MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 7 de septiembre de 2013

Lenin, el Imperialismo y la Mundialización



Decía Trotski que el marxismo es una herramienta que de tanto afilarla, se puede mellar; y esto es lo que le esta sucediendo; de tanto “adecuarlo”, esta perdiendo su filo revolucionario, dejando de ser la ciencia de la revolución y una guía para la acción. Lo están transformando en un simple método para explicar el mundo, ya desde el punto de vista filosófico, económico o social, pero no para servir a su objetivo central, la transformación socialista de la sociedad.Tras la caída del Muro de Berlín y el “descubrimiento” de que tras él no había socialismo, sino unos estados que aún no siendo capitalistas, habían sufrido un profunda degeneración, se produjo un triple movimiento en la intelectualidad y las organizaciones que se reivindicaban del marxismo, unas, la mayoría, lo abandonaron formalmente y se disolvieron como el PC Italiano, otros, lo mantuvieron formalmente, mas en realidad asumieron las tesis del keynesianismo, y los terceros, intentando librarlo de la degeneración stalinista que lo había convertido en un catecismo, rompieron el nexo de unión entre Marx y el presente, el leninismo.
De éstos han desaparecido los grandes aportes de Lenin al marxismo, como la definición de la fase actual del capitalismo como Imperialismo, la teoría del estado, la ligazón entre conciencia sindical y conciencia revolucionaria a través del partido o la definición de “centralismo democrático” imprescindible para un partido que se plantea la toma del poder por la clase obrera y los oprimidos.
La burguesía a través de sus ideólogos y “estudiosos”, para matar el carácter revolucionario del marxismo tiene que silenciar a Lenin, puesto que fue el leninismo como heredero directo del marxismo, el que demostró en la práctica toda la fuerza del pensamiento de Marx. Como dice un documental argentino, Lenin, Trotski,… y los bolcheviques “se atrevieron” a hacer la revolución; esa que Marx señalaba como el primer paso para superar la prehistoria de la humanidad y entrar en la historia, disolviendo las clases sociales.
La combinación entre degeneración stalinista y propaganda burguesa fue letal para el leninismo a lo largo de los últimos 20 años, pues ésta se apoyo en su campaña en la “momificación” que la burocracia soviética hizo de la figura de Lenin y la degeneración del estado surgido en la revolución de Octubre.
Para desgracia de todos ellos, la crisis detonada en el 2007 y sus consecuencias de crisis políticas generalizadas, con los picos de las revoluciones árabes, ponen de nuevo al orden del día la necesidad de volver a Marx, pero no al Marx como si fuera un pensador individual ajeno a la lucha de clases y la organización, sino al marxismo revolucionario, del que Lenin y el leninismo es una de sus patas imprescindibles.
Modifica algo el concepto de “mundialización”
En el prologo al libro de M Husson El Capitalismo en 10 Lecciones, los autores hacen una afirmación que suena a novedosa: “El capitalismo ha conquistado todo el planeta y esta mundialización ha modificado profundamente la arquitectura del mundo”… Y lo explican, “La textura del sistema económico en la era de la globalización y la financiarización de la economía es, en sus aspectos fundamentales, la del modo de producción capitalista”. Cierto, y hasta ahora los marxistas lo conocíamos como el Imperialismo, por eso surge la primera pregunta, cuando cambió “la textura” de la economía, en qué momento el imperialismo capitalista dejó paso a la “mundialización”.
A esta costumbre de inventarse “nuevas eras”, “arquitecturas” (vaya palabrita), cada vez que aparece un fenómeno nuevo, es a lo que Trotski se refería, por querer afilar tanto la herramienta del marxismo, se la puede mellar.
Veamos lo que decía Lenin sobre esa “mundialización” en El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo: “El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los truts internacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalistas más importantes”, en conclusión, “el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo”.
¡Este texto esta escrito en 1916! Y sospecho que la “arquitectura” de la economía no ha cambiado mucho. Pero ahora los “marxistas” no leninistas nos vienen descubriendo la mundialización de la economía.
Entonces, qué sentido tiene sustituir “imperialismo” por “mundializacion” o en otros casos por “globalización capitalista”. Para ello tenemos que salir de la economía para pasar a la política, a la renuncia a hacer la revolución socialista, que es el mellado que tanta revisión introduce en el marxismo.
La definición expuesta del capitalismo “mundializado” o “globalizado” excluye, como luego veremos, la existencia de países imperialistas y naciones oprimidas o colonias. Si el mundo esta “globalizado” o “mundializado”, bajo el dominio de las multinacionales, como se dice ahora, la definición se queda en la primera parte, descriptiva, del razonamiento de Lenin, “El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero…”, pero excluye el segundo, la conclusión política de la caracterización: “…y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalistas más importantes”.
Porque este es el problema de fondo, político.
Las palabras no se usan por casualidad, sino que tienen un profundo contenido y unas consecuencias.
Hablar de “globalización”, “mundialización”, es una manera descriptiva de referirse al desarrollo de las leyes del capitalismo, el imperialismo; y como consecuencia de este carácter aséptico, se termina por negar la necesidad de la revolución para acabar con él.
El imperialismo como fase del capitalismo no niega las leyes de la economía descubiertas por Marx sino que las desarrolla hasta el final. De hecho, fue Marx el que entrevió estas tendencias cuando hablo de los “rentistas”, que vivían del corte del cupón, refiriéndose al que en aquel momento ya apuntaba esos rasgos, Gran Bretaña.
Obviamente, ni Marx ni Engels podían prever hasta donde llegarían esas tendencias. Fue Lenin quien tras un debate que duró años y en el que participaron marxistas como Kautski, que defendían que el imperialismo era una política del capitalismo, y que luego elaboro la teoría del hiperimperialismo, otros, como Rosa Luxemburgo, que lo definían como la única manera que el capitalismo tenia de salir de su crisis, enfrentando a los pueblos y saqueando sus riquezas, mientras Hilferding, del que Lenin toma la caracterización central, defiende que el imperialismo es el capitalismo actual.
Por las consecuencias que tuvo para las luchas de liberación nacional y las revoluciones en los países coloniales como China, Cuba o Vietnam, quizás sea uno de los debates más importantes de la historia reciente.
Podría afirmarse que si, que Lenin tuvo razón, pero que ahora estamos ya en la fase de la “globalización capitalista”, en un momento distinto al analizado por él.
Como toda discusión, para no ser escolástica y sin fin, tiene que ser comprobable en la práctica por lo que veamos los elementos que Lenin planteaba para definir al imperialismo.
Decía en la obra citada.
“… conviene dar una definición del imperialismo que contenga los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) la concentración de la producción y del capital ha llegado hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de las oligarquías financieras; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones monopolistas de capitalistas, los cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación de reparto del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”. De lo que extraía la conclusión confirmada por la I y la II guerra mundial, “a partir de ahora solo caben nuevos repartos”.
Continuaba más adelante, “La exportación del capital, una de las bases económicas más esenciales del imperialismo, acentúa todavía más este divorcio completo entre el sector rentista y la producción, imprime un sello de parasitismo a todo el que vive de la explotación del trabajo de unos cuantos países y colonias de ultramar”. Países que llama “estados usureros”, y que ahora con las crisis de la deuda pública adquiere todo su sentido.
Nadie niega la necesidad de revisar las aportaciones al pensamiento humano, de hecho se hace necesario cuando los cambios que se dan en la realidad van dejando obsoletas esas aportaciones; sea cual sea el ámbito. Pero lo que es irracional es abandonar una aportación, hasta que la práctica, la realidad no haya superado sus límites, y lo que nos dicen los datos actuales es que la caracterización de Lenin, de que el Imperialismo es la fase superior del capitalismo no ha sido superada.
De la misma manera que la superación dialéctica de El Capital podría ser El Imperialismo de Lenin, ¿la realidad nos conduce a necesitar ahora una superación de la obra de Lenin? Dicho de otra forma, las definiciones de los defensores del término “mundialización” o “globalización” añaden algo a las cinco características establecidas en la definición de Lenin, o son simplemente un retroceso a las políticas pre leninistas.
Porque esta es la cuestión. La revisión es bienvenida si aporta algo al programa de la revolución, como hizo Lenin con el Imperialismo, pues al hacer consciente el carácter de la época permitió a los bolcheviques tener una política clara frente a una guerra, la I, que era básicamente interimperialista.
¿Sustituir “imperialismo” por “mundialización” ayuda a comprender, y a tener una guía para la acción, frente a los conflictos entre las potencias europeas, entre la Unión Europea y los EEUU, entre los BRICS y la “Troika”, EE UU, Japón y la UE, y el saqueo al que están sometiendo todos ellos a África y América Latina?. Esta claro que no. Del concepto de mundialización solo se deduce una descripción: “el capitalismo se ha mundializado”, como nos dicen los prologuistas que reivindican a Marx, pero es una verdad de Perogrullo que no aporta nada para la práctica necesaria para su destrucción.
Pero esta descripción los sitúa en la estela de aquellos que, aun denunciando las “injusticias” del sistema, no se salen de sus márgenes. En el Veredicto Del Tribunal Internacional de los Pueblos sobre la Deuda del 2003 se puede leer que además de la legitima anulación de la deuda, se establece que los paises del Norte (no imperialistas, simplemente del Norte, como si esta fuera una categoria politica y economica) deben compensar “razonablemente” a los países del Sur.
Puede ser que un no marxista tenga una concepción de la deuda como un mecanismo, una politica del Norte, para saquear el Sur y que con su anulacion y devolución “razonable” se resuelve el problema. Pero para un marxista este analisis de la deuda esta superado por el leninismo. Primero, ya fue Kautski quien defendió que el imperialismo no era una fase del capitalismo, sino una “politica” para dominar el mundo. La misma Rosa Luxemburgo no llegó a entender el imperialismo como el capitalismo actual, sino como la “forma” que adopta para salir de las crisis, saqueando a los pueblos no capitalistas.
La deuda es la esencia del mecanismo de funcionamiento del capitalismo ya antes de su transformación en Imperialismo. Los bancos, de siempre, hacían empréstitos a los estados y las grandes empresas para desarrollar las infraestrcuturas, las guerras y lo que fuere necesario; asi se financiaron todas las grandes lineas ferroviarias que se construyeron a lo largo del siglo XIX en los EEUU, en la India, en África, etc. El capital bancario -los bancos- prestaban dinero a cambio de un tipo de interés, lo que generaba deuda publica y privada, el fracaso de muchas de esas infraestructuras llevaba a la quiebra a la empresa... Nada nuevo bajo el sol.
Pero con la aparición del imperialismo, esas infraestruturas, esas industrias, que comenzaban a tener un gran tamaño y precisaban de grandes inversiones de capital, se fusionaron con el capital bancario, dando origen al capital financiero, que vulgarmente se confunde con los bancos,... pero es algo más que los bancos, aseguradoras y entidades financieras. Éstos, de “simples” prestatarios de dinero se convirtieron en accionistas de esas empresas, y viceversa; los grandes industriales se hacen accionistas y propietarios de esas entidades financieras.
La deuda deja de ser el único método de extracción de beneficios de los bancos, una manera indirecta a través de los tipos de interés que se fijan en los préstamos, para hacerlo directamente en el reparto de beneficios año trás año.
Cuando Lenin afirma que la esencia del imperialismo es la exportación de capital de las potencias hegemonicas a los países dependientes, esta analizando justo ese mecanismo por el que los grandes bancos hacen empréstitos a los paises dependientes, y éstos se comprometen a comprar las mercancías producidas por los truts/corporaciones/multinacionales de los que los bancos son accionistas. La extracción de beneficios, en el imperialismo, se produce de estas dos maneras, directa, al ser el mismo quien vende la mercancía que el que presta, e indirecta, a través de los tipos de interés del capital prestado. Y hay de quien no cumpla y no se limite a pagar la deuda, cae sobre él toda la fuerza del imperialismo, sea en forma de bloqueo, de guerra comercial o, en los casos más agudos, de guerra y ocupación.
