MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

lunes, 26 de agosto de 2019

Un líder del conocimiento para el Siglo XXI

Gedeón Santos
Washington, DC



“La proliferación de la economía del conocimiento es, de hecho, la nueva fuerza explosiva que ha lanzado a las naciones avanzadas a una enconada competencia mundial, enfrentando a los países socialistas a su amarga obsolescencia, forzando a muchas naciones en vías de desarrollo a descartar sus tradicionales estrategias económicas, y que, en la actualidad, está desarticulando las relaciones de poder, tanto en la esfera personal como en la pública”.

Alvin Toffler, El cambio de Poder.

En la República Dominicana se presenta una nueva coyuntura para elegir al líder que conducirá el país en los próximos años. Este momento coincide con un profundo y disruptivo proceso de cambios económicos, sociales, políticos y tecnológicos a escala planetaria.

Y uno se pregunta: ¿Qué tipo de líder necesita nuestro país para superar el subdesarrollo y alcanzar a las sociedades punteras en el siglo XXI?

La nueva sociedad del conocimiento

Un acontecimiento ha cambiado la naturaleza de los liderazgos, de la gestión pública y del Poder: la llegada de la Sociedad del Conocimiento y la Información.

En su popular obra: “El Cambio de Poder”, Alvin Toffler considera el conocimiento como “la esencia del poder”, puesto que éste ha pasado a convertirse, de un simple accesorio de los valores físicos (como la tierra, el dinero y la fuerza), en su ingrediente más importante.

Cree el respetado futurólogo, que el alcance del conocimiento emana de su flexibilidad, al ser infinitamente ampliable y debido a que, es abstracto, no tiene sentido que se atesore, puesto que su valor está en el intercambio. Sin embargo, para Toffler, la característica más revolucionaria del conocimiento es que, en el mundo de hoy, tanto el débil como el pobre pueden adquirirlo. Por lo que cualquier nación, a partir de este cambio, puede superar el subdesarrollo siempre que tenga la visión de lograrlo y que, además, tengan el acceso a las redes globales del conocimiento e información.

Esto quiere decir que, la nueva sociedad que se configura está demandando de un nuevo tipo de liderazgo que esté a tono con esta transformación del Poder, puesto que en el siglo XXI el líder exitoso y transformador será: 1) El más informado del grupo social, 2) El que haya demostrado mayor solidez y amplitud de conocimiento, 3) El que tenga mayor actitud y destreza para adquirir, procesar y asimilar complejos flujos de información; y 4) El que luego sea capaz de convertir ese conocimiento en efectivas políticas públicas y programas de gobierno.

En el siglo pasado, para manejarse como dirigente político o como jefe de Estado, sólo bastaba con tener instinto, tacto y olfato.

Pero hoy, en la sociedad de la información, estas cualidades no bastan para tener éxito en la actividad política ni para conducirse en el complejo mundo del Estado Moderno, de las Altas tecnologías y de la Globalización.

La velocidad de los cambios

Pero quizás, la característica más desafiante de la nueva realidad es la velocidad a la que se suceden los cambios; lo que obliga, no sólo a buscar nuevos mecanismos de aceleración, sino también nuevos combustibles, que nos permitan velocidades cercanas a las que transitan las naciones más adelantadas.

Esto implica la búsqueda de líderes con real visión de futuro y vocación transformadora. Ayer se decía que, los pueblos que no conocían su historia repetían sus errores, pero hoy se puede decir que “los pueblos que no intuyen el futuro, quedan anclados en el presente”, cuya única vocación es ser pasado.

¿Cómo puede un político instintivo y primario, de escasa formación académica y de fugaces lecturas, conocer la necesidad de transformaciones estructurales que nos acerquen a un siglo XXI dominado por las altas tecnologías, las comunicaciones instantáneas y la globalización?

El líder instintivo vs. La nueva sociedad 

¿Cómo puede, por ejemplo, un líder instintivo y primario, con escaso conocimiento del mundo de hoy afrontar con éxito problemas como la pérdida de importancia de las materias primas en la ecuación competitiva global? Hasta ahora, nuestro país no ha podido superar la economía intensiva en mano de obra y materias primas y pasar a una economía intensiva en tecnologías y capital. Ese proceso a su vez, nos ha retrasado en la capacidad para agregarle valor a nuestros recursos naturales y así hacerlos más competitivos en los mercados mundiales.

¿Puede un líder lograr estas complejas transformaciones sólo por instinto?

La escuela de pensamiento de Bosch

Felizmente, el profesor Juan Bosch, para que superáramos el instinto y la improvisación en la política y en la dirección del Estado, creó una escuela de pensamiento cuyo alumno más aventajado ha sido el Dr. Leonel Fernández.

Este extraordinario líder político ha llegado a escalar las posiciones más importantes de la vida política del país, y no lo ha hecho sobre la base de la herencia de su padre, porque su padre no era político; tampoco distribuyendo grandes cantidades de dinero, porque proviene de Villa Juana, un barrio pobre de la Capital; y mucho menos sobre la base de una revolución triunfante, pues a diferencia de Fidel Castro, ni bajó de las montañas ni tenía armas; pero tampoco ha llegado a la Presidencia de la República sobre la base de un apellido de abolengo, pues el compañero Leonel, no proviene de ninguna de las familias poderosas del país.

Entonces nos surge la pregunta: ¿Y cuál es la magia de este hombre que sin usar los métodos clásicos para ascender al Poder ha logrado calar tan alto y tan hondo en la vida política del país? No hay dudas que, además de las cualidades personales que lo adornan, se debe a la capacidad para adquirir información y conocimiento, y luego tener la inteligencia de traducirlos en propuestas políticas y en iniciativas de Estado para la transformación del país.

Desde muy joven, bajo la égida del profesor Juan Bosch, construyó una sólida base de conocimiento que le sirvió de plataforma para crearse una actualizada visión del mundo y de los más complejos problemas nacionales.

Un líder del conocimiento para el siglo XXI

Sin embargo, lo que resulta más fascinante cuando estudiamos a este extraordinario Estadista, es que a pesar del paso de los años y de haber ejercido el Poder, no ha abandonado ni por un minuto su profunda pasión por el conocimiento y por la búsqueda de la verdad. Por lo que podemos decir, que hoy por hoy, el doctor Leonel Fernández, no sólo es el más depurado líder del conocimiento con que cuenta el país, sino también el mayor activo global para conectarnos sin demora al intrincado mundo del siglo XXI.

Y como dice la frase: “En un mundo que va muy rápido hay que mirar más lejos”, el Dr. Leonel Fernández ha demostrado con sus hechos, que no sólo puede ser el líder que nos lleve más rápido a nuestras metas nacionales de desarrollo, sino que también es el líder que nos puede llevar más lejos en el sueño de alcanzar una sociedad ecológicamente sustentable, económicamente próspera y socialmente más justa.

CARACTERÍSTICAS

Leonel Fernández

“Hoy por hoy, el doctor Leonel Fernández, no sólo es el más depurado líder del conocimiento con que cuenta el país, sino también el mayor activo global para conectarnos sin demora al intrincado mundo del siglo XXI”.

Líder transformador

“En el siglo XXI el líder exitoso y transformador será el más informado del grupo social, el que haya demostrado mayor solidez y amplitud de conocimiento, el que tenga mayor actitud y destreza para adquirir, procesar y asimilar complejos flujos de información; y el que luego, sea capaz de convertir ese conocimiento en efectivas políticas públicas y programas de gobierno”. 

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Tomado Listin Diario

sábado, 17 de agosto de 2019

Matías Ramón Mella

Mella elabora el Manual de Guerra de Guerrillas, para la guerra de restauración.

