MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

sábado, 22 de agosto de 2015

IMÁGENES Y HORRORES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



Fotos desclasificadas de la Segunda Guerra Mundial nunca vistas antes

Argunners ha publicado una serie de increíbles fotos de la Segunda Guerra Mundial que muestra el día a día y los horrores de este conflicto miliar. Fueron recientemente descubiertas en los archivos del general de cuatro estrellas del Ejército de EE.UU., Charles Day Palmer, por su nieto Daniel Palmer, quien las hizo públicas en honor a la memoria de su abuelo. Al general se le permitió tener las fotos para su uso privado, después de que los detalles (nombres, lugares) fueran censurados.


Más de 1.000 oficiales y soldados alemanes, que se rindieron tras batallas en las montañas austriacas, van camino a una importante ciudad de Austria.

El daño que causó un proyectil de 280 mm alemán.



Después de tres días de batalla, esta ciudad fue finalmente recuperada de los nazis. La patrulla está a punto de entrar en una iglesia para examinar el campanario y bodega donde aún pueden esconderse francotiradores.



Miembros del Cuerpo de Señales del Ejército de EE.UU. junto con cuatro caballos muertos tras un ataque de artillería que, además, le costó la vida a 5 soldados alemanes.
Los miembros de las tropas húngaras que se rindieron al Séptimo Ejército de EE.UU. fueron reunidos en la ciudad alemana de Garmisch-Partenkirchen, donde antes de la guerra se celebraron los últimos Juegos Olímpicos de Invierno
Civiles alemanes en medio de su pueblo destruido en el marco del conflicto militar.

Un destructor de tanques junto con un tanque estadounidense destrozado durante la batalla por una ciudad. Entre los dos vehículos blindados se ven dos enfermeros que recogen el cuerpo de un soldado estadounidense que murió en la lucha por la urbe.

Momento de la explosión de un puente que el Ejército de EE.UU. dinamitó con el fin de impedir el avance de las tropas nazis.

Soldados estadounidenses y alemanes muertos en un cementerio antes del entierro, lugar desconocido. Cada cuerpo fue colocado en una funda de colchón. Varios prisioneros alemanes cavan las tumbas y colocan cadáveres en ellas.
Miembros de la policía militar alemana y agentes de la Gestapo capturados en la ciudad de Estrasburgo son escoltados por las fuerzan francesas a la 3ª División de Infantería de EE.UU.
Destructor de tanques M-10 del 636 Batallón apoya al 143º Regimiento de Infantería, en febrero de 1945, Rohrwiller (Francia)
Una planta subterránea de rodamiento de bolas en el territorio alemán que brindaba soporte al ejército nazi.
De esta forma las minas antitanque británicas se activaron contra los vehículos alemanes.
El sitio donde dos infantes de marina de EE.UU. perdieron su vida está marcado con un casco y un rifle
Tropas de EE.UU. en busca de francotiradores nazis en Bobenthal, Alemania.
Un 'bulldozer' mueve a una grúa que remolca un obús de 155 mm atascada en el barro de un camino
Un soldado de EE.UU. contempla dos cañones nazis destruidos. Junto a él yace el cadáver un militar alemán
Un camión francés está en llamas después de que explotara su carga de 800 litros de gasolina.




Fotos desclasificadas de la Segunda Guerra Mundial nunca vistas antes


Argunners ha publicado una serie de increíbles fotos de la Segunda Guerra Mundial que muestra el día a día y los horrores de este conflicto miliar. Fueron recientemente descubiertas en los archivos del general de cuatro estrellas del Ejército de EE.UU., Charles Day Palmer, por su nieto Daniel Palmer, quien las hizo públicas en honor a la memoria de su abuelo. Al general se le permitió tener las fotos para su uso privado, después de que los detalles (nombres, lugares) fueran censurados.


Tropas alemanas arrestaron a los padres de estos niños y destruyeron su vivienda. Hacia finales de 1942.
Presos de un campo de concentración para experimentos 'científicos'. Ebensee, Austria, 7 de mayo de 1945
Soldados soviéticos en el tejad de un edificio. Stalingrado, 1943.
Madre alemana tapa los ojos a su hijo al pasar ante 57 cuerpos de prisioneros soviéticos exhumados. 3 de mayo de 1945.
Soldados soviéticos cruzan un río en Europa. Enero de 1945.
Masacre de judíos en Ucrania. Entre 1941 y 1943.

Un tanque estadounidense M-4 y un tanque alemán Sturmgeschütz IV estropeados acabaron juntos en la calle



Conozca impactantes fotos de la Gran Guerra Patria prohibidas por la censura soviética

En esta galería les presentamos una serie de fotografías correspondientes a la Gran Guerra Patria –algunas de ellas realizadas por corresponsales foráneos– que fueron prohibidas por las autoridades soviéticas durante el conflicto bélico. El objetivo de censurar algunas fotos con crímenes atroces que cometieron los nazis solo se explica si recordamos la famosa frase de Stalin: "Los 'hitleres' se han ido pero el pueblo alemán se quedará" para evitar la venganza indiscriminada.