Esto es lo que la caracterización de “mundialización” excluye, las relaciones entre el Norte y Sur, entre potencias imperialistas y países oprimidos, no son “asepticas”, sino relaciones profundamente jerárquicas y de poder. Cualquiera que ose levantarse contra esta jerarquía, sea bajo un programa revolucionario, sea bajo una dirección politica nacionalista, conocerá la “ira de Zeus”, solo que su rayo ahora esta sustituido por Drones y marines.
Porque el capitalismo, como dijo Marx, se “construyo a sangre y fuego”; sobre las decenas de guerras que asolaron Europa a lo largo de siglos se construyeron los estados que en el siglo XIX conformaron el continente, y que tuvieron un efecto que “fue un apoyo para el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, en el proceso para liberarse del feudalismo” (Lenin, Bajo una Bandera ajena, 1915).
Estos estados, ahora convertidos en imperialistas (no “mundialistas” o “globalizados” como dirían algunos “marxistas” sin Lenin, en las construcciones lingüísticas podemos ver el carácter absurdo de ese lenguaje), han pasado a convertirse “en un obstáculo para el ulterior desarrollo de las fuerzas productivas”. El imperialismo, para Lenin, es el cambio cualitativo del carácter de la burguesía, de una clase “ascendente y avanzada”, se ha transformado en “una clase que se hunde, decadente, internamente muerta, reaccionaria”, “… en el más reaccionario estorbo del desarrollo humano”.
Se puede decir más claro, pero no más alto. Y qué aporta a esto, a la dinámica del desarrollo social las concepciones de “mundialización o globalización”, excepto en esa ideología profundamente reaccionaria, ahistórica, según la cual el capitalismo fue genéticamente “malo” y “destructivo” –como repiten los críticos del supuesto eurocentrismo del marxismo-. Una de las grandes aportaciones de Marx fue justo el desmontar el carácter “natural” del capitalismo, como si fuera una consecuencia de la “naturaleza humana” por encima de los tiempos y las circunstancias. El capitalismo, como toda forma de organización del ser humano, es histórico, nace, crece, se desarrolla, agoniza y muere en condiciones concretas. Y en cada uno de sus periodos, cumple un papel en la sociedad.
Lenin con su análisis del Imperialismo como fase superior del capitalismo establece el comienzo de esa agonía, “… es el capitalismo marchitándose, pero aún no se ha marchitado, agonizante, pero no muerto”, y en “cierto aspecto, una fase de transición hacia el socialismo”.
¿El imperialismo como fase del capitalismo ha muerto ya, estamos en el socialismo, como anticipaba Lenin, o en que se ha transformado, que relaciones sociales dominan ahora, para que se introduzcan nuevas definiciones? Para no dar saltos en el vacío, es importante establecer los momentos nodales, los momentos históricos en que se producen los saltos de cualidad de las cosas; sino son eso, saltos en el vacío, escolásticos, que solo desarman frente a la realidad.
Por este motivo Lenin, que era más serio y no podía hablar por hablar, tenia el objetivo concreto de construir una herramienta política y organizativa para tomar el poder, afirmaba: “El imperialismo, en realidad, no transforma ni puede transformar el capitalismo de arriba abajo. El imperialismo complica y acentúa las contradicciones del capitalismo, “embrolla” el monopolio con la libre competencia, pero no puede eliminar el cambio, el mercado, la competencia, las crisis, etc.”. Es decir, Lenin situaba la superación del capitalismo no en el melifluo “otro mundo es posible”, sino en la revolución socialista que Marx defendiera a lo largo de su vida.
Imperialismo, naciones oprimidas y mundialización
Junto a esta caracterización del imperialismo como capitalismo “agonizante, pero no muerto”, las categorías leninistas introducen otro elemento que no se deduce de la definición de “mundializacion” o “globalización”, la división del mundo entre naciones opresoras y oprimidas, entre metrópolis imperialistas (no mundializadas o globalizadas, pues estos términos disimulan la brutalidad con la que actúan los imperialistas) y colonias o semicolonias.
Husson justifica la modificación de la teoria leninsita por el nuevo tríptico introducido por la “mundializacion” o la “globalización” –“países ricos, países emergentes, países pobres”, dice en la página 200-, a causa de la decadencia del imperialismo yanki, su dependencia de los capitales chinos y extranjeros para sostenerse. Husson hace una verdadera trampa intelectual, confunde conscientemente el todo –el imperialismo capitalista- con una de las partes –el imperialismo yanki-. Si fuera cierta su lógica, ya en la época de Lenin la afirmación de Husson sería aplicable, pues Lenin habla de cómo una potencia que ahora llamaríamos emergente, los EE UU, estaban sustituyendo a la hasta ese momento primera potencia mundial, Gran Bretaña, que estaba importando capitales.
Inglaterra y Francia han vencido (en la I Guerra), pero están empeñados hasta la camisa con América, la cual ha decidido que, por más vencedores que se consideren los franceses y los ingleses, ella ha de llevarse la nata y percibir, con creces, los intereses de su ayuda durante la guerra; y eso debe asegurarlo la flota americana, que se está construyendo ahora y por su fuerza adelanta a la inglesa” (Informe en el II Congreso de toda Rusia de las organizaciones comunistas de los pueblos de Oriente, 1919). Porque compañero Husson, “El capital sale ganando con la bancarrota del capitalismo rival o de la nación rival, concentrándose aún más” (La Bancarrota de la II Internacional), pero esto no modifica las raíces del imperialismo, solo cambia quien manda.
Por ello, qué cambia el endeudamiento británico y francés de las características centrales del imperialismo. Pero es más, en un alarde de eurocentrismo, Husson nos dice que hay “países pobres”; sí, es cierto, pero no nos dice porque son pobres, cómo han llegado a esa situación, solo la describe, “El capitalismo globalizado es enormemente excluyente” nos dice en la pag. 94.
Eso lo sabemos desde que Marx (y antes) escribiera el Manifiesto Comunista, que las hay ricas y pobres, avanzadas y atrasadas... Pero cuales son las relaciones que se establecen entre ellas, puesto que estas cambian. No es el mismo capitalismo en de la época de Marx, donde como sistema dominante se ceñia a Europa y poco más, a la actualidad donde tras su restauración en los estados obreros, es el único sistema existente a nivel mundial. Volvemos a la pregunta del millón, ¿han cambiado tanto estas relaciones desde que Lenin revisara a Marx en el Imperialismo Fase Superior del Capitalismo, para que éste sea conocido ahora como “capitalismo globalizado”?.
De la misma manera que el concepto de “mundialización” no nos permite conocer cuáles son las relaciones de poder entre las potencias “mundializadas”, que son capaces de destrozarse entre ellas para dominar una sobre otra, como sus contradicciones por el reparto del mundo entre ellos, que llevó a dos guerras mundiales, y a multitud de guerras comerciales, “pacificas”. Este concepto tampoco nos permite escudriñar en otra de las grandes aportaciones de Lenin a raíz de su concepción de Imperialismo, la división del mundo entre naciones oprimidas y naciones opresoras.
Simplificando, Marx dividía el mundo entre países civilizados, capitalistas, y atrasados, no capitalistas, y señalaba que la revolución iría de los primeros, donde el proletariado se había desarrollado, a los segundos. Es a partir de la famosa carta en la reconoce que toda su posición respecto a Irlanda estaba equivocada, que en el marxismo se abre la puerta a otra perspectiva de la dinámica de la revolución: "Durante mucho tiempo creí que sería posible derrocar al régimen irlandés por el ascendiente de la clase obrera inglesa… Pero un estudio más profundo me ha convencido de lo contrario. La clase obrera inglesa nunca hará nada mientras no se libre de Irlanda. La palanca debe aplicarse en Irlanda. Por eso es que la cuestión irlandesa es tan importante para el movimiento social en general" , y Engels afirmaba "La historia irlandesa le recuerda a uno lo desastroso que es para una nación el haber subyugado a otra nación" . El marxismo estaba incorporando a su acerbo teórico y político el aforismo de Dionisio Inca Yupanqui, diputado americano ante las Cortes de Cadiz, quien, el 16 de diciembre de 1810, dijo: " UN PUEBLO QUE OPRIME A OTRO NO PUEDE SER LIBRE"
La tesis de Lenin de que el Imperialismo es la fase superior del capitalismo, profundiza lo que Marx y Engels solo entrevieran. Al ser el capitalismo el modo de producción dominante en todo el mundo, la diferencia entre paises “avanzados/capitalistas” y “atrasados/no capitalistas” queda tocada de muerte. Si todos son capitalistas, la economía esta “mundializada” como se diría ahora, todos serían avanzados, y como mucho lo que estaría generando esa mundialización de la economia seria un simple “aumento de las desigualdades”, como afirma Husson, dando origen al “triptico” de “paises ricos, paises emergentes, paises pobres” como surgido de la nada. ¿Non si?
Pues, no. “El imperialismo es la progresiva opresión de las naciones del mundo por un puñado de grandes potencias” (El Proletariado Revolucionario y el derecho de las naciones a la autodeterminación). Esto es bastante más que un aumento de las desigualdades.
Lenin, en una descripción que desgraciada y tragicamente se manifiesta dia a dia, nos muestra las dos maneras que tiene el imperialismo de saquear, dominar naciones (y no solo el simple “aumento de las desigualdades”, eso es eurocentrismo, lo demás aproximaciones) por ese “puñado de grandes potencias”,
una la más directa, la colonial, cuando dice:
“ Y vosotros sabéis que, aparte de la dependencia directa, juridica y estatal, la dependencia colonial presupone una serie de relaciones de dependencia financiera y económica, presupone una serie de guerras, que no se consideraron guerras porque muy a menudo no pasaron de simples masacres, cuando las tropas imperialistas europeas y norteamericanas, armadas con las más perfectas armas de exterminio, masacraron a los inermes e indefensos habitantes de los países coloniales” (II Congreso de la Internacional Comunista, Informe sobre la Situación Internacional).
Pero el imperialismo introduce en libro del Imperialismo otra forma de dominación entre las naciones, indirecta pero la más extendida en al actualidad tras las guerras de liberación de los años 60, que Lenin define como semicolonias, “independentes formalmente”, pero “dependientes por miles de hilos financieros, politicos y diplomáticos”.
En ambos casos, estas naciones se ven sometidas a un brutal saqueo de sus riquezas humanas y naturales, a la explotación de la clase trabajadora y la expoliación de las materias primas, imprescindibles para que las grandes corporaciones mantengan su papel en el mercado mundial.
La lucha de estas naciones por su independencia, real y formal, por el control de sus riquezas, ha generado desde que Lenin escribiera su libro en 1916 decenas de guerras de liberación, revoluciones y enfrentamientos, que han marcado no solo el siglo XX, sino que lo siguen marcando ahora, en el XXI. Las revoluciones árabes son la expresión más reciente de esta lucha de las naciones oprimidas por el imperialismo, por ese “puñado de potencias imperialistas”.
El concepto de “mundialización” o “globalización” no aporta nada nuevo a la necesidad de los pueblos de conocer a su enemigo; antes al contrario, lo diluye, lo suaviza, lo disfraza, abriendo las puertas a que “otra mundialización es posible” en contra de la única salida posible, la derrota del imperialismo, que es la derrota del capitalismo en su fase monopolista.
Nuevamente Lenin situa la salida a la barbarie imperialista en un terreno objetivo, el de la lucha de clases, “Los capitalistas no se reparten el mundo llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios”. Y la lucha de clases solo conduce a un final, de nuevo, la revolución socialista: “ (...) los movimientos de liberación nacional de las colonias y de los pueblos oprimidos, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra salvación que el triunfo del Poder de los Soviets sobre el imperialismo mundial” (Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial, 1920).
Para la clase obrera en el imperialismo, ¿sirve de algo el concepto de mundialización?
Desde los años 60, un amplio sector de la intelectualidad post marxista viene intentando demostrar que la clase obrera habia perdido su papel central en la sociedad, y por consiguiente su papel revolucionario fruto del desarrollo técnico, que los sustituía por la famosa “clase media”, los trabajadores de cuello blanco que ya no era el “viejo” proletariado industrial. Fueron los Bernard Henri Levi, los André Glucksmann o los Alain Touraine quienes más ardientemente defendieron esas tesis, y fueron los neoliberales con sus politicas antiobreras (liberalización de la economica, odio visceral hacia las organizaciones obreras, despidos masivos de obreros, como los mineros en Gran Bretaña, etc.) los que se encargaron de demostrar por la negativa, que la clase obrera no había desaparecido y la necesidad que tiene el sistema de ella.
