MORAL Y LUCES

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miércoles, 27 de mayo de 2015

Chávez, mucho más que música

Por: Oni Acosta Llerena

Mi relación y amor por Venezuela no es algo casual, o de moda. En el año 1993, la conocida maestra Alina Orraca funda el coro Schola Cantorum Coralina, con la integración de profesores de música y de alumnos que nos graduábamos ese mismo curso, y que veníamos trabajando bajo su tutela en el querido Coro de Cámara de la ENA. Coralina, por lo que prometía ser en ese momento y avalada por los logros en materia coral de la maestra Alina, es asumida muy pronto por la Fundación Pablo Milanés junto a otros proyectos de indiscutible valía (como la Camerata Romeu) gracias al olfato de Pablo, y a su inestimable labor como mecenas de nuestra cultura, que dicho sea de paso, bien merece la pena destacar en un posterior artículo.
En el año 1994, llega una invitación dirigida a la maestra Alina, invitándola a participar en un prestigioso festival de coros en Venezuela llamado Vinicio Adames, en la ciudad de Valencia. La invitación se concretó al instante, Pablo asumió de inmediato todos los gastos y en septiembre de ese mismo año, unos jovencitos (y otros no tanto) músicos cubanos, pisábamos tierra venezolana.
Así, sin saberlo, comencé un romance que dura hasta hoy, y del que, confieso, no me arrepiento.
Durante más de un mes, recorrí casi toda Venezuela: Puerto la Cruz, Maracaibo, Caracas, Barquisimeto…y gracias al prestigio de nuestra educación musical, en Maracaibo me piden que colabore como director adjunto del Orfeón Universitario de una universidad privada. Luego de trámites de visado, regreso a La Habana para ordenar y poner en regla todos los requisitos correspondientes, para entonces enrumbar hacia mi nuevo destino.
Ya era conocido por nosotros el accionar del Sistema de Orquestas Sinfónicas y Juveniles de Venezuela, fundado en 1975 por el maestro Juan Antonio Abreu, y su credibilidad dentro y fuera del país, pero aún le faltaba a la educación musical venezolana más oxígeno, más impulso. En Maracaibo por ejemplo, hubo una iniciativa similar gestada por Monseñor Ocando Yamarte, a la cual denominó Niños Cantores de Zulia, con un amplio programa social pero teniendo a la música como principal atractivo: un coro, una orquesta, un canal de TV y un teatro, fueron algunos de los incentivos del proyecto de Monseñor Ocando, el cual también buscaba (si comparamos con el Sistema…) alejar a los niños y jóvenes de la criminalidad, del uso de las drogas y darles herramientas para mejorar sus proyectos de vida individuales y colectivos; la gran diferencia era el uso del catolicismo como patrón, pero en un país devoto como Venezuela, no significó un obstáculo.
La universidad en la cual trabajaba en Maracaibo se llama Rafael Urdaneta, es privada, y ello fue una fructífera lección para mí, pues delineó certeramente rasgos de mi carácter y mi percepción cultural. Por aquellos años el Rector era el Dr. Eloy Párraga Villamarín, y debo decir que su trato para conmigo fue siempre cortés, respetuoso y profesional, al igual que la Directora de Cultura y otros funcionarios, lo cual me hizo ascender en poco tiempo al cargo de Director Titular del Orfeón Universitario de dicha universidad. Yo contaba con apenas 21 años y era Rafael Caldera presidente por segunda vez…
Recuerdo que algunas de las bromas entre mis amigos y colegas que trabajaban para el Estado (Universidades y Colegios Públicos), era que yo recibía mi salario (incluidos bonos de Navidad y otros) siempre a tiempo, mientras que ellos no. A mi ex esposa, bailarina de una importante compañía danzaria que recibía fondos del CONAC, en ocasiones le adeudaban 6 ó 7 meses de salario, y cuando al fin eran solventados, el ciclo se repetiría.
Recuerdo que uno de los mayores escándalos bancarios sacudió al país en aquellos tiempos, cuando los grandes banqueros huyeron a Miami y otras ciudades, con todos los fondos de los ahorristas y pensionados, y el Estado tuvo que tomar cartas en el asunto, y controlar el flujo de divisas; no podían comprarse monedas extranjeras libremente, y se autorizaban solo para viajes al exterior de Venezuela una sola vez al año por persona.
También recuerdo mi viaje hacia mi universidad, en aquellos tiempos ubicada en una zona despoblada, donde pasábamos por varios vertederos de basura donde vivían familias, y me llamaban la atención las comunes escenas de los niños descalzos buscando entre los cientos de desechos algún alimento o ropa, y por supuesto con las barrigas infladas no de comida, sino de parásitos. Nunca olvidaré que en el autobús en que íbamos los profesores, muchos bajaban la cabeza para no mirar, no sé si por vergüenza, por lástima o por indiferencia, nunca lo supe. Hablando de niños y de miseria, recuerdo los niños limpiabotas o los que pasaban un trapo mojado en el cristal del carro, o los que vendían periódicos, o billetes de lotería, o los que simplemente estaban al asecho para arrebatarte algo en la calle. Yo no me adapté nunca a eso, no podía entenderlo, y cuando lo criticaba en mi círculo de amigos y familia, me alegaban que sus padres los mandaban a delinquir porque no querían trabajar. Convincente…
