MORAL Y LUCES

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sábado, 1 de diciembre de 2012

Thuan Huu (Partido Comunista de Vietnam): «Nuestra fortaleza es la confianza del pueblo»


Thuan Huu (Partido Comunista de Vietnam): «Nuestra fortaleza es la confianza del pueblo»

Por su interés, reproducimos la entrevista que la periodista Claudia Fonseca Sosa realizó en el diarioGranma a Thuan Huu, miembro del Comité Central delPartido Comunista de Vietnam (PCV) y de la Asamblea Nacional de ese país.

Más de 25 años han transcurrido desde que en 1986 Vietnam emprendiera el proceso de transformaciones socioeconómicas conocido como Doi Moi oRenovación, cuya esencia dialéctica consiste en dictar políticas que respondan a las demandas de cada contexto histórico. Desde entonces, la nación indochina ha obtenido resultados impresionantes que la aproximan al país "diez veces más bello" añorado por Ho Chi Minh, y que le permiten trazarse ambiciosos planes de desarrollo.

Al respecto, Granma conversó con Thuan Huu, miembro del Comité Central del Partido Comunista (PCV) y de la Asamblea Nacional de Vietnam, durante su reciente visita a Cuba al frente de una delegación del periódico Nhan Dam.

GRANMA: En el contexto de la crisis económica internacional, ¿cómo avanza el proceso de Renovación vietnamita?

THUAN HUU: Gracias al Doi Moi hemos logrado edificar una economía bastante sólida y mejorar la vida del pueblo. Pasamos de ser una nación pobre a una de ingreso promedio, y nos convertimos en uno de los pocos estados en todo el mundo con posibilidades reales de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Ahora la economía vietnamita está abierta al exterior, por lo que la crisis nos ha afectado sobre todo en el ámbito del comercio y las exportaciones. Por tanto, debemos lograr una mayor estabilidad macroeconómica, reducir la inflación y elevar la competitividad.

Hace poco tiempo iniciamos una reestructuración en las empresas estatales —para reducir las pérdidas—, así como en el mercado monetario y financiero, y en las inversiones públicas.

Aun cuando tenemos importantes desafíos que vencer, nos trazamos el objetivo de construir un país básicamente industrializado para el 2020, y hacia ese empeño están volcadas todas las fuerzas del Partido, el Estado y el Gobierno desde la celebración del XI Congreso Nacional en el 2011.

G: ¿Cuáles son en este momento los principales retos de Vietnam en el ámbito social?

TH: Por ejemplo, debemos enfrentar el fenómeno de la globalización cultural, que impone modos de vida ajenos a las tradiciones ancestrales del pueblo vietnamita y que tampoco se avienen a nuestro sistema socialista, como es el caso del consumismo y el egoísmo ante los problemas del otro. El Partido debe luchar contra esta tendencia en los jóvenes, que en definitiva es una forma de dominación extranjera, que atenta contra los valores y la identidad nacional y que trae acarreadas otras indisciplinas sociales.

Debemos realizar, asimismo, una reforma profunda en la educación, crear nuevos empleos y esforzarnos aún más en disminuir las diferencias entre las montañas y las ciudades. Porque si bien logramos reducir la pobreza, ahora el reto está en elevar el nivel de vida de la población en general.

G: Como presidente de la Asociación de Periodistas de Vietnam y director del órgano oficial del PCV, ¿qué papel cree que juega la prensa en la lucha contra el burocratismo, la corrupción y la degeneración de valores, que tal como mencionó el Secretario General, Nguyen Phu Trong, en su reciente visita a Cuba, "constituyen los peligros fundamentales para un Partido gobernante"?

TH: En Vietnam existen más de 19 mil periodistas, que trabajan en más de 700 organizaciones de prensa, y un 35 % de la población tiene conexión a Internet en sus hogares. Por lo tanto, los medios de comunicación se convierten en una fuerza bien importante para el Partido en la lucha contra esos males y en la preservación de los valores patrios.

El PCV estimula a nuestros periodistas para que descubran y critiquen los hechos negativos en la sociedad. De hecho, en los últimos años la prensa ha desenmascarado varios casos de corrupción, por lo que puede afirmarse que el sector está contribuyendo activamente en la construcción de una sociedad cada vez más justa.

G: En el XI Congreso Nacional del PCV, celebrado en el 2011, se hizo un llamado a aplicar constantemente la crítica y la autocrítica en el proceso de transformaciones que realiza Vietnam en el camino hacia un socialismo con características propias. ¿Qué importancia le atribuye a este particular?

TH: Una de las características de nuestro Partido es que estamos dispuestos a reconocer los errores que cometemos. Por eso el ejercicio de la crítica y la autocrítica tienen que ser cotidiano. Tras el VI Pleno del Comité Central, realizado en octubre último, se puso en práctica una resolución titulada Problemas urgentes que deberíamos resolver, que establece límites para el trabajo de los cuadros y militantes del PCV, y determina claramente las relaciones de los dirigentes con los subordinados de su nivel.

El documento insta a aplicar la crítica y la autocrítica desde el nivel central hasta la base. Porque lo que nunca podemos perder es la confianza del pueblo en sus dirigentes. Ahora nos enfrentamos a cambios internos en la vida del PCV, pero lo que buscamos es que este mejore su capacidad de acción. El Partido tiene que funcionar bien.

Ante los desafíos que impone el mundo actual, en creciente incertidumbre financiera, climática, alimentaria y en el que las grandes potencias quieren imponer su concepto de "democracia" sin respetar el derecho soberano de cada Estado a decidir su destino, los partidos nacionales tienen que ser guías y mantener unidos a sus pueblos. Solo unidos podremos resistir las injusticias del sistema mundial imperante.

G: ¿Qué impresiones se lleva de su estancia en Cuba?

