MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

lunes, 22 de junio de 2020

Juan Bosch

Juan Bosch:
-Habla de sus inicios en la política
-De su encuentro con Hostos
-De su 24 años de Exilio
-Del Exilio a la presidencia.
-De su evolución ideológica después de estudiar a Marx y Engels.
En 1973 Bosch abandonó al socialdemócrata PRD por razones ideológicas y tácticas y fundó el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Desde entonces ha sido el líder del Partido, su candidato presidencial y su principal estratega. En su base, el Partido contaba con jóvenes dedicados y militantes, al que Bosch asoció también estudiantes, pobres y trabajadores de la caña de azúcar. Estos votantes -quienes estaban descontentos con los 8 años de gobierno del PRD -llevaron al PLD a crecer del 1% de los sufragios que obtuvieron en 1978 a un tercer lugar en 1986 con un 18% de los votos.
Martin Murphy, profesor adjunto de antropología en la Universidad de Notre Dame, realizó la siguiente entrevista en casa de Bosch en Santo Domingo en 1986, cuatro días después de que Joaquín Balaguer fuese proclamado presidente por quinta vez.
-¿Cuándo se involucró en política por primera vez?
-A finales de 1938 fui a Puerto Rico. Había una severa crisis económica allí que había comenzado en 1929. La dictadura de Trujillo tenía ocho años en el poder. No podía continuar viviendo en el país porque Trujillo me había enviado un mensaje diciéndome que sería nombrado diputado. Para poder salir, persuadí a un amigo médico para que hiciera un falso diagnóstico a mi esposa diciendo que ella necesitaba recibir un tratamiento médico en Puerto Rico.
La publicación de las obras completas de Hostos fue decidida para esa época porque en enero de 1939 se cumplía el primer centenario de su nacimiento. Un concurso había sido organizado en el que participarían editoras de Argentina, México, Chile y Cuba para publicar su extensa obra completa. Una editora cubana ganó el concurso por lo que el comité me envió a Cuba a dirigir la publicación. Llegué a Cuba a principios de enero de 1939, seis meses antes de cumplir mis treinta años. Encontré allí una actividad política intensa, la cual me causó gran impresión. Para esa época, cuatro partidos políticos trabajaban activamente en la preparación de una nueva constitución que ellos esperaban estabilizaría la situación posterior al final de la dictadura de Machado. Los partidos involucrados eran el liberal, el conservador, el Partido Revolucionario Cubano -conocido como el Partido Auténtico- y el Partido Socialista Popular que era el Partido Comunista Cubano.
Luego de redactar la Constitución, se realizaron las elecciones en 1940 y ganó Fulgencio Batista. Batista había sido el jefe del Ejército hasta hacía algunos meses. Pero antes de esas elecciones, comenzó la Segunda Guerra Mundial con la invasión de los nazis a Polonia. El acontecimiento causó otro tipo de movilización política en el pueblo cubano. Los periódicos y la radio anunciaban noticias sensacionalistas diariamente. La gente discutía constantemente los asuntos cubanos e internacionales en cafés, parques, autobuses, vehículos y calles. Todo esto contribuyó con mi formación política.
Durante este período de mi desarrollo político, un pequeño grupo de dominicanos que vivían fuera del país fundaron el Partido de la Revolución Dominicana (PRD). Yo era parte del grupo que organizó el partido en La Habana en 1939, ese grupo se transformó en comité central y estaba encargado de organizar el partido en Santiago de Cuba, Guantánamo, Nueva York y Caracas. Como era conocido como escritor en el mundo de habla hispana, me era fácil conocer líderes políticos en los países que visitaba. Por ejemplo, en México conocí a Lombardo Toledano y en Guatemala al presidente Juan José Arévalo. En Venezuela conocí a Rómulo Betancourt y a Rómulo Gallegos, los cuales fueron luego presidentes. Ofrecí una conferencia en Venezuela en 1945 durante la dictadura de Trujillo y fui introducido por Gallegos, quien en esa época era el presidente del Partido de Acción Democrática (AD) y uno de los grandes novelistas de lengua española.
Se me había encargado organizar un frente contra Trujillo en todos los países. En 1947 organizamos una expedición armada que salió de Cuba hacia la República Dominicana luego de un período de entrenamiento de tres meses en una isla llamada Cayo Confites lejos de la costa de Camagüey.
Obtuvimos las armas a través de Juan Domingo Perón en Argentina. Nuestro contacto con Perón era el presidente de Guatemala. Juan José Arévalo, quien había vivido en Argentina varios años durante la dictadura de Ubico en Guatemala (1931-1944). Se casó con una argentina y dio clases en la Universidad. Estas armas llegaron a través de Guatemala. El gobierno cubano nos dio luz verde para organizar la expedición de Cayo Confites.
Fue ahí donde conocí a Fidel Castro. En ese entonces era un estudiante de Derecho de 21 años. El se unió a la expedición, conjuntamente con hombres de otros países de América, pero especialmente del Caribe. Había dominicanos, cubanos, nicaragüenses, puertorriqueños, venezolanos y hasta un norteamericano de ascendencia húngara. Salimos de Cayo Confites y nos dirigimos hacia la República Dominicana, pero fuimos hechos prisioneros cuando estábamos cerca.
Para entonces era conocido como líder político y como escritor y se me eligió miembro de la Junta Revolucionaria que dirigía el movimiento contra Trujillo. La Junta estaba compuesta por una comisión política y un militar. Juan Rodríguez y yo estábamos en la comisión militar y fuimos los únicos líderes que apresaron. El barco en el que íbamos fue llevada a la Bahía de Antillas y de ahí fuimos llevados a La Habana. Hice una huelga de hambre durante tres días para hacer presión para que liberaran a los prisioneros exceptuando a los líderes. Fui llevado al hospital militar y dejado allí durante varios días. En resumen, este fue el inicio de mi vida política.
-¿Podría Ud. explicar cuándo y bajo qué circunstancias finalizó su exilio?
-Sí, estuve en el exilio 23 años, hasta octubre de 1961, año en que mataron a Trujillo. Luego volví al país como presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para dirigir el partido -no había tiempo para hacer más nada-. Me pasé todo el tiempo en política electoral, algo desconocido para la República Dominicana. Las elecciones se llevaron a cabo el 20 de diciembre de 1962 y era el candidato presidencial del PRD. Ganamos las elecciones y asumí la Presidencia de la República el 27 de febrero de 1963 siendo objeto de un golpe de Estado el 25 de septiembre de 1963.
-El golpe tuvo un significado especial para el NACLA dado que la organización se formó en respuesta a la invasión que hicieron los Estados Unidos a la República Dominicana en 1965. Hábleme de ese período.
-Se han dicho muchas mentiras sobre ese golpe militar y poco ha sido dicho sobre lo que sucedió en realidad. El golpe militar fue dado por una misión de militares norteamericanos en Santo Domingo. He dicho eso tantas veces, pero los periodistas norteamericanos lo han mantenido en silencio.
-La prensa dominicana publicó durante las elecciones de 1982 que Ud. dijo que no creía en la democracia. ¿Fue citado correctamente, y de ser así, qué quería decir con ese comentario?
– Uno no puede creer en la democracia dominicana, ni en la democracia bolivariana, paraguaya, chilena o mexicana. ¿Qué sucedió hace 10 años en Uruguay y en Argentina y hace 20 años en Brasil y en la República Dominicana?
El estilo de democracia norteamericana es el producto del desarrollo capitalista. Estados Unidos fue el primer país en la historia de la humanidad que hizo una guerra de independencia para transformarse de colonia a Estado. Fue el primero que tuvo una Constitución escrita; fue el primero que creó un gobierno basado en tres poderes -legislativo, ejecutivo y judicial-. Podía hacer todo esto porque fue la primera sociedad capitalista químicamente pura sin el más mínimo rasgo de feudalismo ni de otro sistema socio-económico. Debemos recordar que las trece colonias comenzaron como empresas comerciales capitalistas y crecieron como tales hasta que crearon una organización política sin precedente histórico. Haití, la República Dominicana y Nicaragua son casos muy diferentes. Ninguna ha desarrollado el capitalismo. Nuestros países no conocieron el feudalismo ni el capitalismo como lo hizo Inglaterra, Estados Unidos o Suiza.
