MORAL Y LUCES

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viernes, 13 de febrero de 2015

José Martí frente al intervencionismo yanqui en Haití

Por: Ramón Guerra Díaz

“Haití es producto neto del colonialismo y el imperialismo, de más de un siglo de empleo de sus recursos humanos en los trabajos más duros, de las intervenciones militares y la extracción de sus riquezas”[1]
José Marti
José Marti
Los políticos de hoy, la gran prensa y los medios capitalistas de información hacen mucho énfasis en el olvido de la memoria histórica, ocultando los hechos bajo una abrumadora cantidad de palabras que hace difícil ver la verdad. Mirar al pasado para sacar lecciones del presente y el futuro es una necesidad de los pueblos y de los que quieren cambios reales para sus sociedades y no maquillajes de ocasión y engaño.
En 1889 José Martí presenta a los lectores del periódico La Nación de Buenos Aires sus criterios sobre la abierta intervención del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de la República de Haití, en el que  la lucha por el poder daba oportunidad a dicho gobierno de obtener sus intereses a costa de la dignidad y la ética entre las naciones. Sus observaciones y opiniones tienen una actualidad muy grande dado el hecho de lo poco que ha cambiado esa política imperial de la nación norteña y las consecuencias que esta ha tenido para la República más empobrecida del continente americano.
“De Haití ha vuelto, cargado de historias de los curas papalois que beben sangre, y del frenesí de los bailadores de la bambula, el buque de guerra que fue a demandar satisfacción del Presidente nuevo Legitime, por haber puesto manos, con razón a lo que parece, sobre una barca yanqui, acusada de llevar armas a su contendiente del norte, Hypolite, candidato armado a la Presidencia que el Congreso, reunido en el sur, otorgó al vencedor Salomón, el mulato gigantesco, que regía como papá y como rey.”[2]
Note la manera de Martí de resaltar los prejuicios de la sociedad norteamericana contra la nación negra y su toma de posición al lado del gobierno legítimo de la nación caribeña.
Aquel conflicto interno se fue agravando y los políticos norteamericanos tomaron partido de acuerdo a sus intereses.Meses después vuelve a la carga y denuncia con claridad la ingerencia de los Estados Unidos:
” ¿Ni qué pudo explicar la súbita terneza y cuidado exquisito con que, por el pretexto falso de un tratado de curatela entre Francia y Haití, miró la Secretaría de Washington los asuntos haitianos, fomentó su querella doméstica, permitió el embarque continuo de armas para el rebelde Hypolite con quien estaba en tratos, llegó a nombrar una comisión de próceres para que interviniese en la guerra civil de un país libre, propaló a sabiendas la especie inexacta de que Francia tenía tratados secreto  con Legitime, Presidente -reconocido, y perturbó a Santo Domingo, en venganza de la amistad de los quisqueyos y el gobierno haitiano, con la resurrección súbita de derecho de una empresa caduca a la bahía de Samaná?”[3]
Cualquier parecido con la actualidad en cuanto a la política de los yanquis, no es pura coincidencia,  aplican las mismas fórmulas imperiales, como si el tiempo no pasara y el Caribe siguiera siendo su lago particular.
