MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

jueves, 26 de septiembre de 2019

Juan Bosch: la actitud histórica de un político


ENFOQUE
Juan Bosch: la actitud histórica de un político y la actividad del historiador
El autor es rector de la Universidad
Católica de Santo
Domingo y obispo auxiliar del
Arzobispado


  • Juan Bosch: la actitud histórica de un político y la actividad del historiadorMonseñor Jesús Castro
Santo Domingo, RD
Antes de comenzar su andadura política, es bien sabido que Juan Bosch ya había dado sus primeros pasos como escritor, en particular de cuentos, pero también de novelas, entre las cuales cabe mencionar títulos como La mujer, escrito cuando Bosch iniciaba su carrera de cuentista, o Camino Real, publicado por vez primera en 1933 y, sobre todo, La Mañosa, cuya primera edición data de 1936. Pese a las diferencias de estructura, extensión, argumento e incluso, hasta cierto punto, de estilo literario, encontramos en todas ellas lo que podría denominarse un contenido de carácter social, es decir, una preocupación por los problemas y la suerte de los grupos más desfavorecidos, como mujeres, niños y campesinos, por citar solo algunos ejemplos de especial importancia en el pensamiento político posterior de Juan Bosch.

Resulta altamente significativo el hecho de que, cuando escribió esas obras, y según afirmó expresamente su propio autor, treinta años más tarde, las mismas carecían de una intencionalidad política propiamente dicha, lo cual no deja de sorprender. En efecto, Bosch es claro cuando reconoce que en sus primeros escritos, aparte de pequeños rasgos autobiográficos, hay tan solo una narración que, en términos más o menos actuales, calificaríamos de ‘relato histórico’, lo cual en su estricta acepción literaria viene a ser una ficción de ambientación histórica, pero cuya finalidad sería más bien la de entretener enseñando, de igual modo que muchas otras novelas de un cariz similar, al menos desde la explosión de dicho género literario, sobre todo a partir del siglo XIX.

Este preámbulo, quizás un poco extenso, pretende contextualizar el paso de Juan Bosch de una etapa histórica que no solo estaba vigente en sus páginas escritas en la década de 1930, sino que como él mismo admitió, se prolongó hasta bien entrados los años 1960, en el sentido de que tanto en la primera fecha como en la última, separadas entre sí por un lapso de treinta años, Bosch ignoraba la causa de las guerras civiles, cuyas consecuencias había descrito magistralmente en La Mañosa. De hecho, en su presentación de la tercera edición de esa obra, publicada en 1966, el autor señala que ésta solo era política por cuanto ponía de relieve la circunstancia de que las contínuas revueltas armadas habían causado tantos males al país, que habían contribuido a impedir su desarrollo. Para remachar su idea, Bosch añade que de una forma u otra todos los dominicanos sufrieron las consecuencias de esas luchas personalistas, que se planteaban y resolvían, literalmente, a balazos.

Sin embargo, en las palabras que escribió para la edición especial de la obra ya mencionada, que apareció en 1974, el profesor se refiere a un cambio trascendental, ocurrido en 1968, mientras se encontraba en España, donde escribió su trabajo titulado Composición Social Dominicana, en el cual sostiene sin ambages que, la causa de las guerras intestinas dominicanas es la lucha de clases. De acuerdo con el planteamiento de Bosch, esta lucha carecía de orientación ideológica y tenía lugar entre capas diferentes de una numerosa pequeña burguesía que se enfrentaban, porque la guerra civil constituyó durante mucho tiempo, el canal de ascenso político más seguro que había en el país. Como conclusión de sus palabras preliminares, don Juan insiste en que hasta 1968, él desconocía lo que era la lucha de clases, al menos en cuanto a su verdadera realidad histórica, pues sin duda mucho antes de ese año, ya conocería la existencia de dicho concepto teórico, introducido por Karl Marx, como elemento clave de su corriente de pensamiento filosófico-político y económico, a mediados del siglo XIX. Aunque Bosch nunca se declaró marxista, y mucho menos comunista, no es aventurado establecer que esta teoría, que reviste una enorme importancia desde el punto de vista historiográfico, al margen de cualquier otra connotación de tipo ideológico, debió influir en su manera de interpretar el pasado dominicano, dada su condición de historiador, pero también en su análisis de la realidad que le tocó vivir, desde sus responsabilidades como dirigente político.