Tome, por ejemplo, el caso de Uruguay. ¿No solían decir que Uruguay era la Suiza de América? ¿Pero qué sucedió hace 10 años cuando los precios de sus productos de exportación bajaron? También lo hizo la democracia en Uruguay, y surgió una de las peores dictaduras de América. En la historia de Estados Unidos nunca se ha escuchado hablar de un líder militar que haya intentado derrocar el gobierno estadounidense.
-¿Cuál sería el plan o sistema político más apropiado para la República Dominicana?
-El sistema político más apropiado para este país es un gobierno que asegure las libertades públicas y que termine con la dependencia económica, política y militar del país. Terminaría con la ignorancia, la miseria y las enfermedades que son un producto de la miseria. Terminaría con la corrupción y con la falta de autoridad para aplicar las obligaciones legales. Cientos de millonarios han surgido aquí en los últimos años. ¿Haciendo qué? Nada. Robando mientras trabajan en el sector público, usurpando dinero del Estado, que es una manera de robarle a la gente. Esto no es ni democracia ni nada parecido. ¿Por qué quien imponernos un sistema de gobierno que funciona en otros países pero no aquí? Pero en el momento en que alguien dice que la democracia no puede funcionar en un país como este, gritan: “¡Comunista! ¡Cualquiera que hable así es un comunista!.
Aquellos que dicen esto insisten que un periódico que hace campaña a los contras debería continuar siendo publicado libremente en Nicaragua. Y yo le pregunto, ¿cuántos japoneses fueron apresados en los Estados Unidos y dejados y en campos de concentración desde 1942 hasta 1945 durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Hubieran permitido las autoridades norteamericanas que un periódico de Chicago o de Washington criticara esas medidas?
-Rafael Trujillo y su dictadura de 31 años (1930-1961) tuvo un gran impacto en las relaciones económicas, políticas y sociales dominicanas. ¿Podría Ud. describir el impacto y las consecuencias que tuvo en la segunda mitad de los años 1980?
-La dictadura de Trujillo fue la primera que promovió el capitalismo en la República Dominicana, para beneficio personal de Trujillo. En 1930 no había aún un banco dominicano. Trujillo fundó el primero en 1941 como un banco estatal al que llamó Banco de Reservas. Lo hizo mediante la compra del Banco Nacional que era llamado aquí la Corporación Bancaria Internacional. Había otros dos bancos, el Royal Bank y el Banco Nova Scotia. Hasta entonces, no teníamos un capitalismo financiero y el capitalismo industrial se limitaba a las plantaciones de caña de azúcar. Los 35 ingenios que había en el país -creados en 1844- comenzaron a desaparecer y fueron reemplazados por ingenios modernos. De estos, Trujillo compró diez que habían sido propiedad de compañías norteamericanas. Y creó dos más para que de los 16 ingenios azucareros 12 fueran de él. Es en esta época que aparece la clase obrera debido a que Trujillo sacó a los haitianos y a los cocolos reemplazándolos por dominicanos en el 1950. Trujillo monopolizaba todas las empresas en las que intervenía.
Debe comprenderse que sin este monopolio no hubiese sido posible desarrollar el capitalismo en la República Dominicana. El monopolio fue lo único que garantizó el cúmulo de capitales para nuevas inversiones. No que Trujillo lo supiera, pero su instinto lo llevó a seguir las reglas del capitalismo y comenzó a monopolizar la industria de la sal, como los ingleses lo hicieron en la India. Así mismo creó la primera moneda nacional, el peso dominicano. Hasta 1947 la moneda que se utilizaba en la República Dominicana era el dólar norteamericano. Fundó el Banco Central y el Banco Agrícola -ambas empresas del Estado -.
Al mismo tiempo promovió el desarrollo de las industrias más importantes -aceite de maní, cemento, armas, vidrio y líneas de transporte marítimo-. Como dije, terminó siendo el gran motivador del desarrollo capitalista. Pero debemos notar que el capitalismo dominicano está muy lejos de ser igual al capitalismo estadounidense, francés, holandés o suizo. La burguesía está en proceso de formarse. Sin embargo, políticamente el país se encuentra en un estado que corresponde a un capitalismo tardío, y es esa la contradicción.
-¿Tiene el modelo socialdemócrata de Europa del Oeste algún tipo de relevancia en el Tercer Mundo?
-El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) es miembro de la Internacional Socialista, pero la socialdemocracia no puede funcionar aquí. La socialdemocracia funciona sólo donde hay un exceso de capital que se distribuye de tres maneras: al gobierno para que construya calles, sistemas de comunicación, escuelas y hospitales, así como para pagarle a los servidores civiles salarios decentes para que sean ofrecidos servicios adecuados entre capitalistas, para que queden satisfechos de los beneficios que reciban; y finalmente, entre trabajadores, pequeños y medianos propietarios para que puedan vivir bien y puedan mantener un poder adquisitivo bueno y en consecuencia no creen problemas políticos. Sólo de esta manera la socialdemocracia puede funcionar puesto que en un país socialdemócrata no existe el desempleo ni la inflación; no le falta el seguro social a los enfermos no pueden ser tratados allí, y los que no se han deteriorado no tienen las medicinas adecuadas.
Esta realidad debe ser vista, no en libros de historia pues curiosamente 12 ó 14 años atrás no se había escrito libros analizando la historia. Habían marxistas que repetían frases de Marx y Lenin sin aplicarlas a la realidad dominicana. Sólo ahora se comienza a comprender lo que ha sucedido en la República Dominicana y a comprender que aquellos que quieran aplicar los principios d e la democracia estadounidense en nuestro país intentaban hacer que un ratón cargue a un elefante. Es increíble que los Estados Unidos no puedan comprender de que la realidad en los países del Tercer Mundo es diferente a la de los Estados Unidos. En consecuencia, mientras nuestros países dependan económica, política y hasta militarmente de los Estados Unidos no existe la posibilidad de que nuestros países salgan de la crisis política perpetua.
-¿Cómo explicaría a un extranjero lo que es el Partido de la Liberación Dominicana (PLD)?
-Es un partido que lucha por liberar al pueblo dominicano de la dependencia económica, política y militar, de la ignorancia, la enfermedad y el desempleo. En este momento, más del 26% de los dominicanos están desempleados. Cualquier persona que se detenga en la esquina de un semáforo encontrará personas de distintas edades, desde jóvenes hasta viejos vendiendo disparates para vivir. Cualquiera que desee convencerse de nuestro atraso sólo debe contar el número de carros lujosos que han entrado al país exentos de impuestos entre 1985 y 1986, el último año de la presidencia de Jorge Blanco. En 1935, Santo Domingo tenía 70,000 habitantes, hoy tenemos 1.6 millones. Pocos tienen acceso a la energía eléctrica y al agua.
-¿Es el PLD un partido de izquierda?
-Sí, lo es.
-¿Tiene un programa socialista?
-No.
-¿Entonces cuál es el programa del Partido?
-La realidad dominicana nos impide tener un programa socialista. En este país debemos tomar medidas para resolver los problemas dominicanos. Por ejemplo, aquí no hay autoridad que pueda aplicar las decisiones y leyes públicas. No hay jueces que condenen a los culpables, y los condenados compran su libertad. Uno debe imponer su amor por el país y por su gente aunque sea instaurando la pena de muerte.
-Durante las elecciones de 1978, el PLD obtuvo el 1% de los votos; en 1982 recibió el 10% y este año recibió el 18%. En su opinión, ¿cuáles factores explican el incremento del apoyo al PLD?
-Gran parte de la población está cansada del desorden general en que vivimos, la única organización política en la historia del país que ha demostrado tener capacidad para enfrentar esta situación es el PLD. El PLD no se ha involucrado en escándalos y tiene la reputación, la mística, de luchar y trabajar por el pueblo. Ningún miembro del PLD puede ser acusado de mentiroso, ladrón, o charlatán o de ser un político ignorante. El PLD es excepcional en la historia dominicana y en la historia de cualquier país del Tercer Mundo.

domingo, 21 de junio de 2020

La otra cara del Covid-19

La epidemia del filósofo
  

Si bien los filósofos temen que nuestros gobernantes estén explotando la epidemia para imponer una disciplina biopolítica, la clase dominante en sí misma parece tener la preocupación opuesta: “Tengo pánico de las consecuencias para la sociedad… Tenemos que sopesar los riesgos de que el medicamento afecte drásticamente al paciente”.

