Por Rolando López del Amo
El pasado mes de enero se cumplieron ciento sesenta y un años del nacimiento de José Martí y realizamos las celebraciones tradicionales de tan importante fecha para nuestro pueblo. Ya en su tiempo, Máximo Gómez le escribió a Antonio Maceo una carta en la que le decía: “Esta guerra, General, la haremos usted y yo, pero será la guerra de Martí.” (1) Tal afirmación era el reconocimiento justo al esfuerzo incansable de Martí por unir a todos los cubanos patriotas en la aceptación de una inevitable guerra necesaria para lograr la independencia plena, de España y de los Estados Unidos, dirigida por el Partido Revolucionario Cubano, para dar paso a una república democrática con todos y para el bien de todos.
No es casual que el pensamiento martiano influyera de manera decisiva en las distintas generaciones de revolucionarios cubanos en el siglo XX desde fechas relativamente cercanas a su muerte en combate el 19 de mayo de 1895.
Comencemos a ilustrar lo antes mencionado con la figura de un joven excepcional a quien se deben obras fundacionales como el primer Partido Comunista de Cuba, la Federación Estudiantil Universitaria, la Liga Antiimperialista y la Universidad Popular José Martí. Se comprende que nos referimos a Julio Antonio Mella.
En diciembre de 1926, desde su exilio en México, Mella escribió un artículo titulado “Glosas al pensamiento de José Martí” en el que expresa su deseo de escribir un libro sobre el pensamiento revolucionario martiano que pudiera “desentrañar el misterio del programa ultra democrático del Partido Revolucionario, el milagro —así lo parece hoy— de la cooperación estrecha entre el elemento proletario de los talleres de la Florida y la burguesía nacional; la razón de la existencia de anarquistas y socialistas en las filas del Partido Revolucionario, etc., etc.” Y más adelante, escribe: “Él, orgánicamente revolucionario, fue el intérprete de una necesidad social de transformación en un momento dado”. Y agrega: “Martí comprendió bien el papel de la república cuando dijo a uno de sus camaradas de lucha —Baliño— que era entonces socialista y que murió militando magníficamente en el Partido Comunista: ¿La revolución? La revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a desarrollar en la república.” (2)
A propósito de la cita que Mella hace de Baliño, recordemos que Martí consideraba que “el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones.” (3) Y se refería a que esa revolución se hace para lograr una república definida así: “O la república tiene como base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí, y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás, la pasión, en fin, por el decoro del hombre, —o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos.” (4) “(…) Moriremos por la libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la república después, si es preciso, como se morirá por la independencia primero.” (5) “Ni la república es un nuevo modo de mantener sobre el pavés, a buena cama y mesa, a los perezosos y soberbios que, en la ruindad de su egoísmo, se creen carga natural y señores ineludibles de su pueblo inferior.” (6)
Estas citas confirman la validez de lo dicho por Baliño a Mella.
Mella destaca en sus glosas cómo se conjugan el patriotismo y el internacionalismo en Martí y su identificación con los trabajadores. Estas glosas son apenas un breve acercamiento que apunta al deseo de profundizar en el conocimiento del pensamiento revolucionario de nuestro Apóstol y destacarlo en su dimensión verdadera frente a la manipulación burguesa de su figura.
