MORAL Y LUCES

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lunes, 8 de junio de 2015

JUAN BOSCH: LA POLÍTICA ES CIENCIA Y ARTE


El PLD en los tiempos del Profesor Juan Bosch se hacia política siguiendo principios y valores y con métodos de trabajo que hacían de la praxis y la teoría política una verdadera ciencia como decía el maestro apóstol. 


JUAN BOSCH

La política es una ciencia y un arte. En su condición de ciencia requiere que la sociedad en la que se ejerce sea debidamente estudiada porque el estudio hace posible que se le conozca en varios, sino en todos sus aspectos, dos de los cuales son el histórico y el que tiene cuando se está operando o va a operarse en ella.


Sobre la sociedad dominicana de 1960, todo el que pretendiera actuar políticamente en su seno debía saber, en primer lugar, que además de estar dividida en clases lo estaba en campesinos y centros urbanos, y aunque el peso de la tiranía trujillista caía sobre unos y otros, era diferente en el campo, que todavía en 1960 tenía la mayor parte de la población nacional, y de campesinos estaban compuestas las Fuerzas Armadas y la Policía, cuyos miembros, en una proporción que podía estimarse superior al 90 por ciento, vivían en los cuarteles de los cuales la mayor parte se hallaba en los centros urbanos, pero estaban adheridos emocionalmente a los campos donde vivían sus familiares — padres, madres, hermanos, abuelos y tíos—; sus amigos y compañeros de la infancia, con todos los cuales mantenían los soldados y los campesinos relaciones muy estrechas, y no en condición de subalternos sino todo lo contrario, lo que creaba un firme vínculo político entre la dictadura y el campesinado porque los campesinos creían a pie juntillas que los familiares suyos que vestían uniformes militares y de policías y usaban armas eran unos privilegiados gracias a que Trujillo los había escogido para que le sirvieran en condición de soldados y policías.



Esa creencia les daba a los hombres y las mujeres de los campos una solidez de sentimientos favorables a la tiranía que compartían con ellos sus hijos, sobrinos y en general sus familiares, pero además los hacía creer que eran socialmente superiores a las familias campesinas que no tenían hijos, sobrinos y primos vestidos de militares y de policías; y esa sensación de superioridad se crecía cuando sus deudos eran ascendidos, aunque fuera al mínimo grado de cabos.
El campesinado era, debido a lo que acaba de decirse, la base militar del régimen trujillista, situación que no se daba ni remotamente en Cuba, y por saber, como los sabíamos Miolán y yo, que esa base era de puro granito y no podía ser destruida por 250 ó 300 hombres habituados a vivir en ciudades populosas desde que salieron del país, algunas tan pobladas como Nueva York y México, la dirección del PRD no participó en las expediciones que en el año 1959 llegaron a las costas de la provincia de Puerto Plata, y esa negativa a entrar en el país armas en mano hizo del PRD una reserva histórica puesto que dada la fortaleza de la base militar del trujillismo si el PRD hubiera sumado sus miembros a las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo a la desaparición de Trujillo el país se hubiera encontrado totalmente huérfano de hombres que tuvieran experiencia de organizadores políticos.

Los exiliados decían que para liberar el país de la tiranía era necesario combatirla militarmente hasta derrotarla porque mientras Trujillo viviera no habría posibilidad de que el pueblo dominicano adquiriera desarrollo político, y tenían razón, pero no se daban cuenta de que el triunfo de la revolución cubana había iniciado un cambio profundo en la región del Caribe, cambio que estaba llamado a convertir en irrespirable para Trujillo y su gobierno el aire político en el cual vivía el pueblo dominicano.

La carta a Trujillo


Lo que acabo de decir fue expuesto en la carta que escribí en Caracas, Venezuela, publicada en el diario La Esfera, de la cual envié copias, además del original destinado a Trujillo, a su hijo Ramfis, al hijo de Marina Trujillo de García —José García Trujillo— y al Dr. Joaquín Balaguer. Copio a seguidas esa carta:

“General: En este día, la República Dominicana que usted gobierna cumple ciento diecisiete años. De ellos, treinta y uno los ha pasado bajo su mando; y esto quiere decir que durante más de un cuarto de siglo de su vida republicana el pueblo de Santo Domingo ha vivido sometido al régimen que usted ha mantenido con espantoso tesón.

