RED VOLTAIRE
El gobierno del nuevo primer ministro libanés, Hassan Diab, proclamó un toque de queda y la adopción de medidas sanitarias drásticas para luchar contra la epidemia de coronavirus en un país donde prácticamente todas las instalaciones sanitarias pertenecen al sector privado y los partidos confesionales libaneses proestadounidenses acusan al Hezbollah de ser culpable de la llegada de la epidemia al Líbano desde Irán.
En ese contexto, el Hezbollah ha decidido espontáneamente hacerse cargo de la salud pública en el sur del Líbano, región donde la población es mayoritariamente de confesión chiita. El Hezbollah dispone allí de sus propios hospitales, considerados entre los mejores del Medio Oriente, y anunció la movilización de 1 500 médicos, 3 000 enfermeros y socorristas y 5 000 cuadros sanitarios y de servicios. El Hezbollah está trabajando además en la desinfección de las ciudades y se encarga de proporcionar a la población la información sobre las medidas necesarias ante la epidemia.
La demostrada competencia del Hezbollah en materia de salud pública le ha valido en numerosas ocasiones verse asignar el ministerio de Salud, cartera actualmente en manos del profesor Hamad Hassan.
En sus contactos con la población, el Hezbollah recuerda que antes tuvo que asumir el papel del Estado frente al agresor israelí para defender a todos los libaneses y señala que hoy asume nuevamente ese papel en la defensa de los libaneses ante la epidemia de coronavirus.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue acusando al Hezbollah de ser una organización terrorista, respalda la agresión israelí contra el Líbano y no aporta ningún tipo de ayuda al país en la lucha contra la epidemia.
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