MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

jueves, 15 de diciembre de 2016

Jose Marti escribe Antonio Maceo

“YO NO TRABAJO POR MI FAMA, PUESTO QUE TODA LA DEL MUNDO CABE EN UN GRANO DE MAÍZ”. JOSÉ MARTÍ
Antonio Maceo
Cuba
grano de maíz
José Martí
Patria



Carta de José Martí al General Antonio Maceo un día como hoy de 1893.


Key West, 15 de diciembre, 1893

Sr. General Antonio Maceo

General y amigo:

Mi silencio no le habrá extrañado. He vivido, desde que nos vimos, en una entrevista continua con Vd. De la visita que le hice me traje una de las más puras emociones de mi vida. “¡Por supuesto, me dije después de verlo, que Cuba puede ser libre,— y ser feliz después de ser libre!” Las manos las he tenido ocupadas desde entonces en una labor bestial y sin descanso,—en atender, de una tierra en otra, a lo grande y a lo pequeño,—en ir levantando, hombre por hombre, todo este edificio. A Vd., acá en mi corazón, escribirle era ofenderle. Vd. debe ver de allá mi agonía, mi responsabilidad, la imposibilidad absoluta de valerse de medianeros, la cura de almas incesante que permitió la acumulación de estas fuerzas.

Esto es lo que estoy escribiendo entre un mitin y otro. Vengo de tres días de esfuerzo angustioso en Tampa, para ponerle un poco más de harina al pan; y aquí estoy, como a la callada, haciendo lo mismo y confirmando detalles con Roloff y Serafín, pero de modo que nada de cuanto haga dé idea de la proximidad en que están nuestras cosas, si todos queremos que estén próximas. Cuba las espera, con el gobierno encima, y una agitación sorda y ya extrema. Yo de aquí puedo hacer lo que dijimos y lo tuve listo y anunciado para el caso de que, contra lo avisado a la Isla para evitar engaños y contra la orden local mía expresa, hubiese cundido—aunque nuestra tierra está ya muy astuta para eso—el alzamiento mandado hacer con una orden falsa mía, y la cual sólo supo engañar a Esquerra que anda por el campo, resuelto a no entregarse, con unos pocos hombres.

Pero esta trama, cuyo objeto era justificar en Cuba las persecuciones, provocar alzamiento incompleto y debilitar las emigraciones con un segundo aparente fracaso,—si bien no pudo tener ese éxito afuera ni adentro,—ha producido, por la sangre que ya corrió, las prisiones de primera hora, y la de Moncada y la disimulada de Carrillo, aún libres, un malestar que sería imperdonable mantener cuando tenemos allegados los medios, modestos y bastantes, de ponerle fin. El gobierno cree que vamos, y sólo aguarda a la evidencia más cercana para segarnos allá el país: y nosotros, con la rapidez que no se espera de nosotros, sin aparato de invasión, deslizándonos sencillamente de donde mismo estábamos, podemos ir antes de que el enemigo nos espere, y caiga sobre la buena gente revolucionaria. No tenemos más que ajustar los detalles, de modo de ahorrar tiempo. Ahora sólo estas líneas le puedo poner, y la seguridad de que, lo que yo haya de hacer, ni con ligereza ni con demora será hecho. Yo no trabajo por mi fama, puesto que toda la del mundo cabe en un grano de maíz, ni por bien alguno de esta vida triste, que no tiene ya para mí satisfacción mayor que el salir de ella: trabajo para poner en vías de felicidad a los hombres que hoy viven sin ella. No espere, pues, de mí,—harto lo sabe Vd.,—precipitación alguna, ni el crimen de azuzar y comprometer, por salvar la honrilla de la tentativa,—sobre que, con hombre del juicio de Vd., eso sería pueril e inútil. Este hombre, lo ama y lo conoce, y no faltaría así al respeto que merece su vida. Su María no se ha equivocado.

Y de su gran pena de ahora ¿no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre: ése, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida.

Aquí tiene que cesar su

José Martí

viernes, 9 de diciembre de 2016

Diomedes: Eterna amistad: Bosch y Fidel




En ocasión de la lamentable partida física del Comandante Fidel Castro Ruz, hemos estado en sus funerales, tanto en La Habana como en Santiago. Viajamos en representación de la Fundación Juan Bosch, como su presidente, y formamos junto a Patricio Bosch, la delegación oficial de esa entidad. Patricio, hijo de don Juan y doña […]

Por:Diómedes Núñez Polanco

e-mail:diomedesnp@gmail.com


En ocasión de la lamentable partida física del Comandante Fidel Castro Ruz, hemos estado en sus funerales, tanto en La Habana como en Santiago. Viajamos en representación de la Fundación Juan Bosch, como su presidente, y formamos junto a Patricio Bosch, la delegación oficial de esa entidad. Patricio, hijo de don Juan y doña Carmen Quidiello, nació en Cuba, allá reside y trabaja. La muerte de Fidel Castro es un hecho histórico, dada su dimensión latinoamericana y universal. Así quedó claro por la admiración y el afecto de todos, expresados en estos días. En próximas entregas, trataremos más sobre Fidel y Cuba; ahora nos centramos en las relaciones de amistad y de lucha por un mundo mejor, entre Bosch y Fidel.

Esa relación creció con el tiempo. En sus investigaciones y estudios sobre la historia y política internacional, se destacan en Bosch los temas sobre Cuba y su líder histórico en la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. Ha afirmado que Fidel figura entre los tres genios políticos y militares de América Latina; los otros dos: Tousassaint Louverture y Simón Bolívar. En 1970, publicó en España “De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe, frontera imperial”, calificado como obra monumental por Gabriel García Márquez.

