MORAL Y LUCES

MORAL Y LUCES

lunes, 9 de septiembre de 2013

Cocina Vegetariana y Receta semanal

Cocina Vegetariana y Receta semanal

Receta de esta semana: Berenjenas en capas con salsa de queso

Preparación

La berenjena se presta a muchas preparaciones y siempre quedan bien. Es antioxidante, ayuda a mejorar la actividad celular, diurética estimulando la actividad renal y depurativa por su alto contenido en fibras. Es bueno conocer las propiedades de los alimentos que ingerimos, eso nos estimula a consumirlos.
Lavar las berenjenas y cortarlas en ruedas muy finas.
Mezclar el queso con pimienta y sal a gusto.
Pasar las tajadas de berenjenas por la mezcla de queso.
Reservar.
Aparte, calentar la leche.
Colocar la mantequilla en una cacerola y llevarla al fuego.
Una vez que esté derretida agregarle 1 cucharada de harina y mezclar.
Agregarle la segunda cucharada y mezclar.
Hacer lo mismo con la tercera cucharada de harina.
Se forma una crema muy espesa y seca.
Ir agregándole un chorro de leche caliente y mezclar hasta que la leche se haya unido a la harina.
Continuar agregando la leche en forma pausada hasta terminarla.
Una vez que levante hervor la crema espesará.
Dejar sobre el fuego 2 minutos más y retirar.
Terminar de condimentar a gusto.
Armado de la fuente. Disponer una capa de berenjenas en la base de la fuente.
Una capa de tomates cortados en rodajas bien finas.
Distribuir una capa de salsa blanca y espolvorear con queso rallado.
Continuar así hasta terminar los ingredientes.
Cubrir con papel aluminio la fuente y llevar a cocinar a horno moderado 180º durante 20 o 25 minutos.
Retirar el papel y dejar hasta que la superficie esté dorada.

Ingredientes

Porciones: 4
INGREDIENTES
3 berenjenas medianas
Queso rallado cantidad necesaria
Sal, pimienta
2 tomates
Salsa blanca
3 tazas de leche (750cc)
3 cucharadas coposas de harina (cualquier harina de trigo)
80gramos de mantequilla
Sal, pimienta, nuez moscada
Provista por 

Alimento Estrella: "5 Remedios Naturales y Caseros para la Tos"

Gentileza de 
Cuando llega la temporada de resfriados y gripes, es bueno tener una variedad de remedios caseros para la tos a mano. Cada familia tiene su propio remedio para la tos favorito que se transmite a cada generación. Estos remedios caseros para la tos funcionan tan bien, si no mejor que sus contrapartes comerciales, sin los efectos secundarios de estos últimos.
Hay dos tipos de tos: La tos productiva y tos improductiva
Básicamente, las toses productivas son aquellas que generan mucosidad que hay que expulsar del cuerpo. En este caso, el uso de hierbas expectorantes será nuestra elección.
Con el tiempo la tos productiva puede llegar a ser una tos improductiva, que se transforma en una tos irritante. La tos improductiva o irritante es picante, exasperante y ronca. A veces incluso puede ser dolorosa y produce una gran cantidad de molestias y momentos difíciles para la persona que la tiene. En este caso, el uso de plantas antitusivas será nuestra elección.
La tos seca o improductiva no es una enfermedad en sí. Es simplemente un síntoma de una enfermedad subyacente. Por lo tanto, para eliminar adecuadamente la tos seca de su organismo debe identificar claramente las causas de la tos seca. Es bueno tratar la tos improductiva cuanto antes para que no se conviertan en trastornos respiratorios más importantes.
Expectorantes y Antitusivos
Hay dos categorías principales de plantas que se utilizan en los remedios caseros para la tos: expectorantes y antitusivos.
Una tos productiva necesita de hierbas expectorantes que nos ayuden a limpiar los pulmones de la congestión.
Una tos seca necesita de hierbas antitusivas que calmen el reflejo de toser y actúen como sedantes suaves.
Existen plantas medicinales que tienen una doble función: antitusivas y expectorantes.
5 Remedios Caseros para la Tos
A continuación te presentamos 5 plantas medicinales que funcionan como remedios caseros para la tos.
Estas cinco hierbas medicinales son excelentes. No sólo ayudan a aliviar y curar la tos, sino también son ideales para los dolores de garganta, resfriados, o pulmones inflamados o estresados. Se pueden hacer una gran variedad de remedios para la tos con ellos tales como tinturas, infusiones, decocciones, jarabes, pastillas para la tos y otros.
En ocasiones también añado Menta a alguno de los remedios para la tos a base de hierbas, ya que les aporta un sabor suave y ayuda a camuflar algunos de los otros sabores, menos agradables de algunas otras plantas.
Remedio para la Tos con Prímula
Tanto Comisión E como ESCOP aceptan el uso de la Raíz de Prímula como expectorante y mucolítico en afecciones respiratorias (gripe, resfriados, bronquitis, asma, sinusitis). Las flores de Prímula son aceptadas por la Comisión E para su uso como expectorante y mucolítico en afecciones respiratorias (gripe, resfriados, bronquitis, asma, sinusitis).
Existen estudios clínicos con combinaciones de tomillo, con hiedra y prímula, como expectorantes.
Remedio para la Tos con Malva
La ESCOP recomienda la Malva para el tratamiento de la tos seca y la irritación de la mucosa oral, faríngea o gástrica.
Las indicaciones aprobadas por la Comisión E (tanto para las hojas como para las flores) son las inflamaciones de la mucosa bucofaríngea, tos seca o tos irritativa.
Remedio para la Tos con Tomillo
Las indicaciones aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), para el Tomillo incluyen su uso como expectorante en la tos asociada al resfriado.
Las indicaciones aprobadas por ESCOP lo aconsejan en procesos catarrales de las vías respiratorias, bronquitis, y tos irritativa.
Remedio para la Tos con Eucalipto
La Comisión E aprueba el uso de la hoja de eucalipto para catarros del tracto respiratorio. Tanto ESCOP como la Comisión E consideran que el aceite esencial de Eucalipto está indicado, tanto por vía interna como externa, para el tratamiento sintomático de los catarros de las vías respiratorias altas. En un estudio clínico se ha demostrado la capacidad descongestionante nasal del aceite esencial durante la primera hora después de inhalación.
Popularmente se emplea la infusión de hojas de eucalipto para tratar afecciones respiratorias y externamente como antiséptico.
Remedio para la Tos con Hiedra
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) acepta el uso bien establecido de la Hiedra (Hedera helix L.) como expectorante en caso de tos productiva, así como el uso tradicional como expectorante para la tos asociada a resfriados.
Según ESCOP, los extractos de hoja de hiedra, administrados por vía oral o rectal, están indicados en el tratamiento de diferentes tipos de tos, particularmente cuando está asociada a hipersecreción de mucosidad viscosa, y como coadyuvantes en el tratamiento de afecciones bronquiales. En ocasiones, la eficacia de la Hiedra se ha comparado a la de otros fármacos expectorantes, como el ambroxol o la acetilcisteína.
No tosas mas, elije entre estos Remedios Caseros para la Tos, y recupera tu salud.
La Planta Medicinal
http://laplantamedicinal.com

