MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

viernes, 20 de septiembre de 2013

ALGO DE HISTORIA, NECESARIO RECORDAR: JUAN BOSCH, TUTUMPOTES, BALAGUER Y LOS CIVICOS.


El día de mi llegada a Santo Domingo los jóvenes del barrio de Ciudad Nueva se batían con la policía. Esos jóvenes eran catorcistas, comunistas, emepedeístas o no pertenecían a ningún grupo, pero formaban la vanguardia de acción directa de la Unión Cívica, y peleaban contra la policía porque pensaban que la lucha nacional debía llevarse a cabo en el terreno político.

Ninguno de ellos creía que la solución de los problemas debía buscarse en el campo económico y social. En cambio, los jóvenes de los barrios altos, de Gualey y Guachapita, hijos de obreros y de sin trabajo, corrieron a rodear el automóvil en que yo iba —y a empujarlo cuando el motor dejó de funcionar a la altura del Puente Duarte—, mientras gritaban con un ritmo monótono: “Ya llegó Juan Bósch, ya esto se acabó”.

¿Qué era lo que ellos querían que se acabara?

La miseria y la desesperanza a que los tenía sometidos la familia Trujillo.

A los ojos de aquellos que no sabían ver en el fondo de los acontecimientos las fuerzas que los guían, el trujillismo parecía incólume. Pero no era así porque no podía haber trujillismo sin Trujillo.

Sin embargo era tanta la ceguera de los políticos dominicanos, que cuando la tarde de mi llegada y en los días sucesivos dije y repetí que a los Trujillo les quedaban no más de seis semanas de poder —“entre tres y seis semanas”, era mi expresión—, hasta mis compañeros en la dirección del PRD pensaron que yo estaba viendo visiones. Ramfis abandonó el país el 18 de noviembre y el 19, esto es, un mes después de mi llegada a la República Dominicana, comenzó el desfile de sus tíos y familiares hacia el destierro. Yo no había estado viendo visiones.

En las cuatro semanas que pasaron entre mi llegada al país y la salida de los Trujillo, la clase media dominicana vivió en un estado de agitación perpetua; pero la masa popular, y especialmente los barrios pobres de las ciudades, no tomaron parte en ella. 

En suma, Unión Cívica Nacional actuó de tal manera y con tanta persistencia y habilidad, que cuando llegó la hora de la liquidación de la familia Trujillo el odio contra Balaguer había sido inducido en la alta y la mediana clase media y en un sector importante de la pequeña clase media, y el resultado de ese odio era que esos grupos sociales reclamaban un cambio inmediato, pero un cambio de hombres, un cambio superficial. En pocos meses se había pasado del trujillismo al fiallismo, de un caudillaje a otro caudillaje. Se pensaba que los males del país no eran del sistema sino de los hombres, y la clase media tenía la impresión de que al cambiar el hombre Balaguer por otro hombre que fuera cívico, todo cambiaría favorablemente.

La situación era en verdad difícil. Ante el vacío dejado por Ramfis, la conmoción en los cuarteles era inevitable, y nadie sabía —ni aun el doctor Balaguer, que era Presidente de la República— quién saldría de esa conmoción convertido en líder militar; nadie podía saber si ese nuevo líder militar arrasaría con el poder civil, si le entregaría el poder a la UCN, si lo retendría para sí.

Todo era posible, y nos hallábamos prácticamente sin medios para hacer frente a lo que se presentara. Tal vez teníamos ante nosotros la última oportunidad de hacer una revolución; pero las masas no organizan, no dirigen ni desatan revoluciones. Las revoluciones son organizadas y dirigidas por minorías, y en estos años de la América Latina, las revoluciones son iniciadas y dirigidas por la juventud de la clase media.

De esa hora confusa surgió convertido en líder militar el jefe de la base aérea de Santiago, el general Pedro Rafael Rodríguez Echavarría, y Rodríguez Echavarría reconoció como Presidente de la República al doctor Joaquín Balaguer.

La República se había quedado atrás no sólo los treintaiún años de la tiranía, sino muchos más. En varios aspectos  se vivía en pleno siglo XIX, sólo que con los problemas del siglo XX; y según pude alcanzar a comprobar más tarde, había gente que vivía en el siglo XVIII.

El país necesitaba una revolución para situarse por lo menos en el siglo XX; no una revolución a la cubana de Fidel Castro, pero sí una a la cubana de Grau San Martín; una revolución que nos permitiera avanzar en pocos meses siquiera al punto que había alcanzado Venezuela en 1945, hubiera sido casi un sueño.

Rodríguez Echavarría había reconocido a Balaguer como Presidente de la República y eso determinó el enfrentamiento de Unión Cívica con él. A partir del 19 de noviembre de 1961, la UCN dedicaría todas sus fuerzas a derrocar conjuntamente a Balaguer y a Rodríguez Echavarría. 
Rodríguez Echavarría tenía una inclinación franca a la justicia social. No sabía cómo hacerla, pero sentía la necesidad de hacerla. Era tosco y violento, pero no tanto que no pudiera ser conducido en dos puntos: su instinto de justicia social y su sentimiento nacionalista. 

La juventud catorcista se colocó frente a él porque esa juventud seguía la línea política de UCN; sin embargo Rodríguez Echavarría se sentía inclinado al catorcismo. Desde luego, era un típico “guardia”, con todos los resabios de su  profesión. Había iniciado su carrera como guardia raso y por su origen popular era anticívico. Como a toda la masa del Pueblo, el instinto le hacía repudiar a esa casta de “primera” que surgía de entre las ruinas del trujillato queriendo apoderarse de los mandos del país.

A partir del 19 de noviembre la presión para sacar del poder a Balaguer y a Rodríguez Echavarría fue creciendo día a día. La representación norteamericana trabajaba abiertamente en esa dirección. Arturo Morales Carrión, Subsecretario de Estado para la América Latina, pasó a vivir en la Embajada de los Estados Unidos; los doctores Jordi Brossa, Donald Reíd Cabral, Luis Manuel Baquero, y en general los hombres claves en la Unión Cívica, visitaban con tanta frecuencia la Embajada que parecían haberse mudado en ella. 

El Departamento de Estado necesitaba tener bajo control los acontecimientos dominicanos; que en una situación inestable en la que iba envuelta la liquidación de la tiranía más dura que recordaba América, con el ejemplo cubano al costado, Washington no quería darse de buenas a primeras con una revolución salida de cauce; y si la fuerza dominante en el país era Unión Cívica, era lógico que controlando a Unión Cívica, el Departamento de Estado podía sentirse tranquilo. Lo que yo no entendía era que una agrupación dominicana se ciñera fielmente a una política dictada por un poder que tenía sus propios fines, y tenía que tenerlos, independientes de los fines que debían buscar los dominicanos.

Los propósitos norteamericanos podían ser legítimos desde el punto de vista de los intereses norteamericanos. Los Estados Unidos son una gran nación, con influencia mundial y obligaciones mundiales, que estaban pasando en ese año de 1961 por la experiencia de haber perdido una gran batalla política y diplomática en un pequeño país antillano llamado Cuba, y no era el caso de perder otra batalla en la República Dominicana. Pero el interés del Pueblo dominicano no era el de los Estados Unidos, como no era el de Rusia ni el de Cuba  ni el de ningún otro país.