Estos grandes líderes se conocieron en los preparativos de la expedición de Cayo Confites, en Cuba, en el verano de 1947. Después de Juan Rodríguez, financiador y comandante del movimiento insurreccional, Bosch era segundo al mando. Contaba con 38 años, y había llegado a Cuba desde Puerto Rico, en enero de 1939, año en que, junto a otros exiliados de la tiranía trujillista, fundó allí el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Fidel contaba apenas con 20 años cuando llegó a Cayo Confites, y los 21 los cumplió allá, el 13 de agosto. Prácticamente un adolescente, incluso al enterarse de la decisión, su madre fue a convencerlo de que desistiera de su propósito. Imposible.

“Finalizado el curso del segundo año -cuenta Fidel- hice los exámenes de algunas asignaturas. Yo era presidente de la Escuela de Derecho y todos me conocían, además, como presidente del Comité Pro Democracia Dominicana. Tenía muchos amigos dominicanos que eran exiliados y cuando se habló de que se iba a organizar una expedición para derrocar a Trujillo, me sentí moralmente obligado a participar. Tan pronto empezaron a reclutar gente, dejé de hacer los exámenes que tenía pendientes y me enrolé en la expedición”.

“(…) cuando llegó el momento de la expedición, me marché hacia Oriente y no pasé ni por mi casa. Viajé en guagua hasta Holguín, donde se estaban reuniendo los reclutas, de allí partí para Antilla y de Antilla para Cayo Confites, al noroeste de Camagüey…”.
Luego pasa a referirse a la manera en que fue impresionado al conocer a Bosch:
“Durante aquel período se esperaba más personal procedente de Cuba, Miami y otros lugares. Estando en la isla, un día llegó un grupo de dominicanos y, entre ellos, Juan Bosch. Muy pronto hicimos amistad. Entre tanta gente en el cayo, a mi me gustaba conversar con él; de todos los dominicanos que conocí fue el que más me impresionó.

“Lo recuerdo como un hombre mayor. Cumplí 21 años en el cayo, y pienso que Bosch ya tendría unos 36 o 37 años. Su conversación realmente conmovía, la forma en que se expresaba; parecía un hombre muy sensible.
“Vivía muy modesto allí, igual que todos los demás, y creo que sufría lo mismo que la gente. Yo no lo conocía, no sabía que era el escritor, el historiador, el intelectual. Lo vi como un dominicano honorable, de conversación agradable, que decía cosas profundas y sensibles; transmitía todo eso. Se le veía como una persona que sentía los sufrimientos de los demás, estaba sufriendo por el trabajo duro de la gente. Además vivía la emoción, porque era el intelectual, al fin y al cabo, que se incorpora a la acción, llegada la hora de la lucha -un poco como hicieron Martí y otros muchos intelectuales de nuestra propia guerra-. Pudiéramos decir que era allí el hombre de mayor calibre, el más destacado.

“Muchas veces nos íbamos para un extremo de la isla y conversábamos; sus palabras me marcaron mucho. Así nos hicimos amigos. La amistad tiene un mérito por su parte, él ya era una personalidad y yo era un estudiante joven que no significaba nada entre tantos jefes, coroneles… Yo era un teniente y mandaba un pelotón. Sin embargo, Bosch me trató con mucha deferencia y consideración.”

jueves, 8 de diciembre de 2016

Una vision critica sobre Fidel desde el Islam


OPINIÓN
Fidel desde una mirada islámica

En estos días en que el gran líder cubano ha dejado este mundo se ha desatado un mar de tinta y comentarios acerca de su trascendente personalidad.

No he podido ni he querido sustraerme a pensar en este hombre extraordinario que conmueve a gran parte del mundo. Tiene cosas buenas que enseñar a la humanidad y tiene carencias a mi juicio importantes que es necesario no perder de vista a la hora de elogiar sus logros.

Desde un punto de vista islámico, para mí, el comandante cubano se halla en una posición intermedia entre los elogios desmesurados y las críticas extremas. Para aclarar mi punto de vista quiero decir que no puedo negar, sino que más bien me sumo a la admiración que despierta algunas de las proezas de Fidel Castro dignas de ser imitadas y constituirse en ejemplo para el mundo. Pero no ocurre eso con todas sus dimensiones. Yo creo que es una personalidad muy interesante y digna de destacarse por su sensibilidad social, su compromiso de lucha incansable contra la tiranía, su valiente lucha tan desigual, su resistencia, los campos en los que logró grandes avances su revolución y en los que los cubanos supieron destacarse a nivel regional y mundial. La educación, siendo el primer país latinoamericano que desterró el analfabetismo, la salud para toda la población, los desarrollos médicos y su exportación solidaria, el deporte que ubicó entre los diez primeros países del mundo en la obtención de medallas olímpicas, el adelanto científico, el tecnológico, el intento de desarrollo industrial dentro de las limitaciones que le imponía el injusto embargo norteamericano y europeo. Su solidaridad internacional con los oprimidos como el caso de Angola, el movimiento de liberación en Sudáfrica, la contribución agradecida por Nelson Mandela para vencer al apartheid, la ayuda a Vietnam, a Namibia y a tantos otros en los continentes de África, Latinoamérica y Asia. Aquí es importante destacar que la extrapolación apresurada sin un conocimiento profundo de las particularidades de algunos lugares que no tenían las condiciones de Cuba les hizo cometer muchos y serios errores.

Otros logros son el haber conservado con tantas dificultades su independencia después de la caída de la Unión Soviética, su principal comprador y sostenedor. El haber ayudado a sellar acuerdos de paz como los del gobierno colombiano con las FARC. No es poco para una isla tan pequeña. Habla de una grandeza muy elogiable. Nunca nada ni nadie pudieron amedrentar a Fidel, hasta el último de sus días. Ni las seiscientas veces que dicen que la CIA intentó acabar mafiosamente con su vida, ni las amenazas nucleares ni nada, ni la soledad en que se vio tras la caída de la Unión Soviética.

