MORAL Y LUCES

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sábado, 26 de julio de 2014

El PLD atrapado


Manolo Pichardo
El PLD comenzó a gestarse en las entrañas del PRD; la idea de Juan Bosch era, en principio, transformar al partido blanco en una formación capaz de conducir con éxito al país por el sendero de la prosperidad económica que nos pusiera  en condiciones de construir una sociedad de ciudadanos instruidos, con derechos y deberes; organizada por una generación de hombres fraguada en el estudio y la disciplina para dirigir con eficiencia la edificación de un país rico, no solo en el orden económico, sino en el cultural e incluso espiritual.
Como el proyecto fue rechazado por grupos que no tenían idea de que una organización política, para convertirse en instrumento clave hacia la reorientación social y política de un país, necesita transformar a los transformadores, Bosch creó el PLD y puso en marcha lo que no le aceptaron en el PRD: una organización de vanguardia que colocó a la educación como eje central de las actividades partidarias, consciente de que de ésta dependía el éxito de las demás.
Y fue certero el Profesor. El partido morado comenzó a cambiar la forma de hacer política en el país; la propaganda y las manifestaciones públicas mostraban un orden inédito. La forma incluso en que se debatían los temas políticos, económicos, sociales y hasta filosóficos, dieron un talante distinto al debate público, al debate en pasillo, en los centros académicos y en las calles, donde el ciudadano de a pie, a través de Vanguardia del Pueblo o La Voz del PLD, se involucraba en las discusiones nacionales. Pero llegamos al poder. Y aunque la impronta de la formación partidaria comenzó a estampar sus huellas en la organización de la sociedad desde una administración pública que inició un proceso de modernización del Estado, se descuidó la organización porque el partido de cuadros convertido en uno de masas, abandonó la formación política, cuestión que coincidió con el problema existencial que arropó a las izquierdas tras el derrumbe de las democracias populares.
Los cuadros formados por Bosch estuvieron presentes en el primer gobierno, pero con el tiempo escasearon; muchos fueron a la banca, porque habían sido instruidos para dirigir un proceso de transformaciones que no tenía nada que ver con tener como fin en sí mismo la toma del poder político. Y así se fue creando una maquinaria electoral que puso como eje central el dinero y no el conocimiento que, a decir de Peter Drucker, es más importante que el capital en la sociedad postcapitalista que se construye a nivel planetario.
Ganar sin importar para qué se convirtió en norte, de ahí que el PLD comenzó a llenarse de toda suerte de personajes extraños con habilidades que les permitían “buscar dinero para la campaña”. Y llegaron en masa desplazando a los cuadros de Bosch para ocupar puestos públicos por designación y electivos, y como si fuera poco, se han colado en los puestos de dirección partidaria, incluyendo el órgano de dirección más alto. Una comisión del Congreso, consciente del problema y aprovechando la unificación de las elecciones que dan espacio a los partidos para hacer los cambios que las elecciones separadas no permitían, intentó poner en marcha las míseras reformas aprobadas, pero una campaña interna a destiempo y que irrespeta a la sociedad, la está poniendo en peligro. 

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