TH: Es la primera vez que visito Cuba y me voy emocionado. Durante mi estancia aquí recorrí varios proyectos socioeconómicos y me reuní con algunos dirigentes del Partido y del Gobierno. Pude apreciar que pese a las dificultades que el país enfrenta, ha logrado mantener las conquistas de la Revolución. También considero que avanza con buen ritmo la implementación de los lineamientos aprobados en el VI Congreso del PCC.

Los vínculos bipartidistas siempre han sido muy estrechos, como quedó demostrado en la visita a La Habana de nuestro Secretario General del PCV, en abril pasado. Nuestra responsabilidad ahora es cultivar y heredar ese sentimiento de amistad a las nuevas generaciones.




La tragedia de Gaza: tener yacimientos de gas01

DIC

 

VICKY PELÁEZ 
La guerra es justa para aquellos a quienes es necesaria y, es sagrada para aquellos a quienes no queda otra esperanza (Tito Livio, 59 a.C. – 17 d.C.)
Después de ocho días de muerte y destrucción en la Franja de Gaza y también de temor constante en Israel, el sonido de las explosiones de misiles ha enmudecido y solamente el persistente zumbido de los drones sobre territorio palestino sirve para advertir que el conflicto entre Israel y el movimiento Hamas no ha terminado y que las sirenas de ambulancias podrían interrumpir nuevamente la precaria paz en la región.
Por supuesto que la tragedia de los palestinos no comenzó el pasado 14 de noviembre, sino el 14 de mayo de 1948 cuando el Estado hebreo, que fue creado por una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), contra la voluntad del presidente estadounidense Harry Truman y con el auspicio de la ex Unión Soviética, ocupó el 57 por ciento del territorio no asignado, dejando el 42 por ciento a los palestinos y uno por ciento para Jerusalén.
Lo interesante fue que el plan inicial de crear un Estado judío fue diseñado en 1895 por Teodoro Herzl, periodista y escritor austrohúngaro de origen judío. Este diseño fue presentado al Barón Hirsch y a la familia Rotschild para su aprobación y financiamiento. Posteriormente el proyecto fue ampliado en el libro, “El Estado Judío” publicado en 1896.
De acuerdo a Herzl, existían dos alternativas: Palestina o Argentina. Pasados 53 años el destino con atributos de la ONU le designó al futuro Estado una parte de Palestina que los judíos consideraban, según Herzl, “nuestra inolvidable patria histórica”.
En los siguientes siete años, los grupos terroristas Stern y Haganah destruyeron 418 pueblos palestinos y tomaron el control del 78 por ciento del territorio desplazando a los palestinos a la Franja de Gaza y aCisjordania. En Jerusalén los treinta barrios árabes fueron reducidos a cuatro. Por eso los argentinos dicen que de haber entrado en Patagonia, los israelíes ya estarían gobernando el país.
En los años sucesivos Israel se apoderó del 91 por ciento del territorio asignado a los palestinos convirtiéndose, la Franja de Gaza y parte de Cisjordania en los enclaves palestinos bajo su dominio después de invadirlos en 1967. Recién en 2005 los militares israelíes salieron de estos territorios manteniendo Israel un absoluto control sobre el espacio aéreo, marítimo y terrestre de Gaza y también sobre sus telecomunicaciones, recursos naturales y los sistemas de abastecimiento de agua y electricidad.
Nadie ni nada puede salir o entrar al territorio sin permiso de las autoridades israelíes. Ya se puede imaginar las condiciones de vida en esta franja habitada por 1,6 millones de habitantes, la mayoría de los cuales son refugiados, que viven en una superficie de 360 kilómetros cuadrados. El índice de desocupación es superior al 40 por ciento y el 30 por ciento del PIB proviene del trabajo en Israel. Se calcula que un 37 por ciento de la población vive en la pobreza extrema.
Oficialmente la Franja de Gaza y una parte de Cisjordania están bajo la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que se formó en 1994 conforme a los acuerdos de Oslo entre la Organización de Liberación de Palestina (OLP) y el gobierno de Israel. Sin embargo, la autoridad de la ANP se limita a la administración en las áreas urbanas palestinas y sólo al control civil en las áreas rurales.
Desde 1994 hasta su muerte sospechosa en 2004, el líder de la OLP Yasir Arafat era el presidente de Palestina que dedicó toda su vida a la lucha por la independencia de su pueblo bajo el permanente asedio y atentados de los gobiernos de turno israelíes que tenían otros planes sobre el futuro de los palestinos.
Ya en 1948 Albert Einstein y 28 destacados hombres judíos mandaron una carta al New York Times advirtiendo a la humanidad que “entre los fenómenos inquietantes de nuestra época tenemos, en el Estado de nueva creación, Israel, la aparición del Partido de la Libertad, un partido político con un enorme parecido, en cuanto a su organización, métodos, filosofía política y planteamientos sociales, a los partidos nazi y fascista”. Los 64 años siguientes confirmaron aquella advertencia de Einstein y sus seguidores.
El Partido de la Libertad (Thuat Haherteur) se convirtió en el precursor del partido Likud, cuyo líder Benjamin Netanyahu es actualmente el primer ministro del país siguiendo la política persistente de genocidio contra el pueblo palestino. Y esto lo confirma una reciente encuesta cuyos resultados fueron anunciados el 21 de noviembre por el periódico israelí Haaretz que reveló que “el 58 por ciento de israelíes creen que su país está aplicando la política de apartheid contra los palestinos”.
Un prominente intelectual israelí Dr. Avner Fainquelernt declaró al periódico Yedioth Ahronoth que “ya se convirtió en tradición de nuestro democrático e iluminado país asesinar a cualquier hombre fuerte palestino capaz de enrumbar a su pueblo y a la sociedad israelí hacia un acuerdo de coexistencia pacífica en esta dividida y despedazada región”.
La reciente muerte por un misil de alta precisión del líder militar de Hamas Ahmed Jaabari, quien estaba negociando el fin del bloqueo en la Franja de Gaza y la firma de paz con Israel, muestra hacia donde está orientada la actual política del gobierno de Israel. Este país no anhela la paz sino la continuación de la expansión del Estado de Israel. Y precisamente este asesinato prendió la chispa de indignación del partido Hamas que está gobernando en la Franja de Gaza después de las elecciones democráticas mientras que en Cisjordania está a cargo de su gobierno el partido Fatah.