Soldado alemán prisionero. Febrero de 1943
Mujer rusa frente a su casa en llamas, 1942.
Mujeres rusas integrantes de una guerilla.


Madre alemana tapa los ojos a su hijo al pasar ante 57 cuerpos de prisioneros soviéticos exhumados. 3 de mayo de 1945.



Mujer soviética amenaza con el puño a los prisioneros alemanes. Algún lugar de URSS, 1944.

Mujeres rusas vistas por el enemigo.


Soldados de EE.UU. y oficiales soviéticos durante un encuentro amistoso en el río Elba. Abril de 1945.





Soldado alemán de 15 años llora su derrota.




Puerto Rico: Estado poco libre, asociado y… en bancarrota


22AGO
Por Nils Castro

El Estado Libre Asociado (ELA) cayó en moratoria y lo que antes nos presentaban como “la vitrina del Caribe” se desacreditó. Ya nadie lo considere solvente, ni en Wall Street ni entre los tres poderes de la Unión, pues además del desastre económico ha probado ser un fiasco político.
Pero cuando corresponde definir quién pagará el desastre, ellos aducen que, como viene de décadas de malas administraciones puertorriqueñas, sus costos deben recaer sobre quienes las eligieron. La gran prensa y los carísimos consultores y cabilderos oficiales omiten quién instauró al régimen que originó tales administraciones y limitan la cuestión a decidir las medidas “técnicas” requeridas para paliarlo.
Como los “pigs” europeos Portugal, Irlanda, Grecia y España, la isla se endeudó descomunalmente. La “única” salida es exigirle extrema austeridad.
Nada nuevo en el repertorio neoliberal. Como los “pigs” europeos Portugal, Irlanda, Grecia y España , la isla se endeudó descomunalmente y ahora la “única” salida es exigirle extrema austeridad. Maliciosa distorsión del término que no sugiere sobriedad sino que manda precarizar empleos, abatir salarios, achicar pensiones, eliminar días de descanso, reducir servicios públicos y elevar impuestos.
Esto no castiga a quienes implantaron ese modelo económico, ni aquienes contrajeron esta deuda y gozaron del despilfarro, sino a un pueblo que no tuvo otras opciones políticas. Puerto Rico es un “territorio” que pertenece a Estados Unidos pero no forma parte esa nación; el Congreso de Washington ejerce los poderes sobre la isla y define las modestas atribuciones caseras del gobierno local. En castellano, esto es una colonia.
¿De dónde vino semejante endeudamiento? De una larga insostenibilidad del modelo, que por decenios tomó empréstitos adicionales crecientemente onerosos para tapar deudas anteriores, hasta que el gobierno resultó incapaz de pagar.


Los seductores prestamistas de ayer son los implacables buitres de hoy, y aseveran con el dogma neoliberal en el puño que, haciéndola consumir menos y tributar más, la isla podrá pagar lo recibido y sus intereses. Pero según la legislación federal los “territorios” no tienen derecho a auxilios por bancarrota; la Casa Blanca aclara que solo piensa “asesorar” al gobierno de San Juan y el Congreso tiene otras prioridades.
A la vez, se omite que, antes de discutir cualquier pago, debería auditarse cada préstamo, pues en el bulto adeudado se ocultan gastos o extravíos inadmisibles. Como igualmente se silencia que durante más de un siglo Puerto Rico nunca dejó de subsidiar a la economía estadunidense, al tener que amoldarse a las necesidades norteamericanas incluso a expensas de su propia subsistencia.
La crisis proviene del régimen que impide a los puertorriqueños escoger sus propias alternativas y usar los mismos recursos soberanos que sus vecinas repúblicas caribeñas y latinoamericanas.
Cuando Estados Unidos necesitó azúcar, se cañaveralizó a la isla arrasando los demás cultivos y la seguridad alimentaria, hasta que los agricultores norteamericanos la surtieron con azúcar de remolacha. Entonces se impuso la industria de derivados del petróleo hasta que la crisis de 1973 encareció el suministro y dañó el negocio.
Luego el Congreso estadunidense favoreció con exoneraciones la instalación de industrias ligera y farmacéutica en la isla, hasta que estas la abandonaron cuando los atractivos asiáticos y los TLC con México y Centroamérica les ofrecieron mayores ventajas.