Matías Ramón Mella

La noche del 27 de febrero de 1844, Mella disparó en la Puerta de la Misericordia el trabucazo que dejó proclamada la independencia nacional.
Matías Ramón Mella nació en Santo Domingo el 25 de febrero de 1816 y murió en Santiago el 4 de junio de 1864, fue militar, político y activista dominicano, hijo de Antonio Mella Álvarez y Francisca Castillo.

El Patricio se desarrolla política y profesionalmente de 1822 a 1843 durante los años que el presidente haitiano Jean Pierre Boyer dominaba el territorio de la parte española de la isla.

Hizo el servicio militar con el que adquirió notoriedad entre sus compañeros y superiores por su seriedad, carácter responsable y por su valor personal.

Mella no fue uno de los fundadores de la Sociedad Secreta La Trinitaria pero entre los años 1838 y 1843 se convirtió en uno de los adeptos más eficaces de esta célula política que buscaba la separación de las comunidades dominicana y haitiana para luego crear un Estado independiente de toda influencia extranjera bajo el nombre de República Dominicana. Esto le mereció la plena confianza de Juan Pablo Duarte.

En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de Haití, para hacer contactos con Charles Hérard y los revolucionarios reformistas adversarios del presidente Boyer.

La táctica de Duarte de aliarse con los enemigos de Boyer, encontró en Mella una persona capaz de sumar a los militares y civiles que encabezados por Charles Hérard, querían el derrocamiento del presidente de la República que tenía más de veinte años gobernando.

Cuando regresó de Los Cayos, luego del derrocamiento de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central como agente propagador del ideal republicano. 

Luego de su triunfo Charles Hérard, ordenó la prisión de Mella, Rafael Servando Rodríguez y el sacerdote Juan Puigbert, acusándolos de querer destruir el ejército y los remitió a Puerto Príncipe donde permanecieron dos meses detenidos, regresando en septiembre a la parte oriental. 

En enero de 1844 Mella ayudó a Sánchez, jefe del Movimiento independentista por la ausencia de Duarte, a redactar el Acta de Independencia y, a sugerencia suya, se le llevó a Tomás Bobadilla para su revisión. 

La noche del 27 de febrero de 1844 es de los primeros en llegar a la Puerta de la Misericordia, exhortando en el lugar a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e impulsivo, luego de proclamada la República, Mella forma parte de su primera Junta Central Gubernativa. 

Para los primeros días de marzo de 1844 parte hacia el Cibao como Gobernador del Distrito de Santiago y Delegado de la Junta Central Gubernativa, pero en realidad era el jefe político y militar de la región más importante del país. Ostenta el rango de Coronel del naciente Ejército Nacional. 

Mella no estaba en Santiago cuando se iniciaron los combates del 30 de Marzo, pues la batalla lo sorprendió cuando recorría la región del Cibao reclutando hombres y tomando posiciones que revelan su gran capacidad militar organizativa. Mella había dado las primeras instrucciones y escogió a José María Imbert como lugarteniente en Santiago. En estas iniciativas están sus méritos en esta batalla. 

Los acontecimientos tomaron un giro diferente después de la victoria de Azua el 19 de marzo. Duarte se presentó en el Cibao y Mella, entusiasmado e impulsivo, lo proclamó Presidente de la República. 

Cuando Faustin Soulouque invadió el país, Mella se incorporó al Ejército, destacándose en la famosa Batalla de Las Carreras y termina siendo secretario de Pedro Santana. En septiembre de 1849, es nombrado Secretario de Estado de Hacienda y Comercio. Hasta la anexión a España se sintió más cerca de Santana que de Báez. 

De 1849 a 1861 ocupó importantes cargos civiles y militares entre los que se encuentran comandante de Armas, Ministro de la Guerra, Gobernador, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en Misión Especial frente al Gobierno español, para gestionar el reconocimiento de la República o del Protectorado. 

En julio de 1856 se le encomendó preparar un proyecto de ley para organizar el Ejército. Ya se le tenía y respetaba como un entendido en asuntos militares. 

Demostró que realmente era conocer de los asuntos militares cuando se inicia la Guerra Restauradora. A este movimiento se incorporó, en agosto de 1863, confiándosele importantes misiones. 

Viajó al sur atravesando la Cordillera Central por Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras dirigidas por Pedro Florentino. 

Es designado Ministro de la Guerra y elabora el Manual de Guerra de Guerrillas que dirige por medio de una circular de fecha 26 de enero de 1864 y que recoge toda la experiencia del pueblo dominicano en esta forma singular de lucha. 

Mientras servía a la causa restauradora, el general Mella, enfermó de disentería y murió en la extrema pobreza el 4 de junio de 1864. Murió con la distinción de ser dos veces prócer de la República, pidiendo que lo enterraran envuelto en la Bandera Nacional y, así se hizo. 

Además de los indiscutibles aportes que hizo Matías Ramón Mella a la causa de la independentista nacional, realizó otro que lo llenó de gloria y lo enarboló con un hombre conocedor y manejador de los asuntos militares sin precedentes en la República Dominicana, este fue el Manual de Guerra de Guerrillas empleados por los héroes criollos en la Guerra Restauradora. 

A continuación Educando te presenta por su importancia y transcendencia de forma íntegra, dicho manual: 

“1.- En la lucha actual y en las operaciones militares emprendidas, se necesita usar de la mayor prudencia, observando siempre con la mayor precaución y astucia para no dejarse sorprender, igualando así la superioridad del enemigo en número, disciplina y recursos. 

2.- Nuestras operaciones deberán limitarse a no arriesgar jamás un encuentro general, ni exponer tampoco a la fortuna caprichosa de un combate la suerte de la República; tirar pronto, mucho y bien, hostilizar al enemigo día y noche, y cortarles el agua cada vez que se pueda, son puntos cardinales, que deben tenerse presentes como el Credo. 

3.- Agobiarlo con guerrillas ambulantes, racionadas por dos, tres o más días, que tengan unidad de acción a su frente, por su flanco y a retaguardia, no dejándoles descansar ni de día ni de noche, para que no sean dueños más que del terreno que pisan, no dejándolos jamás sorprender ni envolver por mangas, y sorprendiéndolos siempre que se pueda, son reglas de las que jamás deberá Ud. apartarse. 

4.- Nuestra tropa deberá, siempre que pueda, pelear abrigada por los montes y por el terreno y hacer uso del arma blanca, toda vez que vea la seguridad de abrirle al enemigo un boquete para meterse dentro y acabar con él; no deberemos por ningún concepto presentarle un frente por pequeño que sea, en razón de que, siendo las tropas españolas disciplinadas y generalmente superiores en número, cada vez que se trate de que la victoria dependa de evoluciones militares, nos llevarían la ventaja y seríamos derrotados. 

5.- No debemos nunca dejarnos sorprender y sorprenderlos siempre que se pueda y aunque sea a un solo hombre. 

6.- No dejarlo dormir ni de día ni de noche, para que las enfermedades hagan en ellos más estragos que nuestras armas; este servicio lo deben hacer sólo los pequeños grupos de los nuestros, y que el resto descanse y duerma. 

7.- Si el enemigo repliega, averígüese bien, si es una retirada falsa, que es una estratagema muy común en la guerra; si no lo es, sígasele en la retirada y destaquen en guerrillas ambulantes que le hostilicen por todos lados; si avanzan hágaseles caer en emboscadas y acribíllese a todo trance con guerrillas, como se ha dicho arriba, en una palabra, hágasele a todo trance y en toda extensión de la palabra, la guerra de manigua y de un enemigo invisible. 