En respuesta al asesinato de Jaabari, los militantes de Hamas lanzaron cohetes hacia Israel y comenzó lo que los dirigentes actuales de Likud llaman “el periódico recorte de césped” –el diluvio de misiles lanzados cada diez minutos por las tropas israelíes de aire, mar y tierra sobre la sufrida Franja de Gaza y sus habitantes.
Después de ocho días de terror hay 162 muertos palestinos, la mayoría niños, mujeres y ancianos, y 1,300 heridos. En Israel también lamentan la muerte de cinco de sus ciudadanos inocentes y de un soldado y de unos 80 heridos, resultado de la ambición desenfrenada del actual gobierno de extrema derecha de Israel.
Quieren sacar a los palestinos de la Franja de Gaza como sea sin darse cuenta que la violencia que aplican contra los palestinos está fortaleciendo a Hamas y a los grupos yihadistas en la región como lo sucedió después de la Operación “Plomo Fundido” que tuvo lugar en 2008 – 2009 durante la cual 1.400 palestinos perdieron la vida.
La persistencia de Israel de hacer limpieza étnica en la Franja de Gaza no se explica simplemente por razones geopolíticas sino más bien por los económicos. Resulta que frente a las costas de Gaza hay dos bolsas de gas natural submarino estimados en 4.000 millones de dólares que el Estado de Israel no quiere compartir con los palestinos.
La historia se remonta a 1999 cuando reinaba una relativa paz en la región después de la firma del Tratado de Paz en Oslo. Precisamente aquel año el primer ministro Ehud Barak, líder del Partido Laborista, otorgo el derecho a este yacimiento a la Autoridad Nacional Palestina que firmó el tratado de exploración y extracción de gas con la compañía British Gas (BG) y con la Consolidated Contractors (CCC) libanesa. Según el acuerdo, la BG obtendrá el 60 por ciento de la ganancia, la CCC, el 30 por ciento y la Autoridad Palestina, el 10 por ciento y además tendrá el 25 por ciento de la tributación corporativa. También la ANP recibió el derecho de construir un gaseoducto.
El problema fue que la ANP no podía otorgar las garantías jurídicas a la BG e Israel bajo el pretexto de la llegada al poder de Hamas en la Franja de Gaza en 2007 y un posible peligro de la intensificación de la intifada palestina decidió no otorgar esta garantía y empezó a hacer todo lo posible para debilitar y sacar Hamas del gobierno aplicando tenazmente su política de limpieza étnica.
Mientras tanto ha estado tratando de convertirse en el poseedor único de un millón y medio de millones de metros cúbicos de gas natural empujando por el medio de miedo, hambre y marginalización a los habitantes de la Franja de Gaza abandonar su territorio.
Lo que no está tomando en cuenta Israel son los cambios geopolíticos que se han producido en la región que debido a la política de “revoluciones” y “caos controlado” que ha estado promoviendo en el Medio Oriente su mentor y socio, en este momento incondicional, Estados Unidos.
Por primera vez en la historia de la región Egipto, Turquía y Qatar han obtenido un poder político que les facilitó la firma bastante rápida de un acuerdo del Alto el Fuego en la Franja de Gaza entre Hamas y el gobierno de Israel. Podría ser una tregua frágil pero el apoyo a Hamas por la organización Hermanos Musulmanes está fortaleciendo a los palestinos. Esta vez los militares israelíes se abstuvieron a utilizar los helicópteros Apache por el miedo a los misiles tierra aire FIM 92 Stinger que supuestamente tienen militantes de Hamas. Tampoco todos los cohetes Fajr 5 de diseño iraní fueron interceptados por un sofisticado sistema antimisiles norteamericano Domo de Acero instalado en Israel. En términos generales este conflicto ha hecho elevar la posición de Hamas en el mundo árabe.
La situación en la región es diferente a la que era hace 64 años y por supuesto es mucho más complicada. Han surgido dos corrientes geopolíticas en el Medio Oriente. La primera es sunita y está formada por Turquía, Arabia Saudita, Qatar apoyados por los Estados Unidos y la Unión Europea y la segunda es chiita en la que participan Irán, Hezbolá libanés y el actual gobierno iraquí que tienen un apoyo implícito de China y Rusia.
Egipto se inclina a ser parte de la primera corriente pero fácilmente podría apoyar ciertas iniciativas de la segunda. A la vez dentro de estos bloques hay divergencias respecto al régimen de Bashar al-Assad de Siria.
Nadie sabe cómo va a desarrollarse la situación en la región. Sin embargo, está bien claro que Israel tendría que revisar su política de apartheid hacia los territorios palestinos, como lo exige una nueva distribución de las fuerzas geopolíticas en la región y analizar sabias palabras del ex procurador del país, Micael Ben-Yair: “la seguridad de Israel no puede basarse únicamente en la espada; más bien debe ser guiada por nuestros principios de justicia moral hacia la paz con nuestros vecinos. Un régimen de ocupación socava estos principios de justicia moral e impide el logro de la paz. Pone así en peligro la existencia de Israel” (Haaretz, 3 de marzo de 2002).
Publicado por Unidad y Resistencia el miércoles, noviembre 28, 2012

 
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Acerca de EL PROFESOR

El movimiento 30 de junio se define como un amplio movimiento democrático y progresista, en una concepción de progreso de la sociedad y que abandera como principios irrenunciables la promoción de los valores históricos, culturales, socioeconómicos y humanistas de la República dominicana. El movimiento 30 de junio tiene por misión reivindicar los valores éticos, morales y democráticos promovidos por el Profesor Juan Bosch como base fundamental para el desarrollo socioeconómico Y cultural de la República Dominicana. En este sentido, responder a las necesidades de los diferentes sectores de la población, enriquecer la plataforma social de nuestro liderato y posicionar al movimiento en la competencia política. En una visión de perspectiva histórica se propone estructurar a nivel nacional una corriente ideológica denominada Movimiento 30 de Junio que tenga como propósito diseñar e implementar iniciativas, planes y proyectos que sean políticamente factible, socialmente aceptables y moralmente viables para promover el desarrollo del país en un ambiente sano, de respeto por la vida y la naturaleza.