Invariablemente esas empresas repatriaron enormes ganancias sin reinvertir en Puerto Rico, y cada una de esas experiencias le restó sostenibilidad a la economía del país, cuya gente nunca las ideó ni fueron sus beneficiarios. Y cada una dejó una crisis humana y demográfica por la cual millares de puertorriqueños no tuvieron más remedio que dejar su patria.
Más de un siglo de historia muestra que el verdadero deudor es Estados Unidos, y que los pícaros que endeudaron a la isla sabían en qué andaban y pueden asumir esa responsabilidad sin pretender ganancias adicionales.
Ello dista de ser un problema “técnico”, y es imposible apretar más la tuerca de la austeridad sin romper el tornillo. Dentro del sistema colonial que creó y recicla el problema, ningún paquete de medidas sacará a la isla del marasmo. La crisis proviene del régimen que impide a los puertorriqueños escoger sus propias alternativas y usar los mismos recursos soberanos que sus vecinas repúblicas caribeñas y latinoamericanas.
Para superar la crisis lo que toca negociar no son medidas “técnicas”, sino la transición para convertir a Puerto Rico en una república independiente y sostenible.
ag/nc
*Profesor, escritor y diplomático panameño.
Las opiniones expresadas en estos artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

jueves, 20 de agosto de 2015

A 20 años del derrumbe de la Unión sovietica


21JUL

“”El derrumbe de la URSS tuvo una repercusión enorme en América Latina”

