MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 29 de marzo de 2014

EL “MILAGRO” CHINO DESDE UN ANÁLISIS CULTURAL

EXPLICANDO LA CRISIS ESPAÑOLA Y EL “MILAGRO” CHINO DESDE UN ANÁLISIS CULTURAL

Llegué a China por primera vez en septiembre de 2011, en plena borrasca de la crisis económica, con la intención de investigar sobre la relación entre los valores éticos tradicionales y el auge económico del país.
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El caso es que, durante estos dos años y pico estudiando los distintivos de la educación familiar y escolar, la profesionalización de los universitarios, o el carácter distintivo de las empresas chinas, he aprendido casi tanto sobre la sociedad española como sobre la china.
Antes de embarcarme en el trabajo de campo ya me había topado con varias referencias a este curioso fenómeno, pero no tenía ni idea de que eso de mirarse a sí mismo en el reflejo de otra cultura pudiese llegar a ser tan enriquecedor.
Claro que, ese enriquecimiento no se produce por las buenas, y antes de ser capaz de verse en el espejo de “los otros” hace falta abandonar ese tentador vicio etnocentrista que supone tratar de proyectarse a uno mismo y a sus referentes culturales sobre los demás.
Y fue precisamente de ese modo como acabé dándome cuenta de que, desde un punto de vista antropológico, compartimos con los chinos tantos o más rasgos que los que nos unen a ese, sin duda, singular modelo de sociedad que promovió el protestantismo, en especial aquel de corte calvinista.
Max Weber, uno de los “gigantes” de la sociología, consideraba que el calvinismo fue una pieza fundamental para el desarrollo del capitalismo, ya que, según explicó en La ética protestante y el espíritu del capitalismosu particular visión de la predestinación generaba un enorme nivel de tensión entre este mundo y el otro mundo a sus creyentes, quienes abrazarían la solución del trabajo ascético como forma de alivio.
Dicho de otro modo, el calvinismo, que era, en esencia, otra forma de puritanismo, contribuyó a generar un estilo de vida que elevó al trabajo como principal forma de realización personal y colectiva. Pero olvidémonos de eso de gozar de los frutos del trabajo, porque desde la particular perspectiva del calvinismo, esa actitud, tan propia del catolicismo, constituía un detestable signo de   hedonismo y una distracción fatal a la hora de tratar de averiguar si uno estaba destinado a la salvación.
Es por ello que, según sostenía Max Weber, fue en las áreas de influencia del calvinismo donde se produjo una mayor capacidad de ahorro y acumulación de capital, requisitos indispensables para poner en marcha ese proyecto profundamente transformador que conocemos como Revolución Industrial.
¿Y qué hay del resto de culturas y civilizaciones ajenas al peculiar estilo de vida protestante?
Para la época en que escribió Max Weber, ya se habían comenzado a industrializar otros países de mayor presencia católica, tendencia que interpretó básicamente como fruto de la“adopción” del modelo de organización y producción liderado por el protestantismo para, de ese modo, ponerse a la altura de las cotas de modernización social y económica de las principales potencias.
Sin embargo, el sociólogo alemán se mostró muy tajante a la hora de descartar la posibilidad de que  esas otras culturas y civilizaciones pudiesen dar lugar a una génesis del capitalismo en sus propios términos.
Esta es, básicamente, la conclusión a la que llegó en relación a China, a la que veía incapaz de modernizarse a través de sus propias bases culturales, aunque ya vaticinó que, en el caso de que optase por “importar” el modelo de modernización occidental, podría llegar a desarrollar su economía incluso más exitosamente que Japón.
Como era de esperar, los planteamientos de Weber han recibido cantidad de críticas a lo largo del siglo que nos separa del momento en que fueron publicadas muchas de sus obras. Sin embargo, si echamos un vistazo a los efectos de la última crisis económica sobre las diversas áreas de influencia religiosa, no cabe duda de que aquellas de cuño protestante se están recuperando de forma mucho más satisfactoria que las de influencia católica, ortodoxa, o islámica.
¿Y qué pasa con el “milagro” de China? Pues veremos hasta qué punto son capaces de mantener en  marcha su “capitalismo de Estado”, porque no está nada claro que dicho modelo pueda superar la lógica perversa de ese “capitalismo de rapiña” que, según el propio Weber, pusieron en práctica las élites confucianas durante el Imperio Chino, y que parecen seguir manteniendo las élites comunistas en la actualidad.
Por otra parte, dentro de las aportaciones de Max Weber sobre esta cuestión existen otros aspectos más sutiles y más complicados de extraer, pero que nos ofrecen pistas de lo más reveladoras a la hora de comprender el carácter de los diferentes modelos de modernización, incluido el de España.