Si bien los filósofos ven las medidas contra el contagio (toques de queda, fronteras cerradas, restricciones a las reuniones públicas) como un mecanismo de control siniestro, los gobernantes temen que los bloqueos les hagan perder su control.

Al evaluar el impacto de Covid-19, los filósofos en cuestión han citado las páginas extraordinarias sobre la plaga de Disciplina y castigo, donde Foucault describe las nuevas formas de vigilancia y regulación ocasionadas por el brote a fines del siglo XVII. Quien ha tomado la posición más clara sobre la pandemia es Giorgio Agamben, en una serie de artículos combativos que comienzan con ‘La invención de una epidemia ‘, publicado por el 26 de febrero de 2020.

"No habrá recuperación. Habrá disturbios sociales. Habrá violencia. Habrá consecuencias socioeconómicas: un desempleo dramático. Los ciudadanos sufrirán drásticamente: algunos morirán, otros se sentirán muy mal”. Éste no es un escatólogo hablando, sino Jacob Wallenberg, vástago de una de las dinastías más poderosas del capitalismo global, que prevé una contracción económica mundial del 30% y un altísimo desempleo como resultado del “cierre general” del coronavirus.


En este artículo, Agamben describe las medidas de emergencia implementadas en Italia para detener la propagación del virus como “frenéticas, irracionales y completamente infundadas”.

“El miedo a la epidemia da rienda suelta al pánico”, escribía, “y en nombre de la seguridad aceptamos medidas que restringen severamente la libertad, justificando el estado de excepción”. Para Agamben, la respuesta del coronavirus demuestra una “tendencia a usar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno”.

Agamben tiene razón en que nuestros gobernantes usarán todas las oportunidades para consolidar su poder, especialmente en tiempos de crisis. Que el coronavirus se está explotando para fortalecer la infraestructura de vigilancia masiva no es ningún secreto. El gobierno de Corea del Sur ha analizado la propagación de la infección al rastrear la ubicación de sus ciudadanos a través de sus teléfonos móviles, una política que causó alboroto cuando sacó a la luz una serie de asuntos extramaritales.

En Israel, el Mossad pronto implementará su propia versión de este rastreador, mientras que el gobierno chino ha duplicado la vigilancia por vídeo y los dispositivos de reconocimiento facial (no es que las agencias de inteligencia del mundo estuvieran esperando la excusa de una epidemia para comenzar a seguirnos digitalmente). Muchos gobiernos europeos están decidiendo actualmente si imitar los programas de monitoreo digital de Corea del Sur y China, y la Oficina del Comisionado de Información de Gran Bretaña aprobaba esta medida a fines de marzo.
Agamben no es el primero en argumentar que uno de los objetivos de la dominación social es atomizar a los dominados (...).

Al final de esta crisis, entonces, los poderes de vigilancia de los gobiernos habrán aumentado diez veces. Pero, en contra de lo escrito por Agamben, el contagio sigue siendo real, mortal y destructivo a pesar de este hecho. El hecho de que los servicios de seguridad puedan beneficiarse de la pandemia no justifica un salto al conspirismo paranoico: la Administración Bush no necesitaba destruir las Torres Gemelas para aprobar la Ley Patriota; Cheney y Rumsfeld podrían legitimar el secuestro y la tortura simplemente aprovechando las oportunidades que presentó el 11 de septiembre.

Menciono el ataque a las Torres Gemelas porque revela un segundo defecto en el trabajo de Agamben, que explica todas las técnicas de control social que utilizan el modelo de represión estatal contra una lucha armada insurreccional.

A fines de los años setenta y principios de los ochenta, varios países europeos impusieron un estado de excepción presuntamente para combatir el terrorismo, una tendencia que afectó directamente a la generación de Agamben y a sus descendientes. Pero no todos los estados de excepción son iguales. Como enseña Aristóteles, si todos los gatos son mamíferos, no todos los mamíferos son gatos.

(...) el estado actual de excepción reproduce, en principio, lo que Foucault teoriza para la peste, basado en el control, la inmovilización y el aislamiento de toda la población.  (...) este régimen no distingue entre buenos y malos ciudadanos. Todos somos potencialmente malos; Todos debemos ser monitoreados y supervisados. El panóptico abarca a toda la sociedad, no solo la prisión o la clínica.

Es cierto que estamos presenciando un experimento gigantesco y sin precedentes en la disciplina social, con tres mil millones de personas que actualmente tienen órdenes de permanecer en sus hogares, la mayoría de las cuales han aceptado estas restricciones a su libertad con poca resistencia activa. Hace cuarenta años, esto habría sido impensable. En muchos casos, este experimento se lleva a cabo a ciegas y al azar, como en India, donde Modi ha dado instrucciones a todo el país para que se quede en casa, a pesar de la presencia de 120 millones de trabajadores migrantes flotantes que a menudo se ven obligados a vivir en las calles.

Los privilegiados se encierran en casas con internet de alta velocidad y refrigeradores llenos, mientras que el resto continúa viajando en metros abarrotados y trabajan codo a codo en lugares con ambientes contaminados. La industria alimentaria, el sector energético, los servicios de transporte y los centros de telecomunicaciones deben continuar funcionando, junto con los que producen medicamentos vitales y equipos hospitalarios. La separación física es un lujo que muchos no pueden permitirse y las reglas para el “distanciamiento social” están sirviendo para ampliar el abismo entre las clases.

El grave daño que esta epidemia puede infligir al capital explica la reticencia de los políticos a imponer el aislamiento y la cuarentena: Boris Johnson (inicialmente) y Trump son los ejemplos más llamativos: se resistieron a anunciar una cuarentena durante el mayor tiempo posible y desean levantarla lo antes posible, incluso a costa de unos cientos de miles de muertes.

Los gobernantes también se están aprovechando de la pandemia para impulsar políticas que causarían indignación en tiempos normales. Trump le ha dado a la industria estadounidense un billete gratis para romper las leyes de contaminación durante la emergencia, mientras que Macron ha desmantelado uno de los principales logros del movimiento laboral al extender la semana laboral máxima a 60 horas. Sin embargo, de alguna manera, la mezquindad de estos trucos legislativos -demasiado localizados y limitados para rescatar un orden neoliberal en crisis-, muestran que la pandemia ha cogido desprevenidas a las clases dominantes: aún no han comprendido la dimensión de la recesión que nos espera y su capacidad para acabar con las ortodoxias económicas.

Muy pronto, se perderán fortunas enteras a medida que los capitalistas vean que sus negocios (aerolíneas, compañías de construcción, fábricas de automóviles, circuitos turísticos, producciones cinematográficas) se van por el desagüe.

