MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES
Mostrando entradas con la etiqueta Guerra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Guerra. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de diciembre de 2017

La máquina del apocalipsis en manos de Donald Trump


Por: Amy Goodman




El presidente Donald Trump presuntamente habría sorprendido al personal militar que se hallaba reunido con él cuando sugirió que quería que el arsenal nuclear estadounidense fuera diez veces mayor. Foto: Reuters

En 1971, Daniel Ellsberg hizo públicos los Documentos del Pentágono, miles de páginas de la historia secreta del departamento de Defensa estadounidense sobre la injerencia de Estados Unidos en Vietnam, que expusieron las mentiras del gobierno y ayudaron a terminar la guerra. El consejero de seguridad nacional del presidente Richard Nixon, Henry Kissinger, calificó a Ellsberg como “el hombre más peligroso de Estados Unidos”.

Ahora, con sus 86 años de edad, Ellsberg ha revelado por primera vez que los Documentos del Pentágono no fueron los primeros expedientes clasificados que retiró de su lugar de trabajo, un área de máxima seguridad. En su nuevo libro, titulado en inglés “The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner” (“La máquina del apocalipsis: confesiones de un planificador de guerras nucleares”), detalla sus primeros años en el Pentágono y por qué se llevó miles de páginas sobre los planes de guerra nuclear que estaba desarrollando Estados Unidos y que dan cuenta de la descabellada política de guerra nuclear estadounidense elaborada hace más de 55 años atrás. Es aterrador que sus revelaciones sigan siendo relevantes al día de hoy.

El pasado 20 de julio en una reunión en el Pentágono sobre asuntos de seguridad nacional, el presidente Donald Trump presuntamente habría sorprendido al personal militar que se hallaba reunido con él cuando sugirió que quería que el arsenal nuclear estadounidense fuera diez veces mayor. Fue después de esa reunión que, según se dice, el secretario de Estado, Rex Tillerson, calificó a Trump como un “maldito imbécil”. En agosto, Joe Scarborough, de la cadena NBC , citando una fuente anónima, afirmó que Trump le había preguntado a un asesor de política exterior sobre el uso de armas nucleares. Scarborough dijo: “[Trump] preguntó tres veces sobre el uso de armas nucleares. En un momento preguntó que, si las teníamos ¿por qué no podíamos usarlas?”. Durante más de 70 años, el presidente de Estados Unidos ha tenido el enorme poder de lanzar armas nucleares, pero solo uno lo ha usado: Harry Truman, cuando ordenó el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki. El ataque nuclear causó la muerte de cientos de miles de personas. Trump, que parece disfrutar del sonido de los tambores de guerra y de hostigar a sus oponentes, como el líder supremo de la nuclearizada Corea del Norte, Kim Jong Un, podría estar arrastrándonos al borde de una guerra nuclear.

El denunciante Ellsberg, al describir los planes de guerra nuclear del presidente Dwight Eisenhower, que le habían sido encomendados para su mejora en los primeros meses del gobierno de Kennedy, nos dijo en una entrevista para Democracy Now!:
“Estaban locos. Querían hacer planes de atacar primero, por orden del presidente Eisenhower. [El presidente] no quería ningún plan de guerra delimitada de ningún tipo con la Unión Soviética, bajo ninguna circunstancia, porque eso le permitiría al Ejército solicitar enormes cantidades de divisiones o incluso armas nucleares tácticas para tratar con los soviéticos. Así que exigió que el único plan para luchar contra los soviéticos, bajo cualquier circunstancia, como un encuentro en el corredor de Berlín, el acceso a Berlín Occidental, o sobre Irán, que ya era un punto conflictivo en ese momento, o Yugoslavia, si hubieran ingresado [los soviéticos], como sea que empezara la guerra; con un levantamiento en Alemania Oriental, por ejemplo. Como fuera que comenzara, el plan dirigido por Eisenhower era una guerra sin cuartel, que contemplaba dar el puntapié inicial de la primera guerra nuclear, suponiendo que los soviéticos no hubieran usado armas nucleares. Y ese plan pretendía, en nuestro primer golpe, atacar todas las ciudades. En realidad, cada población de más de 25.000 habitantes, en la Unión Soviética y en cada ciudad de China. Una guerra con Rusia inevitablemente iba a involucrar ataques en cada ciudad de China. En el curso de este ataque no habría reservas. Todo se iba a lanzar tan pronto como estuviera disponible, era una amplia operación de transporte de armas termonucleares. Todo se iba a lanzar contra la Unión Soviética; pero no solo contra ellos. Las naciones cautivas, los llamados países satélite de Europa del Este –miembros del Pacto de Varsovia–, serían atacados en sus defensas antiaéreas, que se encontraban cercanas a ciudades, en sus sistemas de transporte y en su sistema de comunicaciones. Así que todo eso también iba a ser aniquilado”.