En el caso de mi investigación, todo comenzó a encajar cuando pasé a utilizar un esquema conceptual que derivé de su línea teórica (en particular de la Teoría de los estadíos y direcciones del rechazo religioso del mundo) y que se basa en las relaciones entre los linajes patriarcales, las organizaciones religiosas y el Estado.
Se trata de un esquema que, según el caso, puede resultar mucho más eficiente que aquel basado en los conceptos de “tradición” versus “modernidad”, y que puede actuar a modo de puente entre   teorías antropológicas y sociológicas.
A mi modo de ver, dicho puente resulta especialmente revelador al conectar las teorías de Max Weber con la teoría de Claude Lévi-Strauss sobre el origen de la cultura como fruto original del tabú del incesto.
De acuerdo con Lévi- Strauss, el tabú del incesto habría supuesto una primera limitación a la endogamia en el seno de la sociedad primitiva, obligando a sus miembros a buscar pareja más allá de los lazos de parentesco.
Esta primera “renuncia” o limitación a los impulsos naturales daría lugar a lo que Max Weber denominaba como “comunidad natural del linaje”, un modelo de organización social generalmente basado en los linajes patriarcales (mucho más comunes que los escasos y controvertidos casos de sociedades matriarcales).
Hablamos de un modelo que toma a la familia como unidad de medida y como modelo a través del cual observar y ordenar el mundo, un modelo que, según Max Weber, estaba caracterizado por una visión particularista que acostumbraba a entender los conflictos partiendo de la posición social específica de los implicados.
Este tipo de sociedad se regiría por principios como el de la piedad filial, o la obediencia y lealtad hacia padres y patriarcas, ordenando a estos últimos en una compleja y tensa jerarquía más bien ajena a valores abstractos y universales como los de igualdad o justicia.
En la China Antigua, las constantes tensiones por ocupar el cargo de “padre de padres” conducirían a la instauración de los célebres exámenes y las oposiciones al funcionariado, una brillante solución de movilidad social (todavía vigente) que permitiría el acceso a mayores cotas de estatus sin recurrir a los lazos de parentesco.
Pero, al mismo tiempo, supuso una solución prácticamente opuesta a la tomado por Occidente, sobre todo a partir del declive del Imperio Romano, cuando las organizaciones religiosas comenzaron a constituir una alternativa de estructuración social basada en un modelo de hermandad de fe en competencia con los lazos de parentesco.
Así pues, mientras dichas hermandades fueron perseguidas y relegadas a un segundo plano en China por su actitud impía hacia las lealtades familiares, en la roma de los patricios, las organizaciones cristianas ganaron terreno como agentes capaces de re-organizar la sociedad en torno a los valores absolutos que provenían de un Dios omnipotente y juez supremo de los hombres como iguales.
En el caso de China, el nuevo mecanismo encargado de limitar los impulsos de la “comunidad natural” del linaje fue de naturaleza esencialmente mundana (prácticamente técnica), y dio lugar a una burocracia que se adelantó en muchos siglos a su versión occidental.
En el caso de Roma, la re-estructuración social llegó a cargo de la creciente referencia a un plano metafísico o “ultramundano” (en términos weberianos), y se guió por la búsqueda y realización de una serie de valores universales de origen divino.
De ese modo, la civilización occidental giró hacia una visión (teodicea en términos de Weber) que, básicamente, rechazaba el mundo como un mero “valle de lágrimas”, dando lugar a un periodo histórico mucho menos orientado a los logros mundanos. Por ello, no es de extrañar que exploradores occidentales como  el célebre Marco Polo quedasen maravillados por la prosperidad de aquel lejano y exótico reino que hallaron al final de la Ruta de la Seda.
Sin embargo, tal y como defiende la teoría de Max Weber, todo acabaría cambiando con el auge del protestantismo, y en especial del calvinismo, que bien podríamos interpretar como la apuesta por un modelo de sociedad todavía más reacio a los lazos de parentesco, y muchos más preocupado por la relación entre colectivo e individuo.
Gráfico de Eurostat sobre el desempleo juvenil
Gráfico de Eurostat sobre el desempleo juvenil: Los países de mayor presencia protestante se concentran en la mitad menos afectada.
No obstante, tampoco hay que olvidar que dicho auge vino acompañado de avances tan decisivos como el de la imprenta, que haría factible la posibilidad de libre interpretación de las escrituras sagradas.
Pero lo más relevante, a mi modo de ver, es precisamente ese nuevo paradigma de lo colectivo y lo individual que promovió el protestantismo, paradigma que, en principio, se sustenta sobre una serie de valores universales abiertos a toda la humanidad.