La inyección de cantidades astronómicas de liquidez en la economía, iniciará una destrucción de capital a gran escala, ya que esta moneda recién emitida no corresponde a ningún valor real. Durante la guerra, se demuelen tanto el capital financiero como el material: infraestructuras, fábricas, puentes, puertos, estaciones, aeropuertos, edificios. Pero una vez que la guerra termina, comienza un período de reconstrucción, y es esa reconstrucción la que provoca un repunte económico. Sin embargo, la epidemia actual se parece más a una bomba de neutrinos, que mata a los humanos y deja intactos los edificios, carreteras y fábricas (si están vacías). Entonces, cuando termine la epidemia, no habrá nada que reconstruir y, por tanto ninguna, no habrá recuperación consecuente.

Después de que se levante la cuarentena, la gente no volverá de forma automática a comprar automóviles y billetes de avión en una escala como la anterior a la crisis. Muchos perderán sus empleos, mientras que aquellos que los mantengan tendrán dificultades para encontrar consumidores y clientes en una economía con problemas de liquidez.

Mientras tanto, alguien tendrá que pagar la factura del gasto masivo relacionado con el virus, especialmente una vez que la acumulación de deudas resultante debilite la confianza de los inversores, momento en el cual el temor de Wallenberg a la inestabilidad social estará justificado: cualquier tratamiento de choque que se dispense después de la crisis -cuando, en nombre de la necesidad económica, el público debe pagar por esta ‘generosidad’-, puede servir para empujar a la gente a la revuelta.

Marco D’Eramo, La Vorágine



sábado, 30 de mayo de 2020

Recordando a Rosa Duarte en el día de las madres

    HEROÍNA DEL SACRIFICIO


Por Domingo  Núñez  Polanco

En este día de la madre, el ser que engendra una vida y durante nueve meses la lleva en su vientre desparramando ternura y cuidado a todo dar a esa criatura que saldrá de sus entrañas que por toda una vida será la razón de su existir. Pero hay algo que no podemos dejar de conocer: hay madres, que para sentir el profundo amor filial no necesita que alguna criatura nazca de entre su vientre, sienten igual y no en pocos casos un sentimiento de mayor profundidad. En la historia Dominicana, hay un caso semejante, se trata de Rosa Duarte, la hermana del patricio Juan Pablo Duarte, no tuvo hijos, pero para ella los hijos de la patria de Duarte lo eran por igual. Hoy queremos recordar a Rosa Duarte en nombre de todas las madres dominicanas.

Rosa Duarte además del altísimo honor de ser hermana del Padre de la Patria y fundador de la República, Rosa Duarte, figura en la historia como una de las mujeres que estuvieron al tanto de los secretos revolucionarios de los patriotas independentistas, para los cuales supo convertir en balas las planchas de plomo que había en el almacén de su padre, y a su acuciosidad y a su amor debe la historia nacional el valioso documento que se conoce con el nombre de Diario de Rosa Duarte. Destaca el ardiente amor de la revolucionaria por el suelo donde nació, por cuya libertad derramó amargas lágrimas, sufrió persecuciones, perdió sus bienes, padeció destierro perpetuo en unión de su madre, de sus hermanos, hermanas y sobrinos y vio desvanecerse las ilusiones de su juventud al quedar sin novio, fusilado por órdenes de Santana, junto a las tapias del cementerio de El Seíbo.

“Si hay una dominicana digna de la consagración del mármol esa es Rosa Duarte, por su vida y su obra, por sus padecimientos, por su permanente consagración a esa angustiosa vida de dolores de quien se entrega, como ella, a los recuerdos de la Patria y sufre en carne viva sus inacabables infortunios”, escribió Rodríguez Demorizi quien editó y anotó los Apuntes que la virtuosa hermana del patricio tuvo la visión de conservar porque son “el punto de partida, la primera fuente y la base por excelencia para emprender cualquier indagación y análisis referentes” a Juan Pablo Duarte.

No nos olvidemos de Rosa Duarte quien con sus Apuntes nos legó un relato de primera mano sobre los acontecimientos del 27 de Febrero.

Rosa Duarte ha merecido el reconocimiento de una calle de Gascue, nombrada así por iniciativa del regidor Alberto Arredondo Miura, el veintisiete de enero de 1930. El acto de bendición y colocación de rótulos se efectuó el quince de julio de ese año. A los acordes del Himno Nacional, el entonces presidente del Ayuntamiento descubrió una tarja de mármol con el nombre de la llamada “heroína del sacrificio”. la entrega de Rosa a proteger y cuidar a la madre y a los hermanos, la devoción y admiración que manifiesta por Juan Pablo, el desprendimiento al aceptar vender las propiedades heredadas para invertir en la lucha por la independencia y el paciente amor hacia Manuel, el hermano que enloqueció en el exilio. 

“Es una mujer sui generis para la época, en todo momento pienso en ella como en una mártir. Mujer de talento natural y de virtudes sobresalientes, supo conservar hasta el fin de sus días en estado de pureza, todos los sentimientos nobles y delicados que le inculcaron sus padres con una educación esmerada, habiendo rendido siempre un culto especial al que entre sus deudos era don natural: el del patriotismo, que no pudieron mitigar en ella ni la injusticia de los hombres ni el rigor del infortunio” (Quisqueya Lora)

De Rosa se conoce una foto de juventud y un óleo en edad adulta que se exhibe en el Instituto Duartiano. El pintor Miguel Nunez, pintor de la patria la ha remosado en un nuevo oleo de la "heroína del sacrificio"

“Hay unos paradigmas creados en función de las grandes gestas militares, las acciones de poder, de fuerza, y quizá hay muy pocas mujeres que puedan competir, creo que hay grandeza a todos los niveles, Rosa jugó su papel, incluso, hasta en su papel maternal hubo grandeza”. Considera Lora Hugi que la figura de la hermana predilecta de Duarte “merece mayor estudio y entiende que el honor de la calle “es significativo, pero no suficiente. A los historiadores les toca incluirla en el relato histórico, que cuando se lea sobre la gesta independentista no sólo se piense en la Puerta del Conde, en el Trabucazo, sino en esa mujer excepcional que también fue un gran apoyo para Duarte y que poseía una capacidad de percepción del valor histórico, del gesto duartiano, trascendente y significativo. Si no hubiera sido por su libro, pocas noticias tuviéramos del Padre de la Patria, los amigos escribieron pero ella tenía un conocimiento de él diferente, por ser la hermana, porque la vivencia al lado de Duarte, fue otra”.

El 26 de octubre de 1888 falleció en la calle Sur 1, casa 129, de Caracas, Venezuela a causa de disentería. Al año murió su hermana Francisca y un año después, el ocho de agosto de 1890 murió Manuel, también en Caracas, con cuya partida desapareció por completo la familia Duarte Diez.

“La que mantuvo mayor comunicación y contacto con su hermano, y quizás por eso el documento fundamental para escribir sobre la vida de Duarte, desde el punto de partida de los historiadores, es el códice que se conoce como Diario de Rosa Duarte” (Juan Daniel Balcácer)

A Rosa le tocó además vivir con Juan Pablo en Venezuela desde 1872 hasta su fallecimiento. Fue precisamente ella quien, junto a sus demás hermanas, estuvo con él en su lecho de muerte hasta que esta ocurrió por fin el año 1876.

Domingo Núñez Polanco

martes, 19 de mayo de 2020

«El día que grabamos el Himno de la Revolución la ciudad era pura candela”

Abril 1965, Aníbal de Peña: «El día que grabamos el Himno de la Revolución la ciudad era pura candela”

Anibal de Pena recordando cuando la república se tino de colores con pinceles paridos por la patria 


Cantando el Himno de la Revolución de Abril de 1965. Aníbal de Peña, en el piano. El coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó (de pie a la derecha). Al lado de Caamaño Deñó el combatiente Héctor Aristy.

Santo Domingo, República Dominicana.- Aquella guerra de 20 cuadras, que comenzó el 24 de abril de 1965, ha dejado profundas huellas en su vida. En ella fue el comandante incierto de un grupo de zapadores encargados de abrirle llagas a la ciudad para detener el avance de las tropas contrarias.