La crisis del “petroleo”, fruto de la caida de la tasa de ganancia como bien demuestra Husson en su libro, provoco el furibundo ataque neoliberal contra los derechos de los trabajadores y los pueblos. El retroceso de los salarios y la perdida de derechos como unica via para la recuperacion de la tasa de ganancia pone a las claras que para el capitalismo en su fase monopolista, el trabajo humano –es decir, la clase obrera y la producción de valor- sigue siendo el unico criterio de acumulación de capital. Es cierto, que la formula del capital, D-M-D’ tiende sobre todo en esta fase de dominio del capital financiero, a su simplificación, D-D’; pero las recurrentes crisis generadas por la caida de la tasa de ganancia, se empeña en contrarrestar esta tendencia: el capitalismo sigue siendo capitalismo, solo que en su fase agonica con todas sus contradicciones agudizadas hasta el extremo.
Tras aquellos intelectuales del post marxismo, a consecuencia del “redescubrimiento” de la financieracion y la mundialización de la economía, otros, ahora desde el campo del marxismo, nos dicen que el papel de la clase obrera retrocede dentro de la sociedad, deslumbrados porque ante los ojos de todos, es más “facil” enriquecerse en los mercados financieros y la especulación que a través de la producción de mercancias fruto del trabajo humano, en un proceso de autonomización, de divorcio entre lo que ha dado en llamarse “economia de casino” y “economia productiva”.
Es cierto que este fenomeno, bajo los golpes de la crisis, esta manifestándose como una de las contradicciones más importantes a las que se enfrenta el sistema; la baja rentabilidad de los sectores productivos (la caida de la tasa de ganancia) hace que el dinero se oriente allí donde las rentabilidades son superiores (desde la deuda soberana hasta los jugadores de futbol, todo es objeto de especulación). Pero.... ¿esto modifica cualitativamente las relaciones sociales de producción, como para que podamos hablar, como se dice en el prologo, de una “nueva arquitectura”, una “nueva era”, etc.?
Además, las mismas burbujas especulativas cuya detonación pone de manifiesto una crisis del sistema, no solo aparecen cuando ésta explota, como se ha visto; sino que la burbuja especulativa es la manifestación más clara de que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia esta actuando como el “viejo topo” de Marx. Cuando la economía se encuentra en una fase expansiva, con varios sectores de la producción generando una tasa elevada de beneficios fruto del aumento de la explotación de los trabajadores/as, los capitales se orientan masivamente hacia esos sectores, generando justo... una “burbuja especulativa” que hace crecer de manera exponencial esos capitales con una gran rentabilidad. El menor sintoma de debilitamiento de los beneficios generados por esos sectores productivos, provoca una huida, la estampida, el estallido de esa burbuja, y el comienzo de la crisis con todas sus consencuencias.
Pero nuevamente volvamos a Lenin, puesto que en la caracterización del Imperialismo como fase monopolista del capitalismo analiza, también, cuáles son las consecuencias de las superganancias generadas por la “mundialización” (aquí si vale el termino descriptivo de los “marxistas” post leninistas) en la clase obrera, introduciendo un concepto realmente novedoso, una herramienta sociologica fundamental para explicar el deslumbramiento de algunos “marxistas” post leninistas, la aristocracia obrera; porque su existencia explica el retraso de la clase obrera de las potencias imperialistas en el camino revolucionario que se les “supondría”, por su gran concentración, su organización y su tradición.
“ Es evidente que tan gigantesca superganancia (ya que los capitalistas se apropian de ella por encima de la que exprimen a los obreros de su “propio” país) permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de los países “adelantados” corrompen, y lo hacen de mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas.
“ Esa capa de obreros aburguesados o de “aristocracia obrera”, enteramente pequeño burgueses por su genero de vida, por sus emolumentos y por toda su concepción del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional, y, hoy dia, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía ” . (Prefacio a las ediciones francesa y alemana de El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo).
Pero no nos quedemos en la descripción del fenómeno social, sino que veamos que conclusiones politicas extrae Lenin en el mismo Prologo:
“ Porque son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas, verdaderos vehiculos del reformismo y el chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se colocarán inevitablemente, en numero considerable, al lado de la burguesia, (...)
Sin haber comprendido las raíces economicas de este fenomeno, sin haber alcanzado a ver su importancia politica y social, es imposible dar el menor paso hacia el cumplimiento de todas las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución social que se avecina.”
El “marxismo” post leninista, al considerar superado a Lenin en su caracterización del Imperialismo, sustituyéndolo por palabras huecas de contenido politico, como “mundialización” o “globalización”, se convierten en exponentes ideologicos de esa “aristocracia obrera”, reformista y chovinista.
Reformista porque esas palabras huecas suponen una renuncia expresa a que la transformación socialista de la sociedad solo puede venir por la via de la revolución, de esa “guerra civil entre el proletariado y la burguesia”, y se enfrascan en un politica “por otro mundo” intentadolo justificar teoricamente. Al no decirle a “ese mundo” cuál es el enemigo, disuelven cualquier alternativa revolucionaria poniéndose en los hechos del lado de la burguesía.
Pero tambien es expresión del chovinismo de la aristocracia obrera de las potencias imperialistas. Volvemos con ello al “triptico” de Husson: el mundo esta dividido en “paises ricos, paises emergentes y paises pobres”. Pero cuál es el motivo de que los pobres sean pobres, y no solo un simple aumento de las desigualdades generada por la “mundialización”, por el caracter “excluyente” del capitalismo globalizado. De nuevo adornan lo que es un saqueo, dependencia y guerras del “puñado de potencias”, que se enriquecen de una manera “gigantesca” a costa de los países pobres. El capitalismo no es “excluyente”, es una sanguijuela que vive de la sangre de la clase obrera y los pueblos oprimidos.
Si solo aumentan las desigualdades, con una politica keynesiana en la que el Estado “rico” haga algunas concesiones, el problema se resolveria. Pero desde 1916 sabemos que el problema no son las desigualdades, sino que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo que explota, saquea y “viola la democracia”, los derechos de las naciones oprimidas, por lo que como tal, solo una revolución puede acabar con esas desigualdades.
Hay una tercera consecuencia de haber tirado al “agua sucia” –el stalinismo- con “el niño” –el leninismo-, se confunde “aristrocracia obrera” con clase obrera, y la ideología que los primeros destilan, “no son obreros, asalariados, sino que son clase media”, cala en los intelectuales marxistas post leninistas. Confunden, nuevamente, la parte –aristocracia obrera- con el todo –clase obrera-, y en sus cabezas disuelven esta última en la ideologia de la primera.
El problema es que los aparatos corrompidos, sindicatos y partidos institucionales, trasladan esta ideologia al conjunto de la clase obrera, “convenciendolos”, en el colmo de la alienación, de que los “obreros ya no existen”. Sobre la base de los cambios “juridicos” en la relación laboral (precarización, externalización, deslocalización), se supone que han cambiado las relaciones sociales de producción, la relación capital/trabajo y el trabajo asalariado como fuente de valorización del capital.
Las caracteristicas de la crisis actual, y la misma insistencia desde la clase capitalista, de que para salir de ella, es decir, recuperar la tasa de ganancia que haga volver al dinero a los sectores productivos, es preciso reducir los salarios, retroceder en las conquistas de la clase obrera, confirma que el papel de la clase obrera sigue siendo central en y para el capitalismo en su fase imperialista.
Cuales son las “tareas prácticas del movimiento”
Lenin termina este prologo diciendo que “sin haber comprendido las raices economicas de este fenomeno (el imperialismo y la aristocracia obrera) ... es imposible dar el menor paso hacia el cumplimiento de todas las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución social que se avecina”.
Tanto el Prologo como el libro de Husson terminan con una frase: “el capitalismo quiere volver a su funcionamiento anterior a la crisis, pero es imposible”, cosa que es totalmente cierta. Pero para llegar a esta conclusión no era preciso tirar por la borda todo el marxismo del siglo XX, el leninismo, porque al hacerlo los autores han retrocedido a antes de 1916, al siglo XIX, y en un eterno recomenzar, nos ubicamos en lo que Lenin ya anunciaba, que el Imperialismo era la fase agonica del capitalismo, que no podía ir más allá, y el movimiento comunista debia encarar las tareas de la “revolución que se avecina”.
Aquí, logicamente, termina la critica al libro de Husson, pues no va más allá de afirmar lo que ya sabíamos desde 1916, que el imperialismo no da más de si, que o solo “caben nuevos repartos” o la revolución socialista. Esto marca las tareas que se “avecinan” que son la reorganización del movimiento revolucionario, armado de las herramientas necesarias; teóricas, el marxismo revolucionario, políticas, la táctica cara la toma del poder, y organizativas, el partido revolucionario. ¿Se sitúan los compañeros en esta perspectiva?
Mucho me temo que no; las alternativas politicas y organizativas que cada uno levanta, se corresponde con las tareas que se deducen de las caracterizaciones, y si una caracterización es similar a la que dio origen hace casi 150 a la socialdemocracia, la propuesta más que obvia es la de reconstruir ese tipo de organización, socialdemocrata, y una perspectiva no de revolución social, sino de reforma del sistema capitalista.
La crisis actual, que se ha comparado con la del 29 y menos con la gran olvidada, la del 74/75, la del petroleo, ha puesto en la agenda social la disyuntiva “socialismo o barbarie”, y con ella recuperar las principales aportaciones del que al frente del Partido Bolchevique, junto con otros grandes revolucionarios, se “atrevieron” a llevar hasta el final esas tareas, expropiando a la burguesia e inaugurando la era de las revoluciones socialistas.
La degeneración y posterior destrucción de los estados construidos a partir de esa revolución son motivo de otro analisis, el que hizo Leon Trotski y el trotskismo, pero no nos puede llevar a hacer lo que muchos intelectuales y marxistas han hecho todo estos años, “tirar al niño –el marxismo revolucionario- con el agua sucia –la degeneración stalinista-“.
Tampoco nos puede llevar al derrotismo y al escepticismo impuesto por la propaganda burguesa. Los más benevolos criticos burgueses del marxismo lo critican diciendo que “es una utopia bien intencionada”, pero sin posibilidad de aplicación práctica, como lo demuestra la degeneración de la URSS y los estados “obreros”.
La primera cuestión frente a esto es histórica: la burguesia tardo 300 años en asentar su poder desde la primera revolución burguesa triunfante, y no nos vamos a referir a los estados italianos dominados por la burguesia comercial o la Hansa, sino al primer estado burgués en “regla”, la república holandesa. 300 años de victorias y derrotas, de guerras y de acuerdos “contra natura”, con los revolucionarios norteamericanos apoyados por monarquias absolutistas como la francesa o la española, o con Santas Alianzas entre la muy burguesa Gran Bretaña y absolutistas tiránicos como los Prusianos o los austrohungaros contra la revolución francesa.
La burguesia, que antes de su revolución, ya controlaba los resortes del poder, universidades, ciudades, bancos y comercios, y eran los prestamistas de los reyes absolutistas, tardo 300 años en asentar su poder; y a la clase obrera que por definición solo posee “sus cadenas”, se le exige que en 100 años asiente su poder y transforme el mundo.
El que quiera entrar en esta trampa es porque intelectual y socialmente esta predispuesto a hacerlo, de lo contrario, con simplemente echar un vistazo a la historia, se resolverían muchas contradicciones que hoy atenazan la reconstrucción del movimiento revolucionario, de su partido.
Dejemos de mellar la herramienta del marxismo revolucionario con aportaciones que solo significan un eterno recomenzar que conduce a caminos sin salida.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucha y ejemplo en Frederick Douglass