Artículos Relacionados

Suscribete GRATIS a "Ambiente y Sociedad", nuestra publicación semanal de Notic

ALLENDE: Las grandes alamedas


An East German stamp commemorating Allende (Photo credit: Wikipedia)
Página 12
Ni que se haya convertido en la fecha de la caída de las Torres Gemelas evitará que –para nosotros, para los hombres y mujeres de América latina– el 11 de septiembre sea la fecha del golpe de Estado más detestable de los tantos que padecimos. Se trataba de un gobierno elegido democráticamente. Se trataba de un país con un ejército que –a diferencia de los de nuestro continente– había sido guardián del orden constitucional. Se trataba de un presidente que era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y un hombre valiente. Había tenido un gran apoyo de las masas obreras. Y una queja constante, un repudio sin tregua, del MIR, el principal grupo armado de Chile. Finalmente, todos los sectores de la sociedad –menos los obreros– se unificaron para voltearlo: el ejército, los medios de comunicación, los gremios, las clases altas, las clases medias y –con un empeño criminal, furibundo– los Estados Unidos de Nixon y Kissinger. Las clases medias inauguraron la modalidad de salir a la calle con cacerolas y atronar el país pidiendo la renuncia de Allende.
Allende fue el más original, el más creativo de los líderes socialistas del siglo XX. Descreyó de la célebre dictadura del proletariado y eligió el camino democrático, pacífico al socialismo. Si ese camino fracasó, no menos fracasaron los otros. Con una enorme diferencia. Allende no dejó decenas o decenas de miles o millones de cadáveres tras de sí. Ni presos políticos tuvo. Confiaba en solucionar la antinomia entre socialismo y democracia, que el mandato de la dictadura del proletariado (que viene de las páginas de Marx y que éste asume como su mayor aporte a la teoría política) obliteraba. La derecha –beneficiada por los errores y por las muertes de los socialismos triunfantes y luego derrotados– no tiene rédito alguno para sacar de la experiencia de la Unidad Popular. Salvo que digan que nacionalizar el cobre equivale a fusilar enemigos políticos, o peor aún.
En su último mensaje, don Salvador Allende dijo a su pueblo y a todos los pueblos de América:
¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
El criminal de guerra Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, peor criminal de guerra aún, odiaban a Allende con una pasión enfermiza. En octubre de 1970, Nixon dijo sobre él palabras injuriosas: “That son of a bitch, that bastard…”
Pero esa imagen de este hombre sereno –aunque capaz de encarnar la fuerza de un tornado–, que lo único que nos dejó, como pertenencia, fue el pedazo ensangrentado de uno de los vidrios de sus anteojos, este hombre maduro, con canas, que sale de La Moneda con casco de guerra y metralleta, para morir peleando, tal vez insensatamente, pero como él lo sentía, es, para mí, el símbolo más puro de la rebeldía, porque trató de cambiar el mundo por los caminos de la democracia y de la paz, y porque no pudo, porque los asesinos del poder internacional no lo dejaron, agarró una metralleta, se puso un casco de guerra y decidió (como esos bravos, legendarios marinos con sus barcos) hundirse con su causa. ¡Ah, don Salvador Allende, ojalá hubiera yo tenido alguna vez en mi patria un líder como usted! Simple, duro, pero sensible, amigo y compañero de la gente de su pueblo, sin sinuosidades, con una sola palabra, la misma de siempre, la que marcó la coherencia de sus días y, por si fuera poco, con ese coraje, don Salvador, que le hizo decir:
De aquí no me voy, que sigan otros, no van a faltar, y van a llevarme en sus corazones como a un hombre puro, como a un guerrero y como a un demócrata que les va a henchir el pecho de orgullo y de exigencias perentorias. Porque, de ahora en más, todo chileno que sepa que tiene detrás la figura de Salvador Allende, sabe que no se viene a la vida a jugar, a gozar de las liviandades y las tentaciones, sino a meterle el alma y el cuerpo a las causas duras, las de la injusticia, las del hambre, las de la tortura y la muerte. Es mi legado.
Lo es. Tenía la cara de un hombre bueno. Vestía de civil. No andaba ostentando armas ni uniformes bélicos. Se metía entre los obreros. Hablaba en sus asambleas. Les pidió, al final, que se cuidaran. Que no se dejaran sacrificar fácilmente por los carniceros que se cernían sobre Chile. Cuando Castro lo visitó le dijo que tenía que recurrir a la violencia si quería sostenerse. Allende no lo hizo. De la violencia se ocupaban los guerrilleros del MIR que, desde luego, lo acusaban de burgués conciliador. ¿Por qué se habrán preocupado tanto los de la CIA y Nixon y Kissinger por un burgués conciliador? ¿Por qué el ejército habrá bombardeado La Moneda? ¿Por qué el diario El Mercurio (al que Nixon le dio dos millones de dólares para desestabilizar su gobierno) lo atacó sin piedad ni vergüenza? ¿Por qué las conchetas chilenas, que son terribles, salieron con sus cacerolas para injuriarlo? ¿Sólo porque era un burgués conciliador? Los del MIR fueron funcionales a los golpistas que, salvo los que se fugaron, murieron todos, en el Estadio Nacional o en las más siniestras mazmorras, tan cruelmente como los líderes de la Unidad Popular. No, Allende no era un burgués conciliador. Era un socialista temible. Porque había elegido la democracia (el arma ideológica que la derecha cree suya) para ir hacia el socialismo. Pero, luego, hizo algo peor. Murió con su causa. Dejó, para el socialismo, un ejemplo moral incuestionable. Y murió sin perder sus esperanzas. El hombre libre volverá. Las altas alamedas lo esperan. Bajo ellas se fue Allende de este mundo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Paso a paso: ¿Qué nos espera si se produce el ataque contra Siria?