8.- Cumplidas estas reglas con escrupulosidad, mientras más se separe el enemigo de su base de operaciones, peor será para él; y si intentase internarse en el país, más perdido estará.

jueves, 15 de agosto de 2019

Estadistas Vs. gobernantes ordinarios

Estadistas Vs. gobernantes ordinarios

  • Estadistas Vs. gobernantes ordinarios
Gedeón Santos
Washington, DC


A los presidentes Danilo Medina y Leonel Fernández, gobernantes excepcionales quienes han manejado con fina pericia nuestra compleja transición al desarrollo.

(1 de 2)

Desde tiempos remotos se ha intentado diferenciar al gobernante normal del excepcional. Para ello, se han utilizado expresiones como: “gran líder”, “figura histórica”, “personalidad”, “gran timonel”, etc., y en menor grado se le ha llamado Estadista*. Tanto las ciencias políticas como la sociología han concentrado sus esfuerzos al estudio del líder, por lo que no hay trabajos consistentes que hagan una diferencia cualitativa entre líder, gobernante y Estadista. Sin embargo, la cantidad de gobernantes que producen las democracias constitucionales de hoy obligan a que se establezca una diferencia entre nuestros presidentes para que dicha diferenciación sirva de guía a electores, partidos políticos, sociedad civil y a la población en general a la hora de tomar decisiones que puedan afectar al país.

Los Estadistas son gobernantes extraordinarios que sólo surgen en tiempos de profundas crisis o en épocas de transición que por lo general implican transformaciones radicales o virajes históricos ya sea para proteger a una sociedad o para hacerla avanzar. Es decir, son aquellos líderes cuya sensibilidad los hace comprender antes, con más lucidez y más profundidad una nueva situación histórica: intuyen los problemas rápidamente y actúan en consecuencia. En cambio, el gobernante ordinario actúa en tiempos de calma cuando la sociedad sólo necesita conservar la cohesión y la marcha normal del país, por lo que su actuación no requiere de condiciones personales extraordinarias ni la aplicación de medidas radicales que estremezcan los cimientos de la sociedad.

Siguiendo la tipología de los liderazgos, podemos identificar dos tipos de Estadistas: el iniciador-revolucionario, que se caracteriza por promover profundos cambios, fijar nuevos objetivos y metas, diseñar estrategias, plantear y programar nuevas tareas y ser capaz de convertir todo esto en realidad; y el procursor (protector-realizador) que se caracteriza por tomar iniciativas que ofrezcan seguridad a su nación especialmente frente a peligros exteriores. La meta del procursor es conservar una determinada forma de vida, una cultura, así como valores y convicciones profundamente arraigados. El Estadista procursor se diferencia del iniciador-revolucionario porque sólo hace cambios para evitar que la crisis sea peor o para impedir que se produzcan males mayores. Es decir, el procursor no es un abanderado de lo nuevo por convicción, sino por coyuntura, pues promueve cambios sólo para superar las adversidades que confronta su sociedad.

La naturaleza del Estadista depende en gran medida de las características del país que le ha tocado gobernar, esto es: nivel de desarrollo, tradiciones, cultura, recursos, etc. Es evidente que existen determinadas cualidades que distinguen frecuentemente al líder como capacidad de oratoria, inteligencia, fuerza de voluntad, superioridad de conocimiento, profundidad de convicciones, solidez ideológica, confianza en sí mismo, capacidad de concentración, y en algunos casos bondad y desinterés; sin embargo, es muy difícil prever el surgimiento de un Estadista a partir de estas características. ¿Quién hubiese sido capaz de predecir en base a estos rasgos el surgimiento de Estadistas de la talla de Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill, Lenín, Napoleón, Bolívar o Bill Clinton? Ninguno de ellos respondía a estos requisitos hasta el momento de su aparición. Cada uno desarrolló en su terreno y contexto las cualidades que le confirieron unos rasgos singulares.

Se puede decir, que el Estadista no es sólo el fruto de capacidades o dotes excepcionales, o de su talento creador y emprendedor, sino también de una inmensa laboriosidad, de amplias indagaciones y de una gran perseverancia y tenacidad en el logro de los objetivos planteados. Por lo tanto, el Estadista no es un mesías, sino un hombre de carne y hueso con la sensibilidad y la preparación adecuada, que la historia encontró en el momento preciso y en el lugar indicado.

El Estadista, normalmente, tiene una personalidad orientada hacia el poder y hacia la adaptabilidad del cambio. Su ideología, visión del mundo y creencias, adquiridas durante el curso de su desarrollo personal, casi siempre están en correspondencia con las características de la crisis que le ha tocado enfrentar. Por lo general, el Estadista es el gobernante eficaz por excelencia, puesto que sus motivaciones, incentivos y habilidades se adecuan mejor que cualquier otro a los requerimientos del papel presidencial. El Estadista es un fiel intérprete del interés nacional. Con frecuencia toma decisiones de alta calidad, pues casi siempre elige políticas u opciones que minimizan costos, riesgos y recursos y libran a las naciones de cometer errores que se traduzcan en descalabros y sacrificios inútiles. Los Estadistas fijan el momento de la acción decisiva basándose en un sereno análisis científico aportado por los mejores “cerebros”, pero también son capaces de aprender de sus errores y de las experiencias del pasado.

Por lo general, los Estadistas son grandes políticos, que se diferencian de los ordinarios, porque logran sintetizar en una sola persona las cualidades clásicas del político exitoso, esto es: pragmatismo, sagacidad, olfato, instinto, imagen, equilibrio, prudencia, habilidad para el consenso y, especialmente, sentido de la oportunidad y la conveniencia. Esto los convierte en profesionales de la realidad, pues es allí donde ejercen su papel y no en otro escenario imaginario. Todas estas cualidades les son imprescindibles para lograr la cohesión de su partido, el equilibrio del Estado y la unidad de la nación; combinación sin la cual, resulta cuesta arriba sortear una profunda crisis o una necesaria transición.

Un Estadista puede nacer en cualquier nación no importa su tamaño, nivel de desarrollo, población o posición geográfica. Si en una sociedad se presenta la necesidad histórica de transformaciones profundas o ésta se enfrenta a una crisis que pongan en peligro la existencia misma de la nación, entonces surgirá un Estadista con la energía y la capacidad para protegerla o para hacerla avanzar. Su nacimiento puede tardar décadas y pueden pasar años para que sus ideas den los frutos esperados, pero tarde o temprano ese líder excepcional aparecerá. Así, lo ha demostrado la historia.

Los Estadistas son portadores de las aspiraciones de fuerzas sociales y políticas cuyos intereses demandan de transformaciones que impliquen cambios en la composición del poder, pues por lo general estas clases y grupos sociales son los más afectados por la profundidad de la crisis y por las decisiones de quienes controlan el Estado. Aunque son representantes de fuerza específicas, en algunos casos los Estadistas pueden lograr el consenso casi generalizado de su nación, especialmente cuando las consecuencias de la crisis afecta a la mayoría del pueblo, el que aspira a una salida sostenible y rápida al problema planteado.

Por lo tanto, no hay dudas que la condición de Estadista es situacional, pues depende de las características del movimiento social y del contexto específico en que éste actúa, lo cual quiere decir, “que la marcha de la sociedad no depende de sus ideas o de sus aspiraciones, sino de las fuerzas sociales y materiales que interactúan en el proceso histórico. El Estadista lo que hace es imprimirle al proceso su sello personal. Puede acelerar los procesos, facilitar sus objetivos, puede incluso contribuir a ahorrar sacrificios innecesarios, pero no puede detener la marcha de la historia. Naturalmente, que el desarrollo de un país no sólo se haya condicionado por las necesidades sociales, sino también por la capacidad, el talento y las cualidades personales de sus dirigentes.”

