página final del folleto, donde se encuentran los “temas” y los “autores”. Consiguientemente, concluyo: a) que lo mejor sería reproducir el folleto ampliando a 100 títulos; b) que si a toda costa se desea tener un folleto distinto para cada serie de 50 vols., lo mejor sería componer el folleto de la 2ª serie exactamente igual (en cuanto a fórmula) que el de la primera. Un texto general de una hoja holandesa, como habíamos discutido en nuestra última conversación, quedaría vago y sin garra comercial. En cambio, me atrevo a proponer dos sencillas rectificaciones de la admirable última página del folleto. Creo que mejorará aún más si se suprimen las dos frases siguientes: -”y hombres de acción en general”, que es una frase vaga y un tanto demagógica; -”y para argumentar las ideas propias en la lucha ideológica”, que es una frase algo “indecente” o cínica, porque, implícitamente, dice que son igualmente argumentables cualesquiera ideologías.

En segundo lugar, este comentario de Sacristán del fichero “Cuestión progresismo” de su documentación a un texto de Marx de Teorías sobre la plusvalía: 1. “Al no entender históricamente la producción material misma -la entiende como producción de bienes materiales en general, no como una forma determinada, históricamente desarrollada y específica de esa producción-, Storch se quita a sí mismo el suelo bajo los pies, el único terreno sobre el cual se puede entender, por una parte, los elementos ideológicos de la clase dominante y, por otra, la libre producción intelectual de esa formación social dada” (Theorien, MEW 26.1, p.257) Uso peyorativo de ideología. Interesante el léxico. Se observa, por de pronto, bastante mala articulación. ¿Qué puede ser “ideologische Bestandteile” [elementos ideológicos] de una clase dominante? Serán más bien de una cultura. En cuanto a lo de la “freie geistige Produktion” [libre producción intelectual] eso sí está claro, y queda también claro de quién es esa producción: también de la clase dominante.

Por último, notas sobre el ensayo de John Maguire, “Marx on Ideology, Power and Force”, Theory and Decision, vol.7, nº 4, oct 1976 (D. Reidel PC). 1. Muy eficaz forma de explicar la venta de fuerza de trabajo indicando que el trabajador vende antes de haber trabajado (p.316). 2. Distinción entre ideología (ilusión necesaria) y alucinación (pp.317-318), a propósito de la apariencia del intercambio de equivalentes. 3. Dado que el capitalismo, a pesar de lo que dice el Manifiesto de 1848, se ha mostrado capaz de “asegurar la existencia de sus esclavos”, se comienza a explicar su (?). Pero, ¿y la desigualdad? La compensa con la ideología (pp.318-319). Para iluminar aspectos implícitos en la teoría de Marx, el autor distingue cinco actitudes posibles: A. “The Captivated Attitude”, p.319. Ejemplos en Cap I, 761; III, 889, MEW XXV, 838, 810. B. “The Guerrilla Attitude”. Es la lucha de clases sindical. C. “The Civil War Attitude”. Por medio de la ley. D. “The Radical Attitude”. Rechazo de la relación salarial y el poder político concomitante (p.320). E. “The Revolutionary Attitude” 4. Sobre la realidad (superficial) de la ideología, a propósito de la reproducción global (p.322). 5. Fetichismo e ideología burgueses como las dos caras de la una medalla (pp.322-323). Es uno de los dos hechos que dice no haber recogido. El otro es que las dos clases son cautivas de la ideología, están alienadas (p. 323).

Sigamos con la evolución del marxismo de Sacristán… un marxismo sin ismos por supuesto, narrado por el autor de un Marx (sin ismos).

