Diosdado somos todos
La Orden Ejecutiva del Presidente Obama definiendo a Venezuela como “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos” y declarando “una emergencia nacional para tratar con esta amenaza” el pasado 9 de marzo provocó la alarma justificada y el rechazo unánime en todo el Continente y más allá. No era la primera vez que Washington empleaba un lenguaje tan arrogante como irracional. La historia está repleta de agresiones militares y otras violaciones al derecho internacional cometidas por el Imperio valiéndose de semejante formulación. Con esas palabras justificaron brutales invasiones armadas contra Panamá y la diminuta isla de Granada entre otros atropellos con los que aplastaron pueblos inermes y causaron muerte y destrucción en naciones que fueron despojadas de su independencia.
Pese a la desaprobación universal, desde esa fecha se ha intensificado la campaña mediática contra Venezuela. El aparato propagandístico dirigido por Estados Unidos concentra ahora sus ataques especialmente contra Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela a quien acusan calumniosamente de vínculos con el narcotráfico internacional. Sin presentar prueba alguna el infundio es repetido rápidamente por centenares de periódicos y otros medios de comunicación en todo el mundo.
¿Quién es Diosdado Cabello y por qué lo atacan?
Unido a Hugo Chávez desde que era un joven oficial lo acompañó en su lucha contra los desmanes y la corrupción de la Cuarta República y después en la obra transformadora y pacífica de la Revolución Bolivariana. Fue pieza clave en la resistencia popular que en 2002 derrotó al golpe fascista y reinstauró a Chávez en la jefatura del Estado para la que había sido elegido democráticamente con el voto de la mayoría de los venezolanos.
Cuando se produjo la desgraciada desaparición física de Chávez y la misma derecha ultramontana que ahora lo denigra quiso, en una torpe maniobra para dividir al chavismo, que Diosdado asumiera la Presidencia de la República, encontró en él el rechazo más vigoroso. Diosdado Cabello dio un ejemplo extraordinario de firmeza revolucionaria y espíritu unitario. Demostró que no lo doblegan las lisonjas ni las amenazas.
La derecha reaccionaria y el imperialismo no le perdonaron una conducta que lo hace hoy sintetizar la voluntad de un pueblo dispuesto a preservar la independencia y la soberanía. Defender a Diosdado Cabello es defender a Venezuela, es cumplir un deber de solidaridad inexcusable para todo latinoamericano. Porque Diosdado somos todos.
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