El interés del Pueblo dominicano era hallar por sí mismo la respuesta a su propia angustia, hallar su camino hacia la dignidad, la libertad y el bienestar, y ese camino no íbamos a encontrarlo de la mano de los Estados Unidos ni de nadie que quisiera imponer una fórmula que no salía de las entrañas mismas de nuestro pueblo y de su historia. 

no habia edad limite 111Nosotros (…) —como le dije una noche al doctor Morales Carrión— no íbamos a conspirar para derrocar a Balaguer; nosotros creíamos en el Pueblo, y el Pueblo, la gran masa, no tenía vela en ese entierro.

Los comunistas, los emepedeístas, los catorcistas, tuvieron el primer papel en la huelga que se desató en el mes de diciembre, cuya finalidad era el derrocamiento de Balaguer y de Rodríguez Echavarría. El Pueblo, la gran masa popular, no participó en esa huelga; es más, la repudió. El Pueblo no tenía vela en ese entierro. La huelga se había decidido en una reunión a la que fueron invitados el 14 de Junio y el PRD.  Miolán y yo asistimos en representación de nuestro partido.

Esa misma noche la huelga quedó decretada. Por boca mía, el PRD dijo por radio que no apoyaba la huelga, lo cual le ganó al mismo tiempo la simpatía de las grandes masas de los barrios y del campo y el odio a muerte de los cívicos. 

Pero el Pueblo y nosotros nos entendíamos, hablábamos el mismo lenguaje; nosotros teníamos el oído puesto en su corazón, conocíamos sus anhelos y sus angustias. De la huelga de diciembre salió el Partido fortalecido; al terminar ese mes, nuestras afiliaciones pasaban de ciento veinte mil. En cambio, la huelga marcó el punto en que la masa popular, que hasta entonces se había mostrado indiferente a la propaganda de Unión Cívica, comenzó a ser francamente anti cívica.   

Quiere decir que ya en el mes de diciembre comenzaba a hacer efecto la siembra que estaba haciendo el PRD; más propiamente, puede afirmarse que en ese mes comenzaba el Pueblo dominicano a mostrar su perfil en el fondo de los acontecimientos históricos, y si ese perfil seguía definiéndose llegaría el día en que el Pueblo se levantaría a su tamaño natural y comenzaría entonces a hacer la historia nacional. ¿Cuándo sería ese día? No podíamos saberlo, pero estábamos seguros de que la República tendría su amanecer.

En los siete meses transcurridos desde la muerte de Trujillo hasta el 31 de diciembre de 1961, la historia dominicana avanzaba de prisa; y la historia avanza devorando, creando, destruyendo y construyendo. No en balde es la síntesis del poder creador y destructor de la especie humana.
Al producirse la fuga de los Trujillo el país entró en una etapa abiertamente revolucionaria, pero revolucionaria en cuanto al ambiente, no en hechos. Los militares enviados a cuidar las propiedades de los Trujillo y de los trujillistas que habían huido, entraban a saquearlas y después llamaban al Pueblo para que terminara el saqueo.

 El concepto de autoridad había sido sustituido por un impulso vengativo popular que en el primer momento se satisfacía con la depredación de los bienes de los fugitivos. Por todas partes, en las ciudades principales —y sobre todo en la Capital— y en los campos, se formaban turbas que corrían a saquear propiedades, a llevarse muebles, reses, caballos, puertas, ventanas, a quemar casas y destruir cercas. Guardias y policías fraternizaban con el Pueblo y tomaban su parte en el botín.

Se trataba de la reacción primitiva de unas masas que buscaban sacar algún provecho de la caída del trujillato, y debieron haber encontrado ese provecho en unas cuantas medidas revolucionarias que hubieran podido transformar las estructuras sociales para el beneficio de todo el Pueblo. Las masas buscaban ventajas y las sacaban en muebles y vajillas.  Hasta cierto punto tenían razón, porque ya no podía hacerse una revolución rápida. 

La Unión Cívica había convertido todo el impulso nacional hacia una revolución en un simple movimiento anti trujillista, en una lucha contra lo que  había sido, no contra lo que era. Y ya el trujillismo no era lo que debía combatirse. El trujillismo había sido algo malo, algo que pertenecía al pasado del país. Lo que debía combatirse estaba presente: las estructuras económicas y sociales, atrasadas como en ningún país americano; las violentas desigualdades de todo tipo. La UCN había actuado como el torero que desvía el toro con arrogante habilidad y lo lleva tras la muleta para salvarse él mismo de la cornada mortal.

Detrás de la UCN, hechizados por su prédica, iban los jóvenes de la clase media, los catorcistas y hasta los comunistas, los emepedeístas y hasta los escasos social-cristianos que había por esos días, gritando contra Balaguer y contra Rodríguez Echavarría, pidiendo la salida de uno y de otro del poder, y ninguno de esos jóvenes presentaba un programa al Pueblo, una lista siquiera de las medidas que debería tomar el Gobierno que sustituyera al de Balaguer. Era un espectáculo triste para los que comprendíamos que la última oportunidad de la Revolución Dominicana estaba disipándose, mucho más triste porque ya no había nada que hacer para encauzar a aquel pueblo maliciosamente desviado, para volver en sí a aquellos jóvenes que de manera cándida, creyendo de buena fe que lo que hacían era una revolución, servían con toda su alma los fines de los enemigos de la revolución.

Detrás de la UCN, hechizados por su prédica, iban los jóvenes de la clase media, los catorcistas y hasta los comunistas, los emepedeístas y hasta los escasos social-cristianos que había por esos días, gritando contra Balaguer y contra Rodríguez Echavarría, pidiendo la salida de uno y de otro del poder, y ninguno de esos jóvenes presentaba un programa al Pueblo, una lista siquiera de las medidas que debería tomar el Gobierno que sustituyera al de Balaguer. Era un espectáculo triste para los que comprendíamos que la última oportunidad de la Revolución Dominicana estaba disipándose, mucho más triste porque ya no había nada que hacer para encauzar a aquel pueblo maliciosamente desviado, para volver en sí a aquellos jóvenes que de manera cándida, creyendo de buena fe que lo que hacían era una revolución, servían con toda su alma los fines de los enemigos de la revolución.

el cuarto de hora de radio que usaba el PRD, dije por vez primera una frase que después repetiría a menudo: “El PRD sólo aceptaría el poder de manos del Pueblo”. Estoy seguro de que poca gente se dio cuenta de lo que había en el fondo de esas palabras.

Ya para ese momento la propaganda cívica y catorcista presentando al PRD como un partido trujillista, aliado de Balaguer, era rampante. De las oficinas de UCN salían día tras día docenas de consignas que los jóvenes partidarios de la Unión Cívica iban repitiendo por donde pasaban, y todas eran especies calumniosas destinadas a presentarnos a nosotros, los líderes del PRD, como recibiendo fondos de Balaguer o de los trujillistas perseguidos, como agentes de Ramfis y de Petán.