El Estadista ha de ser un comunicador más que excepcional, pues superar una crisis profunda obliga por lo general, a tomar medidas que implican grandes sacrificios para la población, lo cual demanda de una especial capacidad de persuasión que oriente las percepciones, actitudes y conductas de la gente (que en las democracias modernas son votantes) hacia una clara comprensión de la magnitud de la crisis y de la necesidad de superarla. Esto implica lograr que la sociedad acepte privaciones y sacrificios que en momentos de normalidad no aceptaría, lo que sólo se logra a través de la magia y la capacidad de un gran comunicador, mediante el uso de las más depuradas técnicas, recursos y equipos disponibles por la ciencia en ese momento histórico. 

La profundidad de los cambios que promueven, la fuerza de sus argumentos y los resultados de sus actuaciones convierten a los Estadistas en modelos históricos a seguir. Su vida y obra casi siempre son objeto de estudios, análisis e imitaciones. Por lo general, los logros de los Estadistas trascienden y perduran en el tiempo, pues como sus acciones son originales e innovadoras, siempre se proyectan al futuro. Además las crisis profundas y los líderes que las solucionan no aparecen con frecuencia en una sociedad, por lo que los cambios promovidos por ellos tardan en ser superados. Continuará...

*Escribimos la palabra Estadista con mayúscula al comenzar para diferenciarla de la palabra estadista y sus dos acepciones: persona que se ocupa de la dirección del estado y persona que se dedica a la estadístic

La guerra de la restauración vista por Juan Bosch

La guerra de la restauración vista por Juan Bosch



Oleo del General de división Gregorio Luperon pintado por el pintor de la patria, Miguel Nunez  
 Este viernes  se cumplieron 156 años del inicio de la Guerra de la Restauración, “la página más notable y también la más ignorada”, como lo expresa el profesor Juan Bosch en la introducción del libro que lleva el nombre de esa gesta histórica.

Después de meses de “lobismo”, Pedro Santana y un círculo muy reducido de sus funcionarios echaron a andar el proyecto de la anexión del país a España, que no era otra cosa que la destrucción del Estado nacional creado en 1844 y la conversión del país en una extensión del Estado español.

La Anexión se produce el 18 de marzo de 1861. La única manifestación de oposición que recibió tan deleznable acción se presentó de manera espontánea en San Francisco de Macorís, el 23 de marzo, cinco días después de haber sido proclamada la disolución del Estado dominicano en la capital del país. Habrá que esperar hasta el 2 de mayo, 40 días después, para que se produzca la primera manifestación organizada y armada. El escenario de esta protesta fue Moca, donde se proclamó la independencia. Este movimiento duró apenas algunas horas porque en la noche los anexionistas recuperaron la comandancia de Moca e hicieron presos a los líderes de la protesta, que estaban encabezados por el coronel José Contreras.


Se sabe que Matías Ramón Mella había planeado un levantamiento para evitar la anexión, “pero fue expulsado del país a pesar de lo cual trató de impedir que la plaza de Puerto Plata aceptara el traspaso del país a España; y Francisco del Rosario Sánchez había comenzado a organizar la resistencia a los planes hateros desde que había recibido en su lugar de exilio —la isla de Santomas— la noticia de que estaba en marcha un plan para hacer de la República una provincia de España” (obra citada, dc). Sánchez entró por Haití. Sin embargo, los anexionistas no se quedaron de brazos cruzados. El capitán general de Cuba le ordenó al almirante Ruvalcaba dirigirse a Santo Domingo y desde aquí ir con una escuadra naval y en compañía de Pedro Santana a Puerto Príncipe, capital de Haití, “para exigirle al gobierno haitiano retirar su apoyo a las fuerzas que dirigía Sánchez”, acompañada de una indemnización de 25 mil pesos. La suerte de Sánchez y su gente quedó sellada con lo logrado por Ruvalcaba. Sánchez fue fusilado con algunos de sus compañeros de lucha el 4 de julio de 1861.

Portada del libro Gregorio Luperon, padre de la segunda República de autoria  Mayor General Jorge R. Zorrilla Ozuna
Con la muerte de Sánchez y sus compañeros se impuso una paz que duró un año y siete meses, tiempo durante el cual no se produjo ninguna reacción contra la anexión. Decimos un año y siete meses porque a partir de febrero de 1863 se iniciaron lo que Bosch llama “una ola de agitación armada” que se extendería hasta el 16 de agosto glorioso.


En opinión del profesor Juan Bosch, los dominicanos que protestaron contra la anexión el 23 de marzo de 1861 en San Francisco de Macorís, lo que organizaron y participaron en el levantamiento de Moca el 2 de mayo de ese año, los aprestos de levantamiento encabezados por Mella y los que acompañaron a Sánchez en sus acciones en el Cercado fueron, todos, hechos organizados e impulsados por hombres de excepción, que son los que actúan motivados “por pasiones como el patriotismo y la sensibilidad social”.

En cambio, “lo que lleva a actuar políticamente a los hombres comunes, que forman la inmensa mayoría de la población en cualquier país, son sus condiciones materiales de existencia; a unos porque no aceptan que se las transformen en su perjuicio y a otros porque no se las cambian cuando ellos han esperado cambios favorables en esas condiciones materiales de existencia” (ob. cit. p. 56). Y de inmediato agrega Bosch:

“El rico o la persona acomodada se revuelve como una fiera si se le despoja de sus bienes; el obrero está siempre dispuesto a irse a una huelga para conseguir mejores salarios, y los bajos pequeños burgueses, sobre todo los bajos pobres y los muy pobres, son capaces de lanzarse a las acciones más violentas cuando hallan cerrados todos los caminos que puedan conducir a la solución de sus problemas materiales inmediatos”.

Por eso tiene razón el profesor Juan Bosch cuando afirma que “las grandes mayorías del pueblo, que estaban compuestas por bajos pequeños burgueses, bajos pequeños burgueses pobres y bajos pequeños burgueses muy pobres, entre los que descollaban por su alto número los campesinos, aceptaron la Anexión con la misma naturalidad con que aceptaban la llegada de las lluvias de agosto. Para ellos, cuyas vidas no podían ser más monótonas —trabajo constante sin estímulo de ninguna clase, salvo cuando se trataba de cosecheros de tabaco que podían recibir a cambio de su hoja algún dinero destinado a comprar tela para hacerse ropa, machetes y cuchillos, alguna loza, hilo y agujas—, lo que significaba la Anexión era que España los sacaría (o podría sacarlos, dn) del estado de miseria general en que vivía el país…”


Don Juan llega a esas conclusiones sobre la base de un profundo estudio de la situación económica. Y es bueno decirlo porque, como siempre acontece, algunos podrían considerar que las cosas se les ocurren a los investigadores de la talla de Bosch como por arte de magia, y así, como por arte de magia, pretenden esos ocurrentes invalidar las tesis y conclusiones de estos. Bosch analizó numerosas estadísticas sobre la situación económica de los años 1850-1865 así como testimonios de intelectuales de la época. Por ejemplo, Bosch cita a Alejandro Ángulo Guridi, a quien ya había citado en “Composición social dominicana”, en la parte en que Guridi afirma:

“Yo llegué (a la capital, el paréntesis es de Juan Bosch) en septiembre de 1852, y voy a decir en pocas palabras el aspecto que ofrecía… las calles llenas de surcos, cubiertas de yerbas, muchas, muchísimas casas en ruinas… había muchísimas casas, la mayor parte con gran ausencia de aseo en sus puertas, pisos y paredes; con algunos taburetes viejos, y una o dos hamacas en las salas, habitadas por familias pobrísimas… De esas, gran número ofrecían a la vista del transeúnte el cuadro de un comercio humildísimo, efecto de la haraganería consistiendo en un reducido número de frutos del país, y algunas bagatelas colocadas unas en el suelo y otras en una tabla que descansaba sobre dos barriles, todo ello cerca de la puerta de la calle”.