‘Tal vez usted no haya pensado que ese régimen ha podido durar gracias, entre otras cosas, a que la República Dominicana es parte de la América Latina; y debido a su paciencia evangélica para sufrir atropellos, la América Latina ha permanecido durante la mayor parte de este siglo fuera del foco de interés de la política mundial. Nuestros países no son peligrosos, y por tanto no había por qué preocuparse de ellos. En esa atmósfera de laisez faire, usted podía mantenerse en el poder por tiempo indefinido; podía aspirar a estar gobernando todavía en Santo Domingo al cumplirse el sesquicentenario de la República, si los dioses le daban vida para tanto’.


‘Pero la atmósfera política del hemisferio sufrió un cambio brusco a partir del 1º de enero de 1959. Sea cual sea la opinión que se tenga de Fidel Castro, la historia tendrá que reconocerle que ha desempeñado un papel de primera magnitud en ese cambio de atmósfera continental, pues a él le correspondió la función de transformar a pueblos pacientes en pueblos peligrosos. Ya no somos tierras sin importancia, que pueden ser mantenidas fuera del foco del interés mundial. Ahora hay que pensar en nosotros y elaborar toda una teoría política y social que pueda satisfacer el hambre de libertad, de justicia y de pan del hombre americano’.

‘Esa nueva teoría será un aliado moral de los dominicanos que luchan contra el régimen que usted ha fundado; y aunque llevado por su instinto realista y tal vez ofuscado por la desviación profesional de hombre de poder, usted puede negarse a reconocer el valor político de tal aliado, es imposible que no se dé cuenta de la tremenda fuerza que significa la unión de ese factor con la voluntad democrática del pueblo dominicano y con los errores que usted ha cometido y viene cometiendo en sus relaciones con el mundo americano’.

‘La fuerza resultante de la suma de los tres factores mencionados va a actuar precisamente cuando comienza la crisis para usted; sus adversarios se levantan de una postración de treinta y un años en el momento en que usted queda abandonado a su suerte en medio de una atmósfera política y social que no ofrece ya aire a sus pulmones. En este instante histórico, su caso puede ser comparado al del ágil, fuerte, agresivo tiburón, conformado por miles de años para ser el terror de los mares, al que un inesperado cataclismo le ha cambiado el agua de mar por ácido sulfúrico: ese tiburón no puede seguir viviendo’.

‘No piense que al referirme al tiburón lo he hecho con ánimo de establecer comparaciones peyorativas para Usted. Lo he mencionado porque es un ejemplo de ser vivo nacido para atacar y vencer, como estoy seguro piensa usted de sí mismo. Y ya ve que ese arrogante vencedor de los abismos marítimos puede ser inutilizado y destruido por un cambio en su ambiente natural, imagen fiel del caso en que usted se encuentra ahora’.


‘Pero sucede que el destino de sus últimos días como dictador de la República Dominicana puede reflejarse con sangre o sin ella en el pueblo de Santo Domingo. Si usted admite que la atmósfera política de la América Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hay aire para usted, y emigra a aguas más seguras para su naturaleza individual, nuestro país puede recibir el 27 de febrero de 1962 en paz y con optimismo, si usted no lo admite y se empeña en seguir tiranizándolo, el próximo aniversario de la República será caótico y sangriento; y de ser así, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa, y escribo casa con el sentido usado en los textos bíblicos’.

‘Es todo cuanto quería decir, hoy, aniversario de la fundación de la República Dominicana’”.

Al final iba mi firma, el nombre del lugar donde esa carta había sido escrita, y la fecha: 27 de febrero de 1961, y exactamente tres meses después de ese día Rafael Leónidas Trujillo caía abatido a tiros, o lo que es lo mismo, su sangre llegó “más allá del umbral de su propia casa”.



 CUANDO JUAN BOSCH DIRIGIA EL PLD Y ERA SU PRESIDENTE.