Ellsberg recordó que en 1961, el Estado Mayor Conjunto pronosticó fríamente que el plan provocaría la muerte de más de 600 millones de personas en todo el mundo, cuando la población mundial era de solo 3.000 millones. “Seiscientos millones, eso era como cien Holocaustos. Y cuando tuve en la mano la hoja de papel con esa cifra, que le habían enviado con orgullo al presidente, pensé: ‘Esto es lo que vamos a hacer. Este es el plan más cruel de la historia. Es una locura’”.

Ellsberg fue convocado al Pentágono para ayudar a manejar la crisis de los misiles en Cuba en 1962, conocida como la Crisis de octubre y considerado como el momento en que la humanidad estuvo más cerca de la aniquilación nuclear. Su experiencia personal de esos años sustenta su opinión sobre la hostilidad de Trump hacia Corea del Norte. En cuanto a los arsenales nucleares de ambos países, señala: “Tanto Trump como Kim están usando las armas de las que disponen en este momento para llevar adelante su enfrentamiento, tal como lo han hecho muchos presidentes, como descubrí más tarde. Hay un capítulo en mi libro en el que hablo sobre un par de casos, tal vez tres decenas de casos, la mayoría secretos, en los que los presidentes llegaron a realmente apuntar el arma, además de llevarla ostentosamente en la cadera todo el tiempo, como en la OTAN . Creo que uno de nuestros comandantes simplemente dijo: ‘Usamos las armas todos los días, en cada momento del día’, lo cual es cierto. Las usamos en la cadera. Pero en este momento, están siendo apuntadas. Y están siendo apuntadas por dos personas que están haciendo muy buenas imitaciones de personas dementes. Podrían estar fingiendo. Espero que estén fingiendo… Pero fingir estar loco con armas nucleares no es un juego seguro. Es un juego de ‘a ver quién es más gallina’. Con armas nucleares de por medio”.

Pese a la preocupación generalizada sobre la estabilidad mental de Trump, el presidente sigue manteniendo el control del arsenal nuclear más potente del mundo. Entre otras cosas, ha prometido hacer llover “fuego y furia” sobre Corea del Norte, una nación de 25 millones de habitantes. El general de la Fuerza Aérea estadounidense John Hyten, comandante del Comando Estratégico de Estados Unidos, que está a cargo de la supervisión de todo el arsenal nuclear del país, aseguró a la población en un foro público realizado en noviembre: “No somos estúpidos”, y afirmó que él rechazaría una orden ilegal de Trump para el lanzamiento de un ataque nuclear.

El Comité de Relaciones Exteriores del Senado, no conforme con dejar en manos de los generales el control de las decisiones de Trump, celebró el pasado 14 de noviembre una audiencia para considerar un cambio en la ley y prohibir que el presidente pudiera, él solo, lanzar un ataque nuclear. El senador republicano Bob Corker, de Tennessee, que ha declarado públicamente su temor de que Trump pudiera comenzar una Tercera Guerra Mundial, presidió la audiencia. El senador demócrata Chris Murphy, de Connecticut, resumió el propósito de la audiencia con estas palabras: “Nos preocupa que el presidente de Estados Unidos sea tan inestable, tan volátil. Que tenga un proceso de toma de decisiones tan quijotesco y pueda ordenar un ataque con armas nucleares que esté totalmente fuera de lugar en cuanto a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos”.

Estamos más cerca de una guerra nuclear de lo que lo estuvimos en muchas décadas y es por ello que el ejemplo de Daniel Ellsberg como denunciante, así como su llamado a que los empleados del gobierno expongan los actuales planes apocalípticos, son más importantes que nunca.