“”También Cleveland”-dicen los edecanes del Presidente depuesto de Haití, de Legitime, “también Cleveland- permitió esa maldad de entrarse por la tierra ajena a intrigar, a azuzar la discordia, a poner a precio la traición de los rebeldes contra el derecho santo, que ha de conmover y detener la ambición a todo hombre justo, el derecho de un pueblo a vivir en la independencia que conquistó con su sangre, y mantiene sin daño del mundo.” Y a eso responden los amigos de Cleveland a media voz; porque está muerto acá en política el que ose decir que no debe cubrir el mundo la sombra del águila. “i Al norte, por el Canadá, y al sur por México !” Decía un prohombre en un banquete a Grant. Y a lo sumo se puede ir desviando esa ambiciónpero el que osase hacerle frente de lleno, se quedaría sin fuerzas para desviarla. Las mejillas son ahora de bronce, y se llora poco en el mundo; pero lo que dijo Legitime al pasar, no podía dejar secos los ojos. Como lo dijo un negro, un oprimido, un vencido, ahí lo echaron, en un rincón del diario, donde no lo viera nadie; pero de labios de hombre salen pocas veces palabras de tanto dolor y hermosura como esas en que echó en cara Legitime a los Estados Unidos el delito de haberle trastornado el país, fomentando la rebelión, ayudado con buques de armas y con armas cuantiosas al general rebelde, porque el gobierno de Haití se negaba a ceder a los Estados Unidos la península de San Nicolás, llave y señora del paso a las Antillas. ¡En las cartillas se debieran poner en América las palabras del negro! Y nadie osó contradecirlo, porque ese mismo día publicaba el diario que habla más de cerca con Blaine estas palabras textuales: “Ahora se nos echa atrás Hipolite, y se niega a darnos la península de San Nicolás, cuando nosotros lo hemos puesto en el poder, con nuestras armas y nuestro influjo, para que nos la diera; queremos la península, porque la necesitamos; y sí Hipolite no nos la da: los mismos que lo pusieron en el poder, lo echarán de él.”
La península no la ha dado Hipolite, porque dicen sus negros, bien los guerreros del norte, bien los educados en Francia, ya los de lanza, ya los de frac, que todavía les quedan dientes en las encías y en los bosques ramas de árbol. Pero no hace un mes que está de Presidente y ya ha dado concesiones por valor de dieciocho millones de pesos a comerciantes norteamericanos.”[4]
Así refleja el Cubano Mayor la descarnada política de los gobiernos de Estados Unidos para con el pequeño y orgulloso país al que no le perdonan su origen humilde, su pecado de hacer una República sobre las ruinas de la plantación más rica que tenía Francia en América y que además fueran los negros esclavos quienes se erigieran vencedores frente a la soberbia y la prepotencia de las grandes naciones occidentales, ese es el pecado original del pueblo haitiano, por eso la humillación, el olvido, el azuzamiento de las divisiones internas y el fraccionamiento de una sociedad hasta hacerla ingobernable y por supuesto más frágil.
[1] Fidel Castro. Reflexiones. Periódico Granma, 14/1/2010
[2] Obras Completas de José Martí, Vol. 12 Pág. 131
[3] Obras Completas de José Martí, Vol. 12 Pág. 241
[4] Obras Completas. Vol. 12. Pág. 350-351
El autor es Licenciado en Historia y trabaja como museólogo especialista en el Museo Casa Natal de José Martí

