MORAL Y LUCES

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lunes, 3 de marzo de 2014

Duarte en el pincel de Miguel Núñez

Rafael  Nuñez
Rosa Duarte incorporó de su cama de enfermo a su hermano Juan Pablo para que se hiciera una fotografía porque a pesar de ser el líder de la Independencia de República Dominicana, la posteridad no guardaría una imagen fiel suya, no obstante a su grandeza, alcanzada, entre otras virtudes, por su desprendimiento personal en los años de lucha por fundar la República, cualidades que lo elevan como el dominicano más egregio de la Patria.
Ella misma le ayudó a sacar fuerzas de su escuálida anatomía enferma, de manera que dejara aquella cama para fotografiarse. En 1873 se produjo aquel destello de visión en la mujer que había demostrado, igual que su hermano, valor y dedicación a la causa libertadora. Los dos acudieron donde el fotógrafo venezolano Próspero Rey, a los fines de que en el imaginario de las generaciones dominicanas porvenir, quedara la imagen de Juan Pablo Duarte, no un nombre abstracto cuyas hazañas no se pudieran asociar al rostro de aquella figura ilustre.
Desde niño, los libros de historia nos grabaron diversos rostros del patricio. Algunos acertados, otros desaliñados, muy alejados de la imagen real de Juan Pablo. Una fecunda iconografía duartiana se encargó de nublar nuestras mentes en el pasado, hasta que un buen día del año 2006, llegaron al Palacio Nacional descendientes de la familia Duarte-Ayala con un retrato de la fotografía original, única que se hiciera el fundador de nuestra nacionalidad antes de morir, y que ya circulaba en escasas bibliografías dominicanas.
Un cuadro enorme cuelga de la pared de la Casa Presidencial, justo después que se sube la escalinata principal. En el descanso antes de tomar la escalera imperial, a mano derecha, fue puesta la fotografía del insigne padre de la Patria, Juan Pablo Duarte. Cuando se supendió aquella imagen de Duarte en la entrada del Palacio de gobierno; jamás pensé que tomaría tanto vigor, fuerza y mayor trascendencia en la mano de un pintor, que 25 años atrás comenzaba a embadurnar lienzos con su pincel en una habitación para estudiante.
Cuando subía aquellas escaleras del edificio de apartamentos para universitarios, ubicado en la avenida Bolívar, próximo al lugar donde reposan los restos de los próceres de la independencia en el Altar de la Patria, por las amplios peldaños de granito gastado, subía con bríos de juventud sin tocar el pasamano de madera, de color marrón hasta alcanzar el cuarto piso.
Todas las tardes, casi entrada la noche, encontraba a un jovencito de Bonao, haciendo trazos con un pincel, pintarrajeando tela y dejando caer al zafacón las ocurrencias de su imaginación. Las primeras imágenes brotadas del pincel de Miguel en sus años de la Escuela Nacional de Bellas Artes, culminaban en bodegones y paisajes de su entorno. Con una consagración asombrosa que sirvió después para convertirse en el pincel que plasma con rigor deslumbrante las estampas dominicanas y la historia vernácula, Miguel se apropió de la única fotografía tomada tres años antes de la muerte del hijo más ilustre de la República para promocionar una imagen más cercana a lo real.
El tío de Juan Pablo Duarte, Prudencio Díez trajo la foto a República Dominicana, que fue conservada por el historiador José Gabriel García, quien se desempeñó como Ministro de Justicia e Instrucción Pública en el gobierno de Ulises Francisco Espaillat, en 1876, el mismo año de la muerte del patricio.
Influenciado por el maestro Juan Bosch y siguiendo el camino artístico de su hermano Diómedes, Miguel Núñez tomó la fotografía para llenar de retratos, recreados en diferentes circunstancias, para dar a conocer la "Colección del Bicentenario", con la que ha logrado que nuestras generaciones tengan a su disposición el verdadero rostro del fundador de la República. El pincel de Miguel, respetando el perfil fotográfico del padre fundador, construyó un Duarte pensador, estadista, optimista, vigoroso, culto y vigilante. El Duarte de carne y hueso.
Sé de la rigurosidad con la que trabaja Miguel sus proyectos. Para subir al cielo con esta producción debió necesitar mucha investigación y esfuerzo personal. Tuve el privilegio de ser una de las primeras personas que a principio de 2012 fue invitado por Miguel a su taller de producción, en el sector Serrallés, para conocer los casi 90 retratos hechos a Duarte.
Miguel se anticipaba a las actividades conmemorativas del bicentenario de su nacimiento, que se realizaron el pasado año 2013. Con la visión de que en el imaginario de las generaciones presentes y futuras no perdure el recuerdo difuso del rostro de Duarte, el artista plástico hijo de Monseñor Nouel, tierra que ha dado poetas, músicos, escritores y actores, puso su talento al servicio de una causa histórica: pintar el verdadero rostro de Duarte.
Con una imagen clara del padre fundador, Los ideales de Juan Pablo Duarte renacen, como escribiera acerca de él, Manuel de Jesús Galván:
"-La historia, al formar juicio sobre los actos de tan insigne patriota, no encontrará en toda su existencia, bien que fecunda y trascendental como pocas, ni una gota de sangre, ni una mancha de lodo. Su memoria tiene derecho absoluto a las lágrimas y a la veneración de todos los dominicanos".
rafaelnuro@gmail.com, @rafaelnunezr

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