(…) aunque su congreso de fundación se llevó a cabo el 15 de diciembre de 1973, todavía a mediados de marzo del año siguiente el PLD no era un partido sino un proyecto de partido tratado como tal por grupos partidistas tan mínimos como él. Eso que se acaba de decir está documentado en la primera de las publicaciones del PLD, un folleto de 24 páginas del cual se tiraron 5 mil ejemplares que se venderían a razón de 20 centavos cada uno para recaudar fondos con que pagar la impresión de ese folleto y cubrir algunos gastos, como los de agua y luz de la Casa Nacional.

El folleto aludido se tituló Posición del PLD ante la situación política Nacional, (…) por lo menos de algunas partes de ese resumen, les deja a los lectores una idea clarísima de las razones que justifican el abandono del PRD y la creación del PLD, pero al mismo tiempo en ese resumen quedaron pruebas de que el recién nacido PLD no iba a ser un partido caudillista ni cosa parecida…  

(…) Mi resumen de la tercera reunión del Comité empezó así: “Voy a referirme a lo que dijo el compañero Norge Botello. El compañero Norge Botello dijo que la línea política que hemos estado siguiendo ha sido buena, pero que el Partido no la ha aplicado con métodos correctos; dijo que estamos reproduciendo al PRD dentro del PLD; que no tenemos el tipo de organización que se necesita para aplicar nuestra línea política. Hay algunos compañeros que más o menos han coincidido con el compañero Botello…

El Comité Político se reunió anoche para estudiar la agenda de esta reunión y tomar acuerdos sobre lo que íbamos a decir aquí, y entre otras cosas hablamos de la forma en que iban a hacerse públicas las conclusiones a que llegaríamos. Algunos pensaban que yo debería hablar por radio dando esas conclusiones y otros pensaban que el documento que escribiéramos esa noche debería darse inmediatamente a los periódicos, y yo les decía a los compañeros que esos métodos no eran apropiados para nuestro partido.


Mientras estuvimos en el PRD yo le hablaba al pueblo por radio y mucha gente se enteraba de lo que yo decía, probablemente más de un millón de dominicanos oían mis discursos y muchos miles leían esos discursos en los periódicos que los publicaban, pero en realidad yo no le señalaba al pueblo líneas políticas, lo que hacía eran comentarios de tipo político, que es cosa diferente de señalar líneas políticas. Y no señalaba líneas políticas porque no teníamos un partido que pudiera poner en acción esas líneas. Ese partido, el PRD, se quedaba en su casa, satisfecho con lo que yo había dicho, y sus miembros a lo sumo repetían en las calles y en las oficinas lo que yo había dicho, propagaban mis palabras, pero no las convertían en hechos”.

Se necesitaban militantes

El resumen seguía así: “Aunque nosotros hacíamos esfuerzos para convertirlo en otra cosa, el PRD era un partido populista, uno de esos partidos en los cuales los líderes son dirigidos por el pueblo en vez de ser al revés. Mientras estuvimos en el PRD nosotros no dirigimos al pueblo; al contrario, el pueblo nos dirigía a nosotros. Parecía que nosotros lo dirigíamos y nosotros lo que hacíamos en realidad era decirle al pueblo algunas cosas, pero el pueblo no hacía nada, quienes hacían lo que debía hacerse éramos nosotros”.

