por Manlio Dinucci
El espíritu de sacrificio resulta conmovedor. Al extremo de hacer que la guerra pueda parecer admirable. La receta consiste en: 1- encontrar un héroe joven y simpático; 2- exaltar su sentido del sacrificio y su muerte altruista; 3- decir que murió defendiendo a los buenos contra los malos; 4-ocultar las barbaridades que cometió. Una receta vieja pero que sigue funcionando.
RED VOLTAIRE | ROMA (ITALIA) | 2 DE MAYO DE 2019
Alrededor de 5 000 niños y adolescentes participaron en Pisa (Italia) en el «Día de la Solidaridad» en recuerdo al mayor de paracaidistas Nicola Ciardelli, muerto durante una «misión de paz»... la invasión de Irak.
Esa conmemoración, organizada anualmente por la Asociación Nicola Ciardelli Onlus, creada por la familia del difunto, se ha convertido, gracias al importante apoyo de las autoridades municipales –primeramente en manos del Partido Demócrata (PD) y hoy bajo control de la Liga Norte– en laboratorio de una gran operación –en la que colabora un amplio espectro de organismos y asociaciones– tendiente a «sensibilizar a los jóvenes estudiantes sobre la importancia del compromiso de cada cual con la construcción de un futuro de paz y solidaridad».
Y el ejemplo es «el compromiso de Nicola en pro de las poblaciones desgarradas por los conflictos que pudo ver durante las numerosas misiones en las que participó», misiones que le permitieron «tocar con sus manos la devastación de las guerras y los sufrimientos de quienes las sufren, los niños en primer lugar».
Pero nadie ha contado a los 5 000 niños y adolescentes que participaron en la conmemoración la verdadera historia de la guerra devastadora que Estados Unidos desató en 2003 contra Irak, país que ya había sido sometido a un embargo que en 10 años provocó un millón y medio de muertes, entre ellas alrededor de medio millón de fallecimientos de niños.
Nadie les explicó que, para justificar la guerra acusando a Irak de tener armas de destrucción masiva, se fabricaron «pruebas» que finalmente resultaron ser falsas.
Nadie les dijo que, para acabar con la resistencia, se utilizaron todos los medios militares para poner Irak a sangre y fuego: desde las bombas de fósforo blanco utilizadas contra la población de Faluya hasta las torturas reveladas en la cárcel de Abu Ghraib.
En aquella guerra –a la que el ministerio italiano de Defensa se refiere como «Operación Iraqui Freedom, dirigida por Estados Unidos para derrocar el régimen de Saddan Hussein, en el marco de la lucha internacional contra el terrorismo»– participó el contingente italiano bautizado como “Antica Babilonia”. En 2005 y 2006, el consejero político de los comandantes del contingente italiano fue la actual ministra de Defensa Elisabetta Trenta (Movimiento Cinco Estrellas). En ese contingente se hallaba el 185º regimiento de paracaidistas Folgore de reconocimiento y designación de objetivos, fuerza vinculada al Departamento de Fuerzas Especialistas, donde Nicola Ciardelli era oficial.
Según el ministerio de Defensa italiano, el regimiento Folgore«opera infiltrando destacamentos operativos tras las líneas enemigas en acciones directas que prevén acciones contra objetivos desde la distancia utilizando el armamento de su dotación y todas las plataformas de fuegos terrestres, aéreas y navales». Para decirlo más claro, después de encontrar el «blanco» humano, ese blanco es eliminado directamente por tiradores escogidos o, indirectamente, marcándolo con un dispositivo de laser que guía la bomba lanzada desde un avión de combate.
Nadie explicó eso a los 5 000 niños y adolescentes que, en el momento culminante de la conmemoración, aplaudieron a los paracaidistas del regimiento Folgore cuando saltaron en paracaídas sobre el Ponte di mezzo (Un puente sobre el río Arno, en el centro histórico de Pisa. NdlR.), como héroes de comics que defienden a los buenos contra los malos.
Antonio Mazzeo reporta que el de Pisa no es un caso aislado. Los militares estadounidenses de la base de Sigonella (en Sicilia) se hacen cada vez más presentes en las escuelas sicilianas, donde imparten cursos de inglés o de cultura física, entre otros. En la base aérea de Sigonella, donde el cura de una parroquia llevó niños a la base estadounidense en una «visita de instrucción», y en las bases militares de Apulia se imparten curso de «alternancia escuela-trabajo» para alumnos de la enseñanza media superior. También se ha sabido de casos similares en otras regiones de Italia.
Se trata de una verdadera operación de conquista militar de las mentes de las jóvenes generaciones (y también de las demás). ¿Habrá maestros, estudiantes y padres dispuestos a luchar contra esa campaña organizándose, frente a la cultura de la guerra, para promover la cultura de la paz?
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