Estos avances en la comprensión de la historia dominicana por parte de Bosch, que lo llevaron a caracterizar la Guerra de la Restauración como una guerra social, entre otros factores, también lo condujeron a concebir que la principal causa de la esterilidad de las mal llamadas revoluciones dominicanas consiste en que las mismas solo permitieron el ascenso social de muy contadas personas, lo cual impidió la configuración de una burguesía criolla que dirigiera el país, sin la cual éste carecía de salida histórica. De ahí se deriva el contínuo sentimiento de frustración que dejaban las guerras civiles en las capas superiores de la pequeña burguesía, cuyas aspiraciones de pasar a la clase social inmediatamente superior se vieron cercenadas una y otra vez. Podría relacionarse esta explicación histórica con la evolución del pensamiento político del propio Bosch hacia perspectivas más radicales, como condición ‘sine quae non’ de una verdadera revolución democrática, quizás incluso socialista, en línea con su conocida Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, pero sin necesidad de caer en los excesos del marxismo revolucionario. Dentro de esa transición ideológica cabría situar su abierta sintonía con ciertos aspectos de algunos movimientos de liberación nacional, como por ejemplo el Vietnamita.

Para concluir estas líneas, y retomando el título que las encabeza, la actitud histórica de un político y la actividad política de un historiador se manifiestan, casi a partes iguales, en la trayectoria vital de Juan Bosch, adoptando la forma de una simbiosis casi perfecta entre la visión intelectual y la praxis política de un hombre capaz de abandonar, si bien temporalmente, sus altas responsabilidades partidarias como presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), desde 1966 hasta 1970. Este alejamiento de la primera fila no fue con ánimo de evadirse de la compleja coyuntura de aquellos años, sino que por el contrario, le permitió regresar al país con un impulso de renovación estratégica, ideológica y ética frente a los desafíos que planteaba la necesidad de superar los vicios de la política tradicional, enquistados en los principales partidos del sistema democrático dominicano. Su exigente mensaje de moralidad en la administración de la cosa pública, así como sus casi insalvables diferencias personales y doctrinales con muchos dirigentes de uno y otro signo dentro del PRD, llevaron a Bosch en 1973 a fundar el Partido de la Liberación Dominicana, en aras de conformar una nueva organización política, capaz de responder a los lineamientos que imponían las circunstancias históricas de la sociedad dominicana.

Este repaso de algunos puntos particularmente interesantes para ahondar en la figura de Juan Bosch es solo una breve aproximación a la misma, por lo que no constituye una defensa de su pensamiento ni tampoco una crítica, sino que más bien pretende poner de relieve la genuina búsqueda del rigor intelectual y la ejemplar actuación política de Bosch, quien fungió siempre ese doble papel con un sentido histórico de servicio a las mejores causas del pueblo dominicano en su conjunto.

El autor es rector de la Universidad
Católica de Santo
Domingo y obispo auxiliar del
Arzobispado

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Grimaldi dice: EEUU ordenó apresar a Juan Bosch