Es cierto también, que fue la política norteamericana, totalmente injusta la que desplazó a Fidel de su nacionalismo radical, de su condición de demócrata al estilo pre revolucionario, aunque en la Cuba socialista hubo cinco presidentes y elecciones periódicas (que no haya partidos políticos no significa que no haya diputados elegidos por fuera del partido comunista. La mayoría de los cubanos apoya su sistema político) y de un buscador de la justicia social dentro de esos dos marcos mencionados, el del nacionalismo y el de la democracia participativa. Fue esa política agresiva yanqui la que arrastró a Fidel y a los cubanos al comunismo más de corte dogmático y cerrado, del que se fueron abriendo con el paso del tiempo ante las limitaciones del mismo. Pero si no hubiese sido por los abusos de Estados Unidos, primero apoyando a Batista con toda la logística y con armas, luego imponiendo tantas sanciones y castigos a la isla, Fidel no se hubiera volcado tanto a la Unión Soviética y a su ideología. Democratizar el poder de una forma más radical como lo hiciera en un principio no significaba ser comunista, aunque para la miopía yanqui todo hombre o país que quisiese ser independiente o poner en práctica una mayor justicia social era visto, en el marco de la guerra fría como comunista a ser eliminado en esos días. Así lo dijo Nixon cuando tiempo después de recibirlo, siendo vicepresidente en Estados Unidos tras el triunfo de la revolución (Eisenhower no quiso hacerlo) dijo que era comunista y debía ser eliminado.

Pero era de esperar que un hombre de formación cristiana jesuita, rindiese una consideración más profunda a las cuestiones espirituales. Esta fue una de sus limitaciones y deudas de la revolución cubana. Su pueblo fuertemente creyente como fue reconocido por el mismo Fidel no supo encontrar la vía para desarrollar esta espiritualidad y la negación marxista del espíritu religioso no caló nunca en el pueblo cubano. Fidel estuvo pobre para comprender esa necesidad de su pueblo, como sí supo entender las necesidades materiales del mismo y se preocupó siempre por ver cómo las podía satisfacer. Para Fidel, tal como lo dice en el libro "Fidel y la Religión" del dominico Frei Betto, "Jesús fue un gran revolucionario" por su lucha social y política contra el imperio en defensa de los desposeídos, pero de la dimensión espiritual de Jesús no dijo nada. Jesús tenía como apoyo de su lucha a la oración, el ayuno, la unidad con Dios, los milagros, esos poderes dados por Dios, la trascendencia, la responsabilidad de los seres humanos para un juicio más allá de la muerte donde comparecerá y la fuerte influencia ética que ejercen estas creencias. Esta conciencia espiritual libera al hombre no solo en términos materiales, lo libera de la finitud y el sin sentido de una realidad que se agote en lo material.

No es que el tema espiritual sea algo menor como para que alguno pueda desestimarlo. Hace a la verdadera libertad y justicia humana y social, además de la política y económica. Fortalece la determinación de un pueblo y lo libera de los grilletes de los límites materiales que asfixian al alma.

La pobreza espiritual afecta a la capacidad moral de un pueblo y mina su resistencia frente a las tentaciones del poder materialista. El orgullo cubano bien ganado no debe extralimitarse y terminar siendo una valla que le impida tener la humildad suficiente como pueblo para encontrar y seguir una vía revolucionaria espiritual. Esta es la que puede procurar a Latinoamérica la unidad necesaria que pregonara Fidel junto a Perón y a otros líderes del continente. Una unidad no alcanzada porque el impulso independentista ha sucumbido actualmente y momentáneamente, por una carencia espiritual, moral y de humildad para llegar al corazón de las masas. Los pueblos desengañados y confundidos terminan depositando su confianza a los cantos de sirena que le venden los medios liberales. No ha de desestimarse que uno de los talones de Aquiles del intento de independizarse de Norteamérica ha sido la corrupción. Si bien esta corrupción ha sido y es exagerada por los medios hegemónicos, no se puede negar que existe desgraciadamente y ha provocado un cierto enfriamiento en muchos.

No se trata de negar lo bueno de las posturas revolucionarias de Latinoamérica, se trata de señalar de una buena vez, lo que les falta para consumar la verdadera independencia y soberanía. La figura de Fidel es una buena excusa para esta reflexión necesaria y un buen homenaje a quien amó la independencia y vivió para procurarla permanentemente.

No negamos para nada, menos con la falta que hace hoy en día y siempre, la práctica tan sana de algunos valores morales muy destacables de Fidel cuando se opuso férreamente a que la lucha guerrillera realice atentados, magnicidios, torturas, robos a los campesinos o violaciones a las mujeres. Incluso extremaron los cuidados de no matar soldados innecesariamente y muchas veces en las sierras dieron sus medicinas a soldados heridos de Batista. También Fidel se opuso tajantemente y quedó como una tradición de los rebeldes el no robar bancos u otros recursos de esta naturaleza. Así fue como pudimos obtener el noventa por ciento de la aprobación popular y vencer a la dictadura con el apoyo norteamericano dijo Fidel. No es justo decir que las expropiaciones o las nacionalizaciones de las empresas norteamericanas hayan sido un robo porque fueron reacciones a las medidas norteamericanas de intromisión en sus políticas internas y las sanciones económicas contra la isla. En un primer momento, ante las medidas norteamericanas que había apoyado con entrenamiento a las fuerzas del dictador Batista, además de procurarle armas de artillería, tanques y aviones con las que se bombardeó aeropuertos y a civiles y ante la política de boicot de parte de los norteamericanos, el gobierno revolucionario obligó a las empresas norteamericanas de petróleo a refinar el petróleo soviético en la isla, y, si bien la empresa Esso aceptó hacerlo, luego, por orden del Consejo de Seguridad norteamericano no lo hizo. Algo que contraría la libertad de empresa que tanto declama el imperio, así como el supuesto respeto a la soberanía ajena. Ante esa medida de desobediencia ante el gobierno soberano de Cuba, la empresa fue expropiada.