Lenin, el Imperialismo y la Mundialización



Decía Trotski que el marxismo es una herramienta que de tanto afilarla, se puede mellar; y esto es lo que le esta sucediendo; de tanto “adecuarlo”, esta perdiendo su filo revolucionario, dejando de ser la ciencia de la revolución y una guía para la acción. Lo están transformando en un simple método para explicar el mundo, ya desde el punto de vista filosófico, económico o social, pero no para servir a su objetivo central, la transformación socialista de la sociedad.Tras la caída del Muro de Berlín y el “descubrimiento” de que tras él no había socialismo, sino unos estados que aún no siendo capitalistas, habían sufrido un profunda degeneración, se produjo un triple movimiento en la intelectualidad y las organizaciones que se reivindicaban del marxismo, unas, la mayoría, lo abandonaron formalmente y se disolvieron como el PC Italiano, otros, lo mantuvieron formalmente, mas en realidad asumieron las tesis del keynesianismo, y los terceros, intentando librarlo de la degeneración stalinista que lo había convertido en un catecismo, rompieron el nexo de unión entre Marx y el presente, el leninismo.
De éstos han desaparecido los grandes aportes de Lenin al marxismo, como la definición de la fase actual del capitalismo como Imperialismo, la teoría del estado, la ligazón entre conciencia sindical y conciencia revolucionaria a través del partido o la definición de “centralismo democrático” imprescindible para un partido que se plantea la toma del poder por la clase obrera y los oprimidos.
La burguesía a través de sus ideólogos y “estudiosos”, para matar el carácter revolucionario del marxismo tiene que silenciar a Lenin, puesto que fue el leninismo como heredero directo del marxismo, el que demostró en la práctica toda la fuerza del pensamiento de Marx. Como dice un documental argentino, Lenin, Trotski,… y los bolcheviques “se atrevieron” a hacer la revolución; esa que Marx señalaba como el primer paso para superar la prehistoria de la humanidad y entrar en la historia, disolviendo las clases sociales.
La combinación entre degeneración stalinista y propaganda burguesa fue letal para el leninismo a lo largo de los últimos 20 años, pues ésta se apoyo en su campaña en la “momificación” que la burocracia soviética hizo de la figura de Lenin y la degeneración del estado surgido en la revolución de Octubre.
Para desgracia de todos ellos, la crisis detonada en el 2007 y sus consecuencias de crisis políticas generalizadas, con los picos de las revoluciones árabes, ponen de nuevo al orden del día la necesidad de volver a Marx, pero no al Marx como si fuera un pensador individual ajeno a la lucha de clases y la organización, sino al marxismo revolucionario, del que Lenin y el leninismo es una de sus patas imprescindibles.
Modifica algo el concepto de “mundialización”
En el prologo al libro de M Husson El Capitalismo en 10 Lecciones, los autores hacen una afirmación que suena a novedosa: “El capitalismo ha conquistado todo el planeta y esta mundialización ha modificado profundamente la arquitectura del mundo”… Y lo explican, “La textura del sistema económico en la era de la globalización y la financiarización de la economía es, en sus aspectos fundamentales, la del modo de producción capitalista”. Cierto, y hasta ahora los marxistas lo conocíamos como el Imperialismo, por eso surge la primera pregunta, cuando cambió “la textura” de la economía, en qué momento el imperialismo capitalista dejó paso a la “mundialización”.
A esta costumbre de inventarse “nuevas eras”, “arquitecturas” (vaya palabrita), cada vez que aparece un fenómeno nuevo, es a lo que Trotski se refería, por querer afilar tanto la herramienta del marxismo, se la puede mellar.
Veamos lo que decía Lenin sobre esa “mundialización” en El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo: “El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los truts internacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalistas más importantes”, en conclusión, “el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo”.
¡Este texto esta escrito en 1916! Y sospecho que la “arquitectura” de la economía no ha cambiado mucho. Pero ahora los “marxistas” no leninistas nos vienen descubriendo la mundialización de la economía.
Entonces, qué sentido tiene sustituir “imperialismo” por “mundializacion” o en otros casos por “globalización capitalista”. Para ello tenemos que salir de la economía para pasar a la política, a la renuncia a hacer la revolución socialista, que es el mellado que tanta revisión introduce en el marxismo.
La definición expuesta del capitalismo “mundializado” o “globalizado” excluye, como luego veremos, la existencia de países imperialistas y naciones oprimidas o colonias. Si el mundo esta “globalizado” o “mundializado”, bajo el dominio de las multinacionales, como se dice ahora, la definición se queda en la primera parte, descriptiva, del razonamiento de Lenin, “El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero…”, pero excluye el segundo, la conclusión política de la caracterización: “…y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los países capitalistas más importantes”.
Porque este es el problema de fondo, político.
Las palabras no se usan por casualidad, sino que tienen un profundo contenido y unas consecuencias.
Hablar de “globalización”, “mundialización”, es una manera descriptiva de referirse al desarrollo de las leyes del capitalismo, el imperialismo; y como consecuencia de este carácter aséptico, se termina por negar la necesidad de la revolución para acabar con él.
El imperialismo como fase del capitalismo no niega las leyes de la economía descubiertas por Marx sino que las desarrolla hasta el final. De hecho, fue Marx el que entrevió estas tendencias cuando hablo de los “rentistas”, que vivían del corte del cupón, refiriéndose al que en aquel momento ya apuntaba esos rasgos, Gran Bretaña.
Obviamente, ni Marx ni Engels podían prever hasta donde llegarían esas tendencias. Fue Lenin quien tras un debate que duró años y en el que participaron marxistas como Kautski, que defendían que el imperialismo era una política del capitalismo, y que luego elaboro la teoría del hiperimperialismo, otros, como Rosa Luxemburgo, que lo definían como la única manera que el capitalismo tenia de salir de su crisis, enfrentando a los pueblos y saqueando sus riquezas, mientras Hilferding, del que Lenin toma la caracterización central, defiende que el imperialismo es el capitalismo actual.
Por las consecuencias que tuvo para las luchas de liberación nacional y las revoluciones en los países coloniales como China, Cuba o Vietnam, quizás sea uno de los debates más importantes de la historia reciente.
Podría afirmarse que si, que Lenin tuvo razón, pero que ahora estamos ya en la fase de la “globalización capitalista”, en un momento distinto al analizado por él.
Como toda discusión, para no ser escolástica y sin fin, tiene que ser comprobable en la práctica por lo que veamos los elementos que Lenin planteaba para definir al imperialismo.
Decía en la obra citada.
“… conviene dar una definición del imperialismo que contenga los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) la concentración de la producción y del capital ha llegado hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de las oligarquías financieras; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones monopolistas de capitalistas, los cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación de reparto del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”. De lo que extraía la conclusión confirmada por la I y la II guerra mundial, “a partir de ahora solo caben nuevos repartos”.