Un titular de Clarín, en agosto de 1991 
El pasado lunes 16 de julio la editorial Ocean Press presentó el volumen La izquierda latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética, compilado por el investigador cubano Roberto Regalado. Cubadebate ofrece a sus lectores una entrevista concedida por su autor, a propósito de ese hecho.
Por Ivonne Muñiz
La editorial Ocean Sur acaba de publicar una antología titulada La izquierda latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética.  En su condición de coordinador de esta obra, en las palabras de presentación, fechadas en La Habana, en febrero de 2012, Ud. explica que su elaboración había comenzado un año antes. ¿Por qué dedicarle tanto tiempo y esfuerzo a la repercusión del fracaso de un proyecto histórico que hace mucho dejó de ser referente de los procesos latinoamericanos de orientación socialista?
-Si contamos desde los primeros pasos dados para elaborar la antología hasta su salida de imprenta, el tiempo dedicado a ella fue alrededor de año y medio. En cuanto al esfuerzo, baste decir que contiene veintiún ensayos de veinte autores, organizados en dos partes: la primera, “Temas y enfoques generales”, cuenta con ocho contribuciones sobre diversas aristas que son parte de -o influyen en- la problemática de la izquierda latinoamericana en su conjunto; la segunda, “Situaciones nacionales”, incluye trece contribuciones sobre igual número de países, en los cuales se registra una destacada actividad de la izquierda, en unos casos en el gobierno, en otros desde la oposición y, en otros, con una parte de ella en el gobierno y otra en la oposición. Esos países son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, El Salvador, Uruguay y Venezuela.
«Hacer una antología como esta es un reto porque analiza procesos en desarrollo. Por ejemplo, en uno de los países abordados, Paraguay, se produjo un golpe de Estado legislativo contra el presidente Fernando Lugo, que coloca en tensión a todas las fuerzas latinoamericanas de izquierda y progresistas, no solo por lo abominable del hecho en sí, que sin duda alguna lo amerita, sino también porque, igual que el derrocamiento de Manuel Zelaya en Honduras en 2009, es parte de una estrategia imperialista destinada a reimponer el totalitarismo neoliberal en todo el continente.
«En otro de esos países, México, donde en 1988 una gran coalición de movimientos sociales y fuerzas políticas de izquierda y progresistas marcó la pauta en la lucha político electoral por el control del gobierno nacional en la presente etapa de la historia de América Latina, esas fuerzas tendrán que preguntarse por qué razones, además del fraude recurrente contra ellas, acaban de sufrir su sexta derrota consecutiva en esos 24 años, mientras que sus pares han sido electos y reelectos al gobierno en Venezuela, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Argentina, y han sido electos, hasta el momento por una sola vez, en El Salvador y Honduras. En la antología, los lectores encontrarán análisis anticipados de uno y otro acontecimiento, pero es obvio que estamos hablando de procesos dinámicos que requieren atención constante.
«La obra sobre la cual versa esta entrevista no es una recopilación de trabajos hechos por cada autor y autora en forma independiente, sino un conjunto orgánico de trabajos solicitados por encargo, a partir de un diseño previo de lo que se quería alcanzar con ella. Incluso, a los autores de ensayos sobre temas y enfoques generales, se les dieron a conocer previamente los ensayos sobre casos nacionales, para que los incorporaran en sus análisis.
«En resumen, tanto por el tiempo como por el esfuerzo dedicados a este proyecto editorial, es obvio que Ocean Sur y todos los participantes en él coincidimos en que el derrumbe de la URSS tuvo una repercusión de primer orden en América Latina.
«La Revolución de Octubre fue el referente de todas las revoluciones socialistas del siglo XX y de la mayoría de los partidos revolucionarios que en esa centuria lucharon por el poder. Excepto en los casos del eurocomunismo -que derivó hacia posiciones reformistas- y de las corrientes antisocialistas que siempre existieron en los países de Europa Oriental -donde ese sistema social fue implantado en virtud del desenlace de la Segunda Guerra Mundial, y no por revoluciones autóctonas-, las pugnas y rupturas que ocurrieron en el movimiento comunista fueron provocadas, más por cuestionamientos a lo que cada fracción consideraba como «desviaciones» de las dirigencias soviéticas posleninistas, que por una concepción de sociedad socialista diferente al prototipo de partido-Estado y economía burocráticos, monopolizados por una casta dirigente enajenada del sentir, el pensar y los intereses del pueblo al cual decía representar, que empezó a construirse en la Rusia bolchevique debido a circunstancias históricas adversas, y que, pese a todos los esfuerzos para evitarlo hechos por Lenin en medio de su enfermedad durante sus últimos meses de vida, luego Stalin impuso como la supuesta encarnación de la sociedad socialista concebida por Marx y Engels, y el propio Lenin.
«El “modelo único” de Estado y sociedad socialista impuesto por Stalin fue “aplicado” en todos los países que asumieron la identidad socialista en el siglo XX, sobre la base de que solo era necesario hacerle adecuaciones secundarias para adaptarlo a cada realidad nacional. Los conceptos de “modelo único” y “aplicación”, junto con el contenido y la forma del “modelo” en sí, que ya a esas alturas eran impugnados en forma generalizada, son los componentes del esquema de “socialismo real” que la izquierda latinoamericana enterró, en forma definitiva, a raíz de la crisis terminal de la Unión Soviética y el bloque europeo oriental de posguerra.