Frederick Douglass portrait
A propósito del libro de Frederick Douglass,“Vida de un esclavo americano, escrita por él mismo” (Capitán Swing, 2010; presentación de Angela Y. Davis)
Los dos iconos afroamericanos más importantes del siglo XX, Malcolm X y Martin Luther King Jr., son figuras bastante conocidas fuera de su país. El siglo XIX estadounidense, en cambio, tan rico en fascinantes ejemplos de esclavos fugitivos que acaban convirtiéndose en agitadores abolicionistas, aún no ha sido integrado en nuestra memoria popular. La aparición de una nueva traducción de Vida de un esclavo americano (1845) de Frederick Douglass, gracias a la encomiable apuesta de la editorial Capitán Swing y al excelente trabajo de los traductores Carlos García Simón e Íñigo Jáuregui Eguía, representa una meritoria contribución a la popularización del personaje más relevante de la historia afroamericana del siglo XIX. La obra abarca la vida de Douglass como esclavo en el estado meridional de Maryland, su fuga al Norte y los primeros tiempos como esclavo fugitivo en Massachusetts. También incluye uno de sus discursos más célebres, con motivo de la fiesta nacional del 4 de julio, donde reflexiona sobre las contradicciones de una nación fundada en los ideales emancipadores de la Ilustración y penosamente enriquecida por la negación radical y sistemática de estos mismos ideales a una parte considerable de su población.
En Vida de un esclavo americano queda fuera, pues, la mayor parte de la vida de Douglass, ya en libertad, cuando se convirtió en un famoso e influyente líder abolicionista, destacado militante del sufragio femenino –del que hizo una vehemente defensa en la histórica Convención de Seneca Falls de 1848–, fiel amigo de la libertad irlandesa, infatigable defensor de los derechos del mundo del trabajo y, durante un breve periodo de tiempo, máxima autoridad diplomática de Estados Unidos en la República de Haití.
La obra de Frederick Douglass es el ejemplo más destacado de la narrativa de la esclavitud afroamericana. A pesar de todo, el autor es relativamente poco conocido entre nosotros. Probablemente, buena parte de esta ignorancia se explica por el injusto olvido del que ha sido víctima en Hollywood. En efecto, salvo una brevísima aparición en Tiempos de Gloria (1989) de Edward Zwick, Douglass es el gran ausente en los dramas históricos del cine norteamericano. La ausencia de Douglass tiene sentido. Hollywood tiene un largo historial, culminado con la vergonzante chapuza del Lincoln de Spielberg, de invisibilizar a los afroamericanos de su propia historia, al retratar la Guerra de Secesión y el consiguiente fin de la esclavitud como episodios históricos protagonizados casi exclusivamente por blancos.
Otro factor que juega en contra del conocimiento de Douglass es la incomprensión general sobre el lugar que ocupa la esclavitud en la historia del capitalismo. Hay que reconocer que los apologetas del capitalismo, ayudados paradójicamente por los tóxicos restos de las versiones más vulgarizadas y deterministas del marxismo, han logrado imponer la percepción ahistórica según la cual el capitalismo y la esclavitud son realidades institucionalmente incompatibles . Según este relato, el principal responsable del fin de la esclavitud en los Estados Unidos fue el empuje incontenible del desarrollo del capitalismo industrial en el norte del país. Se trata de una visión tan conveniente para la actual clase dominante como alejada del más mínimo respeto a la verdad.
Lo cierto es que el final de la esclavitud tal como existía en el Sur de los Estados Unidos representa uno de los golpes más duros de la historia del capitalismo. [1] Con la liberación de los esclavos, se esfumaron millones de dólares en propiedad privada, se atenuó la hiperexplotación de millones de trabajadores negros y se cuestionó la lógica capitalista de expropiación y mercantilización de las relaciones humanas. Evidentemente, esta medida no fue impulsada de manera suicida por los grandes capitalistas del momento ni tampoco vino determinada por ninguna exigencia interna en su sistema económico. El destino final de la esclavitud en los Estados Unidos no estaba escrito en ningún manual de economía o historia. La abolición fue el resultado victorioso de un amplio movimiento democrático e internacional que incluía radicales de clase media, obreros británicos que preferían sufrir el paro a tener que colaborar económicamente con el gobierno rebelde de la Confederación y, obviamente, los mismos afroamericanos, que tuvieron un papel muy relevante en la muerte de la esclavitud, ya fuera participando en las revueltas de esclavos, huyendo hacia las posiciones del ejército federal durante la Guerra, combatiendo en las filas del mismo ejército en peores condiciones que sus compañeros blancos o, como el mismo Douglass, escapando de la esclavitud para luego llevar una vida de agitación y organización en pro de la abolición en todo el país.
En toda esta historia es francamente difícil exagerar la importancia de Vida de un esclavo americano. La obra de Douglass representa un saludable y emotivo recordatorio sobre el papel de los esclavos en su liberación y, al mismo tiempo, una fuente inagotable de lecciones y enseñanzas para los que hacen de la lucha cotidiana contra la injusticia la brújula moral de su propia existencia. Se trata, sin duda, de uno de los grandes clásicos de la tradición del pensamiento emancipador universal, una lectura obligada para cualquier persona interesada en la historia estadounidense y en el potencial liberador del activismo político-cultural.
El libro está lleno de descripciones y reflexiones memorables sobre la vida cotidiana bajo la esclavitud. En uno de los fragmentos más famosos, el niño Douglass cata, casi por accidente, los rudimentos del lenguaje escrito. La escena tiene lugar en Baltimore. Sophia Auld, la señora de la casa donde Douglass sirve, no está acostumbrada a tratar con negros y, desconocedora de las leyes que penalizaban la alfabetización de los esclavos, cae en la temeridad de enseñarle las primeras letras. Cuando el señor Auld lo descubre, le prohíbe que continúe, alegando el carácter ilegal del gesto y explicándole las devastadoras consecuencias que podría tener en el correcto funcionamiento de la relación entre amo y esclavo: «(…) Un negro no tiene que saber nada más que obedecer a su amo, que para eso está. (…) Si enseñas a leer a este negro (…) no podrás después conservarlo. Quedará para siempre incapacitado como esclavo. Se volverá incontrolable al momento y dejará de tener ningún valor para su amo. En cuanto a él mismo, no le hará ningún bien, sino muchísimo daño. Le convertirá en alguien descontento e infeliz».
La actitud del amo hace comprender a Douglass la necesidad de completar su aprendizaje por su cuenta. Y es que, en efecto, el pronóstico del señor Auld se acaba cumpliendo en gran parte. Douglass aprende el significado de la palabra abolición y, desde entonces, se obsesiona con la idea de huir hacia el Norte. Mientras, sin embargo, el destino de Douglass todavía cambiará de manos en diversas ocasiones. La variedad de amos le hará sufrir múltiples grados de explotación. No sólo por las diferencias de personalidad en crueldad y avaricia, sino también por las condiciones específicas de la esclavitud en el campo y en la ciudad. En este sentido, son de gran interés las reflexiones de Douglass sobre los momentos en los que deseaba la libertad con más vehemencia: «Mi experiencia como esclavo me ha llevado a darme cuenta de lo siguiente: siempre que mis condiciones mejoraban, en vez de aumentar mi satisfacción, aumentaba mi deseo de ser libre y me ponía a idear planes para conseguir la libertad. Me he dado cuenta de que para tener un esclavo contento es necesario impedir que piense».
El hilo que recorre la obra es la creciente consciencia de un esclavo sobre la propia humanidad y sobre la adquisición de los instrumentos necesarios para alcanzar la libertad. El tortuoso proceso de alfabetización tiene un papel fundamental en la ampliación de sus horizontes y en la consolidación del sentimiento de injusticia (significativamente, esta edición se cierra con un recuerdo sobre la sorprendente tenacidad con la que, ya como trabajador libre en una fundición, Douglass conseguía arañar momentos para la lectura, a pesar de la inercia alienante en la que vivían sus nuevos compañeros). La disposición a luchar por todos los medios –violencia incluida– contra amos y capataces es la otra gran herramienta que irá afilando hasta que asume el valor de arriesgar la vida en la peligrosísima aventura de romper sus cadenas de manera definitiva.
Uno de los grandes valores de Frederick Douglass es justamente su capacidad para razonar políticamente a partir de sus experiencias vitales, prepolíticas, consciente del poder del ejemplo para motivar la elevación moral y activista de la mayoría. En un discurso pronunciado el 3 de agosto de 1857, Douglass resumía así una de las grandes lecciones de su obra: «Si no hay lucha, no hay progreso. Aquellos que dicen estar a favor de la libertad pero desprecian la agitación política, son hombres que quieren cosechar sin haber sembrado; quieren la lluvia sin el rayo y el trueno; el océano sin el horrible estruendo de sus caudalosas aguas. La lucha puede ser moral, física, o de ambos tipos, pero debe ser lucha. El poder no concede nada si no se le exige. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Averiguad lo que un pueblo acatará sin protestar y habréis descubierto la medida exacta de la injusticia y el oprobio que caerá sobre él. Y esa situación continuará hasta que el pueblo se resista con el puño o con la palabra, o con ambos. Los límites de los poderosos los marca la resistencia de aquellos a quienes oprimen».
Nota:
[1] Como se sabe, la esclavitud nunca ha dejado de existir y, de hecho, hoy en día se encuentra en un momento de gran expansión. Actualmente hay: «más esclavos que en ningún otro momento de la historia, en una nueva servidumbre que no se basa tanto en la propiedad como en el endeudamiento, y que se distingue por ello de la antigua por el hecho de que un esclavo cuesta hoy mucho menos que en el pasado». Josep FONTANA, Por el bien del imperio, Ediciones de Pasado y Presente, Barcelona, 2011, p. 968. Véase también a modo de ejemplo: “La crisis aumenta la esclavitud”, El País, 7 de septiembre de 2009.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