Cuatro o cinco minutos después me adelanté a explicar el método que debía seguir el partido para hacer llegar a las masas sus criterios, el mismo método que se le aplicaría un año y cinco meses y medio después a la distribución del periódico que iba a llamarse Vanguardia del Pueblo, ése que viene aplicándose con excelentes resultados hace catorce años y ocho meses. Lo que dije entonces fue lo siguiente: “Por ejemplo, anoche, como les iba diciendo, discutimos lo que iba a hacerse con el documento que saldría de esta reunión, y llegamos a la conclusión de que la manera de comunicarle lo tratado al partido (no al país sino al partido) era a través de un folleto que el partido vendería. La venta del folleto fortalecerá al partido ideológica y orgánicamente; primero, porque los miembros del partido deberán leerlo, estudiarlo, discutirlo entre sí para estar en condiciones de hacerle propaganda entre la gente a quienes irán a vendérselo; y segundo, porque la venta es un trabajo, una actividad que sacará a los miembros del partido de sus casas y los pondrá en contacto con el pueblo y en la medida en que un peledeísta mantenga contacto con 15, con 20, con 25 personas que no sean miembros del partido pero que pueden convertirse en simpatizantes del partido, en personas que compren nuestras publicaciones y las lean y las discutan, en esa medida ese peledeísta  acabará teniendo influencia sobre un círculo de gente; tendrá contacto permanente con ellas, las visitará, y a la hora de movilizar el pueblo podrá sacarlas a las calles, o podrá sacar a una parte de ellas a las calles; es decir, ese peledeísta que comience vendiendo nuestras publicaciones puede y debe acabar siendo un agente del partido ante un grupo determinado de gentes del pueblo a quienes él conocerá, y al mismo tiempo podrá transmitirnos a nosotros lo que esas personas piensen, la forma en que vivan y sus aspiraciones, cosa que nos permitirá conocer bien a qué aspiran, qué desean”.


A seguidas decía: “...estoy de acuerdo en que debemos cambiar los métodos de trabajo; debemos convertir el PLD en un partido de militantes, militantes que muevan a la gente, que estén siempre en contacto con la gente, que extraigan todos los días de esa gente alguna forma de apoyo al partido, sea un apoyo económico (a través de cosas que valen 10 ó 20 centavos como lo han hecho los compañeros del Comité Intermedio José Martí, de Cristo Rey, según nos explicó hace un rato el compañero Taveras) o sea un apoyo político, de tipo moral. Efectivamente, nosotros tenemos que crear nuevos métodos de trabajo porque tenemos que hacer del PLD un partido diferente del PRD. El  PLD tiene que ser un partido de militantes, (…) tiene que ser un partido que haga cosas, no que se conforme con oír opiniones. Necesitamos que el PLD sea una fuerza viva; una fuerza que al mismo tiempo actúe sobre el pueblo y se apoye en el pueblo, y de esa manera le llevará al pueblo nuestros planes y nos traerá a nosotros las inquietudes del pueblo”.

En realidad, yo no debía decir que teníamos que crear nuevos métodos de trabajo porque en el PRD no se seguía ningún método de trabajo, es más, ni siquiera sabían los líderes del PRD qué significaban esas cuatro palabras. Yo debí haber hablado  de métodos de trabajo, que debían crearse para ser aplicados en el PLD dado que fue precisamente la no aplicación de esos métodos en el PRD lo que me llevó a pensar, cuando vivía en París, en la necesidad de crearlos para transformar al PRD en un partido distinto de lo que era.

La creación y aplicación de métodos de trabajo es una actividad muy importante, de primerísima importancia en todas las organizaciones humanas. Pensando en cómo hacer del PRD un partido distinto de lo que era, sentado en el comedor de la casa que ocupaba en París por gentileza de Héctor Aristy, recordé de súbito que cuando tenía nueve o diez años, estando en misa en la iglesia de mi pueblo me di cuenta de que todos los sacerdotes hacían los mismos gestos, exactamente iguales, cuando se preparaban para dar a los feligreses la comunión y también cuando les ponían en la boca el símbolo del pan, y pensando en cuántos serían los sacerdotes católicos que en todo el mundo harían los mismos movimientos en un mismo día; mi imaginación saltó de pronto a la disciplina militar, que era una sola para todos los soldados y oficiales de los países que yo conocía, y me pregunté a mí mismo por qué eso no sucedía en los partidos políticos a pesar de que todos, como todas las organizaciones humanas, tenían o necesitaban tener líderes.

El conocimiento de que tanto la Iglesia Católica como los ejércitos tenían siglos de vida me llevó a pensar que los partidos eran relativamente pasajeros porque no aplicaban métodos de trabajo en sus actividades, y de pronto, tal vez una semana, tal vez diez días después me dije a mí mismo que los partidos fascistas de Italia y nazi de Alemania habían creado y aplicado métodos de trabajo que desaparecieron con ellos cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, pero luego, analizando esos dos casos llegué a la conclusión de que los métodos autoritarios que se habían puesto en vigor en Italia y Alemania no podían sobrevivir (…)

Curiosamente, el primer método de trabajo que se conoció y se aplicó en el PLD fue creado mientras estábamos en el PRD, y naturalmente no se aplicó en ese partido porque no se creó el método que debía seguirse para convertir un método creado por un miembro del partido en método adoptado por todo el partido.

