MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

martes, 26 de diciembre de 2017

La palestina Ahed Tamimi es mi heroína más joven.

La segunda sonrisa de la victoria



Ahed Tamimi es mi heroína más joven. Es la encarnación de la resistencia palestina a la ocupación, de la lucha contra el fascismo, de la determinación y de la coherencia. Es indoblegable. Es un ejemplo para quienes van de "progres" y se ocultan o agachan la cabeza cada vez que alguien les dice que tienen que cumplir la ley. Porque ella no la cumple. Ella pelea, lucha y sufre las consecuencias por ello. Tan vez algún imbécil de los muchos que hay por el mundo diga que su lucha es insignificante aunque reconozca en voz baja su coherencia. Ahed Tamimi, con sus escasos 16 años, nos pone a todos frente al espejo. Hoy, Ahed Tamimi es el rostro de Palestina.

Ahed Tamimi se enfrentó, otra vez, a los soldados ocupantes del régimen fascista de Israel y ha sido detenida. Lleva ya dos semanas encarcelada y tal vez algún imbécil de los muchos que hay por el mundo diga que utilizó la violencia para hacer frente a esos fascistas porque se atrevió a dar una bofetada en la cara a uno de ellos. Ahed Tamimi no se doblega. Ya en 2015, es decir, cuando tenía 14 años, el régimen fascista de Israel la consideraba una amenaza.

Ahed Tamimi es el símbolo de la infancia robada por los fascistas israelíes y sus patrocinadores occidentales, esos que se llenan la boca hablando de los "valores democráticos" y de "los derechos de los niños". Lleva luchando contra la ocupación de Palestina desde los 12 años.

Ahed Tamimi es un peligro para el régimen fascista de Israel y para sus patrocinadores occidentales por la que nadie pondrá ninguna pancarta en un balcón de ningún ayuntamiento, ni nadie recibirá a su familia, ni ningún democrático parlamento otorgará ningún premio a su lucha. 

Pero Ahed Tamimi es la segunda sonrisa de la victoria.




Al igual que su madre Nariman, también detenida.

Ahed Tamimi continúa con valentía y con decisión la senda marcada en 1968 por Vo Thi Thang, la legendaria guerrillera del Vietcong (Vietnam Congsan, Vietnam Rojo) que al ser capturada tras la ofensiva del Tet se mostró siempre sonriente durante su captura y juicio.


Vo Thi Thang tuvo siempre muy claro lo que tenía que hacer para combatir la ocupación estadounidense y luchar contra el régimen títere de Vietnam del Sur. 

Vo Thi Thang era una guerrillera. Ahed Tamimi lo es también, a su manera.

La imagen de Vo Thi Thang es conocida como "la sonrisa de la victoria". Ahora, casi cincuenta años después, tiene una digna sucesora en Ahed Tamimi, la sonrisa de la victoria del siglo XXI.

El Lince

viernes, 22 de diciembre de 2017

Bosch: El fracaso del sistema

Este texto fue tomado del libro de Bosch "Dictadura con respaldo Popular" tesis planteada 1969



Juan Bosch  y Domingo Nuñez

No nos hagamos ilusiones. No es con ayuda norteamericana como nosotros podemos solucionar nuestros problemas. Nuestros pueblos han llegado a la situación que dicen los números copiados en este trabajo en los años que más grande ha sido la expansión del bienestar en otros países del mundo, especialmente en los Estados Unidos. Lo que tenemos que prever es lo que sucederá cuando en esos países se presente una crisis económica. No hay soluciones extranjeras. Esas soluciones han fracasado completamente. Este fracaso fue reconocido por el presidente Nixon cuando al hablar en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington, el 15 de abril, en ocasión de la celebración del Día de las Américas, dijo que el crecimiento de la economía latinoamericana no era más grande que cuando se inició ocho años atrás el programa de la Alianza para el Progreso. “La proporción de crecimiento [económico de la América Latina] es menor que la de los países no comunistas del Asia”, declaró Nixon en esa oportunidad (ver “Nixon Cast Doubt on Future of the Alliance for Progress”, en International Herald-Tribune, Paris, April 16, 1969, p.1). 

Pero antes de que el presidente de los Estados Unidos admitiera el fracaso de la Alianza para el Progreso había sido admitido en los centros directores de aquel país el fracaso total de toda la política elaborada para el desarrollo de la América Latina. Durante años y años los expertos en el asunto estuvieron hablando de que había que cambiar las estructuras, pero de pronto comenzaron a hablar de otra cosa; empezaron a decir que la causa del atraso latinoamericano era el aumento de la población, y luego empezó a decirse que si no se contenía ese aumento no podría haber desarrollo.

En 1968 se había generalizado en los Estados Unidos y en los círculos sociales y económicos más altos de nuestros países la idea de que para que la América Latina progresara era necesario evitar que siguieran naciendo tantos latinoamericanos. Esa era la manera más falsa de decir que los planes habían fracasado, que las perspectivas hacia el porvenir indican que éste será peor que el pasado. Nada es más absurdo que la idea de confiar la solución de los problemas latinoamericanos al control de la natalidad, pues si es verdad que el ser humano que va a nacer consumirá más comida, más ropa, más electricidad, más vehículos, más medicinas y más libros, también es verdad que sólo el ser humano produce esas cosas, y en consecuencia lo que hay que hacer no es evitar que el ser humano se multiplique; lo que debe hacerse es poner al ser humano en condiciones de que multiplique los bienes que necesita para producir los artículos que él consume. Ahora bien, ¿por qué se cree que debe suprimirse el nacimiento de más latinoamericanos? Porque se cree que el latinoamericano es un hombre que no tiene condiciones para enfrentar las tareas del desarrollo, y ésa es una idea racista y discriminatoria, que los latinoamericanos tenemos que rechazar con energía.

No somos nosotros los que hemos fracasado; ha sido el sistema social, económico y político en que hemos vivido. En vez de suprimir la vida de los latinoamericanos que van a nacer debemos dedicarnos a crear para nosotros y para ellos una sociedad más libre, más rica y más justa, en la que con el esfuerzo de todos aseguremos la libertad, la riqueza y la justicia para todos, no para una minoría. Pues el sistema ha fracasado para los pueblos, no para las minorías privilegiadas, y mientras ese sistema no sea destruido y pongamos otro en su lugar, las minorías seguirán gozando de privilegios y las mayorías seguirán siendo esclavas, seguirán padeciendo miseria y seguirán sufriendo injusticias.

El sistema en que hemos vivido hasta ahora ha sido el mismo que establecieron en nuestras tierras los españoles, los portugueses, los ingleses, los franceses, los holandeses; ese sistema evolucionó en otras partes de América y del mundo pero no en nuestros países, y dados los cambios que se han hecho en la Humanidad, ya no podrá evolucionar en la América Latina tal como evolucionó en otras partes. Nuestra organización social se quedó en una etapa atrasada debido precisamente a que el progreso en otras regiones de América produjo fuerzas que ahogaron en la América Latina el desarrollo capitalista e impidieron que nuestras estructuras sociales se formaran según el modelo de la sociedad capitalista.