Como puede verse, ocho años y seis meses antes de la Anexión la situación del país era muy mala. Y de muy mala pasó luego a peor. En primer lugar porque ni Pedro Santana ni Buenaventura Báez hicieron nada para mejorarla; por el contrario, la empeoraron. Por ahora solo mencionaremos la desacertada política monetaria de Báez, quien en 1857 puso en circulación “una cantidad tan alta de papeletas que de 60 y 70 por peso oro fuerte que valían pasaron a 3 mil y 4 mil, y cuando los comerciantes compradores de tabaco vinieron a darse cuenta, en vez de pesos fuertes o tabaco lo que tenían en las manos eran montones de papeletas que no valían nada, mientras que con una parte del oro y la plata que había recibido a cambio de esas papeletas el gobierno se había quedado, a través de intermediarios de su confianza, con el producto más valioso del país por esos años, que era el tabaco…” (ob cit p 18, dc).

Sin la participación en masa de la baja pequeña burguesía, en los sectores que la integran, a saber, la baja propiamente dicho, la baja pobre y la baja muy pobre, era imposible que los dominicanos de excepción pudieran iniciar y desarrollar con éxito, y en la forma aplastante en que lo hicieron, la Guerra de la Restauración.
¿Qué pasó en esos casi 19 meses que mediaron entre la muerte de Sánchez el 4 de julio de 1861 y el inicio de febrero de 1863?

Lo ha adivinado. Aunque parezca imposible, la situación económica del país empeoró con nuevos ingredientes como el prejuicio racial con que las autoridades española trataban a oficiales dominicanos negros, la irritación causada por el privilegio con que los oficiales españoles cobraban sus sueldos puntualmente y el atraso con que los recibían muchos oficiales dominicanos, porque otros ni siquiera los recibían tarde; también la demora en el pago de víveres y alquileres de casas a los funcionarios del gobierno. Además, la situación económica se vio agravada por la Guerra civil o de Secesión de Estados Unidos, que se desarrollaba desde abril de 1861. La parálisis que la guerra produjo en la economía de Estados Unidos afectó el comercio que sostenía con nuestro país.

En esa situación, de por sí muy mala, España empeoró nuestra economía porque tomó medidas que afectaron nuestro comercio. De esas medidas habla el agente comercial de los Estados Unidos, Jonathan Elliott, en una carta dirigida a su gobierno, de la que da cuenta el historiador Jaime de Jesús Domínguez, en “La Anexión de la República Dominicana a España”, páginas 246-247, de la que se hace eco don Juan en la obra que venimos comentando. ¿Qué le dice Elliott a su gobierno? Que los “Barcos españoles pagaban 62 y medio centavos por tonelada americana; los barcos extranjeros pagan 1 peso por tonelada. Todos los productos extranjeros, o manufacturas, en barcos extranjeros pagan un derecho máximo de un 30 por ciento. Los mismos productos en barcos españoles pagan un 6 por ciento menos. Productos españoles, o manufacturas, en barcos españoles, pagan un derecho de un 9 por ciento. Los mismos productos en barcos americanos o extranjeros, de un 21 y medio por ciento”.

Pero no solo eso; también se crearon impuestos, como el de 4% sobre los alquileres anuales de propiedades urbanas en el municipio de la capital, y al parecer en otros. Otra media que causó disgusto a los dominicanos fue la de imponer a los habitantes la obligación de prestar a las tropas el servicio de bagajes siempre que tuvieran que marchar de un sitio a otro y la de dar alojamiento a los oficiales. El servicio de bagaje consistía en cargar los equipos de los militares.

Si a todo eso le sumamos medidas como las de perseguir a los masones, prohibir los ritos protestantes, que conforme informa Bosch “estaban muy extendidos en los lugares donde se establecieron inmigraciones de antiguos esclavos norteamericanos traídos al país en tiempos de la ocupación haitiana, como Samaná y Puerto Plata”. Además, los españoles pretendieron “imponer el matrimonio según los rigores de la Iglesia católica en un país donde eran muy pocas las personas que se casaban y esas pocas lo hacían casi siempre por lo civil”. Pero ni la Iglesia se escapó del disgusto. Sobre la base de cita de José de la Gándara, autor de “Anexión y Guerra de Santo Domingo”, don Juan dice que el clero dominicano cobraba sus servicios como le fuera posible, pero el gobierno español le impuso “una dotación fija”, dando a los curas 250 pesetas mensuales, unos 50 pesos, según Bosch, con lo que de fervorosos partidarios de España, los curas dominicanos se convirtieron en ardientes enemigos de España, conforme opinión de De la Gándara.

Lo dicho hasta ahora es suficiente para hacernos una idea del grado de desilusión que experimentaron todos los sectores sociales que se habían ilusionado, o se habían dejado ilusionar, con la idea de que su situación iba a cambiar para mejor con la Anexión a España. La Iglesia, los pequeños burgueses en sus niveles bajos, partidarios de Báez; los comerciantes, los militares dominicanos que servían a España, discriminados por su color y peor pagado que sus iguales españoles; los hateros, seguidores de Santana; casi todos tenían motivo para estar contra España a la altura de los inicios del año 1863. Y no podía acontecer cosa diferente, pues con sus medidas las autoridades españolas habían logrado lo que nadie estaba en condiciones de lograr: la unificación contra España de los baecistas y los santanistas en apenas casi dos años y medio.


Hemos dicho “casi todos” en relación con los integrantes de los sectores sociales mencionados porque como muy bien dice Juan Bosch en ningún movimiento político y social las clases sociales ni los sectores sociales actúan en bloque. Siempre hay algunos de sus integrantes que se apartan del movimiento general de su clase o sector social. Eso pasó en la Guerra Restauradora. Pero sin la participación de la inmensa mayoría de cada grupo social del lado de los restauradores ese movimiento no hubiera tenido el desarrollo aplastante y el desenlace que tuvo.


Lo que mejor demuestra lo que acabamos de decir es el hecho de que la Guerra arranca el 16 de agosto de 1863 y seis días después, es decir el 22 de agosto, caían en mano de las fuerzas restauradoras Guayubín, Dajabón, Monte Cristi, Sabaneta (hoy Santiago Rodríguez); el 28 caían en poder de los restauradores el ayuntamiento y el cuartel de Puerto Plata, La Vega, San Francisco de Macorís, Cotuí; el 30, Moca, y Gaspar Polanco llevaba a Santiago mil hombres con los que iba a librar ese mismo día la batalla conocida con el nombre de esa ciudad (Juan Bosch, obra citada, p 9). Era un ciclón revolucionario el que se había desatado. Y no podía ser de otro modo, porque, como lo afirma don Juan con sobrada razón: “La guerra de la Restauración brotó de las entrañas del pueblo dominicano con el vigor de un torrente impetuoso que se llevaba por delante todo lo que se le interponía”.

Ese torrente fue el que se desató, por las causas, entre otras, que hemos mencionado, un día como el 16 de este mes, pero del año 1863, cuando se dio el célebre grito de Capotillo, el que todavía retumba en los oídos de los dominicanos y dominicanas amantes de su pueblo.

Daniel Cruz



miércoles, 14 de agosto de 2019

DE JUAN BOSCH A LEONEL Y DANILO

Misión cumplida Presidente Lic. Danilo Medina Sánchez.

