MORAL Y LUCES

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sábado, 21 de julio de 2018

GUERRA POLÍTICA Y CONCURSO DE SIMPATÍA PERSONAL

Por Daniel Cruz



Dejémonos de ingenuidades, en el país se vive en una guerra política muy intensa. Se libra por diferentes medios, incluyendo este en el que escribo, con ataques sutiles a veces —pero ataques al fin y al cabo—, y otras veces no tan sutiles. Cada quien reúne a su estado mayor —¡hasta Guillermo Moreno y Max Puig!—, organiza sus ataques o defensa, y, ¡zas!, dispara con propósitos y a blancos bien definidos.
Pero esta no es una situación de excepción; siempre ha sido así, y seguirá siéndolo.

Por ejemplo, hace unos días se reunió el estado mayor del Partido Revolucionario Moderno y decidió, entre otras cosas hacer una oposición dura al gobierno del PLD. El primer disparo contra el gobierno del partido morado sonó en el Congreso, específicamente en la Cámara de Diputados. De inmediato se armó el “juidero” y el gobierno respondió con la descarga que tenía a mano.


El problema para las fuerzas moradas es que sus tropas están muy divididas, y esa división motiva que su estado mayor no se reúna con la frecuencia necesaria para organizar su defensa y contraataques de manera unificada, como lo hacía en otros tiempos, incluso cuando era una fuerza minoritaria.


Al parecer la gente se ha acostumbrado tanto a ver en el PLD una fuerza dominante que no pocos han olvidado que durante muchos años fue una fuerza pequeña, que tuvo que trabajar de manera extraordinaria para llegar a ser lo que es hoy. Se recuerda, por ejemplo, que en las elecciones de 1982 logró apenas 7 diputados, a saber: Vicente Bengoa, Norge Botello, Juan de la Cruz Buret y Ligia Amada Melo, por el Distrito Nacional; José Ramón Fadul y Manuel Ventura Camejo, por Santiago, y Tomás Beltré, por La Romana.


En su tiempo, esos diputados hacían lo mismo que hacen ahora los del PRM, incluyendo sufrir las consecuencias del hecho de ser minoría en el Congreso. Es lo que se espera en una democracia.


Los peledeístas no deben esperar que le “pitchen” blandito si se está jugando entre grandes ligas; pero las tropas de la oposición no pueden esperar que no se les devuelva con igual intensidad con la que disparan. Eso deben saberlo Paliza, Faride, Abinader e Hipólito.


Lo que sí deben tratar las tropas moradas es de no dividirse, de no hacerle el trabajo a la oposición. Deben ver lo que ha pasado en algunos países del área, por ejemplo, Brasil, donde Dilma protegió a Temer, y este fue su verdugo; en Ecuador, Correa y su partido llevan a Lenin Boltaire Moreno, y este crea las condiciones para eliminarlo políticamente. Y para no ir más lejos, en nuestro propio país: Salvador Jorge Blanco consideró en 1986 que con Joaquín Balaguer le iría mejor que con su compañero Jacobo Majluta y terminó con una condena en la costilla.


Así las cosas, los dirigentes del PLD deben dejarse de ingenuidades y creer que estamos en un concurso de simpatía personal en el que lo más importante es aparentar ser el más gracioso. Se está en una guerra política, y la guerra la ganan los ejércitos más preparados, dirigidos por mandos unificados, que hacen en cada momento lo que tienen que hacer.











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