Grimaldi dice agente de EEUU ordenó apresar a Juan Bosch
  • Grimaldi dice agente de EEUU ordenó apresar a Juan Bosch
    Víctor Grimaldi CéspedesSanto Domingo, RD Un golpe de Estado es el derrocamiento de un Gobierno mediante el uso de las Fuerzas Armadas de un país. En el caso del golpe de Estado a Juan Bosch, el mismo Bosch dijo o lo escribió varias veces que el golpe del 25 de septiembre de 1963 NO fue programado ni planificado.El 25 de septiembre de 1985, y la nota de este acto apareció en Listín Diario al día siguiente, Bosch estuvo conmigo en el acto de la puesta en circulación de mi libro El Misterio del Golpe de 1963 celebrado en el Museo Nacional de Historia y Geografía.
Durante años me dediqué a estudiar rigurosamente los hechos históricos que ocurrieron después de la eliminación de Rafael Trujillo el 30 de mayo de 1961. Muy especialmente he revisado muchos documentos de los sucesos de 1963 y 1965.
Si se lee la Historia de América Latina de aquellos años, se podrá notar que el Gobierno de Bosch fue derrocado en una época en que hubo otros golpes de Estado en los años del decenio 1960-1970 de la América Latina. En Argentina, en Honduras, en Ecuador, en Brasil, por ejemplo, entre tantos. Luego en 1970 en Uruguay, en Chile en 1973 y de nuevo en Argentina en 1976. Todo esto sin contar los casos de Panamá, Guatemala, El Salvador y Honduras de nuevo.
El caso del golpe dominicano de 1963 fue muy característico: Las órdenes de arrestar y deponer al presidente Bosch les fueron dadas a los jefes militares dominicanos después de una discusión que sostuvieron con él en el Palacio Nacional en la madrugada del 25 de septiembre de 1963.
Las órdenes de arrestar a Bosch fueron dadas por Anthony Ruiz (que NO era Dan Mitrione, agente de la CIA (1) ejecutado en Uruguay por los Tupamaros. Mitrione estuvo en la República Dominicana después de 1965).
Ruiz, de origen hispanoamericano, era el Consejero de la AID (2) en materia de seguridad pública en 1963.
Estos detalles me los reveló el General de la Policía Nacional Benito Monción Leonardo, fallecido hace pocos años.
En el momento que fue arrestado Bosch en el Palacio Nacional también estaba allí con Ruiz el Coronel militar norteamericano Fritz Long, asesor de Defensa de la Embajada de los Estados Unidos, y esa presencia de Long ya había sido indicada por Bosch tiempo después en sus escritos que señalan al Gobierno de Estados Unidos como el responsable de haber ordenado su derrocamiento.
Lo nuevo es este dato del papel que jugó el Funcionario de la AID en el golpe de Estado de 1963.
Un conjunto de factores provocaron el malestar que condujo al madrugonazo del 25 de septiembre, pero lo cierto es que poco tiempo después, el 24 de Abril de 1965, un importante sector de las Fuerzas Armadas Dominicanas inició la más bella gesta librada por el Pueblo Dominicano para restablecer las libertades democráticas que puso en práctica Bosch con su ejemplar Gobierno elegido por voto libre popular el 20 de Diciembre de 1962 y juramentado el 27 de febrero de 1963.
Los Estados Unidos en 1963 no toleraban el ejercicio independiente y soberano del Poder. Con esta premisa los asesores policiales y militares norteamericanos dieron instrucciones a los Jefes Militares de la República Dominicana de derrocar a Bosch.
A Bosch se le cuestionaba su posición de neutralidad frente a los conflictos que sostenía el Gobierno Norteamericano frente a Cuba y los Paises aliados de la Rusia Soviética.
Al dictador presidente haitiano Francois Duvalier desde 1962 los Estados Unidos también intentaban sacarlo del Poder debido a que había establecido relaciones diplomáticas con Polonia, que entonces era un país aliado de la Rusia Soviética o comunista. Para derrocar a Duvalier en la República Dominicana se instalaron campamentos de guerrilleros haitianos, quienes atacaban puestos militares en Haití desde nuestro territorio. El presidente Bosch nunca autorizó estos campamentos y al enterarse le ordenó al Ministro de las Fuerzas Armadas Víctor Elby Vinas Román que los desmantelara. Bosch explicó esto en detalle posteriormente.
De mi parte, investigando en los Archivos Nacionales de los Estados Unidos, obtuve documentos en los cuales se menciona que en la madrugada del 25 de septiembre de 1963 el tema del apoyo de los jefes militares dominicanos a la guerrilla anti Duvalier (sin el consentimiento del presidente Bosch) fue uno de los puntos de discusión.
Una revelación importante la hace el que fuera entonces Embajador de los Estados Unidos en Puerto Príncipe, Ciudad capital de Haití. Este Embajador, Raymond Thurston, dice que la Agencia Central de Inteligencia (CIA), apoyada en estas acciones con el conocimiento expreso del presidente John F. Kennedy, daba los recursos al General haitiano exilado Leon Cantave para liderar las guerrillas que atacaban a Haití desde territorio dominicano con el fin de derrocar a Duvalier.
Todo eso se hizo sin el apoyo ni el conocimiento del presidente dominicano Juan Bosch. La última incursión de Cantave ocurre el 22 de septiembre, y es curioso que ese día fracasa en nuestro país una “huelga” contra Bosch. La huelga era el tipo de jugada de distracción promovida por la CIA.
Se dijo durante cierto tiempo que el tema de discusión con los militares el 25 de septiembre era la remoción del Coronel Elías Wessin y Wessin. No fue el único asunto. Claro, al llegar este punto de discusión cerrada Bosch intentó de realizar una maniobra.
Juan Bosch me lo contó a mí de esta manera: ‘Victor Les dije a los jefes militares que si yo como Presidente no podía remover al Coronel Wessin de la dirección del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), entonces mejor presentaba renuncia como Presidente de la República. Cuando dije que haría lo que establecía la Constitución, presentar la renuncia personalmente ante las Cámaras Legislativas reunidas en Asamblea Nacional, fui hecho preso”.
Bosch me explicó que en realidad su propósito era que al ser convocados los legisladores para conocer de su renuncia, se produjera un movimiento de masas a favor del Gobierno en las calles del país. Precisamente por eso se ejecutó la orden del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. La Embajada, de Ruiz y Long, temió el escándalo internacional que podría haberse producido si Bosch descubría y denunciaba que era objeto de un plan siniestro para ponerlo en ridículo.
En octubre de 2007, cuando el General Monción Leonardo me reveló el nombre de quien fue que dio la orden final de hacer preso a Juan Bosch: el asesor de la AID de la Embajada Norteamericana Señor Ruiz, pude terminar de componer la historia de la trama que se llevó el Gobierno más honesto que ha tenido el Pueblo Dominicano en toda su historia.
Santo Domingo, sábado 21 de septiembre 2019
* Autor del libro “Golpe y Revolución, el Derrocamiento de Juan Bosch y la Intervención Norteamericana”, cuya Quinta Edición ha hecho pública recientemente la Comisión Nacional de Efemérides Patrias. Se trata del XV Volumen de una colección de obras reeditadas al conmemorarse 50 años de la Revolución Constitucionalista de 1965.
(1) CIA: Agencia Central de lnteligencia de los Estados Unidos.
(2) AID: USAID. Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos.