DE JUAN BOSCH A LEONEL FERNÁNDEZ Y DANILO MEDINA 



Por Domingo Nuñez Polanco

Este articulo fue publicado días antes de las elecciones Presidencias del 2012.

No negamos que han habido fallas en el actual gobierno. Pero también es justo reconocer que han habido logros. Estamos a tiempo para enderezar entuertos.

En el año 1962, los dominicanos y las dominicanas eligieron por abrumadora mayoría al profesor Juan Bosch como presidente de la República Dominicana.

En su discurso de toma de posesión como Presidente, el Profesor Juan Bosch dijo:

“El país entero debe saber que nosotros no hemos querido hacer un gobierno solo a base del partido que ganó las elecciones del 20 de diciembre del año pasado, así como no quisimos formar gobierno solo a base de los que se aliaron con nosotros antes del día 20 de diciembre. Hemos querido que los que ayer lucharon entre si estuvieran hoy reunidos dándole cada uno lo mejor de sus fuerzas al pueblo que es nuestro y es de ellos. No deseamos el poder para gobernar con amigos contra enemigos, sino para gobernar con dominicanos para el bien de los dominicanos”

Con estas líneas centrales, el Profesor Bosch caracterizaba lo que sería su gobierno democrático con participación ciudadana. Dejó marcado para siempre el camino que debían seguir los próximos gobernantes para el establecimiento de un estado de derecho en democracia.

En su corto periodo constitucional don Juan Bosch, hizo un ejercicio de autentica democracia; revelándose como auténtico demócrata que luchaba por establecer una real revolución democrática en la República Dominicana.

La obra de gobierno impulsada por Juan Bosch, se caracterizo: por el respeto pleno a los tres poderes del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial, a los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos y a un régimen de igualdad de oportunidades para todos, así como la iniciativa e implementación de una de las constituciones más democráticas y progresistas del país y de América conocida hasta entonces.

La constitución del Profesor Juan Bosch de 1963, reflejan claramente las ideas revolucionarias y democráticas de un hombre que fue capaz de dar el paso de transición de un férreo régimen dictatorial a un verdadero y auténtico estado de derecho.

Un discípulo del Profesor Juan Bosch treinta y tres años más tardes, subía al solio presidencial para desarrollar una obra de gobierno siguiendo principios y lineamientos que marcaron aquel gobierno del profesor Juan Bosch.

En los tres periodo de gobierno del PLD, con el Presidente Leonel Fernández, durante los casi doce años que ha gobernado, la nación ha experimentado grandes avances en todos los aspectos, principalmente en lo institucional, lo económico y en las obras físicas.

Durante los gobiernos del PLD la economía dominicana se ha mantenido estable. La economía ha crecido de manera permanente, generando empleos, reduciendo pobreza y desigualdad social.

Hoy en la República Dominicana, en el gobierno del PLD, no hay un preso político, no hay un exiliado, no hay un solo torturado, en el país se vive en democracia, en libertad y luchando por mas justicia social.

En los casi doce años que le ha tocado al PLD gobernar, la República Dominicana ha avanzado, pero de lo que se trata de ahora en adelante es consolidar los logros, preservar los avances, y que no pueda haber retroceso de un gobierno salido de las próximas elecciones presidenciales.

El movimiento 30 de junio entendiendo y como lo están por igual la gran mayoría del pueblo dominicano, que lo está en juego en estas próxima elecciones es el progreso y el retroceso.

Por eso entendemos que la lucha debe ser ahora logar la prosperidad, el progreso y el bienestar económico de todos los dominicanos, porque la libertad política, individual y social ya la disfrutan bajo los gobiernos del PLD y el Dr. Leonel Fernández.

Con la continuidad de un gobierno del PLD a partir del 16 de agosto de 2012 se puede mirar hacia el futuro con optimismo y esperanza de que las futuras generaciones tengan una vida mejor.

En el 163 aniversario de la batalla del 30 de Marzo de 1963, Juan Bosch presidente entonces, afirmaba:

“Creo que llegó la hora de enrumbar la patria de Duarte, de Sánchez, de Mella y Luperón por senderos de progreso, llegó la hora de la modernidad, llegó la hora de tener un pueblo educado y por consiguiente libre, llegó la hora de tener un pueblo sano y por lo tanto alegre, llegó la hora de tener un pueblo trabajando y por lo tanto creando riquezas, en fin, un pueblo que no le tema al futuro, por que sea dueño de su presente y por consiguientes seguro de su porvenir, ese es el pueblo que queremos y merecemos quienes vivimos es la República Dominicana.”

A cuarenta y nueve años después de esas programáticas palabras del Profesor Juan Bosch, no por pura casualidad, otro discípulo del gran maestro estadista, hoy candidato a la presidencia de la República por Partido de la Liberación Dominicana, el Lic. Danilo Medina, en su propuesta de Gobierno estén sin faltarle un punto y una coma, las mismas líneas programáticas en su esencia de aquel ensayo democrático y de progreso que intento el profesor Juan Bosch.

El Lic. Danilo Medina, candidato a la Presidencia del PLD y próximo Presidente de todos los Dominicanos, ha manifestado interés de continuar la gran obra empezada por el gran Maestro; reforzar y mejorar la gran obra gubernamental que realiza el Presidente Fernández.

“No vengo para prometer, sino para hacer”. Ha manifestado el candidato Danilo medina en numerosas ocasiones.

Danilo Medina ha demostrado tener un conocimiento a fondo de la situación que vive el país, y sus ideas están bien claras y precisas sobre lo que es necesario hacer en Educación, Salud, Justicia, Turismo, Seguridad, Medio Ambiente, Agricultura y Deporte, entre otras áreas, para darle continuidad a la obra de gobierno de su partido iniciada en el 2004 con resultados positivos.

Pat Mesiti en su obra: Actitudes y Altitudes (2010, p.188) subraya que “nuestras habilidades para ser buenos líderes son transitorias, porque necesitan que se les refine y se les mejore constantemente.” Danilo Medina ha estado inmerso en ese proceso de mejoría y refinamiento de sus ideas y pensamientos sobre el futuro que aspira a construir. En ese sentido, Danilo Medina luce sereno, reflexivo, equilibrado, lúcido y capaz por igual ha demostrado también, en varias participaciones en medios de comunicación y en conversatorios con el empresariado y otros sectores de la vida nacional, que es portador de un pensamiento sistémico que tiene bien claro los procesos que definen el curso de la humanidad.

Señalaba Baltasar Gracián en su obra: El arte de la prudencia (1996, p.1) carácter e inteligencia son dos cualidades que hacen que brillen todas las demás. “No basta ser inteligente: hace falta también tener carácter.” En Danilo estas virtudes la tenemos por partida doble.

La propuesta de gobierno de Danilo Medina tiene como punto prioritario incrementar el poder de compra de los trabajadores y trabajadoras, para lograrlo ha dicho: “esto solo es posible cuando un gobierno estimula la economía, garantiza la estabilidad, estimula la productividad en la industria, en el campo y en el sector de servicios.”

Luego de los actuales gobiernos en donde se generaron grandes riquezas para el país, le corresponderá a Danilo Medina distribuir esas riquezas a toda la sociedad y crear bienestar para todos.

Para Danilo Medina incorporar a los más débiles y los más necesitados a la economía y a las políticas públicas no es solo algo moralmente correcto. Es, también, políticamente indispensable y económicamente acertado, por lo que sus propuestas económicas incluyen y requieren de una participación activa de la sociedad.

Danilo Medina será un Presidente que viene a unir, a compartir decisiones colectivas en lugar de imponer sus ideas, Presidente que viene a dialogar en lugar de mandar, a escuchar en lugar de sólo hablar, y sobre todo, a cumplir en vez de prometer.