TOMADO DE CUBADEBATE

jueves, 29 de enero de 2015

José Martí en Montecristi: Noticias que cambiaron la Historia

Por: Carlos Rodríguez Almaguer

José Martí y Máximo Gómez
LOS HECHOS
El martes 26 de febrero 1895, es recibida en la casa del General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, Máximo Gómez, en Montecristi, República Dominicana, la noticia del alzamiento de los patriotas cubanos contra el dominio colonial de España. José Martí, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, había llegado a esa ciudad el día 7 del mismo mes para reunirse con el viejo soldado a fin de recomponer los hilos del entramado conspirativo que habían sido destrozados en parte por los sucesos de La Fernandina, dejando a los revolucionarios sin los recursos allegados durante tres años de trabajo sigiloso y fecundo.
El levantamiento había tenido lugar el 24 de febrero simultáneamente en varios lugares del país, según lo acordado por los dirigentes de la insurrección y reflejado en la orden de alzamiento firmada el 29 de enero en Nueva York, por el Delegado y los generales José María Rodríguez y Enrique Collazo.
Al conocerse la noticia el general Gómez convoca a una reunión urgente de los patriotas que se encontraban con él. Acuerdan que Gómez, Francisco Borrero, José María Rodríguez, Ángel Guerra, Enrique Collazo y ocho o diez hombres más se embarcaran hacia Cuba, y que el Delegado regresara a Nueva York para fortalecer la contienda militar de la isla con el envío constante de pertrechos y hombres, además del apoyo propagandístico en favor de la revolución, labores que pocos como él podrían realizar con tanta diligencia y acierto. Martí luego de oponerse con vehemencia a esta decisión que consideraba injusta e impolítica, terminó acatándola para no socavar el principio de autoridad y disciplina tan necesarios en esa hora decisiva. Consideraba no solo útil, sino imprescindible, su presencia en las filas de la insurrección, pues esto contribuiría a satisfacer su interés principal de ayudar con su autoridad y visión política a dar forma viable y eficaz a la República que habría de llevar dentro y sin estorbo la revolución armada y, al mismo tiempo, deshacer los reproches de quienes veían en él a un político verboso incapaz de hacer acto de presencia en los campos del honor una vez sonada la hora de la contienda.
Dando una muestra superior de dominio de su carácter, Martí asumió contra su voluntad la decisión de la mayoría y se dio a la tarea de acopiar recursos y armas para la expedición. Con este objeto, había previsto su viaje a Santo Domingo para el sábado 9 de marzo, pero el periódico dominicano Listín Diario de este día publicó una nota en la que reseñaba, variando ligera y al cabo catastróficamente su significado,una noticia aparecida en el New York Herald del 2 del propio mes, donde se aseguraba que Martí y Gómez eran los caudillos del alzamiento insurreccional en Cuba y que ambos jefes se encontraban ya en la isla.
Demás está decir la vehemencia con que Martí defendió en este nuevo contexto lo imperioso que resultaba, desde el punto de vista moral y político, su arribo a los campos de Cuba. No pudo el general disuadirlo otra vez, y fue incluido desde entonces como un miembro principal de la expedición que finalmente llevaría únicamente a seis de ellos, cuatro cubanos: José Martí, Francisco Borrero, César Salas y Ángel Guerra; y dos dominicanos: Máximo Gómez y Marcos del Rosario. Solo sobrevivirían a la contienda los dos quisqueyanos, cayendo lo cuatro cubanos en distintas operaciones combativas durante la guerra, el primero sería el propio Martí.
LAS NOTICIAS DEL HERALD
En su edición del sábado 2 de marzo de 1895, el diario New York Herald publicaba varias noticias sobre la situación de la guerra de Cuba, muchas de ellas contradictorias teniendo en cuenta lo prematuro de la insurrección y el énfasis del gobierno colonial en desfigurar los hechos para restarles importancia ante la opinión pública. Junto a las noticias sobre apresamientos, deserciones y enfrentamientos entre rebeldes y tropas del ejército ocurridas en sitios como Ibarra, Colón, Pinar del Río, La Habana y Santiago de Cuba, aparece un despacho fechado el día anterior en La Florida donde se asegura que Martí llegaría a los campos de la guerra:
MARTÍ DESEMBARCARÁ
Exhortación a los patriotas de La Florida por los líderes de Nueva York.
(Por el Telégrafo del Herald)
Tampa, Florida, Marzo 1, 1895.—El coronel Figueredo, jefe cubano aquí, recibió hoy un telegrama desde Nueva York firmado por Guerra y Quesada, que dice:–“Hemos recibido noticias las cuales nos aseguran la fortaleza del movimiento, y garantizamos el arribo de Martí, Gómez y Collazo.”