Los compañeros del Comité Ejecutivo del PRD se alarmaban y me pedían que respondiera a esa campaña a través de la radio. Pero mi posición era otra. Yo creía que la clase media dominicana no tenía comunicación con la masa popular, no conocía su psicología, no sabía qué cosa deseaba el Pueblo, y lo que era peor, no entendía su lenguaje así como el Pueblo no entendía el de la clase media. La clase media, debido a una deformación que trataré de explicar en otra parte, tenía una naturaleza psicológica anormal y no podía vivir sin el alimento cotidiano del chisme; era —y es— una fuente perpetua de chismes; crea y consume chismes. Según dije una vez cuando era Presidente de la República, el chisme es la mayor industria nacional. 

En cambio, el Pueblo, los sin trabajo, los campesinos, los obreros —y una parte de la pequeña clase media— no produce ni consume chismes. Todas esas calumnias que echaban a rodar los hombres de UCN se quedaban en su propio ambiente, pues había una muralla china que separaba a la clase media del Pueblo, y los chismes no lograban saltar esa muralla. Yo hablaba para el Pueblo, y si respondía a los chismes el Pueblo conocería esos chismes a través de mi palabra, lo cual podía ser perjudicial, pues según un viejo proverbio campesino, “no se debe poner a la gente en lo que no está”, es decir, no se debe dar pie para que la gente piense mal de uno. Si yo decía que los cívicos nos acusaban de estar recibiendo dinero de un trujillista, ¿cuánta gente del Pueblo no se preguntaría si sería o no verdad eso?

A mi juicio, pues, la campaña de la UCN contra el PRD se volvería contra sus autores. Lo mejor era dejar que esa campaña recorriera su órbita y volviera, como un boomerang, a los pies de sus creadores. 

Todos esos días eran agitados. Se había desatado la lucha por el poder en un país que no conocía los procedimientos de la lucha política en la democracia; el resentimiento, las pasiones, los odios y las ambiciones se derramaban como una avalancha sobre la tierra dominicana. Los cívicos usaban el prestigio del doctor Fiallo como un escudo y a él mismo lo llevaban y lo traían sin que él acertara a comprender lo que estaban haciendo de él.

La presión sobre Balaguer aumentó a tal punto que aceptó entregar el poder a un equipo de hombres de la UCN, tal y como lo había pedido la UCN con el respaldo del Departamento de Estado. Washington quería un Gobierno colegiado con autoridad para negociar, para recibir préstamos y obligar al Estado; y ese tipo de Gobierno no podía crearse sin una reforma constitucional. Balaguer, pues, envió al Congreso una solicitud de enmienda a la Constitución, y así se creó el Consejo de Estado, de siete miembros, con uno de ellos como Presidente, que debía gobernar hasta el 27 de febrero de 1963 y debía convocar a elecciones para Constituyente a más tardar el 16 de agosto de 1962 y a elecciones presidenciales, de Congreso y de Ayuntamientos a más tardar el 20 de diciembre del mismo año.

Para formar el Consejo de Estado, la UCN escogió cuatro de sus miembros y alguien que no se sabe si fue Balaguer, si fue Rodríguez Echavarría o fue otra autoridad, escogió a los dos supervivientes del complot del 30 de mayo. En total cuatro cívicos y dos que no lo eran, y después de la renuncia de Balaguer se agregaría uno que había entrado en la UCN a título de dirigente del 14 de Junio pero que en diciembre ya no era catorcista sino cívico.

La agitación crecía por horas, y esa agitación desembocó, el 16 de enero, en la muerte de cinco personas en el Parque Independencia. Hostigado por los cívicos, Rodríguez Echavarría envió un tanque de guerra a ese parque para que impidiera actividades de agitación en el local de la Unión Cívica que se hallaba en aquel lugar, y como la multitud no se dispersaba sino que se mostraba agresiva, los tripulantes del tanque dispararon. Rodríguez Echavarría perdió la cabeza, y a la conmoción producida por el desgraciado episodio respondió con un golpe de Estado relampagueante. Balaguer y los miembros del flamante Consejo de Estado fueron presos en Palacio, aunque a Balaguer se le permitió después salir, e inmediatamente Rodríguez Echavarría formó una Junta de Gobierno de tres miembros.
Dos días después, sin embargo, se desató la huelga general que liquidó el golpe de Estado.

Esa huelga fue el acto culminante de una agitación nacional de siete meses, que se inició el 5 de julio con la llegada de los delegados del PRD al país y se mantuvo sin un día de reposo hasta enero de 1962. Todavía a esa altura, la masa popular no había actuado. La masa popular era un espectador del drama dominicano. La entrada en el escenario, en calidad de actor, le estaba vedada por aquellos que decían representar su voluntad.

Trujillo había tenido metida en su puño a la totalidad de los dominicanos. El nombre que él mismo se había hecho dar, y que de manera casi inconsciente usaba todo el mundo para dirigirse a él o para mencionarlo ante otras personas, era el de “jefe”; y él fue el jefe de todos los dominicanos en la más amplia acepción del vocablo.

Las industrias de Trujillo pasaron al Estado, y el Estado es, por esa razón, el más grande empresario industrial del país. La casta de “primera”, y un sector de la alta clase media comercial, profesional y terrateniente, soñaron ser los herederos de Trujillo mediante la adquisición, a través del poder político, de esas empresas, con lo cual hubieran podido convertirse en la burguesía nacional.

La tiranía fue un molde de hierro en tres aspectos: el político, el militar y el económico; pero los dos primeros sólo tenían por objeto garantizar el último. Lo que Trujillo persiguió durante su largo mando fue hacerse rico, convertirse en el hombre más rico del país, y en uno de los más ricos de América; de manera que si en algún terreno aplicó su tiranía a fondo fue en el económico. 

En este aspecto, la República Dominicana no pudo avanzar un paso sino en la medida en que Trujillo lo permitió. Para mal de los dominicanos, el trujillismo acertó a dominar la vida nacional en los años decisivos de su formación económica, social y cultural, los años en que más avanzaron los demás pueblos americanos; y con su dominio impidió en forma drástica que los dominicanos se desenvolvieran según las tendencias del mundo exterior.

La República vivió aislada, y no en términos comparativos sino absolutos. Del país salía el que la tiranía dejaba salir; al país entraba aquél a quien la tiranía dejaba entrar; salían y entraban las noticias y los libros, los hábitos y las ideas que la tiranía permitía. 

La falta de sentido patriótico de la clase media dominicana, en conjunto, es algo desolador. Uno no puede comprenderlo. Yo, por lo menos, no puedo entender que no se ame a la patria como no puedo entender que no se ame a la madre. Me digo que esa ausencia de amor a la propia tierra se debe a su inseguridad, a su insatisfacción, a la angustia en que viven los dominicanos de clase media; pero no lo acepto. Sin amor es imposible hacer algo creador. La gallina, que es considerada como el más cobarde de los animales domésticos, se lanza como una pequeña fiera emplumada sobre el que se acerque demasiado a sus polluelos. El amor hace fuertes a los débiles y valientes a los cobardes. El amor obra milagros.

Causa pena oír a la mayoría de los dominicanos de clase media hablar de su pueblo y causa pesar oírla comentar las crisis nacionales. Para esa gente, el dominicano es haragán, es cobarde, es ladrón; y cuando hay un momento crítico en la vida del país, en los hogares, en las esquinas, en los cafés, unos y otros se preguntan cuándo van “los americanos” a actuar; inventan noticias de que ya llega “la flota”, de que el “Presidente dijo tal cosa o tal otra” —y se refieren no al Presidente de la República Dominicana sino de los Estados Unidos—. 