Sin embargo, en la práctica, el delicado equilibrio entre deberes y derechos colectivos e individuales que diferenciaría a las sociedades protestantes, actuó como un verdadero muro de exclusión para los ajenos a dicho modelo de convivencia.
Esta fue una de las causas de que buena parte de la minoría protestante del Norte de Europa terminase escapando a Norteamérica, donde prácticamente aniquilaron a la población nativa, a la que, probablemente, encontraron más distantes culturalmente de lo que hubiede parecido a ojos de los conquistadores católicos, más proclives al intercambio cultural.
Y esa es, precisamente, la gran paradoja que arrastran las potencias de cuño protestante, que se ven a sí mismas como abanderadas de unos valores universales que sólo son capaces de mantener en el seno de sus sociedades, mientras que fuera de ellas aplican esa fría y letal racionalidad dominadora que Max Weber temía nos empujase a su denostada “jaula de hierro”.
¿Y cuál es el lugar que ocupa la España en esta particular visión de la modernización?
Pues me temo que se trata de una posición un tanto contradictoria.
Por un lado, es innegable que se dispone de un sustrato cultural muy proclive a esa racionalidad orientada a la dominación que han requerido indispensablemente los procesos de modernización.
Pero, por otro lado, resulta igual de indudable que nuestra sociedad adolece de un modelo de lo colectivo y lo individual que, muy a menudo, acaba dominado por la primacía de los lazos de parentesco y las relaciones inter-familiares.
Eso hace que vivamos nuestra particular aventura de modernización como un camino lleno de dudas e inseguridades.
Por ejemplo, a la mayoría nos gusta definirnos como demócratas convencidos y defensores de una sociedad que recompense a los que más contribuyan, o a los que más contribuyan en comparación a lo que pueden hacer (que es una de las más nobles visiones heredadas del catolicismo).
Sin embargo, a la hora de la verdad, en cuanto damos el paso de crear una empresa, o  en cuanto accedemos a un cargo de importancia, nos vemos acosados por todo tipo de presiones para que favorezcamos a miembros de nuestra red de parentesco, opción que también cuenta con un gran apoyo en términos morales.
Mientras los británicos y los estadounidenses tienen una cultura política orientada a sospechar siempre de los cargos políticos y vigilarlos celosamente, en España (así como en buena parte de Latinoamérica y los países del Mediterráneo) cuesta mucho ir más allá de la sospecha y la crítica, ya que al llegar el momento de tomar medidas extraordinarias, siempre acaban surgiendo las dudas de si no estaremos atacando injustamente al patriarca de turno, y al finaloptamos por esperar a que ese nepotismo que criticamos colectivamente nos salve a título individual.
Y en esto, queridos amigos, nos parecemos muchísimo a los chinos, quienes son muy conscientes de todo lo injusto que les rodea, pero prefieren esperar pacientemente a que les llegue ese “enchufe” tan ansiado en lugar de exigir los cambios profundos que requiere la construcción de una sociedad verdaderamente democrática. Pues, a fin de cuentas, ¿quién no tiene un contacto por ahí?
Por otra parte, en estos dos años y pico que llevo viviendo en China, en más de una ocasión me ha parecido estar presenciando los mismos errores en materia económica que llevaron al traste a la “insegura” economía española, aunque es probable que el desastre que aguarde al gigante asiático no sea tan serio como el sufrido por España.
¿Por qué? Pues principalmente porque China es un país cuyos líderes son muy conscientes de las “trabas” culturales que pueden encontrarse a la hora de llegar conquistar las cotas de desarrollo de Estados Unidos, y por eso mismo se están preocupando mucho de invertir en ciencia y tecnología, dos ámbitos de lo más determinante para el porvenir de las civilizaciones modernas.
Muchas veces me pregunto qué fue lo realmente decisivo para la modernización de Occidente, si el invento de la imprenta, o el auge del calvinismo, aunque probablemente lo fueron ambas al mismo tiempo y de forma inseparable.
Y por esa misma razón, si de verdad importa el futuro, en España quizás convendría trasladar el foco de discusión pública hacia este tipo de cuestiones culturales más profundas y más decisivas, comenzando por preguntas tan simples como la de cómo nos vemos a nosotros mismos como sociedad, y hacia dónde nos gustaría encaminarnos.
Quizás alguien me tache de megalómano o de ingenuo, pero, que yo sepa, han sido precisamente esos necesarios momentos de reflexión colectiva, a menudo motivados por graves problemas, los que han marcado el inicio de los más inspiradores proyectos sociales.
Artículo de Javier Telletxea Gago, columnista del Blog Ssociólogos y creador del Blog Historias de China