lunes, 2 de septiembre de 2013

jueves, 18 de julio de 2013

Mentiras y verdades sobre el cerebro.

Verdades:


Sí se producen nuevas neuronas en el cerebro. Hay zonas, aunque pocas, donde existe génesis de nuevas neuronas.
El cerebro SÍ se repara a sí mismo. Se pueden desarrollar nuevas conexiones y retomarse funciones afectadas por una lesión cerebral.
El cerebro SÍ se deteriora con la edad. El deterioro comienza a los 45 años, y no a los 60 años, como se creía.
SÍ hay prácticas saludables: colesterol comedido, ejercicio regular moderado y alimentos variados. Además, aprender idiomas, leer...
SÍ hay practicas perjudiciales que aceleran el deterioro: el uso y abuso de drogas, alcohol y tabaco. Además, la vida sedentaria.
Hay funciones desconocidas: la conciencia de uno mismo y saber cómo se almacena la memoria son dos grandes retos hoy.
Mitos:
NO usamos solo el 10% del cerebro. Con las nuevas tecnologías se ve que funciona continuamente y de forma global. El 100% es útil.
Estudiar mucho NO te vuelve tonto. Al contrario: la actividad intelectual previene o retarda el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
Las vacunas NO producen autismo. El autismo está ligado a una serie de genes, algunos identificados, y nada tiene que ver con vacunas.
La cabeza grande NO indica inteligencia. No se sabe por qué hay gente más lista, pero no es por el tamaño del cerebro. El de Einstein era más pequeño que la media.
La depresión NO es imaginaria. Es una enfermedad seria. La gente no elige estar deprimida, y hay que buscar terapia médica cuanto antes.
NO hay alimentos para ser más listos. Los ácidos omega-3 son buenos para el cerebro, pero como para el resto del organismo. Tomar pescado no aumenta la inteligencia.

martes, 28 de mayo de 2013

¿Margarita Presidenta?



César Medina 
lobarnechea1@hotmail.com


Margarita no se ha propuesto ser candidata. Menos violentando la aspiración no declarada de su marido, el líder del partido y expresidente Leonel Fernández...

Pero ahí está, por si las circunstancias exigen su presencia y tiene que aspirar a ser la primera mujer Presidenta de la República. Ella ni se hace ilusiones con esas cosas ni se desespera para forzar situaciones “que cuando van a llegar, llegan solas”.

Mientras tanto, está ejerciendo la Vicepresidencia con la misma ilusión con que fue Primera Dama, trabajando y sirviendo de buena voluntad a los sectores necesitados que abarcan los programas sociales bajo su responsabilidad.

Margarita es la figura de mayor popularidad y aceptación después del presidente Danilo Medina en el PLD. Está casi 15 puntos por encima de Leonel, objeto de una brutal campaña de descrédito desde que abandonó el poder hace poco más de nueve meses.

A ella ni siquiera le pasa por la cabeza un enfrentamiento eventual con su marido por la candidatura presidencial, pero esa realidad no escapa a la coyuntura política y a los intereses que se mueven alrededor de los proyectos potenciales por el poder.

Su mayor credencial es que ha podido desarrollar su propia imagen sin las muletillas de Leonel, aunque ahora tiene en su otro flanco al propio presidente Danilo Medina. Ha quedado entre dos celos que si los administra bien, terminaría ganando un espacio que le llegaría solo, por su condición de mujer... De mujer inteligente, resuelta, capaz.

Aquello no fue un invento
Lo de Humberto Salazar no fue un invento. Todo estuvo bien pensado y más que un globo de ensayo es una estrategia de doble pespunte.

La idea es enviar un mensaje al peledeísmo rancio que se resiente al regreso de Leonel... Si no fuera Leonel, entonces es Margarita. ¿A cuál de los dos preferiría la ortodoxia peledeísta? La respuesta no requiere mayor análisis.

La dirigencia tradicional del PLD no le confiere méritos a la doctora Cedeño de Fernández para tener el liderazgo que le asignan las encuestas, y lo atribuyen al asistencialismo que ejerció por ocho años como Primera Dama administrando un Despacho con presupuestos voluminosos para el manejo de los programas sociales del gobierno.

El más grave problema que tiene el PLD en este momento es precisamente la carencia de liderazgos emergentes capaces de colocarse en la línea sucesoral para la alternancia en el poder. Eso, por lo menos, es lo que revelan las encuestas a lo interno del partido.

Los grupos tradicionales del PLD, algunos de los cuales objetan el retorno de Leonel partiendo de la necesaria alternancia, estarían compelidos “a ganar con Margarita o a perder con cualquiera de ellos”. En semejante escenario, Leonel es la solución.

El otro pespunte de Salazar
Si por cualquier razón Leonel quedara fuera de la carrera, entonces Margarita sería la opción de los grupos aliados al PLD, encabezados por el Partido Reformista.

La propuesta sería celebrar unas primarias abiertas donde los partidos aliados presenten una opción que sería Margarita para enfrentar al candidato del PLD, en un proceso similar al que celebra la Concertación de Chile cada cuatro años para escoger a su candidato.

La propuesta fue consultada por Salazar con las más altas instancias reformistas y recibió la aprobación para hacerla pública, con la condición de que la hiciese a título personal.

La idea es cubrirse ante una eventual orfandad de candidatos con el arraigo necesario para conservar el poder más allá del 2016. Si no puede ser Danilo porque la reelección está proscrita en la Constitución... Si tampoco pudiera ser Leonel porque las circunstancias no lo favorezcan... Entonces hay una solución... Lo veremos mañana.