Durante los treintaiún años de la dominación trujillista, la mayoría de la clase media estuvo esperando que “los americanos” sacaran a Trujillo del poder.  Con las excepciones lógicas, comerciantes, profesionales, militares, sacerdotes, periodistas, hombres y mujeres carecen de dignidad patriótica porque les falta ese ingrediente estabilizador y creador que se llama amor; amor a lo suyo, a su tierra, a su historia, a su destino. En esta última palabra se halla la clave de esa actitud: la clase media dominicana, que vive sin un presente estable, no tiene fe en su destino; no cree en él y por tanto su vida como grupo social no tiene finalidad. Vive perdida en un mar de tribulaciones.

Como consecuencia de esa actitud, los dominicanos medios no han establecido todavía una escala de valores morales; no tienen lealtad a nada, ni a un amigo ni a un partido ni a un principio ni a una idea ni a un gobierno. El único valor importante es el dinero porque con él pueden vivir en el nivel que les pertenece desde el punto de vista social y cultural; y para ganar dinero se desconocen todas las lealtades.

La gran masa popular, que vive en su ambiente social y económico propio, es otra cosa. Las virtudes nacionales están en esa gran masa popular. Ahí están el amor a lo suyo, a su tierra, a su música, a su comida; la lealtad a los amigos, a los partidos, a ciertas ideas simples pero generosas. Esto no significa que no haya una porción de esa masa popular que no sea así.

En todos los casos, los sectores sociales no actúan en bloque, monolíticamente; y así como en la clase media hay un número que ha reaccionado contra su falta de fe, de su carencia de amor al país, así en la masa popular hay uno que actúa como descastado, sin principios, sin más actividad emocional que la primitiva de las bestias: comer, dormir, beber, reproducirse, aunque para ganar el sustento tenga que llegar al crimen, si se le exige el crimen. Ese es el margen social del cual sale el delincuente en toda agrupación humana.

La clase media dominicana era muy pequeña cuando se lanzó a establecer la República en 1844; era todavía pequeña cuando combatió a España en 1863 para restaurar la República. ¿Por qué ahora no tiene fe en su país?  La explicación quizá esté en que durante todo lo que va del siglo XX el Pueblo dominicano ha sido víctima de sus debilidades nacionales en forma verdaderamente impresionante. Comenzó el siglo en medio de guerras civiles desastrosas que sólo pararon en 1916 debido a la ocupación militar norteamericana, que duró ocho años; tuvo seis años de paz y junto con la crisis económica de 1929 le llegó la tiranía de Trujillo, que ahogó toda aspiración de cambios y mantuvo el país sumergido en un sistema despiadado de terror y de explotación. 

La clase media, más consciente por muchas razones de su situación, fue perdiendo la fe en el porvenir de su tierra; al faltarle la fe murieron, por agotamiento, las fuentes de los estímulos, la capacidad de amor y de lucha.

Al morir el tirano “comenzó a desgranarse la mazorca”, según hubiera dicho un campesino de esos que se expresan en forma gráfica, con imágenes sacadas de su ambiente. En forma casi natural, las masas del Pueblo comenzaron a afiliarse en el Partido Revolucionario Dominicano; la alta y la mediana clase media, en la Unión Cívica, y la dirección de la UCN estaba en manos de la casta de “primera”. 

Guiada por la casta de “primera”, la alta clase media y la mediana clase media —incluyendo en ésta a los comunistas del PSP, aunque cause asombro a los comunistas de otros países—, sin distinción entre adultos y jóvenes, repudiaron a Joaquín Balaguer por trujillista y escogieron para sucederle a Rafael F. Bonnelly.  ¿Por antitrujillista? No; porque pertenecía a la casta. Rafael F. Bonnelly era tan trujillista como Balaguer; de arriba abajo, de costado a costado, por fuera y por dentro, Bonnelly era tan trujillista como Balaguer, y más responsable que Balaguer de los peores aspectos del trujillismo.

Balaguer, doctor en derecho graduado en París, no le sirvió como abogado a Trujillo; Bonnelly, licenciado en derecho de la universidad dominicana, fue el abogado y notario preferido por Trujillo para legalizar sus apropiaciones forzadas de  tierras y bienes. Balaguer, buen orador, pronunció numerosos discursos en favor de Trujillo; Bonnelly, lector de discursos, leyó tantos en favor de Trujillo como los que Balaguer improvisó. Balaguer no le sirvió a Trujillo en cargos donde tuviera que tomar medidas represivas; Bonnelly fue durante años el Secretario de Estado de Interior y Policía, instrumento de la política represiva del régimen. Nadie puede afirmar que Balaguer se enriqueció con el favor de Trujillo; nadie puede afirmar que Bonnelly salió del servicio de Trujillo con los mismos bienes que tenía al iniciar su carrera de funcionario trujillista.

El alto mando cívico se alimentaba de chismes y rumores y regurgitaba chismes y rumores. Antes de Trujillo, las campañas políticas dominicanas se hacían a base de decirle a Fulano que Mengano, líder de otro partido, había dicho de él tal o cual cosa y Fulano se convertía fácilmente en enemigo de Mengano. 

Eugenio María de Hostos había tenido razón al decir que en la República Dominicana la política consistía en llevar el chisme a la categoría de negocio de Estado. Trujillo magnificó la importancia del chisme en el acontecer político nacional. El chisme, debido a su naturaleza mentirosa, era siempre el germen de una calumnia, y Trujillo hizo de la calumnia la forma habitual de lucha política.

Tradicionalmente, pues, todo lo que se relacionara con la política se hacía en términos de personas: Zutano es esto, Perencejo es aquello.

El… (Partido) llevó al país una técnica de propaganda política completamente nueva. se hablaba de problemas nacionales, no de personas; de los métodos para resolver esos problemas, no de los vicios o de las virtudes de nadie. Pero el PRD tuvo siempre un auditorio señalado, un sector social al cual se dirigía, y era la gran masa popular. Nunca antes la masa popular se había sentido objeto de la atención de nadie, y eso le dio rápidamente la sensación de su importancia. El “hijo de Machepa” encontraba a alguien que le daba categoría. 

 De niño, instintivamente y quizá llevado a ello por mi entonces desconocida pero sin duda existente vocación de escritor, observaba con cuidado el alma de la gente del Pueblo, su manera de reaccionar, y me fui formando una idea de sus hábitos mentales y de sus aspiraciones y preocupaciones. El del Pueblo era un mundo psicológico distinto del de la clase media. 

Entre el campesinado y los pobres y sin trabajo de las ciudades había mucha afinidad, porque los pobres y los sin trabajo salían del campesinado; entre éste y la pequeña clase media había también afinidad, pero no en aspiraciones ni preocupaciones, porque la pequeña clase media, casi siempre de origen campesino —aunque en los últimos tiempos sale también de los obreros y hasta de los pobres y sin trabajo de las ciudades— aspiraba a ser mediana clase media y por lo mismo sus preocupaciones pasaban a ser las de la mediana clase media; pero entre la mediana y la alta clase media y el campesinado y los trabajadores y los sin trabajo, ya no había prácticamente relación. Los unos no entendían a los otros y de hecho, hablando la misma lengua, no decían las mismas cosas.