¿Sería la vida en Marte parecida a la de la Tierra?01 DIC



JOSÉ MANUEL NIEVES 
Si hubiera vida en otros planetas, podría no parecerse en absoluto a la que conocemos. Es una limitación que, de hecho, hace extremadamente difícil su identificación. En Marte, sin embargo, las cosas podrían ser muy distintas, ya que el Planeta Rojo es muy parecido al nuestro y la vida, si es que alguna vez la hubo, podría ser muy similar a la que nos rodea.
¿SI HUBIERA VIDA AHÍ FUERA, SE PARECERÍA A LA DE LA TIERRA?
No necesariamente. La vida que conocemos, la de todas las criaturas de la Tierra, está basada en el carbono y en una serie de componentes y reglas que son siempre las mismas, no importa que se trate de bacterias, moscas, elefantes o seres humanos. En efecto, toda la vida terrestre procede de un único y lejano antepasado común, un organismo hipotético que los científicos llaman LUCA (Last Ultimate Common Ancestor), que “estrenó” la forma de estar vivo y al que debemos todas nuestras características, seamos de la especie que seamos.
Sin embargo, nada impide la existencia de seres vivientes que sigan otras reglas, o que estén basados en otros elementos diferentes al carbono. Lo que sucede es, hasta ahora, nunca se ha encontrado uno.
SI LA VIDA EXTRATERRESTRE NO ESTUVIERA BASADA EN EL CARBONO, COMO EN LA TIERRA, ¿SABRÍAMOS IDENTIFICARLA?
Probablemente no. La razón es que, al no conocer su bioquímica, sería muy difícil, por no decir imposible, diseñar los experimentos adecuados para que nuestros instrumentos detecten esas formas de vida fuera de la Tierra. Algunos piensan que estamos literalmente rodeados de formas de vida “diferentes” pero que, simplemente, no somos capaces de identificarlas.
Cuando una misión espacial busca vida fuera de nuestro planeta, lo único que puede aspirar a encontrar son formas de vida que “funcionen” exactamente de la misma manera que las terrestres, que son las únicas que conocemos. Los experimentos a bordo del Curiosity, por ejemplo, sólo pueden detectar los componentes biológicos (los “ladrillos de la vida”) que se conocen, que son los que hacen que nosotros mismos estemos vivos.
Otra cosa sería, por supuesto, toparse con una criatura compleja, que podamos ver o fotografiar, independientemente de cuál sea su bioquímica. Pero eso no es una aproximación realista al problema, ya que es mucho más fácil localizar microorganismos (o sus huellas o restos), que deberían ser, tal y como sucede aquí, mucho más comunes.
La Ciencia funciona por comparación y, en cuanto a la vida se refiere, sencillamente no tenemos nada con qué compararnos. Se está intentando buscar criaturas “diferentes” aquí mismo, en nuestro planeta. Recordemos, por ejemplo, el fallido anuncio de aquellos famosos microorganismos cuyo metabolismo se basaba, en teoría, en el arsénico, y que al final resultaron ser como todos los demás. La NASA dio entonces un gran patinazo, pero si realmente hubiera sido así, ahora tendríamos una forma de vida “alternativa” que nos serviría para ampliar nuestro abanico de búsqueda a una clase de criaturas completamente diferentes a las que conocemos.
Los esfuerzos en este sentido, sin embargo, continúan, y los científicos centran sus esperanzas en los llamados “extremófilos“, criaturas que, aquí en la Tierra, han logrado adaptarse y sobrevivir en lugares donde nadie, excepto ellos, podría prosperar. Se ha encontrado vida, en efecto, a más de 120 grados centígrados en las mismísimas calderas de volcanes; o a varios km. de profundidad, en la rocas viva, donde jamás ha llegado luz ni oxígeno; o bajo las gruesas capas de hielo de la Antártida, o junto a chimeneas termales submarinas, a varios km. de profundidad bajo las aguas oceánicas. Saber cómo logran sobrevivir estas peculiares criaturas nos servirá para poder buscarlas, también, fuera de nuestro planeta.
¿VALE TODO ESO TAMBIÉN PARA MARTE Y EL CURIOSITY?
Por supuesto que sí. Sin embargo, los investigadores creen que, en el caso de que la encuentren, la vida de Marte debería de parecerse mucho (o incluso ser idéntica) a la de la Tierra. La razón es que ambos planetas se parecen extraordinariamente y se formaron a partir de los mismos materiales y elementos. Además, con Marte existe la posibilidad de “contaminación” de formas de vida ya desarrolladas en planetas cercanos.
De hecho, la vida, la que conocemos, podría haber pasado de la Tierra a Marte sin demasiados problemas, a bordo de meteoritos. O incluso al contrario, podría haberse originado en Marte, que es algo más antiguo que la Tierra, y haber viajado después hasta aquí. En cualquiera de los dos casos, existen muchas posibilidades de que la vida terrestre y la marciana (si existe) sean muy parecidas.
El problema de la contaminación puede alcanzar, aunque con una probabilidad menor, también a otros candidatos a albergar vida dentro de nuestro Sistema Solar, como es el caso de varias lunas de Saturno y Júpiter.
Fuera de los dominios de nuestro Sol, sin embargo, la cosa cambia por completo. “Ahí fuera”, en efecto, podría haber formas de vida que, hoy por hoy, no seríamos capaces de identificar. Se ha confirmado ya la existencia de más de 850 planetas extrasolares, y algunos de ellos (unos cincuenta) con algunas características similares a las de la Tierra. Pero nadie nos puede asegurar que en esos mundos lejanos la vida haya surgido de manera completamente distinta a como lo ha hecho aquí.
¿QUÉ INDICIOS SE HAN ENCONTRADO HASTA AHORA?
La verdad es que no demasiados, aunque sí muy esperanzadores. Por ejemplo, ahora sabemos que el agua es un elemento bastante común en el Universo. Se han detectado inmensas nubes de vapor de agua en galaxias lejanas, e incluso se ha medido el espectro de varios aminoácidos y otros componentes esenciales para la vida a miles de años luz de distancia. Entre los exoplanetas conocidos, además, hay 7 que parecen ser especialmente favorables y que reúnen varias de las características que creemos necesarias para la vida.
¿SE PUEDE PENSAR EN LA EXISTENCIA DE VIDA INTELIGENTE, INCLUSO DE CIVILIZACIONES AVANZADAS?
Dado que el Universo tiene 13.700 millones de años y que en él existen billones de planetas, parecería lógico pensar que en algunos de ellos la vida pudo desarrollarse hasta formar criaturas complejas y, por qué no, civilizaciones. Ahí está la famosa ecuación de Francis Drake, un ejercicio matemático que combina diversas variables para calcular, de forma aproximada y según la ley de probabilidades, cuántas civilizaciones podría haber ahí fuera.
Drake encontró que, sólo en nuestra galaxia, podrían existir 100.000 civilizaciones tecnológicas, aunque otros investigadores han llegado a cifras completamente diferentes (que van de las diez a los varios millones) con solo cambiar el valor de algunas de las variables. En todo caso, aunque esas civilizaciones existieran, para que podamos contactar con ellas deberían, por lo menos, estar desarrollándose al mismo tiempo que la nuestra.
Nuestra tecnología espacial lleva existiendo poco más de medio siglo, menos que un parpadeo en la historia del Universo. Otras civilizaciones podrían haber surgido hace dos mil, o cinco mil, o siete mil millones de años, haber durado un millón de años y haber desaparecido para siempre mucho antes incluso de que naciera el primer ser humano.
El desafío, pues, sigue abierto. Y los esfuerzos se doblan en campos científicos muy dispares, que van de la astronomía a la física y la biología. El premio, sin duda, merece la pena.
Publicado por Unidad y Resistencia el viernes, noviembre 30, 2012

