MORAL Y LUCES

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lunes, 25 de junio de 2018

La organización fortalece, la desorganización debilita


La mayoría de los autores coincide en definir organización como el proceso de planear, organizar, dirigir y controlar para lograr objetivos preestablecidos. 

podemos decir que organización consiste en determinar qué tareas hay que hacer, quién las hace, cómo se agrupan, quién rinde cuentas a quién y dónde se toman las decisiones para el logro de los objetivos organizacionales los cuales implica definir: 

1. Dirección hacia objetivos, 

2. Participación de personas, 

3. Empleo de técnicas y 

4. Compromiso con la organización. 

El profesor Juan Bosch a la organización, a la organización política sobre todo, le daba una importancia capital: “La organización fortalece, la desorganización debilita”. En una de sus frecuentes significaciones sobre el tema organización no pudo ser más entendible como la que a continuación presentamos. 

Bosch: la organización. 

Nosotros mismos somos huesos, nervios, músculos, sangre y algunas otras cosas unidos por la organización; y si nuestro cuerpo no estuviera perfectamente organizado no podríamos movernos, hablar, comer, mirar, pensar. 

Seguramente muchos de ustedes se habrán preguntado por qué una cosa tan chiquita como un motor de un carro puede tener tanta fuerza que es capaz de llevar varios hombres de un sitio a otro lejano en poco tiempo; pues bien, el motor tiene fuerza porque es materia organizada, acero, que es un derivado del hierro, y otros metales, gasolina, aceite, agua y electricidad, todo eso debidamente organizado. La organización de los metales, la gasolina, el aceite, el agua y la electricidad en eso que llamamos motor de un carro permite que la gasolina que se echa en el tanque sea llevada por una bomba hasta el carburador y de ahí va a los cilindros; al llegar ahí, la gasolina queda incendiada por la chispa de la electricidad que le transmiten las bujías a cada cilindro; al quemarse, la gasolina produce gases que empujan el pistón, y al ser rempujado, el pistón arrastra con él la biela que lo une al eje de cigüeñal, y como los pistones se mueven en tiempos disparejos, o alternos, de manera que mientras algunos de ellos suben los otros bajan, ese movimiento mantiene girando constantemente al cigüeñal, y el cigüeñal le transmite ese movimiento giratorio a la transmisión y ésta se lo transmite al eje cardan, que es el que va de la transmisión al diferencial; del diferencial, mediante un doble juego de engranajes llamado corona, ese movimiento giratorio pasa a las puntas de eje traseras, y de estas a las ruedas de atrás, y al girar las ruedas de atrás, obligan a girar a las de adelante, que no están conectadas con el motor. El agua entra en esa organización porque ella evita que el fuego que produce la gasolina al quemarse caliente los metales más de lo que estos pueden resistir; el aceite entra, porque es un líquido grueso que evita que el roce de las piezas de acero unas con otras, las caliente y las funda; y la grasa es un tipo de aceite más grueso que hace el mismo papel que el aceite. 

Además de esa organización fundamental a que nos hemos referido, el carro tiene otras organizaciones, como es la de la transmisión, que mediante cambios en la velocidad de rotación concentra la fuerza del motor sobre el eje cardan y lo obliga a girar a menos velocidad y con más poder; como es la de los frenos, que paraliza la rotación del eje cardan mediante la paralización de las dos ruedas de atrás, y como es la del mecanismo del guía, que controla los movimientos verticales y laterales de las ruedas delanteras. Gracias a ese juego de organizaciones, el carro tiene más fuerza en primera que en tercera y puede ser parado cuando hace falta aunque el motor siga mandando fuerza al diferencial y puede ser guiado para que avance en la dirección que se desea. 

Bien, todos sabemos que un carro produce fuerza. Pero si un mecánico coge el motor del mejor carro, de uno nuevecito, y lo desarma, y pone la batería, que es el lugar del cual sale la electricidad, a un lado, los pistones en otro lado; la gasolina en un bidón, el aceite en una lata y echa el agua en el suelo, ¿qué pasa? Pues que ese motor deja de producir fuerza; ya no es un productor de fuerza. Ahí están los mismos elementos que antes de que el carro fuera desarmado, cuando estaban juntos y organizados, producían la fuerza que le permitía al carro ir de la Capital a Santiago y llevar varias personas; pero esos elementos ya no producen fuerza. ¿Por qué? Porque lo que estaba organizado quedó desorganizado. Con ese ejemplo podemos darnos cuenta de que así como la organización produce fuerza, la desorganización destruye la fuerza, y como lo contrario de la fuerza es la debilidad, podemos afirmar, pues, que la desorganización produce debilidad. 

En la naturaleza como en la sociedad, no puede haber fuerza si no hay organización, y para ser fuertes, los grupos de seres humanos tienen que organizarse. Así, en la actividad política, lo que da fuerza no es el número; es la organización. 

Un partido puede estar compuesto por infinito número de miembros y de simpatizantes, pero sólo puede ser fuerte si todos sus miembros y sus simpatizantes actúan de manera organizada.

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