lunes, 27 de mayo de 2013

La vigencia de las ideas de Javier Díez Canseco



Hace ya algo más de dos semanas que murió Javier Diez Canseco, yo estaba de viaje al recibir la noticia. Desde ese día pensé que mi mayor homenaje póstumo era volver a divulgar algunas de lasideas que me comunicó en una entrevista que realizara con él en noviembre de 1989 y que muy pronto formarían parte de mi libro: Izquierda y crisis actual [1]  publicado en Perú y otros países. El lector o lectora podrá comprobar que, aunque ya ha transcurrido casi un cuarto de siglo desde el día en que él las enunciara, esas ideas no han perdido vigencia , aunque seguramente él habría preferido usar otros términos para referirse a algunas cosas.
A continuación en cursivas sus palabras. He dejado el número de los párrafos del libro original para que quienes lo deseen puedan encontrar más fácilmente el contexto en el que estaban insertos.
Partir del acumulado histórico de nuestros pueblosEn el acápite “Aprendizaje a través de la práctica” escribíamos:
44. [...] concordamos con Javier Diez Canseco —miembro de la comisión política del Partido Unificado Mariateguista (PUM) y senador de la Izquierda Unida peruana— quien rechaza la tesis que sostiene que la masa debe ser considerada siempre como un sector atrasado, cuya conciencia se reduce a ser un producto de la ideología dominante, y que el partido es lo esclarecido. Esto conduce a considerar a la masa como un instrumento que el partido manipula, usa, para el logro de objetivos que lo benefician, pero sin que ésta participe creadoramente en su consecución.
45. Una concepción de este tipo en la que el partido es la conciencia, la sabiduría, y la masa un sector atrasado, lleva a que la relación de éste con la masa tenga una fuerte dosis de autoritaritarismo, de compulsividad.
46. La conciencia de las masas no sólo es producto de la influencia de la ideología dominante, sino que también hay que tener en cuenta que se va construyendo a través de sus experiencias de lucha, y es, por lo tanto, un fenómeno acumulativo.
47. Las masas peruanas —señala Diez Canseco— a través de la historia de su lucha contra el colonialismo español, de la resistencia de la comunidad campesina con la mantención de formas de trabajo colectivo, asociativo y de expresiones culturales, de lengua y de otros elementos, se han ido dotando de herramientas de lucha e instrumentos organizativos que expresan niveles de desarrollo de su conciencia. Y por eso sostiene: los revolucionarios deben partir de lo acumulado histórica y socialmente por las masas: tanto en lo que se refiere a ideas, valores, concepciones, como también a formas de organización y estilos de trabajo del movimiento de masas. Esto no significa, sin embargo, desconocer la necesidad de una conducción política y es importante decirlo, porque hay corrientes en la izquierda peruana y yo creo que en la izquierda latinoamericana también, que caen en concepciones de corte basista, espontaneísta... Estas concepciones tienen fuerte influencia en algunos sectores cristianos.
  No olvidar el contexto al hacer análisis cuantitativosJavier nos advierte en otra parte de la entrevista en que debemos tener cuidado con no quedarnos en los análisis cuantitativos cuando analizamos una situación concreta.
260. [...] no debe jamás dejar de considerar el contexto en el cual estas masas se mueven; porque muy distinto es hacer grandes concentraciones en ciudades cuya vida democrática es relativamente normal, a hacerlo en ciudades militarizadas [2] , y mucho más si ellas se realizan después de verdaderos genocidios populares como ocurrió en El Salvador después de los años 79 y 80.
[...]
264. Si tomamos el caso concreto de la clase obrera en situaciones de desarrollo relativamente democrático, una estadística del número de huelgas y paros en general, el carácter legal o ilegal de los mismos, el tipo de enfrentamiento al que se llega, los logros que se alcanzan, pueden ser datos indicativos de su estado de ánimo. Pero en épocas de crisis económicas, cuando el empleo es un verdadero privilegio y la represión contra toda manifestación de rebeldía en las industrias es castigada con la expulsión, difícilmente se logra movilizar a la clase obrera a partir de sus centros de trabajo.
265. Si yo mido un paro en el Perú de 1989 con los patrones del Perú de 1987, me equivoco —sostiene Javier Diez Canseco— porque en el año 1987 salir a un paro era muy distinto que salir a un paro en 1988. Hoy salir a un paro es correr el riesgo de ser acusado de subversivo, de terrorista, pasar 15 ó 20 días detenido o ser ingresado a un proceso judicial que es kafkiano; perder el trabajo, el riesgo del allanamiento domiciliario... Entonces se trata de otra situación. Salir a la calle con una izquierda que no ofrece nada más que lo tradicional: el paro sindical, con el dirigente sindical a la cabeza; salir a la calle a ofrecer el pecho a una policía que opera con gases lacrimógenos, perdigones, que nos ha dejado más de 70 ciegos en los últimos meses —porque disparan a la cara con escopetas de perdigones de cartucho—, con grupos operativos enmascarados con pasamontañas, sólo los ojos a la vista, sin galones ni mecanismos de identificación, determina que el movimiento de masas tenga exigencias distintas para actuar. Si yo le ofrezco el viejo método, no va a salir. Y ése es uno de los grandes debates en el Perú. Los paros nacionales no caminan, l as masas no salen a la plaza y yo en esas condiciones tampoco saldría a la plaza, porque es un suicidio.
266. Pero no debemos caer en el error de estimar que éste es un índice de que su estado de ánimo necesariamente ha decaído; porque esos mismos obreros que no se movilizan en las fábricas, están muchas veces dispuestos a luchar conspirativamente en los barrios.
267. Ese fue el caso, por ejemplo, de los sandinistas. El comandante Jaime Wheelock nos contaba que ellos tuvieron una “enorme dificultad” para ligarse a los sindicatos. Los trabajadores tenían temor a participar en actividades políticas a partir de los sindicatos o a partir de las fábricas, por miedo a ser despedidos de sus centros de trabajo. “Era más fácil organizarlos en sus barrios. Un obrero prefería ser un militante clandestino de una organización armada que participar en actividades políticas, o incluso hasta gremiales.” [3]   
  Cómo construir la Hegemonía popularEl mayor aporte del dirigente peruano —a mi entender— fueron sus reflexiones acerca del tema de la hegemonía.
Abandonar la política de “aplanadora”  954. [...] hegemonía es lo opuesto a hegemonismo. Nada tiene que ver con la política de “aplanadora” que algunas organizaciones revolucionarias, aprovechándose de ser las más fuertes, han pretendido emplear para sumar fuerzas a su política.
955. Hegemonía es la antítesis del hegemonismo —sostiene Javier Diez Canseco—, porque este último consiste en pretender imponer la dirección desde arriba, acaparando cargos e instrumentalizando a los demás.
956. No se trata de instrumentalizar, sino, por el contrario, de sumar a todos los que estén convencidos y atraídos por el proyecto que se pretende realizar. [...]
Compartir responsabilidades con otras fuerzas.957. Estoy convencido de que sólo se puede lograr construir la hegemonía si se es capaz de compartir responsabilidades con otras fuerzas. No puedes pretender llevar a cabo una política excluyente. En mi opinión, la hegemonía está íntima e inmediatamente vinculada al concepto de frente. [...]
958. Se debe buscar incorporar en las estructuras de conducción a representantes de vastos sectores, ya sea a personalidades como a formas organizativas que no necesariamente tengan un origen exclusivamente clasista; por ejemplo, formas organizativas que expresan a movimientos sociales: indígenas, estudiantiles, cristianos, barriales, femeninos y otros; y en la que también se sientan representados fenómenos regionales que, en algunos países, especialmente en los de mayor extensión territorial en América Latina, llegan a adquirir una gran importancia.
959. Esto es algo que obviamente es mucho más fácil de decir que de aplicar —reconoce—, porque la tendencia general de las fuerzas políticas es al hegemonismo. Sólo es posible superar esta tendencia si se ha logrado implementar una concepción del ejercicio de la dirección suficientemente clara y madura.
Y más adelante agrega:
966. Por desgracia, todavía en la izquierda hay muchísimo hegemonismo y hay muchas cosas concebidas como dogmas. Así se estima, por ejemplo, que la dirección de la clase obrera se expresa en la dirección de la central sindical obrera sobre el frente de masas y si la central obrera no tiene la dirección del frente de masas se considera cuestionada la dirección obrera del frente. Con una lógica de este tipo siempre hay alguien a quien le corresponde el puesto de presidente, de secretario general, y otras organizaciones, por muy poderosas y representativas que sean, no podrán nunca aspirar a esa posibilidad... De este modo hay una suerte de concepción de la representación de la clase que es profundamente excluyente.
967. “Yo pienso —afirma Javier Diez Canseco—que algunos partidos comunistas tienen todavía esta concepción muy metida en la cabeza y que ella conduce, casi automáticamente, a una política de tener compañeros de ruta, en el mejor de los casos, pero nada más que compañeros de ruta. Y el compañero de ruta siempre sabe que en cualquier momento lo desembarcan y eso te conduce a sentirte en una posición realmente inestable dentro del frente político. Aparte de que en mi opinión es una discusión francamente sonsa, porque tú, por decreto, no vas a determinar el liderazgo de nadie. Ninguna ley ni ningún libro te va a garantizar el liderazgo.
Se puede ganar y perder968. “Si no tienes una concepción dinámica de lo que es ganar la hegemonía y mantenerla, que es además un proceso que tiene que ser recreado permanentemente, porque el reto de dirigir adecuadamente es un reto permanente. La vida sigue su curso, aparecen nuevos problemas, y con ellos nuevos retos.
No se mide por número de cargos sino por el número de personas que hacen suyas nuestras ideas  [...]
971. El grado de hegemonía alcanzado no puede medirse entonces por la cantidad de cargos que se logre conquistar. Lo fundamental es que quienes están en cargos de dirección hagan suya e implementen nuestra línea, aunque no sean de nuestra organización.
972. Es importante aclarar —sostiene el dirigente peruano— que hegemonizar no implica tener cargos, ni tener las organizaciones bajo control directo del partido. La hegemonía es algo mucho más amplio: es la influencia que tienen determinadas concepciones sobre un sector muy vasto de la población. Esos conceptos, posiciones, valores, pueden ser recogidos por fuerzas que no necesariamente están organizadas en ese partido, o por personas sin partido.
973. Yo creo que un problema clave para lograr eso es partir del hecho de que lograrlo supone la existencia de un proyecto estratégico básico común, porque si éste no existe, no se dan los elementos de confianza suficientes como para compartir. Confianza que, a su ve, se gana a partir de una experiencia de trabajo común. Si no hay confianza entre los sectores, compartir responsabilidades se torna algo casi imposible.
974. Tiene razón Diez Canseco cuando dice que una forma de expandir la hegemonía de una determinada organización es situar en cargos de responsabilidad a gente que no necesariamente milite en dicha organizaciónSi tú los vas convenciendo en la práctica de que tú tienes la razón en cuanto al proyecto y, al mismo tiempo, demuestras que estás dispuesto a compartir responsabilidades con ella, eso va creando una gran confianza que se traduce en una adhesión al proyecto político que tú planteas.
[...]
987. Por otra parte, no hay que olvidar que para ganar la hegemonía en condiciones de desventaja en la correlación de fuerzas, situación de la que parte todo movimiento revolucionario, es fundamental la experiencia práctica de las masas. En este aspecto pone especial hincapié Javier Diez Canseco:
988. Nuestra concepción del partido —expresa— es la de una fuerza que apunta a conquistar la hegemonía, es decir, que apunta a conquistar la conciencia de las masas, partiendo de experiencias concretas y acumuladas que las masas tienen, potenciando sus aspectos positivos.
989. Considero —añade— que el eslabón clave en la hegemonía es el ejercicio de una dirección que responda a las necesidades de los sectores sociales a los que uno aspira a conducir y cuyos intereses uno aspira a representar, organizar y llevar adelante.
Relación entre hegemonía y capacidad de resolver los problemas de la gente990. Yo creo que para ganar la hegemonía no basta tener una propuesta programática teórica correcta, si no se posee la capacidad de avanzar con los sectores convocados por esta propuesta, en la solución de sus problemas más vitales. El recorrer juntos los caminos que va acercando a algunas soluciones va permitiendo avances en los aspectos organizativos y en la conciencia tanto de las masas cómo de los mismos cuadros dirigentes. Opino que ése es un punto clave en este proceso.
  Una nueva cultura política991. Otro punto clave es el de tener una práctica política que exprese concretamente estilos, métodos, formas de acción nuevas, que impliquen una negación de lo viejo, de lo que la gente rechaza. Me refiero a formas de conducta dignas, honestas, que reflejen disposición al sacrificio, combatividad, consecuencia. Sólo así una fuerza política puede lograr no sólo representar a sectores de masas, en el sentido de que defiende sus intereses, sino que además tenga comportamientos políticos que sean considerados aceptables y positivos por la gente.
  Profunda inserción en la historia nacional1019. [...] compartimos la opinión de Javier Diez Canseco, quien sostiene que la lucha por la hegemonía tiene que ser una lucha construida a partir de una inserción muy profunda en la historia. es bien difícil llegar a ser una fuerza hegemónica si uno no logra insertarse en las tradiciones históricas, en la vía nacional que las masas han transitado y eso implica construirse, a la vez que como una fuerza internacionalista y socialista, como una fuerza nacional. Creo que ése es un fenómeno indispensable para la construcción de la hegemonía.


[1] . Este libro aborda el tema de la necesidad de una conducción política para que los estallidos revolucionarios no aborten. Hace una comparación entre las tesis leninistas y las reflexiones y aportes de la práctica revolucionaria latinoamericana de los últimos años, recogidas a través de diversos testimonios de varios de los protagonistas. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual en: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992. Disponible en libros libres: http://www.rebelion.org/docs/92106.pdf
[2] . Este fue justamente un factor que influyó enormemente en hacer fracasar el paro de octubre de 1988 en Colombia.
[3] . Jaime Wheelock, Nicaragua: El papel de la vanguardia, p.37.

domingo, 26 de mayo de 2013

Carta, elegía a mi madre


Escrito por: JOSÉ SILIÉ RUIZ

Hoy celebramos el “Día de las Madres”, el primero que nos toca celebrar sin tu presencia física terrenal, lo hago un día para mi memoria personal como queriendo recuperar años en el territorio de la feliz infancia donde tú, con tantos mimos y cariños nos brindaste en vida, en el recordatorio de la cotidianidad amorosa vividos en un hogar de un convivir casi sagrado.