Acerca de EL PROFESOR

El movimiento 30 de junio se define como un amplio movimiento democrático y progresista, en una concepción de progreso de la sociedad y que abandera como principios irrenunciables la promoción de los valores históricos, culturales, socioeconómicos y humanistas de la República dominicana. El movimiento 30 de junio tiene por misión reivindicar los valores éticos, morales y democráticos promovidos por el Profesor Juan Bosch como base fundamental para el desarrollo socioeconómico Y cultural de la República Dominicana. En este sentido, responder a las necesidades de los diferentes sectores de la población, enriquecer la plataforma social de nuestro liderato y posicionar al movimiento en la competencia política. En una visión de perspectiva histórica se propone estructurar a nivel nacional una corriente ideológica denominada Movimiento 30 de Junio que tenga como propósito diseñar e implementar iniciativas, planes y proyectos que sean políticamente factible, socialmente aceptables y moralmente viables para promover el desarrollo del país en un ambiente sano, de respeto por la vida y la naturaleza.

                 QUIEN FUE NICOLAS MAQUIAVELO

01DIC
Español: De derecha a izquierda: Cesar Borgia,...
Español: De derecha a izquierda: Cesar Borgia, el cardenal Pedro Luis de Borja, Nicolás Maquiavelo y Micheletto Corella Français : Cesar Borgia-Machiavel-Michelotto Corella. Italiano: da sinistra: Cesare Borgia, il cardinale Pedro Loys Borgia e il suo segretario Micheletto Corella, Niccolò Machiavelli (Photo credit: Wikipedia)

(Florencia, 1469-1527) Escritor y estadista florentino. Nacido en el seno de una familia noble empobrecida, Nicolás Maquiavelo vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de Médicis. Tras la caída de Savonarola (1498) fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1512 y que le llevó a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I y César Borgia, entre otros.Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia (1512). Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado (1513). Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas su obra maestra, “El príncipe” (Il principe), que Maquiavelo terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis (a pesar de ello, sólo sería publicada después de su muerte).

En 1520, el cardenal Julio de Médicis le confió varias misiones y, cuando se convirtió en Papa, con el nombre de Clemente VII (1523), Maquiavelo pasó a ocupar el cargo de superintendente de fortificaciones (1526). En 1527, las tropas de Carlos I de España tomaron y saquearon Roma, lo que trajo consigo la caída de los Médicis en Florencia y la marginación política de Maquiavelo, quien murió poco después de ser apartado de todos sus cargos.
La obra de Nicolás Maquiavelo se adentra por igual en los terrenos de la política y la literatura. Sus textos políticos e históricos son deudores de su experiencia diplomática al servicio de Florencia, caso de “Descripción de las cosas de Alemania” (Ritrato delle cose della Alemagna, 1532). En “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” (Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, 1512-1519) esbozó, anticipándose a Vico, la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.
En “El príncipe”, obra inspirada en la figura de César Borgia, Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su pervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.
El pensamiento histórico de Nicolás Maquiavelo quedó plasmado fundamentalmente en dos obras: “La vida deCastruccio Castracani de Luca” (1520) e “Historia de Florencia” (Istorie fiorentine, 1520-1525). Entre sus trabajos literarios se cuentan variadas composiciones líricas, como “Las decenales” (Decennali, 1506-1509) o “El asno de oro” (L’asino d’oro, 1517), pero sobre todas ellas destaca su comedia “La mandrágora” (Mandragola, 1520), sátira mordaz de las costumbres florentinas de la época. “Clizia” (1525) es una comedia en cinco actos, de forma aparentemente clásica, que se sitúa en la realidad contemporánea que Maquiavelo tanto deseaba criticar.