Publicado por:Javier Telletxea Gago

Me llamo Javier Telletxea y soy un investigador social residente en China desde Septiembre de 2011. Durante este tiempo he realizado estudios de campo que me han llevado a cooperar con diversas universidades, empresas y órganos del gobierno en China. En estos momentos disfruto de una beca de doctorado del Instituto Confucio y resido en Changchun, Jilin. Mi objetivo es ofreceros el entramado social y cultural de los fenómenos chinos para que comprobéis que, en el fondo, no somos tan diferentes. Puedes leer todos mis artículos en el blog Historias de China.

Zygmunt Bauman: La política ya no tiene poder

ESCRITO POR IDAFE MARTÍN PÉREZ

Leeds. Una casa de clase media a las afueras de Leeds, ciudad industrial del norte de Inglaterra. Un jardín poco cuidado y una luz temblorosa colgando del dintel de la puerta. Un salón pequeño lleno de libros. Y al fondo, un señor mayor, alto, flaco y con una mata de pelo blanco sin peinar que le cuelga a los lados de la cabeza mientras fuma pipa.
Zygmunt Bauman, polaco exiliado en Inglaterra desde los años 70 y catedrático emérito de la Universidad de Varsovia, es uno de los sociólogos más influyentes de Europa.

Bauman, de 89 años y premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, sonríe, contesta con pasión sobre desigualdad, consumismo y la búsqueda humana de la felicidad. Hasta que oscurece, 30 minutos después del tiempo pactado, y le dice al periodista: “¿No estará usted cansado?”.

Usted sostiene que el crecimiento económico solo beneficia a una minoría.

El crecimiento económico no es un buen medidor del desarrollo económico. No tiene en cuenta cómo se distribuye el dinero. Hace unas décadas, en Europa hablábamos de un 10 por ciento rico, un 10 por ciento pobre y unas enormes clases medias. Ya no es así. Ahora es el 1 por ciento, 85 personas acumulan tanta riqueza como el 50 por ciento de la población mundial.

¿Vamos hacia sociedades más desiguales?

Siempre hubo desigualdad. Nunca hubo una sociedad completamente igualitaria. Pero si exceptuamos un pequeño período tras la Segunda Guerra Mundial, hace mucho tiempo que la desigualdad no hace más que aumentar.

¿Cómo afectó la crisis?
Después del colapso financiero del 2007 y el 2008 hubo una cierta recuperación económica. En Estados Unidos esa recuperación fue clara, pero el 1 por ciento más rico de EE. UU. se apropia desde entonces del 93 por ciento del resultado de esa recuperación.

Muchos países sufren tasas enormes de desempleo juvenil...
Lo que hará aumentar más esa desigualdad. La generación ahora joven es la primera en mucho tiempo, tal vez en siglos, que no conseguirá siquiera el nivel de vida de sus padres. Antes, cada generación estaba segura de que empezaba su vida desde el nivel que habían alcanzado sus padres.

¿Serán eso que usted llama el “precariado”?
Hace 20 o 30 años había una clase pobre y una élite. Pero en medio estaba la mayoría de la población, las llamadas clases medias, que vivían relativamente bien y prosperaban. Esas clases medias están siendo tremendamente afectadas en los últimos años. Lo más distintivo de la caída de las clases medias es la precariedad, la inseguridad, el miedo, la incapacidad para tener confianza en el futuro, para mantener su nivel de vida.

Muchos sociólogos dicen que esa clase media es el sostén de la democracia.
La democracia moderna se hizo a la medida de las clases medias. La aristocracia tiene su posición social garantizada, así que no necesita avanzar. Los más pobres no podían avanzar, pero las clases medias sí, y ese fue el gran impulso de las sociedades democráticas modernas. Cada joven de clase media tenía que recrear con su esfuerzo, talento y trabajo la posición que había conseguido su familia. Había presión para actuar en sociedad, compromiso de participación política y confianza de vivir en un mundo de relativa seguridad, de perseguir su propia felicidad. La democracia moderna funcionaba y se alimentaba de esas gentes de las clases medias.

¿Y cuál es el cambio?
Hoy vemos un fenómeno preocupante: la élite política ya no habla el mismo lenguaje que la gente y presta poca atención a sus problemas reales. Eso está generando un divorcio entre poder y política.

¿La gente se está cansando de la política?
Pero se debe a ese divorcio. Poder es la capacidad de hacer cosas, política es la capacidad de decidir qué cosas hacer, de elegir. Los gobiernos tienen políticas, programas, pero no el poder para aplicarlos. Antes, los gobiernos tenían el poder y hacían política. Eso ya se acabó porque el poder emigró y es global, pero la política sigue siendo tan local como hace 400 años. La política no tiene poder y el poder no tiene control político. En esa situación, las clases medias cada vez influyen menos, y eso es un peligro mayor para la democracia.

Hay más desigualdad, pero en muchos países de América Latina la clase media está creciendo.
Sí, hay algunos avances, pero no soy optimista. Brasil consiguió parar el crecimiento de la desigualdad y sacó de la pobreza extrema a varios millones de personas, pero son excepciones y no durará porque la soberanía de estos países es limitada. No hay un solo país en el mundo que tenga verdadera soberanía económica. Ningún gobierno puede defender a su población de una tendencia que es mundial y a la que no se pueden poner barreras, por lo que no habrá grandes diferencias en los procesos sociales entre diferentes países. Simplemente porque las fronteras no te protegen del impacto de las fuerzas sobre las que no tienes control.