Las estructuras sociales dependen de la forma en que se relacionan los hombres y los medios de producción. En los países donde toda la sociedad, a través de sus organismos superiores —gobiernos y otras instituciones—, es la dueña de todos los medios de producción, el sistema económico y social se llama socialista; aquellos donde la dueña de los medios de producción es una clase llamada burguesía, el sistema económico se llama capitalista y el sistema político es la democracia representativa, organizada generalmente en repúblicas, federales o unitarias, y algunas veces monarquías de las llamadas constitucionales, en las que los reyes representan al país, pero no lo gobiernan. En el caso de la América Latina hay repúblicas que se llaman a sí mismas democracias representativas, pero no lo son, pues aunque vivimos dentro del sistema capitalista los medios de producción no pertenecen en su totalidad a las burguesías nacionales.



Inversiones para la producción

Todo lo que produce un país se suma cada año y al total de esa suma se le llama Producto Nacional Bruto, o PNB. Para que un país o un cierto número de países progrese, su PNB tiene que aumentar por año más que su población. Esto puede explicarse con un ejemplo. Si un hombre que hace sillas de mesa produce al mes 100 pesos —cualquiera que sea la moneda de su país—, y con esa entrada puede mantener a su mujer y a dos hijos, al tener otro hijo el dinero no le alcanzará para que la familia viva al mismo nivel que antes; si le nacen dos hijos más, la situación de la familia será más estrecha, y llegará el momento en que ya no podrá mantenerse con la misma entrada. O ésta aumenta o se pasarán estrecheces.

En el caso de un país, el aumento del PNB tiene que ser cada año superior no sólo al aumento de la población, sino que además deberá ser superior en una cantidad determinada.

Si la población aumenta un 1 por ciento, el PNB tiene que aumentar más de esa proporción. ¿Por qué? Porque por cada 1 por ciento más de personas hay que invertir al año siguiente un 3 por ciento del PNB de ese año debido a que sin esa inversión no sería posible aumentar la producción en la cantidad que hace falta para alimentar, vestir y dar techo a ese 1 por ciento que nació el año anterior. El asunto es complicado, pues este año nacen los niños, pero los que habían nacido seis años antes y están vivos todavía, entran este año en la escuela, de manera que hay que hacer más escuelas para ellos; los que habían nacido hace diecisiete años entran este año en edad de trabajar, y es necesario que se monten fábricas para que encuentren trabajo. Hay especialistas que consideran que la inversión del 3 por ciento del PNB no es suficiente para cubrir todas las necesidades que tiene una población que crece un 1 por ciento al año y que debe invertirse el 4 por ciento del PNB. Ahora bien, en la América Latina la población aumenta cada año a razón de 2,9 personas por cada 100 habitantes, y eso quiere decir que los países latinoamericanos deben invertir en conjunto el 8,7 por ciento de su PNB cada año, si es que se está de acuerdo con los que opinan que la inversión de un 3 por ciento por cada 1 por ciento de aumento de la población es suficiente, porque si se está de acuerdo con los que piensan que lo correcto sería invertir el 4 por ciento, entonces la inversión total deberá ser el 11,6 por ciento del PNB.
En la América Latina no está haciéndose ni lo uno ni lo otro. La inversión del conjunto de nuestros países no llega a esas cifras, salvo los pocos años de precios muy buenos que coincidan con cosechas muy buenas, cosa que se da muy pocas veces. En algunos países la inversión puede llegar y hasta pasar del 8,7 por ciento o del 11,6 por ciento, pero no siempre y nunca en todos.

En el mundo hay países que invierten cada año proporciones muy altas de su PNB, y debido a esa alta inversión aumentan también cada año su PNB de manera notable, lo que
les permite disponer cada vez de más y más riquezas dado que sólo es riqueza lo que se produce. Por ejemplo, en 1966 el Japón invirtió 33 centavos de dólar de cada dólar que produjo en 1965; Suiza invirtió casi 28 centavos de cada dólar; Alemania
del Oeste, un poco más de 26 centavos; Italia y Holanda, un poco más de 24 centavos, y aunque en ese mismo año (1966) hubo un país latinoamericano que invirtió casi tanto como el Japón, ese país es el único en toda América Latina que dispone de grandes entradas debido a su enorme riqueza petrolera y minera, y nos referimos a Venezuela.

Los países del Mercado Común Centroamericano —que son Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica— invirtieron en 1966 12 centavos de cada dólar producido en 1965; Chile invirtió 11 y Bolivia 7. Ahora bien, esos números dicen poco si no se relacionan con el aumento de la población. La población de Costa Rica, por ejemplo, crece a razón de 3,8 anual por cada 100 personas, de manera que si debe invertir anualmente el 3 por ciento por cada 1 por ciento de aumento de su población, en1966 debió invertir el 11,8 por ciento de lo que produjo en 1965, y si invirtió el 12, que es sólo 2 décimas de centavo más que el 11,8, no podía esperar en 1966 ningún progreso importante a menos que lo tuviera por causas naturales, como tiempo excepcionalmente bueno para el café, que es su principal producto de exportación; y el tiempo excepcionalmente bueno o malo no puede predecirse, de manera que contando con él es imposible planear el desarrollo de un país. Pero hay algo más que aclarar, pues el tanto por ciento del PNB que se invierte puede ser bajo, aunque la cantidad parezca alta; eso depende de cuál fue el aumento del PNB en los años anteriores. Así, en relación con el PNB de 1960, calculando éste en 100 dólares, el PNB de Uruguay en 1964 había bajado a 93, lo que quiere decir que fue de menos 7; Honduras no aumentó ni un centavo entre 1960 y 1964; Ecuador aumentó en ese tiempo sólo 2 dólares; Argentina, que había subido de 100 en 1960 a 107 en 1961, bajó 6 en 1963, de manera que en 1964 sólo había aumentado 3 sobre 1960; así, al invertir en 1966 el 21 por ciento de su PNB de 1965, Argentina estaba en realidad invirtiendo menos de lo que necesitaba para equilibrar el déficit que tenía.
De acuerdo con el criterio del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para la Reconstrucción y el Desarrollo, los países de la América Latina necesitan crecer año por año a razón de un 5 por ciento; es decir, deben producir cada año 105 dólares por cada 100 producidos el año anterior; pero de esos 105 tienen que invertir de 15 a 20, lo que significa que hay que producir 105 y consumir sólo de 85 a 90. Pues bien, si suponemos que en 1960 se produjeron 100, en 1961 se produjeron 105, pero el aumento en 1962 fue sólo de 3,6 y en 1963 de 1,9, y aunque en 1964 se llegó a 6,4, ya estábamos en déficit, y para cubrir ese déficit debió haber en ese año de 1964 un aumento no de 6,4 sino de 9,5; en 1965 sólo llegamos a 4,8, en 1966 a 4,6 y en 1967 a 4,3 (Naciones Unidas, Estudio económico de América Latina 1967, p.5, cuadro Nº 3). Como puede verse, a lo largo de siete años sólo se alcanzó el aumento de 5 por ciento o más en dos años, en uno no se llegó a 4 y en otro no se llegó ni a 2 por ciento. Son varios los países de la América Latina que no pueden ahorrar del 15 al 20 por ciento de su producción anual; algunos como Guatemala, Barbados y la República Dominicana ahorran sólo del 5 al 10 por ciento, lo que está muy lejos de lo que se requiere para mantener un ritmo de desarrollo; otros, como Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Honduras, México, Paraguay y Uruguay, van del 10 al 15 por ciento (ver André Lewin, en publicaciones del Instituto de Administración Pública, París: Chapitre VIII a XII, Fasc. III, Années 1967-1968, pp.25-26). En años de buenas cosechas que sean también por coincidencia de buenos precios para algunos de sus productos, unos cuantos países latinoamericanos llegan a ahorrar del 15 al 20 por ciento de su producción. Pero lo cierto es que las inversiones no aumentan. El coeficiente global de inversión interna bruta que fue de 18,1 en 1960 bajó al 17,2 en 1967 y sólo en 1961 subió a 18,6; a partir de ese año, en ningún otro llegó a 18, y en 1963, 1965 y 1966 no alcanzó a 17 Estudio económico de América Latina 1967, p.5, cuadro 4). Si se saca de ahí un país como Venezuela, el coeficiente bajaría a menos del 15, y si se saca México, bajaría mucho más, lo que quiere decir que la mayor parte de los países tienen un coeficiente de inversión interna bruta totalmente inadecuado.