sábado, 14 de septiembre de 2019

DOMINGO LA REVISTA: LOS OCHO AÑOS DE LEONEL

DOMINGO LA REVISTA: LOS OCHO AÑOS DE LEONEL: EDITORIAL DE DIARIO LIBRE 

El gobierno que durante dos períodos constitucionales ha presidido el doctor Leonel Fernández tiene más luces que sombras.
Se dirá que no ha podido resolver los problemas fundamentales del país, pero deja encaminadas soluciones de orden práctico que, si se persiste en ellas, permitirán al país avanzar hacia nuevos estadios de desarrollo.
Fernández ha producido una revolución legal en el país con una Constitución modelo y un conjunto de leyes que organizan al Estado de manera moderna y eficiente. Sólo necesitan tiempo para afianzarse en la cultura política del país.

Leonel ha llenado el país de obras de infraestructura y ha presidido un período de crecimiento en todos los órdenes sin precedentes. Eso se puede ver con los ojos de la cara y con los del espíritu.

En el campo de lo fundamental, ha respetado como nadie las libertades públicas. Es más, si de algo se le puede acusar en este campo es de haber sido demasiado permisivo. 

Ha puesto al país en los ojos del mundo con su brillante participación en Cumbres y reuniones internacionales. El país no siente vergüenza cuando el Presidente alterna con otros jefes de Estado y de Gobierno.

Su manejo de la economía en medio de sucesivas crisis ha sido brillante y ha logrado mantener la estabilidad macroeconómica, la suficiencia alimentaria, junto a importantes programas de ayuda social.