Continuaba más adelante, “La exportación del capital, una de las bases económicas más esenciales del imperialismo, acentúa todavía más este divorcio completo entre el sector rentista y la producción, imprime un sello de parasitismo a todo el que vive de la explotación del trabajo de unos cuantos países y colonias de ultramar”. Países que llama “estados usureros”, y que ahora con las crisis de la deuda pública adquiere todo su sentido.
Nadie niega la necesidad de revisar las aportaciones al pensamiento humano, de hecho se hace necesario cuando los cambios que se dan en la realidad van dejando obsoletas esas aportaciones; sea cual sea el ámbito. Pero lo que es irracional es abandonar una aportación, hasta que la práctica, la realidad no haya superado sus límites, y lo que nos dicen los datos actuales es que la caracterización de Lenin, de que el Imperialismo es la fase superior del capitalismo no ha sido superada.
De la misma manera que la superación dialéctica de El Capital podría ser El Imperialismo de Lenin, ¿la realidad nos conduce a necesitar ahora una superación de la obra de Lenin? Dicho de otra forma, las definiciones de los defensores del término “mundialización” o “globalización” añaden algo a las cinco características establecidas en la definición de Lenin, o son simplemente un retroceso a las políticas pre leninistas.
Porque esta es la cuestión. La revisión es bienvenida si aporta algo al programa de la revolución, como hizo Lenin con el Imperialismo, pues al hacer consciente el carácter de la época permitió a los bolcheviques tener una política clara frente a una guerra, la I, que era básicamente interimperialista.
¿Sustituir “imperialismo” por “mundialización” ayuda a comprender, y a tener una guía para la acción, frente a los conflictos entre las potencias europeas, entre la Unión Europea y los EEUU, entre los BRICS y la “Troika”, EE UU, Japón y la UE, y el saqueo al que están sometiendo todos ellos a África y América Latina?. Esta claro que no. Del concepto de mundialización solo se deduce una descripción: “el capitalismo se ha mundializado”, como nos dicen los prologuistas que reivindican a Marx, pero es una verdad de Perogrullo que no aporta nada para la práctica necesaria para su destrucción.
Pero esta descripción los sitúa en la estela de aquellos que, aun denunciando las “injusticias” del sistema, no se salen de sus márgenes. En el Veredicto Del Tribunal Internacional de los Pueblos sobre la Deuda del 2003 se puede leer que además de la legitima anulación de la deuda, se establece que los paises del Norte (no imperialistas, simplemente del Norte, como si esta fuera una categoria politica y economica) deben compensar “razonablemente” a los países del Sur.
Puede ser que un no marxista tenga una concepción de la deuda como un mecanismo, una politica del Norte, para saquear el Sur y que con su anulacion y devolución “razonable” se resuelve el problema. Pero para un marxista este analisis de la deuda esta superado por el leninismo. Primero, ya fue Kautski quien defendió que el imperialismo no era una fase del capitalismo, sino una “politica” para dominar el mundo. La misma Rosa Luxemburgo no llegó a entender el imperialismo como el capitalismo actual, sino como la “forma” que adopta para salir de las crisis, saqueando a los pueblos no capitalistas.
La deuda es la esencia del mecanismo de funcionamiento del capitalismo ya antes de su transformación en Imperialismo. Los bancos, de siempre, hacían empréstitos a los estados y las grandes empresas para desarrollar las infraestrcuturas, las guerras y lo que fuere necesario; asi se financiaron todas las grandes lineas ferroviarias que se construyeron a lo largo del siglo XIX en los EEUU, en la India, en África, etc. El capital bancario -los bancos- prestaban dinero a cambio de un tipo de interés, lo que generaba deuda publica y privada, el fracaso de muchas de esas infraestructuras llevaba a la quiebra a la empresa... Nada nuevo bajo el sol.
Pero con la aparición del imperialismo, esas infraestruturas, esas industrias, que comenzaban a tener un gran tamaño y precisaban de grandes inversiones de capital, se fusionaron con el capital bancario, dando origen al capital financiero, que vulgarmente se confunde con los bancos,... pero es algo más que los bancos, aseguradoras y entidades financieras. Éstos, de “simples” prestatarios de dinero se convirtieron en accionistas de esas empresas, y viceversa; los grandes industriales se hacen accionistas y propietarios de esas entidades financieras.
La deuda deja de ser el único método de extracción de beneficios de los bancos, una manera indirecta a través de los tipos de interés que se fijan en los préstamos, para hacerlo directamente en el reparto de beneficios año trás año.
Cuando Lenin afirma que la esencia del imperialismo es la exportación de capital de las potencias hegemonicas a los países dependientes, esta analizando justo ese mecanismo por el que los grandes bancos hacen empréstitos a los paises dependientes, y éstos se comprometen a comprar las mercancías producidas por los truts/corporaciones/multinacionales de los que los bancos son accionistas. La extracción de beneficios, en el imperialismo, se produce de estas dos maneras, directa, al ser el mismo quien vende la mercancía que el que presta, e indirecta, a través de los tipos de interés del capital prestado. Y hay de quien no cumpla y no se limite a pagar la deuda, cae sobre él toda la fuerza del imperialismo, sea en forma de bloqueo, de guerra comercial o, en los casos más agudos, de guerra y ocupación.
Esto es lo que la caracterización de “mundialización” excluye, las relaciones entre el Norte y Sur, entre potencias imperialistas y países oprimidos, no son “asepticas”, sino relaciones profundamente jerárquicas y de poder. Cualquiera que ose levantarse contra esta jerarquía, sea bajo un programa revolucionario, sea bajo una dirección politica nacionalista, conocerá la “ira de Zeus”, solo que su rayo ahora esta sustituido por Drones y marines.
Porque el capitalismo, como dijo Marx, se “construyo a sangre y fuego”; sobre las decenas de guerras que asolaron Europa a lo largo de siglos se construyeron los estados que en el siglo XIX conformaron el continente, y que tuvieron un efecto que “fue un apoyo para el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad, en el proceso para liberarse del feudalismo” (Lenin, Bajo una Bandera ajena, 1915).
Estos estados, ahora convertidos en imperialistas (no “mundialistas” o “globalizados” como dirían algunos “marxistas” sin Lenin, en las construcciones lingüísticas podemos ver el carácter absurdo de ese lenguaje), han pasado a convertirse “en un obstáculo para el ulterior desarrollo de las fuerzas productivas”. El imperialismo, para Lenin, es el cambio cualitativo del carácter de la burguesía, de una clase “ascendente y avanzada”, se ha transformado en “una clase que se hunde, decadente, internamente muerta, reaccionaria”, “… en el más reaccionario estorbo del desarrollo humano”.
Se puede decir más claro, pero no más alto. Y qué aporta a esto, a la dinámica del desarrollo social las concepciones de “mundialización o globalización”, excepto en esa ideología profundamente reaccionaria, ahistórica, según la cual el capitalismo fue genéticamente “malo” y “destructivo” –como repiten los críticos del supuesto eurocentrismo del marxismo-. Una de las grandes aportaciones de Marx fue justo el desmontar el carácter “natural” del capitalismo, como si fuera una consecuencia de la “naturaleza humana” por encima de los tiempos y las circunstancias. El capitalismo, como toda forma de organización del ser humano, es histórico, nace, crece, se desarrolla, agoniza y muere en condiciones concretas. Y en cada uno de sus periodos, cumple un papel en la sociedad.
Lenin con su análisis del Imperialismo como fase superior del capitalismo establece el comienzo de esa agonía, “… es el capitalismo marchitándose, pero aún no se ha marchitado, agonizante, pero no muerto”, y en “cierto aspecto, una fase de transición hacia el socialismo”.