«Hoy está claro que no se trata de hacer “remakes” de la Revolución de Octubre en condiciones que son muy distintas a las de la Rusia de 1917, sino de emplear de manera creativa el método de Marx, tal como lo hizo Lenin, para llegar a conclusiones propias sobre cómo deben ser las revoluciones socialistas, los Estados socialistas y las sociedades socialistas en la América Latina del siglo XXI. Para ello, hay que sepultar los vestigios del “marxismo oficial” soviético.
«Precisamente, debido a que la Revolución de Octubre dejó de ser referente de los procesos latinoamericanos de orientación socialista, es que hay que partir del derrumbe de la URSS para hacer el balance de lo ocurrido desde entonces: porque se trata del balance de en qué medida se ha logrado o no repensar qué es el socialismo y cómo se construye.
«Entre las interrogantes hoy planteadas a la izquierda latinoamericana, resaltan: ¿cuáles son los sujetos sociales revolucionarios? ¿Cómo formar el bloque social revolucionario con esos sujetos? ¿Cómo construir la unidad en la diversidad dentro y fuera de ese bloque? ¿Cuál es el programa, la estrategia y la táctica para acceder al poder? ¿Cómo combinar la defensa del poder con el ejercicio de la democracia socialista? ¿Cómo romper con el sistema imperialista de dominación múltiple? ¿Qué papel desempeñan el internacionalismo, la unidad y la integración de los pueblos?
«En esencia, el tiempo y el esfuerzo dedicados a esta antología son apenas una modesta contribución a ese repensar el socialismo que es consustancial a la vida y la obra de Mariátegui y el Che, y que deviene la gran tarea de la izquierda latinoamericana desde que estalla la crisis terminal del “socialismo real”, a mediados de la década de 1980».
¿Qué lugar ocupó el referente soviético en la etapa histórica abierta por el triunfo de la Revolución Cubana?
El referente soviético se desdobló en América Latina el transcurso del siglo XX. Por un lado, los partidos comunistas asumieron que el prototipo de partido Estado soviético era la encarnación del “socialismo realizado”. Por el otro, tras el fracaso de las revoluciones europeas y china en la década de 1920, y en virtud del creciente auge del fascismo, esa Internacional orientó a sus miembros aplicar la estrategia de frentes amplios electorales. Esta estrategia les permitió a los partidos comunistas de América Latina abrirse espacios legales de lucha política y social, pero a expensas de alejarse de la revolución violenta mediante la cual conquistó el poder el Partido Bolchevique. Peor aún fue su situación desde el estallido de la guerra fría, debido a que siguieron aferrados a los intentos de construir frentes amplios electorales, cuando en la casi totalidad de los países -quizás con relativa moderación solo en los casos de Chile y Uruguay-, a partir de ese momento lo hicieron sometidos a una feroz represión que cerró aquellos espacios legales que, de modo circunstancial, habían ocupado en la etapa inmediata anterior.
«En una situación continental en la que el acceso de la izquierda al gobierno estaba vedado, más aún para la izquierda marxista y leninista, fue que se produjo el desdoblamiento mencionado: la Revolución Cubana, cuya principal fuerza político militar, el Movimiento 26 de Julio, no provenía de una matriz comunista y no practicaba la estrategia de frentes amplios, proclamó su carácter socialista poco más de dos años después conquistar el poder y, en la década de 1970, moldeó su sistema político y económico de acuerdo con el referente soviético. A esto es a lo que me refiero aquí con el término “desdoblamiento”: a que una fuerza política no tradicional y que accedió al poder mediante una forma de lucha que tampoco lo era, asumió el referente soviético y lo proyectó hacia el resto de América Latina.
«Pero ubiquémonos en aquel momento. En la América Latina de las décadas de 1960, 1970 y 1980 se registra un auge de las luchas sociales y políticas. Hubo flujo y reflujo de la lucha armada revolucionaria, hubo una coalición de fuerzas de izquierda y progresistas que llegó al gobierno en Chile mediante la competencia electoral, y hubo gobiernos militares progresistas en Perú, Panamá, Bolivia y Ecuador. La lucha armada revolucionaria la emprendieron hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes, que en el momento de iniciarse en ella, por lo general, tenían más conciencia social que formación política. Los corazones y las mentes de esos hombres y mujeres los disputaba un amplio abanico de corrientes ideológicas: comunistas, socialistas, socialcristianas, nacionalistas revolucionarias o peronistas (en el caso de Argentina), por una u otra de las cuales fueron optando y, al hacerlo, en el fragor del combate y en su proceso de formación como militantes, desarrollaron sus respectivas visiones sobre la nueva sociedad a construir.
«Hechas las salvedades anteriores para enfatizar la diversidad de objetivos y formas de lucha popular existentes en América Latina entre las décadas de 1960 y 1980, vale decir que, en efecto, en sentido general, la Revolución de Octubre era el referente de las luchas latinoamericanas por el socialismo. Ello obedece, como ya se dijo, en primer lugar, a la labor de los partidos comunistas y, en segundo, a que la Revolución Cubana, principal fuente de inspiración de la lucha armada esa etapa, lo asumió como tal.
«La mayor parte de los movimientos revolucionarios político militares latinoamericanos de los años sesenta, setenta y ochenta nacieron bajo el influjo de las ideas de Fidel y el Che. Pero, incluso los que poseían otras identidades socialistas, como las corrientes insurreccionales maoístas y trotskistas, no obstante pertenecer a vertientes enfrentadas entre sí del ya escindido movimiento comunista, tenían en común el paradigma de la Revolución de Octubre, por lo que es correcto decir, tal como se hace en la primera pregunta, que la experiencia soviética original era el referente del socialismo latinoamericano».