El presidente Fernández se puede retirar tranquilo (aunque no se retira), en la seguridad de que cuenta con el aprecio agradecido del pueblo.

atejada@diariolibre.com

domingo, 1 de septiembre de 2019

EL HOMBRE LIGTH

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EL HOMBRE LIGTH 

Este es un libro de denuncia.  Desde hace ya unos años me preocupan los derroteros por los que se dirige la sociedad opulenta del bienestar en Occidente, y también porque su influencia en el resto de los continentes abre camino, crea opinión y propone argumentos. Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad. Todos los enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los denominados productos light de nuestros días: comidas sin calorías y sin grasas, cerveza sin alcohol, azúcar sin glucosa, mantequilla sin grasa, tabaco sin nicotina, Coca-Cola sin cafeína y sin azúcar… y un hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones. 

EL HOMBRE LIGHT 

Prologo

Este es un libro de denuncia. 

El hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo. 

Esto es lo grave. Este es mi diagnóstico, y a lo largo de estas páginas describo sus principales características, a la vez que hago sugerencias de como escapar y salirse de ese camino errado que tiene una final triste y pesimista.
Frente a la cultura del instante esta la solidez de un pensamiento humanista; frente a la ausencia de vínculos, el compromiso con los ideales. 

Es necesario superar el pensamiento débil con argumentos e ilusiones lo suficiente mente atractivos para el hombre como para que eleven su dignidad y sus pretensiones. 

Se atraviesa así el itinerario que va de la inutilidad de la existencia a la búsqueda de un sentido a través de la coherencia y del compromiso con los demás, escapando así de la grave sentencia de Thomas Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre”

Hay que conseguir un ser humano que quiere saberlo que es bueno y lo que es malo; que se apoya en el progreso humano y científico, pero que no se entrega a la cultura de la vida fácil, en la que cualquier motivación tiene como fin el bienestar, un determinado nivel de vida o placer sin más. 

Sabiendo que no hay verdadero progreso humano si este no se desarrolla con un fondo moral.

I. EL HOMBRE LIGHT

Perfil psicológico.

Estamos asistiendo al final de una civilización, y podemos decir que esta se cierra con la caída en bloque de los sistemas totalitarios en los países del Este de Europa. 

Aún quedan reductos sin desmantelar, en una misma línea política e ideológica, aunque por otra parte se anuncie nuevas prisiones para el hombre, con otro ropaje y semblantes bien diversos.

Así como en los últimos años se ha puesto de moda ciertos productos light –el tabaco, algunas bebidas o ciertos alimentos-, también se ha ido gestando un tipo de hombre que podría ser calificado como hombre light.

¿Cuál es su perfil psicológico? ¿Cómo podría quedar definido? Se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo, por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. 

Todo lo interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo se torna en el etéreo, leve, volátil, banal, permisivo. 

Ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza no saber a qué atenerse o, lo que es lo mismo, hace suyas las afirmaciones como “Todo vale”, “Que más da” o “Las cosas han cambiado”. 

Y así, nos encontramos con un buen profesional en su tema, que conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado –como esta- en un mundo lleno de información, que le distrae, pero que poco a poco le convierte en hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral.

Las conquistas técnicas y científicas –impensables hace tan solo unos años –nos han traído unos logros evidentes:
la revolución informática, los avances de la ciencia en sus diversos aspectos, un orden social más justo y perfecto, la preocupación operativa sobre los derechos humanos, la democratización de tantos países y, ahora, la caída en bloque del comunismo. Pero frente a todo ello hay que poner sobre el tapete aspectos de la realidad que funcionan mal y que muestran la otra cara de la moneda:
a. Materialismo: hace que un individuo tenga cierto reconocimiento social por el único hecho de ganar mucho dinero.

b. Hedonismo: pasarlo bien a costa de lo que sea es el nuevo código de comportamiento, lo que apunta hacia la muerte de los ideales, el vacío de sentido y la búsqueda de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y excitantes.

c. Permisividad: arrasa los mejores propósitos e ideales.

d. Revolución sin finalidad y sin programa: la ética permisiva sustituye a la moral, lo cual engendra un desconcierto generalizado.

e. Relativismo: todo es relativo, con lo que se cae en la absolutización de lo relativo; brotan así unas reglas presididas por la subjetividad.

f. Consumismo: representa la formula posmoderna de la libertad.