El río Ozama era la frontera de la esperanza, y el puente Duarte la línea divisoria entre la vergüenza y el decoro.

La tarde del 15 de junio, bajo la ciudad sometida al recio fuego de los invasores norteamericanos que vinieron en auxilio de la desesperación golpista, con los muertos queridos amontonándose en el hospital Padre Billini, y con el fervor nacionalista de esos días desbordando todos los termómetros de la ciudad enardecida, Aníbal de Peña le puso música a la revolución.

«Me queda la satisfacción de haberle puesto letra y música al coraje y la dignidad de aquellos días», dice serenamente, bajo el trazo de invierno que le asoma en la parte delantera de la cabeza.

Aníbal de Peña.

En la partida hacia Londres que le impuso la soldadesca, el coronel Francis Caamaño, de quien guarda hermosos recuerdos y profundas nostalgias, le regaló un revólver niquelado en homenaje a su amistad. «Francis es uno de los hombres más grandes de nuestra historia».

Tras componer el himno que acompañó a los combatientes en las trincheras fue perseguido y mandado a matar en varias ocasiones, sufrió los dolores del exilio y afrontó situaciones de calamidad económica.

Ha pasado el tiempo y Aníbal de Peña tiene una hamaca de colores en su patio donde mece su última estación y recuerda los intensos momentos vividos en la guerra. «Parece que fue ayer», dice mirando al cielo. Me siento orgulloso de haber cumplido con mi deber, y esa satisfacción se la dejo a mis hijos para que vivan con la dignidad con que lo hicimos nosotros».

Ahora quiere testimoniar, mientras se prepara para irse a cantar al hotel El Napolitano, del malecón, donde trabaja dignamente los jueves y viernes junto a Iluminada Jiménez, su esposa, y su amigo Cheo Zorrilla.

¿Cómo se involucró usted en el torbellino de la guerra?

Antes de que se produjera el movimiento 24 de abril yo estuve inmerso en un movimiento anti-trujillista, que me llevó a la Cuarenta, la cárcel de Trujillo. Estuve prisionero allí, y me sentaron nueve veces en una silla eléctrica, en la misma silla eléctrica donde salió Mesón retratado. Afortunadamente no pasé mucho tiempo ahí, sólo como un mes. Pero me torturaron, me maltrataron bastante.

Yo estaba en un movimiento que encabezaba mi hermano Washington. En esa época viene el PRD a hacer política a la República Dominicana, lo cual se criticó muchísimo, porque se creía que lo que se estaba era echándole un poquito de agua tibia al régimen de Trujillo. Al final se demostró que los que tuvieron razón fueron los de la idea de venir aquí a hacer política. En aquella época hacer política era un acto patriótico.

Permitieron que se organizara el PRD. Juan Bosch y mi madre eran coterráneos de La Vega. Se conocían bien. Mi mamá era compañera de infancia de una de las hermanas de Bosch. Nos contactaron a nosotros por ser una familia connotada, una familia de revolucionarios.
Aníbal de Peña.

A nosotros nos contactó el propio Juan Bosch. Lo que hicimos fue darles respaldo a viejos conocidos de mi familia.

A mí me nombran en una comisión que fue a Puerto Rico, mientras mi hermano Washington, que fue el primer Secretario General del PRD, se queda aquí. La misión la llamaron La caravana de la democracia. Fuimos a hacer actividades artísticas para recabar dinero para la causa de la libertad.

Precisamente, quien traía el dinero de Puerto Rico era yo. Yo daba un viaje para traerlo, y luego me iba. Se lo traía personalmente a Juan Bosch. En el grupo estaban mi compadre Virgilio Hell, Thelma Frías, mi hermana Lili. También un grupo de muchachos de San José de Ocoa. Estaban dos hermanas muy jóvenes. Entre todas eran seis muchachas.

Yo fui, no solamente a hacer el trabajo de colectar dinero, sino a cuidar las muchachas, que eran muy bonitas, entre ellas estaba la hermana mía. Imagínate, era un problema terrible el que teníamos, asediados por muchísimos hombres. Y entonces estábamos haciendo un trabajo revolucionario.

En eso yo tuve que exiliarme porque el 19 de noviembre del 61, cuando se fueron los Trujillo de aquí, yo participé en el asalto del consulado dominicano en Puerto Rico, y eso me puso en una posición que no podía regresar a la República Dominicana. Entonces me exilié, me fui a Nueva York, y allá estuve hasta que Juan Bosch fue elegido Presidente de la república. Regresé al país.

Yo me desconecté de la actividad porque en realidad yo nunca he tenido vocación para la acción política, para el trabajo político. Yo he respaldado a mi país siempre y mis actuaciones políticas siempre han tenido que ver con el patriotismo, no con el partidismo. El individuo que hace política busca una posición dentro de su partido y en el gobierno, y yo nunca he buscado eso. Y cuando no ha habido necesidad de que mi presencia o mi nombre sirva para algo, pues yo hago un reflujo, me voy hacia atrás.

Yo estaba trabajando en ese tiempo en una factoría, cosiendo, y me iba muy bien. Además, cantaba en un sitio que le decían La lechonera. Cuando una gente ganaba 45 dólares a la semana, yo me ganaba

 
300 cosiendo y cantando.
Aníbal de Peña.

En eso me llamó Angel Miolán a Nueva York y me nombró delegado especial del PRD en Estados Unidos para que yo me ocupara de un problema que había entre los seguidores del PRD. Tú sabes que siempre ha habido una relación muy estrecha entre la gente que vive en Nueva York y la política aquí en República Dominicana. Había un pleito entre los dos líderes principales del PRD, que eran Nicolás Silfa y Gastón Espinal, el papá de Mundito Espinal.

Mi papel fue a hacer como de referi; a mí me nombraron delegado especial para ver cómo conseguía que se limaran las asperezas. De todas maneras, se produjo una división, Silfa se salió del PRD y llegó a ser miembro del Partido Reformista. Yo llené mi cometido, pero mi trabajo lo perdí.

Al producirse la elección de Juan Bosch yo estaba a punto de venir para el país. Bosch me ordenó que me quedara en Nueva York al frente del Consulado, pero le dije al profesor que no. Es una orden, me dijo. Me quedé calladito, pero tan pronto tuve la oportunidad arranqué para Santo Domingo. Yo me quede aquí, y a él parece que después se le olvidó eso. De todas maneras, el gobierno lo que duró fueron siete meses.

Cuando se produce el derrocamiento de Juan Bosch ya yo estaba aquí. Mi hermano Washington no estaba aquí. Yo volví a mis actividades patrióticas y me mantuve en contacto siempre con los demás. Una de los sitios donde dormía Peña Gómez generalmente era en mi casa. El día que comenzó la revolución quien lo llevó a él a Radio Televisión Dominicana fui yo en mi vehículo.

Salimos para el canal. Cuando llegamos allá estaba Morillito (coronel José de Jesús Morillo López). Tan pronto Peña Gómez se apeó del carro Morillito lo cogió preso. Ni siquiera pudo hablar en Radio Televisión Dominicana ese día.

Con nosotros andaba mi compadre Quiquito Landestoy. Yo digo que Morillito le salvó la vida a Peña Gómez en ese momento porque él le dio un culatazo, y dijo: Tránquenme ese hombre y cuidado quien le pone la mano.

En mi casa, Peña Gómez se reunía con los conspiradores, y a través de mi mamá mantenía ciertas conexiones. Eso era en la Pasteur esquina George Washington, en el malecón.

El 24 de abril todo el mundo andaba muy exaltado, pero también estábamos asustados. El asunto fue muy efervescente, muy violento. Yo estaba acostado. Lo primero que ocurrió fue que a los conspiradores los descubrieron.


El coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, en la calle El Conde.

Había dentro de las Fuerzas Armadas un grupo de hombres que se había dispuesto a que se terminara esa situación de facto que representaba el gobierno de Donald Reid Cabral para traer a Juan Bosch. Específicamente eran Caamaño, Rafelito Fernández Domínguez, Lachapelle, el capitán Peña y algunos sargentos. El capitán Peña fue quien produjo el levantamiento. Se precipitaron los acontecimientos porque hicieron preso a algunos conspiradores. Hasta mataron a un oficial, y ahí empezó la revolución, ahí en el campamento 16 de agosto.

Peña Gómez está en mi casa cuando se entera de lo que está pasando. Empezó a hacer sus contactos, empezó a llamar gente. Es decir, que el primer día, esa tarde, mi casa era como un centro. Después me fui a la calle Juan Isidro Pérez, donde dormía con mis hijos, y en la madrugada fue que sonó la sirena de los bomberos que yo menciono en el Himno.

Prendí el radio y escuché el pronunciamiento de los militares llamando al pueblo a que los apoyaran porque se estaba derrocando el gobierno. Dijeron que ellos estaban tomando la ciudad. Ahí fue que empezó realmente el asunto. Lo que hubo el mismo 24 fue un conato, la gente se tiró a la calle a hacer los movimientos por la radio. Freddy Beras Goico habló por radio. A partir de ese día comienzan los bombardeos y empiezan los combates.

¿Cuál fue su participación en la guerra?


Yo en realidad no fui un combatiente. Pese a que al otro día me encontré con Manolo Borda, y Manolo Borda me dijo Yo quiero que tú te ocupes del comando de los zapadores. Me nombraron oficial y me encargaron de los hombres sapos, como me decía Borda en una forma irónica. Yo lo que tenía era hombres de pico y pala, los hombres que hacían las zanjas, pero yo era el comandante.

Me levantaba todos los días como el que va a trabajar. Yo tenía una oficina de ingenieros que trazaba cada día las directrices al trabajo de los zapadores. Los enviábamos a picar, a hacer las zanjas anti-tanques que se hicieron en los días de la guerra por toda la ciudad. Todo lo que se hizo en ese sentido lo hicieron los hombres bajo mi mando.

Cuando consideré que mi labor había rendido sus frutos y que ya no hacía falta allí, entonces renuncié y delegué mis funciones en el subcomandante. Era un muchacho ligado a la actividad de los sindicatos de choferes que tan pronto terminó la guerra, lo esperaron en su pueblo y lo asesinaron vilmente. Su muerte fue parte de la cacería que se desató después de la contienda.

Yo no combatí ni nunca estuve armado. Yo realicé actividades administrativas que están más de acuerdo con lo que es un artista, porque yo en realidad no soy un guerrero.

¿Cuándo, cómo y bajo qué condiciones escribió usted el himno de la revolución?

Escribí el himno de la revolución el 15 de junio, el mismo día que los americanos estaban tratando de tomar la ciudad En la grabación participaron todos los artistas dominicanos de la época. Los Olmeños, Frank Lendor, Fernando Recio, mi hermana Lili; este muchacho Papi Peña, que era del socialcristiano fue que tocó el piano; José Delmonte canta ahí también, Nandi Rivas, otra hermana mía, Gloria de Peña, y otros que no recuerdo.

El día de la grabación era candela pura. Se oía el tableteo de las ametralladoras mientras nosotros estábamos donde Fabio Inoa, en El Conde esquina Espaillat, en el tercer piso. Allí estaba situado el estudio Fabiola. Lo hicimos en un ratito. Recuerdo que me encontré con Héctor Aristy, ministro de la Presidencia, frente al edificio Copello, donde estaba la sede del gobierno constitucionalista, y le dije: Yo quiero que tú oigas esto. Nosotros nos conocíamos desde que él estaba en el PLE, el Partido de Liberación nosequecosa, que era de don Luís Amiama que, por cierto, fue en los días de la revolución que se cambió, dio un izquierdazo y se quedó ahí para toda la vida.

Me dijo: Está muy bueno, grábalo, y yo lo grabé. Al otro día se lo llevé a Francis Caamaño. Francis hasta se lo aprendió y lo cantó en una manifestación.

La idea de escribir un himno que identificara la revolución constitucionalista tuvo su origen en el hecho de que yo oí a Luís Reyes Acosta y a los locutores en la emisora constitucionalista con una marcha muy común, pero ajena. Y pensé: Cómo es posible que nosotros estemos tocando eso ahí, una cosa extranjera, en una revolución tan nuestra y tan auténtica. Yo voy a escribir algo. Y así lo hice.

¿Qué problemas le acarreó en su vida ulterior ser el autor del Himno de la Revolución?

Presidente Juan Bosch, de pie, al frente.

Haber compuesto ese himno me acarreó todos los problemas del mundo. Un día estaba en mi casa y llama Juan Bosch y me dice: Aníbal: coge un avión y vete. Yo me monté en un avión y me fui. Yo no le pregunté por qué. Cuando volví, cinco o seis meses después, le pregunté qué era lo que había pasado, y me dijo que habían asignado una persona para que me matara. Igualito que como mataron a Pichirilo.

Otro día que estaba cantando en un bar de Santiago Rodríguez se paró un sargento con una pistola 45 a matarme. Eso fue en el año 1967. Un mayor que estaba ahí le fue arriba y le quitó el arma. Gracias a él puedo contarlo. Después me enteré que la persona que me habían asignado para asesinarme fue el mismo que mató a varias personas, entre ellas a sus hijos, a su mujer y a su suegra. Es decir, que a mí no me salvaba nadie si me quedaba en el país.

Como ves, he tenido muchísimos problemas. Actualmente estoy escribiendo un libro. Es como una novela que tiene mucho de lo que soy yo, de lo que es mi familia, mis amigos, la gente que conozco, la gente que he tratado, la época en que he vivido.

Es una especie de testimonio de lo que vieron mis ojos. Es un testimonio de haber vivido, donde mi paso por la guerra es importante. Tiene que ver mucho con la Guerra de Abril, con la represión trujillista. Yo creo que aquí hay que hacer muchos testimonios de lo que vivimos.

La juventud no sabe lo que ha sucedido aquí en el pasado reciente. No sabe lo que es estar desnudo amarrado en una celda solitaria esperando que te sienten en una silla eléctrica, te ahorquen o te maten y te tiren a los tiburones. Hay que seguir dándolo a conocer. Eso busca mi libro, testimoniar.

¿Cómo fue su relación personal con Francis Caamaño?


Me veía a veces con Francis durante los días de la guerra. También me juntaba con Montes Arache, jefe de los Hombres Rana. Francis, incluso, el día que se iba para Londres me regaló un revólver niquelado que yo no lo pude conservar. Pero Francis era en realidad una persona muy ocupada, y yo estaba muy ocupado también.

Yo creo que Francis fue en realidad uno de los mejores hombres que nosotros hemos tenido en toda nuestra historia, un hombre leal a sus principios, a lo que él era. Siempre fue un hombre generoso. En la misma revolución, Francis no fue hombre de matar o a fusilar. Se hicieron muchas cosas, se cometieron muchos excesos contra personas que se encontraban infiltradas, pero él luchó mucho contra eso, él nunca fue parte de eso. Todo lo contrario, el luchó denodadamente contra eso.

La revolución fue un movimiento espontáneo contra una situación real; un momento donde un pueblo tenía que levantarse para imponer su respeto. De lo que se habló fue de la vuelta a la constitucionalidad. Era el derecho de un pueblo lo que estaba en juego. Y Francis lo supo entender.

¿Usted cree que valió la pena la Guerra de Abril, a pesar de que no logró alterar sustancialmente las relaciones de poder en la República Dominicana?