Conociendo bien los esfuerzos de España por desacreditar o eliminar toda noticia sobre la rebelión, los cubanos aquí leen entre líneas y creen que su revolución es fuerte y pujante. Poseen cartas privadas confirmándolo. Un caballero dice:–“Noticia de Santiago es que el general La Chambre perdió un número de hombres en su encuentro con los insurgentes dirigidos por Brooks y estos son mucho más numerosos que lo que los despachos han hecho parecer. Henry Brooks es natural de Boston y dueño de grandes minas de cobre y oro, donde trabajan cerca de cuatro mil hombres muchos de ellos americanos, y se cree que la mayoría lo acompaña.”
El Dr. Valdés Domínguez, de Tampa Occidental, quien se exilió desde Santiago hace seis meses debido a su fuerte sentimiento patriótico, conoce bien a Brooks, y dice que sus movimientos han estado dirigidos por el Dr. Ramos.
Otras cartas dicen que las cárceles y prisiones están llenas de cubanos, arrestados por sospecha simplemente, muchos de ellos son ricos. Ellos probablemente compartirán la suerte de los cuatrocientos cubanos ricos lanzados a prisión por sospecha en 1869. Los españoles finalmente cambiaron la tortura de los prisioneros cubanos por la muerte en vida en Fernando Poo, fortaleza militar española en el Golfo de Guinea.
Se cree que los arrestos de cubanos prominentes, forzará a muchos de ellos a salir al campo para evitar ser arrestados.
Un periódico español publica un llamado hecho a Martí y Gómez, a deponer las armas en ocho días, o les pondrán precio a sus cabezas. El País, el periódico conservador y oficialista español, dice de Maceo, el general mulato con rango próximo a Gómez en habilidad y destreza:–“España debe vigilar mucho a Costa Rica y a Maceo, porque si se le permite desembarcar, Cuba está perdida.”
Las noticias revolucionarias están despertando la generosidad entre los tabaqueros cubanos aquí, eso es maravilloso. Con dos mil dólares han contribuido hoy en una sola fábrica, y los fondos levantados esta semana para Cuba alcanzarán treinta o cuarenta mil dólares para mañana en la noche. Un hombre hoy se comprometió a entregar mil dólares —todo lo que posee— a la causa, y otro que gana cuatro dólares al día ha prometido vivir con veinticinco centavos hasta que pueda irse a Cuba a pelear, el resto será para contribuir a la causa.
MARTI 3
LAS NOTICIAS EN EL LISTÍN DIARIO
Por su parte, el principal periódico dominicano con el subtítulo de “La insurrección en Cuba” reseñaba ese día ampliamente la noticia de la muerte del patriota Manuel García , hombre de controversial trayectoria conocido como “El Rey de los campos de Cuba”, alzado y muerto el mismo 24 de febrero en la región de Matanzas.
La noticia sobre el desembarco de Martí y Gómez, sin embargo ocupa un pequeñísimo, casi invisible, espacio en la sección de Avisos y expresa textualmente:“El “NewYork Herald” dice que don José Martí y el general Máximo Gómez son los jefes de la actual insurrección en Cuba, y que ambos se encuentran en aquella Isla.”Como puede verse la información del periódico norteamericano, que anuncia esto como una posibilidad más o menos inmediata, ha sido “interpretada” por los redactores del diario dominicano, quienes dan como un hecho la presencia de Gómez y Martí en las filas de los insurrectos cubanos. Esta nota afirmativa, categórica, es la que el Apóstol lee en Montecristi y la que determina finalmente su inclusión en la expedición de Gómez, que sale de esta ciudad de la costa norte quisqueyana, protegida por la lobreguez de la noche y el beneplácito de las autoridades locales , el 1 de abril de 1895para, luego de varios contratiempos, desembarcar en la Playita, al pie de Cajobabo, en la costa sur de Guantánamo, el 11 de abril a las 10 y 30 de otra noche tormentosa y oscura.
EN TORNO A LOS HECHOS
El artículo del Herald dice claramente que el coronel Figueredo ha recibido un telegrama de Benjamín Guerra y Gonzalo de Quesada, el tesorero del Partido Revolucionario Cubano y el secretario del Delegado, respectivamente; los dos hombres a quienes Martí confió elmanejo de los hilos conspirativos desde Nueva York, así como la edición del periódico Patria, entre otras tareas. Según el cable, que reproduce textualmente el diario, ellos dicen haber recibido información que les permite “garantizar” el arribo de Martí, Gómez y Collazo. ¿De dónde recibieron esa información tan categórica? Ninguna comunicación de las conocidas hasta hoy enviadas por Martí desde la República Dominicana en los días previos a la publicación de estas noticias, en uno u otro diario, nos permite entrever que el Apóstol haya indicado tal “estrategia”para obligar a Gómez a llevarlo con él. De manera que solo la necesidad de aumentar el crédito de las acciones combativas, lo cual nos parece irresponsable e improbable en esos dos patriotas, o acaso fuera la ambigüedad del telegrama enviado a Figueredo lo que permitió a su vez una “interpretación” de los redactores del Herald tal como lo hicieran a todas luces los del Listín Diario, lo que provocó la cadena de sucesos que conllevaron al desenlace fatal aquel mediodía del 19 de mayo de 1895 en los potreros de Dos Ríos.
El propio Máximo Gómez, al referirse a estos acontecimientos, el 22 de agosto de 1895, en carta a Tomás Estrada Palma, confiesa: “Seis días antes de embarcarnos lo había yo decidido a quedarse, pero un aviso publicado imprudentemente en Patria lo hizo volver atrás, y ya a mí no me fue posible convencerlo y nos echamos a la mar. Pudiera decirse que los amigos de Martí, que alocados lo endiosaban, lo empujaron a ocupar un lugar que no era el suyo y donde pereció sin beneficio para la patria y sin gloria para él.” Evidentemente esta opinión absoluta del amigo y compañero dolido tiene un peso relativo en la historia, pues los sucesos posteriores demuestran que, aun cuando su vida hubiera sido sin duda más valiosa a la causa y al porvenir de Cuba, su muerte a destiempo contribuyó desde entonces y de forma creciente a unir el espíritu cubano y a fortalecer el sentimiento de amor a la sufrida isla antillana.
Tal fue el sino trágico de estas breves noticias que cambiaron el rumbo del Apóstol de Cuba y también el de la historia.

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