¿Qué impacto tuvo el derrumbe en América Latina?
El derrumbe de la URSS es el catalizador del cierre de la etapa de la historia de América Latina abierto por el triunfo de la Revolución Cubana, cuya característica predominante fue el choque violento entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución, y del comienzo de una nueva etapa en la cual predominan la lucha de nuevos movimientos sociales, y la elección de los actuales gobiernos de izquierda y progresistas dentro de la institucionalidad democrático burguesa. No suscribo la tesis del “cambio de época”, entendida como una ruptura total con la historia anterior. Estoy convencido de que si América Latina no tuviera la historia de luchas populares que la caracteriza, incluida la historia de luchas del siglo XX y, dentro de ella, la historia de luchas de la etapa abierta por la Revolución Cubana, ni los movimientos sociales dispondrían de sus actuales espacios, ni habría un solo gobierno de izquierda y progresista.
«El acumulado histórico no es el único factor que explica el actual mapa político latinoamericano pero sí uno de los principales. Si bien ningún proceso de transformación social revolucionaria de la etapa de luchas abierta por la Revolución Cubana (como los de Nicaragua y Granada) y tampoco proceso alguno de reforma social progresista (como los del Chile de Salvador Allende, el Perú de Juan Velasco Alvarado, el Panamá de Omar Torrijos, la Bolivia de Juan José Torres y el Ecuador de Guillermo Rodríguez Lara), logró sobrevivir los embates del imperialismo norteamericano y la derecha, la voluntad y la capacidad de lucha demostrada por esos y otros pueblos latinoamericanos es lo que explica que, en la presente etapa, se hayan abierto espacios de lucha política legal que históricamente le estuvieron negados a la izquierda, razón por la cual esta se había visto obligada a emprender la lucha armada. Y, aunque pueda quizás parecer inmodesto, estoy convencido de que la capacidad de la Revolución Cubana de sobrevivir el descalabro de la URSS fue también un requisito indispensable para la elección de esos gobiernos.
«Ahora bien, como ya se dijo, el cambio ocurrido en las condiciones y características de las luchas populares impone el desarrollo de nuevos objetivos, estrategias y tácticas. En esa búsqueda es en la que estamos inmersos.
«¿Era lógico que Cuba, al igual que China, Corea y Vietnam, asumiera la experiencia soviética como referente? Por supuesto que sí: no solo era lógico, sino impensable que hiciera otra cosa. ¿Era lógico que, con las adecuaciones que cada una de ellas consideró necesarias, la asumieran la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua y la Revolución del Movimiento de la Nueva Joya en Granada? La respuesta es la misma. ¿Era lógico que la asumieran otros movimientos revolucionarios que no llegaron a conquistar el poder? La respuesta sigue siendo la misma. Ahora bien, la pregunta hoy es: ¿sería lógico que la Revolución Bolivariana de Venezuela, la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia, y la Revolución Ciudadana de Ecuador asumieran como referente la experiencia soviética o la cubana? Por supuesto que no: no solo sería ilógico, sino impensable.
«El triunfo de la Revolución Cubana inauguró lo que, a raíz del derrumbe de la URSS, el dirigente revolucionario salvadoreño Schafik Hándal calificó como la etapa de la “revolución insertada” en América Latina, es decir, insertada en un entorno hostil, dentro del cual, para sobrevivir, al menos durante sus primeros años, necesitaba una poderosa fuente extracontinental de ayuda política, económica y militar. La lógica de Schafik era que con el colapso de la URSS desapareció la fuente de apoyo externo a la “revolución insertada”, referente que fue asumido por la mayoría de los movimientos insurreccionales latinoamericanos de las décadas de 1960, 1970 y 1980, incluidos los de Nicaragua, Granada y El Salvador.
«Todos ellos aspiraban a conquistar el poder y a construir un Estado revolucionario, más o menos de la forma que lo había hecho la Revolución Cubana, aunque, por supuesto, con adecuaciones derivadas de la coyuntura regional y las características nacionales, tal como fue el caso de Nicaragua, donde la Revolución Popular Sandinista no eliminó el sistema multipartidista democrático burgués. No obstante esas diferencias, las similitudes eran mucho mayores: violencia revolucionaria destinada a vencer la violencia contrarrevolucionaria, conquista del poder político, enfrentamiento a las agresiones y a la hostilidad de los Estados Unidos y sus aliados, y sistema político basado, si no en un partido único, por lo menos en un partido hegemónico. Por eso es que el derrumbe de la URSS cierra la etapa de la revolución insertada en América Latina.
«En rigor, lo que obligó a enterrar el paradigma soviético no fue, en primera instancia, el reconocimiento y el distanciamiento de sus “defectos de fábrica”, que todos fuimos descubriendo antes del derrumbe y que todos apostamos a que podríamos corregirlos en nuestras respectivas experiencias revolucionarias. Lo que obligó a enterrar el paradigma soviético fue el cambio en la correlación mundial de fuerzas que se deriva del derrumbe de la URSS. Para muchos de nosotros, el entierro fue motivado por esa causa de fuerza mayor y, solo con el paso del tiempo, es que se convierte en un entierro del paradigma en sí mismo, en la medida en que la vida demostró que el socialismo latinoamericano del siglo XXI tiene que fundar su propia matriz.