Primero hay que saber que el movimiento no fue derrotado, más bien fue ahogado. Si los americanos no se meten aquí con 42 mil infantes de marina no sucede lo que sucedió. El movimiento triunfó, no sólo desde el punto de vista táctico, sino ideológico porque, aunque después de la guerra la parte contraria, representada por Balaguer y su gente, fue lo que se quedó en el gobierno, lo que subyace en la mayoría del pueblo dominicano, es la idea de redención y de que se luchó por la libertad. Con cualquier persona que hables no te va a decir no debimos haber luchado.

Todos los recuerdos que tengo de la guerra son malos. Yo considero que hice lo que tenía que hacer. Cuando fui a Bonao a llevar a mi mamá, le dije: Mamá, yo me pasé todo el tiempo diciendo que era patriota, que amaba mi país; ahora el país está intervenido por una potencia extranjera, así que yo no puedo darme el lujo de quedarme aquí en Bonao. Llegó el momento de demostrar el amor a la patria, yo lo siento mucho, perdóname el dolor y el sufrimiento, pero tengo que irme a estar con el movimiento revolucionario. Ella me respondió: Mi hijo, que Dios te cuide.

Yo creo que en ese momento el hombre que no dijo presente simplemente se equivocó. Esa fue la última oportunidad que tuvo de hacerlo. La vida pasa y pasan las generaciones, y cuántas veces los hombres tienen la oportunidad de defender a su patria y demostrarle el amor que dicen tenerle. Ese fue un momento histórico, fue una época de gloria.

El que no acudió al llamado se equivocó o estaba mal ubicado, pero nadie puede sentir orgulloso de no participar teniendo la posibilidad de hacerlo.

*Esta entrevista fue realizada y publicada en el año 1996

TOMADO DE ACENTO.COM

FERNANDEZ DOMINGUEZ SOLDADO DE LA PATRIA

DOMINGO, 19 DE ABRIL DE 2015


CORONEL RAFAEL TOMAS FERNANDEZ DOMINGUEZ SOLDADO DE LA PATRIA

Serie de Articulos de la Gesta de Abril.




Organizador e inspirador de los militares constitucionalistas.

(Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad)
“... y aquí estoy, respondiendo con la frente en alto,
el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte.
Que me juzguen la Historia y la República”*

Rafael Tomás Fernández Domínguez
Coronel E. N.

RESENA BIOGRÁFICA
Coronel del Ejército Nacional ha sido considerado como el inspirador militar de la insurrección armada que estalló el 24 de abril de 1965 contra el Triunvirato que gobernaba el país, presidido en ese momento por Donald Reíd Cabral. La revuelta tenía el propósito de reponer el derrocado gobierno del Profesor Juan Bosch Gaviño, derrocado el 25 de septiembre de 1963 restableciendo con ello la constitucionalidad perdida. Esta revuelta produjo la intervención de tropas norteamericanas.

Nació el 18 de septiembre de 1934 en la sección Damajuana, municipio de Esperanza. Fueron sus padres el General Ludovino Fernández Malagón y Gloria Erminda Domínguez Cruz. Se graduó de Bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas el 27 de diciembre de 1952 e ingresó en la Universidad de Santo Domingo para cursar la carrera de ingeniería, interrumpiendo estos estudios para integrarse como soldado al Ejército Nacional. 

Participando como Cadete en la Academia Militar se gradúa, al concluir estudios realizados entre 1954 y 1956, de Bachiller en Ciencias Militares. El 22 de diciembre de ese mismo año contrae nupcias con la señora Alma Arlette Fernández, comenzando una familia que se enriqueció con la llegada de cinco hijos.

Algo más tarde pasó a la Fuerza Aérea Dominicana y allí se distinguió obteniendo las mejores calificaciones en los estudios militares que realizara. En febrero de 1957 se traslada a Fort Clayton en la Zona del Canal de Panamá para tomar un curso militar. 

Ya con el rango de Capitán, en 1961 desempeñó el cargo de Jefe de la Base Aérea de San Isidro. El 18 de enero de 1962, ostentando el rango de Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), liberó a los miembros del Consejo de Estado, detenidos en el Club de Oficiales de esa institución por órdenes del ex general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, quien fue depuesto ese mismo día, después de intentar sin éxito un golpe de estado. 

Fernández Domínguez fue ascendido entonces a Teniente Coronel, y nombrado Sub-jefe de la Fuerza Aérea. Algún tiempo después es trasladado al Ejército Nacional y enviado en noviembre de 1962 a Fort Gulick en Panamá para participar en un curso de Comando y Estado Mayor. Obtuvo el segundo lugar entre los 31 militares de América Latina y los Estados Unidos de Norteamérica que participaron.

Tanto el traslado como el viaje a Panamá se debieron a discrepancias con sus superiores a quienes señalaba como transgresores de los reglamentos militares. Se opuso a que le fuera concedido el rango de general a Luis Amiama Tió y a Antonio Imbert Barreras, participantes y sobrevivientes en el asesinato del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, por considerar que tales designaciones constituían una violación a las normas militares.

En Junio de 1963 realiza otro curso de Instrucción de Infantería Avanzada. Ese mismo año recibe el nombramiento como Director de la Academia Militar "Batalla de Las Carreras" de la Fuerza Aérea Dominicana.

Al ser depuesto el gobierno constitucional del Prof. Juan Bosch, el Coronel Fernández Domínguez intentó organizar un movimiento de resistencia militar que de momento no pudo materializar. El 23 de octubre de ese mismo año y en lo que puede ser considerado prácticamente como una deportación, fue nombrado por el Triunvirato gobernante como Agregado Militar en España. Desde el exterior escribió repetidas veces a sus compañeros de armas exhortándoles a continuar con los preparativos del contragolpe. 

En diciembre de 1964 logró un permiso para entrar al país por tres días y aunque estaba continuamente vigilado, logró establecer contactos con los simpatizantes del movimiento conspirativo contra el Triunvirato, al cual y por invitación suya, se incorporó el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Al concluir los tres días de su permiso le hacen nuevamente abandonar el país, esta vez enviado como Agregado Militar en Chile. El Coronel Fernández Domínguez estaba convencido de lo importante para la causa que era la conservación de su rango militar, razón por la cual aceptó tales nombramientos, según se desprende de sus propias palabras, contenidas en una carta fechada 22 de marzo de 1965 que enviara desde Santiago de Chile a uno de los oficiales de su grupo: "Respecto a mi posición dentro del Ejército, estoy firme y definitivamente convencido que no debo abandonarla, aún sea bajo la más fuerte de las presiones, ya que es la única forma en que hoy, mañana o algún día podré -en una u otra forma- cooperar en la reestructuración definitiva de las FFAA dominicanas."

Sobre la importancia histórica del movimiento que lideraba, y por no haber tenido éxito en un intento de materializarlo, el Coronel Fernández Domínguez escribió el 21 de abril de 1964 "La historia de la República Dominicana no se ha escrito aún... y tengo la firme convicción de que nuestro abortado movimiento será un capítulo de esa historia... La problemática dominicana es bien clara, todo descansará dentro de poco tiempo en la joven oficialía, la cual deberá ser reconquistada por nosotros, por todos los medios."

En Chile recibió la noticia del derrocamiento del Triunvirato por el movimiento armado del 24 de abril de 1965 e inmediatamente tomó un avión vía Puerto Rico para regresar al país aunque no pudo entrar a la República Dominicana porque el aeropuerto se encontraba cerrado por tropas que se oponían al movimiento insurreccional. 

El Coronel Fernández Domínguez, que había sido nombrado Ministro de Interior y Policía en el Gabinete designado por el Gobierno Constitucionalista presidido por el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, logró entrar al país, después de varios intentos el día 14 de mayo de 1965 mientras se realizaban negociaciones entre el gobierno encabezado por Caamaño y los representantes de las fuerzas norteamericanas que habían invadido el país.