¿El imperialismo como fase del capitalismo ha muerto ya, estamos en el socialismo, como anticipaba Lenin, o en que se ha transformado, que relaciones sociales dominan ahora, para que se introduzcan nuevas definiciones? Para no dar saltos en el vacío, es importante establecer los momentos nodales, los momentos históricos en que se producen los saltos de cualidad de las cosas; sino son eso, saltos en el vacío, escolásticos, que solo desarman frente a la realidad.
Por este motivo Lenin, que era más serio y no podía hablar por hablar, tenia el objetivo concreto de construir una herramienta política y organizativa para tomar el poder, afirmaba: “El imperialismo, en realidad, no transforma ni puede transformar el capitalismo de arriba abajo. El imperialismo complica y acentúa las contradicciones del capitalismo, “embrolla” el monopolio con la libre competencia, pero no puede eliminar el cambio, el mercado, la competencia, las crisis, etc.”. Es decir, Lenin situaba la superación del capitalismo no en el melifluo “otro mundo es posible”, sino en la revolución socialista que Marx defendiera a lo largo de su vida.
Imperialismo, naciones oprimidas y mundialización
Junto a esta caracterización del imperialismo como capitalismo “agonizante, pero no muerto”, las categorías leninistas introducen otro elemento que no se deduce de la definición de “mundializacion” o “globalización”, la división del mundo entre naciones opresoras y oprimidas, entre metrópolis imperialistas (no mundializadas o globalizadas, pues estos términos disimulan la brutalidad con la que actúan los imperialistas) y colonias o semicolonias.
Husson justifica la modificación de la teoria leninsita por el nuevo tríptico introducido por la “mundializacion” o la “globalización” –“países ricos, países emergentes, países pobres”, dice en la página 200-, a causa de la decadencia del imperialismo yanki, su dependencia de los capitales chinos y extranjeros para sostenerse. Husson hace una verdadera trampa intelectual, confunde conscientemente el todo –el imperialismo capitalista- con una de las partes –el imperialismo yanki-. Si fuera cierta su lógica, ya en la época de Lenin la afirmación de Husson sería aplicable, pues Lenin habla de cómo una potencia que ahora llamaríamos emergente, los EE UU, estaban sustituyendo a la hasta ese momento primera potencia mundial, Gran Bretaña, que estaba importando capitales.
Inglaterra y Francia han vencido (en la I Guerra), pero están empeñados hasta la camisa con América, la cual ha decidido que, por más vencedores que se consideren los franceses y los ingleses, ella ha de llevarse la nata y percibir, con creces, los intereses de su ayuda durante la guerra; y eso debe asegurarlo la flota americana, que se está construyendo ahora y por su fuerza adelanta a la inglesa” (Informe en el II Congreso de toda Rusia de las organizaciones comunistas de los pueblos de Oriente, 1919). Porque compañero Husson, “El capital sale ganando con la bancarrota del capitalismo rival o de la nación rival, concentrándose aún más” (La Bancarrota de la II Internacional), pero esto no modifica las raíces del imperialismo, solo cambia quien manda.
Por ello, qué cambia el endeudamiento británico y francés de las características centrales del imperialismo. Pero es más, en un alarde de eurocentrismo, Husson nos dice que hay “países pobres”; sí, es cierto, pero no nos dice porque son pobres, cómo han llegado a esa situación, solo la describe, “El capitalismo globalizado es enormemente excluyente” nos dice en la pag. 94.
Eso lo sabemos desde que Marx (y antes) escribiera el Manifiesto Comunista, que las hay ricas y pobres, avanzadas y atrasadas... Pero cuales son las relaciones que se establecen entre ellas, puesto que estas cambian. No es el mismo capitalismo en de la época de Marx, donde como sistema dominante se ceñia a Europa y poco más, a la actualidad donde tras su restauración en los estados obreros, es el único sistema existente a nivel mundial. Volvemos a la pregunta del millón, ¿han cambiado tanto estas relaciones desde que Lenin revisara a Marx en el Imperialismo Fase Superior del Capitalismo, para que éste sea conocido ahora como “capitalismo globalizado”?.
De la misma manera que el concepto de “mundialización” no nos permite conocer cuáles son las relaciones de poder entre las potencias “mundializadas”, que son capaces de destrozarse entre ellas para dominar una sobre otra, como sus contradicciones por el reparto del mundo entre ellos, que llevó a dos guerras mundiales, y a multitud de guerras comerciales, “pacificas”. Este concepto tampoco nos permite escudriñar en otra de las grandes aportaciones de Lenin a raíz de su concepción de Imperialismo, la división del mundo entre naciones oprimidas y naciones opresoras.
Simplificando, Marx dividía el mundo entre países civilizados, capitalistas, y atrasados, no capitalistas, y señalaba que la revolución iría de los primeros, donde el proletariado se había desarrollado, a los segundos. Es a partir de la famosa carta en la reconoce que toda su posición respecto a Irlanda estaba equivocada, que en el marxismo se abre la puerta a otra perspectiva de la dinámica de la revolución: "Durante mucho tiempo creí que sería posible derrocar al régimen irlandés por el ascendiente de la clase obrera inglesa… Pero un estudio más profundo me ha convencido de lo contrario. La clase obrera inglesa nunca hará nada mientras no se libre de Irlanda. La palanca debe aplicarse en Irlanda. Por eso es que la cuestión irlandesa es tan importante para el movimiento social en general" , y Engels afirmaba "La historia irlandesa le recuerda a uno lo desastroso que es para una nación el haber subyugado a otra nación" . El marxismo estaba incorporando a su acerbo teórico y político el aforismo de Dionisio Inca Yupanqui, diputado americano ante las Cortes de Cadiz, quien, el 16 de diciembre de 1810, dijo: " UN PUEBLO QUE OPRIME A OTRO NO PUEDE SER LIBRE"
La tesis de Lenin de que el Imperialismo es la fase superior del capitalismo, profundiza lo que Marx y Engels solo entrevieran. Al ser el capitalismo el modo de producción dominante en todo el mundo, la diferencia entre paises “avanzados/capitalistas” y “atrasados/no capitalistas” queda tocada de muerte. Si todos son capitalistas, la economía esta “mundializada” como se diría ahora, todos serían avanzados, y como mucho lo que estaría generando esa mundialización de la economia seria un simple “aumento de las desigualdades”, como afirma Husson, dando origen al “triptico” de “paises ricos, paises emergentes, paises pobres” como surgido de la nada. ¿Non si?
Pues, no. “El imperialismo es la progresiva opresión de las naciones del mundo por un puñado de grandes potencias” (El Proletariado Revolucionario y el derecho de las naciones a la autodeterminación). Esto es bastante más que un aumento de las desigualdades.
Lenin, en una descripción que desgraciada y tragicamente se manifiesta dia a dia, nos muestra las dos maneras que tiene el imperialismo de saquear, dominar naciones (y no solo el simple “aumento de las desigualdades”, eso es eurocentrismo, lo demás aproximaciones) por ese “puñado de grandes potencias”,
una la más directa, la colonial, cuando dice:
“ Y vosotros sabéis que, aparte de la dependencia directa, juridica y estatal, la dependencia colonial presupone una serie de relaciones de dependencia financiera y económica, presupone una serie de guerras, que no se consideraron guerras porque muy a menudo no pasaron de simples masacres, cuando las tropas imperialistas europeas y norteamericanas, armadas con las más perfectas armas de exterminio, masacraron a los inermes e indefensos habitantes de los países coloniales” (II Congreso de la Internacional Comunista, Informe sobre la Situación Internacional).