Esos valores morales que condicionan y humanizan la lucha, a diferencia del terrorismo practicado abierta y clandestinamente por el imperio a diario en todo el mundo, son más que elogiables y encomiables. Pero, desgraciadamente la revolución no pudo o no supo ahondar en la libertad de tipo espiritual. Como decía el sacerdote argentino asesinado, Mujica, "qué importa la revolución socialista cuando estoy en Terapia intensiva", o si se me muere un hijo. Las grandes necesidades humanas quedaron sin respuesta por ahora, en la revolución cubana. Fidel se refirió valorativamente al carácter revolucionario de Jesús, pero desgraciadamente no ahondó en ello y Fidel a pesar de haber visitado a Irán y expresar su admiración por la lucha del pueblo iraní al que señaló como un ejemplo épico para el mundo, no pudo percibir la profundidad espiritual que hizo y hace posible esta fuerza extraordinaria de la revolución islámica de Irán.

El líder Ayatullah Jamenei, cuando Fidel elogió la épica iraní, le respondió que todo lo que tenemos proviene del Islam. Es decir, no somos fuera de la guía de Dios, una raza o una nación especial que tengamos algo que los demás no tengan, nuestras virtudes vienen de Dios y del Islam. No somos superiores como raza o pueblo por causas raciales o étnicas especiales que los demás no posean.

Cuando algunos teólogos iraníes hablaron en la Habana con Fidel sobre la importancia de la dimensión espiritual, Fidel contestaba que era el filósofo Lenin quien debía contestar y atender esos asuntos. Hubiera sido muy importante que Fidel preste más atención a la carta del Imam Jomeini a Gorbachov, el líder soviético cuando colapsaba la Unión Soviética previniéndole de no caer en brazos de Occidente y Estados Unidos que también atravesaban una crisis terminal por su falta de espiritualidad y conocimiento correcto de Dios. El Imam Jomeini invitaba a Gorbachov a enviar a sus filósofos a dialogar con los filósofos y teólogos musulmanes, pero la invitación quedó sin respuesta. El líder soviético se limitó a responder acerca del incremento de las relaciones económicas y políticas y el Imam le dijo al canciller Shevardnaze que yo pretendí abrir otro horizonte (el espiritual, no el meramente mundanal de la economía y política desprovista del espíritu y la dimensión más plenamente humana).

Trump amenaza con interrumpir el proceso de acercamiento a Cuba iniciado por Obama a instancias de la Iglesia Católica. La política de Obama era a largo plazo, pretendía ser una revolución blanda. Este era un desafío peligroso para la revolución cubana. La falta de espiritualidad podría sucumbir en el largo plazo ante las tentaciones libertinas y consumistas de la cultura materialista norteamericana. Podía minar a la unidad de la juventud cubana y allanar el camino para un cambio de "régimen" como lo pregonaba el mismo Obama. La postura rígida de Trump, vieja fórmula de siempre, facilitará la resistencia cubana que ha dado ya suficientes muestras de su orgullo y dignidad como para rendirse a las prepotencias yanquis.

El ser humano posee necesidades de trascendencia en su naturaleza, siente una opresión en los límites del cuerpo, la enfermedad, la vejez y la muerte. Una revolución que no le abre al ser humano el horizonte espiritual no le confiere una verdadera liberación, por más pan que reparta en forma igualitaria. La visión internacionalista de la justicia social ha de complementarse con la visión universal del espíritu humano y su vínculo para combatir a la pobreza y a la amenaza ambiental que provoca el consumismo materialista.

No toda la culpa ha sido de Fidel y los suyos. Los cristianos revolucionarios no han sabido ayudar a Cuba en la guía para una mirada más auténtica de la espiritualidad cristiana. La Iglesia oficial estuvo mucho tiempo en Cuba y en el resto del Continente americano al servicio del status quo, de la elite del poder oligárquico y anti democrático. Los Sacerdotes del Tercer Mundo a los que Perón llamó "mi Iglesia" apenas si llegaron a un diez por ciento de todo el clero en Argentina y un abarcó a un número insignificante entre la encumbrada jerarquía eclesiástica. Algo parecido ocurrió con la Teología de la Liberación en el resto de Latinoamérica. El sacerdote argentino Carlos Mujica viajó a Cuba y dijo que a pesar de no profesar una religión, su sistema revolucionario socialista estaba más cerca de los Evangelios y el primer cristianismo que el sistema capitalista. Comparto esta visión, sin desmerecer algunos logros importantes del capitalismo como parte de un desarrollo relativamente libre en lo privado que si no se desentiende de los controles estatales y los límites éticos es necesario para el desarrollo económico, el estímulo a la creatividad e impulso emprendedor económico, cultural y social de los hombres. El Islam ve virtudes y vicios en el capitalismo y en el marxismo, en el liberalismo económico y en el estatismo. El Islam reivindica lo positivo de ambos sistemas pero los trasciende con una espiritualidad y una ética profunda de la que carecen ambos sistemas pretendidamente humanistas, manteniéndose equidistante de los extremos y del materialismo que les subyace.

Es cierto que criticar a los socialistas o comunistas de Cuba sin haber aportado una revolución para mejorar la condición de los pobres en el continente más desigual del planeta es un planteo un tanto abstracto e irreal. No así es hacerlo desde el Islam cuyo proceso revolucionario está en plena expansión. Pero en Latinoamérica aún no se ha hecho desde lo espiritual lo suficiente como para aliviar el dolor de la pobreza y la injusticia. También es cierto que Fidel reconocía que la solidaridad de los cristianos con los enfermos, los pobres, los desprotegidos, los abandonados por el sistema son cualidades que deseaba que los militantes comunistas posean. Cuidar enfermos y ancianos en los hospitales, orfanatos, villas y geriátricos que hacen algunas monjas, sacerdotes y laicos creyentes humildes es digno de elogio y reconocimiento.

Un esbozo de acercamiento entre cristianos y cubanos lo vimos con el Papa Francisco cuando visitó a Cuba y una vez más pidió por el levantamiento del embargo a la isla además de otras consideraciones que llevaron a Raúl a decir –medio en broma, medio en serio - que con un Papa así él pensaría seriamente en volver al cristianismo. Pero como muchos otros gestos quedaron en un amague de un lado y del otro.