¿Cree que hay riesgo de involución del concepto de unidad europea?
Que 18 países compartan una moneda es increíble, la historia nunca vio algo así, pero su estructura está mal diseñada y así no durará mucho tiempo. Estamos en un momento de reforma y transición, Europa está en una encrucijada.

¿La eterna pelea entre federalistas y antifederalistas?
Algo así, pero que va más allá. Hay países que quieren recuperar competencias. Empujan hacia una nacionalización. La otra tendencia es la federalista, pero es muy difícil porque va contra la idea de las soberanías que ha gobernado a Europa desde hace siglos.

¿Un callejón sin salida?
En estas condiciones, habría que ir hacia un modelo que produzca soluciones globales a los problemas producidos de forma global. Teóricamente, en algún momento en el futuro podrían empezar a verse soluciones globales, pero para eso harán falta instituciones democráticas globales, un parlamento global elegido, una corte suprema global que decida lo que es justo y lo que es injusto, y alguna especie de poder administrativo.

Eso parece estar muy lejos...
Sí, pero Europa está en algún sitio a medio camino. Ya no existen aquellas soberanías nacionales bien delimitadas. Europa muestra que los países pueden cooperar y no solo competir. El escritor sudafricano J. M. Coetzee escribió que “no fue una decisión de Dios, ni una necesidad natural, que los países compitieran unos con otros, podrían cooperar en beneficio mutuo”.

Europa es un laboratorio en el que se están definiendo los métodos para que los países puedan manejarse en ese nuevo mundo. Creo que Europa está jugando un papel muy importante en este momento de la historia, porque cooperar es lo que el mundo necesita más que nunca para asegurar el futuro de la humanidad.

Usted asegura que el consumismo nos cambia. ¿Cómo lo hace?
Esta sociedad de consumidores asume que para cualquier problema social su primera respuesta es el crecimiento del producto interno bruto (PIB) y el consumo.

Si quieres ser feliz, cómprate algo. Si quieres hacer feliz a tu hijo o a tu mujer, cómprales algo. Pero esto genera dos problemas. Se asume que no hay límites naturales a la producción, pero es falso porque nuestro planeta tiene recursos limitados.

Y se olvida que hay otras formas de ser feliz sin crecimiento económico y sin consumir, porque además la mayor parte del provecho del crecimiento económico se la llevan los más ricos. Este crecimiento podría sustituirse con redistribución, que mitigaría este absurdo nivel de desigualdad. Se puede usar la riqueza del planeta de una forma más racional, más sabia, más moral.

¿Y dónde estaría la felicidad?
Simplemente valorando el placer del trabajo bien hecho, el placer de cooperar, de ayudar al vecino. El placer que da la familia, pero estamos olvidando cosas así de simples. Los niños desde una edad muy temprana, reciben toda clase de adoctrinamiento ideológico para que consuman.

Usted creó la teoría de la sociedad “líquida”, que define como aquella “en la que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas”.

En estas sociedades líquidas, ¿cómo hacemos para crear relaciones sólidas?
Ese es el gran asunto, pero desgraciadamente no tengo la receta. Solo digo que hay dos valores indispensables para dignificar la vida humana: seguridad y libertad. Necesitamos los dos. Seguridad sin libertad es esclavitud, y libertad sin seguridad es el caos.

Pero hoy se daña la seguridad económica en nombre de la libertad económica...
La importancia de esta combinación la dio lord Beveridge (jefe del comité que diseñó el welfare –estado benefactor– británico después de la II Guerra Mundial). Redactó un informe que se aplicó para crear las instituciones del welfare: educación y sanidad gratuitas, salario mínimo, viviendas sociales... Y duró décadas. Lo importante es que él no era un socialista. Era un liberal, pero creía que el welfare era la corona del movimiento liberal.

Hoy no se entiende así...
El movimiento liberal original era sobre libertad individual, pero para tener libertad individual, para ser realmente libres todos necesitan una seguridad básica. Si estás luchando por el pan, no eres libre.

¿Qué le parece lo que sucede en Venezuela?
El presidente actual no tiene el carisma que tenía el expresidente Hugo Chávez y la situación económica es peor. Es un proceso muy doloroso para gran parte de la población. Fue un país muy desigual hasta la llegada de Chávez. Quisieron darle la vuelta, y cuando haces eso dañas a alguien, alguien gana y alguien pierde.

Idafe Martín Pérez

Paquistán es el próximo objetivo


EL NEOCOLONIALISMO OCCIDENTAL CONTINUA CON SUS ACCIONES SECRETAS

Paquistán es el próximo objetivo

Parece que Siria no va a ser la próxima víctima del imperialismo estadounidense —explica Wayne Madsen— porque los ojos de Washington miran con ambición el arsenal nuclear de Paquistán que se ha convertido en un codiciado botín. Es una prioridad —dicen los estrategas yanquis— antes de que éste caiga en manos «islamistas». El único obstáculo que falta resolver es el de crear un ambiente propicio para manipular la opinión pública de modo que justificara la intervención militar internacional contra Paquistán. Desde hace año y medio Washington trata de lograr este objetivo mediante crecientes y permanentes provocaciones.