Pero el imperialismo introduce en libro del Imperialismo otra forma de dominación entre las naciones, indirecta pero la más extendida en al actualidad tras las guerras de liberación de los años 60, que Lenin define como semicolonias, “independentes formalmente”, pero “dependientes por miles de hilos financieros, politicos y diplomáticos”.
En ambos casos, estas naciones se ven sometidas a un brutal saqueo de sus riquezas humanas y naturales, a la explotación de la clase trabajadora y la expoliación de las materias primas, imprescindibles para que las grandes corporaciones mantengan su papel en el mercado mundial.
La lucha de estas naciones por su independencia, real y formal, por el control de sus riquezas, ha generado desde que Lenin escribiera su libro en 1916 decenas de guerras de liberación, revoluciones y enfrentamientos, que han marcado no solo el siglo XX, sino que lo siguen marcando ahora, en el XXI. Las revoluciones árabes son la expresión más reciente de esta lucha de las naciones oprimidas por el imperialismo, por ese “puñado de potencias imperialistas”.
El concepto de “mundialización” o “globalización” no aporta nada nuevo a la necesidad de los pueblos de conocer a su enemigo; antes al contrario, lo diluye, lo suaviza, lo disfraza, abriendo las puertas a que “otra mundialización es posible” en contra de la única salida posible, la derrota del imperialismo, que es la derrota del capitalismo en su fase monopolista.
Nuevamente Lenin situa la salida a la barbarie imperialista en un terreno objetivo, el de la lucha de clases, “Los capitalistas no se reparten el mundo llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios”. Y la lucha de clases solo conduce a un final, de nuevo, la revolución socialista: “ (...) los movimientos de liberación nacional de las colonias y de los pueblos oprimidos, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra salvación que el triunfo del Poder de los Soviets sobre el imperialismo mundial” (Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial, 1920).
Para la clase obrera en el imperialismo, ¿sirve de algo el concepto de mundialización?
Desde los años 60, un amplio sector de la intelectualidad post marxista viene intentando demostrar que la clase obrera habia perdido su papel central en la sociedad, y por consiguiente su papel revolucionario fruto del desarrollo técnico, que los sustituía por la famosa “clase media”, los trabajadores de cuello blanco que ya no era el “viejo” proletariado industrial. Fueron los Bernard Henri Levi, los André Glucksmann o los Alain Touraine quienes más ardientemente defendieron esas tesis, y fueron los neoliberales con sus politicas antiobreras (liberalización de la economica, odio visceral hacia las organizaciones obreras, despidos masivos de obreros, como los mineros en Gran Bretaña, etc.) los que se encargaron de demostrar por la negativa, que la clase obrera no había desaparecido y la necesidad que tiene el sistema de ella.
La crisis del “petroleo”, fruto de la caida de la tasa de ganancia como bien demuestra Husson en su libro, provoco el furibundo ataque neoliberal contra los derechos de los trabajadores y los pueblos. El retroceso de los salarios y la perdida de derechos como unica via para la recuperacion de la tasa de ganancia pone a las claras que para el capitalismo en su fase monopolista, el trabajo humano –es decir, la clase obrera y la producción de valor- sigue siendo el unico criterio de acumulación de capital. Es cierto, que la formula del capital, D-M-D’ tiende sobre todo en esta fase de dominio del capital financiero, a su simplificación, D-D’; pero las recurrentes crisis generadas por la caida de la tasa de ganancia, se empeña en contrarrestar esta tendencia: el capitalismo sigue siendo capitalismo, solo que en su fase agonica con todas sus contradicciones agudizadas hasta el extremo.
Tras aquellos intelectuales del post marxismo, a consecuencia del “redescubrimiento” de la financieracion y la mundialización de la economía, otros, ahora desde el campo del marxismo, nos dicen que el papel de la clase obrera retrocede dentro de la sociedad, deslumbrados porque ante los ojos de todos, es más “facil” enriquecerse en los mercados financieros y la especulación que a través de la producción de mercancias fruto del trabajo humano, en un proceso de autonomización, de divorcio entre lo que ha dado en llamarse “economia de casino” y “economia productiva”.
Es cierto que este fenomeno, bajo los golpes de la crisis, esta manifestándose como una de las contradicciones más importantes a las que se enfrenta el sistema; la baja rentabilidad de los sectores productivos (la caida de la tasa de ganancia) hace que el dinero se oriente allí donde las rentabilidades son superiores (desde la deuda soberana hasta los jugadores de futbol, todo es objeto de especulación). Pero.... ¿esto modifica cualitativamente las relaciones sociales de producción, como para que podamos hablar, como se dice en el prologo, de una “nueva arquitectura”, una “nueva era”, etc.?
Además, las mismas burbujas especulativas cuya detonación pone de manifiesto una crisis del sistema, no solo aparecen cuando ésta explota, como se ha visto; sino que la burbuja especulativa es la manifestación más clara de que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia esta actuando como el “viejo topo” de Marx. Cuando la economía se encuentra en una fase expansiva, con varios sectores de la producción generando una tasa elevada de beneficios fruto del aumento de la explotación de los trabajadores/as, los capitales se orientan masivamente hacia esos sectores, generando justo... una “burbuja especulativa” que hace crecer de manera exponencial esos capitales con una gran rentabilidad. El menor sintoma de debilitamiento de los beneficios generados por esos sectores productivos, provoca una huida, la estampida, el estallido de esa burbuja, y el comienzo de la crisis con todas sus consencuencias.
Pero nuevamente volvamos a Lenin, puesto que en la caracterización del Imperialismo como fase monopolista del capitalismo analiza, también, cuáles son las consecuencias de las superganancias generadas por la “mundialización” (aquí si vale el termino descriptivo de los “marxistas” post leninistas) en la clase obrera, introduciendo un concepto realmente novedoso, una herramienta sociologica fundamental para explicar el deslumbramiento de algunos “marxistas” post leninistas, la aristocracia obrera; porque su existencia explica el retraso de la clase obrera de las potencias imperialistas en el camino revolucionario que se les “supondría”, por su gran concentración, su organización y su tradición.
“ Es evidente que tan gigantesca superganancia (ya que los capitalistas se apropian de ella por encima de la que exprimen a los obreros de su “propio” país) permite corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de los países “adelantados” corrompen, y lo hacen de mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas.
“ Esa capa de obreros aburguesados o de “aristocracia obrera”, enteramente pequeño burgueses por su genero de vida, por sus emolumentos y por toda su concepción del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional, y, hoy dia, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía ” . (Prefacio a las ediciones francesa y alemana de El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo).
Pero no nos quedemos en la descripción del fenómeno social, sino que veamos que conclusiones politicas extrae Lenin en el mismo Prologo:
“ Porque son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas, verdaderos vehiculos del reformismo y el chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se colocarán inevitablemente, en numero considerable, al lado de la burguesia, (...)
Sin haber comprendido las raíces economicas de este fenomeno, sin haber alcanzado a ver su importancia politica y social, es imposible dar el menor paso hacia el cumplimiento de todas las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución social que se avecina.”