Esto que acabo de decir puede parecerles a muchos lectores una jerigonza (lenguaje complicado y difícil de entender), pero todos los peledeístas saben que no lo es porque el PLD tiene un método de trabajo que se aplica para convertir un método creado por un peledeísta en método puesto en ejecución por todo el partido, eso que en el PLD se explica diciendo que “va de lo particular hacia lo general y de lo general vuelve a lo particular”. El que fue creado y no fue aplicado mientras estábamos en el PRD fue el denominado “unificación de criterios”, que acabó siendo el más aplicado en el PLD, y su inventor, el compañero  Manuel Ramón Taveras, le puso ese nombre en el momento mismo en que lo inventaba delante de mí. Se trataba de aplicar un reglamento para estudiar el primer folleto de Estudios Sociales que había escrito yo al comenzar el mes de agosto de 1970, es decir, el que iba a inaugurar los trabajos de los Círculos de Estudios.

La adopción de métodos de trabajo es una necesidad para toda agrupación humana porque lo que identifica entrañablemente a hombres y mujeres es reconocerse como miembros de un mismo conjunto de personas, y ese reconocimiento es producto de la unidad de pensamiento y acción de los que forman el conjunto, lo mismo si se trata de una institución religiosa que de una militar o política.

Cuando al cumplir cualquier tarea dos o tres o cien personas la llevan a cabo hablando el mismo lenguaje y ejecutando los mismos movimientos, todas ellas se reconocen como miembros de una misma organización aunque no se hubieran visto en toda su vida.

Los estatutos de un club o de un partido político determinan cómo debe comportarse cada una de las personas que son partes de esos grupos, pero no señalan la forma que se adoptará para poner en práctica ese comportamiento, y aunque a cierta gente le parecerá escandaloso lo que voy a decir, lo que le da sustento a la disciplina de los miembros de una organización no es el cumplimiento de lo que se declara en sus estatutos; es  la unidad en la manera de hacer o aplicar las actividades que lleva a cabo su organización, y para lograr esa unidad es indispensable crear métodos de trabajo para cada tarea.

(…) Ninguno de los dirigentes de esos partidos se dan cuenta de que la disciplina consciente, la que está alimentada por la decisión afirmativa de cada miembro de un conjunto de seres humanos, es la que brota de manera natural de la aplicación de métodos de trabajo iguales para todos los que forman la membresia del conjunto humano que los ha adoptado. Por esa razón, la disciplina de los peledeístas es una fuerza sana, positiva, un poder por sí sola, como no se había conocido en la República Dominicana fuera de las comunidades religiosas y de la escuela hostosiana, destruida de mala manera por la dictadura de Trujillo.


He insistido en el tema de los métodos de trabajo para que el lector se dé cuenta de que a los tres meses y medio de haber sido fundado el PLD no era todavía un partido sino un proyecto de partido que carecía de un plan orgánico sobre el cual formarse y desarrollarse, pero que aun así era ya, por lo menos en intención, diferente del PRD. En el PRD nadie pensó en la necesidad de crear métodos de trabajo elaborados y aplicados para asegurar la unidad de su membresia, y eso, que la vida de ese partido era larga, tan larga que en 1974 cumpliría 35 años. Tampoco había en el PRD conciencia de cuál era la composición social de las masas dominicanas, y había que evitar que esa ignorancia se reprodujera en el PLD; por eso en la larga intervención que fue mi discurso del 2 de abril de 1974 les expliqué a los compañeros que participaron en la tercera reunión del Comité Central del PLD que la población dominicana era mayormente pequeñoburguesa, y que esa enorme abundancia de pequeños burgueses se debía “al escaso desarrollo nacional, porque cuando en un país clasista (y sólo hay países clasistas en el sistema capitalista) no hay desarrollo, suficiente desarrollo, lo que más abunda es la pequeña burguesía, especialmente en sus estratos más bajos...”. 

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