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Las instalaciones nucleares de Khushab, en Paquistán.
Parafraseando la vieja canción contra la guerra de Vietnam:
«Y uno, dos, tres,
Por qué luchamos?
Ni preguntes, ni me importa,
Paquistán es el próximo».
Al parecer, algunos funcionarios del Pentágono, incluyendo al Secretario de Defensa Leon Panetta; al General David Petraus, director de la CIA, ex-jefe del antiguo Comando Central y comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán; destacados políticos —tanto demócratas como republicanos—, consideran que en realidad Paquistán debe ser el próximo objetivo en la lista de países que habrán de sentir la fuerza de la agresión militar de los EE.UU.
A diferencia de otras naciones islámicas, que han sido objeto de la intervención militar estadounidense, y esto incluye a Afganistán, Irak, Somalia, Yemen y Libia, el más preciado botín para Occidente de esta futura cruzada consistiría el arsenal paquistaní de armas nucleares.
Varios observadores, como ex-funcionarios de alto nivel en los Servicios de Inteligencia paquistaníes, no ocultan los planes de contingencia de Occidente, que parecen estar en camino para hacerse con las armas nucleares de Paquistán y así hacer que este país desaparezca como potencia nuclear. Estos planes se han coordinado entre la CIA, los servicios de inteligencia del Centro de Análisis e Investigaciones de la India (RAW), y el Mossad, de Israel.

