Enrique Ubieta Gómez
¿Qué es noticia?, ¿qué no lo es? No soy ingenuo, pero me gusta dejarme llevar por esa enorme ola de palabras e imágenes equívocas que reproducen las trasnacionales. Surfeo sobre ellas, hasta que caigo, y apenas salvo una idea o dos. La ola se desvanece, el agua se escurre entre mis dedos. Quiero saber, ¿qué ha sucedido que sea realmente importante en los últimos días?
Las noticias van y vienen como aviones en un aeropuerto. La elección del emperador más poderoso de la historia nos entretuvo, mientras proseguían la subversión y los preparativos de guerra en el Medio Oriente, que desconocen o manipulan a los verdaderos ofendidos; dos partidos —dos maneras, dos rostros, dos sonrisas para defender el imperio, que a veces se parecen, se confunden, y más allá de la retórica, se ponen de acuerdo—, se disputaron el escaño, y en ello invirtieron de conjunto más de 6 mil millones de dólares.
La “democracia” tiene dos “vistosas” puestas en escena: las elecciones presidenciales y la guerra. Durante las invasiones, las trazas lumínicas de los cohetes teledirigidos que caen sobre la ciudad de turno —muy parecidas a las de los fuegos artificiales de las fiestas electorales—, pueden verse en vivo gracias a las trasnacionales de televisión.
La guerra y la política, hoy, son puestas en escena. Bush con un pavo de atrezzo en un portaaviones, rodeado de marines que no han ganado guerra alguna. Obama en Oslo, sonriente, recibiendo el Premio Nobel de una Paz que descartaba en el propio discurso de recepción. Unos días antes de las elecciones imperiales, Hugo Chávez —contra el que se fraguaron intentos de asesinato, golpes de estado y golpes petroleros, todo en balde—, el nuevo Espartaco, líder de la revuelta latinoamericana, había sido ratificado nuevamente como presidente, de forma irreprochable, según las normas burguesas de elección. Y miraba los toros desde la barra. En la otra esquina del mundo, el Partido Comunista Chino acordaba en su Congreso el reemplazo de la mitad de su fuerza dirigente y elegía a los nuevos líderes de la segunda economía mundial, que en unos años probablemente se convertirá en la primera.
Las trasnacionales de la noticia, que son las de los negocios, se acercaban al suceso con interés y temor: si bien Bill Gates (dicen que) ha dicho que China es “la esperanza del capitalismo mundial”, los buenos burgueses no lo creen. Pero las abejas vuelan hacia donde está la miel, y las trasnacionales —también, las que abastecen el mercado de las noticias— hacia donde está el dinero.
Alguien exclama: no me interesa la política, la vida es mucho más que eso. Y se regocija al saber que el astro Lionel Messi, el futbolista argentino del club barcelonés, es papá. La buena nueva es retuiteada con fervor, con furor, y se convierte en la más compartida del día. Claro que el muchacho es bueno en la cancha, pero el regodeo mediático en la paternidad tiene más que ver con su imagen, es decir, con su capacidad para vender productos. La revista Forbesubicaba ya en el 2010 a Messi como el futbolista que más dinero ganaba en el mundo, mientras que este año, el Portal Terra deshumanizaba su tiempo, y calculaba el “valor” de los segundos, las horas, y los días de su vida, como se tasa el valor de cada corte de carne de res: “comencemos por recordar que sus ganancias llegan a los 32 millones de dólares al año, lo que significa que al mes recibe 2.6 millones de dólares. Si entramos un poco más en detalle, el argentino percibe 615.000 dólares a la semana, 87.000 dólares por día y 3.663 dólares por hora. Esto nos lleva a concluir que la cifra llega a unos magníficos 61 dólares por minuto y a un sorprendente dólar por segundo.
” René González, un hombre valiente que dedicó muchos años de su vida a salvar la de otros seres humanos, que renunció al indulto que implicaba la simulación de un arrepentimiento imposible cuando fue condenado por combatir el terrorismo que el imperio que “combate” el terrorismo promueve, o la traición a los suyos, es abuelo. No puede ver por ahora al recién nacido, ni a su hija, no es libre del todo. Todavía siguen presos sus cuatro compañeros antiterroristas: Gerardo, Tony, Fernando y Ramón. Los medios empresariales no dedican ni una línea ni una lágrima al asunto, a pesar de que da para una telenovela. Pocos se enteran.