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El caso griego es bastante excepcional


En muchos sentidos, el caso griego es bastante excepcional. Grecia es un viejo-joven país con una honda tradición político-cultural, con una fuerte identidad como pueblo y con un gran sentido patriótico. Se había ido produciendo en éstos años una simbiosis, una nueva relación entre la defensa de los derechos sociales, la independencia nacional y de la unidad de una gran parte del pueblo en torno al apoyo a las clases trabajadoras, a los pobres y a los jóvenes que estaban viviendo una grave regresión en sus condiciones de vida y de trabajo. Todo esto terminó identificándose con dos nombres: Syriza y Tsipras. El ejemplo más claro de esto fue la victoria en el referéndum en un país, no se debería olvidar, que estaba viviendo un “corralito”, con amenazas constantes de las “autoridades europeas” y con unos medios de comunicación masivamente partidario del “sí”.




Alexis Tsipras: el transformismo como instrumento para derrotar al sujeto popular

Cuarto Poder


Ellos, los que mandan, nunca se equivocan. Aciertan casi siempre. Su especialidad es cooptar, integrar, domar a los rebeldes para asegurar que el poder de los que mandan de verdad y no se presentan a las elecciones se perpetúe y se reproduzca. El transformismo es eso: instrumento para ampliar la clase política dominante con los rebeldes, con los revolucionarios, asumiendo algunas de sus reivindicaciones a cambio de neutralizar y dividir a las clases subalternas. La clave es esta: para conseguir que el sujeto popular sea no solo vencido sino derrotado, es necesario cooptar a sus jefes, a sus dirigentes. Con ello se bloquea la esperanza, se promueve el pesimismo y se demuestra que, al final, todos son iguales, todos tienen un precio y que no hay alternativa a lo existente. La organización planificada de la resignación.

Con Tsipras no ha sido fácil. Era un reformista sincero y, además, un europeísta convencido, de los que pensaban que se podrían conseguir concesiones de los socios europeos; que a estos se les podría convencer de que las políticas de austeridad no solo eran injustas sino profundamente ineficaces y que para poder pagar la deuda se deberían incentivar un conjunto de políticas diferentes que relanzaran la economía, que solucionaran la catástrofe humanitaria que vivía el país y que hicieran compatible la soberanía popular con la pertenencia a la UE. Varoufakis ha sido la cara y los ojos de esta estrategia negociadora que él, en algún momento, ha definido como kantiana, es decir, basada en la razón y en la búsqueda del interés común.

La historia es conocida. Hoy sabemos que esa estrategia ha sido un rotundo fracaso: no se consiguió nunca dividir a los Estados europeos más poderosos y el dominio alemán fue claro y definitorio desde el comienzo. Todo esto lo sabemos por el propio Varoufakis, que ha ido relatando este auténtico “vía crucis” que nunca implicó realmente una negociación y que, desde el primer momento, fue un chantaje en toda regla del tipo “lo tomas o lo dejas” y, mientras, la presión sostenida y permanente del BCE agotando la liquidez y las instituciones europeas negando los créditos.

Dieciocho contra uno. Así ha sido este proceso, que tenía tres objetivos fundamentales. El primero, combatir el malísimo precedente griego en un sentido claro y rotundo: los países endeudados del Sur no pueden tener otras políticas económicas que las dictadas por la Troika. En segundo lugar, apoyar firmemente a los gobiernos de la derecha y de la socialdemocracia que, de una u otra manera, en uno u otro momento, se plegaron a las políticas impuestas por el Estado alemán; estos partidos siguen siendo absolutamente necesarios para garantizar las políticas neoliberales dominantes y bajo ningún concepto se les puede dejar caer, máxime cuando emergen fuerzas alternativas, de eso que la UE y los gobiernos de turno llaman populismo. El tercero, el mensaje real que se manda a las poblaciones, sobre todo del Sur, es que ésta UE, sus políticas y sus relaciones reales de poder, no tienen alternativa. Lo que queda es la estrategia del miedo: o se aceptan estas políticas o se producirá el caos y la catástrofe económica y social de la salida del euro.