La producción por persona

Esos datos que se han dado se refieren a los países; al trasladarse a cada una de las personas que viven en la América Latina nos hallamos, como es claro, con la misma situación. Los organismos internacionales que dirigen los planes para lograr el desarrollo de la América Latina —Comisión Internacional de la Alianza para el Progreso (CIAP), Comisión Económica para la América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL)— habían calculado que nuestros países necesitan aumentar su producción año tras año a no menos de 2,5 por ciento per cápita, lo que quiere decir por habitante, y que si no se alcanza ese nivel será muy difícil que nuestros pueblos progresen. La producción per cápita de un país se sabe dividiendo el PNB de ese país por el número de sus habitantes, y como esa operación se hace cada año, cada año puede sacarse en claro cuál es el producto por persona, y de acuerdo con lo que establecieron los organismos internacionales, por cada 100 dólares de producción per cápita o por persona debe haber cada año un crecimiento de 2 dólares 50 centavos en relación al año anterior.

En los años de 1950 a 1955 se había alcanzado un crecimiento de 2,2 por ciento del producto bruto por persona, pero de 1955 a 1960 se bajó a 1,8 y de 1960 a 1965 se bajó a 1,7. Los especialistas partidarios de la Alianza para el Progreso, y especialmente los norteamericanos, se alborozaron mucho en 1962 porque en 1961 se había subido a 2,4, pero sucedió que en 1962 hubo un descenso violento, que llevó el crecimiento a menos de 1 por ciento —a 80 centavos de dólar por cada 100 dólares de la producción por persona de 1961—, y la situación se agravó en 1963, cuando se bajó a menos de 0,5, es decir, a 99 dólares con 50 centavos por cada 100 dólares de la producción por persona en 1962.Otra vez volvieron a saltar de alegría los especialistas en 1965, porque en 1964 se había subido a 3,3, un nivel que no se había alcanzado en quince años, pero en 1965 se volvió a descender a 2,4 y en 1966 a 1,1; en 1967 se llegó a 1,5 (Estudio económico de América Latina 1967, p.1, cuadro 1), y los datos preliminares de la OEA para 1963 indican que en 1968 hubo 13 países que no llegaron al 2,5, entre ellos Venezuela, que sólo llegó al 1,9; Uruguay, que aumentó 1,8; Chile, 1,3, y Perú que apenas alcanzó el 0,1, esto es, 10 centavos de dólar por cada 100 dólares de la producción por persona de 1967 (Comercio exterior, ya citado). Todos esos números quieren decir que en los siete años que habían corrido de 1961 a 1967, en vez de alcanzar el 2,5 por ciento anual de aumento en el producto bruto por persona que se considera indispensable para el progreso de la América Latina se había logrado nada más un promedio de 1,6, y con ese promedio no puede asegurarse el avance, pero tampoco puede asegurarse ni siquiera la estabilidad de la situación actual.  Los mismos centros internacionales que dirigen la política del desarrollo de nuestros países esperaban que la producción per cápita sería de 410 dólares al terminar el año de 1967, y según una información fechada en Washington en abril de 1969, en 1968 se llegó nada más a 385 dólares (El Caribe, Santo Domingo, 22 de abril de 1969, p.1). En un folleto mimeografiado (América Latina, indicadores socio-económicos seleccionados, abril de 1968), el Banco Interamericano de Desarrollo, que es una de las instituciones que tienen más responsabilidades en la tarea de dirigir y acelerar el desarrollo de los países latinoamericanos, estimaba que la población de la América Latina sería de 242 millones 941 mil al final de 1967, sin incluir a Cuba, Barbados, Jamaica y Guayana; que en esa población había sólo 6 médicos y 31 camas de hospitales por cada 10 mil personas; que sólo es económicamente activa la tercera parte de la población, sin incluir ni a Haití ni a Paraguay; que por cada 100 dólares que producía en 1966 cada persona económicamente activa en los Estados Unidos, el latinoamericano también económicamente activo producía sólo 14,5; que en la mayoría de nuestros países —en 170 millones de personas no se alcanza a ingerir el mínimo de 2.550 calorías que se consideran indispensables para mantener funcionando el organismo humano; que nuestro consumo de energía eléctrica era sólo de 409 kilovatios hora por habitante en 1965. En Notas sobre la economía y el desarrollo de América Latina, publicación preparada por los Servicios Informativos de la CEPAL, Nº 7, de noviembre 30, 1968, se afirma que alrededor del 40 por ciento de la mano de obra latinoamericana se encuentra actualmente —es decir, en 1968— en condiciones de subempleo, y que esas condiciones —que van desde una desocupación parcial hasta el desempleo total— afectan a cerca de 100 millones de latinoamericanos. Ahora bien, de pronto todas esas proporciones aparecieron incorrectas, pues un cable de la Associated Press (ver “Población Latinoamericana se eleva a 276 Millones”, Listín Diario, Santo Domingo, 23 de abril de 1969, p.11), sin dar con claridad la fuente, informaba que “América Latina, acelerando su explosión demográfica, ha elevado a 276 millones el número de sus habitantes”. Y eso, que de acuerdo con el Director General de la Oficina Sanitaria Panamericana, otro organismo oficial, “de cada 100 personas que fallecen en América Latina 45 son niños menores de cinco años” (ver “Informan Promedio Muerte Infantil”, El Nacional, Santo Domingo, 22 de abril de 1969, cable de la AP). Según León Rozitchner (Moral burguesa y revolución, Argentina, Ediciones Proeyon, 1969, p.9, nota), en 1963 “En enfermedades provocadas por la desnutrición. Al cabo de 10 años hay 20 millones de niños muertos... que es el mismo número de muertos que produjo la Segunda Guerra Mundial”.