Las propuestas de Danilo Medina son claras y concretas, y cubren todas las áreas neurálgicas en el desarrollo de nuestro país. Te invitamos a que conozca estas propuestas y descubras cómo Danilo Medina continuará lo que está bien, corregirá lo que está mal y hará lo que nunca se hizo.

Domingo Núñez Polanco

Este articulo fue publicado días antes de las elecciones Presidencias del 2012.





Sobre la Anexión y Guerra de Restauración





Por: Arturo Martínez Moya

e-mail: a.martinez@hoy.com.do
El historiador que revisa archivo para pensar y luego escribir debe estar consciente de que su trabajo central es identificar las causas de los hechos históricos, y entre estas la principal, la determinante. Siempre hay una.
Sobre por qué la aventura de la Anexión de Pedro Santana y los hateros que lo acompañaron, “la causa de las causas” es que querían retener el poder político para siempre. Ni siquiera califica como “otra causa” la versión casi dominante por repetirse de que Haití constituía una amenaza para el país.
La realidad es que existía una tregua de cinco años con propuesta de paz del presidente Fabre Geffrard, que incluía reconocer la independencia dominicana y la devolución de los territorios ocupados por haitianos, de modo que no existía hostilidad entre Haití y República Dominicana.
¿Por qué, después de no tener interés en nuestro destino, España cambia de opinión y se interesa por la Anexión? La causa de las causas: Para proteger sus intereses en Cuba y Puerto Rico. Por ubicarnos en el medio de las dos Islas nos consideraba mal ejemplo, la esclavitud se había abolido dos veces, en 1801 y en 1822.
Como “Otra causa” puede considerarse el temor de que Estados Unidos se convirtiera en el “pato macho” del Caribe, poniendo en peligro sus intereses esclavistas y coloniales en Cuba y Puerto Rico. Dos hechos separados en el tiempo prendieron luz roja.
El Tratado Dominico-Norteamericano, que entre otros puntos incluía el arrendamiento de una parte de Samaná para instalar una estación carbonera para barcos comerciales y de guerra norteamericanos.
Y la presencia en el país del general tejano y experto en política expansionista William Cazneau, fue cuando España decidió nombrar un agente comercial en Santo Domingo, un cónsul y firmó el tratado de reconocimiento, paz, comercio y extradición. Si Cazneau no tuvo éxito en parte se debió a la Guerra Civil de Secesión entre los estados de la Unión y Confederación. Es otro tema.
Por otra parte, la Guerra de la Restauración. El historiador, al desenterrar ese pasado con papeles inéditos del Archivo General, advierte que si bien existieron corrientes políticas anti anexionistas y anticoloniales, como los liberales cibaeños, “la causa de las causas” que inspiró la Guerra de la Restauración fue la política administrativa discriminatoria española que lesionó los intereses de labradores, rancheros, peones, profesionales, comerciantes, artesanos, militares, hateros, etc.etc.
Todas lo demás fueron “otras razones importantes”. Por ejemplo, luego de iniciarse el movimiento, no antes, fue cuando devino en lucha antiimperialista, anticolonial y de liberación nacional contra el imperio español por la reconquista de la soberanía y la independencia. Y se manifestó el amor político del pueblo dominicano a su independencia y al desarrollo de conciencia nacional.
Finalizo indicando que como la historia se hace con papeles inéditos, pueden escribirse interesantes tesis doctorales identificando causa de causas de hechos del pasado. Por ejemplo, porque Washington no considero la Anexión como una agresión de España, y le aplicara la Doctrina Monroe (1823), política exterior que reclamaba hegemonía sobre las Américas. Y/o el Destino Manifiesto (1845), frase racista acuñada por el publicista John I. O. Sullivan para justificar la política de expansión en Texas y suroeste de Estados Unidos.

Utilidad de la historia

Utilidad de la historia social y política dominicana







Es encomiable y a la vez osada la tarea emprendida por la Academia Dominicana de la Historia, bajo la coordinación del laureado historiador Roberto Cassá, para resumir en seis tomos, mediante un enfoque multidisciplinario la historia del pueblo dominicano. A pesar de que no han visto la luz estas obras de una forma secuencial, se pueden estudiar por períodos, seguro de que tienen un hilo conductor que concatena los eslabones de hechos relevantes en el desarrollo de República Dominicana. Al poner en circulación el cuarto tomo, titulado Advenimiento de la modernización (1880-1930) se nos ha dado la oportunidad de reforzar el criterio de que el devenir histórico de los pueblos tiende a moverse en forma de una espiral ascendente. Para el beneficio de algunos amables lectores que carecen del tiempo para dedicarse a estudiar el contenido de la obra, daremos algunos ejemplos de situaciones que se dieron en las dos últimas décadas del siglo XIX versus episodios sucedidos en las dos primeras décadas del siglo XXI.
En el capítulo 4, titulado “Ulises Heureaux, el dictador de la modernidad positivista”, escrito por la presidenta de la Academia, MU-Kien Adriana Sang, leemos: “Desde su nacimiento, el Estado dominicano padeció de una crisis financiera endémica. La reciente nación se caracterizó por las luchas internas entre los caudillos y la pobreza sorprendente del fisco. Los gobiernos legales o ilegales que asumieron el control del Gobierno dominicano surgido del grito de libertad el 27 de febrero de 1844 tenían un común denominador: la falta de dinero. Para solucionar esta carencia permanente de fondos, los presidentes de turno utilizaron tres mecanismos: la emisión de dinero sin respaldo; los bonos o vales del Estado, que cada vez estaban más desprestigiados; y los préstamos a nacionales o a extranjeros. En el siglo XIX Buenaventura Báez y Ulises Heureaux fueron los presidentes que más arruinaron al fisco. El líder rojo, Báez, fue uno de los que utilizó la emisión de inorgánicos, y fue también el primero en endeudar el país a empresas internacionales… Ulises Heureaux heredó este estado calamitoso, y lo agravó aún más con el costo de su aparato político, que era costoso no solo en los planos humano y moral, sino también financiero. La política del dictador de mantener una élite en la administración pública con el privilegio de utilizar sus posiciones para beneficio personal; el uso de dádivas económicas para comprar lealtades en la población; y finalmente el uso personal de los recursos del Estado, agravaban la situación de ruina que padecía el Estado”.
Completando los dos primeros decenios del presente milenio la definición de nación, Estado, soberanía e independencia ha de buscarse en el diccionario virtual de la ficción, validando la concepción del médico, sociólogo y político dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón, quien tituló una sus obras: “La República Dominicana, una ficción”. Ayer, manos extranjeras se adueñaron de nuestras aduanas y luego pasaron a ocupar militarmente nuestro territorio, dejándonos como herencia 31 años de dictadura, así como una policía financiera uniformada bajo los ropajes de Banco Interamericano de Desarrollo y Fondo Monetario Internacional. Los sueños del pasado siguen siendo promesas para el futuro; el porvenir se ve más lejos. Se curan los ricos y se alivia la clase media, en tanto que son más los pobres que mueren.
La historia política dominicana enseña que se trata de un cuento que no tiene fin.

Crece el hambre en el mundo


Timothy A. Wise, Viento Sur

Por tercer año consecutivo diversas agencias de Naciones Unidas han documentado niveles crecientes de hambre severa en el mundo, que afecta a 820 millones de personas. Más de 2.000 millones sufren inseguridad alimentaria “moderada o severa”. Durante el mismo periodo, el mundo viene experimentando lo que Reuters ha denominado una “sobreabundancia global de cereales”, con productos agrícolas excedentarios amontonados fuera de los silos de grano y pudriéndose por falta de compradores. Está visto que el aumento de las cosechas de grano no reduce el hambre global. 


