MORAL Y LUCES

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domingo, 30 de octubre de 2016

La acelerada pérdida de biodiversidad mundial


El Índice de Planeta Vivo de WWF documenta la acelerada pérdida de biodiversidad mundial
El planeta ha perdido el 58% de sus vertebrados en 40 años



Una tortuga verde, una variedad en peligro en Belice. EFE
En poco más de 40 años, en el periodo que va desde 1970 a 2012, la abundancia de las poblaciones de vertebrados del planeta ha sufrido una merma del 58% como consecuencia, principalmente, de la acción del ser humano. Así se desprende del Índice de Planeta Vivo, un estudio elaborado por la organización internacional WWF que cada dos años hace un diagnóstico de la biodiversidad de la Tierra a través de la recopilación de datos científicos de 14.152 poblaciones de 3.706 especies de mamíferos, aves, peces, anfibios y reptiles de todo el mundo.

El estudio no incluye a todas las especies de vertebrados; de hecho, las analizadas sólo representan aproximadamente un 5% del total, pero sus resultados ofrecen una buena panorámica de la acelerada degradación de la vida en el planeta.

“Algunas poblaciones de vertebrados se han incrementado, otras han disminuido, pero en promedio han bajado”, ha señalado Enrique Segovia, director de Conservación de la ONG. 
En el anterior informe publicado en 2014 y que recopilaba datos hasta 2010, WWF cifró la disminución de vertebrados en el 52%. “Los datos reflejan un declive anual del 2 por ciento en promedio y aún no hay señales de que esta tasa esté disminuyendo”, señala el estudio.

Pero la destrucción no afecta a todos los vertebrados por igual. Depende, en gran parte, del grado en que los sistemas que habitan se vean amenazados. Mientras las especies marinas han disminuido un 36% de media en ese periodo, los terrestres lo han hecho en un 38%. La peor parte, de lejos, es para las poblaciones de vertebrados de agua dulce, como los anfibios, que se han visto reducidas en un 81%.


La principal causa detrás de esta acelerada disminución de vertebrados es la pérdida y degradación de sus hábitats para actividades como la agricultura insostenible, la tala de árboles, el transporte, la construcción, la producción energética y la minería; sumados a otros motivos como la sobreexplotación de especies, la contaminación, las especies invasoras y el cambio climático. 

“Las actividades humanas y la explotación de recursos derivada han aumentado de forma tan drástica, especialmente desde la mitad del siglo XX, que las condiciones ambientales que fomentaron nuestro desarrollo y crecimiento están comenzando a deteriorarse. Es evidente que la superación de los riesgos a escala planetaria será muchísimo más compleja que cualquier otra tarea que hayamos emprendido antes”, señala el informe. 

La organización ha llamado a crear “un nuevo sistema económico” que sea capaz de mantener el capital natural del que disponemos. “Tenemos poco tiempo. Tenemos 30 años para cambiar el rumbo”, ha sentenciado Segovia.

sábado, 29 de octubre de 2016

Duarte: exilio y dominicanidad

Desde el 20 de junio de 1844, en que Juan Pablo Duarte salió hacia el Cibao por instrucciones de la Junta Central Gubernativa, hasta el 10 de septiembre (1844), fecha en que fue expatriado para...

Publicado el: 28 octubre, 2016


e-mail: diomedesnp@gmail.com



Desde el 20 de junio de 1844, en que Juan Pablo Duarte salió hacia el Cibao por instrucciones de la Junta Central Gubernativa, hasta el 10 de septiembre (1844), fecha en que fue expatriado para la lejana Hamburgo, Alemania, ocurrieron los hechos más insólitos: el golpe militar de los trinitarios generó el contra-golpe de Santana y los suyos; el general seibano asumió la presidencia de la Junta Central Gubernativa.

Duarte fue detenido y hecho prisionero en Jamao, Puerto Plata, en la finca de Pedro Eduardo Dubocq, y encerrado en la Fortaleza San Felipe; días después fue trasladado a la Torre del Homenaje, en la Fortaleza Ozama, en Santo Domingo; declarado traidor a la patria, junto a Sánchez y Mella; y el 10 de septiembre, como se dijo, fue deportado hacia Hamburgo, en compañía de Juan Isidro Pérez y los hermanos Félix y Montblanc Richiez, mientras Mella, Sánchez, Pina y otros trinitarios fueron enviados a países distintos.

En vísperas de la Navidad (1844), tras su regreso de Europa llega a Saint Thomas, donde permaneció cuatro meses. Ahí se enteraría, en ocasión del primer aniversario de la independencia, del fusilamiento de María Trinidad Sánchez y Andrés Sánchez, tía y hermano respectivamente de Francisco del Rosario Sánchez.