En los datos que se han dado se encuentran juntos los que se refieren a los países ricos y los que se refieren a los países pobres, y también los que se refieren a las gentes ricas y los que se refieren a las gentes pobres. Hay cinco países latinoamericanos que tienen una producción anual superior a los 500 dólares por persona, y esos pueden ser considerados entre nosotros como ricos; son Argentina, con 24 millones de habitantes; Chile, con 9 millones 600 mil; Panamá, con algo más de 1 millón 300 mil; Uruguay, con algo más de 2 millones 800 mil, y Venezuela, que a fines de 1967 llegó a 10 millones 400 mil. Esos países suman un poco más de 47 millones de personas. Tenemos dos países que producen más de 400 y menos de 500 dólares anuales por persona; son México, que alcanzó a fines de 1967 los 49 millones, y Costa Rica, que llegó a 1 millón 700 mil. Quedan entonces unos 178 millones cuya producción por persona no llega a 1 dólar por día. La República Dominicana, Honduras, El Salvador, Ecuador, Paraguay, por ejemplo, no alcanzan a 300 y Haití ni siquiera a 100. Ahora bien,  ¿cómo se distribuye esa producción? ¿Qué proporción le toca a cada latinoamericano?

Según Raúl Presbich, una verdadera autoridad en la materia, se distribuye así: de cada 100 dólares que producimos, 5 personas de cada 100 se quedan con 6 dólares cada una y a las 95 restantes les corresponden sólo 73 centavos por cabeza.

¿Cuál es el resultado de esa situación en la vida de la gran mayoría de los latinoamericanos?

Podemos verlo en el aspecto de la vivienda. Galo Plaza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), dijo en un discurso pronunciado en New Orleans a fines de 1968 las siguientes palabras: “En la actualidad, las ciudades latinoamericanas deberían estar construyendo un millón de nuevas viviendas al año, y para 1975 el ritmo de construcciones de viviendas debería ser de 1 millón 800 mil...al año. Sin embargo se está iniciando la construcción de sólo 400 mil viviendas al año”. Y agregó: “Aparte de las deficiencias del programa de viviendas, están surgiendo otras mayores todos los años en materia de abastecimientos de agua, servicios comerciales, de gas, electricidad, alcantarillado, transportes, escuelas y hospitales”. Al reproducir esas palabras, la Carta Semanal que edita el Equipo de Información de la Alianza para el Progreso, Unión Panamericana, semana del 9 de diciembre de 1968, decía que “entre 1968 y 1980 será necesario destinar 80 mil millones de dólares para dar albergue y ofrecer los servicios necesarios a la creciente población de la América Latina”.

¿De dónde van a salir esos 80 mil millones de dólares, sólo para viviendas urbanas y servicios, es decir, agua, electricidad, gas, alcantarillado, calles, transportes, escuelas y hospitales?

Eso significa más de 6 mil millones de dólares al año, o lo que es lo mismo, más de 500 millones de dólares mensuales durante trece años. Seis mil millones de dólares por año equivalen a la tercera parte de las inversiones brutas de toda la América Latina en 1967, que alcanzó a 18 mil 68 millones. ¿Van a salir tantos dólares de la Alianza para el Progreso, que en siete años proporcionó sólo 5 mil 800 millones y aun de esa asuma cobró 4 mil 543 millones en capital e intereses en esos mismos siete años?



martes, 19 de diciembre de 2017

Los orígenes de la desigualdad

La Desigualdad

Los orígenes de la desigualdad

En 1754, hace más de 250 años, y veintidós años antes que Adam Smith publicara La riqueza de las naciones, la Academia de Dijon lanzó una osada pregunta y ofreció un premio para quien se atreviera a responderla: ¿Cuál es el origen de la desigualdad entre los hombres? ¿Es acaso la consecuencia de una ley natural?


El filósofo francés Jean Jacques Rousseau se interesó por el tema y en respuesta escribió su obra Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. En ella, Rousseau sostiene que la desigualdad social y política no es natural, que no deriva de una voluntad divina y que tampoco es una consecuencia de la desigualdad natural entre los hombres. Por el contrario, su origen es el resultado de la propiedad privada y de los abusos de aquellos que se apropian para sí de la riqueza del mundo y de los beneficios privados que derivan de esa apropiación. Ya en esa época, buscar respuestas a la desigualdad social era un tema central para las ciencias sociales. Y eso que en aquel tiempo la desigualdad social era mucho más reducida.

Es un siglo más tarde, con el creciente proceso de industrialización, que comienza a crearse una diferencia importante en los niveles de ingreso, cuya relación, a nivel de ingreso medio entre los países “pobres” y los países “ricos” llegó, a principios del siglo XX una proporción de 1 a 4, para pasar a principios de este siglo a una proporción de 1 a 30.

Ahora sabemos que hay más de 3 mil millones de pobres en el mundo (casi el 50% de la población) y que la mitad de ellos vive en la miseria. La medición de la desigualdad social nunca fue un tema prioritario a lo largo de todo el siglo XX. Ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional, ni la ONU ni la FAO mostraron interés en el tema. Este fenómeno, sin embargo, se ha acrecentado con la actual crisis económica, dando cuenta que los más pobres y los más débiles son las principales víctimas de estas crisis generadas por la codicia y el despilfarro de unos pocos. 

No hace mucho que sabemos que la distribución de la riqueza es aún más desigual que la distribucipón de los ingresos. El 90% de la riqueza neta mundial está concentrado en Estados Unidos, Europa, Japón y Australia. Estados Unidos, con un 5% de la población mundial consume el 50% de toda la producción del mundo, mientras que India, con el 15% de la población mundial consume el 1% de la producción mundial. La diferencia es de 150 veces!.

La brecha entre ricos y pobres se ha multiplicado en los últimos 30 años, justamente por seguir las recetas del FMI y aceptar a ojos cerrados las premisas del modelo Neoliberal. Este sistema tiene la particularidad de aumentar la brecha incluso al interior de los propios países al generar nueva pobreza, y el caso más emblemático es justamente Estados Unidos, cuya linea de pobreza llega al 30% de la población.

La actual crisis ha instalado nuevamente este tema en el debate y una de las posibles soluciones keynesianas que se apliquen para paliar la grave coyuntura es elevar en forma escalonada el salario mínimo. Junto a esto habrá que destinar líneas de crédito especiales a los seguros de desempleo pues una caída mayor en la demanda puede hacer que se cumpla la nueva profecía de Robert Shiller de que la crisis puede correr por años.