Pese a ello, no pasa ni un día sin que algún dirigente académico, industrial o político se una al coro malthusiano para advertir de la inminencia de fenómenos de escasez de alimentos causados por el crecimiento de la población y la limitación de los recursos naturales. Por ejemplo, Richard Linton, decano de la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida de la Universidad del Estado de Carolina del Norte, ha hecho sonar la alarma con palabras que nos son familiares: “Tenemos que hallar la manera de alimentar al mundo, doblando la oferta de alimentos”, ha declarado. “Y todos sabemos qué pasará si no producimos alimentos suficientes: será la guerra, la competición.”



“¿Cómo alimentaremos al mundo?”, exclama el predicador. “Aumentar nuestra abundancia”, responde el coro. Hay tanta equivocación en esta respuesta. E incluso en la pregunta, que es profundamente arrogante. ¿Cómo alimentaremos –nosotros– al mundo? Sabemos a qué nos referimos con esta pregunta: a los países ricos, con semillas de alto rendimiento y una agricultura a escala industrial. EE UU piensa que está alimentando al mundo actualmente. Pero no es cierto.


Más del 70% de los alimentos consumidos en los países en desarrollo, donde el hambre es endémica, se cultivan en esos mismos países, en su mayor parte por pequeños agricultores. Estos agricultores son los principales proveedores de alimentos. Y utilizan tan solo el 30 % de los recursos agrícolas para ello (lo que implica que la agricultura industrial utiliza el 70 % de los recursos para alimentar al 30 % de la población). Ahí fuera no hay ningún mundo que espera de brazos cruzados que lo alimenten. La mayoría de las personas que pasan hambre son pequeños agricultores o gente que vive en comunidades rurales. No esperan a que les repartan alimentos; intentan activamente –y a menudo de forma desesperada– alimentar a sus familias y sus comunidades.


Sin embargo, el mundo ya produce más que suficiente para alimentar a 10.000 millones de personas, o sea, unos 3.000 millones más de las que somos actualmente. ¿Por qué seguimos haciendo las cosas mal, creyendo que la producción de más mercancías agrícolas acabará con el hambre? El economista indio Amartya Sen ganó su premio Nobel por demostrar que pocas veces el hambre viene causado por la escasez de alimentos. Frances Moore Lappé nos demostró hace casi 50 años, en su obra seminal Diet for a Small Planet (Dieta para un pequeño planeta), que el hambre no viene causada por la escasez de alimentos. El hambre viene causada por la falta de poder de los productores de alimentos y de la gente pobre. Poder sobre la tierra, el agua y otros recursos naturales que permiten producir alimentos. Y poder para obtener ingresos que permitan a la gente adquirir los alimentos que necesita.



El espejismo de que nosotros alimentamos al mundo reside en lugares como Iowa, un territorio cubierto de punta a cabo por cultivos de grano y de soja, en un sistema concebido para ocupar hasta la última hectárea de suelo incomparablemente fértil. Pero es difícil encontrar pruebas fehacientes de que la prolífica producción de Iowa esté alimentando a todas las personas hambrientas del mundo en desarrollo. Iowa alimenta principalmente a cerdos, pollos, la industria de comida basura y automóviles; la mitad de nuestro grano se destina a la producción de etanol, y el 30 % del aceite de soja se emplea ahora para fabricar biocombustible. La gente pobre del mundo no puede permitirse comer carne ni conducir un automóvil; la comida basura es lo último que necesita.



Exportamos alrededor de la mitad de nuestras habas de soja y el 15 % de nuestro grano, pero ni siquiera estas cantidades sirven para alimentar a los hambrientos, pues se emplean principalmente como forraje, sobre todo para ganado porcino, en gran parte en China, el principal país productor de cerdos del mundo. Pero la gente pobre no come esa carne, sino que es principalmente la creciente clase media del país la que la consume. En el mejor de los casos, la prodigiosa producción de grano y soja de Iowa contribuye a abaratar un poco el precio de los alimentos de las clases medias emergentes del mundo en desarrollo. Pero es un espejismo decir que Iowa alimenta a la gente hambrienta.



Y es un espejismo peligroso pensar que podemos resolver el problema del hambre en el mundo incrementando la producción mundial a base de implantar la agricultura industrial. Peligroso porque la manera en que se cultivan esos alimentos en explotaciones de monocultivo con un uso intensivo de productos químicos, está destruyendo literalmente la base de recursos –suelo, agua, clima– de la que depende la futura producción de alimentos. Volvamos a Iowa: este Estado ha perdido la mitad de la capa superficial del suelo debido a la erosión, consecuencia de un excesivo cultivo en hileras con uso de maquinaria pesada. En la última década han pasado a cultivarse más de 200.000 hectáreas de terrenos nuevos de reserva, ya que los agricultores se han dedicado a plantar hasta la misma orilla de los ríos, tratando de hacer un buen negocio gracias a los elevados precios del grano destinado a la producción de etanol. El suelo es un recurso renovable, pero solo si se cultiva de una manera que lo protege y lo renueva.



Iowa tampoco consigue renovar el otro recurso renovable que es el agua. La agricultura de este Estado es de secano, pero se bombea agua de los acuíferos de Jordán y Dakota con unos caudales que impiden que vuelvan a llenarse. Se precisan 19 litros de agua al día para criar un puerco; con 20 millones de puercos, esto suma más de 139.000 millones de litros de agua al año. Se requieren 11 litros de agua para destilar 4 litros de etanol a partir del grano; esto suma más de 45.000 millones de litros al año. Si la producción de etanol y de carne aumenta al ritmo previsto, estos grandes acuíferos acabarán secándose.



Al mismo tiempo, el uso excesivo de productos químicos requeridos para el grano y la soja contamina el agua potable y destruye hábitats de especies que la agricultura precisa para cultivar alimentos. Un reciente informe de Naciones Unidas alerta sobre extinciones masivas, mientras que otro estudio documenta “apocalipsis de los insectos”, que incluye la pérdida de polinizadores cruciales para los cultivos. Todos los ámbitos de la agricultura de Iowa están implicados en el cambio climático y a su vez amenazados por el mismo. La agricultura industrial es una emisora importante de gases de efecto invernadero: los excesivos fertilizantes vertidos en los campos de cereales de Iowa emiten nubes de óxido nítrico, que es más potente que el dióxido de carbono. Las granjas industriales de este Estado también contribuyen a ella cuando se vierten los purines concentrados en los campos de los agricultores.



El clima cambiante hace que las prácticas agrícolas actuales sean sumamente destructivas. Los modelos de la NASA para Iowa predicen una alta probabilidad de tormentas más intensas, como el reciente ciclón, frecuentes inundaciones y una creciente amenaza de largas sequías. Un estudio de la Universidad de Minnesota calcula que en 2075, la producción de grano de Iowa será un 20 a 50 % más baja que hoy.



No es un sistema que funcione bien, y si nos preocupa la disponibilidad global de alimentos, nosotros, en los países ricos, deberíamos dejar de apostar por la agricultura industrial y adoptar de inmediato dos medidas sencillas: en primer lugar, reducir el despilfarro de alimentos, que malgasta un tercio o más de los alimentos producidos en todo el mundo. En segundo lugar, dejar de destinar cosechas y tierras a la producción de biocombustible. Mientras tanto, dejemos de alimentar el espejismo de que el aumento de la producción de mercancías agrícolas estadounidenses contribuirá a reducir el hambre en el mundo.
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Timothy A. Wise es el director del Programa de derechos sobre tierras y alimentos del Small Planet Institute de Cambridge, Massachusetts (EE UU).

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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