«Hasta el momento del derrumbe, el paradigma de la Revolución de Octubre seguía vigente en forma directa para la mayoría de los partidos comunistas latinoamericanos y, con la mediación de la Revolución Cubana, para importantes sectores del movimiento insurreccional, aunque, por supuesto, ya muy dañado por la crisis terminal del bloque europeo oriental de posguerra, iniciada en 1985 con la perestroika, la glasnost y la nueva mentalidad de Gorbachov, cuyo punto de inflexión es la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989.
«Ahora todos somos críticos del “socialismo real” y, consciente o inconscientemente, damos la impresión de que siempre lo fuimos. Lo primero puede ser cierto, pero lo segundo no necesariamente lo es.
«Para colocar las cosas en su lugar, es bueno acudir a los ejemplos concretos. La diferencia entre el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que hubo en Nicaragua en la década de 1980 y el actual no es, en primer término, el resultado de un análisis crítico y de un distanciamiento de los “defectos de fábrica” del referente soviético, sino de que, debido al cambio en la correlación mundial de fuerzas derivado de la crisis terminal del “socialismo real”, esa organización fue desplazada del poder y le tomó más de tres lustros volver al gobierno por la vía electoral. Por supuesto, una vez que el FSLN perdió las elecciones de febrero de 1990, tuvo el tiempo y la motivación suficientes para hacer el análisis crítico y el distanciamiento ya mencionados, pero que conste que fue a posteriori y como resultado de la situación en que se vio colocado.
«Algo análogo sucede con la conversión del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador de movimiento insurgente en partido político. Eso tampoco fue, en primer término, resultado de un análisis y un distanciamiento del referente soviético, sino del cambio en la correlación mundial de fuerzas que lo llevó al convencimiento de que no lograría conquistar el poder mediante la lucha armada. Lo demás vino luego.
«No convirtamos la necesidad en virtud. Es obvio que FSLN hubiese preferido seguir ejerciendo el poder en Nicaragua como partido hegemónico de la manera en que venía haciéndolo desde julio de 1979. También es obvio que el FMLN hubiese preferido conquistar el poder mediante la lucha insurreccional, a tener que competir con la derecha por el ejercicio del gobierno dentro de la institucionalidad democrático-neoliberal hoy imperante en El Salvador.
«Para concluir esta argumentación, por supuesto que la Revolución Cubana también hubiese preferido que la URSS hubiese encontrado la solución a sus contradicciones internas dentro del socialismo y, de ese modo, haber podido seguir contando con ella como su principal aliado estratégico. Otra cosa es que el derrumbe haya sido inevitable e irreversible. Eso fue y sigue siendo terrible, lo cual no quita que el derrumbe en sí y el tiempo transcurrido desde entonces nos hayan permitido reconocer que la URSS padecía una enfermedad congénita e incurable, y nos hayan obligado a ser consecuentes con ese pensamiento mariateguista que antes repetíamos sin interiorizarlo: el socialismo no es calco ni copia, sino creación heroica.
«Por el hecho de que, para gran parte de la izquierda latinoamericana, el entierro del referente soviético no fue el resultado de un acto premeditado, consciente, voluntario, sino de una situación de facto -que en nada dependía de ella, pero mucho la afectaba-, es que sus efectos fueron tan traumáticos. La crisis terminal del “socialismo real” fue, en su momento, un golpe muy duro por dos razones: una es que provocó un brusco cambio en la correlación mundial de fuerzas a favor del imperialismo y en contra de los pueblos; la otra es que generó confusión, frustración y desaliento en amplios sectores de la izquierda, buena parte de los cuales se quedó sin “modelo” a “aplicar”, con su credibilidad dañada, debilitados, marginados, colocados a la defensiva en política e ideología y, por si todo ello fuera poco, en esas condiciones tan desventajosas, se vieron ante la colosal tarea de repensar qué es el socialismo y cómo se construye».
¿Cuál es la situación actual y cuáles son las perspectivas de la izquierda latinoamericana en la etapa histórica abierta a raíz del derrumbe de la URSS?
-Como casi todas las interrogantes que la izquierda latinoamericana debe responder, esta que Ud. plantea es de carácter interpretativo. Hay muchos puntos de vista sobre esa problemática. Por eso elaboramos una antología, para reunir y contrastar diversos puntos de vista. Por supuesto que se podrían hacer muchas antologías sobre cada uno de los temas abordados en La izquierda latinoamericana a 20 años del derrumbe de la URSS, otras muchas sobre los temas que fue imposible tratar en ella por la limitación de espacio, y otras tantas sobre la trayectoria, la situación actual y las perspectivas de la izquierda en cada uno de los países de la región.
«En esta antología hay puntos de vista convergentes y divergentes, por ejemplo, sobre si la participación de la izquierda en la política institucional transforma la institucionalidad existente en un sentido positivo, o si es la institucionalidad existente la que transforma a la izquierda en un sentido negativo. Otro ejemplo es que, como solo podíamos invitar a un autor o autora por país para analizar sus respectivas situaciones nacionales, es evidente que esos ensayos resultan polémicos para quienes no comparten sus criterios».
Para concluir, si Ud. tuviera que caracterizar esta antología con dos palabras, ¿cuáles utilizaría?
-La caracterizaría con las palabras “polémica” y “constructiva”: polémica porque es desacralizadora y crítica, tanto al abordar los enfoques y temas generales, como al analizar la actuación de la izquierda en los treces países mencionados; y constructiva porque su objetivo no es la desacralización por la desacralización, ni la crítica por la crítica, sino contribuir a la construcción de los socialismos latinoamericanos del siglo XXI.