VIDA Y LUCHA DE GEORGE WASHINGTON


01DIC
English: Photograph of a statue of George Wash...

George Washington nació el 22 de febrero de 1732 a orillas del río Potomac, en la finca de Bridge’s Creek, en el antiguo condado de Westmoreland, en el actual estado de Virginia. Pertenecía a una distinguida familia inglesa, oriunda de Northamptonshire, que había llegado a América a mediados del siglo XVII y había logrado amasar una considerable fortuna. Su padre, Augustine, dueño de inmensas propiedades, era un hombre ambicioso que había estudiado en Inglaterra y que al enviudar de su primera mujer, Jane Butler, quien le había dado cuatro hijos, contrajo segundas nupcias con Mary Ball, de una respetable familia de Virginia, que le dio otros seis vástagos, entre ellos George.

Poco se sabe de la infancia del futuro presidente, salvo que sus padres lo destinaban a una existencia de colono y por ello no fue más allá de las escuelas rurales de aquel tiempo: entre los siete y los quince años estudió de modo irregular, primero con el sacristán de la iglesia local y luego con un maestro llamado Williams. Alejado de toda preocupación literaria o filosófica, el muchacho recibió una educación rudimentaria en lo libresco, pero sólida en el orden práctico, al que lo inclinaba su activo temperamento.Ya en la temprana adolescencia estaba suficientemente familiarizado con las tareas de los colonos como para cultivar tabaco y almacenar las uvas. En esa época, cuando tenía once años, murió su padre y pasó a la tutela de su hermanastro mayor, Lawrence, un hombre de buen carácter que, en cierta forma, fue su tutor. En su casa, George conoció un mundo más amplio y refinado, pues Lawrence estaba casado con Anne Fairfax, una de las grandes herederas de la región y acostumbraba codearse con la alta sociedad de Virginia.
Escuchando los relatos de su hermanastro, se despertó en él una temprana vocación militar y a los catorce años quiso hacerse soldado, aunque tuvo que desechar la idea ante la férrea oposición de su madre, quien se negó a que siguiera la carrera de las armas. Dos años más tarde comenzó a trabajar de agrimensor, como asistente de una expedición para medir las tierras de lord Fairfax en el valle de Shenandoah.
A partir de allí, las agotadoras jornadas en campo abierto, sin comodidades y expuesto a los peligros de la vida salvaje, le enseñaron no sólo a conocer las costumbres de los indios y las posibilidades de colonización del Oeste, sino a dominar su cuerpo y su mente, templándolo para la tarea que el futuro le reservaba. Pero de momento, aunque las preocupaciones políticas no le perturbaban (el joven Washington era un fiel súbdito de la corona inglesa), se sentía molesto por las limitaciones impuestas por la metrópoli a la colonización, ya que él y su hermanastro proyectaban llevar sus negocios a las tierras del Oeste.
A los veinte años ocurrió un cambio decisivo en su vida, que lo convirtió en cabeza de familia. Una tuberculosis acabó con la vida de Lawrence en 1752 y George heredó la plantación de Mount Vernon, una enorme finca con 8.000 acres y 18 esclavos. Así, pues, pasó a ser uno de los hombres más ricos de Virginia, y como tal actuaba: pronto se distinguió en los asuntos de la comunidad, fue un activo miembro de la Iglesia episcopal y se postuló como candidato, en 1755, a la Cámara de los Burgueses del distrito. También sobresalía en las diversiones; era un magnífico jinete, alto y de ojos azules, un gran cazador y mejor pescador; amaba el baile, el billar y los naipes y asistía a las carreras de caballos (tenía sus propias cuadras) y a cuantas representaciones teatrales se daban en la región. Pero su vocación de soldado no había muerto, y entre sus planes figuraba el ser también un brillante militar.
Por entonces, ingleses y franceses se disputaban el dominio de América del Norte, y la controversia sobre las rutas de la cabecera del Ohio había conducido a una extrema tensión entre los colonos. Washington se alistó en el ejército, y poco después de la muerte de su hermanastro fue nombrado por el gobernador Robert Dinwiddie comandante del distrito, con un sueldo de 100 dólares anuales. Ante las invasiones de los franceses por la frontera, en 1753, el gobernador le encargó la misión de practicar un reconocimiento en la zona limítrofe. A mediados de noviembre, Washington se puso en marcha al frente de seis hombres por el valle del Ohio, un país inhóspito, poblado de tribus salvajes y múltiples peligros. A pesar del frío y las nieves, pudo llevar a cabo la dura travesía hasta alcanzar Fort-Le Boeuf en Pennsylvania, una hazaña que comenzó a cimentar su fama.
Declarada en 1756 la guerra de los Siete Años, que para los colonos ingleses en América suponía la lucha por su expansión frente al predominio francés, Washington fue designado teniente coronel del regimiento de Virginia, a las órdenes del general Fry. Al morir éste en combate, le sucedió como jefe supremo de las fuerzas armadas del condado, pasando poco después a formar parte del estado mayor del general Braddock, que dirigía las tropas regulares enviadas por Inglaterra. El 9 de julio de 1755 se distinguió en la batalla de Monongahela por su coraje y capacidad de decisión, si bien ésta acabó en un desastre para los ingleses.
La derrota repercutió de tal forma en su ánimo que el joven militar se retiró a Mount Vernon con el firme propósito de no volver a tomar las armas. Pero no pudo llevarlo a cabo, pues los notables de Virginia le pidieron que se hiciera cargo de las tropas, a pesar de que sólo contaba con veintitrés años de edad. Washington conservó el mando entre 1755 y 1758, época en que también fue elegido como representante del condado de Frederic para la Cámara de los Burgueses de Virginia. Su nombre ya era popular, se le admiraba por su experiencia y tacto, y comenzaba a labrarse un sólido prestigio político interviniendo activamente en las deliberaciones de la asamblea.