Hoy en mi memoria no quiero aliarme a la melancolía y prefiero “filosofar” sobre lo que es la vida, esa unidad que consiste en dos cosas: la primera, “materia” sorprendente en su falta de perpetuidad, su transitoriedad, lo efímero y frágil de la subsistencia misma.

Así podemos hablar de la vida en términos de finalidad, adaptación y de función social. Pero no hemos encontrado en las cosas vivientes artificios y trampas que logren burlar las leyes físicas de la temporalidad.

Lo segundo, es el “espíritu”, encontramos y espero que sigamos encontrando una coincidencia en que el amor es el bálsamo más reconfortante para el alma, aceptamos que el amor de madre, este es el superior de todos los amores terrenales, el más efectivo para: curar heridas, desamores, desencuentros, tristezas y desenmarañar los misterios del vivir, desde que ese embrión humano está en el antro materno hasta que esa madre viaja a ignotas esferas siderales acompañada de una lluvia de estrellas sagradas.

He tratado en estos meses de tu ausencia terrenal madre querida hacerte presente diariamente, y ante los amables lectores me atrevo y pidiéndoles una venia gramatical compartir un acróstico a tu nombre.

El nombre de mi madre no es común, según la leyenda era el de una virgen indígena, Vaganiona: “Verte partir fue el mayor desgarro de mi Alma, drama que inició en mí el sufrir como un Galeote, pues como nunca Antes había padecido tanto el alma mía, esto hizo Nesgar las fibras de mi corazón creándose entonces, un Intersticio entre esa triste realidad y el yo negarme, que cual Ojiva que enlaza ese No querer aceptar que ya no estás y sí te has ido con todo tu Amor y tu inmensa dulzura de una madre buena”.

En este filosofar sobre la vida y los misterios de este tránsito terrenal, efímero, indescifrable y encarnado sobresale un nombre: ¡madre! Inicio de la vida y del amor, ellas nos dejan la herencia ineludible de venerarlas siempre, aún después de haberse ido a territorios de sacrosantos cielos, iniciándose un diálogo intimista que no termina nunca.

Ante la parca se pregunta uno como el inglés en Hamlet, “Tobe or not to be”. ¿Ser qué? Pregunta de poeta, qué pregunta porque la respuesta -su respuesta va incluida en la pregunta y porque lo que busca es que el lector -el hombre- responda conociéndose, en virtud del signo que la poesía le hace “ser o no ser”, frase inmortal: lugar común o base de todo pensar del hombre, porque esa fue y será la cuestión.

Quiere decirse: Shakespeare expresó claramente la inquietud que todo hombre lleva dentro, y al evidenciarlo con el famoso verso, dijo también otra cosa que sólo saben los poetas de verdad: que la poesía es un frente a la muerte.


En Celeste, Carol y doña Ingrid, un abrazo a todas las madres del mundo. ¡En paz querida Nona! El amor de madre es el superior de todos los amores terrenales Carta, elegía a mi madre No quiero aliarme a la melancolía y prefiero “filosofar” sobre lo que es la vida.

Carta, elegía a mi madre


Escrito por: JOSÉ SILIÉ RUIZ

Hoy celebramos el “Día de las Mad re s”, el primero que nos toca celebrar sin tu presencia física terrenal, lo hago un día para mi memoria personal como queriendo recuperar años en el territorio de la feliz infancia donde tú, con tantos mimos y cariños nos brindaste en vida, en el recordatorio de la cotidianidad amorosa vividos en un hogar de un convivir casi sagrado.

Hoy en mi memoria no quiero aliarme a la melancolía y prefiero “filosofar” sobre lo que es la vida, esa unidad que consiste en dos cosas: la primera, “mater ia” sorprendente en su falta de perpetuidad, su transitoriedad, lo efímero y frágil de la subsistencia misma.

Así podemos hablar de la vida en términos de finalidad, adaptación y de función social. Pero no hemos encontrado en las cosas vivientes artificios y trampas que logren burlar las leyes físicas de la temporalidad.

Lo segundo, es el “espír itu”, encontramos y espero que sigamos encontrando una coincidencia en que el amor es el bálsamo más reconfortante para el alma, aceptamos que el amor de madre, este es el superior de todos los amores terrenales, el más efectivo para: curar heridas, desamores, desencuentros, tristezas y desenmarañar los misterios del vivir, desde que ese embrión humano está en el antro materno hasta que esa madre viaja a ignotas esferas siderales acompañada de una lluvia de estrellas sagradas.

He tratado en estos meses de tu ausencia terrenal madre querida hacerte presente diariamente, y ante los amables lectores me atrevo y pidiéndoles una venia gramatical compartir un acróstico a tu nombre.

El nombre de mi madre no es común, según la leyenda era el de una virgen indígena, Vaganiona: “Verte partir fue el mayor desgarro de mi Alma, drama que inició en mí el sufrir como un Galeote, pues como nunca Antes había padecido tanto el alma mía, esto hizo Nesgar las fibras de mi corazón creándose entonces, un Intersticio entre esa triste realidad y el yo negarme, que cual Ojiva que enlaza ese No querer aceptar que ya no estás y sí te has ido con todo tu Amor y tu inmensa dulzura de una madre buena”.

En este filosofar sobre la vida y los misterios de este tránsito terrenal, efímero, indescifrable y encarnado sobresale un nombre: ¡madre! Inicio de la vida y del amor, ellas nos dejan la herencia ineludible de venerarlas siempre, aún después de haberse ido a territorios de sacrosantos cielos, iniciándose un diálogo intimista que no termina nunca.

Ante la parca se pregunta uno como el inglés en Hamlet, “To be or not to be”. ¿Ser qué? Pregunta de poeta, qué pregunta porque la respuesta -su respuestava incluida en la pregunta y porque lo que busca es que el lector -el hombre- responda conociéndose, en virtud del signo que la poesía le hace “ser o no ser”, frase inmortal: lugar común o base de todo pensar del hombre, porque esa fue y será la cuestión.

Quiere decirse: Shakespeare expresó claramente la inquietud que todo hombre lleva dentro, y al evidenciarlo con el famoso verso, dijo también otra cosa que sólo saben los poetas de verdad: que la poesía es un frente a la muerte.

En Celeste, Carol y doña Ingrid, un abrazo a todas las madres del mundo. ¡En paz querida Nona! El amor de madre es el superior de todos los amores terrenales Carta, elegía a mi madre No quiero aliarme a la melancolía y prefiero “filosofa r” s ob re lo que es la vida.

Juan Bosch analiza Panorama político de América Latina en 1961

BOSCH: "EL PASADO ES EL ESPEJO DEL PORVENIR"

REFLEXIONAR SOBRE EL PASADO DE CARA AL PRESENTE 

A mediados del año 1961, la situación política de la América Latina es tan grave como lo era en 1809, y por razones semejantes. Los sucesos que se produjeron desde 1810 en las colonias de España y Portugal y terminaron, hacia 1824, con esas colonias transformadas en repúblicas.
¿Están llamados los que se produzcan a partir de ahora a terminar, digamos en 1975, con un nuevo orden político y social en la mitad meridional del Nuevo Mundo?
Muchas personas piensan que sí, y las lecciones de la historia confieren un valor especial a esa tajante afirmación.
                    Paralelo de los antecedentes
En 1809, la escasa conciencia política de América Latina se hallaba sacudida por un cambio tan serio en el Hemisferio Occidental, que de él habían surgido dos repúblicas –Estados Unidos y Haití–, símbolos de los tiempos antimonárquicos que se avecinaban. Además, en todo el Continente se sentía el impacto de las fuerzas que desde hacía veinte años lanzaba sobre el mundo la Revolución Francesa.
En 1961, la amplia conciencia política de América Latina se encuentra conmovida por una serie de sacudimientos sociales que se inició en México hacia 1910, renació con la revolución cubana en 1933, apareció de nuevo hacia 1944-1948, y culminó al fin en la profunda revolución fidelista de 1959.
En 1809, las ideas revolucionarias tenían como vehículo principal las logias masónicas, cortas en número y cortas en afiliados; en 1961, abundan los partidos revolucionarios y por todo el Continente se extiende uno de organización férrea y dedicado profesionalmente a organizar la revolución. Obviamente, nos referimos al Partido Comunista.
En 1809, la lentitud en las comunicaciones entre continentes y países y la pequeñez de los círculos latinoamericanos que tenían interés en las noticias políticas, hacían que la influencia de acontecimientos.
Tan importantes como las revoluciones de América del Norte, de Haití y Francia, se redujera mucho en nuestros pueblos.
En 1961, la velocidad y la agresividad de los medios modernos de difusión han acortado el tiempo hasta reducirlo a su mínima expresión. Al acortar el tiempo han contraído el espacio, de manera que en todos los países latinoamericanos se viven simultáneamente las experiencias de cualquiera de ellos. Un discurso de Fidel Castro, por ejemplo, se oye en Guatemala o en Venezuela en el momento en que está siendo dicho en La Habana; se oye, y se siente a la multitud que aplaude al orador. La técnica publicitaria ha aumentado a grados insospechados el poder agitador de los medios modernos de difusión, y, a la vez, el aumento de la sensibilidad política de las masas multiplica la fuerza comunicativa de los acontecimientos.
A principios del siglo XIX, a pesar del alto porcentaje de la población sometida a la esclavitud, y a pesar del movimiento de Túpac Amaru en 1780 y de la rebelión haitiana que acabó con el establecimiento de una república en enero de 1804, las masas no tenían verdadera inquietud política.
En 1961, las grandes mayorías de nuestros pueblos están afiliadas a movimientos izquierdistas y millones de hombres y mujeres tienen no solo inquietud, sino
 también actividad política.