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Este artículo fue publicado en febrero de 2008



El Coeficiente de Gini


El ideólogo fascista italiano Corrado Gini (1884-1965), autor de Las bases científicas del fascismo (1927), introdujo el Coeficiente de Gini para medir la desigualdad en los ingresos y en la riqueza de quienes conforman una sociedad. El coeficiente de Gini es un número que oscila entre 0 (cero), cero desigualdad o igualitarismo absoluto: todos reciben una parte igual de la torta, y 1: desigualdad absoluta, solo uno se lleva toda la torta. En términos porcentuales, 1 equivale a 100% de desigualdad, y 0 a 0% de desigualdad distributiva.

Según el Informe de Desarrollo Humano (2006) el Coeficiente de Gini de Namibia es 0,707 (situación de máxima desigualdad), el de Brasil 0,571; el de Chile 0,557; el de México 0,546; el de Argentina 0,542; el de Venezuela 0,471; el de China 0,447, el de Estados Unidos 0,445; el de Rusia 0,391; el de Portugal 0,385; el de Italia 0,36; el de Francia 0,327; el de España 0,325; el de Alemania 0,283; el de Suecia 0,25; el de Japón 0,249 y, el más bajo, el de Dinamarca 0,245 (situación de máximo reparto igualitario). Según la gráfica, las zonas que tienen colores verdes (hemisferio norte y Australia) tienen un reparto más igualitario mientras que a medida que los colores se intensifican: naranja, rojo, burdeo, la distribución se hace más desigual.

Cabe destacar que a nivel global Chile encabeza la lista de los países en desarrollo en términos de desigualdad, inmediatamente tras Brasil, aunque aquí hay una acotación importante que hacer.

El Coeficiente de Gini mide los términos distributivos globales sin separar a lo que corresponde a población urbana y población rutal. Este dato es muy valioso a considerar porque no se puede comparar un país como China que tiene un 60% de la población rural, con un país como EEUU que tiene menos de 10% de población rural. En este sentido cuando se hace la comparación sin tomar en cuenta la otra variable confundimos peras con manzanas.

Es lo que ocurre en el caso de Chile y Brasil. Chile tiene más de un 80% de población urbana mientras Brasil no llega al 60%. Si se tomaran en cuenta estos factores, la relación cambiaría fuertemente en perjuicio de Chile, haciéndolo encabezar las listas de inequidad, desigualdad y mala distribución del ingreso del mundo.

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Este artículo fue publicado en marzo de 2008

lunes, 18 de diciembre de 2017

Otro clavo en el ataúd: La hegemonía de EEUU sobre el mundo en declive


Febrero de 2018. Irán entra a formar parte de la Unión Económica Euroasiática (UEE), de la que forman parte Rusia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Armenia. No, no es ciencia-ficción, es lo que se acaba de aprobar en Sochi esta semana que termina. Es el final de la Doctrina Brzezinski, eso de crear un caos en Asia Central para solidificar ad aeternum la hegemonía de EEUU sobre el mundo. Es otro clavo en el ataúd de la hegemonía occidental y su monomanía de sanciones y más sanciones pensando que el mundo sigue siendo tan plano como cuando ellos lo dominaron.




Rusia está proporcionando los clavos y las estructuras para que cada país vaya dando sus propios martillazos. Está empujando sin tanta contención como los chinos y lo hace porque el tiempo corre a su favor.

Nunca habrá que agradecer tanto a Occidente sus guerras como la que lanzó contra Siria en 2011. La intervención rusa, a instancias del gobierno sirio, ha supuesto un terremoto del que una y otra vez vemos secuelas que están reconfigurando el mundo. Rusia ha solidificado su alianza con Irán, ha acercado -peligrosamente para la OTAN y EEUU- a Turquía a su terreno y ha logrado casi lo imposible, que turcos e iraníes estén hora en unas excelentes relaciones.

La beligerancia occidental con sus constantes sanciones contra todo el mundo que no se doblega a sus intereses es el factor más importante que hay que tener en cuenta a la hora de valorar todos estos movimientos porque obliga a una mayor coordinación de objetivos económicos y de política exterior entre los agredidos. Rusia y China se convierten, gracias a la patológica estupidez occidental, en los grandes polos de atracción para estos países.

Eso es lo que intentó evitar Obama cuando aceptó, a regañadientes, el acuerdo nuclear con Irán. Trump ha recorrido exactamente el camino contrario. ¡Bien hecho!, el mundo es ahora mucho más claro y cada vez con mayores garantías de ser más seguro. Porque el mundo es seguro a medida que decrece la hegemonía occidental, injerencista e imperialista hasta la náusea.

¿Por qué hablo de Siria? Porque Siria ha puesto de relieve que EEUU cada vez tiene menos que decir (y ese zombi que es la UE, mucho menos) y que se acerca mucho (junto con ese zombi que es la UE) a la incompetencia tanto militar como diplomática. Es Rusia quien ha derrotado al llamado Estado Islámico, es Rusia la que ha establecido nuevos parámetros para la paz en ese país (como acaba de reconocer el enviado de la ONU al certificar el fracaso, otra vez, de las nunca realizadas Conversaciones de Ginebra) y quien con su apuesta por Astaná marca el calendario y ha logrado fortalecer un nuevo triángulo estratégico (Rusia-Irán-Turquía) que está dejando fuera de juego al tradicional EEUU-Israel-Arabia Saudita.

La entrada de Irán en la UEE abrirá de par en par la puerta para el ingreso de nuevos miembros. Turquía acaba de pedir, también en Sochi, el estatuto de observador. Tayikistán y Uzbekistán son observadores. Pakistán se lo está pensando y Molvadia, Siria y Turkmenistán han presentado a sus parlamentos iniciativas para la adhesión "en el futuro". En el caso de Siria este futuro está muy próximo, tras la victoria en la guerra aunque aún queden flecos de violencia con diferente importancia.

China ha propuesto una Zona de Libre Comercio entre ella y la UEE y ya hay un acuerdo, suscrito el 13 de diciembre, entre Rusia y China y que establece que el marco idóneo de ello será la Organización de Cooperación de Shanghái. Eso supone que hay dos instrumentos, la UEE y la Nueva Ruta de la Seda, que se complementan mutuamente y que dejan fuera de juego a Occidente porque, por si fuese poco, tiene la cobertura político-militar de la OCS

Sólo quedan los BRICS, también en fase de expansión, para cerrar el círculo que aprisionará a Occidente. La nueva sobre los BRICS es que su banco, el Nuevo Banco de Desarrollo, está estudiando "un panorama amplio de proyectos a financiar en Asia" en un claro desafío al Banco Asiático de Desarrollo hegemonizado por EEUU y Japón. Ni qué decir tiene que son Rusia y China quienes están detrás de ello.