El “marxismo” post leninista, al considerar superado a Lenin en su caracterización del Imperialismo, sustituyéndolo por palabras huecas de contenido politico, como “mundialización” o “globalización”, se convierten en exponentes ideologicos de esa “aristocracia obrera”, reformista y chovinista.
Reformista porque esas palabras huecas suponen una renuncia expresa a que la transformación socialista de la sociedad solo puede venir por la via de la revolución, de esa “guerra civil entre el proletariado y la burguesia”, y se enfrascan en un politica “por otro mundo” intentadolo justificar teoricamente. Al no decirle a “ese mundo” cuál es el enemigo, disuelven cualquier alternativa revolucionaria poniéndose en los hechos del lado de la burguesía.
Pero tambien es expresión del chovinismo de la aristocracia obrera de las potencias imperialistas. Volvemos con ello al “triptico” de Husson: el mundo esta dividido en “paises ricos, paises emergentes y paises pobres”. Pero cuál es el motivo de que los pobres sean pobres, y no solo un simple aumento de las desigualdades generada por la “mundialización”, por el caracter “excluyente” del capitalismo globalizado. De nuevo adornan lo que es un saqueo, dependencia y guerras del “puñado de potencias”, que se enriquecen de una manera “gigantesca” a costa de los países pobres. El capitalismo no es “excluyente”, es una sanguijuela que vive de la sangre de la clase obrera y los pueblos oprimidos.
Si solo aumentan las desigualdades, con una politica keynesiana en la que el Estado “rico” haga algunas concesiones, el problema se resolveria. Pero desde 1916 sabemos que el problema no son las desigualdades, sino que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo que explota, saquea y “viola la democracia”, los derechos de las naciones oprimidas, por lo que como tal, solo una revolución puede acabar con esas desigualdades.
Hay una tercera consecuencia de haber tirado al “agua sucia” –el stalinismo- con “el niño” –el leninismo-, se confunde “aristrocracia obrera” con clase obrera, y la ideología que los primeros destilan, “no son obreros, asalariados, sino que son clase media”, cala en los intelectuales marxistas post leninistas. Confunden, nuevamente, la parte –aristocracia obrera- con el todo –clase obrera-, y en sus cabezas disuelven esta última en la ideologia de la primera.
El problema es que los aparatos corrompidos, sindicatos y partidos institucionales, trasladan esta ideologia al conjunto de la clase obrera, “convenciendolos”, en el colmo de la alienación, de que los “obreros ya no existen”. Sobre la base de los cambios “juridicos” en la relación laboral (precarización, externalización, deslocalización), se supone que han cambiado las relaciones sociales de producción, la relación capital/trabajo y el trabajo asalariado como fuente de valorización del capital.
Las caracteristicas de la crisis actual, y la misma insistencia desde la clase capitalista, de que para salir de ella, es decir, recuperar la tasa de ganancia que haga volver al dinero a los sectores productivos, es preciso reducir los salarios, retroceder en las conquistas de la clase obrera, confirma que el papel de la clase obrera sigue siendo central en y para el capitalismo en su fase imperialista.
Cuales son las “tareas prácticas del movimiento”
Lenin termina este prologo diciendo que “sin haber comprendido las raices economicas de este fenomeno (el imperialismo y la aristocracia obrera) ... es imposible dar el menor paso hacia el cumplimiento de todas las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución social que se avecina”.
Tanto el Prologo como el libro de Husson terminan con una frase: “el capitalismo quiere volver a su funcionamiento anterior a la crisis, pero es imposible”, cosa que es totalmente cierta. Pero para llegar a esta conclusión no era preciso tirar por la borda todo el marxismo del siglo XX, el leninismo, porque al hacerlo los autores han retrocedido a antes de 1916, al siglo XIX, y en un eterno recomenzar, nos ubicamos en lo que Lenin ya anunciaba, que el Imperialismo era la fase agonica del capitalismo, que no podía ir más allá, y el movimiento comunista debia encarar las tareas de la “revolución que se avecina”.
Aquí, logicamente, termina la critica al libro de Husson, pues no va más allá de afirmar lo que ya sabíamos desde 1916, que el imperialismo no da más de si, que o solo “caben nuevos repartos” o la revolución socialista. Esto marca las tareas que se “avecinan” que son la reorganización del movimiento revolucionario, armado de las herramientas necesarias; teóricas, el marxismo revolucionario, políticas, la táctica cara la toma del poder, y organizativas, el partido revolucionario. ¿Se sitúan los compañeros en esta perspectiva?
Mucho me temo que no; las alternativas politicas y organizativas que cada uno levanta, se corresponde con las tareas que se deducen de las caracterizaciones, y si una caracterización es similar a la que dio origen hace casi 150 a la socialdemocracia, la propuesta más que obvia es la de reconstruir ese tipo de organización, socialdemocrata, y una perspectiva no de revolución social, sino de reforma del sistema capitalista.
La crisis actual, que se ha comparado con la del 29 y menos con la gran olvidada, la del 74/75, la del petroleo, ha puesto en la agenda social la disyuntiva “socialismo o barbarie”, y con ella recuperar las principales aportaciones del que al frente del Partido Bolchevique, junto con otros grandes revolucionarios, se “atrevieron” a llevar hasta el final esas tareas, expropiando a la burguesia e inaugurando la era de las revoluciones socialistas.
La degeneración y posterior destrucción de los estados construidos a partir de esa revolución son motivo de otro analisis, el que hizo Leon Trotski y el trotskismo, pero no nos puede llevar a hacer lo que muchos intelectuales y marxistas han hecho todo estos años, “tirar al niño –el marxismo revolucionario- con el agua sucia –la degeneración stalinista-“.
Tampoco nos puede llevar al derrotismo y al escepticismo impuesto por la propaganda burguesa. Los más benevolos criticos burgueses del marxismo lo critican diciendo que “es una utopia bien intencionada”, pero sin posibilidad de aplicación práctica, como lo demuestra la degeneración de la URSS y los estados “obreros”.
La primera cuestión frente a esto es histórica: la burguesia tardo 300 años en asentar su poder desde la primera revolución burguesa triunfante, y no nos vamos a referir a los estados italianos dominados por la burguesia comercial o la Hansa, sino al primer estado burgués en “regla”, la república holandesa. 300 años de victorias y derrotas, de guerras y de acuerdos “contra natura”, con los revolucionarios norteamericanos apoyados por monarquias absolutistas como la francesa o la española, o con Santas Alianzas entre la muy burguesa Gran Bretaña y absolutistas tiránicos como los Prusianos o los austrohungaros contra la revolución francesa.
La burguesia, que antes de su revolución, ya controlaba los resortes del poder, universidades, ciudades, bancos y comercios, y eran los prestamistas de los reyes absolutistas, tardo 300 años en asentar su poder; y a la clase obrera que por definición solo posee “sus cadenas”, se le exige que en 100 años asiente su poder y transforme el mundo.
El que quiera entrar en esta trampa es porque intelectual y socialmente esta predispuesto a hacerlo, de lo contrario, con simplemente echar un vistazo a la historia, se resolverían muchas contradicciones que hoy atenazan la reconstrucción del movimiento revolucionario, de su partido.
Dejemos de mellar la herramienta del marxismo revolucionario con aportaciones que solo significan un eterno recomenzar que conduce a caminos sin salida.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucha y ejemplo en Frederick Douglass