Once años después, en 1937, Raúl Roa García, con su estilo vibrante, enérgico y preciso, haría una síntesis admirable en una conferencia ofrecida el 15 de marzo de ese año en el Anfiteatro Municipal de La Habana y que tituló “Rescate y proyección de Martí”. “Por ser muy de su tiempo y de su medio —escribe Roa— es José Martí primogénito del mundo.” (7) “(…) Su pensamiento político tendrá mucho que hacer en América junto con la espada de Simón Bolívar y el rifle de Sandino.” Roa destaca la visión política martiana al “haber planteado la revolución de independencia nacional sobre bases que viabilizarían su ulterior desarrollo”, concepción que lo convierte en un pionero de la lucha antiimperialista. (8) Y emplea citas martianas definitorias que demuestran su posición contra el racismo y a favor de los trabajadores, la visión social de la república que Martí proponía: “ Martí quiere que la república cubana (…) satisfaga el anhelo y la necesidad de cada ciudadano, sin distinción de razas ni de clases, mediante la abolición de todas las desigualdades sociales y de una equitativa distribución de la riqueza (…) Martí encarna en América las esencias más puras y progresistas del pensamiento democrático.” (9)
Otra vez, once años después, Blas Roca escribiría su trabajo “José Martí: revolucionario radical de su tiempo.” Con su estilo razonado y didáctico, Blas Roca hace un resumen histórico de los procesos revolucionarios cubanos y sus fuerzas dirigentes y los problemas a resolver en cada etapa. Así, define a Martí como “el jefe, el personificador, el guía y el organizador del partido extremo de la revolución de 1895, el partido de la completa liberación nacional, el partido de la patria propia, de la república libre y democrática contra la colonia sometida y humillada (…) contra la amenaza del vasallaje económico y la dependencia disimulada.” (10) Martí es el gran forjador de la unidad nacional. Capaz de juntar en el Partido Revolucionario Cubano “al independentista sin más preocupaciones con el revolucionario radical que ve en la independencia la etapa necesaria para ulteriores conquistas, al rico y al obrero, al negro y al blanco, a las fuerzas nuevas de la revolución y a los representativos de la guerra del 68.” (11) También destaca Blas las posiciones martianas contra la expansión imperialista de los Estados Unidos y por la unidad latinoamericana.
En su exposición final, Blas explica que los comunistas cubanos asumen plenamente el ideario político martiano y luchan porque se cumpla. Son sus continuadores. Los dirigentes comunistas Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, sobre todo el primero, publicaron estudios importantes sobre el pensamiento y la obra de José Martí, lo que confirma lo dicho por Blas Roca.
Con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959, Cuba cuenta con una figura nueva, no nacida en el país, que se convierte, por mérito propio, en uno de sus dirigentes principales: el Che. El 28 de enero de 1960, el Che les habla a jóvenes y niños cubanos en el aniversario del natalicio de nuestro Apóstol.
Al inicio de sus palabras dice que al llegar al acto oyó gritos que decían “¡Viva el Che Guevara!” Pero no escuchó a nadie decir “¡Viva José Martí!” Y a continuación añade que eso no está bien y explica por qué.
“Porque antes que nacieran el Che Guevara y todos los hombres que hoy lucharon, que dirigieron como él dirigió; antes que naciera todo este impulso libertador del pueblo cubano, Martí había nacido, había sufrido y había muerto en aras del ideal que hoy estamos realizando.” (12) El Che está confirmando lo que ya Fidel había dicho cuando el juicio por el asalto al cuartel Moncada, acerca de que Martí era su autor intelectual.
Se mantenía la tradición de los revolucionarios cubanos de proclamarse herederos de Martí.
Todos conocemos la frase martiana famosa de que hacer es la mejor manera de decir. Y en eso insistirá el Che: “Por eso nosotros tratamos de honrarlo haciendo lo que él quiso hacer.” (13) Para el Che hay un pensamiento martiano que le parece esencial y que explica su acción internacionalista que lo ha convertido en símbolo y paradigma mundial. La frase es: “Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.” (14) Y dice más el Che sobre Martí: “Nos enseñó que un revolucionario y un gobernante no puede tener ni goces ni vida privada, que debe destinarlo todo a su pueblo, al pueblo que lo eligió y lo manda a una posición de responsabilidad y de combate.” “Y también cuando nos dedicamos todas las horas posibles del día y de la noche a trabajar por nuestro pueblo, pensamos en Martí y sentimos que estamos haciendo vivo el recuerdo del Apóstol.” (15)
Y hacia el final de su charla el Che dice: “Las palabras de Martí de hoy no son de museo, están incorporadas a nuestra lucha y son nuestro emblema, son nuestra bandera de combate.” Y les hace esta recomendación a los niños y jóvenes: “Que se acerquen a Martí (…) sin pensar que se acercan a un dios, sino a un hombre más grande que los demás hombres, más sabio y más sacrificado que los demás hombres y pensar que lo reviven un poco cada vez que piensan en él y lo reviven mucho cada vez que actúan como él quería que actuaran.” (16)
Estas emotivas palabras que el Che improvisó en la ocasión, son el colofón de lo que el otro cubano no nacido en Cuba, el General en Jefe Máximo Gómez, le escribió a Maceo: de que ambos peleaban la guerra de Martí.
Desde este siglo XXI podemos repetir con Martí esta afirmación que caracteriza los objetivos internos y externos de la república que proponía: “Fundar en Cuba (…) una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica le señala.” (17)
TOMADO DE CUBADEBATE
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