Sumad a todo esto el anuncio oficial de que el gasoducto Corriente Turca (Turk Stream) ha terminado su recorrido por tierras rusas (y por el Mar Negro) y ya se está comenzando a construir en territorio turco, que Irán acaba de anunciar una ampliación del gasoducto con Pakistán y que este país, como he dicho, se está pensando pedir su ingreso en la UEE.

Con el ingreso de Irán la UEE rompe el comercio de gas a nivel mundial. Si ahora produce el 21% del gas natural del mundo y el 15% del petróleo, la entrada de Irán va a colocar a la UEE en un lugar preferente y de referencia para el resto del mundo. Si se tiene en cuenta, además, que China y Rusia han firmado un memorando de entendimiento para la compra de petróleo en moneda propia u oro (el petroyuan) el impacto a nivel global va a ser enorme y a nivel interno iraní va a suponer una menor dependencia de la importación de gasolina refinada puesto que la paradoja de Irán es que es un gran productor de petróleo pero tiene muchas dificultades para su refinamiento.

No por casualidad, al mismo tiempo que se anuncia todo esto Gazprom, la empresa rusa controlada por el Estado que monopoliza el gas, dice que su producción ha aumentado el 13% este año. Pregunta tonta, de las mías: ¿qué país ha sido el causante de este aumento con su consumo de gas? ¿no se os ocurre? Pues China.

La Asociación Gran Eurasia está en marcha y cambia radicalmente las reglas del juego, puesto que en la reunión de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN) del 11 de noviembre varias naciones expresaron su interés en establecer Tratados de Libre Comercio con la UEE. Vietnam ya ha dado el paso.


Esto es lo que está en marcha (y el mapa ya es antiguo puesto que este verano pasado India y Pakistán fueron admitidos como miembros de pleno derecho de la OCS y es más que probable que el año que viene lo sea Irán). Id sumando y seguid con los sueños, cada vez más estúpidos, sobre la hegemonía Occidental.


El Lince

jueves, 14 de diciembre de 2017

Crisis en Venezuela: ¿humanitaria o de credibilidad de la oposición?



Los medios hablan de “crisis humanitaria” en Venezuela. Lo desmentía Alfred de Zayas, experto de Naciones Unidas sobre la Promoción de un Orden Internacional Democrático y Equitativo: "No me gustan las exageraciones, crisis humanitarias existen en países de África y Medio Oriente. En Venezuela hay escasez de alimentos y medicinas, pero no una situación de emergencia". Espacio "Contratuit", por Cubainformación TV.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Raúl Torres le canta a Fidel

“Laureles y Olivos”, una nueva canción de Raúl Torres para Fidel (+ Video)




Raúl Torres en el Teatro Mella, sábado 18 de noviembre, concierto “Todo mi universo”. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Los grados de Comandante en el uniforme verde olivo, “el rombo con sus ramitas”, impresionaron al Raúl que creció en un solar matancero. Al trovador que escribió una nueva canción para Fidel, su símbolo de victoria y paz.

“Cuando niño viví en una ciudadela, y cada vez que pasaba un avión por el patio todos los pequeños salíamos a gritar: ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! Ese fue mi primer contacto con él. Luego empecé a fijarme en el rombo, sus colores rojo y negro, con la estrella en el centro, los laureles y los olivos”, cuenta Raúl Torres en exclusiva a Cubadebate.

“Las ramitas” llamaron tanto la atención del pequeño que no tardó en preguntar el significado de los grados del Comandante en Jefe a sus padres. “Me explicaron de qué se trataba, cómo se los había ganado. Después me enteré cómo eran bordados, y me pareció un símbolo tan único y bello, que entendí que solo Fidel era el hombre digno de llevarlos sobre sus hombros”, dice el trovador.

Raúl asegura que, luego de la desaparición física del Comandante en Jefe, la imagen que despertó su curiosidad en la niñez volvió a él, “justo a un año de su ausencia, como dice la canción en uno de los versos. En horas de la madrugada, siete días atrás escribí esta suerte de poesía”, confiesa el cantautor.


A un año de ausencia, “mi viejo”

tu llama en el pecho es tan fuerte

que creo que soy una suerte de voz

con clara directriz.

Veré cómo crecen tus nietos,

les contaré tus historias, tus retos.

Pero me resulta difícil

contarles sin tu imagen tan pura

esculpida por manos, ternura,

en los parques al lado de Martí.

Contarles cómo el zambrán ceñía los sueños

Cómo tu gorra es un astro del cielo.

Laureles y Olivos, la nueva canción de Raúl Torres dedicada a Fidel, ahora está en las manos del magistral músico César López, sus arreglos y el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, serán el broche de oro para el tema que el pasado sábado 19 de noviembre, estremeció a los asistentes al concierto Todo mi universo, en el Teatro Mella, en La Habana.

“Hasta ese momento era un poema musicalizado, que sorprendió tanto al público como a mí. Vibramos todos y hasta tuve que contenerme para poder terminar de cantar”, relata el músico cubano, quien en aquella ocasión lo interpretó a guitarra limpia.

Raúl Torres habla de un Fidel infinito: “La estatura de Fidel no tiene forma de medirse. Por eso digo que su gorra es un astro del cielo”. A la vez, el poeta llama al líder, al estadista, como “mi viejo”, revela a un Fidel tan cercano y entrañable como la lírica que defiende.

“Los cubanos somos así, cariñosamente le decimos a nuestro padre, ‘mi viejo’, un calificativo muy familiar. Yo soy eso también, escribo porque tuve la suerte de tener un barrio, que también me enseñó a escribir, a admirar la sabiduría de los hombres y venerar sus aportes a la vida”, confiesa.

Para el autor de Cabalgando con Fidel, la canción que fue himno en los días más sobrecogedores del luto de un país, no hay intelecto capaz de resumir en versos la dimensión de quien asaltó la Historia, “de reflejar hasta dónde llegó la obra de Fidel, por todas las cosas que se preocupó, cuánto abarcó nuestro líder histórico. Tenía un espíritu y un alma muy fuera de lo común”, asevera.

“Pero mi más entrañable Fidel es el Fidel preocupado por la Humanidad, el Fidel enérgico cuando había que ser enérgico y el Fidel que estaba en África, en Asia, en América Latina, él llegaba hasta donde se le necesitara, donde había enfermos estaba y está su mano. Ese es mi ejemplo y quiero que sea el de mi hijo también”, revela.

Raúl dice que sus versos llegados en una madrugada reciente, son un canto “a la ausencia física de un familiar que hemos tenido en nuestra casa, que lo hemos visto y sentido todos los días como alguien muy cercano, como un padre, que no está físicamente para enseñarnos a ser mejores seres humanos cada día. Ahora no está físicamente, pero sí en nuestros corazones y en nuestra acción, porque ahí también tenemos que tenerlo”, afirma el padre de Fidel Camilo, el pequeño que más alegrías le ha regalado en el último año.