(Tomado de Rebelion)

Amy Goodman
Periodista norteamericana, directora de la radio-televisora alternativa Democracy Now!

domingo, 22 de mayo de 2016

Las barbaries en los actuales conflictos armados

Las barbaries en los actuales conflictos armados y el Derecho Internacional Humanitario.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

El ejército de los Estados Unidos es protagonista de muchos conflictos armados en todas las regiones del mundo.

Por Dr. C. Leonel Gorrín, Prof, Titular de Derecho Internacional Humanitario
Durante meses diversos medios de prensa en todo el mundo han centrado buena parte de sus escritos a la evolución de los más diversos conflictos armados que tienen lugar en diferentes regiones del mundo, y no pocos han denunciado las atrocidades que se llevan a cabo contra personas inocentes, así como la destrucción de ciudades, instalaciones sanitarias y educativas, centros y bienes culturales y el medio ambiente. Mes por mes estos hechos en vez de disminuir se han incrementado. Abril y los primeros días de mayo de este año no son una excepción. Todo lo contrario. La decisión de la Comunidad Europea de devolver a miles de personas que huyen de la guerra a sus lugares de orígenes, el cierre de fronteras para evitar que pasen de una nación a otra, el trato inhumano que reciben cientos de ellos, han matizado un aspecto central de las consecuencias de las guerras, que hoy estremecen a buena parte del planeta.

La guerra en Siria no cesa. Treguas parciales del alto al fuego de escasas horas, se utilizan no en bien de alcanzar una paz, sino con el propósito de lograr un reagrupamiento de las fuerzas y su correspondiente rearme para más tarde desplegar ataques más violentos. Es la historia de “nunca acabar”. La situación en Yemen es, desde el punto de vista humanitario, desesperante. El CICR ha solicitado urgentes fondos para atender a un pueblo que carece de alimentos, agua potable y medicamentos. Sus llamados no se escuchan. Entretanto, no cesan los bombardeos contra la infraestructura de esa nación con las consiguientes víctimas entre la población civil. En naciones del África Subsahariana, como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, República Centro Africana, grupos terroristas asesinan a diario a decenas de personas. El listado sería interminable.

Por supuesto, Siria es el caso más crítico de todo el escenario mundial actual y se le califica como “fuera de control”. De acuerdo con el ministro de Información de ese país está en marcha un proyecto, bautizado como “Caos creativo”, que busca la desintegración de esa nación. Los resultados hablan por sí solos: Más de 270 mil muertos y un millón de heridos, 7,6 millones de desplazados internos y 4 millones de refugiados, principalmente en países vecinos.

Ciudades como Alepo presentan una situación desesperante desde el punto de vista humanitario. Durante la última semana de abril seis hospitales fueron objetos de ataques indiscriminados, que causaron centenares de muertos entre los pacientes allí recluidos y el personal médico y la consiguiente destrucción de esas instalaciones, que deben de gozar de total respeto y protección. Decenas de personas han quedado sin la posibilidad de recibir asistencia médica vital. La propia jefa de la misión del CICR en Siria, Marianne Gasser, declaró indignada que: “No puede haber ninguna justificación para estos horrendos actos de violencia dirigidos deliberadamente contra hospitales y clínicas, que están prohibidos por el derecho internacional humanitario. Numerosas personas mueren en esos ataques. Ya no hay ningún lugar seguro en Alepo. Ni siquiera los hospitales” y volvió hacer el llamamiento, que constantemente se ha reiterado a lo largo de estos cinco años: “Por el bien de la población de Alepo, instamos a todas las partes a terminar con esta violencia indiscriminada.” En la actualidad hay en esa nación del Medio Oriente millones de personas al borde de un desastre humanitario, al no existir posibilidades de llegar a ellas para prestarles la asistencia que demandan. Cientos de miles de ellos son menores de edad. Muchos han quedado huérfanos. Todos carecen de la posibilidad de acceso a la educación escolar.

Hospitales bajo fuego

Los ataques contra las instalaciones sanitarias y las prohibiciones existentes para que el personal sanitario brinde la atención médica requerida han llegado a tales límites que hasta el propio Consejo de Seguridad a petición de un grupo de naciones aprobó en los primeros días del mes de mayo una resolución condenando tales actos y reiteró los llamamientos al cumplimiento de las obligaciones del Derecho Internacional Humanitario en esta materia. Nadie puede cansarse de hacer llamados a la cordura, al respeto de lo exigido en los convenios y tratados, pero lamentablemente esos llamados llegan a oídos sordos. La humanidad demanda otras medidas que pongan fin a la impunidad que hoy existe.

