El General Zorrilla Ozuna, Presidente del Partido Cívico Renovador en el Panteón de la Patria acompañado de la señora Arlettes Fernandez viuda del coronel de la Patria y soldado de la libertad Tomas Fernandez Dominguez y del General Lachapel, héroe de la guerra patria.
“... y aquí estoy, respondiendo con la frente en alto,
el honor multiplicado y
la vergüenza como estandarte.
Que me juzguen la
Historia y la República”*
Rafael Tomás Fernández
Domínguez
.
Coronel del Ejército Nacional ha sido considerado como el inspirador militar de
la insurrección armada que estalló el 24 de abril de 1965 contra el Triunvirato
que gobernaba el país, presidido en ese momento por Donald Reíd Cabral. La
revuelta tenía el propósito de reponer el derrocado gobierno del Profesor Juan
Bosch Gaviño, derrocado el 25 de septiembre de 1963 restableciendo con ello la
constitucionalidad perdida. Esta revuelta produjo la intervención de tropas
norteamericanas.
Nació el 18 de septiembre
de 1934 en la sección Damajuana, municipio de Esperanza. Fueron sus padres el
General Ludovino Fernández Malagón y Gloria Erminda Domínguez Cruz. Se graduó
de Bachiller en Ciencias Físicas y Matemáticas el 27 de diciembre de 1952 e
ingresó en la Universidad de Santo Domingo para cursar la carrera de
ingeniería, interrumpiendo estos estudios para integrarse como soldado al
Ejército Nacional.
Participando como Cadete
en la Academia Militar se gradúa, al concluir estudios realizados entre 1954 y
1956, de Bachiller en Ciencias Militares. El 22 de diciembre de ese mismo año
contrae nupcias con la señora Alma Arlette Fernández, comenzando una familia
que se enriqueció con la llegada de cinco hijos.
Algo más tarde pasó a la
Fuerza Aérea Dominicana y allí se distinguió obteniendo las mejores
calificaciones en los estudios militares que realizara. En febrero de 1957 se
traslada a Fort Clayton en la Zona del Canal de Panamá para tomar un curso
militar.
Ya con el rango de
Capitán, en 1961 desempeñó el cargo de Jefe de la Base Aérea de San Isidro. El
18 de enero de 1962, ostentando el rango de Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana
(FAD), liberó a los miembros del Consejo de Estado, detenidos en el Club de
Oficiales de esa institución por órdenes del ex general Pedro Rafael Ramón
Rodríguez Echavarría, quien fue depuesto ese mismo día, después de intentar sin
éxito un golpe de estado.
Fernández Domínguez fue
ascendido entonces a Teniente Coronel, y nombrado Sub-jefe de la Fuerza Aérea.
Algún tiempo después es trasladado al Ejército Nacional y enviado en noviembre
de 1962 a Fort Gulick en Panamá para participar en un curso de Comando y Estado
Mayor. Obtuvo el segundo lugar entre los 31 militares de América Latina y los
Estados Unidos de Norteamérica que participaron.
Tanto el traslado como el
viaje a Panamá se debieron a discrepancias con sus superiores a quienes
señalaba como transgresores de los reglamentos militares. Se opuso a que le
fuera concedido el rango de general a Luis Amiama Tió y a Antonio Imbert
Barreras, participantes y sobrevivientes en el asesinato del dictador Rafael
Leonidas Trujillo Molina, por considerar que tales designaciones constituían
una violación a las normas militares.
En Junio de 1963 realiza
otro curso de Instrucción de Infantería Avanzada. Ese mismo año recibe el
nombramiento como Director de la Academia Militar "Batalla de Las
Carreras" de la Fuerza Aérea Dominicana.
Al ser depuesto el
gobierno constitucional del Prof. Juan Bosch, el Coronel Fernández Domínguez
intentó organizar un movimiento de resistencia militar que de momento no pudo
materializar. El 23 de octubre de ese mismo año y en lo que puede ser
considerado prácticamente como una deportación, fue nombrado por el Triunvirato
gobernante como Agregado Militar en España. Desde el exterior escribió
repetidas veces a sus compañeros de armas exhortándoles a continuar con los
preparativos del contragolpe.
En diciembre de 1964
logró un permiso para entrar al país por tres días y aunque estaba
continuamente vigilado, logró establecer contactos con los simpatizantes del
movimiento conspirativo contra el Triunvirato, al cual y por invitación suya,
se incorporó el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Al concluir los tres días
de su permiso le hacen nuevamente abandonar el país, esta vez enviado como Agregado
Militar en Chile. El Coronel Fernández Domínguez estaba convencido de lo
importante para la causa que era la conservación de su rango militar, razón por
la cual aceptó tales nombramientos, según se desprende de sus propias palabras,
contenidas en una carta fechada 22 de marzo de 1965 que enviara desde Santiago
de Chile a uno de los oficiales de su grupo: "Respecto a mi posición
dentro del Ejército, estoy firme y definitivamente convencido que no debo
abandonarla, aún sea bajo la más fuerte de las presiones, ya que es la única
forma en que hoy, mañana o algún día podré -en una u otra forma- cooperar en la
reestructuración definitiva de las FFAA dominicanas."