David Petraeus, hombre “recto” y respetado, general estadounidense de cuatro estrellas, fue jefe de las tropas invasoras en Afganistán y en Irak y hasta hace unos días, director de la CIA. Una mujer lo seduce, como Eva a Adán. Pero son otros los tiempos: la Eva moderna estudió en Harvard y en West Point y es su biógrafa. Conoce muchos secretos. El más prestigioso militar de los EE.UU. renuncia. Los indicios desbordan los límites de la alcoba. ¿Es posible que una mujer se adentre en la vida privada y profesional del director de la CIA, sin que los mecanismos de seguridad la detecten y rechacen? El sistema deja correr muchas versiones discretamente verosímiles, entre las que pasa agazapada la verdad, para que no la encontremos. Petraeus, jefe militar de un ejército de ocupación genocida, nunca será mal recordado por ello. Un serial de televisión, por cierto, nos cuenta la vida de un carismático narcotraficante colombiano. Pablo Escobar —bien encarnado por el actor Andrés Parra—, un hombre pobre que amasa una enorme fortuna; utilizado, rechazado y temido por la aristocracia colombiana de "sangre azul", simpático, encantador cuando se lo propone, infantil y sumiso frente a su madre, buen esposo y padre en los cánones del machismo latino, es también un asesino despiadado y enfermizo, capaz de traicionar a los suyos. Pero, ¿era Escobar el hombre más buscado de Colombia? En varias ocasiones el personaje se declara "de izquierdas", y aunque el televidente no lo crea —Escobar fue uno de los fundadores del paramilitarismo en Colombia—, la serie lanza un manto de confusión sobre todos los actores de aquella guerra. El hombre más buscado durante décadas fue en realidad el comandante Marulanda, de las FARC, que exigía reforma agraria y justicia social. Se trata de un serial de ficción, pero si las noticias tienen puestas en escena y se construyen, ¿qué diferencia hace? En estos días, la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país conversan en La Habana. La noticia se asoma apenas, como una niña tímida. Ojalá que los colombianos puedan esta vez alcanzar una paz duradera.
Un huracán despistado se precipita verticalmente desde el mar Caribe hasta Nueva York. Sandy sorprende a los santiagueros y a los neoyorkinos, poco acostumbrados a esos caprichos meteorológicos. Nueva York gana en el mano a mano informativo con Santiago, naturalmente, pero alguien distribuye fotos falsas de tiburones que nadan por el metro de la ciudad o catastrofistas, del día final, sobre la Estatua de la Libertad, y los que pierden sus casas, y los que nunca tuvieron una en la Babel moderna, desaparecen de los partes. Paradójicamente, un Festival Internacional de Ballet reúne en La Habana a estrellas neoyorkinas y cubanas, a teatro lleno, como es tradición en la Isla.
La muerte acecha. A veces de forma absurda, insultante: un niño de diez años que recibe un disparo en la cabeza, de frente, a un metro de distancia apenas, en un cine de la Ciudad de México, mientras mira una película junto a su padre. El asesino, resguardado por la oscuridad y el sonido de la proyección, es un desconocido que decidió matar a otro desconocido, sin causa aparente. Dennis Awner en cambio se quitó la vida felina que llevaba, en su casa de Nevada. Ex militar, había querido transformarse en tigre. Para ello se tatuó el rostro y el cuerpo, y se introdujo implantes en las mejillas y en la frente, dividió su labio superior en dos mitades, y se afiló los dientes. Trepaba a los árboles y comía carne cruda. Lo llamaban Catman y a veces también, Stalking Cat. Pero hay suicidios que nos emplazan en nuestra condición humana. Los desahuciados de sus hogares en España empiezan a practicarlo. Y este 14 de noviembre, miles, decenas de miles de hombres y mujeres de toda Europa se declararon en huelga y fueron salvajemente reprimidos. Las fotos muestran algunos rostros ensangrentados; un niño catalán llora, mientras la sangre brota de su cabeza. No es Cuba, donde jamás ocurren esas cosas; los titulares se apagarán mañana, y no se convocará al Consejo de Seguridad de la ONU de forma extraordinaria, que acaba de negarse a condenar a Israel por bombardear el territorio de Gaza. Nos dicen las noticias de gabinete que el socialismo fracasó, cuando en realidad es el capitalismo (y un socialismo que no lo superó) el que se hunde. Y en vísperas de la huelga, 188 estados miembros de la ONU aprobaron una resolución de condena al bloqueo estadounidense contra la isla de Cuba. La noticia pasó rápida, fugaz, en las televisoras trasnacionales, que habían destacado antes el nombramiento de Yoani Sánchez como vicepresidenta regional de la Sociedad Interamericana de Prensa, una bloguera construida para la subversión interna, que ya acumula en premios concertados más de medio millón de dólares. ¿Qué es noticia?, ¿qué no lo es? Creo que ella conoce bien la respuesta que las trasnacionales esperan.
Publicado por La Jiribilla
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