Todos tenemos derechos a preguntarnos ¿Qué sucede hoy en el mundo? ¿De qué ha valido tanto desarrollo cultural acumulado luego de varios milenios de existencia? ¿Habrá que vivir permanentemente en una era de barbaries? ¿Quiénes son los responsables de tantas crueldades? ¿Existe forma de detener la proliferación de tantas muertes innecesarias?
Lamentablemente, no se avizora a corto plazo una solución esperanzadora para la humanidad. Puede ser todo lo contrario. En poder de grupos sin escrúpulos hay arsenales de armas químicas y ya existen pruebas sobre su uso contra la población civil. Mañana, a manos de esos mismos grupos o de otros similares pueden ir a parar los armamentos nucleares.

Muchos aseguran que una vez desatadas las guerras es imposible evitar las enormes pérdidas que tienen lugar tanto de vidas humanas como de bienes materiales. Y eso es cierto pero no absolutamente cierto. Una cosa son los daños inevitables que ella ocasiona y otra cosa son sus excesivas consecuencias.

En su momento, nuestro Héroe Nacional alertaba sobre estas dos caras de la guerra. Por un lado sostuvo, que: “Es natural que en la guerra se luche y se mate; la guerra es una de las semejanzas del ser humano con la fiera, y el hombre-fiera duerme en el fondo del más humilde ser; es natural que la guerra se haga con todos los medios—por más que terribles, necesarios para hacerla…”[1] Pero también Martí nos enseñó el otro lado de este delicado asunto: “… las guerras mismas, cuando sea preciso y oportuno hacerlas, han de hacerse de modo que luego de romper los victoriosos aceros, puedan sentarse a comer el mismo pan, los enemigos, enjugándose uno a otro sus lágrimas de hermanos”.[2]

De ahí se infiere, que no se le puede achacar a las guerras, por sí solas, todas las atrocidades que a diario se cometen. Es conocida la expresión de que la “historia de la humanidad es la historia de las guerras”. Desde tiempos remotos se ha intentado poner límites a sus efectos. Con el tiempo se fueron estableciendo normas de comportamiento que debían observar rigurosamente los hombres durante el desarrollo de los combates. A mediados del siglo XIX aparecieron los primeros instrumentos jurídicos destinados a proteger a las víctimas de las guerras y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra.

Hoy se cuenta con cientos de documentos, entre Tratados, Convenios, resoluciones internacionales (vinculantes y no vinculantes), destinados a regular el propio desarrollo de los conflictos armados. La mayoría de ellos han sido firmados por la casi totalidad de las naciones. En ellos se precisan las obligaciones, deberes y responsabilidades de las Partes respecto a la protección y el respeto por las víctimas de las guerras y se limitan sus medios y métodos de realización. Todo o casi todo está jurídicamente previsto e incluso existen los órganos y organismos internacionales para accionar en caso de violaciones.

Entonces: ¿qué pasa? Hay quienes señalan que los instrumentos jurídicos existentes no son suficientes o han perdido su vigencia ante los cambios que ha sufrido la guerra. Otros culpan a la aparición de nuevos actores durante los conflictos armados que actúan fuera del alcance de gobiernos específicos. Hay quienes sostienen que se hace necesario una mayor divulgación del Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Nuevos Tiempos, ¿Nuevos instrumentos?

Es un hecho innegable que la aparición de nuevas tecnología, sobre todo en el campo de la informática, las comunicaciones, la robótica han modificado tanto los métodos como los medios de hacer la guerra. El viejo concepto acerca de los teatros de operaciones ha dado paso a nuevos enfoques y no siempre la letra del Derecho Positivo hace mención a esta realidad de manera precisa. Sin embargo, los postulados básicos, aplicables a los más diversos cambios, si están recogidos y son de obligatorio cumplimiento. Los drones pueden ser un nuevo medio de combate, pero esa novedad no justifica los incontables daños cometidos contra la población civil y el asesinato de muchas personas inocentes.  Es cierto que el terrorismo internacional se ha convertido en una gran plaga para la humanidad. Se trata de un actor “relativamente nuevo”. Sus diversas formas de agrupamiento, como es el caso del Estado Islámico o Boko Haram, cometen a diario los más increíbles crímenes. Pero no seríamos consecuente con la verdad si le achacáramos a esos grupos todas las violaciones y todos los crímenes de guerra.