Sobre la importancia
histórica del movimiento que lideraba, y por no haber tenido éxito en un intento
de materializarlo, el Coronel Fernández Domínguez escribió el 21 de abril de
1964 "La historia de la República Dominicana no se ha escrito aún... y
tengo la firme convicción de que nuestro abortado movimiento será un capítulo
de esa historia... La problemática dominicana es bien clara, todo descansará
dentro de poco tiempo en la joven oficialía, la cual deberá ser reconquistada
por nosotros, por todos los medios."
En Chile recibió la
noticia del derrocamiento del Triunvirato por el movimiento armado del 24 de
abril de 1965 e inmediatamente tomó un avión vía Puerto Rico para regresar al
país aunque no pudo entrar a la República Dominicana porque el aeropuerto se
encontraba cerrado por tropas que se oponían al movimiento insurreccional.
El Coronel Fernández
Domínguez, que había sido nombrado Ministro de Interior y Policía en el
Gabinete designado por el Gobierno Constitucionalista presidido por el Coronel
Francisco Alberto Caamaño Deñó, logró entrar al país, después de varios
intentos el día 14 de mayo de 1965 mientras se realizaban negociaciones entre
el gobierno encabezado por Caamaño y los representantes de las fuerzas
norteamericanas que habían invadido el país.
Tomó posesión de su cargo
pero cinco días más tarde, el 19 de mayo de 1965 murió durante un encuentro con
tropas norteamericanas mientras dirigía un asalto al Palacio Nacional, ocupado
por tropas del Gobierno de Reconstrucción Nacional encabezado por el General
Antonio Imbert Barreras, que se oponía a Caamaño Deñó. El Coronel Fernández
Domínguez, muerto a los 30 años de edad, se encuentra sepultado en el
cementerio de Santiago de los Caballeros.
Sólo unos días antes de
su muerte había escrito: "Sabemos que este movimiento tiene una alta
categoría histórica; que él marcará una época en nuestro país, siempre
traicionado y siempre esclavizado; sabemos que con nosotros no sólo se
levantará la voluntad democrática del pueblo dominicano sino también la fe de
muchos pueblos de América que tienen en su corazón un altar para los luchadores
de la libertad.
Y porque sabemos todo
eso, terminaremos la lucha con el mismo sentido del honor con que la empezamos
y con el alma satisfecha de los que sirven a la Patria y, en consecuencia,
sirven a su pueblo. Aquel que de nosotros caiga en la lucha, no caerá; se elevará
al respeto de todos los dominicanos; aquel de los que luchan contra nosotros
que no comprenda a tiempo su error, ese caerá para siempre del amor del pueblo
y será perseguido por la historia."
El Presidente Bosch
inspecciona las maniobras militares dirigidas
por el coronel Fernández Domínguez. Junio 1963
________________________________________
SU ÚLTIMA CARTA
Para su esposa Arlette
Fernández
Mayo del 65, Río Piedras,
Puerto Rico.
Adorada Letty:
Imagino lo desesperada
que estás por venir y espero en Dios puedas resolver todo pronto para que
puedas estar aquí en esta semana.
Te estoy haciendo esta
carta porque es posible que cuando llegues yo no esté aquí, ya que hay una
posibilidad de poder entrar a mi Patria y quiero decirte y pedirte muchas
cosas. Espero que así sea, ya que no soporto más la situación en que me
encuentro; mientras mis compañeros y mi pueblo, luchan y mueren, yo estoy aquí,
como un idiota perfecto, después de luchar tanto y sufrir inmensamente en este
odiado exilio; yo, que estaba llamado a responsabilizarme y dirigir el
movimiento, tengo la desgracia de tener que contemplar desde lejos cómo matan
cobardemente a los míos y no puedo ayudarlos, no puedo hacer nada; esto me
tiene destrozado y creo que mi desesperación me volverá loco; lo que siento
sólo es comparado a lo que sentí cuando murieron mi papá e Ivonne; bueno, tú
sabes como he aprendido a amar a mi Patria y ahora no puedo hacer nada por
salvarla.
Esto es terrible para mí,
sólo Dios sabe lo que siento cuando hablo por teléfono con los muchachos y me
doy cuenta de que no puedo estar a su lado. Por eso Letty, aunque sé que es una
muerte segura, me voy como sea; he agotado todos los recursos imaginables para
poder entrar pero ha sido imposible.
Imagínate, he pasado días enteros entre montes y cañaverales, y tratando de
entrar en bote ya que en avioneta nadie puede ni se prestan con razón a
entrarme; esta vez es seguro, pues hay un hombre muy responsable que se ofrece
a llevarme y estoy listo para partir.