La revolución islámica con centro en Irán, hoy ya de alcance regional y mundial, tiene el desafío de ofrecer a Cuba y a Latinoamérica su modelo revolucionario espiritual para que con el aporte de los latinos se enriquezca aún más. La resistencia multipolar contra el imperialismo tiene como actor principal a la revolución islámica que conjuga lo político con lo espiritual, el conocimiento de Dios y los profetas con la justicia social, el desarrollo científico, la perfección de la moral y la resistencia contra la opresión, ésa que fuera tan elogiada por Fidel.

Escrito por Sheij Abdul Karim Paz

martes, 6 de diciembre de 2016

Danilo Medina:Fidel hizo sacerdocio del ejercicio de la política.


Fidel hizo sacerdocio del ejercicio de la política. Una larga vida entregada a reivindicar con fiera dignidad los anhelos históricos del pueblo cubano y de los pueblos del mundo. Hizo de su batalla por sus convicciones e ideas una forma de vida revolucionaria. 
Danilo Medina
Presidente de República Domincana



Fidel y Cuba ingresando definitivamente en la Historia Grande. Junto a su pueblo, ejemplo de dignidad y soberanía. 
Cristina Fernández de Kirchner
Ex Presidenta de Argentina




Siento su muerte como la pérdida de un hermano mayor, de un compañero insustituible al que jamás olvidaré. La valentía de Fidel Castro y el ejemplo de la Revolución cubana inspiraron a los que resistían la tiranía.
Luiz Inácio Lula da Silva
Ex Presidente de Brasil



Fidel se seguirá extendiendo de generación en generación, como semilla sembrada en suelo fértil y que será este, su legado, junto al de Hugo Chávez Frías, nuestros pilares fundamentales para continuar la lucha revolucionaria por la justicia, la igualdad, la paz y la autodeterminación de nuestros pueblos.
Adán Chávez
Político venezolano



Con su desaparición, pierdo personalmente un amigo y un compañero de más de medio siglo. Es también una gran pérdida para el pueblo argelino, que mantuvo una relación especial con el Comandante, afianzada en el respeto, la admiración y el afecto mutuo.
Abdelaziz Buteflika