TOMADO DE CUABADEBATE

Los retos de la izquierda latinoamericana

Por: Ricardo Arturo Salgado


La intensificación de los ataques de la derecha contra todos los movimientos populares de izquierda, así como sus partidos políticos y gobiernos nos plantean escenarios en los que para seguir adelante, necesariamente tendremos que aplicarnos en muchas tareas que hemos relegado por muchos años, quizá demasiados, si consideramos la fuerza con que nuestros pueblos han buscado incansablemente su liberación y un cambio hacia sociedades más justas y prosperas.

La lección histórica es dura; no basta ganar elecciones y administrar gobiernos para consolidar procesos revolucionarios. Se necesita plantear la vía alternativa que conduzca a los pueblos a la consumación de sus aspiraciones y construya una sociedad capaz de transformarse constantemente, y responder a las exigencias que impone la realidad a cada generación.
La parálisis en la producción teórica, que dura varias décadas, el conformismo excesivo con los planteamientos reduccionistas que ya no son buenos ni para manuales, nos han llevado poco a poco a un camino estéril en el que protestamos, nos declaramos victimas pero no producimos las ideas necesarias para construir el nuevo mundo, que sigue siendo posible. Todo esto nos ha llevado a un callejón sin salida en el que terminamos divorciados de la realidad y sin entender lo que hace el enemigo.
En esto nos movimos pálidamente a aceptar con demasiada facilidad la política tradicional que gusta tanto a la derecha; renunciamos por mucho a lo que somos, y modificamos hasta nuestro vocabulario para entrar en la trampa de la ideología dominante que nos llena de estereotipos y de estigmas. Preferimos disfrazarnos de progresistas, en algunos casos, o pretendernos ultra radicales, en otros, ninguno de ellos consecuente con las necesidades que nos plantea cada momento histórico.
Y es que hemos abandonado la obligatoria misión de producir ideas para sostener nuestros argumentos. En muchos casos caemos en la arrogancia de creer que solo existe una verdad, y en ese punto comenzamos a atomizarnos en un camino sin regreso. Esta posición nos condena irremediablemente a perder el horizonte estratégico, y a enredarnos en profundas discusiones cuyo único asidero son los intereses particulares de grupos que viven muy bien en el entorno del dogma.
La ofensiva de la derecha a nivel continental en estos días es de tal envergadura que no podemos darnos el lujo de obviar cuestiones básicas, pero que muchas veces parecemos olvidar. No puede ser que nosotros sirvamos como herramienta para minar las construcciones revolucionarias en aquellos países donde con muchas dificultades hemos podido avanzar. Llenamos páginas enteras de “verdades” que invariablemente pierden de foco al enemigo, y confunden el blanco.
Esto no quiere decir que quienes dirigen nuestros partidos políticos no cometen errores, ni que llegados al gobierno son infalibles. Al contrario, la falta de producción teórica nos lleva una y otra vez a la improvisación, y con ello nos llegan muchas dificultades para encontrar formas para avanzar y profundizar nuestros procesos. Ahora bien, este asunto tiene sus orígenes en nuestro planteamiento de lucha, no parece, hasta ahora, que hayamos sido capaces de encontrar la forma de superar las estructuras neoliberales imperantes, mucho menos que podamos avanzar en la construcción de un nueva ideología hegemónica.
No solo somos detenidos por la acción incesante del enemigo, que por demás estará siempre presente, sino por nuestras serias limitaciones, así como la grave tendencia que mostramos a la burocratización de nuestras actitudes. En el debate sin sentido sobre lo que no hacemos, dejamos de lado mucho de lo que tenemos que hacer en la labor cotidiana. Políticamente nos hemos acostumbrado a estar en el campo del enemigo, y, peor aún, casi hemos renunciado a construir nuestro propio ambiente.
Otro asunto que tiende a obstaculizar nuestro avance, es la visión local, corto plazista en la que jerarquizamos en orden de “importancia” a cada partido y a cada país. Produciendo inconscientemente, luchadores de primera, segunda, tercera y hasta cuarta categoría. El enemigo no puede pedir mucho más de nosotros. No tenemos un marco común, y preferimos particularizar nuestras realidades al máximo. Esto favorece mucho el accionar desestabilizador de la derecha que es mucho más coherente, y mantiene posiciones en el largo plazo.
No se trata hoy de cuan acertados o equivocados estuvieran Marx, Engels, Lenin o Mao. Se trata de que nosotros hemos fallado a la hora de asumir la responsabilidad de llevar adelante los procesos revolucionarios que aquellos cimentaron con sus ideas. Peor aún resulta la experiencia cuando creemos entrar en el ámbito del pragmatismo, de la “Real Politik” en el que muchas veces hacemos concesiones, aun siendo más fuertes en el escenario.
La idea, cada vez más propagada, del “progresismo” nos presenta un reto sí misma. Adherimos un movimiento que en nombre de la modernidad, frena la misma creatividad de los revolucionarios. Tanto así que la derecha ha tenido poca exigencia en el campo de la propaganda, porque nos regresa invariablemente al expediente de la Unión Soviética, al que nosotros mismos no vemos aun con sentido crítico.
Da la impresión que los casos en que estamos conscientes nos mimetizamos con facilidad a la derecha, y en otros, menos claros, somos víctimas ideológicas inevitables del capitalismo.
Si somos auto críticos, no auto destructivos, encontraremos grandes preguntas: ¿Están la ideología y la economía en campos paralelos, mutuamente excluyentes? ¿Cómo construimos la sociedad socialista? ¿Es el neoliberalismo el único sistema que puede producir riquezas? ¿Cómo combatimos en consumismo demencial en nuestras sociedades? ¿Cómo construimos la unidad alrededor de una correspondencia teórico-práctica? ¿Qué necesitamos para formar cuadros políticos comprometidos con una verdadera integración de nuestros pueblos?, y muchas más. Algo es seguro, esas cuestiones aun no tienen respuestas.
Es necesario, urgente, construir los espacios de pensamiento que nos permitan resolver nuestras limitantes en este campo. Más allá de las organizaciones que ya existen y que cumplen su función, se impone la constitución de uno o varios cuerpos que formulen, que propongan, que discutan, que sean capaces de conocer al enemigo, y le quiten la posibilidad de pensar por nosotros.
(Tomado de Telesur)

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