A principios de abril (1845), se trasladó a Caracas, Venezuela, para reunirse con su madre, Manuela Diez, hermanas y hermanos, entre otros familiares y compañeros, que hacía poco tiempo habían llegado a esa ciudad, a causa de la deportación de que fueron víctimas por el gobierno de Santana.

Así se reunifica la familia Duarte y Diez en Venezuela, específicamente en Caracas. Juan Pablo Duarte se trasladó a zonas del Orinoco y por el río Negro hasta internarse en Brasil, entre otros lugares.

Al enterarse de la anexión a España y el posterior inicio de la guerra por el rescate de la soberanía, mientras residía en Venezuela, Duarte decidió llevar a cabo acciones que le permitieran colaborar con la nueva etapa y viajar al país para sumarse a la lucha en defensa de su amada nación; otra vez se despertaron en él los más apasionados ideales patrios.

Así como en 1844 pidió a sus familiares aportar su herencia para la lucha independentista, ahora en Caracas vendió su casa (1,100 pesos) para favorecer al nuevo proyecto liberador, lo que prácticamente dejó a sus hermanas y hermano “bajo la égida de la Providencia”, como dejó sentado en su Diario. Ya el presidente venezolano, Juan Crisóstomo Falcón, había aportado un mil pesos.

En agosto de 1862 había escrito:
“Los sufrimientos de mis hermanos me eran sumamente sensibles, pero más doloroso me era ver que el fruto de tantos sacrificios, tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia de esa Patria tan cara a mi corazón, y en lugar de aceptar la opulencia que nos degradaba acepté con júbilo la amarga decepción que sabía me aguardaba el día que no se creyeran útiles ni necesarios a particulares mis cortos servicios.”

Muy pronto se conocieron sus movimientos. Cuenta el historiador Orlando Inoa que “A raíz de estas gestiones, el gobernador español en Santo Domingo le escribió al ministro de Ultramar en España, diciéndole que a finales de febrero se encontraba Duarte en Curazao, “arreglando los medios de favorecer con armas y dinero a la facción de esta provincia y aún de ir a incorporarse a ella”.

Poco tiempo después, se embarcaba rumbo a territorio dominicano, en compañía de Manuel Rodríguez Objío, su secretario particular; su hermano Vicente Celestino, el venezolano Candelario Oquendo y Prudencio Diez, su tío. Luego de muchas dificultades, llegó a su patria, a través de Cabo Haitiano, Haití: el 25 de marzo (1864) ingresó por Montecristi, y ya el 28 de ese mes, visitó en Guayubín a Matías Ramón Mella, vice-presidente de la República en Armas, quien se encontraba muy enfermo.
Desde ese lugar, el 28 de marzo, le escribió al Gobierno Provisorio de la Restauración:

Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida que empezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores de la República ha concluido por vender al extranjero la Patria, cuya independencia jurara defender a todo trance, he arrostrado durante veinte años la vida nómada de proscrito, sin que la Providencia tuviese a bien realizar la esperanza, que siempre se albergó en mi alma, de volver un día al seno de mis conciudadanos y consagrar a la defensa de sus derechos políticos cuanto aún me restase de fuerza y vida.

viernes, 28 de octubre de 2016

“La industria alimentaria es una mafia criminal”


El gurú de la gastronomía y la alimentación, Carlo Petrini, puso en la picota pública al monopolio de los alimentos.






Para Carlo Petrini, un alimento debe ser bueno para el que lo consume, limpio con el medio ambiente y justo con el que lo produce. Foto: EFECarlo Petrini es el presidente y fundador de Slow Food, movimiento que busca contrarrestar el vertiginoso mercado de la comida rápida, impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales, combatir la falta de interés general por la nutrición y las consecuencias de las elecciones alimenticias.


Petrini es una autoridad mundial en temas de alimentación y desarrollo de la agricultura tradicional. Este italiano de 63 años profesa el comer como un derecho, se opone a la globalización del gusto y apoya a los pequeños productores agrícolas.

En una serie de charlas por América Latina, Petrini ofreció una conferencia en Bogotá sobre cómo la industria alimentaria mundial es una “industria criminal”.

Petrini creó Slow Food en 1989 en París y fue un proyecto que inició con un interés en la cultura alimentaria y la gastronomía, concepto último que según él, está mal utilizado y mal definido.

“Gastronomía no es solo el arte de producir a través del conocimiento de la comida ni de una estética que pueda transmitir placer. No son solo recetas, recetas y más recetas”, afirma uno de los considerados gurú de la gastronomía y la alimentación.

Para Carlo Petrini, la definición anterior no es más que un 10 ó 15 por ciento de lo que es la gastronomía, “quien piense que es solo eso a lo que se está refieriendo es a una pornografía alimentaria”, asegura.