Paralelo de los grupos directores

No puede haber cambio revolucionario de las formas o de las estructuras políticas y económicas si no hay, por lo menos, un grupo o una clase social que necesita y desea ese cambio.
En 1809, los grandes terratenientes y algunos sectores mercantiles de América Latina necesitaban y deseaban un cambio. Los hombres que encabezaban esos sectores fueron quienes dirigieron las guerras de independencia, o los que lograron la independencia sin necesidad de guerras costosas, como sucedió en el Brasil. Y la historia de Venezuela nos enseña que tales jefes batallaron y alcanzaron sus miradas sobre nuestra América.
Propósitos aún contra la voluntad de la masa popular, allí donde la masa prefirió pelear bajo la bandera del Rey.
En 1961, la mediana y la pequeña clase media de América Latina, necesitan, y desean, una transformación de la sociedad. De estos dos grupos sociales han salido los líderes revolucionarios de nuestros países, por lo menos los que han iniciado en este siglo la marcha hacia un cambio en el estado político y económico; y puede asegurarse que sin una sola excepción, de ahí han salido también los fundadores y las principales figuras de los partidos comunistas de América Latina.
En 1809, los terratenientes y sectores de comerciantes de las colonias necesitaban y deseaban asegurar con el poder público las riquezas que habían acumulado. La formación de los primeros era antigua, pero su ascenso al más alto nivel del poderío económico había tenido lugar sobre todo en los últimos cincuenta o sesenta años, a favor de la política liberal de los Borbones españoles. Con los cambios que estaban operándose en el mundo, los grandes terratenientes veían en peligro ese poderío económico si no controlaban por sí mismos el poder político; y se lanzaron a conquistarlo.
En 1961, la mediana y la pequeña clase media latinoamericanas necesitan y desean apoderarse de los mandos de la sociedad, pues a pesar de que sus hombres más conscientes se hallan técnicamente preparados para ascender, la alta clase media y la burguesía no les abren paso y su destino inmediato es caer en la categoría de proletarios intelectuales. Estas mediana y pequeña clase media han venido formándose en los últimos cuarenta o cincuenta años, y han alcanzado un alto nivel técnico en tiempos recientes gracias al mejoramiento de los centros de estudios que han estimulado precisamente los gobiernos revolucionarios posteriores a 1910. En la actualidad, hay en cada país de América Latina decenas de millares de jóvenes bien preparados que se quedan sin destinos, y sus perspectivas inmediatas son emigrar a países más prósperos –que en nuestro caso quiere decir, casi siempre, Estados Unidos– o lanzarse a la conquista del poder total.
                            El vacío de poder en 1809
En la sociedad organizada no puede haber vacíos de poder prolongados. Si los hay, la sociedad se descompone: y la sociedad tiene que sobrevivir; se resiste a ser disuelta. El camino adecuado para la supervivencia es que siga a los que le ofrecen un tipo nuevo de organización, o que se someta a ellos aunque no desee esa nueva organización.
Es natural que al producirse un vacío de poder, acudan a llenarlo los que necesiten o desean el poder, y es también natural que al desplazarse de su lugar social hacia el mando político, el grupo que corre a ocuparlo se comporte con violencia y desate en torno suyo una tormenta de hierro y sangre. Pues si procediera con cautela, otros podrían llegar al poder antes que él, y siempre hay posibilidad de que suceda esto último en un ambiente de conmoción y de miedo.
En 1809, nuestros pueblos se hallaron lanzados en un vacío de poder; en 1961, hay un semivacío que puede transformarse cualquier día en vacío total, como sucedió ya en Cuba el 1 de enero de 1959.
El de 1809, se produjo cuando la prisión de Fernando VII y de sus padres, llevada a cabo por Napoleón en 1808, dejó al imperio español sin su jefe tradicional. El imperio pasó a ser un cuerpo sin cabeza, que se movía en el campo de la historia con la incertidumbre de un tronco perdido en medio del océano. Los terratenientes y ciertos sectores mercantiles de las colonias españolas acudieron a llenar el vacío, y cosa parecida sucedió en Brasil cuando el rey portugués volvió a Lisboa, pasado el huracán napoleónico. Hubo países americanos donde las grandes masas siguieron a sus nuevos jefes, como en el Brasil, por ejemplo; y allí la lucha no fue costosa. Pero los hubo donde combatieron contra ellos, y al cabo de largos años de guerras, acabaron sometiéndose.
A ningún estudioso de la historia de América Latina puede caberle duda de que la gran crisis que terminó con el establecimiento de repúblicas en nuestro Continente fue precipitada por la conjunción de dos hechos históricos: la existencia de grupos sociales que necesitaban y deseaban el poder político, y la aparición de un vacío político en el imperio español, determinado por la prisión de Fernando VII y de sus padres.
El semivacío de poder en 1961

Ahora bien, en 1961, hay un semivacío de poder en América Latina; y hay también un grupo social –el compuesto por la mediana y pequeña clase media– que necesita y desea el poder público. Allí donde el semivacío quede convertido, aunque sea momentáneamente, en vacío total –como sucedió en Cuba hace dos años y medio–, la revolución brotará con fuerza irresistible, y tomará el poder.
Desde principio de este siglo XX, América Latina ha sido un satélite político y económico de Estados Unidos. La alianza de los sectores imperialistas de Estados Unidos con los gobernantes oportunistas y antinacionales de nuestros países ha formado durante más de media centuria el núcleo de poder en las tierras latinoamericanas. Esa alianza ha fijado el centro gobernante en un eje que une a Washington con la capital de cada uno de nuestros países; y así como antes de 1810 el poder estaba en Madrid y en la persona del rey; desde hace más de medio siglo está repartido entre los gobiernos criollos y el presidente de Estados Unidos.
Y sucede que a partir de 1953, hay en Washington un intermitente vacío de poder, por lo menos en relación con América Latina. Durante algunos años de la Administración Eisenhower, el poder estuvo en manos de Foster Dulles, y el señor Dulles reforzó la alianza de los grupos imperialistas de su país con los sectores más inescrupulosos de América Latina; de manera que su ejercicio de la parte de poder norteamericano en lo que toca a la América Latina fue decididamente anti histórico. A la muerte del señor Dulles se reprodujo el vacío de poder norteamericano en relación con nuestro países; y donde ese semivacío se complete con el abandono del poder por los asociados criollos –como sucedió en Cuba a la fuga de Batista–, se hizo presente la revolución, esto es, el paso de un grupo social necesitado del poder hacia el comando de la vida pública.
 Desde la muerte de Foster Dulles, el semivacío en la porción de poder sobre América Latina que ejercía Estados Unidos se ha hecho patente. La Administración Kennedy ha tratado de llenarlo con palabras, pero no ha alcanzado todavía el terreno firme de los hechos. Más aún, la Administración Kennedy ha dado muestra de que es intrínsecamente débil; de que oscila entre el llamamiento de los sectores antiimperialistas de su propio país; que desearían ver al gobierno norteamericano libre de la influencia de los negociantes colonialistas, y la presión casi irresistible de estos últimos.

La reacción juega su carta

Al promediar el año 1961, América Latina es el campo de la batalla política más enconada del mundo. La reacción –no sólo continental, sino hemisférica– se ha lanzado con todas sus armas a una lucha sin cuartel. So pretexto de que la revolución de Cuba es comunista, todos los medios de expresión, que están en manos de las oligarquías terratenientes, financieras y comerciales, golpean día y noche a las masas con el terror psicológico. Su plan es lograr que se desate en América la persecución contra los comunistas; y después, como es claro, perseguirán a los revolucionarios no comunistas.
¿Por qué actúan así esos grupos? ¿Por pureza ideológica? ¿Es que su amor a la democracia resulta tan sincero que no pueden aceptar la menor amenaza contra los regímenes democráticos?
Pues sucede que no. Los mismos que hoy agitan sin descanso el espantajo comunista fueron los que iniciaron la campaña de descrédito contra líderes democráticos como Haya de la Torre, José Figueres y Rómulo Betancourt; ellos sembraron la semilla de insultos y calumnias que los comunistas cultivan ahora con tanto esmero. Estos ardientes defensores del mundo libre eran, hasta hace poco, panegiristas de Trujillo, de Pérez Jiménez y de Somoza.
La reacción juega su carta anticomunista, no por amor a la democracia, sino para defender sus privilegios. Si logra asociar todo cuanto se ha hecho en Cuba con el color rojo de la bandera soviética, pondrá sus fortunas a salvo de la revolución social latinoamericana. Para esos sectores el anticomunismo es negocio que rinde beneficios.
¿Puede decirse lo mismo de las grandes masas de nuestros países?

La incógnita por millones

Seguramente no. Nadie sabe a ciencia cierta qué piensan esas grandes masas. De hecho, ellas son una incógnita. Lo que puede afirmarse es que más de ochenta millones de latinoamericanos –entre los cuales hay cerca de cuarenta millones de adultos– no saben leer, y, por tanto, ignoran lo que dicen los diarios.
Los que leen, y convierten sus lecturas en hechos, son esos grupos de la mediana y la pequeña clase media que necesitan y desean el poder político. Leen también importantes núcleos de obreros, pero la revolución cubana demostró que los obreros con buenos jornales, organizados en sindicatos y asegurados socialmente, reducen su actividad política a conservar su posición. Leen también la alta clase media y la alta burguesía; leen, sobre todo, sus propias campañas anticomunistas y las noticias que se refieren a precios, mercados y leyes favorables a las nuevas inversiones.
Demasiado ocupados en adquirir Cadillacs, en llevar a sus mujeres a cabarets y casas de modas, en hacer viajes de negocios a Nueva York y a Europa, los hombres de la alta clase media y de la burguesía latinoamericana, considerarán que van a detener la revolución social con propaganda anticomunista. Sus antepasados de hace ciento cincuenta años creyeron también que podían evitar la liquidación de la esclavitud hablando de los horrores que desató la rebelión de los esclavos de Haití.
La propaganda reaccionaria está creando la atmósfera de la batalla continental. En esa batalla, ¿qué partido va a tomar la gran masa latinoamericana?  
Necesariamente, el de la revolución; aunque es muy probable que no le importe que esa revolución sea comunista o democrática. Para la gran masa será lo mismo con tal de que le proporcione bienestar. La diferencia entre la primera y la segunda es que la última ofrece libertad, pero hasta ahora, ¿qué libertad ha conocido la gran masa?
La parte más consciente de la masa distingue solo entre una revolución sangrienta y una que no lo sea; sucede que la revolución sin sangre solo puede ser realizada si se acude hoy, no mañana, a resolver los problemas agudos que tenemos ante nosotros; los económicos, los sociales y los políticos; los de hambre, los de desigualdad en todos los órdenes y los que nos plantea la supervivencia de tiranías espantosas, como la dominicana, la de Nicaragua y la de Paraguay.
Ahora bien, entre una revolución sin sangre, pero demorada, y una con sangre, pero inmediata, ¿qué han de preferir nuestros pueblos?
Sería osado hacer vaticinios. Las conmociones sociales se dan cuando las condiciones apropiadas hacen acto de presencia en la historia. No son materia de selección ni pueden prefabricarse.
Lo único que nos es dado ver es que al promediar el año 1961, nos hallamos en una situación muy parecida a la que teníamos en 1809, un año antes de que se iniciaran nuestras guerras de independencia. Las diferencias no aplacan, sino que acentúan la inclinación a pensar que hoy, como en 1809, estamos en vísperas de grandes cambios en la estructura profunda y en las formas visibles de nuestra vida social.
JUAN BOSCH

[Política: Teoría y Acción, Año 12, No. 130, enero-marzo de 1991. Escrito en Costa Rica el 15 de julio de 1961 y publicado en Cuadernos (París), No. 53, octubre de 1961]

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