Fidel sobre Frei Betto

Frei Betto

Fidel junto a Frei Betto y un grupo de científicos cubanos en la Inauguración del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana. Foto: Cortesía del CIGB
Fidel junto a Frei Betto y un grupo de científicos cubanos en la Inauguración del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana. Foto: Cortesía del CIGB
En medio de estos días bastante atareados, me llega el recordatorio de que Frei Betto me había solicitado unas breves palabras para un libro que se quiere editar y ya está listo.
Creo que se pueden publicar muchas cosas amables sobre él, pero no puedo permitir que se nos escape así.
Primero debo decir que lo conocí hace algo más de 35 años, cuando visité Managua el 19 de julio de 1980, en ocasión del primer aniversario de la Revolución Sandinista. Las calles vibraban con los cantos sobre el héroe y creador de la lucha contra la tiranía somocista: «Carlos Fonseca, tayacán vencedor de la muerte, novio de la patria rojinegra, Nicaragua entera te grita: ¡Presente!», y aquello se repetía y repetía con la voz clara y musical de los nicaragüenses.
Un desfile militar presidido por el Comandante Edén Pastora, a quien sin duda le gustaban las ceremonias militares y marchaba erguido a la cabeza de aquella vigorosa milicia, desfilaba ante Daniel Ortega y demás miembros de la dirección del movimiento revolucionario. Allí estaba Rosario Murillo, que acompañó a Daniel en el audaz viaje que llegó a la ciudad de Matagalpa, cuna del poeta Rubén Darío, en pleno apogeo de la lucha revolucionaria.
En aquella conmemoración tuve el honor de conocer a Frei Betto, jubiloso y feliz con aquella revolución en pleno corazón de Centro América tras la huella del heroico General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, asesinado por los intervencionistas yankis.
Desde entonces pude apreciar que se trataba de una persona de vasta cultura, amplios conocimientos y profundas convicciones.
Motivado desde muy joven por la fe religiosa, había transitado por una vida revolucionaria en la que sufrió prisión en dos ocasiones. La primera, sin haber cumplido aún los veinte años; y más tarde, entre 1969 y 1973.
Vivió en favelas y compartió con los más pobres. Se consagró a la concientización y movilización populares, y el contacto con el pueblo lo confirmó en la causa que abrazó para toda su vida.
En 1992, durante el «Período Especial», momento difícil para nuestro país, organizó con otros amigos brasileños el Vuelo de la Solidaridad a Cuba.
Contribuyó con sus opiniones y experiencias a la preparación de la visita a Cuba del Papa Juan Pablo II, y participó como invitado en ese encuentro. Del Papa Francisco, que nos visitó recientemente, conocíamos su simpatía por la paz y su lucha resuelta por el bienestar de todos los pueblos, a quien obsequié el libro Fidel y la religión, escrito por Frei Betto, quien a su vez me había hablado sobre el carácter progresista y las ideas del nuevo jefe de la Iglesia Católica.
Frei Betto en la presentación de su libro "Fidel y la Religión". Foto de Archivo
En Frei Betto está presente un alto sentido de lealtad y amistad. Ha defendido con vehemencia a Cuba y a la Revolución, sin dejar de tener puntos discrepantes o diferentes a los nuestros, y los hemos analizado y discutido de modo constructivo entre revolucionarios y verdaderos amigos, como se comprueba en el diálogo sostenido entre ambos, publicado por él, bajo el título Fidel y la religión.
Asumió como suya la causa de los Cinco Héroes cubanos y la hizo valer en las más diversas tribunas internacionales.
Hombre sencillo, de habla pausada, con la modestia y la humildad que enaltece su condición de fraile, se identificó con los valores genuinos de nuestra revolución que, según afirma, son también los de la religión que él profesa: justicia, igualdad, compromiso con los pobres y discriminados.
Pero nadie piense que no discutimos bastante. Betto sostiene teorías científicas en las cuales cree decididamente, basadas en el «Big Bang». Fue una de las primeras personas que me habló del singular fenómeno. A mí, que cursé el 5to. grado de primaria en el colegio Dolores de Santiago de Cuba, regido por jesuitas bien preparados y exigentes, me habían explicado la existencia de los planetas que giran alrededor del Sol, y las distancias de cada uno de ellos y del nuestro en la inmensa galaxia donde estamos ubicados.
En aquella época progresaba la economía imperialista emanada del colonialismo. Los mapas del África, gran parte del Oriente Medio, el Sur y el Sureste de Asia, Oceanía, Australia, Canadá, Dinamarca, el Caribe y las Malvinas, aparecían con los colores típicos de cada uno de los países anglosajones europeos dueños; y de algunos otros como Francia, Italia, Bélgica y España, todos desarrollados en mayor o menor grado, que avanzaban hacia las sociedades de consumo desde hace menos de un siglo.
Para Betto, versado además en cuestiones científicas, la evolución de la materia estaría acompañada de un elevado porcentaje de radiaciones, visibles unas, y oscuras otras, cuyas consecuencias en miles de millones de años, un número ya incalculable de científicos en más de 500 ―quinientos― centros de observación espacial, no se atreven a predecir.
No sé lo que recordará ahora Frei Betto de aquel intercambio. Téngase presente que solo en mi memoria guardo los recuerdos del encuentro en que me interrogó a su antojo durante un montón de horas en mi propio despacho, donde, como cosa curiosa, yo miraba de vez en cuando una foto de Ernest Hemingway junto a una gigantesca aguja ―dos veces el tamaño del autor de El viejo y el mar― que este me había obsequiado.
Yo estaba avergonzado de mi propia ignorancia que no me permitía un análisis profundo sobre el tema. Me preguntaba por qué había estudiado Derecho. Pensé que fue la falta de orientación profesional lo que me llevó a ese error. El hábito de discutirlo todo dio lugar a que muchos dijeran que yo iba a ser abogado; y cuando me preguntaban qué carrera pensaba estudiar, respondía mecánicamente: «abogado». Matriculé esa carrera, pero estudiando una asignatura ―Economía Política― temida por todos los alumnos del primer curso, descubrí la verdad. Un exigente profesor, que no tenía paz con nadie, en ocasiones examinaba él mismo oralmente a los alumnos; yo, que andaba ocupado con otras tareas de atención a los propios alumnos como cabeza de la candidatura del primer curso de ese año, dejé para el segundo curso la Economía Política, impresa en mil páginas de mimeógrafo con borrosas letras, pues no había libros de textos. Leí varias veces aquel complejo material y me presenté al examen oral. No fue poca mi sorpresa cuando después de un largo examen, el profesor me otorgó la nota de «sobresaliente».
Era precisamente lo que me interesaba: la política; cómo enfrentar los fenómenos de superproducción, las crisis económicas, el desempleo, el hambre y la injusticia social. Por ello incluí otra carrera, la de Ciencias Sociales. Fiel a la idea, a partir del tercer curso, me dediqué a estudiar más de 30 asignaturas correspondientes a estos temas. Me parecía el objetivo a seguir como instrumento de la política revolucionaria que era realmente la idea que se venía gestando en mi mente.
Después de cumplir compromisos de apoyo político al Partido del líder independentista puertorriqueño, Pedro Albizu Campos, por un lado, y por otro con el pueblo dominicano en su lucha contra Leónidas Trujillo, donde adquirí las primeras experiencias en la lucha armada, me dediqué al estudio. En 1959 visité Harvard y allí compré El Capital de Carlos Marx, en inglés, aunque tenía una copia en español. Imagínense la idea de estudiar a Marx en inglés, un autor difícil de comprender en español.
Tal era la fiebre política, que aún conservo.
Debo consignar que no podría concluir estas líneas si no afirmo que, en mi opinión, estamos viviendo un momento decisivo para nuestra especie. Es como si los seres humanos fuésemos incapaces de comprender que nuestra especie está al borde del más grave de los errores, desde que surgió hace menos de un millón de años o tal vez mucho menos, en que varios tipos de seres humanos, entre ellos el Homo Sapiens, el Neandertal y tal vez otro u otros, fuesen capaces de pensar, aunque todavía no se haya dispuesto de las pruebas definitivas. Por otro lado, las noticias sobre las llamadas «civilizaciones» datan desde hace apenas cuatro mil quinientos años, es lo que yo creía desde que al final del Bachillerato pude leer los legendarios poemas atribuidos a un poeta griego llamado Homero; sin embargo, el propio Frei Betto me explicó que la ciudad de Jericó tiene más de diez mil años, él conocía de sobra lo que se ha investigado sobre aquella ciudad, y describía, como si acabara de llegar de una visita, hasta los colores y arquitectura de las casas.
En los últimos cien años dos poderosas potencias, la URSS y la República Popular China, partieron de las ideas marxistas-leninistas en la búsqueda de la libertad y la justicia social por la única vía posible: ¡La Revolución social! Cualquiera de ellas adquirió con los años el poder suficiente para enfrentar al poderoso imperio basado en la opresión y el saqueo. Solo el espíritu realmente aventurero e irresponsable puede llevar a Estados Unidos a una guerra con cualquiera de ellas, independientemente de los hechos que se produjeron en el Estado socialista multinacional de la URSS en el último decenio del siglo XX.
Entre Rusia y China, que tanto hermanó la Revolución, se desarrollan excelentes relaciones.
Hoy Betto recibirá la Categoría Especial Dr. Honoris Causa en Filosofía en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Cuando Frei Betto vuelva a Cuba tendrá que estar bien pertrechado para discutir con su ignorante amigo.
Fidel Castro Ruz

Octubre 12 de 2015
1 y 15 p.m.