El trovador comenta sobre muertes que son nacimientos y despedidas que son reencuentros, de la mañana que llegó ante la roca donde reposa el Comandante: “Aquel día conversé con él, pero no quisiera revelar nuestro encuentro…, no pudiera. Fue un momento de tristeza y entrega. Elevadísimo espiritualmente”, dice y se reserva los pensamientos.

Lo que no esconde Raúl Torres es su vocación y su fe en el hombre que llevaba sobre los hombros, laureles y olivos bordados, símbolos de victoria y paz: “Me llena tanto de orgullo que me llamen fidelista. Lo digo sin ningún problema: ¡Soy fidelista! Soy fidelista con mucho orgullo e intentaré imitarlo tanto como pueda”.

Raúl Torres. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Concierto de Raúl Torres en el Teatro Mella, sábado 18 de noviembre de 2017. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
En video, la nueva canción de Raúl Torres dedicada a Fidel

https://www.youtube.com/watch?v=er_XmH90bN8&feature=youtu.be

Maceo, el titan de bronce, momento al de caer abatido en combate


“El que sea cubano y tenga valor, que me siga”


Monumento a Antonio Maceo en la plaza que lleva su nombre en Santiago de Cuba. Foto: Archivo.

Hacia el otoño de 1896, se habían agudizado las contradicciones entre el gobierno de la República en Armas y el general en jefe del Ejército Mambí, Máximo Gómez. La petulancia de Rafael M. Portuondo Tamayo, secretario interino de la Guerra, llevó el conflicto hasta un punto de no retorno y Gómez convocó a Maceo para encontrarse en Las Villas. Llevaba una determinación: renunciar.

Con impasible indiferencia el gobierno observaba el sacrificio en Pinar del Río, sin socorros ni otro auxilio que su propio esfuerzo; pero Maceo no daba tregua al general Valeriano Weyler ni margen a Estados Unidos, que acechaba a la sombra, a la espera de que se debilitara el empuje revolucionario. En el segundo semestre, el Titán de Bronce había conseguido reactivar la campaña tras los desembarcos de Leyte Vidal, con 200 fusiles y 300 000 cartuchos, y Juan Rius Rivera, con 920 fusiles, 450 000 cartuchos y un cañón neumático. Entre los expedicionarios se hallaba Panchito Gómez Toro, el hijo de Gómez que Martí llevó consigo en su viaje a Costa Rica, aquel que con apenas 14 años de edad impresionó al Apóstol durante su estancia en La Reforma por su profunda vocación bolivariana y sentido quijotesco de la justicia. Tenía 20 años. Maceo lo abrazó como a un hijo.

El 2 de noviembre, Maceo recibió la nota de Gómez. Dos cartas de Eusebio Hernández y el coronel Juan Masó Parra, le permitieron comprender la gravedad de la situación. No podía creerlo. Preocupado, acudió de inmediato al llamado del Generalísimo pese a que su permanencia en Pinar del Río resultaba vital.

Para trasladarse a Las Villas, en repetidas ocasiones intentó atravesar la trocha Mariel-Majana, de 32 km de largo. En uno de los intentos cayó desplomado del caballo; poco tiempo después abrió los ojos. “Dijo que había sido un vahído, y se lo achacó a la humedad de la noche y a que había dormitado unos minutos después de haber chupado una caña. Alguien ha especulado que el motivo fue un sueño premonitorio en el que había visto a su esposa cubierta por un velo y a todos sus hermanos muertos en la guerra”[1].

Consiguió un bote para cruzar por la boca del Mariel con 20 compañeros, el 4 de diciembre. Dejó atrás su escolta y 150 hombres que lo acompañaron hasta la trocha. Hosco y taciturno, prosiguió por aquella ruta incierta. Nunca le pareció una noche tan corta, ni imaginó que del otro lado lo esperaba el comandante Francisco Cirujeda, jefe del batallón no. 7 de San Quintín, quien operaba entre Punta Brava y el Camino a Vueltabajo, en los límites con el Mariel: “Acaban de asegurarme que Maceo intenta pasar solo por la trocha inmediata a Mariel […]” —había notificado el 1ro de diciembre Cirujeda a su superioridad [2].

Sobre las 9:00 a.m. del 7 de diciembre de 1896, Maceo llegó a la finca de San Pedro de Punta Brava, en Bauta, donde lo aguardaban unos quinientos habaneros. Llegó enfermo y con fiebre. Desde su hamaca puntualizó un plan dirigido a atacar Marianao y otros suburbios capitalinos. Sobre las 2:55 p.m. fueron sorprendidos. A las voces de “¡Fuego, fuego en San Pedro!”, se sucedió una nutrida balacera que provocó desorden total en el campamento. Encolerizado, Maceo trató de incorporarse de la hamaca y, al no poder hacerlo, pidió a su ayudante que le tendiera la mano. Ante la confusión observada pidió un corneta para ordenar el toque a degüello y levantar la moral combativa. No apareció ninguno. Demoró 10 minutos en vestirse y ensilló su caballo, tal y como acostumbraba a hacer en vísperas de un combate.

La fuerza enemiga se parapetó tras unas cercas de piedra que dominaban el área con su fusilería. Maceo decidió realizar un movimiento envolvente por ambos flancos para desalojarlos del parapeto y batirlos en el potrero aledaño. Se interponía una cerca de alambres y comenzaron a picarla. La maniobra fue descubierta y un aguacero de proyectiles no les dejó terminar la faena. Al inclinarse sobre su caballo, una bala impactó sobre el lado derecho del rostro de Maceo y le seccionó la carótida junto al mentón. Un chorro de sangre brotó por la herida y manchó su chamarreta; se mantuvo dos o tres segundos erguido, soltó las bridas, se le desprendió el machete y se desplomó.

Se acercaron el general de división Pedro Díaz Molina, oficial de máxima graduación en San Pedro, después del Titán de Bronce; el brigadier José Miró Argenter, jefe del Estado Mayor del 6to cuerpo; los coroneles Máximo Zertucha, médico del lugarteniente general; Alberto Nodarse Bacallao, su ayudante de campo durante la invasión, y el comandante Juan Manuel Sánchez Amat, jefe de la escolta del Cuartel General, quien al verlo desmoronado sostuvo su cuerpo exánime y le preguntó consternado: “¿Qué le pasa, general?”.

No respondió. Había perdido el habla y estaba pálido, sin sangre en el rostro; la condición mortal de la herida segó su vida en apenas un minuto. Miró Argenter salió impulsado del lugar, sin mirar atrás, ignorando los gritos de Zertucha que le pedía ayuda para cargar el cadáver. Tras unos segundos de incertidumbre, el galeno tomó la misma decisión y se retiró asustado, desmoralizado. Tres días más tarde, se acogería al indulto español; luego solicitaría reincorporarse a la contienda. Pedro Díaz igualmente se marchó; los tres con el mismo argumento: iban por refuerzos que nunca llegaron.