Estoy consciente del
peligro pero, tú sabes que lo más sagrado para mí es el deber y hoy debo
cumplirlo nada menos que con mi patria y mi pueblo. Me siento dichoso de que
Dios me brinde la oportunidad de cumplirlo como soldado.
Si me pasa algo, sé que
vas a sufrir mucho y tú y mis hijos pasarán trabajo. No les dejo siquiera una
casa pero, cuando te veas muy apurada recuerda que esto es más que nada porque
fui honrado y tengo mis manos inmaculadas y esto debe servirte de orgullo e
incentivo para luchar; sé que eres valiente y no me defraudarás.
Además, recuerda lo que
tanto te he dicho. Todos tenemos nuestro destino marcado y si el mío es morir
por mi patria, es el destino más maravilloso que hombre alguno pueda tener y la
felicidad que yo sentiría es algo inexplicable. Yo tengo el privilegio de haber
aprendido a amar a mi pueblo y a mi patria de esta forma que sólo yo sé, de
haber tratado de superarme a mí mismo y tratar de llegar a ser “UN HOMBRE”. Tú
sabes como he luchado contra las tentaciones de la vida para hacer que en mi
mente y en mi corazón aniden siempre y en todos los momentos de mi vida, la
vergüenza, la honradez, la justicia, el amor y el patriotismo. Tú sabes todo
esto, mi vida, por eso, si caigo por defender y cumplir con estos sagrados
principios, por mis ideales que tanto he tratado de que sean verdaderamente
puros, tú y mis hijos deben sentirse orgullosos, porque yo, desde donde esté,
me sentiré muy feliz.
Al leer esta carta sé que
te pondrás muy triste, pues sé lo que me quieres y lo sensible que eres, pero
necesito desahogarme pues sufro mucho y estoy muy desencantado.
Por la prensa y la radio
te habrás enterado de que los norteamericanos nos tildan de comunistas, esto no
es más que un pretexto para aniquilarnos y con ello al pueblo que hoy lucha por
reconquistar sus derechos, pues ellos muy bien que saben cómo somos y la razón
y pureza de nuestros ideales, pero son malos, despreciables y traidores,
cobardes animales que no saben con todo su poderío, de dignidad y honor, sólo
les interesa el vil metal, lo demás para ellos no vale nada. Pero el valor y
patriotismo de nuestro pueblo es algo que no se puede decir con palabras, y no
podrán; antes, tenderán una alfombra de cadáveres sobre Santo Domingo y, aún
cuando nos pisoteen, seremos más grandes y dignos que ellos.
Dentro de mi
desesperación, siento un orgullo tremendo pues mis compañeros de armas, aquel
grupo que yo elegí por su seriedad y vergüenza, ha dado muestras de un valor y
patriotismo encomiable,
¿te acuerdas lo que decía de Francis,* Lachapelle, ** y Quiroz?, *** no me
equivoqué. También siento gran satisfacción porque aunque no luchamos
precisamente por un hombre y un partido, he comprobado que el Señor Presidente
es un gran hombre y de mucho valor, ya que esto no se demuestra sólo peleando;
además, lo que más admiro
en él es su nobleza e inteligencia porque ha sabido salvar vidas y no sólo de
revolucionarios. Veo que los dominicanos no se equivocaron cuando lo eligieron.
Si me pasa algo, ocúpense
tú y Celeste de cuidar mucho a mamá para que no vuelva a enfermar; bueno Letty,
ya verás que no me pasa nada, los hombres tan idealistas como yo no mueren muy
fácilmente, pero por si acaso, tengo algo que pedirte y encomendarte. En nombre
de ese amor que nos tenemos, tienes que luchar con todos los medios a tu
alcance para hacer de mis hijos hombres dignos y de vergüenza, honrados y
valientes (sé que tú lo eres) porque si yo no puedo llegar a hacer por mi
pueblo todo lo que pienso, entonces ellos tendrán que hacerlo, son mi aporte a
la patria que venero, la única herencia que les dejo, a ti y a Ella; los
varones, sean o no militares, tienen que luchar y morir si es necesario por
verla libre y nuestro pueblo feliz y lo que es más, que den su vida, si es que
tienen que hacerlo, llenos de felicidad; en resumen, incúlcales mis ideales, y
entonces, como dice aquél escrito que puse en un cuadro en casa: NO
HABRE VIVIDO EN VANO.
Ojalá traigas el dinero
de la venta del carro, pues el que traje lo gasté en equipos para mi viaje y
también se lo he dado a algunos amigos que han venido. Cómprale ropa a los
niños y me le pagas cien pesos que le cogí prestados a mamá.
Me voy Letty, pero en
esta carta te dejo mi corazón y mi alma. Miles de besos a los niños, cuídense
mucho y que Dios los bendiga.
Te adora
Tu Rafa.
Los cinco hijos del matrimonio. 1964
Tomado del Blog: Historia Patria Dominicana
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