Así, las grandes transformaciones sufridas por la sociedad en los últimos años son, al principio, contempladas con sorpresa, luego con una progresiva indiferencia o, en otros casos, como la necesidad de aceptar lo inevitable.

La nueva epidemia de crisis y rupturas conyugales, el drama de las drogas, la marginación de tantos jóvenes, el paro laboral y otros hechos de la vida cotidiana se admiten sin más, como algo que está ahí y contra lo que no se puede hacer nada.

De los entresijos de esta realidad sociocultural va surgiendo el nuevo hombre light, producto de su tiempo. Si aplicamos la pupila observadora nos encontramos con que en él se dan los siguientes ingredientes: pensamiento débil, convicciones sin firmeza, asepsia en sus compromisos, indiferencia sui generis hecha de curiosidad y relativismo a la vez…; su ideología es el pragmatismo, su norma de conducta, la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda; su ética se fundamenta en la estadística, sustituta de la conciencia; su moral, repleta de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, queda relegada a la intimidad, sin atreverse a salir en público. 

EL IDEAL ASEPTICO 

No hay en el hombre ligth entusiasmos desmedidos ni heroísmos. La cultura ligth es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad: comidas sin calorías, sin grasas, sin excitantes… todo suave, ligero, sin riesgo, con la seguridad por delante. Un hombre así no dejara huella. En su vida ya no hay rebeliones, puesto que su moral se ha convertido en una ética de reglas de urbanidad o en una mera actitud estética. El ideal aséptico es la nueva utopía, porque, como dice Lipovestski, estamos en la era del vacío. De esas rendijas surge el nuevo hombre cool, representando por el telespectador que con el mando a distancia pasa de un canal a otro buscando no se sabe bien que o por sujeto que dedica el fin de semana a la lectura de periódicos y revistas, sin tiempo casi –o sin capacidad- para otras ocupaciones mas interesantes.

El hombre light es frió, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Por eso se ha ido volviendo cada vez más vulnerable; por eso ha ido cayendo en una cierta indefensión. De este modo, resulta más fácil manipularlo, llevarlo de acá para allá, pero todo sin demasiada pasión. Se han hecho muchas concesiones sobre cuestiones esenciales, y los retos y esfuerzos ya no apuntan hacia la formación de un individuo más humano, culto y espiritual, sino hacia la búsqueda del placer y el bienestar a toda costa, además del dinero.

Podemos decir que estamos en la era del plástico. De él se deriva un cierto pragmatismo de usar y tirar, lo que conduce a que cada día impere con más fuerza un nuevo modelo de héroe: el del triunfador, que aspira –como muchos hombres ligth de este tramo final de este siglo XX—al poder, la fama, un buen nivel de vida…; por encima de todo, caiga quien caiga. Es el héroe de la series de TV americanas, y sus motivaciones primordiales son el éxito, el triunfo, la relevancia social y, especialmente, ese poderoso caballero que es el dinero.

Es un hombre que antes o después se ira quedando huérfano de humanidad. Del mayo de 68 frances no queda ni rastro, las protestas se han extinguido; no prospera fácilmente ni la solidaridad ni la colaboración, sino más bien la rivalidad teñida de hostilidad. Se trata de un hombre sin vínculos, descomprometido, en que la indiferencia estética se alía con la desvinculación de casi todo lo que le rodea. Un ser humano rebajado a la categoría de objeto, repleto de consumo y bienestar, cuyo fin es despertar admiración o envidia. 

El hombre ligth no tiene referente, ha perdido su punto de mira y está cada vez más desorientado ante los grandes interrogantes de la existencia. 

