“…Los Pueblos son superiores a sus dirigentes” Jorge Eliecer Gaitán
Cuando un pueblo adopta su destino, la historia avanza. Fue la lectura principal de lo ocurrido en las últimas elecciones para la alcaldía de Bogotá. El naufragio del Polo, la frustración y la esperanza se juntaron, allí nació la coyuntura. La audacia política de Gustavo Pedro se hizo presente, ubicándose a la altura de su papel histórico.
Estos eventos insólitos son generadores de cambios profundos en la consciencia nacional. Dejan lecciones que urge retomar. Es la motivación fundamental para esta reflexión.
La izquierda colombiana ha recorrido caminos tortuosos, y aún hoy, a las aturas del siglo XXI, no ha logrado cuajar sus sueños. Colombia se rezagó en el proceso latinoamericano. Brasil, Argentina y Chile nos tomaron ventaja en esta marcha hacia el futuro y los movimientos de la izquierda nacional, no se escapan a esta crítica. Los soñadores originales no tuvieron descendientes para continuar el desafío. Los pioneros fueron sacrificados prematuramente, o fueron ahogados en las tormentas de los egos. En ambos casos, las proclamadas vanguardias herederas, renunciaron a la dialéctica del crecimiento social y conceptual, se aferraron a la supervivencia del aparato y expulsaron a su fuente natural: el Pueblo.
En los últimos cincuenta años surgieron experiencias políticas que hoy no existen; Frente Unido, la Uno, Firmes, Unión Patriótica, Anapo Socialista, ADM-19, para concluir en el ultimo fiasco del Polo Democrático. Este último, si bien promovió batallas políticas e ideológicas importantes a nivel parlamentario, no estuvo a la altura de las expectativas generadas. Sin embargo, la historia no se detiene, prosigue su curso trazado por las corrientes sociales.
Curiosidades del realismo mágico: precisamente gracias a esta crisis política, se originó el movimiento Progresista.
Ahora, que Gustavo Petro asume la alcaldía de Bogotá, nos preguntamos con preocupación: ¿Se repetirá la historia?
Sin vacilar respondemos: ¡Los ciudadanos progresistas no lo permitiremos!
Según nuestra interpretación, el error aberrante de los movimientos y partidos de izquierda, fue no asumir las reglas de juego que rigen un movimiento político, ni mucho menos aceptaron las de un Partido. Como dice el zapatero remendón de la esquina: “no fueron ni chicha ni limoná”.
En el caso más reciente, la escasa estructura política del Polo Democrático, favoreció la presencia en su interior de bandas delictivas, que llevaron al traste los sueños y esperanzas de la colectividad. Sin citar agendas electorales de caudillos barriales ligados directamente al clientelismo tradicional. Paralelo a estas disonancias, se multiplicaron alianzas no programáticas que propiciaron el puntillazo final. Como resultado, los pocos dirigentes cualificados de este movimiento, fueron, poco a poco, anulados por la inercia institucional de una práctica inmediatista y cínica de la política.
Pero no todo son tristezas en este maremagno.
Junto a Gustavo Petro aparecen otras figuras como la del dirigente antioqueño Sergio Fajardo, quien en actitud solitaria se negó a aceptar oscuras alianzas con sectores abiertamente corruptos de la política nacional. Su valiente actitud fue premiada por los electores al ser elegido para la gobernación de Antioquia. Fenómenos similares en otros puntos del país, nos permiten vislumbrar una exigencia social de Ética a los funcionarios públicos.
También nos deja entrever que las nuevas generaciones de votantes, exigen la aparición de otro tipo de dirigente, que se aparte de prácticas inmorales, y que a su vez, sepa mediar entre la gama de intereses sociales opuestos. He aquí el poder convocador del dirigente auténtico, que educa a sus electores, los eleva desde la ignorancia instintiva y los conduce a los actos de consciencia.
La Tarea del momento
Esta misma educación que señalamos para el dirigente individual, la debe realizar el sujeto colectivo, el organismo social que oriente el proceso político en un momento histórico.
¿Cuál sería la labor fundamental de un movimiento o partido para la sociedad?
Sin dudarlo, consideramos que el punto de partida es la Educación y la Formación. Estimular el empoderamiento del ciudadano y liberar sus capacidades creativas para la transformación del medio social
La gran tarea de comenzar a darle cuerpo a los sueños de un país, es a través de la Cultura. Esta tiene que ver con el imaginario social, el mayor poder dinamizador de la sociedad. Tratamos con seres que sueñan, que aman, que inventan mundos.
La educación social un tema primario y el Progresismo como escenario del debate.
No solamente de la política, sino de acciones para la conservación de la Naturaleza, de los animales, del planeta en general. Comprometer a la población urbana en acciones comunitarias para enfrentar con sabiduría el calentamiento global, tema que el positivismo científico ha delegado al cajón de los efectos colaterales del ejercicio tecnológico. El último invierno, sacó a flote la ignorancia de la cultura ciudadana con respecto al manejo de las aguas y de las basuras.
La creación de un Movimiento Progresista, educador y conductor es inaplazable. Debe ser convocador y promotor del rescate de valores ancestrales y étnicos, que fortalezcan los tejidos sociales, estimulen la investigación propia y la producción de conocimiento que apoye el ejercicio y la creatividad en las artes y que promueva la organización de redes sociales y la participación comunitaria, tareas urgentes para un proceso social.
Si el Progresismo nació de la desilusión y de la audacia de un dirigente, para ubicarse a la altura del origen, debe constituirse en una nueva experiencia organizativa, social, política y cultural, superando errores del pasado y haciendo aportes a los irreversibles cambios sociales de la época.
Atentamente
Omar Vesga Núñez
Ensayista
Bogotá 30 de diciembre de 2011.
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