Frei Betto en la presentación de su libro "Fidel y la Religión". Foto de Archivo
Frei Betto en la presentación de su libro “Fidel y la Religión”. Foto de Archivo
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.

Leonel : “Fidel le dio un sentido de dignidad al pueblo cubano”

"Veo a Fidel con respeto, con admiración, con el sentimiento de orgullo de haber tenido a un compatriota latinoamericano de estatura universal. Por eso la noticia de su fallecimiento me entristeció. A mí y a todo el pueblo dominicano. Porque, aunque uno veía que ya iba avanzando en edad, uno nunca creía que Fidel iba a morir."
Servicios de Acento.com.do - 5 de diciembre de 2016 - 8:45 am - 17
Foto: Ex presidente dominicano Leonel Fernández. Foto: Diario Granma
Cortesía de la página de Radio Habana Cuba/Editado por Julio Pérez
Santiago de Cuba, 5 dic (RHC) Dice Leonel Fernández, el expresidente dominicano, que su presencia en Santiago de Cuba es un testimonio de amistad, por parte del pueblo dominicano, y por parte del Partido de la Liberación Dominicana, para con Cuba.
Dice que Martí y Gómez son la mejor demostración del vínculo entre estos dos países.
Y que su pueblo tiene ese deseo de que la sociedad cubana siga progresando; de que todo cubano siga teniendo un tremendo orgullo de su patriotismo, destaca el periódico Granma.
Entonces, pregunto por Fidel.
—Lo conocí hace 20 años, en el contexto de la celebración de la Sexta Cumbre Iberoamericana. En esa ocasión, nos trasladaron en un autobús desde Santiago de Chile hasta Viña del Mar. Y a mí me tocó sentarme al lado de Fidel. Fue una travesía de tres horas donde tuve el privilegio de conversar ampliamente con él.
«Lo que descubrí en primer término fue una persona con una curiosidad insaciable. Quería saberlo todo. Hablaba interrogando. Y hacía preguntas con las cosas que uno jamás había pensado; cosas como: cuál es el volumen de producción de cerdos en tu país, o unidades de producción de pollo. Y yo: mire, presidente, no sé, no tengo idea. Porque uno no ha re­flexio­nado nunca sobre esos temas, ¿verdad? Él era un desafío intelectual para cualquier persona.
«Obviamente, estudiando su trayectoria, uno descubre una singularidad en su liderazgo: que para él no existía la palabra adversidad. La adversidad la convertía en victoria. Y eso tiene mucho que ver con la fuerza de las convicciones. Las suyas eran convicciones muy enraizadas, muy profundas; esas creen­cias parecían llevarlo hasta el límite de temeridad. Porque el ataque al cuartel Moncada es un acto de audacia y de temeridad. El desembarco del Granma es otro acto de audacia; fue algo que puso su vida en riesgo. Y él era alguien que no temía al peligro en aras de un ideal.
«Por otra parte, destaca su talento, su inteligencia, su preparación, su cultura. Era un magnífico orador, un maestro de la palabra, un pedagogo.
«Todas esas cualidades se resumieron en una persona que se convirtió no solo en un líder, sino en el conductor hasta emocional de su país. Y eso era Fidel. Y por tanto es un referente para todos los que hemos desarrollado en el tiempo alguna responsabilidad en nuestros respectivos pueblos. Nunca en su dimensión; nunca con su estatura. Siempre modestamente.
El expresidente de Haití, René García Préval, el expresidente de República Dominicana, Leonel Fernández, y el presidente interino haitiano Jocelerme Privert, en La Habana, Cuba.
El expresidente de Haití, René García Préval, el expresidente de República Dominicana, Leonel Fernández, y el presidente interino haitiano Jocelerme Privert, en La Habana, Cuba.
«Pero sus atributos hay que desarrollarlos: usted tiene que tener pasión por el saber; tiene que tener pasión por las ideas; tiene que desarrollar convicciones respecto a sus creencias; tiene que sentir un compromiso con las personas. Y tener sentido de la historia. Y Fidel, obviamente, se apoyaba en la historia para todas sus acciones. Pero también tenía visión de futuro. Y hay que saber hacia dónde se va.
«Por lo tanto, para mi generación, y para mí personalmente, Fidel es un marco de referencia acerca de cómo se ejerce un liderazgo con sentido de la responsabilidad».
—¿Cuánto hay de Fidel en Leonel Fernández?
—Está siempre el modelo referencial, aunque correspondemos a momentos históricos distintos. En mi época ya la lucha por la democracia se había ido consolidando. Yo vengo de una familia humilde, y ser presidente de la república en tres ocasiones significa que en mi país hay un sistema que permite que eso sea posible. Y ese sistema estuvo antecedido por muchas luchas y derramamiento de sangre…

«Pero Fidel nació en una época en la que no había democracia posible. Por eso tomó el camino de la Revolución.
«Veo a Fidel con respeto, con admiración, con el sentimiento de orgullo de haber tenido a un compatriota latinoamericano de estatura universal. Por eso la noticia de su fallecimiento me entristeció. A mí y a todo el pueblo dominicano. Porque, aunque uno veía que ya iba avanzando en edad, uno nunca creía que Fidel iba a morir.
«También es un capítulo de la historia que se cierra; porque nosotros vivíamos toda esa metodología construida en torno al Moncada, en torno a Girón…; y vivíamos todos sus discursos, que eran una cosa fabulosa. Entonces aprendimos mucho de su método, de su forma de entender, de su forma de interpretar, de colocar en contexto.
«Fidel era un maestro de la política. Y un gran estratega militar. Y un visionario que entendía la geopolítica mundial y sabía manejarse en ese contexto. Además, hizo aportes valiosísimos a la comprensión de la realidad de nuestros pueblos de América Latina.
«Fidel le dio un sentido de dignidad al pueblo cubano. Y de respeto. No es una sociedad rica; es una sociedad que tiene sus limitaciones. Pero, a pesar de eso, tiene un sentido de dignidad que la coloca por encima de los temas materiales.
«Fidel también llevó la solidaridad a un nivel insospechado.
«Fidel es una figura iconográfica.
«Fidel es alguien nuestro.
«Hay que estudiarlo».