Tras algunos sinsabores, desilusionado ante el curso de la guerra con Francia y la conducta de los comandantes británicos, Washington renunció a su cargo militar para regresar a Mount Vernon y al poco tiempo, el 6 de enero de 1759, se casó con Martha Dandridge, una mujer tan rica como bella, viuda del coronel Parke Custis y dueña de una de las mayores fortunas de Virginia. Poseía un gran número de esclavos, 15.000 valiosos acres y dos hijos de seis y cuatro años, que se convirtieron en la verdadera familia de Washington.
En Mount Vernon la pareja, unida más que por un amor apasionado por una armoniosa felicidad, llevaba la vida de los ricos propietarios, atentos a la prosperidad de sus tierras y al papel prominente que desempeñaban en la vida social de la región. Todo se hacía a lo grande, la ropa se compraba en Londres, las fiestas eran espléndidas y los huéspedes se contaban por cientos. Pero esta vida rumbosa se vería interrumpida por el vendaval político que pronto se abatió en la América del Norte.
El final de la guerra de los Siete Años, signado el 10 de febrero de 1762 por el Tratado de París, significó la renuncia de Francia a sus pretensiones sobre Acadia y Nueva Escocia y la posesión, por parte de Inglaterra, de Canadá y toda la región de Luisiana, salvo Nueva Orleans. Pero la discrepancia mercantil entre Londres y sus colonias aumentó a raíz de esta conclusión, pues el gobierno inglés consideró que todas sus posesiones habían de cooperar en la amortización de los gastos ocasionados por la guerra, ya que todas ellas se habían beneficiado de sus resultados.
De hecho, el déficit originado por la contienda era enorme, y en marzo de 1765 el parlamento inglés votó un impuesto que hirió los derechos tradicionales de las colonias, imponiendo el uso de papel timbrado para toda clase de contratos. Con verdadera ceguera política, al año siguiente impuso una serie de derechos aduaneros sobre el papel, el vidrio, el plomo y el té, que provocaron la indignación del mundo comercial norteamericano y la formación de ligas patrióticas contra el consumo de mercancías inglesas. A la vanguardia de las luchas que precedieron al estallido revolucionario habían de colocarse los aristócratas de Virginia y los demócratas de Massachusetts. Washington se sintió irritado por tales medidas, pero continuó considerándose un súbdito leal a Inglaterra y un hombre de opiniones moderadas.
En 1773 la población de Boston protestó contra los impuestos arrojando los cargamentos de té al mar. El hecho, conocido como el Boston Tea Party, acabó de abrirle los ojos a Washington y de volcarle hacia la defensa de las libertades americanas. Cuando los legisladores de Virginia se reunieron al año siguiente en Raleigh, él estuvo presente y firmó las resoluciones. En la primera legislatura revolucionaria de ese año pronunció un elocuente discurso declarando: «Organizaré un ejército de mil hombres, los mantendré con mi dinero y me pondré al frente de ellos para defender a Boston». Ya había dejado de ser un moderado cuando, vestido de uniforme, representó a Virginia en el Primer Congreso Continental que se celebró en Filadelfia en 1774. Sus cartas muestran que aún se oponía a la idea de la independencia, pero que estaba decidido a no renunciar a «la pérdida de los derechos y privilegios que son esenciales a la felicidad de todo Estado libre y sin los cuales la vida, la libertad y la propiedad se tornan totalmente inseguras».
Comenzadas las hostilidades entre ingleses y americanos en la batalla de Lexington, el 19 de abril de 1775, los autonomistas declararon sus anhelos de independencia frente a la corona inglesa. Todas las colonias se consideraron en guerra contra la metrópoli y, en el Segundo Congreso reunido en Filadelfia ese año, confiaron el mando de las tropas al plantador virginiano George Washington. Su elección fue en parte el resultante de un compromiso político entre Virginia y Massachusetts, pero también la consecuencia de la fama ganada en la campaña de Braddock y del talento con que impresionó a los delegados del Congreso.
El flamante jefe de las fuerzas coloniales se vio entonces frente a la arriesgada tarea de crear un ejército casi desde la nada y en presencia del enemigo. Al llegar a Boston se encontró con más de quince mil hombres, pero se trataba sólo de una masa confusa de insurrectos indisciplinados, divididos en bandas hostiles entre sí, a menudo en harapos y mal armados. Faltaban víveres y vituallas, y además, cada asamblea provincial dictaba órdenes a su capricho. Aquí demostró Washington sus brillantes dotes de organización y su incansable energía, disciplinando y adiestrando a los voluntarios inexpertos, reuniendo provisiones y llamando a las colonias en su apoyo. De esa forma organizó al ejército de Massachusetts, con el que pudo ocupar Boston y expulsar de Nueva Inglaterra a los ingleses del general Howe en 1776. Ese año, ante la llegada de nuevas tropas enviadas por la metrópoli, los americanos habían proclamado solemnemente la independencia de los Estados Unidos.
Washington había ganado el primer round contra las tropas de la corona, pero aún faltaban varios años de guerra en que los soldados americanos serían puestos al borde de la aniquilación. Entre los factores decisivos para alcanzar la victoria, en primer término figuraron su capacidad para infundir confianza a los soldados, su energía incansable y su gran sentido común. Nunca fue un genial estratega, ya que, como dijo Jefferson, «a menudo fracasó a campo abierto», pero supo mantener viva entre sus hombres la llama del patriotismo y escuchó siempre las opiniones de los generales a su mando, sin importarle dejar de lado su propio parecer.