Sobre estos asuntos de extrema complejidad, investigadores del Derecho Internacional Humanitario en la República de Cuba, tiene también sus consideraciones:
1.- Los instrumentos internacionales destinados a la protección de las víctimas y a limitar los medios y métodos de hacer la guerra conservan su más plena vigencia. La aparición de nuevos actores y tipos de armamentos en los conflictos armados no es pretexto para argumentar que las normas del DIH han perdido actualidad o han caducado. En primer lugar, ellas están fundamentadas en un principio básico de humanidad que es el respeto a la vida humana y a sus medios de subsistencia y desarrollo. En segundo lugar, las violaciones que a diario conocemos no solo parten de los llamados nuevos actores, también son consumadas por “viejos” y muy conocidos actores.

No se puede culpar a los Tratados y Convenios internacionales, es decir al derecho positivo y al consuetudinario, de los crímenes y aberraciones que hoy tienen lugar. Es cierto que el Derecho Internacional Humanitario, como todo, requiere de perfeccionamiento, de precisiones, de actualización ante los nuevos desafíos que hoy presenta la guerra. Pero no es ese Derecho lo que está en crisis en este mundo. Es el propio orden mundial el que atraviesa por una crisis estructural, globalizada que está llevando a la humanidad hacia un callejón sin salidas y cuyo desenlace final puede tener gravísimas consecuencias para la especie humana, tal y como la ha denunciado múltiples veces el líder histórico de la Revolución Cubana.

2.- Las normas que conforman lo que hoy conocemos como Derecho Internacional Humanitario están sustentadas en principios de elevado valor humano. El principio de distinción obliga a las Partes a concentrar los ataques en objetivos militares. A finales del siglo XIX, en la llamada Declaración de San Petersburgo, ya la humanidad se había pronunciado sobre este medular principio: “…el único objetivo legítimo que los Estados deben proponerse durante la guerra es la debilitación de las fuerzas militares del enemigo”. En la actualidad por cada cinco víctimas en los conflictos armados, cuatro son civiles. ¿A dónde fue a parar la observancia de ese principio? El desarrollo de las guerras en teatros de operaciones densamente poblados (ciudades, pueblos, aldeas) convierte a la población civil en su principal víctima y en particular a los niños. Valdría la pena preguntarse qué puede sentir una persona, al saber que como consecuencia de sus ataques indiscriminados mueren menores de edad y hasta bebes.

Este principio está indisolublemente ligado a otro cardinal en caso de cualquier conflicto armado. Nos referimos al principio de humanidad. Aquella “Clausula” de Frédéric de Martens, de 1899 de que “…las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio de los principios del derecho de gentes derivados de los usos establecidos, de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública”, no puede ser relegado a una cuestión secundaria por el hecho de que hayan aparecido nuevas armas y métodos de hacer la guerra.

El principio de la proporcionalidad, también recogido en tratados y convenios de alcance universal también resulta violado con sistematicidad. Este plantea como exigencia básica la prohibición de ataques indiscriminados, es decir aquellos que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto o los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar y que, en consecuencia, puedan alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil donde los daños sean excesivos con relación a la ventaja lograda. Se bombardean ciudades y poblados de manera indiscriminadas con el conocimiento anticipado por parte de sus organizadores y ejecutores de los daños excesivos que se ocasionarán. Se trata de un crimen de guerra, ante el cual no solo bastan las denuncias, sino también el accionar de las instituciones jurídicas internacionales encargadas de investigarlos y sancionarlos, cuestión prácticamente ausente en la práctica internacional.

Ningún crimen tiene justificación

Se pudieran mencionar otros principios pero de todo lo dicho hasta aquí se desprende una conclusión. Ningún crimen de lesa humanidad o crimen de guerra, ningún ataque indiscriminado con dañinos efectos sobre las personas y bienes protegidos puede justificarse por la no existencia de normas específicas del Derecho Internacional Humanitario. En caso de no existir estas dentro del Derecho Positivo, hay que recurrir al consuetudinario y en última o primera instancia a los principios. Es por ello que las causas de los crímenes y las barbaries no pueden buscarse en las presuntas o reales carencias que pueda o no presentar este Derecho. Tampoco se le pueden achacar a insuficiencias en su enseñanza y divulgación. Las verdaderas razones hay que encontrarlas en otras realidades.