Tomó posesión de su cargo pero cinco días más tarde, el 19 de mayo de 1965 murió durante un encuentro con tropas norteamericanas mientras dirigía un asalto al Palacio Nacional, ocupado por tropas del Gobierno de Reconstrucción Nacional encabezado por el General Antonio Imbert Barreras, que se oponía a Caamaño Deñó. El Coronel Fernández Domínguez, muerto a los 30 años de edad, se encuentra sepultado en el cementerio de Santiago de los Caballeros.

Sólo unos días antes de su muerte había escrito: "Sabemos que este movimiento tiene una alta categoría histórica; que él marcará una época en nuestro país, siempre traicionado y siempre esclavizado; sabemos que con nosotros no sólo se levantará la voluntad democrática del pueblo dominicano sino también la fe de muchos pueblos de América que tienen en su corazón un altar para los luchadores de la libertad. 

Y porque sabemos todo eso, terminaremos la lucha con el mismo sentido del honor con que la empezamos y con el alma satisfecha de los que sirven a la Patria y, en consecuencia, sirven a su pueblo. Aquel que de nosotros caiga en la lucha, no caerá; se elevará al respeto de todos los dominicanos; aquel de los que luchan contra nosotros que no comprenda a tiempo su error, ese caerá para siempre del amor del pueblo y será perseguido por la historia."




El Presidente Bosch inspecciona las maniobras militares dirigidas
por el coronel Fernández Domínguez. Junio 1963 




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SU ÚLTIMA CARTA

Para su esposa Arlette Fernández
Mayo del 65, Río Piedras,

Puerto Rico.
Adorada Letty:

Imagino lo desesperada que estás por venir y espero en Dios puedas resolver todo pronto para que
puedas estar aquí en esta semana.

Te estoy haciendo esta carta porque es posible que cuando llegues yo no esté aquí, ya que hay una posibilidad de poder entrar a mi Patria y quiero decirte y pedirte muchas cosas. Espero que así sea, ya que no soporto más la situación en que me encuentro; mientras mis compañeros y mi pueblo, luchan y mueren, yo estoy aquí, como un idiota perfecto, después de luchar tanto y sufrir inmensamente en este odiado exilio; yo, que estaba llamado a responsabilizarme y dirigir el movimiento, tengo la desgracia de tener que contemplar desde lejos cómo matan cobardemente a los míos y no puedo ayudarlos, no puedo hacer nada; esto me tiene destrozado y creo que mi desesperación me volverá loco; lo que siento sólo es comparado a lo que sentí cuando murieron mi papá e Ivonne; bueno, tú sabes como he aprendido a amar a mi Patria y ahora no puedo hacer nada por salvarla.

Esto es terrible para mí, sólo Dios sabe lo que siento cuando hablo por teléfono con los muchachos y me doy cuenta de que no puedo estar a su lado. Por eso Letty, aunque sé que es una muerte segura, me voy como sea; he agotado todos los recursos imaginables para poder entrar pero ha sido imposible.
Imagínate, he pasado días enteros entre montes y cañaverales, y tratando de entrar en bote ya que en avioneta nadie puede ni se prestan con razón a entrarme; esta vez es seguro, pues hay un hombre muy responsable que se ofrece a llevarme y estoy listo para partir.

Estoy consciente del peligro pero, tú sabes que lo más sagrado para mí es el deber y hoy debo cumplirlo nada menos que con mi patria y mi pueblo. Me siento dichoso de que Dios me brinde la oportunidad de cumplirlo como soldado.

Si me pasa algo, sé que vas a sufrir mucho y tú y mis hijos pasarán trabajo. No les dejo siquiera una casa pero, cuando te veas muy apurada recuerda que esto es más que nada porque fui honrado y tengo mis manos inmaculadas y esto debe servirte de orgullo e incentivo para luchar; sé que eres valiente y no me defraudarás.

Además, recuerda lo que tanto te he dicho. Todos tenemos nuestro destino marcado y si el mío es morir por mi patria, es el destino más maravilloso que hombre alguno pueda tener y la felicidad que yo sentiría es algo inexplicable. Yo tengo el privilegio de haber aprendido a amar a mi pueblo y a mi patria de esta forma que sólo yo sé, de haber tratado de superarme a mí mismo y tratar de llegar a ser “UN HOMBRE”. Tú sabes como he luchado contra las tentaciones de la vida para hacer que en mi mente y en mi corazón aniden siempre y en todos los momentos de mi vida, la vergüenza, la honradez, la justicia, el amor y el patriotismo. Tú sabes todo esto, mi vida, por eso, si caigo por defender y cumplir con estos sagrados principios, por mis ideales que tanto he tratado de que sean verdaderamente puros, tú y mis hijos deben sentirse orgullosos, porque yo, desde donde esté, me sentiré muy feliz.

Al leer esta carta sé que te pondrás muy triste, pues sé lo que me quieres y lo sensible que eres, pero necesito desahogarme pues sufro mucho y estoy muy desencantado.

Por la prensa y la radio te habrás enterado de que los norteamericanos nos tildan de comunistas, esto no es más que un pretexto para aniquilarnos y con ello al pueblo que hoy lucha por reconquistar sus derechos, pues ellos muy bien que saben cómo somos y la razón y pureza de nuestros ideales, pero son malos, despreciables y traidores, cobardes animales que no saben con todo su poderío, de dignidad y honor, sólo les interesa el vil metal, lo demás para ellos no vale nada. Pero el valor y patriotismo de nuestro pueblo es algo que no se puede decir con palabras, y no podrán; antes, tenderán una alfombra de cadáveres sobre Santo Domingo y, aún cuando nos pisoteen, seremos más grandes y dignos que ellos.


Dentro de mi desesperación, siento un orgullo tremendo pues mis compañeros de armas, aquel grupo que yo elegí por su seriedad y vergüenza, ha dado muestras de un valor y patriotismo encomiable,
¿te acuerdas lo que decía de Francis,* Lachapelle, ** y Quiroz?, *** no me equivoqué. También siento gran satisfacción porque aunque no luchamos precisamente por un hombre y un partido, he comprobado que el Señor Presidente es un gran hombre y de mucho valor, ya que esto no se demuestra sólo peleando;


además, lo que más admiro en él es su nobleza e inteligencia porque ha sabido salvar vidas y no sólo de revolucionarios. Veo que los dominicanos no se equivocaron cuando lo eligieron.


Si me pasa algo, ocúpense tú y Celeste de cuidar mucho a mamá para que no vuelva a enfermar; bueno Letty, ya verás que no me pasa nada, los hombres tan idealistas como yo no mueren muy fácilmente, pero por si acaso, tengo algo que pedirte y encomendarte. En nombre de ese amor que nos tenemos, tienes que luchar con todos los medios a tu alcance para hacer de mis hijos hombres dignos y de vergüenza, honrados y valientes (sé que tú lo eres) porque si yo no puedo llegar a hacer por mi pueblo todo lo que pienso, entonces ellos tendrán que hacerlo, son mi aporte a la patria que venero, la única herencia que les dejo, a ti y a Ella; los varones, sean o no militares, tienen que luchar y morir si es necesario por verla libre y nuestro pueblo feliz y lo que es más, que den su vida, si es que tienen que hacerlo, llenos de felicidad; en resumen, incúlcales mis ideales, y entonces, como dice aquél escrito que puse en un cuadro en casa: NO HABRE VIVIDO EN VANO.

Ojalá traigas el dinero de la venta del carro, pues el que traje lo gasté en equipos para mi viaje y también se lo he dado a algunos amigos que han venido. Cómprale ropa a los niños y me le pagas cien pesos que le cogí prestados a mamá.

Me voy Letty, pero en esta carta te dejo mi corazón y mi alma. Miles de besos a los niños, cuídense mucho y que Dios los bendiga.

Te adora tu
Rafa.

Los cinco hijos del matrimonio. 1964


EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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