Para explicarles a los jóvenes del Partido cómo debían expresarse ante la masa, les ponía el ejemplo de un señor de alta clase media —y de “primera”— cargado de títulos que en sus peroraciones por radio usaba a menudo la expresión “eso entraña una traición a la ética revolucionaria”. Les hacía fijarse en que la palabra “entraña” significaba para el Pueblo intestinos de animales, lo cual en su lengua se decía “mondongo”; que la palabra “ética” no quería decir nada para la masa popular y que si alguna persona de ese sector social la tomaba en cuenta, era por el significado de “tísica” que se le daba en ciertas zonas; de manera que la frase “eso entraña una traición a la ética revolucionaria” quería decir para la gente del Pueblo este disparate: “Eso mondongo una traición a la tísica revolucionaria”. Desde luego, para el Pueblo era lengua árabe.

Hablar en términos comprensibles para la gran masa significaba también hablar para la clase media si se sabían decir las cosas en un término medio cuidadoso, pero si no se hallaba el término medio apropiado, entonces había que hablar en la lengua del Pueblo. Como por otra parte, aun usando esa lengua se requería ir ilustrando poco a poco al Pueblo sobre todo lo que pudiera y debiera importarle, debía hablarse cada día de un tema, de un asunto, hasta agotarlo en toda su extensión, y si el tiempo no alcanzaba para agotarlo, seguir con ese tema un día más, dos días más si era necesario.

¿Y de qué hablaba yo en tantos días? Fundamentalmente de tres cosas: qué es y cómo funciona una democracia, cuáles son los problemas económicos en un país como la República Dominicana y cómo estaba organizada la sociedad dominicana.

Al hablar sobre la democracia explicaba qué es una Constitución, qué es una ley, cómo trabajan los poderes separados; cómo y por qué se vota, qué es un partido político; al hablar de los problemas económicos explicaba puntos tan abstrusos como lo que es una balanza de pagos, lo que es divisa, lo que es un banco, por qué teníamos que producir más y cómo hacerlo, en qué consistía la diferencia entre mercado interno y mercado extranjero; al hablar de la organización de la sociedad dominicana explicaba por qué el Pueblo estaba y había estado siempre sometido a una minoría y apliqué a esa minoría la palabra “tutumpote”, que se popularizó rápidamente y no tardó en traspasar los límites del país.

Esa palabra había sido de cierto uso en la región cibaeña cuando yo era un niño, pero su uso había desaparecido hasta el grado que en 1961 sólo la gente de alguna edad podía recordarla. Es difícil establecer su origen. Quizá provenga del latín, un latín vulgarizado, porque parece sonar en esa lengua muy similar a lo que significaba entre los dominicanos del Cibao en 1912, es decir, señor todopoderoso, con mucho poder, con dinero abundante. Tal vez tenga su raíz en los años de la ocupación haitiana; en el dialecto de Haití abundan las palabras con el sonido de “tuntún”, “tutún”. En algunas regiones de España “pote” quería decir “con abundancia”, y la locución “a pote” o “al pote” significaba “mucho de algo”. 

Yo tenía que crear una palabra en la que quedaran englobados los círculos de “primera” aunque no fueran señores de buenas cuentas bancarias, altos funcionarios públicos, terratenientes y grandes comerciantes; esa palabra debía tener sonido atractivo para las masas, debía ser pegajosa y debía bastarse a sí misma de tal manera que yo no me viera en el caso de tener que explicarle al Pueblo cada día quiénes eran sus explotadores habituales. Ninguna palabra era más adecuada para el caso que “tutumpote”; la resucité, pues, y no la había dicho más de cinco veces cuando ya el Pueblo la tenía en la boca y la usaba como un arma de lucha.

Los tutumpotes dominicanos, y algunos líderes que no son tutumpotes, me acusan de haber llevado al país la lucha de clases. La lucha de clases, y el odio de clases, existió siempre en Santo Domingo, sólo que una y otro eran ejercidos nada más por la gente de “primera”, y el Pueblo, que los padecía, no los tomaba en cuenta o consideraba que debía resignarse a sufrir la injusticia. 

Los cívicos dijeron varias veces que yo había llevado a Santo Domingo el odio racial; y como ellos no oían lo que yo decía, y se atenían a chismes y rumores, el doctor Fiallo salió un día —cuando ya era candidato presidencial de UCN— hablando de que no era verdad que él odiaba a los negros, que si los negritos por aquí, que si sus negritos por allá. Una vez más, como tantas otras, el líder de Unión Cívica le hacía propaganda al PRD. Al día siguiente le recordé al doctor Fiallo que en la República Dominicana no debía haber ni blancos ni negros sino sólo dominicanos.

Había la división social y la saqué a discusión, la mostré al Pueblo y le dije que era injusta y fuente de injusticias. Era mí deber hacerlo, para provecho de las grandes masas dominicanas y del país, pues sobre la injusticia, la explotación, la ignorancia y el abuso no puede edificarse ni mantenerse una República de hombres y mujeres libres.

Después de esa campaña de 1962, el Pueblo sabe quiénes son en verdad sus enemigos y dónde se emboscan. El Pueblo aprendió a distinguir entre un miserable calié que denunciaba por sesenta pesos al mes y un gran señor que sacaba enormes fortunas del régimen sostenido por los caliés; y supo que entre el calié y el tutumpote, su verdadero enemigo era el tutumpote.

Estoy seguro de que al enseñarle eso a la masa popular hice una obra de bien público, y me siento orgulloso de ello, digan lo que digan mis adversarios.