3.- Hay que analizar las causas de las guerras. No puede esperarse que guerras de rapiña inspiren comportamientos humanitarios. Existe inevitablemente una relación entre la guerra, la política y la ética. Es conocida la frase de que la guerra es la continuación de la política por medios violentos. Una guerra injusta deviene necesariamente de una nefasta y criminal política para lo cual se necesita de una ética alejada de los más elementales preceptos de humanidad. También existen casos de causas justas que se tratan de defender por métodos y medios ilícitos y que no solo afectan la imagen misma de esas causas, sino también constituyen violaciones del Derecho Internacional Humanitario. No hay terrorismo bueno o malo. Todos deben ser denunciados y condenados. Los fines no justifican los medios.

Para lograr el cumplimiento de las más elementales normas humanitarias durante los conflictos armados también se requiere de voluntad política de las Partes involucradas e incluso de aquellas que la apoyan y de toda la comunidad internacional. El más elemental análisis de los hechos más recientes señala que ha faltado esta voluntad sin la cual no es posible esperar resultado positivo. Es por ello, que la mayor responsabilidad no es solo individual con respecto a los que participan directamente en las acciones combativas, sino es de los jefes de estos e incluso de las máximas autoridades de las Partes.

Puede tomarse un simple ejemplo. Está prohibida el desarrollo de armas cuyo empleo puedan causar daños excesivos o superfluos en la población civil o en los bienes civiles. Sin embargo, para la investigación, fabricación y proliferación de diversos tipos de armamentos que presentan esas características hay Estados que designan cifras millonarias. Tales son los casos de las llamadas armas autónomas o semiautónomas. ¿Quién puede detener tales procederes violatorios de los tratados y convenios existentes si tales tipos de armamentos son desplegados por naciones poderosas que tienen en sus manos la posibilidad de vetar cualquier decisión en su contra?

4.- La anterior pregunta nos conduce a otra acerca de las múltiples causas que inciden en la impunidad reinante ante las escalofriantes violaciones del Derecho Internacional Humanitario: La inconsistencia del Derecho Penal Internacional para investigar, juzgar y sancionar a los actores de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Existe una Corte Penal Internacional, que supuestamente debe dar respuesta a esa interrogante. Pero ese instrumento jurídico internacional está directamente subordinado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y toda investigación solo comienza luego de contarse con su aprobación. ¿Podrán ser juzgados los representantes de alguna de las naciones que tienen derecho al veto dentro de ese Consejo? ¿Quiénes han sido llevados ante ese órgano de justicia? Han sido contadas las figuras investigadas y juzgadas. Todas han pertenecido a naciones del Tercer Mundo. Otras, más poderosas, han instrumentado y aplicados métodos de torturas y tratos degradantes con la anuencia de las máximas autoridades de esas naciones y nadie ha intentado en exigir, al menos, una investigación.

El injusto orden internacional prevaleciente es la primera gran causa de las violaciones de las normas humanitarias durante los conflictos armados y otras situaciones de violencia. Una guerra silenciosa avanza desde siglo por las naciones más empobrecidas de este planeta. Millones de seres humanos mueren todos los días de hambre y enfermedades curables. Millones de niños no alcanzan a sobrevivir su primer año de existencia. Mientras que ese cuadro inhumano prevalece ante los ojos de la humanidad se gastan cifras multimillonarias en más armamentos. Más dinero para matar, para destruir y menos dinero para socorrer a las víctimas tanto de tiempo de paz como de guerra.

Habrá que continuar difundiendo la letra de los Convenios y Tratados, los principios y normas que emanan del Derecho Internacional Humanitario (tanto positivo como consuetudinario); debemos seguir denunciando las violaciones que se comenten casi a diario y sobre todo tendremos que desenmascarar permanentemente a sus principales responsables. No podemos cansarnos de luchar por un nuevo orden mundial que ponga fin a las guerras y a las causas que las provocan.

[1] Revista El Universal. México. 2 de junio de 1875.O.C. t.6 pág.219
[2] Fragmento 30,1 dedicado a Bolívar. O.C. t.22 pág.206

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...