Así, en un segundo momento, retiró sus tropas al sur y esperó la contraofensiva británica en Long Island, pero decidió retirarse debido a su inferioridad numérica respecto a Howe. Desde entonces, en Pennsylvania empleó una táctica de desgaste que le valió las victorias de Trenton y Princeton de 1776, aunque también las derrotas de Brandwine y Germantown del año siguiente. En retirada, contuvo a las fuerzas de Howe que avanzaban sobre Filadelfia. La ciudad no pudo resistir y cayó en manos del jefe británico, pero pronto los ingleses sufrieron un desastre considerable y el general Burgoyne fue obligado a capitular en Saratoga, el 17 de octubre, ante el asedio del jefe americano Gates.
Este éxito de la Revolución americana conmovió en Europa a los adeptos del enciclopedismo y a los partidarios del «hombre natural» de Rousseau. Voluntarios franceses como La Fayette, Rochaubeau y De Grasse, polacos como Kosciuszko y sudamericanos como Miranda, acudieron en auxilio de las huestes de Washington, que vio así facilitada su tarea. Después del terrible invierno de Valley Forge, donde se dedicó a adiestrar a sus tropas, pudo reanudar victoriosamente la lucha gracias a los refuerzos recibidos. El gobierno francés vio en el conflicto la oportunidad de vengar la derrota de la guerra de los Siete Años y, en 1778, firmó una alianza con los Estados Unidos, a la que se sumó al año siguiente Carlos III de España.
El auxilio de las tropas francesas fue tan eficaz que Washington pudo recuperar Filadelfia, sitiar Nueva York y dirigirse al sur para cortar el avance de lord Cornwallis, que iba al frente de once mil hombres, el grueso de las tropas inglesas. El 19 de octubre de 1781 éste se vio obligado a capitular, luego de caer prisionero con su ejército. Esta rendición provocó la definitiva victoria de los colonos y el reconocimiento de la independencia por parte de Inglaterra, antes de firmarse la paz en Versalles, el 20 de enero de 1783.
En plena guerra, en 1778, el Congreso había promulgado la Ley de Confederación, primera tentativa para constituir un bloque homogéneo con los trece estados de la Unión. Pero esta fórmula política dio escasos resultados, pues la guerra y la posguerra exigían más un poder central fuerte que un gobierno sin atribuciones. En la cumbre del prestigio y la fama, después de los triunfos militares, Washington tuvo que hacer frente a los problemas de la reconstrucción nacional. Por un lado se negó a aceptar la corona que algunos notables le ofrecían, dedicándose a combatir la reacción monárquica de algunos sectores del país, y por otro proclamó la necesidad de establecer una constitución.
Su postura federalista, defensora de la implantación de un poder central eficiente que defendiera los intereses americanos en el exterior y equilibrara las tendencias partidistas de los territorios, supo conciliarse con la de los republicanos, partidarios de conservar la independencia política y económica de los estados. El acuerdo entre ambos grupos fue expresado por la Constitución del 17 de septiembre de 1787, la primera carta constitucional escrita que reguló la forma de gobierno de un país. Una vez más, las dotes de organización y dirigente de Washington hicieron que las esperanzas fueran puestas en él, y el Congreso lo eligió como primer presidente de los Estados Unidos en 1789.
La prudencia, la sensatez y sobre todo un respeto casi religioso a la ley, fueron las notas dominantes de sus ocho años de gobierno. Al elegir a los cuatro miembros de su gabinete, Thomas Jefferson en la Secretaría de Estado, el general Henry Knox en la de Guerra, Alexander Hamilton en la del Tesoro y Edmund Randolph en la de Justicia, Washington estableció un cuidadoso equilibrio entre republicanos y federales, el cual posibilitó la puesta en marcha del aparato que habría de coordinar y dirigir la administración del país. Para hacer frente a los graves problemas económicos por los que éste atravesaba, aplicó una férrea política fiscal y se esforzó por asociar los grandes capitales con el Estado, a fin de comprometerlos en la estabilidad de la nación. Con idéntico objetivo creó el Banco de los Estados Unidos y, a fin de promover el desarrollo industrial, dictó una serie de medidas proteccionistas que le valieron el apoyo de la burguesía.
Elegido para un segundo mandato en 1793, ante sus dudas fue Jefferson quien le convenció de que aceptara el cargo nuevamente. En esta segunda etapa de gobierno tuvo que enfrentar serios problemas, como el suscitado en el Oeste por la oposición a los impuestos sobre el aguardiente, que originó en 1794 una sublevación, conocida como Whiskey Rebellion, la cual fue reprimida por las tropas enviadas por orden del presidente. Otro elemento de desgaste fue el choque entre Jefferson y Hamilton, motivado por la radicalización de la Revolución francesa y el conflicto armado que asolaba Europa. Mientras que el secretario de Estado se inclinaba por el apoyo de Estados Unidos a la Francia revolucionaria, el secretario del Tesoro defendía la neutralidad ante la contienda. Washington, que al principio había tratado de mantener la armonía entre ambos, apoyó, una vez declarada la guerra europea, las posiciones de Hamilton y se decidió por la neutralidad. No tardó mucho tiempo en declarar sus simpatías pro británicas, a pesar de la enorme deuda que su país tenía con Francia, y ello trajo como consecuencia el debilitamiento de las relaciones con esta nación. Thomas Jefferson, por su parte, manifestó su disconformidad abandonando el gobierno y, ya desde la oposición, se opuso al centralismo del presidente.
Así fue cómo la estrella política de Washington comenzó a declinar hasta ensombrecerse totalmente cuando se conocieron los términos de un acuerdo comercial firmado por Gran Bretaña, el Tratado Jay del 25 de junio de 1794, que provocó fuertes discusiones en el parlamento y una real merma de la popularidad presidencial. Aun así, fue elegido por tercera vez para ocupar el poder, pero en esta oportunidad se negó tajantemente, aduciendo que quería volver con su familia y a la paz de la vida privada. En realidad, le frenaba el miedo a la tentación dictatorial que desvirtuaría el origen democrático de su lucha por la independencia, y no dudó en regresar a su plantación de Virginia.

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