… Cuando se ha perdido la brújula, lo inmediato es navegar a la deriva, no saber a qué atenerse en temas clave de la vida, lo que conduce a la aceptación y canonización de todo. Es una nueva inmadurez…

Algunos intelectuales europeos han enunciado este tema. Jean Francois Revel, en El conocimiento inútil, resalta que nunca ha sido tan abundante y prolija la información y nunca, sin embargo, ha habido tanta ignorancia. El hombre es cada vez menos sabio, en el sentido clásico del término.

Es la cultura nihilista, el hombre no tiene vínculos, hace lo que quiere en todos los ámbitos de la existencia y únicamente vive para sí mismo y para el placer, sin restricciones. ¿Qué hacer ante este espectáculo? No es fácil dar una respuesta concreta cuando tantos aspectos importantes se han convertido en un juego trivial y divertido, en una apoteósica y entusiasta superficialidad. Por desgracia, muchos de estos hombres necesitaran un sufrimiento de cierta trascendencia para iniciar el cambio, pero no olvidemos que el sufrimiento es la forma suprema de aprendizaje, otros, que no estén en tan malas condiciones, necesitaran hacer balance personal e iniciar una andadura más digna, de más categoría humana.

conclusiones:
1. Generales: ayudan a interpretar mejor la realidad actual, en su rica complejidad.
2. Personales: conseguirán que surja un ser humano más consistente, vuelto hacia los valores y comprometido con ellos.

II HEDONISMO Y PERMISIVIDAD

EL FINAL DE UNA CIVILILIZACION.

Estamos ante el final de una civilización. Releyendo el libro de Indro Montanelli, Historia de Roma, pienso que nos encontramos en una situación parecida: posmodernismo para unos, era psicológica o posindustrial para otros. La década de los sesenta nos deparo la polémica del positivismo con la confrontación entre Karl Popper Theodor Adorno. La de los setenta, el debate sobre la hermenéutica de la historia entre Jurgen Habermas y Hans Gaderme, los ochenta, el significado del posmodernismo, y los noventa están presididos por la caída de los regímenes totalitarios. Se ha demostrado que una de las grandes promesas de libertad no era sino una tupida red en la cual el ser humano quedaba atrapado sin posible salida,

El panorama hoy es muy interesante: en la política hay una vuelta a posiciones moderadas y una economía conservadora; en la ciencia ha tenido lugar un despliegue monumental, ya que los avances en tantos campos han dado un giro copernicano brillante y con resultados muy prácticos; el arte se ha desarrollado también de forma exponencial, pero ya es imposible de establecer unas normas estéticas: hemos llegado a un eclecticismo evidente en que cualquier dirección es válida, todos los caminos contienen una cierta dosis artística; igualmente, en el mundo de las ideas y su reflejo en el comportamiento se ha producido un cambio sensible, que es lo que pretendo analizar a continuación. 

Las dos notas más peculiares son –desde mi punto de visa- el hedonismo y la permisividad, ambas enhebradas por el materialismo. Estos hace que las aspiraciones más profundas del hombre vayan siendo gradualmente materiales y se deslicen hacia una decadencia moral con precedentes muy remostos: el Imperio Romano o el periodo comprendido entre los siglos XVII y XVIII.

Como ya hemos avanzado, hedonismo significa la ley máxima de comportamiento es el placer por encima de todo, cueste lo que cueste, así como el ir alcanzando progresivamente cotas más alta de bienestar. Además, su código es la permisividad, la búsqueda ávida del placer y el refinamiento, sin ningún otro planteamiento. Así pues, hedonismo y permisividad son los dos nuevos pilares sobre los que se apoyan las vidas de aquellos hombres que quieren evadirse de sí mismos y sumergirse en un caleidoscopio de sensaciones cada vez más sofisticadas y narcisistas, es decir contemplar la vida como un goce ilimitado. Porque una cosa es disfrutar de la vida y saborearla, en tantas vertientes como esta tiene, y otra muy distinta ese maximalismo cuyo objetivo es el afán y el frenesí de diversión sin restricciones. Lo primero es psicológicamente sano y sacia una de las dimensiones de nuestra naturaleza; lo segundo, por el contrario, apunta a la muerte de los ideales.