En muchos sentidos, el caso griego es bastante excepcional. Grecia es un viejo-joven país con una honda tradición político-cultural, con una fuerte identidad como pueblo y con un gran sentido patriótico. Se había ido produciendo en éstos años una simbiosis, una nueva relación entre la defensa de los derechos sociales, la independencia nacional y de la unidad de una gran parte del pueblo en torno al apoyo a las clases trabajadoras, a los pobres y a los jóvenes que estaban viviendo una grave regresión en sus condiciones de vida y de trabajo. Todo esto terminó identificándose con dos nombres: Syriza y Tsipras. El ejemplo más claro de esto fue la victoria en el referéndum en un país, no se debería olvidar, que estaba viviendo un “corralito”, con amenazas constantes de las “autoridades europeas” y con unos medios de comunicación masivamente partidario del “sí”.

Que al final fuese Tsipras el eslabón más débil de la cadena obliga a pensar las cosas a fondo. Lo primero, la enorme capacidad de presión de la Troika, en un sentido muy preciso y que se olvida con mucha frecuencia: lo que existe es una alianza estratégica entre las instituciones europeas y los poderes económicos dominantes de cada país que el Estado alemán garantiza. Para decirlo con mayor precisión: las clases económicamente dominantes están de acuerdo con ésta Europa que es la UE y con el papel que se asigna a estos países en la división del trabajo que se está definiendo en y desde la crisis. En segundo lugar, lo que Tsipras y la derecha de Syriza expresan es una posición ideológica que no siempre se consigue identificar y que, al final, se ha convertido en una enorme debilidad. Me refiero a eso que se ha llamado europeísmo. Reformismo socialdemócrata y europeísmo han estado íntimamente relacionados. Se podría decir que la bandera del europeísmo sirvió para camuflar la crisis del proyecto socialdemócrata sobre tres ideas básicas: que la UE era la única construcción posible de Europa; que la UE es un bien en sí, independientemente del conflicto social y de la distribución del poder entre Estados y clases; y que el Estado-nación se había convertido en una antigualla que necesariamente había que superar en el proceso de integración europea.

La inexistencia de un plan B en el proceso negociador tiene que ver, a mi juicio, con la posición política que he intentado definir. Se demostró que para Tsipras era inimaginable una Grecia fuera del euro, fuera de las instituciones de la UE, aunque eso significase la ruina económica de su país, continuar con la degradación de las condiciones sociales de la mayoría de la población y la aceptación de que el Estado griego es, de hecho, un protectorado de los países acreedores.

La Troika ha conseguido claramente sus objetivos. Las políticas que ha venido realizando Tsipras y su gobierno tras su capitulación (así lo ha definido Varoufakis) nos impiden ser optimistas. La hoja de ruta aprobada por las instituciones europeas la están cumpliendo a rajatabla, a veces da la sensación de que se realiza con el “furor del converso”. Hay datos que nos llevan a pensar que el asunto irá a peor. Tsipras sabía mejor que nadie que no estaba garantizada su mayoría en el próximo congreso de Syriza. La convocatoria de nuevas elecciones no tiene nada de heroico. Sabedor de que las cosas en su partido estaban difíciles para él, convoca elecciones generales para conseguir tres cosas a la vez: garantizarse las siglas, propiciar la ruptura de Syriza huyendo del debate democrático y del posible cuestionamiento de su liderazgo y, por último, buscar el respaldo popular antes de que se empiecen a notar los efectos económicos y sociales de las políticas de austeridad impuestas por la troika y aceptadas por la mayoría del parlamento griego.

Seguramente Tsipras ganará, pero su partido habrá ya cambiado de naturaleza y el movimiento popular y democrático se dividirá por mucho tiempo. Nada será igual. Reconstruir desde abajo la alternativa después de la derrota requerirá tiempo, inteligencia y un compromiso moral especialmente fuerte. Tsipras ahora es valiente, responsable y realista y los otros, sus amigos y camaradas de ayer, populistas, maximalistas y euroescépticos. Los que mandan ganan una vez más: ¿aprenderemos en cabeza ajena?, mejor, ¿en país ajeno? La vida dirá.

Fuente original: http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2015/08/23/alexis-tsipras-el-transformismo-como-instrumento-para-derrotar-al-sujeto-popular/104

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