De rabiosos comunistas a exagerados ecologistas

Sector de la juventud aporta la masa para protestas pacíficas

Escrito por: FABIO R. HERRERA-MINIÑO

Las generaciones jóvenes, que nacieron en los países de la Tierra después de concluida la II Guerra Mundial, se toparon de frente al calor de la denominada guerra fría, que enfrentaba, abierta o solapadamente, las potencias  mundiales  del capitalismo dominante y el comunismo ascendente.
Las generaciones jóvenes, que por naturaleza son contestarías en contra del orden establecido,  encontraron,  en la doctrina comunista, el eslabón que necesitaban para llevar la igualdad de la raza humana, sin privilegios  ni injusticias, y que el amor fraterno fuera el común denominador de la civilización. Se cumplía la sentencia de  que el joven, que era comunista a los 20 años, era el burgués de los  40 años. Esa transformación  era la que sin dudas presagiaba que una nueva  clase dirigente aparecería en el mundo para hacerlo más pacífico  y humano.
El auge del comunismo en el período de 1950 hasta 1989 presagiaba que la ideología, directrices y postulados se impondría  en el mundo, entonces se  inauguraría una era de Acuario, dominada por el amor pero aplastando  las inquietudes  de las generaciones jóvenes que se dieron cuenta de los fallos. El estallido no se hizo esperar para provocar un derrumbe insólito en las naciones, que sometidas al férreo yugo comunista, se sublevaron para alcanzar la libertad.
Las generaciones de jóvenes comunistas fueron ardientes defensores  de aplastar a los que pensaban distinto a sus propósitos, y al verse marginados en un mundo de competencias y capacidades,  encontraron  un nicho increíble  provocado  por la explotación  de los recursos que llevaban lentamente al mundo hacia su auto destrucción con el daño al medio ambiente, que de manera precipitada   avanzaba hacia un daño ecológico de envergadura con el envenenamiento de la atmósfera  y elvertido de sustancias tóxicas por todos los rincones de la Tierra.
 El nicho de la ecología fue asaltado atinadamente  por los antiguos comunistas, que encontraron la bandera que no hallaron con su doctrina, ya que ahora el sentimiento natural era proteger los recursos naturales para evitar su despiadada explotación. Y como es natural,  las generaciones jóvenes, idealistas por naturaleza,   han sido hábilmente utilizadas por esos viejos dirigentes de izquierda, que renacidos  atacan al capitalismo con su rígida mentalidad de antaño y aplastan el libre pensamiento, aprovechándose de la candidez de las generaciones jóvenes.
Entonces, los ecologistas  de izquierda,  en sesudos documentos   y argumentaciones  con amenazas incluidas,  pretenden imponer  su sello de evitar la explotación de los recursos naturales. Ellos amenazan con todos los castigos infernales en caso que se aproveche  algún recurso que lo consideren  debe permanecer virgen, sin beneficiar para nada al país.
Ya no son las huelgas tumba gobiernos de los 60 y 70, ahora son movimientos bien organizados, y con recursos, que lo narigonean grupos que cuentan con el apoyo de sectores empresariales  rivales, que no quieren ver interferencias de grupos nuevos, que afectarían sus ya bien establecidas  relaciones con los gobiernos de turno.
El sector de la juventud, inquieta y con ideales, es la que aporta la masa para esas protestas pacíficas de preservar el medio ambiente, sirviendo a intereses que hábilmente los manipulan, unos los dirigentes comunistas de otrora y quizás trabajando por primera vez, sin vivir del cuento, otros, empresarios que no quieren rivales, y otros, la opinión pública, que baila al ritmo de la música que le toquen, como lo supieron hacer y lo hacen a través de la historia,  los últimos dictadores conocidos, a saber Hitler, Stalin, Castro y Trujillo.

jueves, 19 de septiembre de 2013

UN BUEN EJEMPLO: LA HISTORIA DE MARÍA

                   “Tenía que estar con una persona que no me gustaba por necesidad”




Isabel Leticia Leclerc
isabel,leclerc@listindiario.com
Santo Domingo

María admite que desde los 14 años de edad comenzó a tomarle amor a la calle y a tener relaciones sexuales de manera descontrolada, lo que provocó que a sus 15 años diera a luz a su primer hijo, convirtiéndose en madre en plena adolescencia.

Hoy con treinta años de edad y un brillo intenso en sus ojos que muestran sus ganas de luchar por un mejor estilo de vida, lamenta haber dejado sus estudios de lado y no haber escuchado los consejos de su madre. “Yo empecé a tomarle amor a la calle temprano. Salí con mala suerte, ahora yo sola que tengo que mantener a mis cuatro hijos”, externa.

Su vida se pinta de otro color tras contar que por más de diez años fue trabajadora sexual, porque el desempleo y la necesidad de mantener a sus hijos la empujaron, pero hace apenas un año asegura que se retiró del oficio. “Cuando conocí el Centro de Orientación e Investigación Integral (COIN) la vida me cambió. Yo iba a las charlas, ellos me invitaban y después me hice voluntaria, hasta que gracias a Dios ya me salí, Coin me dio esa ayuda”, dice con orgullo. 

Con el aporte económico que recibe de Coin, lo que se convierte en su entrada fija, puede pobremente alimentar a sus hijos, pero el solo hecho de pasar más tiempo con ellos es el mejor premio que siente ha recibido. “Ahora yo estoy muy contenta, porque puedo revisarles sus clases y si me mandan a buscar de la escuela, como a veces lo hacían y nunca podía, me avergonzaba por el bajo a alcohol y siempre mandaba a mi mamá, pero ahora yo voy. Ahora gracias a Coin puedo representar y disfrutar a mis hijos más”, exclama al sostener una enorme sonrisa.

La joven madre soltera que solo llegó hasta el séptimo grado de básica, narra la incomodidad y el sacrificio que tenía que tolerar mientras sostenía relaciones sexuales con sus clientes. “Uno es maltratado verbalmente, cualquier inconveniente de una vez una multa, y le hablan a uno mal, tratan a uno como una mujer de la calle, como una basura. Y yo me sentía así, pero lo tenía que hacer, me quedaba tranquila y seguía en mi trabajo”, recuerda con la voz entrecortada. 

Siente que es imposible comparar el estado de tranquilidad con el que vive ahora con esas oscuras experiencias del pasado. “Es mucho la diferencia, ahora yo me levanto bien, si me toca trabajar, lo hago; pero yo vivía trasnochada, con dolor de cabeza, con una rezaca que no podía conmigo y tenía que estar con una persona que no me gustaba, todo por la necesidad”, explica.

María cometa que el bar donde trabajaba era un sitio al que asistían muchos clientes, y ahí mismo estaban las habitaciones. “Eso era rápido (el acto sexual), media hora con un cliente. Cuando las cosas estaban buenas yo salía hasta con cinco clientes en una noche. Yo sabía tener en una noche hasta 7 mil pesos y cuando habían turistas, hasta 15 mil pesos, todo dependía de los clientes”, recuerda.

Sin embargo, confiesa que no es fácil verse apegada a un sueldo, no tan llamativo, pues hay momentos en que pierde la calma y teme volver al oficio sexual. “A veces me veo desesperada como madre soltera con problemas y digo oh Dios mío yo no quiero coger la calle señor, ilumíname con un buen trabajo. Ahora yo le tengo temor a la calle”, reconoce.

Cuando yo estaba en la calle me sentía una reina, eso era pinta van y pinta vienen, y todo lo que necesitaban mis hijos, aunque me esforzaba como no era, se los daba.

Mensajera voluntaria 

Por medio a Coin, actualmente se desempeña como mensajera voluntaria, impartiendo charlas a mujeres que están en el trabajo sexual, espacio donde ella les habla de la prevención de enfermedades y embarazos, le suple de preservativos y materiales de educación sexual. 

“Muchas que necesitan alguna ayuda se acercan a mí, me lo reportan o si tienen alguna enfermedad. Si algunas están afectadas, o con temor, me lo comentan y yo lo notifico a Coin. Las ayudo en lo que pueda”, agrega la joven.

Indica que cuando ella las orienta las chicas le preguntan cómo es que sabe tanto. “Yo les digo que yo sé tanto porque yo era una de ustedes. Cuando yo estoy trabajando con ellas yo no me siento más que ellas, yo me pongo a su nivel. Por eso me tienen confianza y con cualquier problema se acercan a mí y me lo dicen”, argumentó.

Después del mal rato y las largas noches de trabajo, María les exhorta a las trabajadoras sexuales que procuren otra manera de buscar su sustento,” porque en realidad esto no es vida, a base de alcohol y una droga pueden fallar y estar con una persona que les dé mucho dinero, y hacerlo sin preservativo y después, ahí viene la enfermedad, algo que después, el resto de su vida, se van a arrepentir y entonces también sus hijos van a pagar porque la van a perder”.

COIN 

El director del Centro de Orientación e Investigación integral, Santo Rosario, informó que en el país unas 25 mil mujeres se dedican al trabajo sexual, sin embargo, afirmó que el reto es reducir las cifras de féminas infectadas por el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, se está logrando.

