Yvelisse Prats-Ramírez De Pérez
Fue una paradoja extraordinaria, una reiteración de la sobrevivencia eterna de las ideas. El lunes 11, fecha en que cumplía 112 años de su muerte física, Eugenio María de Hostos estuvo entre nosotros, discípulos suyos, vivo.
Fue en el local de la Academia de Ciencia de la República Dominicana dentro del acto inaugural del III Congreso Internacional dedicado a su vida y a su obra. Allí estábamos reunidos en el nombre del Maestro, viniendo desde Venezuela, de Puerto Rico, de Chile, los otros, éramos dominicanos/as que hace mucho tiempo seguimos sus huellas.
Como parte de un programa extenso, el Congreso se inició después de una Misa Solemne, en memoria del Sr. Hostos, con una Conferencia mía. Modestamente, creo que contribuí con lo que dije sobre él, al evocarlo, un conjuro que lo colocó entre nosotros, educando, como siempre; no fue brujería. Solo recordé lo que hizo y como lo hizo.
Compartiré con mis lectores En Plural este sábado y el próximo un resumen apretado de los “Aportes de Hostos a la Educación Nacional”, tema que me tocó desarrollar y que concluyó con sus palabras, el Maestro Hostos.
Elegí ocho aportes, entre los muchos que conozco y admiro. Hay más que debemos seguir escarbando en sus obras para encontrar nuevos tesoros escondidos.
Los enumero, a vuelo de teclas en este espacio de 800 palabras, casi una herejía limitar las caudalosas contribuciones del Maestro a nuestra educación y a la de América Latina.
1.- Porque soy mujer, y además tuve como profesoras algunas de las alumnas de Luisa Ozema Pellerano, formadas por las primeras discípulas de Salomé Ureña, inicio en mi enumeración con gratitud: Hostos fue quien hizo posible el ejercicio del Derecho de las mujeres a educarse integralmente. En el Instituto de Señoritas, y en la propia Escuela Normal, las dominicanas estudiaban “como si fueran hombres”.
2.- La organización nacional y racional de un sistema educativo antes disperso dando un esqueleto conceptual propio, es uno de los grandes aportes del Sr. Hostos. Lo quiso, a través de una avanzada Ley de Enseñanza que no llegó a ser aprobada en el Congreso, permeado todavía de un rancio conservadurismo.
Pese a ello, la educación como Hostos la entendía, se ramificó, dejó de ser privilegio geográfico centrado en Santo Domingo, y se fue multiplicando en provincias y municipios.
3.- Priorizar el conocimiento científico en todos los niveles del sistema. Supera así los estudios artificiales de la época, acerca los alumnos a la naturaleza de las cosas, y a la NATURALEZA así con mayúscula.
Ante los honorables miembros de la Academia afirmé, rotundamente, que si el Sr. Hostos viviera sería uno entre ellos, el más dedicado y entusiasta.
4.- Modernizó nuestra educación, partiendo de sus conocimientos y relaciones con los más avanzados pensadores pedagogos europeos: Comenio, Pestalozzi, Froebel y Comte, por supuesto, adaptándolos a la situación y a la idiosincrasia dominicana. Con ello, dio identidad propia a nuestra educación todavía colonialista.
5.- Sistematización e importancia de la formación de maestros. Para ello, creó la Escuela Normal, con una visión innovadora al integrar la teoría con la práctica de los futuros docentes. Ese principio cardinal aún no se ve claramente plasmado en los planes de formación de maestros en las Universidades e Institutos Superiores dominicanos, pero sí aparece nítidamente en las recomendaciones de UNESCO y OEI.
6.- La articulación de la educación escolar con la comunidad. La cooperación de las familias, indispensable, se correspondía con la apertura total de la Escuela Normal, que involucraba en sus actividades estudios, paseos, excursiones, certámenes, juegos a la vida social; procurando mejorarla, material y moralmente. Concibe así la escuela como fuerza indispensable en el aprendizaje social, siendo así precursor de Aníbal Ponce.
7.- Asume la educación como herramienta en la construcción de un patriotismo que abarca en su visión bolivariana, todos los países del continente.
Su anticolonialismo era radical, si estuviese vivo abordaría la globalización combatiendo su versión neoliberal frontalmente.
8.- La Moral Social es más que cualquier otro. Coincido en eso con Camila Henríquez Ureña, el aporte más digno de exaltar y de emular en Hostos.
No solo a la educación dominicana, sino a nuestra nación en su conjunto.
No hay que conceptualizar mucho, solo mirar nuestro alrededor para estar convencido de que es urgente procurar que esa Moral Social haga presencia de nuevo entre nosotros.
Pero de ella hablaremos en el próximo En Plural, el sábado que viene.
Mientras tanto, puedo jurarlo, desde el martes 11, Hostos está vivo entre nosotros.
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