El águila y el escarabajo
escarabajo
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Estaba una
liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un
escarabajo, suplicándole que le salvara.
Le pidió
el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando
la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.
Desde
entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el
águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el
águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un
lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.
Le ofreció
Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica
escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de
Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por
tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen
huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.
Nunca desprecies
lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda
alcanzarte.
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