Parafraseando la vieja canción contra la guerra de Vietnam:
«Y uno, dos, tres,
Por qué luchamos?
Ni preguntes, ni me importa,
Paquistán es el próximo».
Al parecer, algunos funcionarios del Pentágono, incluyendo al Secretario de Defensa Leon Panetta; al General David Petraus, director de la CIA, ex-jefe del antiguo Comando Central y comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán; destacados políticos —tanto demócratas como republicanos—, consideran que en realidad Paquistán debe ser el próximo objetivo en la lista de países que habrán de sentir la fuerza de la agresión militar de los EE.UU.
A diferencia de otras naciones islámicas, que han sido objeto de la intervención militar estadounidense, y esto incluye a Afganistán, Irak, Somalia, Yemen y Libia, el más preciado botín para Occidente de esta futura cruzada consistiría el arsenal paquistaní de armas nucleares.
Varios observadores, como ex-funcionarios de alto nivel en los Servicios de Inteligencia paquistaníes, no ocultan los planes de contingencia de Occidente, que parecen estar en camino para hacerse con las armas nucleares de Paquistán y así hacer que este país desaparezca como potencia nuclear. Estos planes se han coordinado entre la CIA, los servicios de inteligencia del Centro de Análisis e Investigaciones de la India (RAW), y el Mossad, de Israel.
El presidente Obama parece haber decidido incrementar las tensiones con Paquistán después de haber instado aparentemente al presidente Asif Ali Zardari a que asistiera a la tan proclamada Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Washington, en abril de 2010.
Obama envió personalmente una carta a Zardari que fue entregada a la oficina del presidente paquistaní en Islamabad, el 16 de febrero de 2010, junto con otra enviada por la embajadora estadounidense Anne Patterson en Paquistán.
Esta carta fue el asunto de un cable del Departamento de Estado revelado con información «sensible» el día 17 de febrero de 2010, y que fuera emitido desde la embajada de los EE.UU. en Islamabad hacia el Departamento de Estado.
Este documento a su vez hace referencia a otro cable del 10 de febrero transmitido por la Casa Blanca a la embajada en Islamabad. Copias del cable que procedía de Islamabad fueron entregadas a la CIA, la Junta de Jefes de Estados Mayores en el Pentágono, y al Comando Central, (CENTCOM) en Tampa, Florida, así como a los consulados de EE.UU. en Lahore, Peshawar, y en Karachi— a las diversas estaciones de la CIA en Paquistán— y además a las embajadas de EE.UU. en Londres y Kabul.
¿Qué decía el cable emitido de Islamabad a Washington?
«(SBU) para entregar carta POTUS sobre la Cumbre de Seguridad Nuclear a la Oficina del Presidente Asif Ali ZARDARI, febrero 16, con carta adjunta de embajadora Anne Patterson. Los paquistaníes no nos han confirmado aún si ZARDARI asistirá.
PATTERSON»
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El presidente Barack Obama saluda al primer ministro de Paquistán Yusaf Raza Gilani en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear, en Washington, abril 12, 2010.
Zardari no asistió a la cumbre, sino que envió al Primer Ministro Yusaf Raza Gilani en su lugar. Poco después, Washington comenzó a lanzar alarmas sobre los vínculos entre Paquistán y elementos talibanes en la provincia de la frontera noroccidental del país, así como en Afganistán.
Es curioso el hecho de que Israel, que oficialmente dice no poseer armas nucleares, aunque se estima que tenga unas 400 ojivas, haya enviado al vice primer ministro Dan Meridor, que intencionalmente se hace el de la vista gorda ante el Mossad, y que la India haya enviado a su Primer Ministro Manmohan Singh.
Arabia Saudita, que ha sido utilizada por Washington como interlocutor con los Talibanes de Afganistán, envió al jefe de sus Servicios Generales de Inteligencia, el príncipe Muqran bin abdul Aziz.
Una semana después de que Zaradari recibiera la carta de invitación a la cumbre de Washington, un cable del tipo NOFORN (no revelar en el extranjero), fechado el 23 de febrero, fue enviado desde Islamabad al Departamento de Estado, con copias a la CIA, a la Junta de Jefes de Estados Mayores, a CENTCOM, a las embajadas estadounidenses en Londres y Nueva Delhi, a los consulados de EE.UU. en Lahore, Peshawar, y Karachi, así como al Departamento de Energía (lo que indicaba que se trataba de asuntos de seguridad nuclear), y a los departamentos del Tesoro y de Comercio— con autoridad de imponer sanciones. El cable trata de una reunión efectuada el 17 de febrero entre Zardari y el enviado especial para Afganistán y Paquistán, el desaparecidoRichard Holbrooke, justamente un día después de que Zardari recibiera la invitación de Obama para asistir a la cumbre nuclear.
En la reunión, Holbrooke agradeció a Zardari por la ayuda de Paquistán en la lucha contra los Talibanes particularmente por la captura del líder militar talibán-afgano Mullah Beradar. Pero, Holbrooke aún no estaba satisfecho. Echó un cubo de agua fría sobre los esfuerzos para lograr la reconciliación por parte del Presidente afgano Karzai y del representante especial del Secretario de las Naciones Unidas en Afganistan Kai Eide de un lado, y del otro, los máximos líderes talibanes.
De acuerdo con el cable secreto, Holbrooke le comunicó a Zardari que «los Estados Unidos y Paquistán habían debilitado el liderazgo talibán, pero aclaró que esto sólo era la primera fase, ya que el éxito dependía de lograr que la población local se tornara contra los Talibanes.»
Holbrooke puntualizó que «la percepción por parte del pueblo sobre los esfuerzos de los Estados Unidos para la reintegración y la reconciliación con los Talibanes han enfatizado excesivamente la posibilidad de la reconciliación, explicando que dicha reconciliación con los líderes talibanes era menos posible que la reintegración de los talibanes de base que habían abandonado la lucha.» Zardari confesó a Holbrooke que el jefe de inteligencia saudita, príncipe Muqran bin abdul Aziz, había considerado posibles conversaciones con Karzai y los altos oficiales talibanes en Arabia Saudita, pero que no había«garantías» de que se realizaran.
Las otras partes del cable, las secciones dos y tres, extrañamente faltan de lo que supuestamente fue filtrado a Wikileaks.