Sostiene que las trabajadoras sexuales son madres, hermanas y mujeres solas, que a diferencia de otros países no están en el trabajo sexual porque les gusta, sino porque vienen de familias disfuncionales, les faltó educación y se ven en la responsabilidad de mantener a sus hijos o a su madre y no encuentran fuentes de empleo.

“Todas las mujeres que hemos consultado dicen que desean salir del trabajo sexual, pero que necesitan tener un proceso de aprendizaje y oportunidades de empleo”, alegó.

Rosario entiende que cuando el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, dice que hay centros que prostituyen a las mujeres, está provocando que estas se atemoricen y se vayan a la clandestinidad y que por lo tanto, no accedan a los servicios de salud que les están ofreciendo a través del Estado y otras organizaciones.

“En sentido general las mujeres no están siendo prostituidas por ningunas redes, sino que asumen el trabajo sexual porque no tienen opción. Aquí no hay redes como existen en otros países. Aquí hay personas que opcionalmente pueden cometer el delito de traficar o tratar a esas mujeres, pero en sentido general, la mayoría de las mujeres están en el trabajo sexual porque la sociedad las empuja. Ese tipo de declaración desbarata todo lo que hemos estado haciendo desde años”, explicó. 

Políticas públicas 

El investigador considera que estas medidas se basarían en ofrecerles acceso a los servicios de salud, apegados a su realidad, que incluya el tema de las drogas y las enfermedades de transmisión sexual; un proceso de políticas de autoempleo, que tenga como pilar las habilidades de las féminas, y las carreras son apropiadas para cada una de ellas, entre otras.

“Que en ese trayecto ellas puedan tener acceso a los programas de solidaridad, bono gas, comer es primero y el seguro de Senasa. Además de que esta propuesta apoya a las mujeres que están trabajando en sitios de recreación nocturna y cumplen un horario, quienes deben ser protegidas por la seguridad social. No hay una política que le dé seguimiento a esos casos”, declaró Rosario.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Cocina Vegetariana y Receta semanal

Cocina Vegetariana y Receta semanal

Receta de esta semana: Berenjenas en capas con salsa de queso

Preparación

La berenjena se presta a muchas preparaciones y siempre quedan bien. Es antioxidante, ayuda a mejorar la actividad celular, diurética estimulando la actividad renal y depurativa por su alto contenido en fibras. Es bueno conocer las propiedades de los alimentos que ingerimos, eso nos estimula a consumirlos.
Lavar las berenjenas y cortarlas en ruedas muy finas.
Mezclar el queso con pimienta y sal a gusto.
Pasar las tajadas de berenjenas por la mezcla de queso.
Reservar.
Aparte, calentar la leche.
Colocar la mantequilla en una cacerola y llevarla al fuego.
Una vez que esté derretida agregarle 1 cucharada de harina y mezclar.
Agregarle la segunda cucharada y mezclar.
Hacer lo mismo con la tercera cucharada de harina.
Se forma una crema muy espesa y seca.
Ir agregándole un chorro de leche caliente y mezclar hasta que la leche se haya unido a la harina.
Continuar agregando la leche en forma pausada hasta terminarla.
Una vez que levante hervor la crema espesará.
Dejar sobre el fuego 2 minutos más y retirar.
Terminar de condimentar a gusto.
Armado de la fuente. Disponer una capa de berenjenas en la base de la fuente.
Una capa de tomates cortados en rodajas bien finas.
Distribuir una capa de salsa blanca y espolvorear con queso rallado.
Continuar así hasta terminar los ingredientes.
Cubrir con papel aluminio la fuente y llevar a cocinar a horno moderado 180º durante 20 o 25 minutos.
Retirar el papel y dejar hasta que la superficie esté dorada.

Ingredientes

Porciones: 4
INGREDIENTES
3 berenjenas medianas
Queso rallado cantidad necesaria
Sal, pimienta
2 tomates
Salsa blanca
3 tazas de leche (750cc)
3 cucharadas coposas de harina (cualquier harina de trigo)
80gramos de mantequilla
Sal, pimienta, nuez moscada
Provista por 

Alimento Estrella: "5 Remedios Naturales y Caseros para la Tos"

Gentileza de 
Cuando llega la temporada de resfriados y gripes, es bueno tener una variedad de remedios caseros para la tos a mano. Cada familia tiene su propio remedio para la tos favorito que se transmite a cada generación. Estos remedios caseros para la tos funcionan tan bien, si no mejor que sus contrapartes comerciales, sin los efectos secundarios de estos últimos.
Hay dos tipos de tos: La tos productiva y tos improductiva
Básicamente, las toses productivas son aquellas que generan mucosidad que hay que expulsar del cuerpo. En este caso, el uso de hierbas expectorantes será nuestra elección.
Con el tiempo la tos productiva puede llegar a ser una tos improductiva, que se transforma en una tos irritante. La tos improductiva o irritante es picante, exasperante y ronca. A veces incluso puede ser dolorosa y produce una gran cantidad de molestias y momentos difíciles para la persona que la tiene. En este caso, el uso de plantas antitusivas será nuestra elección.
La tos seca o improductiva no es una enfermedad en sí. Es simplemente un síntoma de una enfermedad subyacente. Por lo tanto, para eliminar adecuadamente la tos seca de su organismo debe identificar claramente las causas de la tos seca. Es bueno tratar la tos improductiva cuanto antes para que no se conviertan en trastornos respiratorios más importantes.
Expectorantes y Antitusivos
Hay dos categorías principales de plantas que se utilizan en los remedios caseros para la tos: expectorantes y antitusivos.
Una tos productiva necesita de hierbas expectorantes que nos ayuden a limpiar los pulmones de la congestión.
Una tos seca necesita de hierbas antitusivas que calmen el reflejo de toser y actúen como sedantes suaves.
Existen plantas medicinales que tienen una doble función: antitusivas y expectorantes.
5 Remedios Caseros para la Tos
A continuación te presentamos 5 plantas medicinales que funcionan como remedios caseros para la tos.
Estas cinco hierbas medicinales son excelentes. No sólo ayudan a aliviar y curar la tos, sino también son ideales para los dolores de garganta, resfriados, o pulmones inflamados o estresados. Se pueden hacer una gran variedad de remedios para la tos con ellos tales como tinturas, infusiones, decocciones, jarabes, pastillas para la tos y otros.
En ocasiones también añado Menta a alguno de los remedios para la tos a base de hierbas, ya que les aporta un sabor suave y ayuda a camuflar algunos de los otros sabores, menos agradables de algunas otras plantas.
Remedio para la Tos con Prímula
Tanto Comisión E como ESCOP aceptan el uso de la Raíz de Prímula como expectorante y mucolítico en afecciones respiratorias (gripe, resfriados, bronquitis, asma, sinusitis). Las flores de Prímula son aceptadas por la Comisión E para su uso como expectorante y mucolítico en afecciones respiratorias (gripe, resfriados, bronquitis, asma, sinusitis).
Existen estudios clínicos con combinaciones de tomillo, con hiedra y prímula, como expectorantes.
Remedio para la Tos con Malva
La ESCOP recomienda la Malva para el tratamiento de la tos seca y la irritación de la mucosa oral, faríngea o gástrica.
Las indicaciones aprobadas por la Comisión E (tanto para las hojas como para las flores) son las inflamaciones de la mucosa bucofaríngea, tos seca o tos irritativa.
Remedio para la Tos con Tomillo
Las indicaciones aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), para el Tomillo incluyen su uso como expectorante en la tos asociada al resfriado.
Las indicaciones aprobadas por ESCOP lo aconsejan en procesos catarrales de las vías respiratorias, bronquitis, y tos irritativa.
Remedio para la Tos con Eucalipto
La Comisión E aprueba el uso de la hoja de eucalipto para catarros del tracto respiratorio. Tanto ESCOP como la Comisión E consideran que el aceite esencial de Eucalipto está indicado, tanto por vía interna como externa, para el tratamiento sintomático de los catarros de las vías respiratorias altas. En un estudio clínico se ha demostrado la capacidad descongestionante nasal del aceite esencial durante la primera hora después de inhalación.
Popularmente se emplea la infusión de hojas de eucalipto para tratar afecciones respiratorias y externamente como antiséptico.
Remedio para la Tos con Hiedra
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) acepta el uso bien establecido de la Hiedra (Hedera helix L.) como expectorante en caso de tos productiva, así como el uso tradicional como expectorante para la tos asociada a resfriados.
Según ESCOP, los extractos de hoja de hiedra, administrados por vía oral o rectal, están indicados en el tratamiento de diferentes tipos de tos, particularmente cuando está asociada a hipersecreción de mucosidad viscosa, y como coadyuvantes en el tratamiento de afecciones bronquiales. En ocasiones, la eficacia de la Hiedra se ha comparado a la de otros fármacos expectorantes, como el ambroxol o la acetilcisteína.
No tosas mas, elije entre estos Remedios Caseros para la Tos, y recupera tu salud.
La Planta Medicinal
http://laplantamedicinal.com

