Publicado el 29 abr. 2015
Arlette deslumbra 50 años después. Hermosas razones lo explican. Bella mujer de siempre (“todavía” no va con ella). Sus convicciones revolucionarias han resistido intactas. Su amor por Rafael sigue vivo, a pesar de su muerte. Deslumbra y asombra.
Abril, Revolución y Guerra Patria de 1965, es sobre todo amor. Amor al prójimo, amor a la libertad, amor a la autodeterminación de nuestro pueblo.
Amor porque fue entrega leal y valiente. Ya se ha dicho: amores cobardes no son amores. No existen. Y cuando el deber convoca, no hay vacilación posible.
Contar Abril, su gestación, el heroísmo de sus hombres y mujeres, lo hacemos hoy a través del amor de Arlette y Rafael Tomás Fernández Domínguez, héroe nacional, precursor e ideólogo militar de la Revolución de 1965, que procuraba la vuelta a la presidencia de Juan Bosch, derrocado por un golpe militar el 25 de septiembre de 1963.
“Aquí estoy, dijo Fernández Domínguez, respondiendo con la frente en alto el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte. Que juzguen la Historia y la República”.
Arlette nos lo cuenta, con la gracia, la fuerza y la ternura de una combatiente que no ceja en su empeño 50 años después.
Una mujer enamorada de su Patria, la de Rafael, la nuestra, democrática, pacífica, valiente, de todos y de todas.
Cuando se ama a la Patria y al prójimo, la entrega es total. Y por siempre.
Abril, Revolución y Guerra Patria de 1965, es sobre todo amor. Amor al prójimo, amor a la libertad, amor a la autodeterminación de nuestro pueblo.
Amor porque fue entrega leal y valiente. Ya se ha dicho: amores cobardes no son amores. No existen. Y cuando el deber convoca, no hay vacilación posible.
Contar Abril, su gestación, el heroísmo de sus hombres y mujeres, lo hacemos hoy a través del amor de Arlette y Rafael Tomás Fernández Domínguez, héroe nacional, precursor e ideólogo militar de la Revolución de 1965, que procuraba la vuelta a la presidencia de Juan Bosch, derrocado por un golpe militar el 25 de septiembre de 1963.
“Aquí estoy, dijo Fernández Domínguez, respondiendo con la frente en alto el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte. Que juzguen la Historia y la República”.
Arlette nos lo cuenta, con la gracia, la fuerza y la ternura de una combatiente que no ceja en su empeño 50 años después.
Una mujer enamorada de su Patria, la de Rafael, la nuestra, democrática, pacífica, valiente, de todos y de todas.
Cuando se ama a la Patria y al prójimo, la entrega es total. Y por siempre.
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