En abril, se efectuó una reunión en Washington para discutir el tema de la proliferación y seguridad nuclear con la participación de Muqran bin abdul Aziz, Meridor, Singh y sus asesores de inteligencia, la canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Nicolás Sarkozy, el presidente de Georgia Mijaíl Saakashvili, y el Primer Ministro canadiense Stephen Harper; con quienes se podría contar para «ocupar» [conquistar] las armas nucleares de Paquistán e impedir que cayeran en manos de «islamistas radicales».
Ahora, una estrategia era utilizar a Obama, Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos contra la proliferación nuclear, Obama era la pieza frontal y ostentadora perfecta para crear una coalición secreta que conllevara a la desnuclearización de Paquistán. Sólo había que ejercer influencia adecuada en la opinión pública de manera que se pudiera justificar una intervención multinacional en Paquistán.
Los medios y funcionarios paquistaníes, como el ex-Jefe de Estado Mayor, General retirado Mirza Aslam Beg y el ex-Jefe del ISI (servicios de inteligencia), General Hamid Gul, comenzaron a revelar las actividades extraoficiales de contratistas militares privados de EE.UU. en Paquistán, especialmente en Peshawar, Lahore, Karachi e Islamabad, y esto incluía la participación de EE.UU. en cuanto a falsos ataques terroristas que serían después adjudicados a grupos islamistas locales.
En febrero de 2011, la policía paquistaní arrestó a Raymond Davis, jefe interino de la CIA en el país, al haber ultimado a tiros a dos paquistaníes que según él dijo habían tratado de asaltarlo. Sin embargo, pronto se supo que Raymond Davis no había dicho toda la verdad. A Raymond Davis se le encontró equipos de espionaje y armas, así como información grabada en su teléfono que indicaba que había estado en contacto con el talibán paquistaní, conocido también como Tehreek-e-Taliban Paquistán y combatientes del grupo Lashkar-e-Jhangvi en Waziristán del Sur y otras Regiones. Raymond Davis fue liberado después de fuertes presiones diplomáticas ejercidas por Washington.
El 2 de mayo de 2011, cuando las tensiones habían incrementado entre los EE.UU. y Paquistán, una unidad especial de la Marina estadounidense llevó a cabo un ataque aéreo sobre la ciudad de Abbotabad, una localidad conocida por ser una base militar sólidamente apertrechada en Paquistán, donde se afirmó que Osama bin Laden supuestamente había sido aniquilado. La Operación Neptuno Spear (Lanza de Neptuno) fue envuelta de misterio, silencio y secreto.
El cuerpo de Bin Laden fue lanzado al mar sin haberse realizado una identificación que determinara que el cadáver era realmente el de Bin Laden, personaje que fue localizado justamente en una residencia a escasos metros en donde vivían una gran cantidad de militares paquistaníes activos y retirados, de oficiales del ISI [servicios secretos paquistaníes], que también vivían allí, en Abbotabad, todo esto cerca de la Academia Militar Paquistaní.
Los militares y oficiales de inteligencia de India y de EE.UU dijeron que militares paquistaníes mantenían vínculos con Bin Laden. Quince miembros del Gold Squadron del Grupo de las Fuerzas Especiales de la Marina de EE.UU. (DEVGRU), anteriormente llamados Equipo SEAL 6, y conocidos todos por haber participado en la operación para eliminar a Bin Laden en Abbotabad, murieron poco después cuando su helicóptero, un aparato Chinook fue abatido por un misil en Afganistán.
El Pentágono negó que alguno de los hombres de SEAL muertos hubiera participado en el ataque contra Bin Laden, pero otros miembros del equipo SEAL desmintieron las afirmaciones del Pentágono con fuertes y serios argumentos.
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La CIA y la empresa especializada en mercenarios Blackwater (actualmente Servicios Xe) han sido las dos estructuras que han diseñado y trabajado para la desestabilización del Paquistán —por un lado el control total de las operaciones comerciales en el puerto de Gwadar— por otro lado en la ejecución de colosales ataques suicidas en la región central de Punjab y los territorios noroccidentales del país, para asegurarle al mundo que la primera potencia atómica islámica es ingobernable.
Holbrooke, que murió de un sorpresivo ataque al corazón el 13 de diciembre de 2010 era, tal como su sucesor Marc Grossman, un personaje destacado por su participación en las aventuras diplomáticas secretas de EE.UU., así como por sus posiciones pro-israelíes. Después de que Petraeus asumiera el mando de la CIA, el Jefe de la Junta de Jefes de Estados Mayores, el militar estadounidense Michael Mullen y el Secretario de Defensa, Leon Panetta,—predecesor de Petraeus en la CIA— acusaron a Paquistán de dar asistencia a los grupos guerrilleros islamistas afganos. Mullen dijo que el ISI de Paquistán apoyó a la red afgana conocida como Haqqani a realizar ataques contra la embajada de EE.UU. en Kabul y contra las tropas estadounidenses desplegadas en Afganistán.
El talibán paquistaní fue acusado anteriormente de llevar a cabo un ataque terrorista contra la base de operaciones de la CIA en Khost, Afganistán. Se preparaba el terreno para lanzar una política más agresiva por parte de los EE.UU. contra Paquistán, aunque algunos funcionarios del Pentágono afirmaron que Michael Mullen exageró los hechos contra Paquistán.
El Senador Lindsey Graham, miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, sugirió la idea de lanzar una intervención militar contra Paquistán. Las actividades secretas de los EE.UU. en Paquistán, que incluyen aquellas conducidas por los notorios mercenarios de la entonces Blackwater —actualmente Xe— se convertían ahora en acciones declaradas y abiertas. Tal como ha sido en los últimos años, el botín codiciado es ahora el arsenal nuclear de Paquistán.
Paquistán es el próximo objetivo.
Wayne Madsen


Wayne Madsen
Wayne Madsen
Ex-funcionario de la National Security Agency (NSA), se convirtió en periodista investigador especializado en el espionaje electrónico, posteriormente en el espionaje en general. Fue jefe de sección en la revista francesa Intelligence Onlinehasta que esta fue comprada por el diario francés Le Monde. Actualmente él mismo publica laWayne Madsen Report e interviene regularmente en la televisión rusa internacionalRussia Today emitiendo en inglés. Ha escrito varios libros:The Handbook of Personal Data Protection (London: Macmillan, 1992); Genocide and Covert Operations in Africa 1993-1999(Edwin Mellen Press, 1999);Jaded Tasks: Big Oil, Black Ops & Brass Plates and Overthrow a Fascist Regime on $15 a Day y co-autor de America’s Nightmare: The Presidency of George Bush II (Dandelion, 2003).

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