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ALLENDE: Las grandes alamedas


An East German stamp commemorating Allende (Photo credit: Wikipedia)
Página 12
Ni que se haya convertido en la fecha de la caída de las Torres Gemelas evitará que –para nosotros, para los hombres y mujeres de América latina– el 11 de septiembre sea la fecha del golpe de Estado más detestable de los tantos que padecimos. Se trataba de un gobierno elegido democráticamente. Se trataba de un país con un ejército que –a diferencia de los de nuestro continente– había sido guardián del orden constitucional. Se trataba de un presidente que era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y un hombre valiente. Había tenido un gran apoyo de las masas obreras. Y una queja constante, un repudio sin tregua, del MIR, el principal grupo armado de Chile. Finalmente, todos los sectores de la sociedad –menos los obreros– se unificaron para voltearlo: el ejército, los medios de comunicación, los gremios, las clases altas, las clases medias y –con un empeño criminal, furibundo– los Estados Unidos de Nixon y Kissinger. Las clases medias inauguraron la modalidad de salir a la calle con cacerolas y atronar el país pidiendo la renuncia de Allende.
Allende fue el más original, el más creativo de los líderes socialistas del siglo XX. Descreyó de la célebre dictadura del proletariado y eligió el camino democrático, pacífico al socialismo. Si ese camino fracasó, no menos fracasaron los otros. Con una enorme diferencia. Allende no dejó decenas o decenas de miles o millones de cadáveres tras de sí. Ni presos políticos tuvo. Confiaba en solucionar la antinomia entre socialismo y democracia, que el mandato de la dictadura del proletariado (que viene de las páginas de Marx y que éste asume como su mayor aporte a la teoría política) obliteraba. La derecha –beneficiada por los errores y por las muertes de los socialismos triunfantes y luego derrotados– no tiene rédito alguno para sacar de la experiencia de la Unidad Popular. Salvo que digan que nacionalizar el cobre equivale a fusilar enemigos políticos, o peor aún.
En su último mensaje, don Salvador Allende dijo a su pueblo y a todos los pueblos de América:
¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
El criminal de guerra Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, peor criminal de guerra aún, odiaban a Allende con una pasión enfermiza. En octubre de 1970, Nixon dijo sobre él palabras injuriosas: “That son of a bitch, that bastard…”
Pero esa imagen de este hombre sereno –aunque capaz de encarnar la fuerza de un tornado–, que lo único que nos dejó, como pertenencia, fue el pedazo ensangrentado de uno de los vidrios de sus anteojos, este hombre maduro, con canas, que sale de La Moneda con casco de guerra y metralleta, para morir peleando, tal vez insensatamente, pero como él lo sentía, es, para mí, el símbolo más puro de la rebeldía, porque trató de cambiar el mundo por los caminos de la democracia y de la paz, y porque no pudo, porque los asesinos del poder internacional no lo dejaron, agarró una metralleta, se puso un casco de guerra y decidió (como esos bravos, legendarios marinos con sus barcos) hundirse con su causa. ¡Ah, don Salvador Allende, ojalá hubiera yo tenido alguna vez en mi patria un líder como usted! Simple, duro, pero sensible, amigo y compañero de la gente de su pueblo, sin sinuosidades, con una sola palabra, la misma de siempre, la que marcó la coherencia de sus días y, por si fuera poco, con ese coraje, don Salvador, que le hizo decir:
De aquí no me voy, que sigan otros, no van a faltar, y van a llevarme en sus corazones como a un hombre puro, como a un guerrero y como a un demócrata que les va a henchir el pecho de orgullo y de exigencias perentorias. Porque, de ahora en más, todo chileno que sepa que tiene detrás la figura de Salvador Allende, sabe que no se viene a la vida a jugar, a gozar de las liviandades y las tentaciones, sino a meterle el alma y el cuerpo a las causas duras, las de la injusticia, las del hambre, las de la tortura y la muerte. Es mi legado.
Lo es. Tenía la cara de un hombre bueno. Vestía de civil. No andaba ostentando armas ni uniformes bélicos. Se metía entre los obreros. Hablaba en sus asambleas. Les pidió, al final, que se cuidaran. Que no se dejaran sacrificar fácilmente por los carniceros que se cernían sobre Chile. Cuando Castro lo visitó le dijo que tenía que recurrir a la violencia si quería sostenerse. Allende no lo hizo. De la violencia se ocupaban los guerrilleros del MIR que, desde luego, lo acusaban de burgués conciliador. ¿Por qué se habrán preocupado tanto los de la CIA y Nixon y Kissinger por un burgués conciliador? ¿Por qué el ejército habrá bombardeado La Moneda? ¿Por qué el diario El Mercurio (al que Nixon le dio dos millones de dólares para desestabilizar su gobierno) lo atacó sin piedad ni vergüenza? ¿Por qué las conchetas chilenas, que son terribles, salieron con sus cacerolas para injuriarlo? ¿Sólo porque era un burgués conciliador? Los del MIR fueron funcionales a los golpistas que, salvo los que se fugaron, murieron todos, en el Estadio Nacional o en las más siniestras mazmorras, tan cruelmente como los líderes de la Unidad Popular. No, Allende no era un burgués conciliador. Era un socialista temible. Porque había elegido la democracia (el arma ideológica que la derecha cree suya) para ir hacia el socialismo. Pero, luego, hizo algo peor. Murió con su causa. Dejó, para el socialismo, un ejemplo moral incuestionable. Y murió sin perder sus esperanzas. El hombre libre volverá. Las altas alamedas lo esperan. Bajo ellas se fue Allende de este mundo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

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