El hombre, a quien hace pocas semanas le ofrecieron el Ministerio de Agricultura en Italia, presentó una definición más completa y exacta. “Gastronomía es una ciencia compleja y multidisciplinaria que la academia se negó a aceptar durante años. Es holística y cuando hablamos de ella, hablamos de todo lo humano cuando se trata de comer. Es física, química, biología, genética, agricultura, historia, antropología, sociología, identidad cultural y aunque no lo crean economía política”.

El monopolio



Carlo Petrini asegura que quien domina el vientre tiene el poder, las guerras siempre han sido por conquistar tierras y apropiarse de lo que éstas producen. Fue en este punto cuando este experto empezó a revelar cifras y datos sorprendentes.

“El 80 por ciento de las semillas en el mundo pertenecen solo a cinco multinacionales”, señaló el experto, y además aseveró que es tanto el control que las industrias alimentarias tienen sobre la producción agrícola que retó a los colombianos a hacer un experimento. 

Según Petrini, cuando se compran semillas y se siembran en casa, las plantas crecen hermosas y dan frutos que aparentemente se ven perfectos, sin embargo, si alguien intenta sembrar las semillas de esos frutos, ya no crecerá nada, ¿por qué? La respuesta para el italiano es simple: porque a la industria no le conviene que las comunidades tengan control sobre la producción.

Petrini va más lejos y dice con cierta resignación que cuando la industria tenga el control total sobre la producción ya no existirá el campesino, ni el agricultor. Es por eso que insiste en que la vida no puede ser propiedad de unos pocos, de ahí el énfasis que Slow Food hace para que se fortalezcan las producciones locales y así cada comunidad pueda tener “soberanía alimentaria”.

Una mafia peligrosa


“El sistema actual es un sistema criminal porque destruye el medio ambiente, se aprovecha de los insumos locales de las comunidades en pobreza, produce un desperdicio que nunca antes en la historia de la humanidad se había visto, no respeta tradiciones, destruye poblaciones y roba el futuro”, afirma.

Para Petrini la industria también es peligrosa porque está haciendo cada vez más infértiles los suelos y en los últimos 20 años se han usado más químicos que los que se usaron en los 120 años anteriores, es por eso que la tierra está “adicta”.

Como si esto no fuera poco, el presidente de Slow Food reveló que el 76 por ciento del agua en el mundo se usa para la agricultura de manera irracional. El sistema alimentario es injusto para quienes producen, para los campesinos. 

“En 1950, Italia tenía un 50 por ciento de población campesina, hoy es solo el 3 por ciento y la mitad de esta última cifra son personas que ya tienen más de 60 años”.

“Es una mentira que los alimentos ya no contienen suficientes nutrientes y lo que hace el mercado en el caso de la leche, por ejemplo, es cobrarle más al consumidor por un litro con más vitaminas, más por una leche sin lactosa, mientras que los productores siguen recibiendo el mismo dinero inicial. En un futuro no vamos a comer computadores, la gente tiene que despertar, en últimas, tal como estamos, si usted quiere más nutrientes pues cómase la caja tetrapack porque la leche es solo agua”.

Desde 1900 hasta hoy, la humanidad ha perdido el 75 por ciento de su diversidad y la industria de alimentos solo privilegia las especies más fuertes. Petrini recuerda que cuando hubo una plaga que acabó con la especie de papa que se daba en Irlanda, se logró rescatar este alimento porque se utilizaron otras especies, pero si se descuida la diversidad y solo se fortalece la más fuerte, ya no habrá salvación.

El desperdicio es otro punto neurálgico. Actualmente se producen alimentos para 12.000 millones de personas cuando la población es de 7.000 millones. Hay un excedente de 5.000 millones pero 1.000 millones de personas no comen y entre el 45 y 50 por ciento de la producción de alimentos se va a la basura.


Falsas creencias


A Petrini le aterra que otro criterio para elegir la comida sea la estética, “si una zanahoria no se ve simétrica, entonces no se compra, esa es una lógica nazi fascista. Con la comida pasa como con las personas, solo pasan los bonitos”.

Es importante destacar que ahora la población gasta más en adelgazar que en comer. Para Carlo Petrini la ecuación es simple, “mientras más se ahorre en comida, consumiendo hidropónicos y transgénicos, más se gastará en servicios sanitarios y de salud”.

Finalmente, existen cuatro agentes de cambio con los que Slow Food considera importante trabajar: los indígenas, los campesinos, las mujeres y los jóvenes. “La gente que supuestamente está atrás en la escala social, será la que nos rescatará de la catástrofe cuando esta bomba explote”, concluye.

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

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