domingo, 4 de diciembre de 2016

Fidel en Santa Ifigenia, su morada eterna


Un adiós a Fidel en Santa Ifigenia



El General de Ejército Raúl Castro rindió honores a Fidel al pie del mausoleo que guarda los restos del Comandante en Jefe, en el Cementerio de Santa Ifigenia. Foto: Marcelino Vázquez Hernández/ ACN

A las 6:50 de la mañana entran por el portón del Cementerio de Santa Ifigenia las cenizas de Fidel Castro. Hace una mañana espléndida de domingo, inusitadamente fresca en esta ciudad caribe, como si se hubieran confabulado los vientos para recibir al Comandante en Jefe sobre la tierra de Cuba.

Cuando frente al edificio administrativo de Santa Ifigenia se detiene el armón militar que ha peregrinado con la urna de cedro por casi toda la Isla, ya están alineados los miembros del Buró Político, con el General de Ejército Raúl Castro Ruz a la cabeza, en la explanada contigua frente al austero monumento donde reposarán las cenizas. El mausoleo es una piedra pulida, igual que las que abundan en los márgenes del Río Cauto, solo que esta es de granito y proviene del yacimiento de Las Guásimas, al este de Santiago de Cuba. En el corazón de la roca, hay un tajo cuadrado donde va la urna, protegida por una placa que lleva grabado una sola palabra: Fidel.

Hay otros detalles que conmueven de este lugar, delimitado por helechos, palmas y las califas moradas de la Sierra Maestra, que también acompañan el Mausoleo de los Combatientes del Segundo Frente, donde yace Vilma Espín. A la derecha, una pared de hormigón donde se puede leer, en letras doradas, el concepto de Revolución que expresó Fidel el 1 de mayo de 2000 y que los cubanos han refrendado en estos días de luto.

Fidel no está solo en Santa Ifigenia. Lo acompañan cubanos que él adoró en vida, comenzando por José Martí, los mártires del ataque al Cuartel Moncada y los caídos en misiones internacionalistas. En el horizonte, las montañas de la Sierra Maestra. A unos pasos de su tumba, Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, 32 generales de las guerras de Independencia contra el colonialismo español, los hermanos Frank y Josué País….

Cuando la banda de música interpreta las notas de la cantata “Eterno Fidel”, la pequeña urna que se guardaba dentro de la caja de cedro, llega hasta las manos de Dalia Soto del Valle, su esposa, que es la estampa de la dignidad y el dolor. Detrás de ella está la familia y justo frente, al otro lado del Mausoleo, más de 40 invitados internacionales, amigos del Comandante y personalidades que asistieron ayer al acto en la Plaza Antonio Maceo. Cuando el arca con las cenizas llega hasta Raúl, sus manos ya no tiemblan. La coloca contra su pecho, la alza hasta el orificio en el interior de esta gran piedra y se le escapa un largo suspiro. Este momento de la ceremonia no dura más de tres minutos, pero pesan como horas sobre los hombros de todos los presentes. Corren lágrimas en los rostros de los curtidos guerrilleros, de las mujeres y hombres que están aquí. Pero no hay lamentos, ni gritos, ni gestos que distraigan la solemnidad de estos instantes.

A lo lejos solo se escucha la marcha que viene desde la Plaza Antonio Maceo hasta las cercanías de la necrópolis: “Yo soy Fidel”, “Yo soy Fidel”, y ese es el único sonido que se alternará, como un eco allá a lo lejos, durante toda la ceremonia con el Himno Nacional, la música luctuosa, los pasos firmes de los soldados del Departamento de Ceremonias de las Fuerzas Armadas y las salvas de la artillería.

Después de colocar la tapa en el nicho, todo ocurre mucho más rápido. Toque de atención. Himno Nacional. 21 salvas de cañones. Una grabación con la voz de Fidel que nos devuelve el concepto de Revolución. Relevo de la guardia de honor, tanto la formada previamente ante el Mausoleo de Martí, como la que escolta el lugar de reposo de Fidel. Los presentes, incluidos las escoltas y los compañeros que cuidaron al líder de la Revolución en sus últimos años, depositan rosas blancas en la base del panteón. La fila comienza con Raúl y termina con el argentino Diego Armando Maradona, y entre uno y otro los presidentes Nicolás Maduro –Venezuela-, Daniel Ortega –Nicaragua-, Evo Morales –Bolivia-, Denis Sassou-Nguesso –Congo-, Malatu Teshome –Etiopía-, Alfred Marie-Jeanne –presidente del Consejo Regional de La Martinica- y los ex mandatarios, Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, de Brasil.

Como se había anunciado previamente, ha sido una ceremonia solemne y privada. Y aunque no se dijo en la nota que anunció la despedida en Santa Ifigenia, no sorprende que también sea profundamente conmovedora, escoltada por sus seres y muertos queridos, sin más lujo que el que poseen las piedras y los helechos de las montañas. A las 7:40 de la mañana salieron los últimos dolientes del cementerio de Santiago de Cuba. Fidel descansa en paz. Hasta siempre, Comandante.

Raúl deposita en la piedra la pequeña urna donde están las cenizas de Fidel. Se escucha un suspiro hondo. Foto: Marcelino Vázquez Hernández/ ACN


Raúl deposita la pequeña urna con las cenizas de Fidel. Se escucha un suspiro hondo. Foto: Marcelino Vázquez Hernández/ ACN

El mausoleo es una piedra pulida, igual que las que abundan en los márgenes del Río Cauto, solo que esta es de granito, pesa más de 2 400 kilogramos por centímetro cuadrado y proviene del yacimiento de Las Guásimas, al este de Santiago de Cuba. Foto: Marcelino Vásquez Hernández/ ACN

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