También recuerdo grafitis en la ciudad con las iniciales MBR-200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario) y de un rostro de alguien achinado usando boina; cara que ya me era familiar pues a finales de 1994 visitaba Cuba un delgado hombre, vestido de liqui liqui gris. Era Chávez. Y la Historia estaba por cambiar, definitivamente.
El presidente Chávez supo tempranamente que una Revolución verdadera tiene en la cultura una importante aliada, y ello estaba presente en su programa bolivariano desde su juramento a los pies del Samán de Güere, cuando comienza la refundación de la Patria, la gestación de la V República. Para Chávez la cultura no es excluyente, no es sinónimo de canje o dominación, el axioma martiano para él tenía vida cuando el Apóstol cubano sentencia que “ser cultos es el único modo de ser libres”. Ya las experiencias de nuestro proceso revolucionario habían dado lecciones bien concretas de cuánto se podía avanzar en esa ruta, pues Fidel desde su óptica y estatura histórica, da pasos firmes desde el 1º de enero de 1959 para consolidar un movimiento cultural sin precedentes, y ejemplos sobran: la creación del ICAIC en ese mismo año, la creación de la ENA en 1962, etc.
Muy pronto en la joven marea roja bolivariana, el gobierno destraba (de la IV República) y agiliza millonarios fondos para la cultura a nivel nacional; ya los pagos a las universidades públicas llegaban a tiempo y diversos programas culturales de alcaldías y gobernaciones eran solventados a cabalidad. Si bien el famoso Sistema de Orquestas Sinfónicas no fue creado por el gobierno de Chávez, es a partir de 1999 que el mismo adquiere una financiación y una permanente preocupación por parte del gobierno bolivariano, que se traduce en los varios encuentros mantenidos entre él y Abreu, y el posterior monitoreo del funcionamiento del mismo.
Cabe destacar el respeto y admiración del joven director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, sin dudas el más importante de los últimos 20 años, hacia el presidente Chávez. Dudamel, fruto directo del Sistema de Orquestas…, comienza su carrera musical como violinista y es el encargado de dirigir en la actualidad la Filarmónica de los Ángeles, la Sinfónica de Gotemburgo y la Sinfónica Simón Bolívar, siendo la cara mas visible y carismática de la música venezolana. Pero también su conocimiento y dominio de la música folklórica de su país le permiten abordar un repertorio no solamente clásico, o europeo, sino que obras criollas son exquisitamente incorporadas a los programas de las orquestas que dirige.
Algo también destacable, fue que el maestro Gustavo Dudamel es quien asume la dirección del Coro y la Orquesta Sinfónica que actuaron en el funeral de Estado del presidente Chávez, donde incorporó temas venezolanos como Alma llanera, y Venezuela. Por su apoyo a la gestión de Chávez, fue atacado constantemente por la derecha miope y servil, pero más allá de eso, Dudamel patentiza su elegancia y ética como artista venezolano cuando cancela sin dudarlo siquiera un concierto en la ciudad norteamericana de Los Ángeles, para decir el último adiós a su presidente y amigo. ¿Y por qué Chávez generaba tanta simpatía entre los músicos? Por su carisma, por su preocupación, por su apoyo y sobre todo, porque no fueron promesas incumplidas aquellas que desde 1992 ya el entonces Teniente Coronel venía proponiéndole a su pueblo.
Se le vio desenfadado cantar junto a Julio Iglesias, se subía en tarimas o plazas donde hubiera algún grupo de música criolla y tomaba una maraca o un tambor. Y lo más importante, el gobierno bolivariano aportó los fondos suficientes para el desarrollo musical en todo el país, incluyendo al Sistema de Orquestas…, que ya no dependía únicamente de fundaciones y fondos privados, sino que por primera vez en la historia de Venezuela, era también subsidiado por el Estado. Pero no solo esta música fue potenciada por el presidente Chávez, sino que el Hip-Hop, el Rock y la llamada Música Alternativa entre otras, también fueron impulsadas por la Revolución Bolivariana.
Chávez era un profundo conocedor también de las mejores raíces de su natal Barinas, de sus bailes, pero en especial del cuatro, del arpa llanera, del joropo… de la música. Para mí, su segunda gran pasión (la primera era el baseball) era la música, indiscutiblemente. Cómo hacía sus reuniones, sus Consejos de Ministros, sus programas Aló Presidente…. Un hecho a destacar es que, justo en el discurso televisado de aquel 8 de diciembre en que se dirigió a su pueblo, Chávez canta una de sus canciones favoritas; ¡cuánta grandeza en aquel hombre que, como un visionario eterno, se estaba despidiendo de nosotros!
Por esas razones, la música siempre contagiosa estuvo en sus campañas de batalla, incluyendo actos, nombramientos ministeriales o elecciones, como aquella con que ganó el pasado 7 de octubre (Chávez corazón del pueblo…) o esta que desafortunadamente surge por su temprana muerte (Chávez no se ha ido, Chávez no se irá…Uh Ah…).
Chávez no se ha ido, nunca se irá. Nos toca a nosotros defender su obra desde nuestro compromiso con la historia, y estar convencidos de que cada tiempo futuro tiene que ser mejor, indudablemente. Todos somos Chávez…
(Tomado de Cubarte)

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