Muerte de Maceo, pintura de Armando García Menocal.

Alberto Nodarse, ingeniero, arquitecto de profesión y experimentado agrónomo, que había recibido ya siete heridas de bala, lideró junto a Juan Manuel Sánchez la resistencia que plantó la escolta del Cuartel General a campo descubierto para tratar de retirar el cadáver que pesaba 209 libras. Sus movimientos atrajeron el fuego español y el lugar se convirtió en un infierno. Después de gran esfuerzo, lo montaron en un caballo que fue fusilado enel campo enemigo. Sánchez trajo el suyo e intentaron alzar el cuerpo de Maceo; pero una descarga cerrada hizo impacto en las dos rodillas del bravo comandante y fue neutralizado. Bañado en sangre por la copiosa hemorragia provocada por dos proyectiles que le fracturaron el húmero y las costillas, Nodarse tuvo que desistir, ya casi desfallecido. Agotados todos los recursos tras más de dos horas de combate, se hizo insostenible la posición; los últimos mambises se retiraron gravemente heridos.

Al conocer la tragedia, Panchito, con un brazo en cabestrillo acudió —según expresó— “…a morir al lado del general” [3].

Caía la tarde, cuando en medio del clima de abatimiento y confusión reinante, el teniente coronel Juan Delgado —joven de Bejucal que se unió al contingente invasor a las órdenes de Gómez y ascendió hasta mandar el regimiento de Caballería de Santiago de las Vegas—le preguntó qué hacer al coronel Ricardo Sartorio Leal, jefe de la brigada Oeste de La Habana: “Delgado, los generales se han marchado, nuestra responsabilidad ha cesado” —fue la respuesta que recibió. Indignado y resuelto, el habanero arengó a los presentes: “Es una vergüenza para las fuerzas cubanas que los españoles se lleven el cadáver del general Maceo, sin hacer nada por rescatarlo. Prefiero la muerte antes de que el general Máximo Gómez sepa que estando yo aquí, los españoles se han llevado el cadáver del general. El que sea cubano y tenga valor, que me siga” [4].

Dieciocho valientes, entre ellos Ricardo Sartorio, quien acompañaba a Maceo desde Mangos de Baraguá, y el coronel Alberto Rodríguez Acosta, joven matancero que mandaba el regimiento de infantería de la brigada Oeste de La Habana, se sumaron a Delgado en la hombrada de rescatar de territorio enemigo al Titán de Bronce y a Panchito. Fue tan fuerte su embestida, que la guerrilla que despojaba a sus cadáveres de las pertenencias, abandonó el lugar sin imaginar la prenda que dejaban. Esa noche los insurrectos lavaron los cuerpos de los dos héroes y los velaron. Decidieron esconderlos en la finca Cacahual, propiedad de Pedro Pérez, tío del teniente coronel Juan Delgado.

Cabalgaron toda la noche. Sobre las 4:00 a.m. llegaron a Santiago de las Vegas. Delgado llamó a la puerta. Creyendo que eran los españoles, Pedro Pérez abrió con cierto temor. En voz baja, con los dos cadáveres depositados sobre la yerba, su sobrino le dio la encomienda: “Aquí te entrego estos dos cadáveres. Ellos son Antonio Maceo y el hijo de Máximo Gómez. Entiérralos secretamente antes de que llegue el día y no digas a nadie dónde están hasta que no se termine la guerra; entonces, si Cuba es libre, lo comunicas al presidente de la República, si no, al general Máximo Gómez” [5].

Pedro Pérez cumplió su promesa y guardó el secreto con celo extraordinario, aún en medio de las penurias que debió sufrir durante la reconcentración.

Paradójicamente, Pedro Díaz tuvo la bochornosa actitud de aceptar el ascenso al grado de mayor general que —a propuesta de José Miró Argenter, quien tergiversó los hechos— Gómez aceptó conferirle “…como gracia especialísima y por el hecho de haber rescatado con valor heroico […] el cadáver del ilustre Lugarteniente General Antonio Maceo” [6].

Fue un golpe terrible. Entre 1895 y 1896, habían muerto seis de los jefes más valiosos y radicales de la revolución: José Martí, Guillermón Moncada, Flor Crombet, Francisco Borrero, José Maceo y Serafín Sánchez. Para cerrar este año fatal perecían el lugarteniente general y, muy poco después, José María Aguirre. Varios de los nuevos cuadros, en algunos casos de probada competencia militar, estuvieron muy por debajo de la entereza y proyecciones ideológicas demandadas para la construcción de una patria nueva o, peor aún, distantes del sufrimiento y la miseria del pueblo humilde del que se nutrieron las filas del Ejército Mambí.

“José Miguel Gómez, Mario García Menocal, Gerardo Machado o José de Jesús Monteagudo, que demostraron su capacidad militar en la revolución, fueron el reverso ideológico de Antonio y José Maceo, Crombet, Moncada, Borrero, Sánchez y Aguirre. Sin ellos al general en jefe le esperaba una tarea de titanes: expulsar a España de Cuba” [7].

Gómez quedó destrozado. Al efecto ultrajante de la actitud del Consejo de Gobierno, se sumaba la muerte de Panchito y de su viejo compañero. Y aquel viejo soldado con el pellejo curtido por tanta pelea; de pronto, comenzó a llorar. “Otra gran desgracia, la más terrible que podía caer sobre mí. Cuánta verdad expresó el que tuvo la ocurrencia de decir: ‘Nunca los males vienen solos’” —registró el 16 de diciembre en su diario. Y el 28, en la intimidad de su hamaca, vertió su dolor: “¡Triste, muy triste, más que triste desgraciado ha sido para mí el año 96! Me deja acongojado y maltrecho. […] hoy, en este día, en estos instantes, siento en mi alma la más honda pena y casi me siento abrumado por una pesadumbre que hago esfuerzo por soportar” [8].
Notas:

[1] Leal, Eusebio: Legado y memoria, Ediciones Boloña, La Habana, 2009.
[2] Pérez, Francisco: La guerra en La Habana. Desde enero de 1896 hasta el combate de San Pedro, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976.
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Gómez, Bernardo: “La tumba de Maceo y Panchito Gómez Toro: un secreto bien guardado”, Carteles, vol. XVIII, no. 41, La Habana, 9 de octubre de 1932.
[6] Llaverías, Joaquín y Emeterio Santovenia (compiladores): Actas de las Asambleas de Representantes y del Consejo de Gobierno durante la Guerra de Independencia (1896-1897), Academia de la Historia de Cuba, La Habana, 1930.
[7] Torres-Cuevas, Eduardo y Oscar Loyola Vega: Historia de Cuba (1492-1898). Formación y liberación de la nación, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002.
[8] Gómez Báez, Máximo: Diario de campaña (1868-1899), Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968.


(Tomado de La Jiribilla)

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