Frederick Douglass portrait
A propósito del libro de Frederick Douglass,“Vida de un esclavo americano, escrita por él mismo” (Capitán Swing, 2010; presentación de Angela Y. Davis)
Los dos iconos afroamericanos más importantes del siglo XX, Malcolm X y Martin Luther King Jr., son figuras bastante conocidas fuera de su país. El siglo XIX estadounidense, en cambio, tan rico en fascinantes ejemplos de esclavos fugitivos que acaban convirtiéndose en agitadores abolicionistas, aún no ha sido integrado en nuestra memoria popular. La aparición de una nueva traducción de Vida de un esclavo americano (1845) de Frederick Douglass, gracias a la encomiable apuesta de la editorial Capitán Swing y al excelente trabajo de los traductores Carlos García Simón e Íñigo Jáuregui Eguía, representa una meritoria contribución a la popularización del personaje más relevante de la historia afroamericana del siglo XIX. La obra abarca la vida de Douglass como esclavo en el estado meridional de Maryland, su fuga al Norte y los primeros tiempos como esclavo fugitivo en Massachusetts. También incluye uno de sus discursos más célebres, con motivo de la fiesta nacional del 4 de julio, donde reflexiona sobre las contradicciones de una nación fundada en los ideales emancipadores de la Ilustración y penosamente enriquecida por la negación radical y sistemática de estos mismos ideales a una parte considerable de su población.
En Vida de un esclavo americano queda fuera, pues, la mayor parte de la vida de Douglass, ya en libertad, cuando se convirtió en un famoso e influyente líder abolicionista, destacado militante del sufragio femenino –del que hizo una vehemente defensa en la histórica Convención de Seneca Falls de 1848–, fiel amigo de la libertad irlandesa, infatigable defensor de los derechos del mundo del trabajo y, durante un breve periodo de tiempo, máxima autoridad diplomática de Estados Unidos en la República de Haití.
La obra de Frederick Douglass es el ejemplo más destacado de la narrativa de la esclavitud afroamericana. A pesar de todo, el autor es relativamente poco conocido entre nosotros. Probablemente, buena parte de esta ignorancia se explica por el injusto olvido del que ha sido víctima en Hollywood. En efecto, salvo una brevísima aparición en Tiempos de Gloria (1989) de Edward Zwick, Douglass es el gran ausente en los dramas históricos del cine norteamericano. La ausencia de Douglass tiene sentido. Hollywood tiene un largo historial, culminado con la vergonzante chapuza del Lincoln de Spielberg, de invisibilizar a los afroamericanos de su propia historia, al retratar la Guerra de Secesión y el consiguiente fin de la esclavitud como episodios históricos protagonizados casi exclusivamente por blancos.
Otro factor que juega en contra del conocimiento de Douglass es la incomprensión general sobre el lugar que ocupa la esclavitud en la historia del capitalismo. Hay que reconocer que los apologetas del capitalismo, ayudados paradójicamente por los tóxicos restos de las versiones más vulgarizadas y deterministas del marxismo, han logrado imponer la percepción ahistórica según la cual el capitalismo y la esclavitud son realidades institucionalmente incompatibles . Según este relato, el principal responsable del fin de la esclavitud en los Estados Unidos fue el empuje incontenible del desarrollo del capitalismo industrial en el norte del país. Se trata de una visión tan conveniente para la actual clase dominante como alejada del más mínimo respeto a la verdad.
Lo cierto es que el final de la esclavitud tal como existía en el Sur de los Estados Unidos representa uno de los golpes más duros de la historia del capitalismo. [1] Con la liberación de los esclavos, se esfumaron millones de dólares en propiedad privada, se atenuó la hiperexplotación de millones de trabajadores negros y se cuestionó la lógica capitalista de expropiación y mercantilización de las relaciones humanas. Evidentemente, esta medida no fue impulsada de manera suicida por los grandes capitalistas del momento ni tampoco vino determinada por ninguna exigencia interna en su sistema económico. El destino final de la esclavitud en los Estados Unidos no estaba escrito en ningún manual de economía o historia. La abolición fue el resultado victorioso de un amplio movimiento democrático e internacional que incluía radicales de clase media, obreros británicos que preferían sufrir el paro a tener que colaborar económicamente con el gobierno rebelde de la Confederación y, obviamente, los mismos afroamericanos, que tuvieron un papel muy relevante en la muerte de la esclavitud, ya fuera participando en las revueltas de esclavos, huyendo hacia las posiciones del ejército federal durante la Guerra, combatiendo en las filas del mismo ejército en peores condiciones que sus compañeros blancos o, como el mismo Douglass, escapando de la esclavitud para luego llevar una vida de agitación y organización en pro de la abolición en todo el país.
En toda esta historia es francamente difícil exagerar la importancia de Vida de un esclavo americano. La obra de Douglass representa un saludable y emotivo recordatorio sobre el papel de los esclavos en su liberación y, al mismo tiempo, una fuente inagotable de lecciones y enseñanzas para los que hacen de la lucha cotidiana contra la injusticia la brújula moral de su propia existencia. Se trata, sin duda, de uno de los grandes clásicos de la tradición del pensamiento emancipador universal, una lectura obligada para cualquier persona interesada en la historia estadounidense y en el potencial liberador del activismo político-cultural.
El libro está lleno de descripciones y reflexiones memorables sobre la vida cotidiana bajo la esclavitud. En uno de los fragmentos más famosos, el niño Douglass cata, casi por accidente, los rudimentos del lenguaje escrito. La escena tiene lugar en Baltimore. Sophia Auld, la señora de la casa donde Douglass sirve, no está acostumbrada a tratar con negros y, desconocedora de las leyes que penalizaban la alfabetización de los esclavos, cae en la temeridad de enseñarle las primeras letras. Cuando el señor Auld lo descubre, le prohíbe que continúe, alegando el carácter ilegal del gesto y explicándole las devastadoras consecuencias que podría tener en el correcto funcionamiento de la relación entre amo y esclavo: «(…) Un negro no tiene que saber nada más que obedecer a su amo, que para eso está. (…) Si enseñas a leer a este negro (…) no podrás después conservarlo. Quedará para siempre incapacitado como esclavo. Se volverá incontrolable al momento y dejará de tener ningún valor para su amo. En cuanto a él mismo, no le hará ningún bien, sino muchísimo daño. Le convertirá en alguien descontento e infeliz».
La actitud del amo hace comprender a Douglass la necesidad de completar su aprendizaje por su cuenta. Y es que, en efecto, el pronóstico del señor Auld se acaba cumpliendo en gran parte. Douglass aprende el significado de la palabra abolición y, desde entonces, se obsesiona con la idea de huir hacia el Norte. Mientras, sin embargo, el destino de Douglass todavía cambiará de manos en diversas ocasiones. La variedad de amos le hará sufrir múltiples grados de explotación. No sólo por las diferencias de personalidad en crueldad y avaricia, sino también por las condiciones específicas de la esclavitud en el campo y en la ciudad. En este sentido, son de gran interés las reflexiones de Douglass sobre los momentos en los que deseaba la libertad con más vehemencia: «Mi experiencia como esclavo me ha llevado a darme cuenta de lo siguiente: siempre que mis condiciones mejoraban, en vez de aumentar mi satisfacción, aumentaba mi deseo de ser libre y me ponía a idear planes para conseguir la libertad. Me he dado cuenta de que para tener un esclavo contento es necesario impedir que piense».
El hilo que recorre la obra es la creciente consciencia de un esclavo sobre la propia humanidad y sobre la adquisición de los instrumentos necesarios para alcanzar la libertad. El tortuoso proceso de alfabetización tiene un papel fundamental en la ampliación de sus horizontes y en la consolidación del sentimiento de injusticia (significativamente, esta edición se cierra con un recuerdo sobre la sorprendente tenacidad con la que, ya como trabajador libre en una fundición, Douglass conseguía arañar momentos para la lectura, a pesar de la inercia alienante en la que vivían sus nuevos compañeros). La disposición a luchar por todos los medios –violencia incluida– contra amos y capataces es la otra gran herramienta que irá afilando hasta que asume el valor de arriesgar la vida en la peligrosísima aventura de romper sus cadenas de manera definitiva.
Uno de los grandes valores de Frederick Douglass es justamente su capacidad para razonar políticamente a partir de sus experiencias vitales, prepolíticas, consciente del poder del ejemplo para motivar la elevación moral y activista de la mayoría. En un discurso pronunciado el 3 de agosto de 1857, Douglass resumía así una de las grandes lecciones de su obra: «Si no hay lucha, no hay progreso. Aquellos que dicen estar a favor de la libertad pero desprecian la agitación política, son hombres que quieren cosechar sin haber sembrado; quieren la lluvia sin el rayo y el trueno; el océano sin el horrible estruendo de sus caudalosas aguas. La lucha puede ser moral, física, o de ambos tipos, pero debe ser lucha. El poder no concede nada si no se le exige. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Averiguad lo que un pueblo acatará sin protestar y habréis descubierto la medida exacta de la injusticia y el oprobio que caerá sobre él. Y esa situación continuará hasta que el pueblo se resista con el puño o con la palabra, o con ambos. Los límites de los poderosos los marca la resistencia de aquellos a quienes oprimen».
Nota:
[1] Como se sabe, la esclavitud nunca ha dejado de existir y, de hecho, hoy en día se encuentra en un momento de gran expansión. Actualmente hay: «más esclavos que en ningún otro momento de la historia, en una nueva servidumbre que no se basa tanto en la propiedad como en el endeudamiento, y que se distingue por ello de la antigua por el hecho de que un esclavo cuesta hoy mucho menos que en el pasado». Josep FONTANA, Por el bien del imperio, Ediciones de Pasado y Presente, Barcelona, 2011, p. 968. Véase también a modo de ejemplo: “La crisis aumenta la esclavitud”, El País, 7 de septiembre de 2009.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

lunes, 2 de septiembre de 2013

EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

DANIEL BALCÁCER: EL DUARTE DE MIGUEL NÚÑEZ

De  Juan Pablo Duarte  solo se conoce una fotografía hecha en  Caracas  en 1873 cuando el patricio contaba con 60 años de edad.  A...