Del hedonismo surge un vector que pide paso con fuerza: el consumismo. Todo puede escogerse a placer; comprar, gastar y poseer se vive como una nueva experiencia de libertad. El ideal de consumo de la sociedad capitalista no tiene otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de objetos por otros cada vez mejores. Un ejemplo que me parece revelador es el de la persona que recorre el supermercado, llenando su carrito hasta arriba, tentada por todos los estímulos y sugerencias comerciales, incapaz de decir que no. 

Revolución sin finalidad y sin proyecto

El consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades. Objetos cada vez más refinados que invitan a la pendiente del deseo impulsivo de comprar. El hombre que ha entrado por esa vía se va volviendo cada vez más débil.
La otra nota central de esta pseudoidelogia actual es, como se ha dicho, la permisividad, que propugna la llegada a una etapa clave de la historia, sin prohibiciones ni territorios vedados, sin limitaciones. Hay que atreverse a todo, llegar cada día más lejos. Se impone así una revolución sin finalidad y sin programa, sin vencedores ni vencidos.

Si todo se va envolviendo en un paulatino escepticismo y, a la vez, en un individualismo a ultranza, ¿ Qué es lo que todavía puede sorprender o escandalizar?. Este derrumbamiento axiológico produce vidas vacías, pero sin grandes dramas, ni vértigos angustiosos ni tragedias… “Aquí no pasa nada”, parecen decirnos los que navegan por estas aguas. Es la metafísica de la nada, por muerte de los ideales y superabundancia de lo demás. Estas existencias sin aspiraciones ni denuncias conducena la idea de que todo es relativo.

El relativismo es hijo natural de la permisividad, un mecanismo de defensa de los que Freud estudio y diseño de forma casi geométrica. Así, los juicios quedan suspendidos y flotan sin consistencia: el relativismo es otro nuevo código ético. Todo depende, cualquier análisis puede ser negativo o positivo; no hay nada absoluto, nada totalmente bueno ni malo. De esta tolerancia interminable nace la indiferencia pura.

Estamos ante la ética de los fines o de la situación, pero también del consenso: si hay consenso, la cuestión es válida. El mundo y sus realidades más profundas se someten a plebiscito, para decir si constituye algo positivo o negativo para la sociedad, porque lo importante es lo que opine la mayoría.
Hablamos de libertad, de derechos humanos, de conseguir poco a poco una sociedad más justa, abierta y ordenada. Por una parte, defendemos esto, y, por otra, nos situamos en posiciones ambiguas que no hacen más humano al hombre ni lo conducen a grandes metas. Es la apoteosis de la incoherencia. Entonces, ¿Dónde puede el hombre hacer pie? ¿Dónde ir a buscar puntos de apoyos firmes y solidos? 

Un ser humano hedonista, permisivo, consumista y centrado en el relativismo tiene mal pronóstico. Padece una especie de “melancolía” new look: acordeón de experiencias apáticas. Vive rebajado a nivel de objeto, manipulado, dirigido y tiranizado por estímulos deslumbrantes, pero no acaban de llenarlo, de hacerlo feliz. Su paisaje interior esta transitado por una mezcla de frialdad impasible, de neutralidad sin compromiso y, a la vez, de curiosidad y tolerancia ilimitada. Este es el denominado hombre cool, a quien no le preocupa la justicia, ni los viejos temas de los existencialistas ( Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, Albert Camus…), ni los problemas sociales ni los grandes temas del pensamiento( la libertad, la verdad, el sufrimiento…). Ya no lee a Ulises de James Joice, ni en busca del tiempo perdido de Marcel Proust, ni las novelas de Hermann Hesse.

Un hombre así es cada vez más vulnerable, no hace pie y se hunde; por eso, es necesario rectificar el rumbo, saber que el progreso material por sí mismo no colma las aspiraciones más profundas de aquel que se encuentra hoy hambriento de verdad y amor autentico. Este vacío moral puede ser superado con humanismo y trascendencia. “atravesar, cruzar, subir, es decir, “atravesar subiendo”, cruzar la vida elevando la dignidad del hombre sin perder de vista que no hay autentico progreso si no se desarrolla en clave moral.

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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